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Educación: tiempo de “parar la pelota”

Por: Ricardo Braginsky.

 

Cuando a principios de marzo se detectó al primer contagiado de coronavirus en el país, todos los argentinos compartíamos una certeza: el sistema de salud no iba a estar preparado para hacer frente a una situación similar a la que mostraban las noticias que llegaban de España o de Italia.

Certeza más imágenes fuertes, el resultado fue un consenso inédito, en el país, en torno a esas primeras medidas de aislamiento social. Nos olvidamos de todo tipo de grietas. Todos nos encuadramos, sabíamos que al sistema de salud había que darle tiempo.

Lástima que, en el apuro, no advertimos que en otras áreas de la vida social argentina, el país tampoco estaba preparado para enfrentar una pandemia de estas características. Y que esas áreas también necesitaban tiempo para adecuarse bien.

Una escuela en Shangai. Imágenes de la "nueva normalidad" educativa.

Una escuela en Shangai. Imágenes de la «nueva normalidad» educativa.

Una de ellas es la educación. Definido el aislamiento, incluso unos días antes del decreto presidencial, todo el sistema educativo pasó a una “continuidad pedagógica a distancia”. Así, de la noche a la mañana, sin tiempo para planificar. Las escuelas de todos los niveles y de todas las regiones del país debieron adaptarse a la educación sin presencia física: las públicas y las privadas, las urbanas y las rurales, las que atienden a familias más acomodadas o a las más vulnerables. Todas.

Después de tres meses de semejante experiencia colectiva, lo que queda claro es que no todas las escuelas ni los estudiantes y sus familias están preparados por igual. Quizás sí, aquellos sectores del país que combinan familias con cierto capital cultural previo, más buena conectividad para poder recibir clases a través de videoconferencias. Pero en el resto, difícil. Abundaron las fotocopias, los mensajes de WhatsApp. El esfuerzo de muchos padres que hacen lo que pueden.

Una escuela en la India. Imágenes de la "nueva normalidad" educativa.

Una escuela en la India. Imágenes de la «nueva normalidad» educativa.

Los ministros de Educación de todo el país están diseñando por estos días cómo será la vuelta a las aulas. Hay distintos esquemas en análisis. El Gobierno porteño avanza con el modelo israelí, de cuatro días de clases cada dos semanas. La única provincia que, por ahora, presentó una propuesta formal es Catamarca, donde no hubo ni un sólo caso de Covid-19.

Quizás sea éste el mejor momento para “parar la pelota”, levantar la vista y mirar para adelante. El desafío es enorme: porque lo que viene no es un regreso a la presencialidad que teníamos, sino más bien un paso hacia la “nueva normalidad” educativa, que nadie sabe bien cómo será.

Pero la diferencia es que ahora sí hay tiempo. La vuelta no sería antes de agosto, coinciden los ministros. Es tiempo de pensar y ver cómo esta vez se incluye a todos los argentinos.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/educacion-tiempo-parar-pelota-_0_pc5RFyjlB.html

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Coronavirus en Perú: hospitales desbordados y barrios populares con rápido contagio

América/Perú/27/05/2020/Autor: Carlos Noriega/Fuente: pagina12.com.ar

Enfermos que buscan desesperadamente atención mueren en esa espera en los pasillos de los centros de salud. Más de 600 infectados con covid -19 han fallecido en sus casas.

 

Desde Lima

 Con cerca de 120 mil casos de coronavirus, más de tres mil muertos, hospitales desbordados, el gobierno peruano extendió hasta el 30 de junio la cuarentena iniciada el 16 de marzo y que debía culminar este domingo. Con esta medida serán quince semanas, 107 días exactamente, de confinamiento obligatorio. Un tiempo mayor que la cuarentena de Wuhan, la provincia china donde estalló la pandemia. Pero esta ampliación llega con una apertura paulatina de las actividades económicas. El toque de queda nocturno se mantiene, pero se reduce en una hora. A partir del lunes rige desde las nueve de la noche.

Los contagios aumentan con más rapidez en los barrios popularesLima, que tiene el 30 por ciento de la población del país, concentra aproximadamente el 60 por ciento de casos. Según el reporte oficial, de las 119.959 personas contagiadas, 3.456 han muerto, 7.779 están hospitalizadas y 920 en cuidados intensivos conectadas a un respirador. Esto ha puesto al borde del colapso un sistema de salud descuidado por distintos gobiernos y por un modelo neoliberal de espaldas a los servicios públicos.

El presidente Martín Vizcarra ha justificado la ampliación de la ya larga cuarentena señalando que era una medida necesaria para evitar que los contagios se multipliquen a un ritmo mayor si ésta era levantada y así ganar tiempo para mejorar la débil capacidad de respuesta del sistema de salud, que calificó como “precario”. Señaló que la meta del gobierno para el final de junio, cuando termine esta nueva ampliación del confinamiento obligatorio, es haber duplicado la capacidad hospitalaria, que es de diez mil camas, y el número de respiradores para atender a los enfermos graves, que al inicio de la cuarentena en marzo eran apenas poco más de 200 y ahora son mil, lo que deja menos de cien disponibles, aunque esa cifra nacional oculta que en varias regiones ya no hay respiradores libres y los enfermos mueren esperando uno.

“Con esto hemos aprendido que temas tan importantes como la salud y la educación han estado descuidados desde hace mucho tiempo. Eso tiene que cambiar”, ha reconocido Vizcarra. Un descuido que ahora se paga caro.

En los pasillos de hospitales desbordados enfermos que buscan desesperadamente atención mueren en esa esperaMás de 600 contagiados con covid – 19 han fallecido en sus casas, sin ser atendidos en un centro de salud. En las puertas de los hospitales se repiten las imágenes del personal de salud protestando por la falta de equipos de protección para atender a sus pacientes. Hay quejas de equipos defectuosos que han sido entregados y denuncias de corrupción en las compras realizadas.

Este domingo se reportaron oficialmente 4.205 nuevos contagios y 83 muertes, menos que las 129 del día anterior. El gobierno asegura que ya se ha llegado al pico y ahora la curva está -como promedio nacional, pero con diferencias regionales- en una meseta con un lento descenso. Hay un debate sobre esto.

“De acuerdo a lo dispuesto por el Ministerio de Salud, en el Perú se están registrando como positivos no solamente los casos sintomáticos, de enfermos, sino también los asintomático que han desarrollado anticuerpos pero no tienen la enfermedad. Esto sube las cifras. Ambos datos deberían analizarse por separado. Los casos nuevos que se informan cada día no son contagios del día, sino registrados en el día que se hace el reporte, pero la enfermedad ha sido contraída anteriormente. Eso distorsiona el análisis. Si ordenamos los datos por las fechas de inicio de la enfermedad y vemos los casos de los enfermos, la curva epidemiológica está en una fase de descenso. Pero sigue una alta demanda en los hospitales, que en muchos casos están colapsados”, le declaró a PáginaI12 el epidemiólogo Luis Suárez, coordinador de investigación y salud pública de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y ex director del Centro Nacional de Epidemiología y Control de Enfermedades.

