Con este tipo de educación, el estudiante trabaja en un análisis de su espacio y entorno visual, para luego aplicarlo a su realidad y luego sustentar sus conocimientos científico y crítico.
Aprender las tablas de multiplicar de memoria va quedando en el pasado con el reemplazo de métodos más eficaces y herramientas modernas que ya se aplican en centros escolares de nuestro país.’
Los tres principios básicos con los que un niño aprende a aplicar su conocimiento son el concreto (lo que se toca), pictórico (cuando se dibuja) y abstracto (el entendimiento).
El docente también debe tener la educación adecuada para aplicar el método Singapur a los estudiantes, no solo en matemáticas, sino en el resto de las materias.
En Panamá, la educación privada podría dar un vuelco a formas de enseñanza diferente. El método Andrómeda también entrará a regir en algunos colegios durante este año y se trata de trabajar con impresoras en 3D con estudiantes de 4.°, 5.° y 6.° grado.
Uno de los principios del método Singapur, uno de los modelos de enseñanza más utilizado en los últimos años, es aprender las ciencias sin tener que memorizar.
En Panamá, por décadas se trabajó en la enseñanza de matemáticas con dibujos y mucha memoria. Maestros hacían pruebas mentales de tablas de multiplicar para medir el conocimiento de un estudiante.
Hoy día, todo eso ha quedado obsoleto y los niños, desde edad preescolar aprenden a tener un conocimiento crítico con ganas de conocer y entender mucho más.
Todo esto lo da el método Singapur, una forma de enseñanza que se ha vuelto popular en colegios privados, dando resultados positivos a la hora de las evaluaciones.
Para Ana Marcela Arévalo, directora administrativa del Instituto Bilingüe Internacional de Panamá, IBI, «el problema de Panamá en matemáticas es que nos enfocamos en enseñarles a los niños fórmulas mecánicamente y los niños no lo están entendiendo».
Por ello, el método Singapur se ha convertido en la herramienta amiga de muchos colegios en Panamá.
Según la directora, Singapur sí podría darle un giro a la educación en todo el país. «Dejaríamos que los niños perdieran el memorizar y fortalecer el aprender. La debilidad está en el no comprender y no saber entender y solucionar cualquier cosa que se presente».
Manipulable
Aunque la metodología Singapur se utiliza para que niños y jóvenes entiendan las ciencias (matemáticas y naturales), es aplicable a todas las materias del currículum escolar, gracias al autodescubrimiento.
Esa curiosidad de los niños se hace por medio del ciclo de las cinco E, según explicó Arévalo.
Estas E se basan en Enganchar -detectar conocimientos previos-, Explorar -lo que desarrolla el docente-, Explicar -comunicación con el estudiante-, Elaborar -hora de aplicar el conocimiento- y evaluar -retroalimentación del estudiante al docente-.
Para que un estudiante logre el ciclo de las cinco E, tiene muchas herramientas manipulables a su alcance, que van desde Tangram, contadores de colores, objetos de diferentes formas, colores y tamaño, tabla de equilibrio y demás.
A diferencia de la enseñanza que se daba hace más de 20 años, el método Singapur se enfoca en por qué 1+1 es 2 y no en conocer mecánicamente la respuesta.
«Los profesores de matemáticas deben educarse en los principios de las cinco E para que las clases sean más dinámicas y los niños puedan llegar a entender sin memorizar», puntualizó Arévalo.
Cabe destacar que esta herramienta de entendimiento es utilizada en el país por varios colegios privados en alianza con Knowledge Group que llegó a Panamá en el año 2000.
En un futuro, este tipo de enseñanza podría ser adoptado por escuelas estatales para mejorar la calidad de educación ofrecida por el Ministerio de Educación.
El año pasado nos enteramos a través de los medios de comunicación de que al Gobierno de la Ciudad se le “había ocurrido” una idea para resolver la falta de docentes, y que si creaba una universidad a tal efecto podría resolver esa problemática. Esta ocurrencia va de la mano del cierre de 29 instituciones de formación docente. Con este propósito, presentó un proyecto de ley, sin ningún sustento teórico/técnico, lejos de ser construido a partir de estudios o diagnósticos que lo sostengan y más lejos aún de ser el resultado de consultas y discusiones con la comunidad educativa.
