Cómo desarrollar la resiliencia en el aula y mejorar el aprendizaje

Por: Educación 3.0.

 

La resiliencia permite a los estudiantes de todas las edades conocer sus valores personales y sociales y así mejorar su relación con el entorno. La psicóloga Rocío Rivero nos da las claves necesarias para trabajar esta capacidad en el aula de forma natural.

La resiliencia se define como la capacidad de doblarse, sin llegar a romperse, ante la presión y la adversidad, saliendo reforzados de ellas. Por lo tanto, es la habilidad que tenemos las personas para afrontar y salir fortalecidos de las situaciones adversas.

En el entorno educativo, la resiliencia no solo mejora el aprendizaje sino que, además, evita patologías y problemas psicológicos como la ansiedad, la baja autoestima o la falta de habilidades sociales. De ahí la importancia de desarrollarla entre los estudiantes mediante actividades concretas, tanto en el ámbito educativo como en el familiar.

Características de los resilientes

De los diversos estudios realizados en personas con aspectos resilientes se han destacado tres características principales:

  • Aceptan la realidad tal y como es, creen firmemente que la vida tiene sentido y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.
Sentimientos
  • Son responsables, conscientes de las obligaciones y practican la empatía poniéndose en el lugar del otro, siendo más tolerantes y comprendiendo los sentimientos de los demás.
  • Saben nombrar sus sentimientos, son resolutivos tomando decisiones, menos ansiosos y tienen menos miedos.

Cómo trabajar la resiliencia en la escuela

Existe una relación directa entre el aprendizaje y la resiliencia, llegando a producirse problemas de fracaso escolar o absentismo por la falta de esta capacidad. Así, los estudiantes poco o nada resilientes no creen en sus posibilidades, tienen baja autoestima, cuentan con más miedos que el resto de sus compañeros y, generalmente, son más ansiosos. Todo esto, indudablemente, afecta a su aprendizaje. Además, el desarrollo de la resiliencia requiere un trabajo cognitivo que tiene un efecto positivo en el ámbito educativo.

Resiliencia

En los centros educativos se puede y se debe trabajar la resiliencia, por ejemplo, a través del deporte. Los juegos permiten un desarrollo integral del estudiante a nivel cognitivo, social, motor y afectivo. Si conseguimos desarrollar distintos valores personales y sociales a través del deporte, estaremos mejorando la resiliencia del alumnado que lo practica.

Trabajo transversal

Otros aspectos que se pueden trabajar en el aula para fomentar la resiliencia en los estudiantes son la empatía, la resolución de problemas o la utilización de pensamientos positivos. Y todo esto se puede trabajar de modo transversal teniendo en cuenta que las actividades a realizar dependen de las edades de los alumnos con los que estamos trabajando.

Por ejemplo, para poner en práctica la empatía con el alumnado de 3 a 6 años podemos darles fichas con caras en blanco y que ellos dibujen una cara alegre, una cara triste, una cara asustada… Y a continuación pensamos con ellos situaciones en las que las personas pueden vivir cada una de estas emociones.

A partir de los 6 años es muy importante trabajar la comunicación y a partir de los 12 años en adelante es imprescindible hacerlo. Orientado a estos niveles educativos, propongo un ejercicio sencillo: fomentar diálogos y debates en clases e invitar a que participen todos aprendiendo a escuchar, a respetar el turno de palabra, a expresar libremente lo que piensan, a entender las opiniones de los demás, a razonar, a cambiar de opinión, deducir o intuir.

Fuente del artículo: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/desarrollar-resiliencia-aula-mejorar-aprendizaje/104912.html

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Los niños migrantes podrían llenar 500 mil salas de clases alrededor del mundo

America del Sur/ Chile/ 03.12.2018/ Fuente: www.economiaynegocios.cl.

La mitad de quienes han dejado su país por culpa de circunstancias adversas todavía no han cumplido 18 años. Asegurar su educación es clave para no estancarlos a ellos ni a las naciones que los reciben. 

