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Antiimperialismo: Elemento Estratégico en el Plan de la Patria para Formación del Nuevo Ser Humano Humanizado

Por: Yoselin García

RESUMEN

La Ley del Plan de la Patria se inició precisamente con la construcción colectiva de una visión de desarrollo humano, económico, social, cultural, educativo, y además del legado del Comandante Chávez constituye la carta de viaje de un modelo de sociedad más justa, más igual y más humana. Todo esto a la luz de consideraciones conceptuales que destacan en el discurso político de Hugo Chávez y su pensamiento emancipador, elementos dentro de un sistema de valores que incorpora el anti-neoliberalismo, el anti-capitalismo y por supuesto el anti-imperialismo, desde la ética socialista arraigando valores de solidaridad y sobre todo sustentabilidad que promueva la preservación de generaciones futuras, sin imperios que las domine, ni pueblos que se sometan. Así como, a América Latina como una zona de paz, garante de los derechos humanos fundamentales y en donde se pone de manifiestos el diálogo y la articulación y cooperación internacional de pueblos hermanados a través de la Celac, Alba, Unasur, Petrocaribe, Mercosur, y todas aquellas instituciones creadas para coadyuvar a potenciar a esta región en lo social, mitigando las desigualdades, en lo político, mediante nuevas relaciones de carácter ideológico antiimperiales, en lo educativo, como brújula para la formación, no sólo del futuro sino del hoy, y en lo económico, para fortalecer a las diversas regiones según sus oportunidades. El análisis que se pretende busca evidenciar cómo está impregnado el Plan Patria de los valores inexorable del “Chávez: Pedagogo-emancipador”, además de como se evidencia la noción de antiimperialismo como forma estratégica de irrupción al sistema capitalista y donde la formación del ser humano humanizado motorice las transformaciones necesarias que marquen el <no retorno>.

Palabras Clave: Discurso Político, Antiimperialismo, Plan Patria, Ser humano humanizado.

PRESENTACIÓN

Es entonces como, el lenguaje y la sociedad deviene en un proceso dialógico y dialéctico que, sin lugar a dudas, enmarcan el contrato social (Charaudeau, 2013) en donde se desarrolla lo histórico, lo cultural y lo político y que resulta vinculante al lenguaje, al poder y la ideología (Gramsci, 1971; Fairclough, 1992). Esta combinación que resalta, a grandes rasgos, de cómo se establecen las posturas que se asumen desde el poder y su discurso para la transformación profunda, permanente y continua del imaginario colectivo que, per se, se inscribe en un sistema de creencias socialmente compartidos (Méndez, 2006) y que atienden a necesidades colectivas.

Estas conjeturas circunscriben el rompimiento de los estándares discursivos en los que se han suscritos los 40 años del denominado puntofijismo, y que desde el nacimiento a la escena política de Hugo Chávez evidenció un quiebre decisivo en las estructuras discursivas y procesuales del contexto político venezolano, en términos de las posturas asumidas no sólo desde el discurso sino de su accionar, lo anterior, relacionado a conceptos como: soberanía, emancipación, liberación, autodeterminación, etc. Por lo que el discurso como suceso comunicativo (Van Dijk, 2000), político en lo general, se caracterizó por mantener una continuada hegemonía comunicativa en la que las formas de sometimientos lingüísticos constituyeran una práctica natural de los gobernantes que se radicaliza como un mal que reproduce la mass-media nacional e internacional.

Sin embargo, la contextura y la textura del discurso político de Hugo Chávez plantea un discurso emancipador, usado a favor de las clases oprimidas, de las grandes mayorías, y en contra de los grupos que sustentan el poder económico, mediático e ideológicamente prestos a la neo-colonización y expansión del capitalismo.

El discurso de Chávez no sólo se enraíza en un constructo eminentemente social que propone a través del discurso el cambio de esquemas mentales, de la dominación, por el reconocimiento de un proceso de argumentación política en la esfera pública (Biardeau, 2003) que logre cambios substanciales para el pueblo venezolano, sino también propone un nuevo orden desde el discurso, argumentando desde el elemento político nuevas formas de sustentar y dinamizar el modelo de desarrollo social productivo como única vía de resolver los problemas desde lo colectivo, enmarcado en un sistema de creencia y valores, donde el ser humano motorice las transformaciones necesarias que marquen el ˂no retorno˃.

Para interpretar el pensamiento y acción de Hugo Chávez, resulta imprescindible revelar lo que para Biardeau (2014) resulta la formación compleja (no sustituyentes) que ha tenido de manera sostenida a lo largo de los momentos históricos durante los períodos de gobierno, y que la autora comparte, como elementos fundamentales y notables para el estudio en desarrollo acerca de las nociones esenciales de su discurso así como dentro de la Ley del Plan de la Patria. Elementos como:

  • El Nacionalismo Revolucionario Bolivariano de fuerte contenido anti-Neoliberal,
  • El Anti-Imperialismo y la Liberación Continental de Nuestra América, (y)
  • El Anticapitalismo y la construcción del Socialismo Bolivariano del siglo XXI, adecuado a las particularidades venezolanas

Son tres fórmulas para leer, groso modo, las nociones trascendentales de un discurso que se ha mantenido firmemente en defensa de un modelo que consolide estos preceptos y que sean continuados en el tiempo, como se fundamenta a través de la Ley del Plan de la Patria, que sin lugar a dudas, marca el camino que trasciende de un modelo rentista y mono-productor a la consolidación del nuevo proceso generador de la diversificación de actividades en lo económico, en los social, en los cultural, y que pretenda la transformación del ser humano glocalizado y eminentemente humanizado.

Objetivo primario para el análisis propuesto, implica la caracterización de la noción de Antiimperialismo como factor estratégico en la consolidación del Socialismo y la formación del nuevo ser humano que se sustente en valores demarcados en los cinco objetivos del Plan Patria, así como, las generalidades que implica las reflexiones del discurso del comandante, y que refiere a la postura plena, y sin vacilación, de una ideología que denota contundentemente el rumbo estratégico de la revolución bolivariana en el marco de las relaciones multilaterales y muticétricas con los países de la región y el continente.

En segundo lugar, la unidad de análisis constituye el conjunto de propiedades lingüísticas y textuales (Maingueneau, 2002:44) seleccionados a partir de la Ley, y que al unísono de una línea histórico-discursivo 1992-2012, de acuerdo a momentos coyunturales que signaron el discurso político antiimperialista de Chávez, y que refiere a un fenómeno explicado causalmente por su contexto sociopolítico, evidenciando la línea histórica sostenida de la noción de antiimperialismo que nutrió, sin lugar a dudas, el camino hacia la construcción teórico-práctico de la soberanía y la autodeterminación del pueblo venezolano.

 EPÍGRAFE I

CHÁVEZ: ¡ÉSTA ES UNA REVOLUCIÓN ANTIIMPERIALISTA!

“Imperialism is an extreme form of international

hierarchy in which the colony is, in principle, a subject

of the dominant state”

Lake (2001).

Los discursos políticos a lo largo de la vida republicana venezolana son descritos, a grandes rasgos, por una estructura discursiva que hila entre la frecuencia de estrategias que obvian, de hecho, lo complejo de la realidad social y un discurso que propicia y garantiza las hegemonías a través de los latifundios mediáticos (Colotti, 2012).

El abuso del poder lingüístico y una uniformidad del orden discursivo (Fairclough, 2008), concebido desde el bipartidismo (40 años del pacto del puntofijismo) como lo que “hay que decir” y “cuando haya que decirlo”, es decir, una suerte de “mercado lingüístico” (Bourdieu, 1991) que responda a los intereses de grupos de poder creando un espacio virtual, contradiciendo a la realidad social para reproducir la dominación.

Hugo Chávez, irrumpe abruptamente con los paradigmas existentes mediante su discurso adentrado al imaginario colectivo del pueblo venezolano, estableciendo un sistema de valores y principios o máximas que reflejan el antagonismo entre modelos de gobiernos anteriores y un nuevo sistema social.

Precisamente estas afirmaciones son consolidadas a partir de de la Ley del Plan de la Patria que destaca a grandes rasgos la incorporación de nuevo elementos discursivos y definidos desde la concepción política del direccionamiento del estado hacia elementos como: La Independencia, El Socialismo Bolivariano, País Potencia, Mundo Pluricéntrico y Multipolar y, sobre todo, La Especie Humana resulta un conjunto de conceptos que se desprenden de la totalidad que implica un nuevo modelo de desarrollo, pero también van orientados hacia la plena libertad y emancipación de los pueblos que eminentemente refiere una la alternativa de los pueblos del Sur al sistema capitalista imperante.

En este sentido, estas características lingüístico-sociales se fundamentan gracias a las contradicciones del hecho que deviene las demagógicas estrategias discursivas que antes de Chávez se ejercían desde el poder político en Venezuela, y que, son puestas en relieve y develadas frontalmente por un discurso político que cohesiona las prácticas gubernamentales con las necesidades reales del pueblo venezolano y el reordenamiento de la fuerza productiva hacia la planificación de un estado en beneficio de las mayorías sociales.

Chávez logró que a través de la praxis y su discurso político la transformación profunda de las estructuras sociales, comunicacionales, mediáticas, culturales, económicas e históricas y hasta de producción e interpretación de los contenidos, creó nuevas formas de abordaje de la realidad a partir de la participación colectiva y activa del pueblo y condensado en el Plan Patria.

Este proceso de cambio de la lógica del capital (Lanz, 2005), y, además, del capital lingüístico (Rossi Landi, 1970), hacia un modelo de desarrollo representado en la Ley, ha determinado cinco (5) áreas de crecimiento como garantía de paz en la región y el mundo. Sin embargo, también ha representado apelaciones de actores políticos de orden no solamente nacionales, sino también internacionales, que ven en la figura de Chávez y la Revolución Bolivariana, el “enemigo” de los intereses del poder hegemónico global.

Es por esta razón, entre otras tantas, por qué la noción de antiimperialismo resulta la bisagra que integra y encuadra las áreas que se aborda desde el Plan Patria y la que determina esencialmente uno de los valores fundamentales para el sostenimiento de este modelo social, político, económico, cultural y educativo, que significa la formación del nuevo hombre y la nueva mujer, pero bajo la mira del reconocimientos de todos como iguales, como humanos.

El análisis que se procura, busca no sólo describir, cercano a la precisión, las estructuras y estrategias del discurso político, en este caso particular una parte de ella: la noción de antiimperialismo, o al menos cómo es concebida por el líder de la revolución bolivariana en el Plan Patria, sino también cómo se aborda la tematización (Charaudeau, 2001) de una problemática mundial, en la que Chávez formula, desde el discurso, una crítica con impacto global encaminada a revelar las pretensiones de grupos de poder que legalizan las prácticas de dominación y neo-colonización mediante nuevas formas de legitimación política y mitigación de las acciones reales que han hecho un mundo más desigual, además cómo la educación ha sido un pilar fundamental de esta revolución. Así como plantea, con la misma intensidad acusatoria, nuevas formas emancipadoras de construir la integración de los pueblos de América Latina y el resto de las naciones en el mundo.

Para definir el discurso político, resulta pertinente definir inicialmente lo que se detalla como “Discurso”, esto en dependencia del aspecto teórico, práctica discursiva o relación psicosocial, de cualquier manera, en palabras de Fairclugh (2008:172) es:

Una categoría empleada tanto por los teóricos y analistas sociales (e.g. Foucault 1972; Fraser, 1989) como por los lingüistas (e.g. Stubbs, 1983; van Dijk, 1987). Como muchos otros lingüistas, (…) el término ‘discurso’ (refiere) al uso lingüístico hablado o escrito, (…) al uso lingüístico como discurso, (…) como una forma de práctica social, con una orientación informada por la teoría social.

Esto entonces, establece la relación entre la estructura lingüística y la estructura social de los discursos asociados constantemente a las formas de representarse entre movimientos sociales, instituciones, grupos, roles, situaciones comunicativa, relaciones o abuso de poder o la toma de decisiones políticas, por una parte, y las estructuras del discurso, por la otra (Fairclough, 1989, 1992; Kedar, 1987; Kramarae, Schulz y O’Barr, 1984; Kress, 1985; Ng y Bradac, 1993; Wodak, 1989).