“Hay heterogeneidad -precisa el doctor Suárez- en el momento epidemiológico que está viviendo cada región del país. La curva de casos ya está bajando en zonas que han sido muy afectadas, pero ha comenzado a subir en otras. Por eso no estoy de acuerdo con una misma medida para todo el país, creo que la mejor opción sería poner cuarentenas focalizadas según el desarrollo de la enfermedad en cada zona”.

Con una informalidad del 70 por ciento de la economía, empleos precarios y sin derechos laborales, muchos que viven del día a día, buena parte de la población se ha quedado sin ingreso. La ayuda económica del gobierno para los más vulnerables no solo no termina de repartirse, sino que el monto equivalente a 220 dólares dado para un mes de cuarentena se mantiene congelado para los ahora más de tres meses de confinamiento.

En ese complicado escenario, el gobierno decidió apostar por la apertura gradual de la economía, a pesar de los temores que eso incremente los contagios. Con la apertura, el caótico transporte público amenaza multiplicar la propagación del virus. El gobierno aclara que se ha reducido la capacidad de las unidades de transporte a la mitad, pero eso es difícil de controlar.

Las primeras actividades en comenzar a operar son la minería, pesca, construcción, textiles, consultorios médicos, restaurantes por delivery, servicios de reparación a domicilio, venta de ropa por internet, peluquerías y algunos otros rubros. Se deben cumplir protocolos de distancia física, llevar mascarilla todo el tiempo y pruebas para detectar el virus a los que se incorporen a estas actividades. No podrán volver al trabajo los mayores de 65 años, quienes tengan obesidad o enfermedades como diabetes, hipertensión, afecciones cardíacas, entre otros males. Como parte de esta apertura, se anunció la vuelta en las próximas semanas del fútbol profesional, pero sin público. Este proceso de reactivación económica continuará por fases hasta agosto, cuando se espera que el 95 por ciento de la economía ya esté en funcionamiento.

Lo que no tiene fecha es el retorno de los alumnos a colegios y universidades. El gobierno ha dicho que la suspensión de clases presenciales y la continuación de la modalidad virtual podría durar todo el año. En las puertas de colegios privadas se repiten protestas de padres que exigen se baje el costo de las pensiones por este cambio en la modalidad de enseñanza. El gobierno dice que no puede intervenir en el tema porque se trata de contratos entre privados. Los niños hasta 14 años podrán salir a pasear acompañados de un adulto hasta por 30 minutos al día cerca a sus domicilios.

“La normalidad como la conocíamos ya no existe. Ya nada va a ser igual. Tenemos que aprender a vivir con una nueva convivencia. El distanciamiento social seguirá hasta que haya una vacuna o una cura”, dijo Vizcarra al anunciar la nueva prolongación de la cuarentena. La popularidad del presidente, que en marzo luego que decretara la cuarentena subió de 52 a 87 por ciento, se mantiene alta, con 83 por ciento de respaldo, según un reciente sondeo de Ipsos.

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/267960-coronavirus-en-peru-hospitales-desbordados-y-barrios-popular

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Vicky Fumadó: «Los niños viven el momento y tienen más resiliencia, aguantan mejor esta situación que los adultos»

Vicky Fumadó es pediatra del Hospital Sant Joan de Déu especializada en enfermedades infecciosas y patología importada y tropical. Durante su trayectoria, ha trabajado en Saint John of God Missionary Hospital de Sierra Leona durante la epidemia del ébola y también en otros países del continente africano como Tanzania, Etiopía y Mozambique. Considera que si el coronavirus llega al continente africano con la misma intensidad que en Europa, puede tener graves consecuencias debido a la gran fragilidad de los sistemas sanitarios africanos. «Los programas de salud funcionan con la financiación de los países occidentales, y eso se notará mucho en 2021. El presupuesto para cooperación en materia de salud de África será todavía mucho más limitado», señala la pediatra. También remarca que, en general, hace falta una mayor inversión en prevención ante las epidemias. «Nuestro sistema sanitario es muy bueno en el ámbito asistencial, pero se invierte muy poco en salud pública y epidemiología que, en este caso, son las herramientas que nos hubieran ayudado a contener mejor la pandemia del coronavirus».

¿Cómo está viviendo el Hospital Sant Joan de Déu la crisis del coronavirus?

El coronavirus ha trastornado nuestras rutinas. Desde enero teníamos activado todo un dispositivo por si llegaba el virus. Además, el hospital tiene un convenio de colaboración con China, que nos envía niños para tratarlos en el hospital. En todo este tiempo, eso no se ha dejado de hacer, por lo que teníamos que estar muy preparados para poder atender bien a los pacientes. Desde enero empezamos a dar formación para que los profesionales aprendieran a ponerse los equipos de protección individual, ya que sólo los que trabajamos con alto aislamiento estábamos formados. Adoptamos las adecuadas medidas de protección y nos fuimos adaptando a las circunstancias según evolucionaba la epidemia.

Los primeros casos que tuvimos fueron muy leves. Primero testábamos todos los pacientes, pero llegó un momento que esto no era posible. Había muchos más posibles casos que test. En este momento, las dinámicas de trabajo del Hospital cambiaron mucho. Somos un Hospital «amigo de los niños», en el que hay muchos lugares para jugar, hay payasos, magos, perros, zonas de espera para las familias y un contacto muy estrecho con voluntarios. Todo ello se tuvo que desmontar de la noche a la mañana. Hemos tenido que dejar de hacer lo que hacía que nuestro Hospital tuviera unas características tan especiales, para priorizar la seguridad.

¿Cómo se han tenido que adaptar los profesionales y las infraestructuras hospitalarias?

En medio de la pandemia tuvimos que adaptar espacios para ingresar a los pacientes y separar zonas con pacientes Covid-19 y zonas libres del virus. Hubo un momento en el que el Hospital admitió adultos, primero los más jóvenes y luego no tanto, para dar ayuda al resto de hospitales de Cataluña, y especialmente de Barcelona. Muchos hospitales cerraron las unidades de pediatría y nosotros, al ser un monográfico, tuvimos que atender a todos los niños con otras patologías, de acuerdo con los otros hospitales. La vida hospitalaria cambió mucho, y aún continúa cambiando. Hemos pasado de tener unos pocos casos aquí a estar rodeados por la pandemia, y todo ello requiere adaptaciones muy rápidas del personal y de toda la infraestructura hospitalaria.

La adaptación de los profesionales para atender adultos ha sido, sobre todo, en relación a las UCI y la hospitalización, siempre contando con apoyo de internistas y del Hospital Clínico para poder adaptar las pautas y protocolos y pedir ayuda en el tratamiento de enfermedades de los adultos que acompañan a esta infección. Sobre todo, hemos tenido que ponernos muy al día con la afectación que tiene el coronavirus en los adultos y la que tiene en los niños. La infección la podíamos tener protocolizada y saber las complicaciones que hay, pero en los adultos hay otras enfermedades que acompañan a la infección que no estamos acostumbrados a tratar.