Esta modalidad de anunciar ideas inesperadas y repentinas sobre cuestiones importantes y vitales para el sistema educativo no es nueva, vale recordar la propuesta sobre la Escuela del Futuro. Comparten aspectos comunes: son técnicamente débiles, no se sustentan en diagnósticos ni estudios serios. Son decisiones rápidas, efectistas, cosméticas y alejadas de cualquier instancia de consulta y que en cualquier otro país (siempre les gusta apelar a la experiencia internacional como garantía de seriedad) llevaría más tiempo de trabajo.
La creación de la Unicaba es producto de un marketing pedagógico, típico de este gobierno, que necesita reducir y desconocer los conflictos y procesos que involucran decisiones de este tamaño y que niega a los sujetos involucrados y en este caso también las experiencias y saberes construidos a lo largo de décadas en los profesorados. Pareciera que no es necesario discutir las políticas de formación, desarrollo profesional y carrera docente como una totalidad. En vez de eso, el enfrentamiento con el sector sindical es garantía de “éxito” para cualquier resolución que se tome. El desconocimiento acerca de la complejidad del asunto y la modalidad de abordarlo están más cerca de la ignorancia y de la soberbia que de cualquier otra cosa.
En el proyecto presentado se pueden inferir varios supuestos. El primero es que la formación universitaria es mejor que la que se recibe en los institutos, el segundo es que una oferta universitaria es más atractiva para los jóvenes; el tercero es que los diez años de la gestión macrista no se relacionan con la falta de maestros (el sistemático y sutil desprestigio hacia el maestro impulsado desde el Gobierno, las magras ofertas salariales fuera de los encuadres normativos pautados, la responsabilización a los educadores por los resultados de aprendizaje, la demonización de sus dirigentes gremiales, etc.) y, por último, “olvida” que los planes de estudio actuales elaborados por esta gestión no solo incrementan la carga horaria sino que incorporan la práctica escolar desde el inicio de la formación, y que en la Ciudad existen universidades públicas con amplia experiencia en esta materia.
Pero la propuesta no resiste ninguna discusión desde el punto de vista de la política educativa. No va por ahí la cuestión. Decididamente, han sido “muy buenos” en reducir el problema e instalarlo en la opinión pública apelando a que “lo bueno” es lo universitario y lo deficitario es lo que hay (aunque las actuales políticas gubernamentales para las universidades nacionales no acompañen este efectista eslogan) y que “lo bueno” es cambiar, aunque implique destruir y desconocer 29 instituciones. Ese es el tono simplista y vacío que eligen dar a sus argumentaciones a través de un efectivo despliegue comunicacional. Así, el “producto Unicaba” se instala de modo eficaz y desecha tanto el estudio y el análisis crítico de diversas estrategias formativas como también cualquier instancia de debate.
Queda el reto de discutir este proyecto en una Legislatura con mayoría propia, que se tienta con reforzar la idea de que se puede hacer cualquier cosa a partir del voto mayoritario de los porteños. Ojalá podamos debatir diversos supuestos políticos pedagógicos sobre la formación de nuestros docentes e imaginar y proponer otras propuestas, dejando de lado la injusta y empobrecedora opción de cierre de 29 instituciones educativas.
PESE A APORTE AL DESARROLLO. Egresados de institutos podrían volcar conocimientos en agroindustria, minería y servicios.
Pese a su importancia en el desarrollo del país, la educación técnica continúa siendo mirada con menosprecio y solamente se piensa en mejorar el presupuesto, la infraestructura, así como los sueldos de los docentes del nivel universitario.
Ello, pese a que por las características del país requerimos de una formación técnica como se ha hecho en Alemania, Japón y otros países que han solucionado gran parte de sus problemas al impulsar el sistema educativo.
Según estudios hechos por el docente del Instituto Superior Tecnológico Nueva Esperanza (ISTNE), José Namoc Medina, en la región La Libertad existe un déficit de aproximadamente dos mil técnicos que bien podrían laborar en empresas agroindustriales asentadas en los valles de Chicama, Virú y Chao, así como en mineras y entes de servicio.