Asimismo, también se debe explicar esta condición de “lo político”, que se asume mediante la posición de Apaolaza (1997) en Petr Koutný (2006) que la define como “un instrumento del poder” por lo tanto, en su sentido más amplio, este tipo de discurso, el político, destaca no sólo las relaciones de poder sino cómo estas son ejercidas desde quién maneja y controla el poder político.

En general, el discurso político no sólo comunica sino que busca, insta e intenta la persuasión a través de la argumentación del contenido, manteniendo una posición de autoridad, es decir, “convencer al otro de que es afín a lo dicho” o que comparte el mismo sistema de creencias, para resultar en una forma persuasiva que “logre que el otro actúe a consecuencia de lo dicho”. Esta lógica se produce, entre otras cosas, por el surgimiento de un orden global del discurso y muchos de sus cambios y características tienen un carácter cuasi internacional (Fairclough, 2008).

Justamente, Chávez enfatizaba en su discurso la distinción del “nosotros” como los militantes al proceso bolivariano y antiimperialista, éste último como parte del sistema de creencias compartidas del grupo mayoritario al que representaba, por un lado, y por el otro, la mitigación del “ellos” (Van Dijk, 2000) como el bloque opositor tanto de los grupúsculos endógenos como a las potencias extranjeras transnacionales.

Sin embargo, teóricamente en la estructura estratégica del discurso político de Chávez en el Plan Patria, resulta pertinente describir la concepción de “Imperialismo” para poder adentrarnos al menos, a la esencia del Antiimperialismo de Hugo Chávez, como consecuencia de un proceso socio-histórico en la que esta noción sustenta su razón de ser a partir de dos elementos fundamentales evidenciados en su discurso: La No-Injerencia y el sistema de No-Intervencionismo a los pueblos de Nuestra América.

Los aspectos políticos del imperialismo, surgen siglos atrás como lo explica D. A. Lake (2001) en uno de sus artículos: Imperialism: Political Aspects, en el que resalta que constituye:

…one of the oldest known political institutions, characterizing relations between peoples in ancient Mesopotamia, China, and Rome through modern Europe. It includes both rule within relatively contiguous areas- as in the Habsburg and Ottoman Empires- and the overseas colonies held by various European states after the age of discovery (p. 7232).

Justamente, esta antigua práctica hoy sido rehabilitada “plena y cándidamente como un régimen político de alto valor, modernizante y civilizador” (Chomky, 2004), es decir, resulta en una suerte de importación de una pseudo “democracia” en la que la máxima fundamental (Bell, 2004) considera que: “-the more Democracy the more freedom- the more freedom the less communism- the less communism the more democracy-”, una visión que ha sido tomada como bandera, por ejemplo, para la militarización velada a escala planetaria (Castro Ruz, 2004), y que mediante su discurso el comandante Chávez fue militante de la denuncia oportuna en lugares estratégico que permitieron evidenciar esta pretensión del neo-imperialismo ahora norteamericano.

Las ideas de la Ley Plan Patria se sustentan en el pensamiento de Simón Bolívar, entre tantos otros; y Chávez como leal y fiel a la ideología bolivariana, demuestra a través de su discurso político que la lucha anti-capitalista, anti- neoliberal y antiimperialista no es para nada nueva, sino que arrastra las evidencias de siglos de un sistema político de dominación de los pueblos, en el que el abuso lingüístico ha constituido uno de los elementos más trascendental en la vida política mundial, y que a través de la reproducción del modelo educativo se cimenta los bastiones que desmontan el sistema capitalista y se construye no sólo un nuevo sistema de alto contenido social, sino que mediante los preceptos de una educación con valores de igualdad, pertinencia, solidaridad y hermandad se inicia el proceso de cambios y transformaciones que este planeta necesita.

El Chávez antiimperialista, pedagogo-emancipados en el Plan Patria, resulta siempre manifiesto en cada uno de los Objetivos Históricos que delimitó como carta de navegación por los mares de un sistema impregnado de desigualdades, desde los países globalizados hacia las grandes mayorías sub-colonizadas, explotadas y saqueadas por poderes transnacionales.

Chávez comienza a reinventar, desde el verbo, es decir, desde la acción, la construcción de espacios de debate y argumentación política sobre elementos relacionados a la estabilidad social, la soberanía y la integración del país con la región, pero manteniendo la firme tesis de que un imperio “virtual” o “menos malo” estaría erigiéndose con mayor fuerza en el mundo; que según el mismo Chávez (2004) era definida como:

[Un imperialismo] que, supuestamente, ya no necesita de invasiones territoriales, sólo de la penetración de los mercados a través del neoliberalismo, (…) un imperio que se establece de manera muy suave a través de internet o mediante las bolsas de valores, la deuda externa, (…) en resumen, ese supuesto imperialismo “menos malo” estaría destinado a ser como el gran policía del mundo, el gran padre universal; duro pero con rostro humano.

Esas formas veladas de ejercer presión e imponer un modelo neoliberal en el siglo pasado, y además reproducidas en este siglo, habían fracasado y han fracasado como sistema de gobierno en los países del mundo, basta con evidenciar las cuatro guerras en Irak, Afganistán, Libia y ahora en Siria, en menos de veinte años que han coadyuvado a desencadenar sobre países en los que la lucha por los recursos naturales no permite el reconocimiento de pueblos que son destruidos gracias a pretensiones hegemónicas.

Por tal razón, Chávez (2004: 38) declara que la revolución había entrado en su etapa “Antiimperialista”, es decir, obligada a la profundización y consolidación de un nuevo gobierno cuya máxima estrategia sea la transferencia de poder y conocimiento al pueblo para así, “derrotar las cadenas de su pobreza” (2004: 26), de las desigualdades y ha ampliado las oportunidades de acceso masificado a la educación a través de los programas sociales que se comunaliza cada vez más, en este sentido, esta suerte de semiosis social entre el discurso antiimperialista y las consideraciones que devienen del Plan Patria, constituyen el factor fundamental para el recorrido histórico de la Revolución Bolivariana.

EPÌGRAFE II

NOCIÓN DE ANTIIMPERIALISMO EN EL DISCURSO POLÍTICO DE HUGO CHÁVEZ EN LA LEY DEL PLAN DE LA PATRIA PARA LA FORMACIÓN DE UN NUEVO SER HUMANO HUMANIZADO

“(…) Sólo por el rumbo y el camino de la Revolución Bolivariana seguiremos triunfando, seguiremos venciendo, seguiremos garantizando y construyendo la independencia nacional y el socialismo en Venezuela, y convirtiendo nuestro país en una potencia para la vida y contribuyendo a crear la gran potencia suramericana a Latinoamérica, como zona de paz. Tenemos que convertir a Venezuela en una zona de paz, y contribuir a que América Latina y el Caribe se conforme como una zona de paz, que se acaben aquí las guerras, las invasiones y los conflictos, y luego la salvación de la especie humana”

Chávez (2012)

Lo esencial del discurso político, en lo general, y en lo particular, el de Hugo Chávez, al menos desde las presunciones de la autora y como componente necesario para el desarrollo de esta investigación, se evidencia a través de la interpretancia del contexto total del discurso, pero también de las situaciones que coadyuvaron a la producción del mismo y en los momentos históricos y de coyuntura política en la que se emitieron, y en consecuencia, las definiciones significativas de contenido ideológico a las que dieron lugar.

Resulta menester destacar que el Plan Patria surge en una nueva etapa de la revolución, en la que debía ser un continuo de los Planes de desarrollo anteriores, pero a su vez debía “buscar traspasar la barrera del <no retorno> (…), lo viejo debe terminar de morir definitivamente para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud” (Chávez, 2012).

El Plan Patria fue diseñado gracias a la consulta pública realizada por el comandante Hugo Chávez que impulsó 11.412 asambleas que iniciaron el debate y sistematizaron las más de 10.800 propuestas, está constituido además, por Objetivos: históricos, nacionales y estratégicos-generales, a diferencia del Plan de Desarrollo “Simón Bolívar”, que lo precedía y que estuvo enmarcado por siete (7) grandes líneas y por los 5 polos de desarrollo de la Agenda Alternativa Bolivariana, pero que resumen las áreas permanentes en las que Venezuela debía avanzar para trascender desde la perspectiva del ayer y en la planificación del mundo del mañana.

En la figura que abajo se describen muestra cómo las manifestaciones léxicas componentes del discurso en el Plan Patria se concatenan e integran articuladamente con la noción de antiimperialismo propuesta por el Comandante Chávez y que apuntalan a la formación de un ser humano que defienda los principios fundamentales como la vida, el trabajo, la salud, la educación, la igualdad, en definitiva para la convivencia de la raza humana.

Fig. Nº1: Relación léxica del Plan Patria con la categoría Antiimperialismo.

  • EVIDENCIAS DE LA NOCIÓN DE ANTIIEMPERIALISMO EN LOS OBJETIVOS HISTÓRICOS Y LAS PROPUESTAS PARA LA FORMACIÓN DEL SER HUMANO HUMANIZADO
    1. OBJETIVO Nº1: Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: La Independencia Nacional.

En este objetivo Chávez destaca la importancia de crear condiciones que permitan la defensa de la soberanía no sólo concebida desde los recursos naturales sino también desde las oportunidades de desarrollo a través de lo científico-tecnológico, en función de la innovación de nuevas formas de apropiación del conocimiento, no para generar la mercantilización de la educación sino como forma de la descolonización del pensamiento que reproduce las formas de dominación no sólo desde el lenguaje sino de las prácticas hegemónicas que aún se ejercen sobre nuestro país.

La independencia no sólo constituye un elemento vital para el sostenimiento del Socialismo en Venezuela, sino también para el fortalecimiento de valores arraigados en el antiimperialismo como vía para formar a un nuevo pueblo, que no persiga la colonización como medio de expansión sino la cooperación y la vinculación entre países hermanos para el desarrollo de naciones, que eleven las condiciones de vida con base en la liberación de los pueblos.

Esto permitirá un nuevo orden que logre fortalecer el aparato productivo, la soberanía agroalimentaria, el nacionalismo y el nuevo modelo de transformación dinamizado entorno al crecimiento y desarrollo del ser humano para procurar la defensa integral de la patria.

  1. OBJETIVO Nº2: Continuar construyendo el Socialismo Bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del Capitalismo y con ello asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad” para nuestro Pueblo.

Este objetivo remite gran importancia debido al contenido antiimperialista que se promueve desde el Plan Patria; muestra cómo resulta menester erradicar los anti-valores de capital como forma de práctica social, que ha hecho que en lugar de aprovechar los recursos materiales y naturales propios en bienestar de las grandes mayorías; las guerras mediáticas como previo a una invasión extraterritorial constituyen las acciones que devienen de la expansión del capitalismo y de cómo las hegemonías del sistema capitalista erigen la deslegitimación de sistemas democráticos de gobierno a través de laboratorios mediáticos que resultan en una especie de detonante para la imposición del neoliberalismo como sistema político.

El Plan Patria orienta hacia el fortalecimiento de un sistema que permita la consolidación del poder popular y que los valores imperantes sean de justicia, de equidad, de solidaridad, de ética socialista, que permita la no explotación del hombre por el hombre, sino que permita crear espacios de convivencia, que alienten a nuevos sistemas de producción que dignifique al trabajo como un valor inexorable a la vida humana; construyendo un nuevo estado Socialista bajo el principio de “Mandar Obedeciendo”.

Esta ley retrata definitivamente que la formación del nuevo ser humano precisamente pasa por el hecho que deviene la promoción de la revalorización de la cultura del saber y el trabajo como proceso de transformación social que procura un nuevo sistema de creencias, de ideas, de praxis que refieran a la concepción de un nuevo estado donde la participación protagónica sea la del pueblo empoderado de sus instituciones y de sus leyes como gobierno comunalizado, pero como ejercicio de democracia corresponsable del proceso gestado como alternativa a las necesidades evidenciadas del Capitalismo, para el buen vivir de las naciones del mundo.