En los niños la incidencia del coronavirus es bastante leve.

Sí que es cierto que en la gran mayoría es leve, pero hemos visto casos más graves; hemos tenido niños ingresados ​​en las UCI. De hecho, desde el Hospital hemos puesto en marcha una plataforma que se llama ‘Kids Corona’ que consiste en varios estudios para ver la incidencia del coronavirus en los niños y estudiar por qué la expresión de la enfermedad es más leve en los niños. Se trata de estudiar núcleos familiares que hayan sufrido la Covid-19, para determinar por qué la incidencia del virus parece menor en niños que en adultos. Este programa comenzó porque cuando llevábamos casi 400 test sólo había un 5% de positivos y, a partir de ahí, nos preguntamos qué estaba pasando. Hay varios estudios en marcha, basados ​​en varias hipótesis, como la protección que puede proporcionar la microbiota de la nasofaringe en niños, o el estudio de biomarcadores que pueden favorecer la protección del organismo del niño, entre otros.

¿Cómo cambiarán las dinámicas de trabajo con la reducción de la intensidad de la pandemia?

Ahora mismo estamos en un proceso de desescalada, tenemos menos pacientes ingresados ​​en planta y en las UCI. Se están volviendo a abrir algunas consultas externas que durante este periodo no han sido esenciales y han disminuido mucho su actividad, y esto hace que queramos ser un espacio seguro para el personal y los pacientes que llegan. Debemos seguir haciendo circuitos diferenciados de pacientes y ver un poco en cada servicio que hay que hacer y cómo tratar los grupos más vulnerables de pacientes para que todo sea lo más seguro posible. También se seguirán haciendo seguimientos telemáticamente de algunas patologías como hemos hecho hasta ahora, para no poner en riesgo a los pacientes.

Una filosofía que siempre nos guía es hacer que el niño se sienta como en casa, que esté cómodo y tenga un ambiente amigable, en este momento no puede ser la prioritaria; lo primero es que el Hospital sea un sitio seguro. Los acompañantes se han reducido sólo a uno y las mujeres que ahora tienen un hijo no pueden recibir visitas. Y esto tendrá que seguir así mientras haya transmisión comunitaria. En estos momentos parece que está bajando, pero no podemos asegurar nada y es posible que haya un rebrote, porque durante muchas semanas hemos sido confinados y ahora que volvemos a salir a la calle lo más probable es que haya una subida de casos, aunque esto no quiere decir que se llegue a la situación de antes.

Con el retraso en las pruebas diagnósticas, ¿puede ser que en los próximos meses se detecten más casos entre niños de enfermedades graves, como el cáncer?

Aunque parte de la actividad se ha reducido en las últimas semanas, lo que es esencial no se ha postpuesto. Oncología, por ejemplo, ha continuado funcionando. No creo que pase, porque normalmente cuando detectas un cáncer o enfermedad grave es que un niño se ha puesto muy enfermo. Lo que sí sucederá es que actividades no imprescindibles se alargarán más en el tiempo y esto puede tener una repercusión en las listas de espera. Pero todo lo que son enfermedades graves hemos intentado que la gente viniera y se sintiera segura. Lo que sí hemos notado es que la gente, a veces, tenía miedo a venir al Hospital. Yo cada día llamaba a los pacientes que debían venir al día siguiente para saber si vendrían y mucha gente me decía que, como no era imprescindible, vendrían cuando hubiera pasado todo esto. También ha ocurrido que pacientes con enfermedades muy agudas, como puede ser una apendicitis, han venido más tarde, de tal manera que han venido con patologías más evolucionadas.

Usted es especialista en Medicina Tropical. Ahora mismo la incidencia en África del coronavirus todavía es bastante leve, pero ¿cómo cree que puede afectar la pandemia en el continente africano? Parece evidente que los sistemas sanitarios africanos no están suficientemente preparados.

De momento el número de casos en el continente africano es mucho más bajo de los que hay aquí. Por suerte. Pero claro, yo he vivido la epidemia del virus del ébola allí, trabajando en Sierra Leona en el Hospital Saint John of God, y la epidemia dejó un sistema sanitario, que ya es precario de por sí, muy destruido. La gente tenía mucho miedo de ir a los hospitales, por lo que morían de otras enfermedades, como de malaria o, por ejemplo, mujeres que tenían el parto en casa, sin ninguna atención. Esto da miedo, porque ellos tienen mucho en la cabeza la idea del ébola. Las repercusiones de una pandemia como el coronavirus en un sistema de salud mucho más débil que el nuestro serían mucho mayores, también para la mortalidad por otras enfermedades.

Lo más preocupante es que la Covid-19 arrastra en Europa y en los países más ricos a una crisis económica muy grave, debido al paro de la economía y de las industrias. Si aquí las consecuencias pueden ser nefastas, en África aún lo serán más. La mayoría de personas viven en la pobreza y sobreviven de donaciones, los programas de salud funcionan de la financiación de los países occidentales, y eso se notará mucho el 2021. El presupuesto para cooperación en materia de salud de África será todavía mucho más limitado. Esto si no acaba de entrar el virus, porque, si entra será terrible. Afectará de una forma aún más acentuada que en Europa. No sabemos exactamente por qué el virus aún no tiene mucha incidencia en el continente africano. Se dice que tal vez es por el clima, que la incidencia directa de los infrarrojos en el virus puede ayudar a su destrucción. Pero pueden ser otros factores. También puede ser porque hay una media de población más joven, que puede ser un factor que contenga también los casos más graves. Hay muchas cosas que no sabemos de este virus todavía. Es complicado. Es muy desconocido todavía y, cuando pensamos que estamos controlando algo, nos aparece otra cosa.

¿Cree que algunos países africanos pueden estar más preparados ante el coronavirus, con la experiencia que tienen del ébola?

Sí están más preparados a la hora de aceptar un confinamiento, a saber que hay un momento en que deben aceptar lo que viene y limitar sus movimientos, pero no están preparados, los sistemas de sanidad que tienen no son fuertes. Continúan siendo mucho más fuertes los nuestros. Nosotros tenemos mucha suerte de estar donde estamos. Al final se han puesto en marcha los recursos, tendremos una grave crisis económica, pero yo creo que vamos a salir de esta. Creo que, con esfuerzo, dentro de un año tendremos una vacuna. La gente ha sufrido mucho, y está sufriendo, pero aprenderemos que la prevención es importante, que cosas tan básicas como el lavarse las manos puede controlar una infección, y muchas otras cosas simples y no tan simples. Nos han colocado en nuestro sitio un poco.

¿Qué lecciones extraeremos de todo esto?