“Ahí se necesita mano de obra técnica calificada. Un país es grande cuando su gente, desde abajo, comienza a producir apoyado en la tecnología del caso”, sostiene.
Lamentablemente el Ministerio de Educación no apuesta por la educación técnica. Hasta el momento no ha tomado la decisión política de dotar a los institutos tecnológicos de laboratorios y herramientas de tecnología a fin de que los estudiantes no tengan que ir a una empresa a hacer sus prácticas, sino que las realicen en el propio centro de estudios.
cero capacitación
El abandono va también por el lado de la capacitación. Los maestros de institutos solventan con sus propios recursos económicos sus estudios de postgrado.
“En los veinte últimos años el Gobierno central no ha otorgado ninguna beca a docentes de nivel técnico para ir a capacitarse o actualizarse en Brasil, Alemania o Japón. Las becas se dan mayormente para catedráticos de universidades de Lima”, cuestiona Namoc Medina.
En la región hay 58 institutos tecnológicos, entre públicos y privados. Hay unos 4,500 alumnos.
El Estado no asigna presupuesto a los tecnológicos, solamente se encarga del pago de planillas. Sin embargo está en camino la posibilidad de que el ISTNE se convierta en unidad ejecutora y cuente con un presupuesto de 2 millones de soles al año para capacitación, gestión y obra.
“Si todos los caminos conducen a Roma, entonces destruyamos Roma”
(aforismo implicado)
Alfredo Grande
De lo que vamos a tratar aquí es de la continuidad tóxica de la reforma educativa, de la macropolítica y desposesión de la educación pública, en el marco de las políticas que organizan la acumulación por desposesión. Del flujo permanente hacia la privatización del conocimiento y la estandarización de las subjetividades sociales y colectivas.
Hace varias décadas, por lo menos tres, tomando como referencia la Cumbre de Jomtien, Tailandia 1990, “Educación Para Todos”, en que la avanzada reformista se hace visible con las leyes de educación y sus propuestas transgénicas.
La utilización del término “transgénico” aplicado en una interpretación sobre la reforma educativa está asociado, de manera metafórica (tal vez, no), a los organismos modificados genéticamente, no por su evolución natural, sino por la intervención de las corporaciones extractivistas. Especialmente, por las necesidades de esos “nuevos” productos que requieren la paradójica intervención de venenos para subsistir. Así que toda alusión a los componentes tóxicos del agro-negocio, son directamente aplicables al proceso reformista de la educación.
Todos sabemos para qué se desmontan territorios y la consecuente modificación de su ecosistema; el proceso de sojización creciente, el monocultivo que necesita de los agrotóxicos para vivir. ¡Curioso! El veneno como fuente de vida y devastador al mismo tiempo. La palabra griega φαρμάκων (fármakon) resume que es toda sustancia que altera la naturaleza de un cuerpo, remedio y veneno, lo saludable y lo perjudicial al mismo tiempo.
No se ignora lo que provoca el glifosato (uno de los venenos letales utilizados en las fumigaciones) en la tierra y en sus nutrientes; no se ignoran los efectos en los humanos y los seres vivos en general. En nuestro caso, las pruebas están en los Pueblos Fumigados con el crecimiento en los índices de cáncer y enfermedades respiratorias y en la piel (probados con informes científicos). La reciente mortandad de peces en el río Paraná y afluentes, que los funcionarios gubernamentales adjudicaron al “intenso calor”, pero que no fue la interpretación de los ambientalistas, que adjudican el fenómeno a la cantidad de agrotóxicos que se encuentran en las aguas.
Una prueba de esto es que “un estudio del Conicet publicado en la revista internacional Environmental Pollution reveló que el peligroso herbicida glifosato se acumula en los campos argentinos, sobre todo en Entre Ríos y más precisamente en Urdinarrain (…) El equipo de científicos también ubicó rastros del herbicida en aguas de superficie… ”1 El resultado es que esa localidad entrerriana está entre las primeras más contaminadas del mundo.