El énfasis que el líder de la Revolución Bolivariana colocó en este objetivo revierte una importancia de carácter planetaria, puesto que quienes sostienen el poder hegemónico mundial son los mismos países que manejan el sistema financiero mundial, las tecnologías, los sistemas educativos más desarrollados, pero con tazas de desempleos y de pobreza muy altas, que juegan con la percepción del mundo globalizado a través de la mass media y que no muestran con claridad la realidad de pueblos sometidos a esa mano imperial que emula a mundo desarrollados cuando se les olvida que el motor que mueve al mundo es la humanidad.

En Venezuela, este objetivo se fortalece con la transferencia de competencias a los distintos sectores que hacen vida en las comunidades, en los diferentes programas educativos que se desarrollan para el bienestar social, en la reorganización de la administración pública que se adecua cada vez más a las realidades locales, sin embargo, hay mucho por hacer en la conceptualización del antiimperialismo para comprender que es un valor que permea a todas las prácticas diarias.

  1. OBJETIVO Nº3: Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la gran potencia naciente de América Latina y el Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en Nuestra América.

Este objetivo revierte trascendental importancia debido a la diversificación de la actividad productiva y la incorporación de nuevas áreas de desarrollo que permita a Venezuela elevar las condiciones de vida, así como aliente al alejamiento del patrón mono-productor y rentista e inicie un nuevo tiempo de balance entre el campo petrolero y la optimización de recursos naturales e inclusive la maximización del espacio tecnológico, a través de la transferencia de conocimiento mediante los diferentes convenios con países de otras latitudes, como bases materiales para la felicidad plena del pueblo y en donde el ser humano sea partícipe de este proceso de cambio y sobre todo, actor activo transformador de realidades.

En este sentido, resulta menester destacar que este objetivo plantea con base en el pensamiento de Chávez, la fusión entre las fuerza militares y el pueblo, uno como parte del otro, para el respeto a la soberanía y defensa de la nación en el marco de las relaciones de nuevos espacios de concreción y reconfiguración de América Latina como una zona de paz, garante de los derechos humanos fundamentales y en donde se pone de manifiestos el diálogo y la articulación y cooperación internacional de pueblos hermanados a través de la Celac, la Alba, la Unasur, Petrocaribe, Mercosur, y todas aquellas instituciones creadas para coadyuvar a potenciar a esta región en lo social, mitigando las desigualdades, en lo político, mediante nuevas relaciones de carácter ideológico antiimperiales y en lo económico, para fortalecer a las diversas regiones según sus capacidades.

  1. OBJETIVO Nº4: Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria.

Definitivamente todos los objetivos son de alto contenido ideológico antiimperial, que lo destaca como valor ineludible en este nuevo sistema de gobierno del poder popular. Por lo tanto, el establecimiento de nuevas líneas de acción que permitan visualizar a Venezuela y la región como potencia pueden evidenciarse desde la concreción de espacios de integración Latinoamericana propuesto y desarrollados por Hugo Chávez como son la Celac, Unasur, Petrocaribe, Alba, entre otras que han estado a la vanguardia de nuevo procesos integracionistas que a aquellos de represión o inertes a las problemáticas sociales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos, entre otras tantas que han asumido una posición contraria a los intereses de las grandes mayorías sino que responden a intereses globalizados.

Chávez propone el desmontaje del sistema imperial a través de la conformación de polos de poder emergentes como lo es América Latina-EuroAsia, y que se establezcan nuevos mecanismo de integración, de cooperación y de vinculación internación para avanzar hacia la suprema felicidad social de nuestros pueblos, y de esa manera reducir las relaciones de dominación y sometimiento del sistema capitalista y construir naciones que tengan como fin último la paz para ello necesariamente debemos pensar en una nueva cultura fundamentada en preceptos como el antiimperialismo.

  1. OBJETIVO Nº5: Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana.

No por último, menos importante, sino que constituye el eje que transversaliza todo el proceso liberador y emancipador en la formación de un nuevo hombre y una nueva mujer, encaminado a ubicarse como lo verdaderamente importante para poder avanzar hacia el desarrollo que se espera de los países en crecimiento.

Sin embargo, lamentablemente este es el punto más susceptible y álgido que se resalta en el Plan Patria, necesariamente son trastocados los intereses del poder hegemónico mundial debido a que quienes son las grandes potencias mundiales resultan aquellos que tienen los índices de contaminación y ecocidio más altos del planeta. Esto no se produce casualmente sino por la depredación y explotación salvaje de los recursos que al final responde como un boomerang a los seres humanos que habitamos este planeta.

Chávez congenió la idea entre el Antiimperialismo y la preservación de la vida y la especie humana precisamente fundamentada en los valores que exalta el Plan de la Patria, como única vía para vivir en un mundo mejor y prologando por generaciones futuras, para ello pone de manifiesto la necesidad de avanzar científicamente al desarrollo de tecnología ecológica y sustentable que haga la contra al patrón del sistema capitalista de producción y consumo. Lo anterior resulta una tarea difícil en tanto en cuánto podamos hacernos conscientes del alto grado de responsabilidad colectiva que se desprende de este nuevo modelo de gobierno eco-social que coexista con los ciclos y procesos naturales de la vida.

Todas las guerras de este siglo han sido precisamente por la mano imperial que intenta apoderarse de los recursos naturales de comunidades agraciadas con petróleo, agua o recursos minerales, para la apropiación extraterritorial de los mismos, el Plan Patria sustenta la posibilidad de vivir respetando los recursos de todos, con sus potencialidades y limitaciones, arraigando valores de solidaridad y sobre todo sustentabilidad que promueva la conservación de generaciones futuras sin imperios que las domine ni pueblos que se sometan.

CONSIDERACIONES FINALES

Para finalizar, es pertinente comenzar refiriendo en palabras de Gámez (2013) que Hugo Rafael Chávez Frías:

Fue uno de los líderes más importante que haya tenido Latinoamérica y parte del mundo en la historia política, al menos de esta era de la información. Pudo llegar a millones con sus ideales y filosofía de vida, además de impactar en la vida de otros. El poder que tuvo sobre las personas en general fue gigantesco. (…) Chávez se convirtió en un maestro del discurso. (p.8-9)

No sólo se asume que Chávez fue un líder sino también un maestro que, entre tantos aspectos, hiló un discurso al que sumó un sistema de nuevos valores en los que se integran: la venezolanidad, el nacionalismo, el humanismo, el latinoamericanismo, entre otros tantos, el antiimperialismo, como un elemento inherente a la identidad de las sociedades que buscan cambios significativos en sus estructuras políticas pero también discursivas y que mantengan en este nuevo modelo al nuevo ser humano como elemento humanizante entre los elementos materiales que sostienen la vida.

Es por ello que la presencia de una continuada noción anti-imperialista da muestras de una evolución de la identidad que refiere en su discurso en lo general, y en lo particular al legado que circunscribió infinitamente como ideas que relatan la historia de la humanidad pero también la planificación de un nuevo modelo de vida sustentable y compatible con los principios universales de justicia e igualdad social.

Así como, cohesionó y unificó elementos primeramente de la venezolanidad, luego como latinoamericanos y finalmente como clase obrera y trabajadora, pero históricamente subordinada, excluida y dominada. Estas características configuran la presencia discursiva del Líder Bolivariano en la Ley del Plan de la Patria y que justamente busca revertir estas pretensiones capitalistas neocoloniales que se imponen en el mundo, un nuevo sistema de valores antiimperiales, que dibujen los elementos pragmáticos en las acciones del habla en Chávez para impulsar la acción política, expresando un compromiso con la denuncia de la desigualdad y la trasformación social y la necesidad del cambio social en todos los niveles (político, cultural, económico, internacional) lo cual plantea también una continuidad en torno a su línea discursiva.

Las categorías lexicales que se abordaron conforman la noción de lo que Chávez interpretó como Anti-imperialismo como antítesis al Imperialismo, y cómo éstas se revelan desde el lenguaje, es decir, la línea discursiva permanente y progresiva en el tiempo que permiten estudiar y comprender la evolución de la posición política de Chávez así como su proyección a través del lenguaje, y como la Ley del Plan de la Patria se erige más que un plan de desarrollo, como una tarea histórica de carácter colosal.

En este sentido, también crea una ruptura en el discurso político tradicional y además crea un nuevo referente discursivo propio y con características muy particulares desde el Socialismo Bolivariano, que logran sustituir al conocimiento y al lenguaje técnico y científico por un discurso de saberes compartidos y cercanos al pueblo, las cuales logran impregnar y hegemonizar la forma del discurso político en Venezuela, obligando a todos los actores que hacen vida en el mismo escenario a orbitar alrededor de este referente discursivo.

Asimismo, se puede observar que el Comandante Hugo Chávez logro reinterpretar el sentido de estas y otras categorías lexicales, así como la creación de nuevas formas construidas desde el imaginario colectivo, estableciendo una identidad particular a diferencia del resto de las figuras en el escenario político. Se evidencia además, el desarrollo de una asociación simbólica de lo que él mismo denominó “Socialismo del siglo XXI” a su imagen y al modelo político en construcción en Venezuela.

Finalmente, el análisis del discurso para ser crítico debe ir en correspondencia con la misma criticidad con el que son producidos los discursos, en lo general, pero en lo particular debe representar reflexiones que evidencien el carácter transformador y emancipador como lo es, en este caso, el discurso de Hugo Chávez y de las líneas trazadas en la Ley del Plan de la Patria como sistema de valores antiimperiales que se conjugan para formar y transformar al hombre y la mujer con una nueva visión de la Patria Grande, y por supuesto, del papel dinamizador consciente que tienen en el desarrollo del mundo de hoy y del mañana.

REFERENCIAS CONSULTADAS

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Pensando la universidad popular y productiva

Por: Hugbel Roa

Una de las instituciones que se ha visto afectada directamente por la crisis rentista es in duda la universidad venezolana. La universidad durante este modelo generó una serie de vicios que aunque no fueron suficientes para detener el ascenso social en muchos casos si logro frenarlo. Y es que para el modelo rentista la investigación y su desarrollo aplicable es aceptable siempre cuando cumplan con el mínimo de condiciones que la mano de obra especializada tiene en las economías centro. Nuestra ciencia e investigación están desarrolladas en función a la resolución de problemas foráneos. Pero cuando este «handicap» es superado, el resultado se traduce en mejoras para la sociedad venezolana. Claro la reproducción de las mismas condiciones de explotación neoliberal homogeniza ciertas necesidades afines tanto en el centro como en la periferia económica. La relación rentismo-universidad es si se quiere de tipo «bipolar». Si bien la lógica rentista sugiere que la porción de renta correspondiente, tenga como último fin la importación, la universidad está pensada para ser sostenida y proyectada por el mismo recurso humano que forma. Esto por un lado, por el otro la crisis del modelo y su no superación reproduce una situación económica, social que induce la mal llamada «fuga de talentos», pues en última instancia obedece a una política extractiva de las economías centros. Aprovechar el talento humano formado por universidades de la periferia, bajo los cánones de necesidades de los países centro. Con ello se evitan el «gasto social» que implica invertir en educación superior.