En el mundo occidental vivíamos en una falsa seguridad. Pensábamos que las epidemias no podían volver y que no podría pasar esto, y ahora nos hemos sentido vulnerables, y creo que le daremos más importancia a cosas a las que no se la dábamos. Creo que esta crisis nos ha hecho sentir menos prepotentes, y darnos cuenta de que tenemos que trabajar para tener un mundo mejor y sin infecciones, y que hay cosas sencillas que puede hacer todo el mundo que deberían estar mucho más interiorizadas e incluidas en la nuestra educación. Yo creo que mucha gente no se lavaba las manos al volver de la calle, y son cosas muy sencillas que permiten cortar la transmisión de un virus.

Los niños han estado muchos días encerrados en casa y hace sólo unos días que pueden salir un rato. ¿Cree que este confinamiento puede tener consecuencias en su salud mental?

La verdad es que los niños aguantan mejor las cosas que los adultos, tienen mayor resiliencia. Han podido disfrutar de pasar el rato con sus padres y han podido divertirse en algunos momentos. Pero sí es verdad que no todos tienen las mismas oportunidades. Hay pisos que son muy pequeños y en los que viven muchas personas. Esto al final genera tensión en la familia, porque los niños se ponen nerviosos si no se pueden mover. Naturalmente, quienes han tenido un mínimo espacio o una terraza, lo habrán vivido mejor que quienes viven en un espacio cerrado y oscuro, y con mucha gente en casa. Pero en relación a la recuperación y a los problemas de salud mental, tienen y tendrán más los adultos que los niños. Además, hay otra cosa, que es que los niños viven la inmediatez, viven el momento.

Nosotros vivimos más angustiados de cara el futuro.

Exacto, y tales preocupaciones no las tienen ellos. Si en ese momento se lo están pasando bien, no piensan si mañana podrán salir de casa. Cuando a un niño le dices: «Esto lo haremos el próximo domingo», te dice: «¡Uff, falta mucho!». Quizás lo han vivido peor los adolescentes, pero la mayoría pueden utilizar herramientas para comunicarse con sus compañeros.

¿Cómo puede haber afectado el confinamiento en niños con trastornos como el autismo o, por ejemplo,  déficit de atención o especialmente hiperactivos?

Ha afectado, sobre todo, a los niños con autismo, los niños con los que no puedes conectar o a los que no les puedes contar las cosas y necesitan moverse. Por eso al final se consiguió que pudieran salir e, incluso, algunos se tuvieron que identificar porque si no la gente les insultaba desde los balcones. Era necesario que estos niños pudieran salir. De hecho, yo creo que si fuéramos más disciplinados, se hubiera podido hacer que todo el mundo pudiera salir a dar una vuelta un rato, pero ya has visto que cuando se puede salir, la gente sale y se junta, con lo cual es complicado llevar a cabo el desconfinamiento de una forma segura.

¿Cree que se está asumiendo responsablemente la desescalada por parte de la ciudadanía?

Me ha parecido observar que no se mantiene correctamente la distancia física que debe mantenerse. No se han utilizado correctamente las mascarillas en lugares donde no se puede mantener esta distancia…eso me preocupa, son cosas que nos pueden hacer ir hacia atrás.

¿Nuestro sistema de salud estaba suficientemente preparado para la pandemia del coronavirus? ¿Qué mejoras reivindica?

Yo creo que tenemos un buen sistema de salud, muy buenos profesionales y hospitales, pero la salud pública y la epidemiología no se veía como una especialidad importante. Aquí se debería haber invertido mucho más en ello y, sobre todo, prever qué se necesitaría cuando la epidemia ya era evidente, pero continuábamos pensando que no llegaría a Europa. Hemos ido un poco lentos con esto. Yo creo que esta crisis pondrá de manifiesto esto: la necesidad de invertir en salud pública. Primero lo teníamos lejos, en China, pero en un mundo global la distancia es difícil de medir. Cuando lo teníamos aquí al lado, en Italia, era evidente que nos llegaría de la misma manera, pero aquí parece que se pensaba que nos salvaríamos, pensábamos que nuestro sistema asistencial era más fuerte y contendría la pandemia, pero no ha sido así. Sin embargo, no había ninguna razón para pensar que no nos llegaría de la misma manera. Aquí resbalamos un poco. En Portugal, por ejemplo, se han adelantado mucho más que nosotros y ha podido frenarlo antes. Nuestro sistema sanitario es muy bueno en el ámbito asistencial, pero se invierte muy poco en prevención, salud pública y epidemiología, que en este caso son las herramientas que nos hubieran ayudado a contener mejor la pandemia.

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Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/15/los-ninos-viven-el-momento-y-tienen-mas-resiliencia-aguantan-mejor-esta-situacion-que-los-adultos/

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Daniel Innerarity: “Que sanidad y educación ganen peso es una de las pocas noticias ilusionantes de esta devastación”. País Vasco

Redacción: La Marea

En un contexto de enorme incertidumbre es cuando más falta hacen mentes lúcidas como las de Daniel Innerarity, catedrático de filosofía política de la Universidad del País Vasco y colaborador en varios medios de comunicación. “De las ruinas no surge necesariamente el nuevo orden y el cambio puede ser a peor”, nos advierte.

¿Cómo le ha pillado esta situación?

Seguramente como a todos: desprevenido. Me consuela pensar que aprenderemos más de ella quienes no sabíamos que iba a venir y todavía tampoco tenemos del todo claro qué va a cambiar después. Nuestro mundo se caracteriza porque, además de cambios graduales o previsibles, cada vez hay más lo que se viene llamando cambios discontinuos, repentinos, no anticipados, y que modifican las sociedades de un modo catastrófico. Una pandemia es un caso típico de esta clase de acontecimientos. La dificultad de predecir estas irrupciones no es solo acerca de cuándo van a suceder sino incluso sobre su naturaleza, de manera que no sabemos exactamente qué va a suceder (o qué ha sucedido y qué va a cambiar después).

Este es un territorio que desconocemos, también quienes tienen que gestionarlo, expertos y políticos. De ahí que las decisiones para hacer frente a la crisis tengan un cierto carácter de improvisación y experimento, e incluso estén llenas de errores, especialmente cuando no se ha identificado bien la naturaleza del problema. La mayor parte de estas equivocaciones prácticas obedecen a falta de conocimiento, bien porque no se ha hecho el esfuerzo correspondiente (generación de saber experto, deliberación colectiva, previsión y estrategia), bien debido a que la propia naturaleza de estos fenómenos los pone fuera del alcance de nuestro conocimiento.

Los efectos de esta crisis aún se desconocen, pero ¿podemos empezar a sacar algunas conclusiones, algunas lecciones?

Las catástrofes proporcionan evidencias del daño, pero no de la sanación. Esa idea que algunos defienden de que del sacrificio procede la emancipación es tan increíble como asegurar que de esa conmoción vayan a beneficiarse los que más lo necesitan. Hay en esta expectativa al menos dos supuestos difíciles de creer: que lo negativo produzca lo positivo y que esa nueva positividad se vaya a repartir con equidad. De las ruinas no surge necesariamente el nuevo orden y el cambio puede ser a peor. Los tiempos de crisis pueden llevar a ciertas formas de desestabilización que representen una oportunidad para los autoritarismos y populismos iliberales.