Similares efectos provoca la mega-minería; de hecho en el marco de las protestas se realizó una extensa marcha en bicicleta, con el lema “Jáchal No Se Toca”, desde la provincia de San Juan (“provincia minera”) hasta la Ciudad de Buenos Aires, para culminar en el Congreso de la Nación el 27 de febrero. A propósito de los reclamos de los habitantes de la ciudad de Jáchal por la contaminación de sus ríos producto de las actividades y derrames de cianuro provocados por la empresa Barrick Gold y por sobre todo en defensa de los glaciares, para que la actual ley, poco respetada por las mineras, no sea, además, modificada con un proyecto del gobierno para ampliar, aún más, los beneficios a esas corporaciones de manera que además del pasivo ambiental que provocan sus actividades, también intervengan en los glaciares, reservorios del agua pura del planeta.
En este sentido, los procesos de acumulación capitalista a gran escala no sólo aseguran mayor concentración de la riqueza, sino que, además, funcionan como un eficaz instrumento de dominación y desposesión territorial.
Las continuas represiones a toda forma de protesta y la etiqueta del enemigo interno adjudicado al pueblo mapuche2, son la exposición del paradigma político en el que también ingresa la reforma educativa.
Los despidos masivos en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI); en los Yacimientos Carboníferos de Río Turbio (YCRT); en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); en ministerios y distintas dependencias gubernamentales; en el Hospital Posadas.
La reforma del cálculo en los haberes de los jubilados, que les quita 100 mil millones de pesos y que pone las históricas y paupérrimas jubilaciones, que percibe la mayoría, en peores condiciones; los aumentos obscenos de las tarifas en favor de las corporaciones que obtienen millonarias ganancias por servicios que deberían ser públicos y no privatizados: luz, gas y agua.
El aumento de los medicamentos y los combustibles en manos de las corporaciones, que tienen sus CEO en el gobierno.
A todo esto y mucho más (que por economía del artículo es necesario que los lectores completen con lo que seguramente ha quedado implícito, no omitido en esta breve descripción de la coyuntura), sumemos la decisión del cierre de escuelas en la provincia de Buenos Aires; la decisión de cierres de los Institutos de Formación Docente (IFD) son más que marcas de las políticas de desposesión. En este sentido cabe recordar que la política de “desaparición” de las paritarias nacionales está en el proyecto de Ley, llamado “Plan Maestro” (2017)
“El último acuerdo marco nacional, se acordó que el salario mínimo de un docente será siempre un 20% mayor al salario mínimo, vital y móvil definido anualmente por el consejo del salario y la Nación garantizará esto, con fondos del nuevo Fondo Compensador. Por otra parte, el Ministerio del Interior negoció con las provincias beneficiarias del antiguo Fondo Compensador la disminución gradual de los fondos girados por este concepto según la siguiente escala: 2016 mismo monto que en 2015; 2017 = 75% de este monto; 2018 = 50%; 2019 = 25% de este monto y en 2020 desaparece este concepto” Plan Maestro (pág. 30)
El decreto del ejecutivo 52 / 2018 lo que hace es adelantar, en época de (des) negociaciones paritarias, lo que ya estaba escrito en el proyecto de ley que el ejecutivo envió al congreso para su discusión este año, para legalizar el final de las paritarias nacionales, aunque sin legitimidad puesto que no había necesidad, ni urgencia de adelantar compulsivamente lo que está en un proyecto para debatir en el parlamento, salvo en la “necesidad” y la “urgencia” de los mandatos estandarizados que suscriben.3
Pero… mientras vastos sectores sufren la desposesión…
Por el contrario, la avanzada de las universidades privadas, fundaciones y ong corporativas aparecen como la contraparte emergente de las políticas que ellas mismas diseñan, bajo el influjo de instituciones transnacionales como el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el propio FMI, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las corporaciones empresariales que formulan sus mandatos y el gobierno ejecuta como parte de la trama.