Pero aun así la universidad es esperanza. Nuestra máxima deuda es actualizar nuestros pensum a los sueños de la juventud. Si hay algo que ha distinguido a la Revolución Bolivariana ha sido su apuesta por la juventud. La reivindicación histórica de la revolución a la juventud ha sido uno de los grandes logros, pero a su vez nos exige un constaste readaptación de las necesidades de los jóvenes. La universidad venezolana tránsito por gloriosas y duras batallas, por las reivindicaciones estudiantiles, por mejoras, muchos de esas reivindicaciones que desde la Reforma de Córdoba. El cambio paradigmático siempre ha tenido resistencia en mentes retrogradas, y prueba de ello es como intereses grupales históricos han reaccionado violentamente contra la democratización del voto estudiantil, la diferenciación y estratificación de la familia universitaria basada en criterios clasistas. Nuestro sueño, nuestra Utopía siempre fue una Universidad igualitaria y popular, que practique y se forme la inclusión y la solidaridad como criterios básicos de su pertenencia social. Es por ello que ahora a nuestro ideal universitario le toca la tarea de materializarse en una #UniversidadProductivaYPopular que ayude a superar el modelo económico que ahoga a la sociedad, el necesario replanteamiento del papel histórico de la Universidad, la superación definitiva del «rentismo» que constriñe y destruye el futuro de muchos jóvenes que contradictoriamente lo defienden. Nuestro presidente obrero Nicolás Maduro ha manifestado toda su voluntad para encumbrar a la universidad al verdadero sitio que merece en nuestra patria. Está en nosotros en iniciar el tránsito, en abandonar antiguos vicios y privilegios y comprometernos con una investigación que aborde las verdaderas necesidades nacionales. Si se puede pensar en otra universidad.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a242981.html

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Nicolás Maduro pone voz a un clamor mundial

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Rebelión/Centro Universitario Sean MacBride
Vamos a la Revolución Comunicacional en Medios, Redes, Calles y Paredes” N.M. Edición 68 de “Contacto con Maduro” 20 de noviembre del año 2016.

Por fin un estadista pone a la “Comunicación” en su agenda de prioridades con clave revolucionaria, es decir, con la premisa de que urgen cambios profundos e inmediatos con extensión planetaria y respuesta histórica contundente. Acaso como lo soñó el Movimiento de los no Alineados en 1973 o como lo veía el “Informe MacBride” en 1980. “Un solo mundo voces múltiples”.

Tomar los muros, las redes, las calles y los medios. En las comunas, en las escuelas, en las fábricas… hacer visible el sentimiento y el pensamiento de los pueblos. Ponerse a la vanguardia de la semántica, de la sintaxis y de la “Batalla de las Ideas” revolucionarias. Renovar las técnicas, renovar la imaginación, renovar la poesía de la lucha pero unidos, convertidos en fuerza global, convertidos en factor decisivo y organizador para que nunca más nos quedemos silenciados ante las acometidas (impúdicas e impunes) del avasallamiento monopólico mundial. ¿Cómo no sumarse?

No se trata de una ocurrencia de coyuntura. Hemos padecido episodios sistemáticos de abuso delincuencial contra la voluntad democrática del pueblo venezolano, por ejemplo, desde que su revolución inició transformaciones decisivas y ejemplares. Se han cometido atropellos y agresiones escandalosas que no han merecido denuncia ni castigo de las organizaciones internacionales que se auto-proclaman defensoras de la “libertad de expresión” o de la “independencia de los medios”. Silencio absoluto de la UNESCO, del la SIP, de la OEA… silencio de la FELAFACS, de la INVECOM… en suma silencio de los organismos y asociaciones de profesionales que debieran tener respuesta rápida contra toda forma de golpismo mediático. Y sin embargo, ni una palabra frente al grotesco periódico español “El País” que, por ejemplo, publicó la fotografía de una persona en un quirófano y la promovió (a sabiendas de su falsedad) como la imagen de Hugo Chávez. Hay ejemplos terribles de esta envergadura. Y pasa nada.

Maduro ha extendido la convocatoria revolucionaria al mundo entero. Sabe bien que los abusos mediáticos no se reducen a un sólo país y que mientras se fortalece la alianza mediático-militar (la OTAN mediática) los pueblos se ven silenciados y las democracias se ponen en peligro. Hay que ver cómo, por la decisión inconsulta de un presidente, se borra de un plumazo una “Ley de Medios”, como en Argentina. Hay que ver cómo avanza el poderío tecnológico basado en una asimetría grotesca en las condiciones y oportunidades para que los pueblos accedan a una tecnología sustentable sin la extorsión de la caducidad programada por el mercado.

Maduro ha entendido la necesidad de una Revolución de la Comunicación que abarque la enseñanza, que haga visibles -y aprenda- las luchas históricas de los pueblos y su herencia simbólica poderosa y vivificante. Ha entendido la urgencia de renovar las agendas y potenciarlas a partir de lo que piensan y sienten los pueblos y no de los intereses de los publicistas, de los comerciantes o de los gobernantes serviles al modelo de mercantilización desaforada. Maduro ha puesto el dedo en una llaga, dolorosa y profunda, que expresa un error y una de las debilidades más sufridas por nuestros pueblos. Ha indicado un rumbo y una modalidad de trabajo que, en su carácter contemporáneo, recoge las herencias de generaciones y las pone a retoñar cuando muchos creían que el silencio y la resignación nos derrotarían para siempre.

Es verdad que no alcanza con una convocatoria por más sentida que sea. Se requiere ahora de un programa con principios humanistas revolucionarios capaces de modelar acciones y metas para el corto, el mediano y el largo plazo. Se requiere coordinación y unidad inmediata. Se requiere un Frente Único Internacional capaz de superar sectarismo y pesimismo. Se requiere trabajo político imaginativo y confiable, recorriendo puertas y oídos para articular y salvaguardar las más diversas identidades en un esfuerzo de unidad de lo diverso que nos permita trabajar juntos en las coincidencias, sin que las divergencias nos frenen. Una revolución dentro de la revolución.

No hay tiempo que perder. Los imperios mediáticos se re-acomodan diariamente, se alían, se compran entre sí, se expanden… y no pocos operan como armas de guerra ideológica mercantilista e inhumana. La Revolución de la Comunicación que Maduro convoca tiene el desafío de profundizar la crítica del modelo mediático dominante y tiene la tarea de impulsar el nacimiento del “Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación” del siglo XXI. Eso requiere de pueblos en lucha con semiología, epistemología y tecnología emancipadoras. Eso requiere “moral y luces” revolucionarias donde no se admitan reconciliaciones ni reformismo. Donde no se admitan burocracias ni demoras. Una etapa nueva de la Patria Digital Emancipada, de la Revolución del Espíritu y la Revolución Semiótica que aguardan su oportunidad para concatenarse en una sola Revolución mundial y desde abajo.

Desde luego, la única manera de evitar que semejante convocatoria no quede en eso y se haga realidad concreta, es actuar de inmediato y masivamente. No hay lugar a los regateos ni a las especulaciones. Jugar al coqueteo o hacerse desear implica irresponsabilidad suprema hija de una egolatría perversa que ya nos hizo padecer derrotas y humillaciones feroces. Estamos hartos de esas manías de izquierdismo infantil. Esa convocatoria de Maduro debe madurar, a su vez, no como una prédica mesiánica con el “culto a la personalidad” que ha sido vicio de mediocres. Ha de madurar en la refriega de la lucha de clases, en la construcción social que, desde las bases, le den sustento y coherencia revolucionaria a todos los episodios y las tareas que urgen en lo inmediato y en lo mediato. No hay que esperar ni un minuto.

Demos la bienvenida activa a tal llamado, a su jerarquía y a su valor político sin retroceder un solo paso en las conquistas ganadas, hasta el momento, por todos los que luchan honradamente y minuto a minuto, por poner las herramientas y los conocimientos en materia de Información y Comunicación al servicio de las tareas supremas de la hora: frenar las guerras, salvar al planeta y salvar a la humanidad en un mundo sin amos, sin esclavos, sin clases sociales y con voces múltiples dignas hablando de futuro y felicidad para todos. Nada menos. Aprobado.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221792&titular=nicol%E1s-maduro-pone-voz-a-un-clamor-mundial-

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La Revolución Bolivariana, el fantasma que recorre América

Por: José Marcano

Partiendo de la importancia de las ideas del filósofo Argentino Néstor Kohan (Revista Digital: La Rosa Blindada. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs 165601.pdf). Quien sostiene: sin memoria histórica no hay identidad, ni personal ni colectiva. Sin identidad, sin conocer de dónde venimos (historia memoria colectiva) y sin recordar quienes somos (memoria personal), se hace imposible la independencia con soberanía plena. Sin independencia no hay dignidad ni decoro. Sin dignidad la vida no merece llamarse vida. Sin memoria histórica no hay esperanza de un futuro digno.

La memoria histórica hay que reivindicarla a pesar de los reiterados embates de la burguesía apátrida por socavar nuestros cimientos ancestrales libertarios a partir de un discurso instaurado, inclusive, en los planes educativos promoviendo un ser humano desclasado, que siente vergüenza de sí mismo y sin sentido de patria, pretendiendo someterlos de manera dócil al servicio de los intereses de las grandes corporaciones las cuales continuamente desvirtúan nuestras concepciones de independencia y soberanía, legado de nuestros precursores independentistas.

El mismo autor al respecto nos orienta al afirmar  “Nosotros sabemos quiénes somos y de dónde venimos. La voz del amo y el discurso del poder insisten una y otra vez para que nos avergoncemos y nos despreciemos a nosotros mismos, renegando de nuestra historia y nuestra cultura bajo un complejo, inducido, de supuesta inferioridad.” (Simón Bolívar y nuestra independencia. Ob. Cit.: 4).

A pesar de dichos embates con los que intentan “formarnos” no han logrado quebrar nuestra identidad, nuestro sentido de resistencia. Pasa el tiempo y se sigue avanzando remontando corrientes en busca del bien más preciado la independencia. Los americanos del sur en los momentos de mayor dificultad, (cuando el imperialismo ha clavado sus garras en nuestros países), han apelado al legado histórico que con sangre indígena, africana y mulata se regó por toda nuestra América haciéndola libre e independiente. Este sentir es el que hoy nos guía en lo personal y en lo colectivo.

Lo expuesto conlleva a los venezolanos (as) a transitar de nuevo gloriosamente y sin vacilaciones por el triunfal camino de la segunda y definitiva independencia inspirando a los pueblos latinoamericanos. Esto no es casual, surge después de casi 200 años de independencia política (fue atenuada con la muerte política y luego física de Simón Bolívar y el “secesionismo” que promovió el imperialismo por toda América).

En dicho transitar tiene particular relevancia las iniciativas insurgente de los años 50, 60 y 70 del siglo XX en Venezuela y en el resto de América del sur y el caribe, ya que en ese contexto histórico se iniciaron luchas emancipadoras de fuerte arraigo marxista que facilitaron el desarrollo de una conciencia clasista y revolucionaria que tuvo y tiene repercusiones a escala planetaria. Un ejemplo de ello es la revolución cubana, como un pueblo en armas, consiente e ideológicamente conformado lleva acabo un proceso de transformación que procura bienestar para la gran mayoría. El Che Guevara y Fidel Castro sus líderes fundamentales son fuente de motivación para todo los continentes.

Este transitar concreta esfuerzos en los años 80 con un grupo de militares venezolanos, liderado por el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, quienes crearon un movimiento clandestino revolucionario y bolivariano, con el objetivo de liberar al pueblo Venezolano de la desigualdad, pobreza y la dominación burguesa quienes se enquistan “oligárquicamente” en todas las esferas del quehacer venezolano de manera determinante en la petrolera.

El proyecto revolucionario y bolivariano, originalmente, tiene su fundamentación filosófica e Ideológica en el llamado árbol de las tres raíces, que recoge la praxis de tres grandes revolucionarios venezolanos: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora.

Con el advenimiento de la Revolución Bolivariana (1998) y luego de más de 13 años de accionar político, económico y militar del Presidente Hugo R. Chávez F., en el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y sus contribuciones al rescate de la dignidad de pueblo venezolano, su sentido nacionalista con amplio contenido antiimperialista de inspiración bolivariana y americanista concreta un pensamiento, una corriente política que hace síntesis histórica de las otras tres raíces y permite en este momento reconocerlo y asumirlo como la cuarta raíz de la revolución bolivariana; tal como lo podemos observar en el “Acta de Decisiones Aprobadas en la Plenaria Nacional del III Congreso Socialista del Partido Socialista Unido de Venezuela.” (Disponible en: http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2014/08/iii-congreso acta-de-decisiones-aprobadas.pdf)

         Los contenidos fundamentales de lo que hoy conocemos como el árbol de las cuatro (4) raíces con especial énfasis en lo que se denomina el legado de Chávez, se expone sucintamente a continuación:

Primera Raíz: Simón Rodríguez.