Nuestra realidad social y política tiene muy poco que ver con el tipo de alteraciones de otra época, la de las revoluciones clásicas, las implosiones de regímenes, el hundimiento de las civilizaciones y los pronunciamientos o golpes de estado. Las democracias liberales son los espacios políticos en los que las expectativas de cambio están equilibradas —en ocasiones, mal equilibradas— por las resistencias a cambiar y donde esa voluntad de transformación se canaliza en vías incrementalistas. No hay ningún acontecimiento natural que nos vaya a ahorrar el trabajo transformador. Este no es un argumento contra el cambio, pues no hay cosa menos transformadora que la nostalgia de lo completamente otro.

En términos de organización social, ¿es de los que piensa que cuando esto termine nada volverá a ser igual, o que todo volverá a su cauce?

Repiten los libros de autoayuda que no debemos malgastar una buena crisis, que son momentos de oportunidad. Las crisis son momentos de cambio por las mismas razones que pueden serlo de conservación o de retroceso. Que nos decidamos por lo uno o lo otro es algo que no nos enseña ningún manual para salir de las crisis, sino que depende de las decisiones que adoptemos. Nada nos asegura el aprendizaje tras las crisis. Podría ocurrir que un mundo se hubiera acabado y que lo siguiéramos pensando con categorías de otro tiempo y gestionándolo como si nada hubiera pasado.

La especie humana debe su supervivencia a la inteligencia adaptativa, compatible con que en muchos aspectos sigamos instintivamente aferrados a lo que hasta ahora había funcionado. En ese caso andaríamos como zombis en medio de serias advertencias que no terminamos de tomarnos suficientemente en serio, como si la situación natural del ser humano fuera el despiste y la sociedad el lugar en el que se realiza esa enorme distracción colectiva.

Desde hace un mes, el debate patriótico parece haber desaparecido de la agenda mediática. ¿Es un fenómeno momentáneo o a partir de este momento los temas sociales, como la sanidad o la educación, ganarán peso en la política y los medios?

A una crisis sanitaria de estas dimensiones, que continuará con una crisis económica, inevitablemente tiene que seguirle una crisis política, por la cual no deberíamos entender un cambio de gobierno (que no tiene por qué suceder) sino algo más radical: un cambio en las agendas políticas debido a un reordenamiento de las prioridades. Esto no significa que vayan a desaparecer o disolverse por arte de magia algunos problemas (como ha profetizado alguno en relación con la cuestión territorial, seguramente porque lo desea, no tanto porque así se constate), sino que van a quedar condicionados a otros problemas o van a ser enfocados de otro modo.

Que la educación y la sanidad ganen peso en la nueva agenda política es una de las pocas noticias ilusionantes de esta devastación. Mejoraremos las tecnologías de la educación a distancia, pero también revalorizaremos a la escuela como espacio físico e institución que iguala más que las familias. Y la sanidad pasará a ser considerada como un asunto que tiene que ver también con la seguridad.

¿Nos empezaremos a respetar más a partir de ahora o seguiremos insultándonos en las redes?

Una catástrofe no cambia la condición humana y los que son proclives al insulto puede que encuentren ahora y después más motivos para hacerlo. Otra cosa es el pluralismo político, que seguirá existiendo después de la crisis y que se pondrá de manifiesto en cuestiones como que no estamos de acuerdo ni en cómo abordar la crisis ni en cómo debería ser el mundo después de ella.

Por supuesto que hay salidas de esta crisis que parecen más razonables que otras e incluso algunas decisiones que se acercan mucho a lo indiscutible. Pero no deberíamos olvidar que hay una pluralidad de opiniones sobre lo deseable y que el único modo de decidir acerca de cuál es la dirección adecuada de ese cambio enfático que por todas partes se proclama es el debate democrático. Incluso donde algo se desmorona no siempre es evidente qué debe reemplazarlo y el diálogo democrático es lo que debe ponerse en marcha cuando algo no está del todo claro.

¿Los ‘pactos de la Moncloa 2.0’ son posibles y necesarios?

Pienso que la dimensión competitiva, electoralista y cortoplacista es excesiva en nuestro sistema político. De qué modo puede corregirse esto es una cuestión a la que pueden darse varias respuestas, pero algo habrá que inventar a este respecto. Y me gustaría advertir que la puesta en marcha de un proceso de acuerdo en esta línea debería incluir a más agentes políticos de los que podían gestionar una transformación de esa envergadura en 1977, pero también que las relaciones entre esos agentes debe ser más horizontal e integradora. Por decirlo gráficamente (y todo el mundo entenderá a qué me refiero), ahora, por así decirlo, el que se mueve sí que sale en la foto…

En Italia cobra fuerza la idea del aprobado general en la educación superior. En España esta opción no parece estar sobre la mesa, aunque algunas voces la reclaman. ¿Cómo lo ve?

El confinamiento está poniendo de manifiesto que la escuela, con todas sus limitaciones, es un instrumento de igualdad. Un aprobado general sería una caricatura de igualdad, pero tenemos que pensar algún instrumento de calificación que tenga en cuenta las circunstancias extraordinarias en las que nos encontramos, que no regale nada pero que tampoco castigue el esfuerzo.

Han enfermado muchos políticos, gente famosa, ricos, personas que habitualmente no usan (y seguramente no valoran) la sanidad pública. De alguna manera, la percepción de determinadas capas sociales sobre lo público debería variar, ¿no cree?

No comparto ese argumento porque da a entender que todos los políticos son necesariamente una casta alejada e insensible a las inquietudes de los demás. Es verdad que hay políticos sin empatía, pero creo que en general nos representan bastante bien, incluidas nuestras miserias. Oponer una élite inepta e insensible a un pueblo sabio y generoso es un autoengaño que sirve para situarnos a la ciudadanía fuera de cualquier horizonte de responsabilidad.

Escribía usted en un reciente artículo que ahora nos sentimos más desprotegidos y vulnerables, porque ni el Estado ni la UE nos ha protegido. Eso podría reforzar las actitudes individualistas y egoístas. Pero, sin embargo, por primera vez en muchos años muchos gobiernos, entre ellos el español, están renunciando al mantra de la austeridad presupuestaria…

La crisis del coronavirus ha llegado a una Europa desprevenida, cacofónica, y dispuestas las tensiones entre los clásicos alineamientos de sus estados miembros, básicamente entre el Norte y el Sur. Recogidas estas críticas, me gustaría señalar alguna inconsecuencia de este poner el foco en las instituciones europeas como el clásico ejercicio de “echar las culpas a Bruselas”, que en ocasiones no es muy riguroso. ¿Por qué hablamos de Europa cuando queremos decir Alemania u Holanda?