Lo que “informa” (recomienda–afirma-impone) el Banco Mundial4
Uno de los últimos informes del BM, inscribe, literalmente, las políticas que se llevan a cabo en la reforma. La constante del documento es, luego de señalar las diferencias en los desarrollos de “aprendizaje” entre “países pobres” y “países ricos” y de aclarar que: “El equipo se basó en el análisis, investigaciones y revisiones bibliográficas de investigadores y especialistas de todo el mundo” (pág.10); con lo que nos encontramos es con más de lo mismo: “la crisis educativa”, “la ‘mala’ formación de los docentes”, etc. etc.
En las siguientes citas no seguimos el desarrollo lineal del documento, puesto que intentamos rastrear las definiciones ideológicas del Banco que aparecen diseminadas en todo el libelo que no hace más que reorganizar sus posiciones respecto de lo que viene expresando desde los comienzos de la reforma mercantilista de la educación.
El objetivo internacional es generar desprestigio en los docentes como causa de lo que llaman “crisis educativa” al mismo tiempo que los ponen como pieza fundamental del sistema y del cambio ¡fármacon!, es decir que aquellos que se adapten al proceso de desposesión serán considerados “saludables” y los que no, “perjudiciales”. Por supuesto que esto lo venimos escuchando de nuestros funcionarios vernáculos, en este proceso de reorganización escolar.
El Banco Mundial en lo que pretende ser un documento actual, actualiza lo mismo que hace 30 años ya expresaba: “…En el aula, los docentes no están lo suficientemente capacitados para evaluar el aprendizaje de manera eficaz, sobre todo cuando las evaluaciones se enfocan en destrezas más complejas (…) No hay una manera eficaz de integrar los resultados de la evaluación formativa que los docentes realizan en el aula con este tipo de información confiable sobre todo el sistema…” (pág. 30)
Con “información confiable” remite a la recogida en las pruebas estandarizadas, para asegurar el negocio de la estandarización y la reingeniería de las subjetividades individuales, primero; sociales después. Como se verá más adelante (o atrás en el libelo).
La segunda parte de la cita refuerza la poca credibilidad de la “evaluación formativa docente”: “No hay una manera eficaz de integrar los resultadosde la evaluación formativa que los docentes realizan en el aula con este tipo de información confiable sobre todo el sistema…” (pág. 30)
Parece ser que lo que los docentes hacen en el aula no es confiable, puesto que la única información confiable es la estandarizada (que los docentes no construyen, ni diseñan); sin embargo la evaluación de los docentes es formativa, tal vez porque se funda en saberes y no en competencias, como la “información confiable”.
“…las evaluaciones nacionales pueden ayudar a controlar la calidad de las evaluaciones subnacionales poniendo de relieve los casos en que las tendencias o los niveles de los logros de los estudiantes difieren de un tipo de evaluación a otro”. (pág.30)
El control es la categoría utilizada en la reforma, nunca se habla de, por ejemplo, mirada pedagógica. Puesto que la calidad, sólo es la calidad de los resultados estandarizados.
¿Por qué? Porque la única mirada es la de la pedagogía instrumental, la de rendición de cuentas y los resultados.
“Las evaluaciones internacionales también suministran información que ayuda a mejorar los sistemas. Las evaluaciones internacionales (como las del PISA, el TIMSS y el PIRLS) y las regionales (como las del PASEC en África occidental y central, y la del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación [LLECE]) brindan una perspectiva adicional sobre el nivel de aprendizaje de los estudiantes. (…) Además, pueden ser herramientas poderosas desde el punto de vista político: dado que a los dirigentes de los distintos países les preocupan la productividad y la competitividad a nivel nacional, las comparaciones internacionales pueden generar conciencia sobre el nivel de retraso que experimenta un país con respecto a otros en la promoción del capital humano.”(pág. 30)
¿Acaso, es el neo darwinismo social el que genera la era de la posverdad, o al revés?
Una interesante reflexión, tomada de un dicho popular, que aparece en el documento mundial dice: “… ‘sólo se puede gestionar lo que se puede medir’ y ‘no se engorda a un cerdo pesándolo más veces’, encierran algo de verdad” (pág.28)
Por supuesto que en el apartado documental, el “dicho popular” lo relaciona con otro remanido concepto reformista que es la “rendición de cuentas”, que en el tóxico campo semántico de los reformadores se asocia a vigilancia. Pero, claro que no están hablando de vigilancia epistemológica, sino de “vigilar y castigar” en el sentido más foucaultiano de la significación. Porque el proceso de reforma ha descalificado el “saber” y lo ha sustituido por las “competencias” y ha anulado los tiempos pedagógicos y los ha transformado en una carrera estandarizada hacia su objetivo común, la “rendición de cuentas”.