Simón Rodríguez, pensador venezolano, latinoamericano y universal, precursor y protagonista de las gesta de nuestros libertadores. Se caracterizó por un sentido estricto de la honestidad y por la trascendencia revolucionaria de sus ideales sociales, políticos y en materia de educación. Además de ser maestro del Libertador Simón Bolívar, se nutrió de las ideas libertarias de su época para desarrollar un pensamiento original, centrado en la necesidad de hallar un camino propio para los pueblos latinoamericanos.

El objetivo y aspiración de toda su actividad intelectual fue servir a la liberación de los pueblos sometidos por el yugo del imperio español y a su integración en hermandad. A través de sus métodos para una educación liberadora, propugnó la emergencia del nuevo hombre americano y la creación de repúblicas de hombres y mujeres libres.

El maestro Simón Rodríguez utilizó con frecuencia el seudónimo de Samuel Robinson, por lo que su sistema de pensamiento es conocido como robinsoniano. Debido a su originalidad, puede considerarse como fundador de la historia de la filosofía política libertadora venezolana. De él Simón Bolívar llegó a decir que era “el hombre más extraordinario del mundo”. En una carta del libertador a Santander, afirmó: “Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio… Cuando yo lo conocí valía infinito”. (Ideario Bolivariano, Eje de formación sociopolítica. 2005:18)

Educación Popular para Todos.

El pensamiento innovador y la acción ejemplarizante de Simón Rodríguez brillaron especialmente en el campo de la educación. Para él, la finalidad de la educación no era formar aristócratas, sino hacer de todos los habitantes verdaderos ciudadanos al servicio de la república. Las herramientas para lograrlo son una educación liberadora, el trabajo dignificante y la participación activa en los procesos de transformación política.  Así, preparó el terreno para el concepto de democracia participativa, al afirmar: “Hacer las leyes para los pueblos no es tan fácil como se cree. Hacer un pueblo legislador es obra muy laboriosa y ésta es la que ha de emprender la América Española.”. (Ob. Cit.: 18)

            Criticó ácidamente las concepciones excluyentes que prevalecían de su época, defendió la idea de que “sin educación popular no habrá verdadera sociedad”. Afirmó entre otras cosas: “No puede negarse que es inhumanidad el privar a un hombre de los conocimientos que necesita, para entenderse con sus semejantes, puesto que, sin ellos, su existencia es precaria…” (Idem: 18). Consecuente con esta máxima, dedicó gran parte de su esfuerzo a la profesión docente y al desarrollo de propuestas innovadoras para una educación integral e inclusiva. En tiempo en que el acceso a las escuelas formales era un privilegio de la oligarquía, defendió la necesidad de brindar educación a todos los hombres y mujeres de Venezuela, independientemente de su posición económica u origen étnico.

         Tras alcanzar la independencia de Perú, Bolívar lo nombró director general de educación de Lima. Rodríguez imprimió una educación libertaria a su gestión. Fundando múltiples escuelas en pueblos y ciudades, donde compartían la enseñanza niños indios, cholos, blancos y negros. Esta posición quedo testimoniada en el lema: Escuela para todos, porque todos son ciudadanos.

La Utopía Americana

            El pensamiento político de Simón Rodríguez se caracteriza por la defensa de un proyecto de futuro para las naciones americanas y la integración entre las nuevas repúblicas. Planteó la necesidad imperiosa de buscar caminos propios para la emancipación de nuestras sociedades, creando modelos políticos apropiados que no se basaran en los modelos impuestos por los colonizadores.

            Sin embargo, no proponía partir de cero, sino tomar en cuenta lo bueno de otras latitudes a la hora de enriquecer un modelo original para estas tierras. En su libro Sociedades Americanas (1842), Simón Rodríguez dejó sentada la necesidad de los pueblos latinoamericanos: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y sus gobiernos y originales los medios de fundar unos y otros. O inventamos o erramos” (Ob. Cit.: 19).          Este llamado robinsoniano obedece a la disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas latinoamericanas, basadas en nuestras propias tradiciones y culturas; o de errar el camino, al copiar los modelos y actitudes que han mantenido a nuestras naciones bajo el yugo del sometimiento, las desigualdades y la explotación.

            Rodríguez sabía que se trata de un proceso de construcción colectiva y de largo aliento, una tarea titánica. Esta idea se ve reforzada con sus planteamientos sobre la tarea permanentemente inconclusa: “El Dogma de la vida social es estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanza de acabarla porque con cada hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo”. (Idem: 19)

            Sin embargo la filosofía robinsoniana no es un sueño difuso, sino de contornos claros y firmes. Es la utopía de la igualdad, solidaridad y hermandad, una comunidad de naciones construidas a partir de los valores propios del Nuevo Mundo, de la que serán responsables los ciudadanos y ciudadanas liberados por medio de la educación y el conocimiento. Asimismo, destaca la necesidad de fundar las nuevas repúblicas en sólidos valores éticos, al afirmar que “la fuerza de la autoridad republicana es puramente moral”.

            Rodríguez fue un defensor de la independencia y la integración latinoamericana. Propuso, antes que Bolívar, una organización verdaderamente democrática de las repúblicas hermanas como medio necesario para defenderse contra los enemigos comunes. Su mensaje es determinante: “Las Repúblicas nacientes de la India Occidental sean amigas, si quieren ser libres… Ha llegado el tiempo de entenderse con palabras”. (Ob. Cit.: 20)

            A su vez, señaló que había que realizar la revolución económica para coronar la revolución política dirigida por Simón Bolívar, pues la una sin la otra no pueden sostenerse en el tiempo. Sin embargo, la revolución política fue traicionada por los gobernantes, y se profundizó la dependencia económica. Ante esto, Rodríguez no se quedó callado, fustigando a las nuevas repúblicas que traicionaron los ideales independentistas.

Los Ideales y la Refundación de la Patria.

            El poder de anticipación y el carácter revolucionario de los planteamientos de Simón Rodríguez le llevaron a ser, en gran parte, un incomprendido. Hoy, más de 161 años después de su muerte, sus  teorías educativas están más vigentes que nunca. De hecho, muchas de ellas apenas comienzan a aplicarse en nuestros tiempos, en el marco de la Revolución Bolivariana.

            La idea robinsoniana de buscar los orígenes propios para fundar las nuevas sociedades se encuentra en la base del proyecto de la Revolución Bolivariana. Los enemigos del proceso revolucionario utilizan etiquetas de todo tipo para descalificarlo. Sin embargo, la realidad demuestra que se está desarrollando un modelo de democracia participativa original, basado en los valores de nuestra herencia libertaria y por medio de la participación directa del pueblo en los procesos constituyente y en la consolidación de la República, Así, como propugnaba el Maestro Simón Rodríguez, la República Bolivariana no es copia de ninguna otra experiencia, sino que es el pueblo en revolución en búsqueda de sus propios caminos.

            De hecho, cuenta con formas de hacer política convertidas en referencia para el resto de los países del mundo. Ejemplo de ello es el proceso constituyente, que permitió la elaboración colectiva de una nueva Constitución, aprobada por el pueblo en referéndum nacional. Además, la Constitución contiene la posibilidad de revocar el mandato a cualquier funcionario o funcionaria que haya sido electa o electo popularmente y que no cumpla satisfactoriamente su trabajo.

Los Ideales y la Educación en la Revolución Bolivariana.

            Las ideas de Simón Rodríguez son la principal fuente filosófica  de la Revolución Bolivariana en la educación. Sus planteamientos sobre una educación inclusiva y una formación republicana crítica se encuentran ampliamente recogidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

            A su vez, las políticas públicas se nutren de sus ideas. El conjunto de misiones educativas, por ejemplo la Misión Robinson, se inspira en sus ideales de ciudadanía plena, al orientarse a garantizar que ni un solo venezolano o venezolana quede al margen de los procesos educativos. En las escuelas y liceos bolivarianos, además de brindar una educación de calidad, se promueve una formación republicana crítica, orientada a garantizar que los estudiantes se incorporen como ciudadanos y ciudadanas a la consolidación de las instituciones republicanas.

             Rodríguez también propuso que las y los jóvenes estudiaran de acuerdo a sus necesidades y las necesidades socioeconómicas de la futura república. Propuso la formación profesional en aspectos como  la albañilería, la carpintería y la herrería, por ser estos los oficios más requeridos. Esto se evidenció, en su momento, en la Misión Vuelvan Caras que se nutre del pensamiento de Rodríguez, al promover la formación profesional para la emancipación de quienes han sido excluidos de la educación, para su plena incorporación a los procesos de transformación social y al desarrollo de la nación.

Segunda Raíz: Simón Bolívar.

            Simón Bolívar es la raíz principal del árbol de las cuatro raíces. Sus gestas de revolucionario visionario y sus conquistas políticas constituyen uno de los grandes legados de la historia latinoamericana y universal. En él se conjugan todas las virtudes del auténtico revolucionario: el gran militar y estratega, el líder inigualable, el pensador social y el estadista.

            Además, de ser gran líder de la Independencia, Bolívar nos legó su poderoso pensamiento revolucionario, que fue la base ideológica fundamental del movimiento antes mencionado. Hoy, adaptado a las circunstancias actuales, pretende guiar al pueblo venezolano en la senda de la revolución bolivariana. A su vez, su ideario convoca también a los pueblos de América Latina a luchar juntos por la segunda Independencia y por una integración solidaria.

Bolívar y la Integración Latinoamericana.

            A pesar que el proyecto de unidad latinoamericana no pudo tomar forma, el pensamiento bolivariano es el punto de referencia para pensar hoy sobre la integración en América Latina. La idea de unir los países Latinoamericanos en un solo bloque económico, político y social, buscaba defender la soberanía y las riquezas de la América mestiza, frente a las intenciones imperialistas de los países poderosos. Asimismo, buscaba convocar a todos los pueblos bajo un mismo proyecto libertario, basado en una democracia verdadera sustentada en los principios de libertad, igualdad y justicia.

            Ya en 1812, señalaba en el Manifiesto de Cartagena: “Yo soy del sentir y del pensar que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, nuestros enemigos obtendrán las ventajas más completas; seremos envueltos indefectiblemente en los horrores de las disensiones civiles y conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infectan a nuestra comarcas” (Ob. Cit.: 22)

            Además de retratar la opresión del imperio español y las oligarquías apátridas, analizó con gran agudeza el peligro que provenía de los intereses de otras naciones. En concreto, anticipó el voraz y criminal imperialismo del Norte, al afirmar en 1829: “Los EEUU parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad”. (Idem: 22)

Washington también condenó el proyecto bolivariano de una América Latina unida. El presidente Monroe, que decretó que América Latina era el patio trasero de Estado Unidos de América (EUA), identificó a Bolívar como “un déspota militar de talento”, “el loco de Colombia”, el “libertador de esclavos”… Incluso la jerarquía eclesiástica llegó a excomulgarlo, y lo equiparó con el mismo Satanás.

            El proyecto de integración, orientado a sentar las bases para la confederación hispanoamericana, tenía varios elementos centrales:

  1. la unidad para hacer frente a los peligros que amenazaban a las nacientes repúblicas.
  1. la adopción de pactos de protección y defensa mutuas como mecanismos para garantizar que ninguna nación extraña se inmiscuyese en los asuntos internos de las nuevas Repúblicas.
  1. y la adopción de acuerdos amistosos para resolver eventuales disputas entre nuestras naciones.

            Inicialmente, propuso ante el Congreso Anfictiónico de Panamá la gran Confederación, que incluía desde México hasta Argentina. Cuando entendió que la Confederación estaba llamada a fracasar, debido a los intereses mezquinos de las clases dominantes locales y sus gobernantes, puso todo su empeño en la Constitución de la Federación de los Andes, que comprendía a las naciones que él había liberado (la Gran Colombia, Perú y Bolivia).