Hacemos culpable a Europa cuando no hemos querido dotarla del nivel de integración que sería necesario para hacer frente a una crisis como esta. Una vez pasado el primer momento de urgencia e instalada la crisis entre nosotros, el debate gira en torno a qué medidas tomar en una crisis que va a ser duradera. No hay vía libre a los eurobonos (como querían los países del Sur y rechazaban los del Norte) pero tampoco habrá condiciones para los préstamos, de manera que ni unos países ni otros han conseguido exactamente lo que querían, como es corriente en las negociaciones que caracterizan a esa entidad política tan peculiar que es la UE.

¿Las medidas económicas que ha tomado el Gobierno de Pedro Sánchez son las adecuadas?

Todos los partidos tienen responsabilidades en alguna institución, por lo que el reproche al que vamos a asistir en los próximos meses, siendo inevitable, me parece de las cosas menos beneficiosas de esta crisis. Cuando hay que juzgar a nuestros representantes, me acuerdo de una anécdota del gran Thoreau, un ecologista norteamericano que vivió mucho tiempo en una cabaña perdida en el bosque. Se cuenta que un sacerdote fue a verle cuando estaba moribundo para aportarle los consuelos de la religión y evocarle otro mundo, el del más allá. A lo que Thoreau, sonriendo levemente, le habría respondido: “Por favor, un solo mundo a la vez”.

Al margen del asunto religioso, una cuestión inquietante se nos plantea en la vida con frecuencia: ¿a cuántos mundos pertenecemos? ¿Cuántas cosas tenemos que tener en cuenta a la vez? ¿Cómo compatibilizamos las diversas perspectivas posibles sobre la realidad? La figura del payaso de circo teniendo que mantener en movimiento varios platos al mismo tiempo es una buena ilustración del lío de la vida y del dramatismo de algunas decisiones que equivalen a dejar caer uno de esos platos. Momentos como las crisis nos ponen delante esta diversidad de perspectivas de una manera trágica.

Quienes han tenido que tomar las decisiones más importantes para hacer frente a la crisis del coronavirus no podían permitirse el lujo de ocuparse de un solo mundo, sino que tenían que atender a varios al mismo tiempo y con valores e intereses divergentes: el imperativo de la salud pública, en primer lugar, pero también el funcionamiento de la economía, las necesidades de la escolarización, la importancia de la cultura precisamente en estos momentos… Me imagino en su piel decidiendo a favor de algún objetivo que consideraban prioritario y sabiendo que con ello dañaban gravemente a otro. Que haya varias perspectivas sobre un mismo asunto no nos exime de la obligación de acertar con la que es más importante en cada caso; sirve para que caigamos en la cuenta del dramatismo de las decisiones en un entorno de complejidad, como lo es especialmente una crisis. A diferencia de Thoreau, que pasó buena parte de su vida en una cabaña de un bosque, tenemos la suerte y la desgracia de vivir en varios mundos a la vez.

Fuente: https://www.lamarea.com/2020/04/21/daniel-innerarity-que-sanidad-y-educacion-ganen-peso-es-una-de-las-pocas-noticias-ilusionantes-de-esta-devastacion/

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OPINIÓN | En la ruta del coronavirus

Por: Tlachinollan

El domingo 19 de abril, llevábamos registradas 18 defunciones de migrantes de la Montaña, acaecidas en Nueva York, a causa del coronavirus. De acuerdo con información de sacerdotes católicos, que están brindando apoyo a la población mexicana que enfrenta estos estragos, hay alrededor de 300 mil personas infectadas. Lo más dramático es el número de muertes que rebasa las 14 mil personas. Sin embargo, la misma población está constatando que hay más defunciones, porque muchas personas están muriendo en sus domicilios.

Lo inaudito es que el sistema de salud de esta megalópolis está colapsado. No hay camas para atender a los pacientes, ni personal médico que pueda revisarlos. Por otra parte, mucha gente migrante se resiste a ir a los hospitales, porque teme un desenlace fatal: “No quiero morir solo”, es el argumento que aflora entre las familias que viven con el coronavirus. Se tiene información extraoficial que hay un número aproximado de 300 compatriotas que han fallecido por el COVID – 19.

En el perfil de Facebook ¡Ah, Chingao! encontramos 59 casos de migrantes que han fallecido y que están solicitando apoyo para el pago de gastos funerarios. Su mensaje principal es muy revelador: “Que en paz descancen todos los paisanos que perdieron la vida por el Covid-19 en Nueva York. 🗽🙏😢🖤🖤🇲🇽. Aún no tenemos la cifra exacta de cuántos Mexicanos perdieron la vida en esta pandemia pero si podemos ver qué los más afectados son los hombres. Que Dios bendiga a todas sus familias en estos tiempos difíciles y cuídense muchos amigos tomen las precauciones necesarias. 🙏#compartir #mexicanosennuevayork #coronavirus #mexico”.

Las imágenes y los mensajes que nos transmiten, condensan la tragedia que enfrentan: “Mi esposo murió ayer a las 3 en el hospital Elmhurst necesitamos de su ayuda por favor para poder pagar el funeral por favor hoy por nosotras y mañana por ustedes se los agradeceré!” … “Repatriar en este momento de crisis el cuerpo de un fallecido es muy difícil, por eso queremos mandar las cenizas a la Esposa, hijo y Principalmente a la MAMÁ de Jesús, para que le den el último adiós al amigo. AYUDANDO, AYUDAMOS. GRACIAS”.

Se hicieron añicos los sueños y los proyectos de vida de los jóvenes que hace 40 años se fueron a Estados Unidos porque ya no tuvieron acceso a un pedazo de tierra en la Montaña. La ruta del coronavirus se propagó masivamente en los cinco condados de Nueva York. Impactó fuertemente en los sectores sociales más vulnerables y marginados.  Las autoridades nunca imaginaron que el monstruo de la pandemia cobraría más vidas que en China. El confort de los neoyorkinos los hizo creer que estaban más allá del bien y del mal, y por lo mismo, que su poderío económico los hacía invencibles.

Para los migrantes, con la llegada del coronavirus, el trabajo se acabó y su vida se redujo al pequeño cuarto donde cohabitan varias familias. Su confinamiento y hacinamiento fue el caldo de cultivo para el contagio. Quedaron atrapados sin encontrar una salida a la enfermedad. Prefirieron mantenerse en casa juntos, en lugar de ir a los hospitales, porque pesa mucho el sentimiento de que no son tratados como ciudadanos estadounidenses. El trato discriminatorio en esta emergencia sanitaria le ha costado la vida a mucha población latina y afroamericana.

Las autoridades americanas y mexicanas han dejado en total desamparo a la población migrante. El cierre de las oficinas y la imposibilidad de establecer un diálogo directo con los funcionarios ha cancelado cualquier llamada de auxilio. La atención se ha centrado en la población estadounidense que cuenta con cierto poder adquisitivo y que tuvo el privilegio de comprar un seguro médico. Los miembros del consulado mexicano en Nueva York, corren la misma suerte que los migrantes mexicanos: están encerrados y lo más que pueden hacer es contestar el teléfono para decir que no cuentan con fondos para apoyar en los gastos funerarios. Lo paradójico es que el sábado 18, el mismo consulado, informó que “brinda atención y apoyo económico a las familias de los mexicanos fallecidos a causa del coronavirus (COVID-19) en el territorio neoyorkino”. Manifestó en su cuenta de twitter que “Se atienden todos los casos de las personas que se comunican con nosotros”, y reiteró que está “dando apoyos económicos para traslado de restos”, por lo cual habilitó sus redes sociales y números telefónicos para recibir las peticiones.