Todo el reformismo educativo, pletórico de estándares y resultados, es un proceso de toxicidad permanente, en el que el eslogan (“el sistema educativo no sirve más”, afirmó el entonces ministro de educación – hoy senador por la provincia de Buenos Aires – Esteban Bulrrich y reafirmó la gobernadora, María Eugenia Vidal) y el campo semántico de la crisis, los maestros mal formados, las escuelas del siglo XIX, la necesidad de conocimientos socialmente productivos y las bondades de la competencia entre escuelas y docentes han manipulado hasta el hartazgo a la población y vulnerado la subjetividad social para producir el desplazamiento continuo hacia el mercado privado de la educación, incluso la propia gobernadora de la provincia de Buenos Aires lo reivindica utilizando esas operaciones lingüísticas en su discurso de apertura de sesiones de la legislatura bonaerense.
Pero, volvamos al documento para verificar la neoliberal concepción bancaria (mundial) de la educación: “La educación debe equipar a los estudiantes con las competencias que necesitan para llevar una vida saludable, productiva y significativa. (…)Tienen que saber hacer cuentas, de modo de poder comprar y vender productos en los mercados, elaborar presupuestos familiares, interpretar convenios de préstamo o escribir códigos de ingeniería de software. (…) Y necesitan las competencias socioemocionales (como la perseverancia…) el aprendizaje que se supone debería garantizar la escuela (ya sea que esas expectativas se basen en los programas académicos formales, en las necesidades de los empleadores o simplemente en el sentido común) a menudo no ocurre”. (Pág. 16).
Al parecer esta cita resume todo el pensamiento reformista; lo que debe ocurrir, no ocurre.
¿Entonces los docentes no están capacitados para formar a sus alumnos en matemática aplicada para que aprendan a comprar y vender productos en los mercados? Lo que desde el punto de vista del Banco sería enseñarles a llevar una vida saludable.
¿Tampoco tienen las competencias necesarias para que sus estudiantes sean capaces de interpretar convenios de préstamo o escribir códigos de ingeniería de software o para adiestrarlos en la perseverancia de adaptarse a las necesidades de los empleadores?
¿Cuál es el rol de la nueva educación bancaria?
“Equipar a los estudiantes con competencias”
Ya no se trata de saber, no se trata de formar en conocimientos, entonces, de qué aprendizaje se trata.
Se trata de adiestramiento, de “aprender” una secuencia de “instrucciones” para estar disponible para el mercado, para lo que los “empleadores necesitan”, mano de obra adaptable y flexible, incluso capaz de “escribir códigos de ingeniería en software”, pero no de pensarlos.
Tal vez, la nueva concepción bancaria de la educación sirva para diseñar los “escribientes” del siglo XXI, incluso capaces de diseñar una ojiva nuclear o un motor de licuadora, pero incapaces de saber los alcances de cada diseño, puesto que la nueva concepción bancaria anula el desarrollo del pensamiento crítico.
Y como no lo va a anular, si no hay contenidos, si lo que nos proponen los reformadores es una educación pública carente de contenidos, incluso carente de docentes. La propuesta de la “Nueva Escuela Secundaria” sobre tiempos de enseñanza – aprendizaje distribuye un 30 por ciento a cargo del docente y el 70 restante desde plataformas digitales.
¡Celebración de la educación Mario Bros!