            Tras el fin de la Federación, el Libertador se concentró en salvar la unidad de la Gran Colombia. Sin embargo, también este proyecto integracionista se vino abajo, luego de que las oligarquías locales de las tres actuales Repúblicas conspiraran para dividirla.

Bolívar Revolucionario.

Además de ser el padre de la Independencia y de la integración latinoamericana, Bolívar es el precursor del pensamiento social revolucionario de nuestro continente. En su proyecto, la victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera revolución social, que debía permitir eliminar los groseros privilegios de las minorías y “la odiosa diferencia de clases”, elevando a todos los habitantes al rango de ciudadanos.

            Finalizada la guerra, trató de aplicar en la Gran Colombia sus ideas literarias. Entre otras cosas, decretó la libertad de los esclavos y la devolución de sus tierras a los pueblos indígenas; instituyó la educación gratuita y creó hospitales. Sin embargo, sus ideas chocaron con los intereses de las clases oligárquicas y la nueva aristocracia militar y terrateniente, que se oponían a cambios de fondo en las estructuras heredadas del imperio español. Sus enemigos le llamaban el “caudillo de los descamisados”, “monstruo del género humano”, “tirano libertador de esclavos”. Mientras defendían un modelo parlamentario excluyente, que chocaba con el proyecto revolucionario del Libertador y con el sueño de libertad e igualdad de las mayorías oprimidas.

            Cuando regresa del Perú, después de cinco años de victorias y tras haber expulsado definitivamente al imperio español de tierras sud-americanas, Bolívar se indigna ante el espectáculo de miseria que todavía ofrece el pueblo oprimido. Le escribe a Santander: “No se cómo todavía no se levantaron todos estos pueblos y soldados al concluir que sus males no vienen de la guerra, sino de leyes absurdas” (Ob. Cit.: 24). Santander, que era vicepresidente de Colombia, lo acusaba de querer provocar “una guerra interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son muchos, y que perdamos los que tenemos, que somos pocos”. Queda así sellada la naturaleza del conflicto. El Bolívar libertario, en defensa de la justicia y la igualdad, se enfrenta a los generales que defienden los intereses de las oligarquías.

Bolívar, El estadista.

            En lo político, Bolívar delinea un modelo de Estado democrático, que permita a todos los habitantes participar en los asuntos políticos en un plano de igualdad real y no sólo declarada. En sintonía con el llamado robinsoniano, proponía la reconstrucción de nuestras sociedades y valores propios y comunes. En su discurso ante el Congreso de Angostura, afirma: “Tengamos presentes que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una nación de la Europa”. (Idem: 24)

            Defendió la necesidad de ser originales en tono inequívocamente revolucionario: “…que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas, elevemos el templo a la justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración, dictemos un código de leyes venezolanas” (Idem: 24). Y no lo hacía simplemente porque los modelos importados fueran extraños a estas tierras, sino porque consideraba justamente que la reconstrucción de nuestras sociedades debía partir del esfuerzo creador de nuestros pueblos. Por eso propuso una democracia real, no formal, en la que tuvieran participación igualitaria los mestizos, los indios y los campesinos.

            Anticipó la tesis del Estado fuerte, al entender que la democracia, como gobierno de las mayorías, era burlada por las minorías opresoras. Se trataba de un modelo presidencialista de transición, para vencer los intereses de las oligarquías, que se oponían a la participación de los oprimidos en las dinámicas políticas. Sin embargo, su proyecto de sociedad ideal apuntaba a la consolidación de la división de poderes, como medio para balancear las acciones de gobierno. Entre otras cosas, identificó la necesidad de adelantar ingentes esfuerzos para la transformación política y cultural, mediante la creación del Poder Moral, como medio para “…regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado…”

            En lo económico, Bolívar consideró el trabajo, la educación y el conocimiento como elementos fundamentales para el desarrollo. Se anticipó a la crítica de los acuerdos de libre comercio que someten a nuestros pueblos hermanos. Sostuvo que los pactos bilaterales entre el poderoso y los débiles conducen necesariamente a la dependencia. “Firmado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil”, escribió en 1823.

Entre otros medios, propuso la educación obligatoria y generalizada, para garantizar que todo el mundo se incorporara al desarrollo; incentivó la industria y el comercio; implementó políticas de protección a la producción nacional; nacionalizó las minas y decretó el monopolio estatal de todas las riquezas del subsuelo. Complementariamente, combatió decididamente la corrupción.

En lo militar, Bolívar identificó la necesidad de crear una verdadera unidad entre ejército y pueblo. Concebía al ejército libertador como el pueblo en armas, como instrumento de garantía de su futura independencia y de las libertades y derechos de la ciudadanía. El ejército imaginado por Bolívar se formó en la dinámica misma de la guerra. En la batalla de Ayacucho pelearon bajo el mando de Sucre: colombianos, venezolanos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos, panameños, chilenos, argentinos. Por eso, puede afirmarse que este ejército internacionalista fue la primera materialización de su proyecto continental.

Bolívar en El Siglo XXI.

El pensamiento y acción de Bolívar están presentes en todos los aspectos de la revolución permanente del pueblo venezolano. Él fue el líder y máximo inspirador de las masas libertarias que se alzaron en armas contra el imperialismo español y la presión de las oligarquías. Él fue también el inspirador de las gestas de Zamora y de tantos otros revolucionarios de estas tierras y de la América Latina toda. Hoy, su ideario y liderazgo convocan de nuevo al pueblo venezolano, bajo el llamado robinsoniano, para superar los límites de la democracia representativa y la voracidad del capitalismo salvaje, y construir una patria soberana donde todos los hombres y mujeres quepan.

La proyección de su pensamiento define el carácter latinoamericanista del proyecto a desarrollar, y pone de relieve la necesidad de lograr la independencia política no solo de Venezuela, sino también de los países latinoamericanos y caribeños. Esto explica por qué desde su llegada a la presidencia de la república Cmte. Hugo Chávez, no dejó de impulsar el desarrollo de una conciencia revolucionaria más allá de nuestras fronteras.

Sólo la traición y las intrigas de las oligarquías y sus aliados marcaron el fracaso de un proyecto de alcance latinoamericano y universal, que resumía el sueño de todos los pueblos de América: una patria común de igualdad, libertad y justicia.

Cuando Bolívar murió, las clases dominantes de todo el hemisferio celebraron su desaparición física, pues creían que su obra había sido destruida para siempre. Sin embargo, el espíritu libertario de los pueblos latinoamericanos y el ejemplo del Libertador desarrollo una unidad orgánica armoniosa entre los pensamientos y la acción. Su ejemplo, su concepción de la unidad latinoamericana, sus lecciones están hoy más vivas que nunca, y sus banderas son enarboladas en Venezuela y en toda América Latina.

Tercera Raíz: Ezequiel Zamora.

Ezequiel Zamora retomó la bandera de Bolívar treinta años después de la muerte del libertador, enfrentándose con la oligarquía que truncó el sueño bolivariano. Conocido como el general del pueblo soberano.

La principal bandera de lucha de Zamora fue la distribución de la tierra y dignificación de los campesinos. Las luchas que lideró bajo las consignas de tierras y hombres libres, encontraron un apoyo masivo en los habitantes del campo, que para ese entonces eran la mayoría del pueblo venezolano. A su vez, fue un acérrimo enemigo de las oligarquías. Su defensa de la dignidad de los campesinos y su arrojo libertario hacen de él una fuente permanente de inspiración revolucionaria.

Tierras y Hombres Libres.

Zamora comenzó su carrera política, uniéndose al partido de los liberales. En 1846, el gobierno conservador desató una feroz represión contra los miembros de su partido, lo que provocó que Zamora y otros caudillos populares se alzaran para tomar el poder. En su proclama rebelde, de inspiración bolivariana, invitó al pueblo a luchar “…para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que, opóngase quien se opusiere, y cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia”. (Ob. Cit.: 28)

Esta insurrección, que vio nacer la consigna de tierra y hombres libres, le hizo ganarse el apoyo, la devoción popular y el nombre de “General del Pueblo Soberano”. Zamora fue hecho prisionero y sentenciado a muerte, pero el presidente Monagas le conmutó la pena por el destierro.

La Guerra Federal.

Treinta años después de alcanzada la independencia, la República seguía viviendo un sistema semifeudal. La inmensa mayoría del pueblo, los trabajadores, los esclavos, los campesinos, los artesanos y los marginalizados de la ciudad y el campo, se debatían en la mayor miseria y hambre. El latifundio, lejos de eliminarse, se había extendido bajo el amparo del gobierno. Tras la abolición de la esclavitud, decretada en 1854, los 40.000 esclavos liberados se encontraron sin tierras y sin condiciones para ganarse un sustento.

Bajo la consigna de “La Federación es el gobierno de los libres”, los federales convocaron en 1859 al pueblo a “sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los oligarcas”. Tanto el pueblo campesino, desposeído y explotado, como la nueva masa de desempleados, se incorporaron masivamente a la lucha.

Gracias a su carisma y su conexión con el pueblo campesino, Zamora logró organizar un ejército popular de milicias, con el que libró batallas decisivas. La más famosa es la Batalla de Santa Inés (Barinas), que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1859. En ella, Zamora demostró su genio estratégico, al conducir a las tropas del gobierno por sucesivas líneas de defensa, para asentarles la victoria en el terreno donde mejor podía sacar provecho de sus milicias. Sin embargo, el 10 de enero de 1860 una bala de origen desconocido trunca su vida, durante el asalto a San Carlos (Cojedes).

A partir de la muerte de Zamora, la guerra se transformó en un gran movimiento de guerrillas. Finalmente, en 1863 los ideales de Zamora fueron traicionados, y con ellos los ideales de Bolívar.

Zamora era un hombre emprendedor, arrojado y contradictorio, que no cedió en su voluntad de transformación. Su pensamiento está marcado por el símbolo de la plena soberanía popular y por el carácter igualitario de la lucha social, así como por la defensa de la democracia como forma de gobierno. Comprendió que para poner fin al dominio de las oligarquías y conquistar una República de iguales, debía tomar el gobierno por las armas. Con su verbo incendiario y sus ideales libertarios y revolucionarios, convocó al pueblo a incorporarse a la lucha por su propia liberación.

El Programa de Federación, que Zamora dio a conocer al desembarcar en las Costas de Coro, proponía un avance inédito en las conquistas populares y la organización democrática de la República. Entre sus principios fundamentales, destacan: La igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; la abolición de la pena de muerte; la prohibición de la esclavitud; el voto para todos los habitantes de la república la elección universal, directa y secreta, del Presidente de la República y otros cargos públicos, incluyendo a todos los jueces; la creación de la milicia nacional armada; la administración de justicia gratuita; la abolición de la prisión por deuda; y el derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.

En 1859, Zamora constituyó el Estado Federal de Barinas. Entre otras medidas, ordenó la creación de terrenos para uso común de cada pueblo; la eliminación del cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; la fijación de jornales para los peones de acuerdo con las labores; y la obligación de los terratenientes de colocar en las tierras comunes vacas para el suministro diario y gratuito de leche a los hogares pobres.

Zamora y la Revolución Bolivariana en el Siglo XXI.

El proceso revolucionario actual se nutre de la raíz zamorana en diversos aspectos. Al igual que el caudillo popular, convoca a los venezolanos a retomar las banderas de nuestros libertadores, para conquistar la igualdad y nuestra verdadera independencia. Al igual que las luchas zamoranas por la tierra, el proceso de transformación actual de la sociedad venezolana es protagonizado por los sectores populares, es decir, el 80% de venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y excluidas de la toma de decisiones y las riquezas nacionales.

El actual gobierno de inspiración bolivariana y zamorana desarrolla una política social incluyente, que se expresa en las Misiones Sociales y en el conjunto de políticas y programas sociales orientados a devolverles la dignidad a los venezolanos.