La realidad es que los migrantes mexicanos han tenido que reavivar su solidaridad entre los mismos paisanos, para promover cooperaciones y pedir también el apoyo de las familias que se encuentran en la Montaña o en otros estados. Ante la imposibilidad de juntar tres mil dólares como mínimo para la incineración de cada familiar fallecido, muchos migrantes han utilizado la plataforma GoFundme para solicitar el apoyo de los usuarios de internet, ante el incremento de los costos por la gran demanda que existe para los servicios funerarios.

La ruta del coronavirus en buena medida es la ruta migratoria que han abierto los mexicanos y mexicanas, por eso no es casual que Baja California y Sinaloa ocupen el tercer y cuarto lugar nacional en cuanto al número de personas contagiadas por el coronavirus. Es importante resaltar que en los meses de septiembre a diciembre de 2019 el Concejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña con sede en Tlapa registró 3 mil 675 personas que salieron a trabajar a los campos de agrícolas de estos estados. En esta primera etapa de la migración la mayoría de las familias jornaleras se enroló en los campos agrícolas de Buen Año, Isabeles, Exportalizas mexicana, Cerrucho, Golden de los Dorados, Santa Elena, Nogalitos, El Toro, El Dorado, Saucito, todos del estado de Sinaloa. El censo del Concejo de Jornaleros registra 3 mil 80 personas, que representa el 84% de la población jornalera que salió de los municipios de Tlapa, Metlatónoc, Cochoapa el Grande, Xalpatláhuac, Atlixtac y Alcozauca. La mayoría de las familias son de los pueblos Na’savi, Me’phaa y Nahua. Justo al inicio escolar es cuando salen los padres con sus hijos durante seis meses, es decir, el primer semestre del ciclo escolar. Por otra parte, son familias que no cuentan con tierras para sembrar y la mayoría de ellos, no son beneficiarios de los programas sociales implementado por el gobierno federal.

La población jornalera además de estar invisibilizada por las autoridades federales y estatales es la más vulnerable e indefensa. Enfrenta en todo el proceso migratorio tratos discriminatorios, extorsiones, vejaciones y explotación laboral. Además de todo este viacrucis que los hace rehenes de los enganchadores, de los chóferes, los caporales y los patrones, ahora enfrentan también la amenaza del coronavirus. Se encuentran en campos agrícolas donde viven en galeras, hacinados, sin agua potable, recluidos en los mismos campos donde existen tiendas de raya, que les expolia el precario sueldo que le pagan cada semana. A ninguna empresa se le ha exigido que tome las medidas preventivas para evitar el contagio entre la población trabajadora, mucho menos de que garantice condiciones óptimas para que las familias puedan tener agua potable en sus viviendas y un lugar digno donde descansar. Las autoridades federales y estatales deben de tomar en cuenta que la población jornalera debe de brindársele el apoyo y la protección que requieren, máxime que se encuentran en total desamparo y lejos de sus comunidades. No hay quien haga valer sus derechos como trabajadores, mucho menos que los empresarios asuman su responsabilidad de implementar las medidas necesarias para prevenir un contagio. Es muy riesgoso que las familias tengan a sus hijos, sobre los surcos mientras las mamás y los papás recolectan los vegetales realizando jornadas extenuantes.

Hemos solicitado la intervención de la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, María Luisa Alcalde Luján, para que intervenga ante los patrones en favor de la población jornalera. Es necesario también que las autoridades del estado, puedan coordinarse con las autoridades federales para brindar apoyo a estas familias y monitorear la situación que enfrentan, sobre todo quienes se encuentran trabajando en el estado de Sinaloa y Baja California.

Por su parte, las comunidades indígenas de la Montaña han tomado acuerdos para colocar filtros en las entradas y salidas de sus localidades. Es una medida drástica ante un escenario devastador, porque no contamos con un sistema de salud que esté en condiciones de enfrentar esta pandemia. Por eso mismo, es importante que las autoridades municipales se coordinen con las autoridades de salud y seguridad pública para apoyar las iniciativas de la comunidad, pero, sobre todo, dotar kit antibacterial que ayuden a prevenir el contagio. Se necesita que se garantice el abasto de agua por parte de las presidencias municipales, y que se implemente un programa especial de granos básicos para la población mayoritariamente pobre.

 La curva del contagio esta por llegar a la Montaña, para ello se necesita escuchar y atender a las comunidades indígenas, a los migrantes internacionales y a los jornaleros agrícolas, que están luchando con sus propias fuerzas para hacer frente a la pandemia. Es urgente que las autoridades de Estados Unidos, el Consulado Mexicano en Nueva York en coordinación con las autoridades federales y estatales atiendan la emergencia sanitaria que padecen los migrantes indígenas en Nueva York. La ruta migratoria de los pueblos indígenas en busca de su sobrevivencia, se ha erigido ahora en la ruta del coronavirus.

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-en-la-ruta-del-coronavirus/

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Trump y su cataclismo económico-sanitario

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Consecuencias y soluciones sobre el impacto en la educación de la pandemia SARS-COV2

Por: Sergio Martínez Dunstan

El Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud estimó que el pico más alto de la enfermedad ocurrirá en agosto (https://bit.ly/2Rg37Fx). Días después mencionó que la pandemia es inevitable. “La única manera de reducir la transmisión es quedándonos en nuestras casas, de forma masiva” (https://bit.ly/2RdrKTc). Así lo dijo el funcionario federal para dar pie al anuncio de la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor a la epidemia de enfermedad generada por el virus SARS-COV2 (COVID-19) el pasado treinta de marzo (https://bit.ly/39MX01G) declarada por el Consejo de Salubridad General. En consecuencia, la Secretaría de Salud ordenó acciones extraordinarias (https://bit.ly/2JIbXHZ) entre otras la suspensión inmediata de actividades esenciales en los sectores público, privado y social. En concordancia, la Secretaría de Educación Pública (SEP) emitió el Acuerdo Número 06/03/20 (https://bit.ly/34eR8x7) por el que se amplía el periodo por el que se suspenden las clases en las escuelas de educación preescolar, primaria, secundaria, normal y demás para la formación de maestros en educación básica del sistema Educativo Nacional así como aquellas de los tipos medio superior durante el periodo comprendido entre el veintisiete de marzo al treinta de abril.