Otra prueba de los componentes tóxicos de la reforma remite a algunos de los participantes del documento bancario: “En las reuniones de consultas estuvieron representadas, entre otras, las siguientes OSC: Action Aid, la Campaña Mundial por la Educación, Education International, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación LEGO, la Fundación MasterCard, ONE Campaign, Oxfam, Save the Children, Teach for All, y World Vision. Asimismo, un grupo diverso de OSC participó en la sesión del Foro de las OSC realizado durante las Reuniones de Primavera de 2017 del Banco Mundial y el FMI, así como en un foro virtual que tuvo lugar en marzo de 2017…” (Pág. 10)
No valen mayores comentarios, el lector sabe otorgarle la significación a las organizaciones que allí aparecen como aportantes de “ideas” reformistas, muchas de ellas subvencionadas por el propio Banco Mundial o por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y el Reino Unido.
Sin embargo es importante destacar que dos de las organizaciones5, “preocupadas por la educación”, que figuran en el documento bancario, Oxfam y Save The Children, fueron protagonistas cuando contrataron servicio de prostitutas, incluso menores de edad, mientras prestaban “servicios humanitarios” en Haití, así como incidentes de acoso.
Así las cosas, cabe preguntarse por el dicho que cita el documento bancario: “…no se engorda a un cerdo pesándolo más veces…” ¿De qué cerdos habla?
¡No más tóxicos!
Es imprescindible salir de la reforma que desde hace 30 años ha puesto en crisis la educación pública, con sus toxinas capitalistas, para convertirla en un activo financiero y de generación de recursos humanos para servir a los intereses de las corporaciones empresariales, fundaciones y ong, dispositivos que se expanden como los agrotóxicos en el proceso de fumigación.
La neoliberal concepción bancaria de la educación es un decálogo contra lo público, lo común y un ariete contra las subjetividades individuales y colectivas, a eso, algunos intelectuales, cooptados por la colonialidad del poder, lo llaman “la educación del siglo XXI”.
Parafraseando el epígrafe de Alfredo Grande, si todos los caminos conducen a la reforma, entonces destruyamos la reforma, antes de entrar en la era del pospensamiento.
2 Tipificado en el lonko encarcelado, Facundo Jones Huala, juzgado, por segunda vez (en la primera había sido sobreseído) para ser extraditado a Chile. De hecho, fue en el marco de la protesta por su liberación en la que se produjo la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado en el contexto represivo llevado a cabo por la gendarmería en el PuLof Resistencia Cushamen (provincia de Chubut – agosto de 2017). Y unos meses después el asesinato del joven mapuche, Rafael Nahuel, perpetrado por el grupo “Albatros” de la Prefectura Naval Argentina (Lago Mascardi – provincia de Río Negro 25-11-2017)
3 Incluso, el incentivo ofrecido en provincia de Buenos Aires en la paritaria es, además de, del todo inaceptable, 15%, la incorporación del presentismo escalonado, para aquellos docentes que no hagan uso del derecho a la licencia, que por estatuto le corresponda. Mientras que en la Ciudad de Buenos Aires, es del 12%; en ambos casos sin “cláusula gatillo”, es decir, el reacomodamiento salarial según el aumento de la inflación.
4 Banco Mundial 2018, Informe sobre el desarrollo mundial 2018: Aprender para hacer realidad la promesa de la educación, cuadernillo del “Panorama” General”, Banco Mundial, Washington DC: Licencia: Creative Commons de Reconocimiento CCBY 3.0 IGO.
5 “El escándalo de Oxfam en Haití destapa otras 120 denuncias de abuso en ONG británicas” en www.eldiario.es/desalambres/ 11/02/2018
Escuelas en China y Vietnam muestran una fuerte evidencia de resultados de enseñanza de alto nivel y equitativos, señala informe del Banco Mundial.
El sistema escolar de China ha tenido un «avance significativo» en la calidad de su educación, dijo hoy el Banco Mundial en un informe.
La región de Asia oriental y el Pacífico se dirige hacia el desarrollo equitativo de la educación, dice el informe «Volviéndose más inteligente: Enseñanza y desarrollo equitativo en Asia oriental y el Pacífico».
La región mencionada tiene siete de los 10 sistemas de educación con el mejor desempeño a nivel mundial.
Escuelas en China y Vietnam muestran una fuerte evidencia de resultados de enseñanza de alto nivel y equitativos, agrega el informe.