El número de niños migrantes y refugiados en edad escolar aumentó 26% en el mundo desde el año 2000 hasta la fecha, con un total de 18 millones de personas. Todos juntos podrían llenar medio millón de aulas, indica el más reciente Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la Unesco.

El texto recopila datos de 193 naciones y advierte que la mitad de quienes han sido desplazados a la fuerza tienen menos de 18 años. Muchos siguen estando excluidos del sistema educativo del país al que llegan, o no reciben una educación adecuada por falta de recursos.

Solo en Alemania se estima que hacen falta 42 mil profesores para dar una educación de calidad a los niños refugiados. En Líbano y Jordania -que acogen el mayor número de refugiados por habitante- la situación se ha vuelto tan crítica, que se tuvieron que crear distintos horarios escolares (uno de mañana y otro de tarde) que dependen de si el alumno es originario del país o no.

«Es estresante e inestable», comenta Saddam Sayleh, quien vivió la experiencia como migrante en Jordania y hoy dirige I Learn, organización que se dedica a proveer educación no segregada a los que llegan a ese país tras haber dejado el propio. «Es vital trabajar creando puentes entre las comunidades locales y las poblaciones de migrantes», comenta. De no hacerlo, el riesgo es perder el potencial de toda una generación, advierte.

«El aprendizaje no es un lujo. Cuando se niega la educación a migrantes y refugiados, todos pierden. La educación es clave para la inclusión y la cohesión, y la mejor forma de forjar comunidades más fuertes y resilientes», indicó desde París la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. Francia no está libre de problemas: en 2017, en la Unión Europea el doble de niños que nacieron en el extranjero abandonaron el colegio de forma prematura en comparación con el número de niños locales que lo hicieron.

El caso sudamericano

Sudamérica también tiene tareas por delante, advierte el informe Unesco. Un país en el que esto es notorio es República Dominicana, donde la asistencia a educación básica es de 52% para los niños nacidos en Haití, versus 82% para aquellos nacidos en otros países.

También llama la atención que sean 35 mil los menores mexicanos en centros de detención fronterizos, donde no hay alternativas de educación formal.

Sobre Chile, el informe indica que aunque una directiva presidencial de 2008 anunció una educación pública para todos los niños, sin que importe su estado de migración, en la práctica «esto ha quedado a discreción de los funcionarios de los gobiernos locales».

Carlos Vargas, jefe de la Unidad de Desarrollo Docente de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Unesco, explica que «cuando el sistema es descentralizado -depende de las municipalidades, por ejemplo- y la autoridad educativa recae en los gobiernos locales, existen normativas cuya vigilancia es más difícil de verificar. A eso se refiere el texto; tiene que ver con la discrecionalidad».

Vargas plantea que «el informe lo que pone en relevancia es que el derecho a la educación debe prevalecer sobre cualquier tipo de fórmula, burocracia o papeleo». Y agrega que la falta de un RUT, por ejemplo, no puede ser impedimento para formar parte de un colegio. Para este tipo de discriminación, la entidad a cargo de revisar denuncias es la Superintendencia de Educación.

A nivel latinoamericano, un problema que se repite es el de los sistemas de convalidación y revalidación de estudios, dice Vargas. Esto, porque los trámites suelen ser largos y engorrosos.

Eso sí, no todo es conflicto. En su informe, Naciones Unidas destaca los casos de Colombia y Sao Paulo.

Mientras la Corte Constitucional de Colombia ordenó a sus autoridades municipales tratar de forma preferencial a los niños desplazados en cuanto a acceso a la educación, la ciudad brasileña destaca por fomentar la educación contra la xenofobia. Además de campañas de concientización, existen consejos municipales para migrantes y asesores que se dedican a ayudarlos con sus trámites.

Fuente de la noticia: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=526537

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La actitud resiliente como competencia esencial del gestor educativo

Silvia Gabriela Vázquez

Desde su surgimiento como disciplina en los años 60, la gestión educativa ha ido variando de una visión lineal, racionalista o tecnocrática hacia un enfoque más flexible y holístico.

