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RvsR: En el mayo zapatista: ¡Galeano vive!

Red Contra la Represión y por la Solidaridad

Son dos años sin el Maestro Votán Zapatista Galeano. En el contexto de su ausencia física podemos retomar elementos que nos dan luces de la importancia de la organización, la vida en comunidad y los esfuerzos colectivos.

Con nudo en la garganta, los dientes apretados y el dolor en el corazón, no podemos dejar de denunciar que nuestro Maestro fue asesinado y que los cobardes responsables son muchos: el desprecio del sistema capitalista hacia los pueblos indígenas en resistencia, la política de contrainsurgencia del Estado mexicano en contra de las comunidades zapatistas, los criminales que ostentan cargos institucionales, los grupos de poder locales y caciques de la región, los medios de comunicación de paga.

Todos y cada uno de ellos fueron representados por los asesinos de la CIOAC y periodistas que trabajan para La Jornada y El Universal, los primeros autores materiales del asesinato y los segundos como viles cómplices presentando a los agresores como los agredidos, tratando de reducir un acto de guerra a una falaz “refriega” intercomunitaria. Este ataque paramilitar dejó a otros compañeros heridos de gravedad y tuvo también como objetivo una escuela zapatista.

La vileza con que actuaron los homicidas pone de manifiesto cómo se articula la guerra de exterminio en contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Aludo al proceso de descomposición en el que algunas organizaciones sociales han mutado hasta convertirse en bandas paramilitares, esta involución no sería posible sin la existencia de programas “sociales” como el denominado “Cruzada contra el Hambre”, debido a que dichos proyectos son tan sólo el parapeto institucional que genera, por un lado, el enriquecimiento -aún más- de la clase política en el poder a través de la corrupción, y por el otro, la compra de votos y despojo de tierras, reforzando así  las estructuras del poder caciquil.

En suma, el ataque hacia la organización de las comunidades zapatistas involucró a todo el aparato institucional,  desde los grupos más reaccionarios y confesos, hasta los que se reclaman “progresistas” y de “izquierda”. Buscando con ello una respuesta que ayudará a generar el caldo de cultivo para una escalada represiva de mayor profundidad.

Frente a este contexto de guerra total, la respuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional fue clara, contundente, creativa y fundamentalmente colectiva y organizada. Ante las aspiraciones bélicas de arriba por que se optara por la venganza y la muerte, las comunidades rebeldes eligieron la vida y la justicia.

Fue así que la vida de un indígena, un Maestro, un Votán, un compañero, movilizó a miles de mujeres y hombres bases de apoyo, milicianos e insurgentes zapatistas y a otras decenas de miles más personas en el mundo; y además con su vida como ejemplo, se retomó el ejercicio de la solidaridad como un acto colectivo.

Cartas, pronunciamientos, movilizaciones, pláticas, cierres de calles y avenidas, toma de espacios públicos, estuvieron contagiadas del dolor y la rabia, pero también de la inventiva y dignidad zapatista. Artistas, poetas, músicos, mujeres, luchador@s sociales, trabajador@s, estudiantes, maestr@s, colectivos, organizaciones, barrios, comunidades, la raza pues, con sus propios esfuerzos se dispuso no sólo a sumar, sino a construir para poner un granito de arena en la reconstrucción de lo que la muerte pretendió de manera inútil destruir.

No sólo, pero fue principalmente desde los espacios de lucha convocados por adherentes a La Sexta que se pudo tejer de manera tal, que se logró dar cuenta cabal sobre el hecho que nuestro compromiso no es la búsqueda de gestionar y administrar la solidaridad, por el contrario, la misma la fuimos tejiendo con no pocos esfuerzos abajo, con aquell@sque no ven a los pueblos indios zapatistas como los “pobrecitos”, sino como compañer@s de lucha de l@s cuales hay mucho que aprender.

Sucedió entonces un abrazo, uno colectivo, por el dolor, por la rabia, por la vida. Desde La Sexta, con modestos pero con esfuerzos propios, abrazamos al Votán Galeano, a su familia, a su escuela y clínica autónomas, a su comunidad La Realidad, a su Caracol y a su Ejército Zapatista. Fue un reivindicar la vida y una repulsa a la muerte.

Quedó de manifiesto que el actor fundamental en la lucha de transformación es el colectivo, o mejor aún: lo colectivo. Resaltamos que ante un acto de represión la respuesta siempre tendrá que ser la organización, no como consigna, sí como principio para levantarse. Fuimos testigos que en el tema de la justicia no se recurre a los responsables del crimen, léase al Estado o al poder, como tampoco a quienes llegan a convertirse en diques para la resistencia y la auto-organización, buscando mediatizar el conflicto, hablamos de los esfuerzos tipo ONG´s; pudimos entender que la construcción de la justicia se encuentra en el trabajo diario de comunidades organizadas.

Fue un 2 de mayo del 2014 que la muerte pobló el territorio zapatista, fue una madrugada del  día 25 del mismo mes y año en que la vida colectiva resurgió de nueva cuenta, dotando de sentido no a una frase, sino a un principio: ¡Viva la Vida! ¡Muera la muerte!… y con ello nos suma decir, no como consigna, sino como acto de memoria y justicia: ¡Viva Galeano!