Por otra parte, Zamora es la principal fuente de inspiración del proceso de reforma agraria, guerra contra el latifundio y reparto de tierras entre los campesinos. La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario ha sido el instrumento legal empleado para enfrentar el latifundio. A su vez la denominada Misión Zamora es la encargada de avanzar en la forma y en las políticas participativas para el desarrollo rural integral. Si bien en esta ocasión la expropiación y el reparto se realizan bajo un marco de verdadera democracia, este proceso ha producido un enfrentamiento con los descendientes de la oligarquía que en su tiempo enfrentó a Zamora.

Es importante considerar que la independencia de Venezuela pasa por conocer y concienciar el legado de estos personajes y de otros (Sucre y Miranda) que han aportado a la construcción heroica de nuestra patria en la cual se construye una sociedad centrada en los principios de solidaridad, ayuda mutua, disciplina para el trabajo, protección al medio ambiente y fundamentalmente soberanía y autodeterminación.

Esos principios facilitarán la transformación del actual sistema económico a otro que a partir del desarrollo de las fuerzas productivas, sin menoscabo del medio ambiente y fuera de la concepción del libre mercado, impulse la concreción del socialismo bolivariano como alternativa al destructivo y salvaje capitalismo. En ello Venezuela en compañía de América Latina se juega su destino.

Cuarta raíz: Hugo R. Chávez F.

El presidente Hugo R. Chávez F., fue un hombre único en múltiples áreas de la vida política, social y económica, que realizó importantes contribuciones al avance de la humanidad. La profundidad, el alcance y la popularidad de sus logros le distinguen como uno de los líderes más influyente siglo XXI.

Diferentes pensadores, desde diferentes posiciones (amigas o enemigas), resaltan las contribuciones de Hugo Chávez a los procesos políticos, económicos y sociales de América y el mundo. En plena sintonía con socialismo del siglo XXI, impulsado y promovido por el comandante eterno Hugo R. Chávez Fría, a continuación se destaca las contribuciones y aportes que pensadores como James Petras (2013) y Atilio Borón (2013) han expresado en diversos medios.

Hugo Chávez, maestro de los valores cívicos

Desde el momento que asumió el cargo de presidente de la República, Hugo R. Chávez F., emprendió cambios constitucionales que facilitaron la rendición de cuentas de los dirigentes y las instituciones políticas ante los ciudadanos. A través de sus discursos, informó clara y meticulosamente al pueblo venezolano de las medidas y las leyes que sirvieran para mejorar el modo de vida e invitó a expresar comentarios y críticas. Impulsó diálogos constantes, particularmente con los más necesitados, los desempleados y los trabajadores. Su éxito en las enseñanzas de las responsabilidades cívicas al pueblo venezolano fue tal que millones de habitantes de los barrios pobres de Caracas se levantaron espontáneamente para oponerse a la junta militar-empresarial respaldada por Estados Unidos que había secuestrado al presidente y clausurado el parlamento. En 72 horas (algo nunca visto en la historia) los ciudadanos con conciencia cívica restauraron el orden constitucional y el imperio de la ley en Venezuela, rechazando por completo a los golpistas y la defensa que realizaron los medios de comunicación de esos personajes y de su brevísimo régimen autoritario.

Chávez, como educador, también tuvo esclarecedores aprendizajes con esta intervención democrática del pueblo venezolano: que los defensores más efectivos de la democracia estaban entre la gente trabajadora, y que sus peores enemigos se hallaban en las élites empresariales y en los oficiales del ejército con contactos en Miami y Washington.

La pedagogía cívica de Chávez hacía énfasis en la importancia de las enseñanzas y los ejemplos históricos de los padres fundadores de la nación como Simón Bolívar, José Leonardo Chirinos, Guaicaipuro, entre otros, a la hora de crear una identidad nacional y latinoamericana. Sus discursos elevaron el nivel cultural de millones de venezolanos que habían crecido en medio de la cultura servil y alienante de Washington y de las obsesiones consumistas que provocaban los grandes centros comerciales de Miami.

Chávez consiguió infundir una cultura de solidaridad y apoyo mutuo entre los explotados destacando la importancia de los vínculos «horizontales» frente a la dependencia clientelar vertical de los ricos y poderosos. Sus ideas, su visión de patria contribuyeron de forma determinante en la creación de una conciencia colectiva que afectó decisivamente al equilibrio de poder alejándolo de los gobernantes adinerados y los partidos políticos y sindicatos corruptos y orientándolo hacia los nuevos movimientos socialistas y sindicatos de clase. Lo que provocó la cólera histérica de los venezolanos ricos y su odio imperecedero al presidente que había creado un sentido de autonomía, dignidad y conciencia, explicando a la mayoría popular su derecho a disfrutar de una salud y una educación (a todos los niveles) gratuitas, salarios dignos y pleno empleo, lo que consiguió mediante una educación pública que terminó con siglos de privilegios y omnipotencia de la oligarquía dominante.

Es preciso resaltar que los discursos de Chávez, con enseñanzas tanto de Bolívar como de Carlos Marx, crearon un trascendente, generoso sentido patriótico y nacionalista que generó rechazo generalizado a las élites postradas a los pies de Washington, los banqueros de Wall Street y los ejecutivos de las compañías petroleras. Los discursos antiimperialistas de Comandante Presidente Hugo Chávez tenían y tienen eco porque utilizando el lenguaje de la gente común ampliaba su conciencia nacional hasta lograr su identificación con América latina, especialmente con la lucha cubana contra las intervenciones y las guerras imperialistas.

Las relaciones internacionales y la doctrina Chávez

Luego el 11 de septiembre de 2001, Washington declaró la «Guerra al Terror». Fue una declaración pública que abría la puerta a intervenciones militares unilaterales y guerras contra naciones soberanas, movimientos e individuos considerados como adversarios, en franca violación al derecho internacional.

La gran mayoría de los países cedieron frente a esa flagrante violación de los Acuerdos de Ginebra, pero no así el presidente Chávez, que hizo la refutación más profunda y sencilla contra Washington: «No se combate al terrorismo con terrorismo de Estado». En su defensa de la soberanía de las naciones y de la jurisprudencia internacional, Chávez subrayó la importancia de encontrar las soluciones políticas y económicas a los problemas y conflictos sociales, repudiando las bombas, la tortura y el caos.

La Doctrina Chávez hacía hincapié en el comercio y las inversiones Sur-Sur y en la solución diplomática y no militar de los conflictos. Defendió los Acuerdos de Ginebra frente a la agresión colonialista e imperialista a la vez que rechazaba la doctrina imperial de la «Guerra contra el Terror», definiendo el terrorismo de Estado occidental como peligrosamente similar a los grupos más violentos, reaccionarios y fundamentalistas que azotan a áfrica y el medio oriente.

La gran síntesis de teoría y práctica política

Uno de los aspectos más profundos e influyentes del legado de Chávez es su original síntesis de tres grandes corrientes de pensamiento político: el cristianismo popular, el nacionalismo y la integración regional bolivariana y el pensamiento político, social y económico del marxismo. El cristianismo de Chávez le inculcó una profunda creencia en la justicia y la igualdad de las personas, así como la generosidad y el perdón a los adversarios, aunque participaran en un golpe de Estado violento, en un paro patronal asfixiante, o colaboraran abiertamente y recibieran financiación de organismos de inteligencia enemigos.

            Mientras en cualquier otro lugar del mundo quienes pretenden derrocar gobiernos con golpe de Estado se enfrentan a condenas en prisión o incluso a ejecuciones. La mayoría de los golpistas rehuyeron la acción judicial e incluso reincidieron, volvieron a formar parte de organizaciones subversivas. Chávez demostró una firme creencia en la redención y el perdón. Su cristianismo forma parte de la «opción por los pobres», de la amplitud y profundidad de su compromiso con la erradicación de la pobreza y de su solidaridad con los pobres frente a los ricos.

            La aversión profunda de Chávez y su oposición eficaz al imperialismo norteamericano y europeo y al colonialismo brutal israelí estaban hondamente arraigadas en su interpretación de los escritos y la historia de Simón Bolívar, el fundador de la patria venezolana. Su fuerte e inquebrantable defensa de la integración regional y del internacionalismo estaba muy influida por los «Estados Unidos Latinoamericanos» propuestos por Simón Bolívar y por su actividad internacionalista en apoyo de los movimientos anticoloniales.

            Chávez incorporó sus ideas marxistas a una previa visión mundial basada en su antigua filosofía internacionalista de corte cristiano y bolivariano. La opción por los pobres se profundizó con su reconocimiento de la importancia de la lucha de clases y de la reconstrucción de la nación bolivariana mediante la socialización de «las cumbres de mando de la economía». El concepto socialista de fábricas autogestionadas y de poder popular mediante consejos comunitarios adquirió legitimidad moral gracias a la fe cristiana en un orden moral igualitario de Chávez.

            Es importante resaltar que el pensamiento bolivariano de Chávez sobre liberación nacional fueron muy anteriores a cualquier contacto con escritos de Marx, Lenin o de otros autores antiimperialistas más contemporáneos.

Uno de los grandes méritos de El Presidente Hugo Chávez fue aprovechar lo que le resultaba útil de los académicos extranjeros y de los estrategas políticos financiados por ONG, mientras desechaba aquellas ideas que no tenían en cuenta las especificidades histórico-culturales, de clase y de Estado rentista de Venezuela.

            El método de pensamiento que Chávez ha legado a los intelectuales y activistas del mundo es global y específico, histórico y teórico, material y ético, y abarca análisis de clase, democracia y trascendencia espiritual en resonancia con la gran masa de la humanidad, en un lenguaje que cualquier persona puede entender. La filosofía y la práctica de Chávez (más que cualquier discurso elaborado por expertos exaltados en un foro social) han demostrado que el arte de formular ideas complejas en un lenguaje sencillo puede mover a millones de personas, por ejemplo: «a hacer historia, y no solo a estudiarla…»

La reforma radical de un Estado rentista

            Nada reviste más dificultades que cambiar la estructura social, las instituciones y las actitudes de un Estado petrolero rentista, con políticas clientelistas bien enraizadas, corrupción endémica del aparato de los partidos y del Estado y una psicología de masas basada en el consumismo.

            Sin embargo, Chávez tuvo éxito donde otros regímenes petroleros fracasaron. La administración Chávez comenzó realizando cambios constitucionales e institucionales para crear un nuevo marco político. Luego puso en marcha programas sociales, que profundizaron los compromisos políticos de una mayoría activa, que, a su vez, defendió valientemente al régimen frente a un golpe de Estado violento promovido por la élite empresarial y el ejército, respaldados por Estados Unidos.

            Las movilizaciones de masas y el apoyo popular radicalizaron, a su vez, al gobierno de Chávez y prepararon el camino para una mayor socialización de la economía y la puesta en marcha de una reforma agraria radical. La industria del petróleo fue socializada, se aumentaron los impuestos y las tasas para conseguir financiar el enorme aumento del gasto social en beneficio de la mayoría de los venezolanos.

Transformación social en una «economía globalizada»

            Analistas de diferentes corrientes y tendencias políticas, han defendido que el advenimiento de una «economía globalizada» descartaba las transformaciones sociales radicales. No obstante, Venezuela, que está profundamente globalizada e integrada en el mercado mundial a través del comercio y las inversiones, ha realizado grandes avances en reformas sociales. Lo realmente relevante en una economía global es la naturaleza del régimen político-económico y de sus programas, que dictamina cómo se distribuyen los beneficios, los costes del comercio y la inversión internacional.

            En resumen, lo que resulta decisivo es el carácter de clase del régimen que gestiona su lugar en la economía mundial. Chávez, desde luego, no «des-conectó» a Venezuela de la economía mundial, sino que la «re-conectó» de una nueva manera. Dirigió el comercio y la inversión venezolana hacia América Latina, Asia y Oriente Próximo, especialmente a países que no intervienen o imponen condiciones reaccionarias sobre las transacciones económicas.