Autores como Casassus (2000), Quiroga (2002) y Aguerrondo (2007) han documentado dicho recorrido, que va desde los paradigmas más normativos hasta los que se basan en la reingeniería y la comunicación, pasando por el modelo prospectivo, el estratégico o el de calidad total.

En los últimos años, se ha notado cierta brecha entre la formación académica del gestor y aquello demandado por la realidad del aula.  Mientras en algunos casos se han aplicado –sin una adaptación previa -conceptos propios de la economía, en otros han surgido malentendidos entre planificadores y docentes.  Hasta se ha señalado la paradoja de una gestión educativa abocada exclusivamente a los resultados, en la que la dimensión «educación» brillaba por su ausencia.

Afortunadamente, el perfil del director de centros educativos ha ido evolucionando a medida que pudo preguntarse por el sentido -o sinsentido- de lo instituido y generar movimientos instituyentes.

¿Cuáles son las competencias que se esperan en un buen gestor de centro?

Las organizaciones educativas -del mismo modo que cualquier otro tipo de organización- sólo consiguen progresar cuando logran detectar sus errores, investigar cuáles son sus causas y tomar decisiones en consecuencia.

Para que lo administrativo no haga perder el sentido pedagógico de la tarea, se espera que un buen gestor educativo sea capaz de:

-Aceptar la complejidad del fenómeno educativo, sin limitarse sólo a los aspectos burocráticos.

-Gestionar activamente la información, el conocimiento y la calidad.

-Reflexionar y cuestionarse a diario, en lugar de quedarse en la comodidad de hacer «lo que hay que hacer» por costumbre.

-Apropiarse pedagógicamente de las TICS.

-Llevar a cabo una gestión educativa estratégica.

-Propiciar nuevos modos de pensar la educación, desde el trabajo colaborativo.

-Generar sentimientos de identidad y pertenencia, comunicando  una visión de futuro compartida.

-Ser respetuoso ante la diversidad de posturas.

-Identificar, organizar, ajustar y difundir información, con el objetivo de responder a las necesidades de la comunidad (Gestión del conocimiento)

-Articular pensamiento y acción, considerando tanto lo local como lo global.

-Ser sensible al entorno y adaptarse a los constantes cambios externos e internos.

-Tender a la innovación y la mejora continuas.

-Desarrollar proyectos y no sólo aplicar aquello que viene dado, evitando transformarse en un simple agente de decisiones ajenas.

-Trabajar con todos los actores educativos en equipos interdisciplinarios e intersectoriales.

-Propiciar tanto la autoevaluación como la coevaluación en profesores y alumnos.

-Participar activamente en acciones encaminadas al cumplimiento del derecho humano a recibir una buena educación ciudadana e integral a lo largo de la vida (aprendizaje continuo).

-Superar la fragmentación, la dependencia y el pensamiento dicotómico, optando -en su lugar- por el diálogo constructivo.

-Favorecer el empoderamiento de los estudiantes y los docentes

-Reconocer tanto las debilidades como las fortalezas, APRENDER del error e identificar cada oportunidad de crecimiento

-Adoptar un pensamiento sistémico y plantearse objetivos alcanzables sin perder de vista las metas a largo plazo que orientan su labor.

-Desempeñar un liderazgo que lejos de afirmar sus raíces en la asunción de una autoridad desmedida o un enfoque individual, lo haga en la responsabilidad compartida para alcanzar los cambios necesarios.   Teniendo en cuenta que, como afirma Torres (2005),  un auténtico cambio educativo –a diferencia de las propuestas de reforma o las innovaciones a corto plazo- requiere de una «participación popular sustantiva» orientada a co-producir la política pública.

Si a la creatividad, la iniciativa, la capacidad de introspección, el trabajo estratégico en red, la vocación por el aprendizaje, el pensamiento crítico e independiente y el compromiso, le sumamos una pizca de sentido del humor para afrontar las adversidades cotidianas, tendremos una auténtica actitud resiliente. A mi entender, la competencia esencial en un buen gestor educativo.