El gobierno ha reiterado que se busca aplanar la curva de contagio, se pretende ralentizar o frenar el esparcimiento del coronavirus con el propósito de controlar el aumento de casos distribuyéndolos en el tiempo y reducir de esta manera la presión sobre el sistema de salud a fin de evitar su colapso. Se ha reiterado la importancia de estar preparados para una epidemia larga. La parte más intensa todavía no ha llegado. Se estima que pudiera ser a finales de abril o en la primera semana de mayo donde se va a tener la mayor transmisión” (https://bit.ly/2V9kHw7). Aunque nadie sabe a ciencia cierta cuándo se regresará a la normalidad. Por ello, el retorno de los estudiantes a las escuelas es incierto. Es imposible precisar su evolución en nuestro país. Depende de la efectividad de las medidas impuestas a la población, entre otros factores. Es prematuro adelantar si el regreso será en la fecha señalada. Aunque cabe la posibilidad que pueda extenderse más allá del tiempo previsto.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas, le ha dado seguimiento puntual a este asunto (https://bit.ly/2V4jzcZ). Reconoce que el brote del COVID-19 es un problema sanitario de gran magnitud y advierte que también es una crisis para la educación. El 91.3% % de la población estudiantil ha sido perjudicada por el cierre de escuelas. Mas de 1,576 millones de estudiantes se encuentran fuera de ellas. 188 países han sido afectados (https://bit.ly/39LCsGY). Las consecuencias son particularmente graves para los niños desfavorecidos y sus familias (https://bit.ly/3bTtKrz). Cuando las escuelas cierran:

  • Se limitan las oportunidades educativas.
  • Se dificulta el aprendizaje ante la falta de preparación de los padres para la enseñanza a distancia o desde la casa especialmente de aquéllos de instrucción y recursos limitados.
  • Se obstaculiza la continuidad del aprendizaje dado el acceso desigual a las plataformas digitales sobre todo para los alumnos de familias desfavorecidas
  • Se provocan riesgos en el comportamiento y aumenta la influencia de las presiones por parte de los compañeros y el consumo de drogas porque los padres abandonan recurrentemente a sus hijos por irse a trabajar.
  • Se aumentan las probabilidades de que los padres de familia se ausenten de sus labores para el cuidado de sus hijos lo que ocasionaría la pérdida de salario y perjudicar la productividad.
  • Se eleva la incidencia en el sistema de salud porque numerosos profesionales se ausentarían de los centros sanitarios para dedicarse al cuidado de sus hijos.
  • Se incrementan las tasas de abandono escolar porque es muy difícil lograr que los niños y jóvenes regresen a las escuelas y permanezcan cuando vuelvan a abrirse. Es algo que puede ocurrir en particular tras cierres prolongados.

Se advierte también la necesidad de mitigar el impacto inmediato para las comunidades más vulnerables y desfavorecidas. Aunado a lo anterior, se comparten diez recomendaciones para planificar las soluciones (https://bit.ly/2RdWF1V) con el objetivo de garantizar la continuidad de aprendizaje durante ese periodo mediante la modalidad a distancia.

  1. Examinar el estado de preparación y escoger los instrumentos más pertinentes, el uso de las soluciones tecnológicas, en función de la infraestructura eléctrica, del acceso a internet así como las competencias digitales de los docentes y de los alumnos.
  2. Garantizar la inclusión para el acceso de los alumnos principlamente de los discapacitados o los que provienen de ingresos bajos.
  3. Proteger la privacidad y la seguridad de los datos de los alumnos.
  4. Aplicar soluciones antes de impartir la enseñanza intentando con ello responder a los problemas psicosociales a la que los alumnos pueden verse confrontados en situaciones de aislamiento.
  5. Planificar previamente el desarrollo determinando si el programa debe centrarse en la enseñanza de nuevos conocimientos o el reforzamiento de los conocimientos ya adquiridos. Organizar los calendarios, el nivel de enseñanza, las necesidades de los alumnos, la disponibilidad de los padres. Escoger los métodos pedagógicos adecuados evitando los que requieren una comunicación presencial.
  6. Proporcionar apoyo a los docentes y alumnos en cuanto a la utilización de las herramientas digitales incluso a los padres de familia en caso de que requieran un seguimiento y acompañamiento.
  7. Combinar los enfoques así como limitar la cantidad de aplicaciones.
  8. Establecer las reglas y retroalimentar a los alumnos a lo largo del proceso.
  9. Definir el tiempo de duración de las unidades de aprendizaje acorde con el nivel de autorregulación y de las aptitudes metacognitivas de los alumnos.
  10. Crear comunidades de docentes, padres y directores de escuelas a fin de favorecer los vínculos sociales para combatir los sentimiento de soledad o sufrimiento del alumno y facilitar los intercambios de experiencias.

De igual manera, se sugieren algunas soluciones tecnológicas (https://bit.ly/2Rd1I2E): recursos para brindar apoyo psicosocial, sistemas de gestión de aprendizaje digital, sistemas diseñados para usar en teléfonos móviles básicos, sistemas con fuerte funcionalidad fuera de linea, plataformas masivas de curso abierto en línea (MOOC), contenido de aprendizaje autodirigido, aplicaciones de lectura móvil, plataformas de colaboración que admiten la comunicación de video en vivo, herramientas para que los maestros produzcan contenido de aprendizaje digital, repositorios externos de soluciones de aprendizaje a distancia

También da cuenta de las plataformas nacionales que utilizan los diversos países en el mundo. (https://bit.ly/34pLY1H). Por ejemplo, México:

Aprende 2.0 (https://bit.ly/3dYrVvw) a través de la cual se busca promover el uso de las TIC para fomentar el desarrollo de habilidades digitales.

Aprende en casa por TV y en línea (https://bit.ly/2weKri2) con el contenido de educación preescolar, primaria, secundaria basado en los planes de estudio.

Libros de texto (https://bit.ly/2Rhyn71) en versiones digitales para apoyar el aprendizaje en el hogar.

TELEsecundaria (https://bit.ly/34dCh6h) para estudiantes de secundaria en áreas rurales del país.

La emergencia sanitaria fue inesperada como también lo fue la suspensión de las actividades en las escuelas. Faltó tiempo para planear y proyectar. Lo peor está por venir y seguirá afectando la educación de la niñez sobre todo de aquellos grupos poblacionales en situación de vulnerabilidad. Está en riesgo su derecho a la educación. La UNESCO impulsa una Coalición para la Educación. Convoca a construir una propuesta inclusiva y equitativa para ayudar a los países a garantizar la continuidad de la educación para todos. El noble propósito me impulsó a divulgarlo. El buen juez por su casa empieza.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/consecuencias-y-soluciones-sobre-el-impacto-en-la-educacion-de-la-pandemia-sars-cov2/

Imagen: https://www.shutterstock.com/image-photo/teleworking-widespread-during-coronavirus-period-1675243270?irgwc=1&utm_medium=Affiliate&utm_campaign=Pixabay+GmbH&utm_source=44814&utm_term=https%3A%2F%2Fpixabay.com%2Fimages%2Fsearch%2Fconfinamiento%2520educativo%2F

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