¡Justicia para el Votán Galeano!
¡Viva la vida! ¡Viva el Votán Galeano!
¡Viva el Ejército Zapatista de Liberación Nacional!
Contra el despojo y la represión: ¡la Solidaridad!
Red contra la Represión y por la Solidaridad
(RvsR)

¡CONTRA EL DESPOJO Y LA REPRESIÓN: LA SOLIDARIDAD!
Red Contra la Represión y por la Solidaridad
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Fuente: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/05/03/rvsr-en-el-mayo-zapatista-galeano-vive/

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De la técnica a la Política

Por John M. Ackerman  

Regeneración, 25 de abril del 2016.-La decisión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de dar por concluido el mandato del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) abre una oportunidad de oro para retomar el camino de la movilización social y la organización política.

El Acuerdo Técnico entre la CIDH y el gobierno mexicano, que creó el GIEI, se firmó el 12 de noviembre de 2014, en medio de una de las más importantes irrupciones sociales en la historia reciente. La fuerza de millones de mexicanos en la calle protestando a escalas nacional e internacional en favor de los estudiantes de Ayotzinapa y contra el mal gobierno obligó a las autoridades a abrir las puertas a una vigilancia externa.

Sin embargo, desde el principio el gobierno hizo todo lo posible por recortar y minimizar el trabajo de los expertos. El Acuerdo Técnico no fue firmado por el Presidente de la República, o siquiera por algún integrante de su gabinete, sino por funcionarios menores: una subprocuradora de la PGR, un subsecretario de Gobernación y el representante de México ante la OEA. Asimismo, Enrique Peña Nieto confió en que los pagos que daría su gobierno para cubrir los gastos del grupo de expertos, con una primera entrega de un millón de dólares en enero de 2015 y otra por la misma cantidad en octubre del mismo año, asegurarían que los investigadores tuvieran un comportamiento estrictamenteinstitucional.

Esta estrategia de contenciónsuave se combinó desde el primer momento con el recrudecimiento de las tácticas más represivas del régimen. Dos días antes de la firma del convenio con la CIDH, el lunes 10 de noviembre de 2014, el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, hizo pronunciamientos públicos inéditos que deslizaban la posibilidad de un autogolpe en respuesta a las descalificaciones sociales cada vez más fuertes en contra tanto del Presidente como del Ejército Mexicano.

Cienfuegos señaló que debido a losjuicios injustos y erróneos de parte de lasociedad, “el desarrollo y el progreso de la nación están en juego.Por nuestra parte, vociferó el secretario, las fuerzas de tierra, mar y aire respaldamos firmemente al señor Presidente de la República y su proyecto de gobierno para llevar al país a mejores posibilidades de desarrollo. ¡México, nuestra gran nación, se lo merece!

Una semana después seríamos testigos de uno de los actos de represión política más burdos y traicioneros en la historia reciente del país. El 20 de noviembre de 2014, en el 104 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, cientos de miles de ciudadanos pacíficos convergieron en el Zócalo capitalino acompañando a los padres de familia de Ayotzinapa. Cientos de miles más protestaron simultáneamente a lo largo y ancho del territorio nacional y en más de una veintena de ciudades a escala internacional. Esa noche los manifestantes prendieron fuego a una enorme efigie de Peña Nieto en la Plaza de la Constitución mientras cantaban al unísono ¡Fuera Peña Nieto! La imagen dio la vuelta al mundo e incluso llegó a ocupar la primera plana del más importante periódico francés, Le Monde.

En respuesta al éxito de la marcha, los granaderos de Miguel Ángel Mancera utilizaron el pretexto de ataques aislados protagonizados por jóvenes encapuchados, seguramente infiltrados por el mismo Cienfuegos, para avanzar violentamente y de manera indiscriminada contra la multitud. Se generó caos y pánico masivo en la plancha del Zócalo, comparable al escenario que tuvo lugar el 2 de octubre de 1968(véase:http://ow.ly/4n20lQ). Hubo cientos de golpeados y reprimidos, entre los que se incluían mujeres, niños y personas de la tercera edad (véase:http://ow.ly/4n20nd), y se detuvo arbitrariamente a 11 estudiantes totalmente inocentes, quienes fueron enviados de inmediato a cárceles de alta seguridad, acusados de los delitos de motín, terrorismo y crimen organizado.

La calculada combinación de estrategias de contención institucional y de represión política surtió efecto a corto plazo. Si bien se han mantenido firmes en su valiente lucha tanto los padres de Ayotzinapa como los maestros en rebeldía que se oponen a la reforma educativa, 2015 fue un año relativamente tranquilo para el régimen con respecto a grandes movilizaciones sociales.

Hoy, sin embargo, se presenta una excelente oportunidad de volver a articular luchas, así como sacar nuestra indignación a las calles y las urnas. Los expertos del GIEI no se dejaron comprar por las dádivas gubernamentales. El informe que presentaron ayer desnuda con gran profesionalismo e independencia las mentiras de la autoridad y transparenta la traición de Peña Nieto a la verdad, la justicia y al pueblo de México. El GIEI hizo todo lo posible dentro del marco de un acuerdo internacional estrictamente técnico.

Pero los mexicanos no estamos atados por ningún acuerdo técnico de cooperación. Podemos y debemos poner la mirada más alta. La única forma de llegar al fondo de lo que realmente ocurrió el 26 de septiembre de 2014, así como de las desapariciones y asesinatos políticos que ocurren cotidianamente en nuestro país, es por medio de la acción social y política coordinada.

Ya basta de esperar ingenuamente a que los criminales se investiguen a sí mismos. Para sacar a los delincuentes de las calles, primero hay que sacarlos del gobierno.

www.johnackerman.blogspot.com

Twitter: @JohnMAckerman

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