Fuente del articulo:http://www.educaweb.com/noticia/2013/11/04/actitud-resiliente-como-competencia-esencial-gestor-educativo-7873/

Fuente de la imagen:http://www.psicologasilviagonzalez.es/wp-content/uploads/2017/07/RESILIENCI

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Los alumnos que afrontan estados adversos sacan mejores notas

Olga Sanmartin

¿Qué convierte a un niño en un buen lector?

Los alumnos españoles son mejores en lectura que hace una década pero siguen por debajo de la OCDE

Los alumnos españoles de 15 años no destacan trabajando en equipo: sólo el 4% es excelente

Los estudiantes más resilientes obtienen mejores resultados académicos. Los que se vuelven fuertes ante la adversidad sacan puntuaciones más altas en el Informe PISA. En el éxito escolar no sólo influyen los conocimientos puros y duros, sino las habilidades -que llevan a la práctica lo aprendido- y el carácter, que es cómo se comportan los alumnos y se comprometen con el mundo.

A estas conclusiones llega un estudio, Valores y éxito escolar, que ha realizado Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, junto a la profesora Isabel García García. El trabajo, que se hace público el próximo lunes, concluye que «los valores que subyacen a la resiliencia como virtud contribuyen, en buena medida, a explicar los elevados resultados escolares», mucho más que el clima escolar o la frecuencia de la asistencia a clase.

Por eso, los países orientales «presentan ventajas comparativas notables» respecto a los occidentales. En las culturas china y japonesa existe «la convicción de que el esfuerzo y la perseverancia constituyen sendas claves imprescindibles del éxito». La creencia de que «el talento puede mejorarse por medio de la perseverancia y el entrenamiento forma parte de la filosofía educativa de esas sociedades y del código de valores compartidos en sus centros».

Esta «ética del esfuerzo» alude a virtudes clásicas como la fuerza de voluntad, la perseverancia, el autocontrol, la confianza, la paciencia, la autodisciplina o la resistencia ante la adversidad. Todas ellas incluidas en la llamada educación del carácter, una corriente pedagógica con bastante peso en el mundo anglosajón que tiene en España al filósofo José Antonio Marina como uno de sus principales defensores.

Los autores del estudio recomiendan incorporar la educación del carácter como elemento del currículo escolar básico -el común para todo el territorio nacional- durante la enseñanza obligatoria. Es decir, desde los seis a los 16 años. López y García sostienen que esta medida «permitiría con una alta probabilidad reducir un 25% las diferencias de resultados existentes entre comunidades autónomas y avanzar en materia de equidad territorial», como apunta en otro estudio Ildefonso Méndez, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia.

¿Qué supone exactamente incorporar al currículo la educación del carácter? López Rupérez responde que «significa dotarlo de un estatuto formal y abordarlo de un modo organizado y sistemático, generando situaciones específicas de aprendizaje con objetivos transversales en diferentes materias». No tendría, por tanto, que haber una asignatura concreta, sino utilizar como apoyo «biografías de personajes ilustres y las claves de su éxito» o «el análisis racional de los fundamentos morales de las virtudes clásicas».

El ex presidente del Consejo Escolar del Estado y antiguo alto cargo educativo del PP sostiene que la Ley Wert no garantiza una suficiente formación en valores. «La asignatura de Valores a la que se refiere la Lomce se concibe como alternativa a la Religión, pero aquí estamos refiriéndonos en especial a los valores de la esfera de la voluntad», recalca.

Considera, asimismo, que el sistema educativo no está formando bien a los alumnos en la educación en el carácter: «No se le presta ninguna atención explícita, y durante mucho tiempo ha prevalecido el facilismo como antítesis de la pedagogía del esfuerzo. La propia discusión actual sobre la necesidad de los deberes escolares es víctima de esa orientación».

Fuente del articulo: http://www.elmundo.es/espana/2017/12/09/5a2ade0de5fdea226d8b45c3.html

Fuente de la imagen: http://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2017/12/08/1512758762589

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