Antiimperialismo en tiempos de ofensiva imperialista

            En una época signada por una intensa ofensiva imperialista por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, que conllevó invasiones militares «preventivas», intervenciones con mercenarios, torturas, asesinatos y ataques con drones en Iraq, Mali, Siria, Yemen, Libia y Afganistán y brutales sanciones económicas contra Irán; expulsiones colonialistas israelíes de miles de palestinos con el apoyo de EE.UU.; golpes de Estado con respaldo norteamericano en Honduras y Paraguay y revoluciones abortadas mediante títeres en Egipto y Túnez, el presidente Chávez, en solitario, se mantuvo como el principal defensor de la política antiimperialista.

            El presidente Chávez se enfrentó a las presiones y amenazas de la OTAN y a la subversión desestabilizadora de sus adversarios internos y articuló valerosamente los principios más profundos y significativos del marxismo de los siglos XX y XXI: el derecho inalienable a la autodeterminación de las naciones oprimidas y la oposición incondicional a las guerras imperialistas mientras Chávez hablaba y actuaba en defensa de los principios antiimperialistas, muchos europeos y norteamericanos de izquierdas consentían las guerras imperiales.

No ha habido ningún otro dirigente político ni intelectual de izquierdas contemporáneo que haya desarrollado, profundizado y ampliado los principios fundamentales de la política antiimperialista en la era de la guerra imperialista global con mayor agudeza que Hugo Chávez.

Transición de un Estado neoliberal fracasado a un Estado de bienestar emprendedor

            La reorganización programática y global de Venezuela y su transformación de un régimen neoliberal desastroso y fallido a un Estado de bienestar emprendedor supone un hito en la economía política de los siglos XX y XXI. La reconversión exitosa de las políticas e instituciones neoliberales, así como la nueva nacionalización de las «cumbres de mando de la economía» demolieron el dogma neoliberal reinante derivado de la era Thatcher-Reagan y resumido en el lema «No hay alternativa» a las brutales políticas neoliberales.

            Chávez rechazaba las privatizaciones; de hecho, realizó una verdadera nacionalización de las industrias clave relacionadas con el petróleo, socializó cientos de empresas capitalistas y desarrolló un extenso programa de reforma agraria incluyendo distribución de tierras a 300.000 familias. Además, fomentó las organizaciones sindicales y el control obrero de las fábricas, en oposición incluso a administradores públicos y a su propio gabinete de ministros.

            En Latinoamérica, Chávez mostró el camino para definir con mayor precisión y con cambios sociales más generales la era post-neoliberal. Chávez visualizó la transición del neoliberalismo a un nuevo Estado de bienestar emprendedor como un proceso internacional y proporcionó fondos y apoyo político a las nuevas organizaciones regionales como el ALBA, PetroCaribe, CELAC y UNASUR. Rechazó la idea de construir el Estado de bienestar en un solo país por lo que formuló una teoría de las transiciones post-neoliberales basada en la solidaridad internacional.

            Chávez demostró mediante la teoría y la práctica la posibilidad de superar el neoliberalismo, lo que supone un descubrimiento político fundamental para el siglo XXI.

Más allá del liberalismo social: definición radical del post-neoliberalismo

Hugo Chávez fue el líder que definió una alternativa más socializada para la liberación social y la conciencia que aguijoneaba a sus aliados para avanzar. Este personaje de su tiempo planteó una alternativa completamente diferente al «post-neoliberalismo»: nacionalizó las industrias de materias primas, dejó fuera a los especuladores de Wall Street y limitó el papel de las élites vinculadas con los agronegocios y la minería. Proyectó un Estado de bienestar emprendedor como alternativa a la ortodoxia social-liberal imperante de los gobiernos de centro izquierda, aunque trabajara con estos gobiernos en la integración latinoamericana y en oposición a los golpes de Estado promovidos por EE.UU.

Socialismo y democracia

            Chávez inauguró un nuevo y extraordinariamente original y complejo camino al socialismo basado en elecciones libres, reeducación del estamento militar para defender los principios democráticos y constitucionales, desarrollo de los medios de comunicación de masas y comunitarios. Acabó con el monopolio capitalista de los medios de comunicación y reforzó la sociedad civil como forma de contrarrestar el intento de paramilitares y quintacolumnistas apoyados por Estados Unidos de desestabilizar el Estado democrático.

            Ningún otro presidente demócrata-socialista ha resistido con éxito las campañas de desestabilización promovidas por el imperio (ni Jagan en Guayana, ni Manley en Jamaica, ni Allende en Chile). Desde el principio, Chávez comprendió la importancia de crear un marco legal y político sólido para facilitar su liderazgo ejecutivo, promover las organizaciones populares de la sociedad civil y terminar con la influencia norteamericana en el aparato del Estado (policía y ejército). Puso en marcha programas radicales de gran impacto social (las misiones y base de misiones socialista) que le aseguraron la lealtad y fidelidad de las mayorías populares y debilitaron los tentáculos económicos del poder político ejercido por la clase capitalista desde mucho tiempo atrás. Como resultado, los dirigentes políticos, los soldados y oficiales leales a la constitución y las masas populares aplastaron un sangriento golpe derechista, un paro petrolero asfixiante y un referéndum financiado por Estados Unidos y se lanzaron reformas socio-económicas continuas y de creciente de socialización.

            La originalidad de Chávez radicaba en su «método experimental»: Su profunda comprensión de las actitudes y comportamientos populares estaba fuertemente enraizada en la historia de injusticias raciales y de clase y de la rebeldía popular de Venezuela. Chávez, además de estar formado en el seno del pueblo en su experiencia militar viajó, conversó y escuchó a las clases populares de Venezuela hablar de las cosas cotidianas. Su «método» era trasladar el conocimiento basado en lo pequeño a grandes programas de cambios, es decir, diseña cambios estructurales.

             La muerte física de Hugo Chávez ha sido llorada por millones de personas en Venezuela y por cientos de millones en todo el mundo porque su transición al socialismo era su mismo camino; porque escuchó sus demandas y actuó en consecuencia con eficacia.

La socialdemocracia y la seguridad nacional

            Chávez fue un presidente socialista durante más de 13 años que hizo frente a una oposición violenta y prolongada a gran escala y a sabotajes financieros de Washington, la élite económica local y los magnates de los medios de comunicación. Fue el artesano de la conciencia política que dio motivación a millones de trabajadores y aseguró la lealtad constitucional del ejército para vencer el golpe militar-empresarial apoyado por Estados Unidos en 2002. Chávez adaptaba los cambios sociales de acuerdo a una evaluación realista de lo que podía encajar dentro del orden político-legal. Siempre enmarcado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Y, sobre todo, Chávez se aseguró la lealtad de los militares poniendo fin a los «asesores» norteamericanos y al adoctrinamiento imperial en el extranjero, promoviendo en su lugar cursos intensivos sobre la historia venezolana, la responsabilidad cívica y el vínculo fundamental que debe unir a las clases populares y a los militares en una misión nacional común.

 

            Las políticas de seguridad nacional de Chávez se basaban en principios democráticos y en el claro reconocimiento de las graves amenazas que se cernían sobre la soberanía del país. Consiguió salvaguardar la seguridad nacional y los derechos democráticos y libertades políticas de sus ciudadanos al mismo tiempo, una proeza que ha ganado para Venezuela la admiración y la envidia de abogados constitucionalistas y ciudadanos de Estados Unidos y la UE.

Chávez procuró una resolución diplomática y pacífica de los conflictos con vecinos hostiles, como Colombia, que alberga siete (7) bases militares norteamericanas.[http://www.aporrea.org/tiburon/n259717.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+aporrea+(Aporrea.org)], potenciales trampolines para una intervención norteamericana.  Por el contrario, los gobernantes de Estados Unidos han estado y están implicados en guerras abiertas con otros países y ha realizado acciones hostiles encubiertas contra otros muchos más.

            El legado de Chávez posee múltiples facetas. Sus contribuciones son originales, teóricas y prácticas y de relevancia universal. Demostró en la práctica cómo un pequeño país puede defenderse contra el imperialismo, mantener los principios democráticos y a la vez poner en marcha programas sociales avanzados. Su búsqueda de la integración regional y su promoción de los valores éticos en el gobierno de la nación son ejemplos relevantes en un mundo capitalista anegado de políticos corruptos que rebajan el nivel de vida de sus pueblos mientras enriquecen a los plutócratas.

            El rechazo de Chávez a la doctrinas que justifica el «terrorismo de Estado para combatir al terror», su firme convicción de que las raíces de la violencia son la injusticia social, el saqueo económico y la opresión política y su creencia en que el camino hacia la paz pasa por la resolución de estos temas fundamentales suponen una guía ética-política para la supervivencia de la humanidad.

            Enfrentado a un mundo violento de contrarrevolución imperial y decidido a estar del lado de los oprimidos del mundo, Hugo R. Chávez Frías, entró a formar parte de la historia mundial como un dirigente político completo, con la estatura del líder más humano y multifacético de nuestra época: Un líder del siglo XXI.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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8 de septiembre: Día Internacional de la Alfabetización

America del Sur/ Venezuela/ Prensa MINCI

El 8 de septiembre de cada año se celebra el Día Internacional de la Alfabetización a partir de su aprobación en 1965, por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La Unesco en este día busca concientizar al mundo sobre la importancia de saber leer y escribir, reconocer la alfabetización como un derecho humano fundamental para el crecimiento individual y social de toda persona.

La campaña del Día Internacional de la Alfabetización 2015, impulsada por laUnesco, tiene como tema principal “Alfabetización y Sociedades Sostenibles”,ya que busca exaltar el vínculo que existe entre la educación y la conformación de comunidades sostenibles mediante la adquisición de conocimientos y herramientas que le permitan a los pueblos su pleno desarrollo.

El Día Internacional de la Alfabetización busca recordar que un mundo alfabetizado no es simplemente un mundo en donde la población sabe leer y escribir, sino uno en el que el potencial humano ha sido liberado y puesto al servicio del progreso.

Según la Unesco, cuando más de 90% de la población adulta de una nación está alfabetizada, se ha alcanzado la alfabetización universal o casi universal y cuando 70% de la población ha sido alfabetizada, se considera que el proceso es irreversible ya que cualquier persona analfabeta sentirá la necesidad de adaptarse al medio en donde predominan las personas alfabetizadas.

Día Internacional de la Alfabetización

La Comunidad Internacional y las Naciones Unidas reclamaron el máximo esfuerzo de todos los países a fin de alcanzar una educación para todos y todas antes de 2015.

Las personas que saben leer y escribir dejan atrás para siempre la ignorancia y están más capacitadas para elegir y llevar una vida más plena. Son personas más libres, trabajadores productivos e individuos menos expuestos a la miseria.

El desarrollo económico, el progreso social y la libertad de los seres humanos dependen del establecimiento de un nivel básico de alfabetización en todos los países del mundo.

En Venezuela, el Día de la Alfabetización tiene gran repercusión debido alarduo trabajo que ha realizado el Gobierno Nacional a través de las distintas misiones sociales orientadas a la educación, obteniendo resultados positivos que permitieron declarar a nuestro país como Territorio Libre de Analfabetismo el 28 de octubre de 2005, luego de haber alcanzado la meta de 1.482.543 personas alfabetizadas gracias al convenio educativo Andrés Bello avalado por la Unesco.

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La Misión Samuel Robinson, inspirado en el maestro Simón Rodríguez,continúa brindando la oportunidad a cientos de venezolanos y venezolanas para ingresar al sistema educativo nacional.

De la misma manera, programas educativos como la Misión Robinson han permitido al Gobierno Revolucionario continuar brindando la oportunidad a cientos de venezolanos y venezolanas para ingresar al sistema educativo nacional.

Día Internacional de la Alfabetización

Lo que hace que Venezuela en Latinoamérica destaque como uno de los líderes en materia de alfabetización, pues de acuerdo con las últimas cifras reconocidas por la Unesco, en menos de diez años se ha logrado alfabetizar a 95,2% de la población que no tenía ningún tipo de instrucción.

Esto es un logro destacable de la Revolución Bolivariana ya que el trabajo social que se realiza hoy en el país ha permitido la inclusión de todos y todas en el sistema educativo venezolano, sirviendo incluso como ejemplo para otros países de América y el mundo.

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