Olga Sanmartin
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Los estudiantes más resilientes obtienen mejores resultados académicos. Los que se vuelven fuertes ante la adversidad sacan puntuaciones más altas en el Informe PISA. En el éxito escolar no sólo influyen los conocimientos puros y duros, sino las habilidades -que llevan a la práctica lo aprendido- y el carácter, que es cómo se comportan los alumnos y se comprometen con el mundo.
A estas conclusiones llega un estudio, Valores y éxito escolar, que ha realizado Francisco López Rupérez, director de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, junto a la profesora Isabel García García. El trabajo, que se hace público el próximo lunes, concluye que «los valores que subyacen a la resiliencia como virtud contribuyen, en buena medida, a explicar los elevados resultados escolares», mucho más que el clima escolar o la frecuencia de la asistencia a clase.
Por eso, los países orientales «presentan ventajas comparativas notables» respecto a los occidentales. En las culturas china y japonesa existe «la convicción de que el esfuerzo y la perseverancia constituyen sendas claves imprescindibles del éxito». La creencia de que «el talento puede mejorarse por medio de la perseverancia y el entrenamiento forma parte de la filosofía educativa de esas sociedades y del código de valores compartidos en sus centros».
Esta «ética del esfuerzo» alude a virtudes clásicas como la fuerza de voluntad, la perseverancia, el autocontrol, la confianza, la paciencia, la autodisciplina o la resistencia ante la adversidad. Todas ellas incluidas en la llamada educación del carácter, una corriente pedagógica con bastante peso en el mundo anglosajón que tiene en España al filósofo José Antonio Marina como uno de sus principales defensores.
Los autores del estudio recomiendan incorporar la educación del carácter como elemento del currículo escolar básico -el común para todo el territorio nacional- durante la enseñanza obligatoria. Es decir, desde los seis a los 16 años. López y García sostienen que esta medida «permitiría con una alta probabilidad reducir un 25% las diferencias de resultados existentes entre comunidades autónomas y avanzar en materia de equidad territorial», como apunta en otro estudio Ildefonso Méndez, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia.
¿Qué supone exactamente incorporar al currículo la educación del carácter? López Rupérez responde que «significa dotarlo de un estatuto formal y abordarlo de un modo organizado y sistemático, generando situaciones específicas de aprendizaje con objetivos transversales en diferentes materias». No tendría, por tanto, que haber una asignatura concreta, sino utilizar como apoyo «biografías de personajes ilustres y las claves de su éxito» o «el análisis racional de los fundamentos morales de las virtudes clásicas».
El ex presidente del Consejo Escolar del Estado y antiguo alto cargo educativo del PP sostiene que la Ley Wert no garantiza una suficiente formación en valores. «La asignatura de Valores a la que se refiere la Lomce se concibe como alternativa a la Religión, pero aquí estamos refiriéndonos en especial a los valores de la esfera de la voluntad», recalca.
Considera, asimismo, que el sistema educativo no está formando bien a los alumnos en la educación en el carácter: «No se le presta ninguna atención explícita, y durante mucho tiempo ha prevalecido el facilismo como antítesis de la pedagogía del esfuerzo. La propia discusión actual sobre la necesidad de los deberes escolares es víctima de esa orientación».
Fuente del articulo: http://www.elmundo.es/espana/2017/12/09/5a2ade0de5fdea226d8b45c3.html
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