«Proporcionar educación de alta calidad a todos los niños, sin importar dónde hayan nacido, no sólo es lo correcto, sino también la base para una economía fuerte y la mejor forma de detener y revertir las crecientes desigualdades», dijo Victoria Kwakwa, vicepresidenta del Banco Mundial para Asia oriental y el Pacífico.
El informe indica que la mejoría de la educación es necesaria para sostener el crecimiento económico.
También destaca las formas a través de las cuales los países regionales han podido mejorar los resultados de la enseñanza.
«Es evidente que China ofrece varios ejemplos de cómo igualar recursos en todo el sistema, tales como dar prioridad a la mejoría del sistema de apoyo del maestro en todo el país», comentó Michael Crawford, uno de los autores del informe y principal especialista en educación del Banco Mundial.
China ha implementado una estrategia de largo plazo para convertirse en una economía de conocimiento de alta tecnología.
El país ha presenciado cómo una enseñanza de alta calidad impulsa su propio crecimiento económico, así como el de la región.
China tiene el sistema educativo más grande de la región, con 182 millones de estudiantes matriculados en educación básica.
La matrícula neta en escuelas primarias en China ascendió a 99,9 por ciento en 2015.
Uno de los hallazgos clave del informe es que en la región, los ingresos familiares no necesariamente determinan el éxito educativo.
Las calificaciones PISA en Vietnam y algunas regiones de China muestran que estudiantes de los hogares más pobres tienen buenos resultados, incluso mejores, en matemáticas y ciencias que los estudiantes promedio de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). PISA es el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes.
«Las políticas de calidad y prácticas sólidas en el salón de clases son lo que determinan cuánto aprenden los estudiantes», señaló Jaime Saavedra, director senior de educación del Banco Mundial.
«Para los estadistas que buscan mejorar sus sistemas escolares, la asignación de presupuestos de manera eficiente y sistemática puede hacer una verdadera diferencia en las vidas de los niños de la región», indicó.
Una cuarta parte de los niños en edad escolar del mundo, es decir, alrededor de 331 millones, viven en la región de Asia oriental y del Pacífico.
Hasta 40 por ciento de ellos asisten a la escuela en sistemas educativos cuyos estudiantes aventajan a los estudiantes promedio de países de la OCDE.
Esas escuelas no están solamente en países ricos como Singapur y Japón, sino también en países de ingresos medios como China y Vietnam, menciona el informe.
También subraya que el desempeño de los estudiantes no necesariamente va a la par del nivel de ingresos en su país.
En el grupo de 10 años de edad, por ejemplo, los estudiantes promedio de Vietnam tuvieron un mejor desempeño que los mejores estudiantes de la India, Perú y Etiopía.
«Igualar la calidad de la educación y garantizar que los niños desarrollen habilidades básicas y complejas a través de la educación será necesario para satisfacer las futuras demandas del mercado laboral», señaló Crawford.
«El compromiso sostenible de los gobiernos es vital para asegurar que las reformas generen aprendizaje», agregó.
Apuestan a la integración de la globalización y la tecnología en los procesos educativos.
Al ser una isla sin suficientes recursos naturales, este país asiático reconoció hace 52 años – cuando alcanzó su independencia – que su mayor activo son sus habitantes.
Desde entonces, Singapur ha apostado al desarrollo de una economía basada en el conocimiento para transformar la educación de sus residentes hasta convertirse en un modelo a seguir por el mundo entero.
“Hemos invertido en gran medida en el desarrollo de este recurso que tenemos en los últimos 50 años desde la independencia. La educación y la formación siempre han sido muy importantes para todos nosotros”, afirmó Chan Leeo, jefe de habilidades del programa Skills Future de Singapur, durante su alocución en el Microsoft Education Exchange que se celebra en la isla del Pacífico.
Leeo indicó que los pilares que rigen el desarrollo de la educación en Singapur son la globalización, la tecnología, la colaboración, el cumplimiento de aspiraciones y el crecimiento de la fuerza laboral.
“Nuestro sistema de educación y formación ha evolucionado. Empezamos desde una base muy baja… antes estábamos en el modo de supervivencia y el énfasis era buscar la educación básica”, afirmó el funcionario.
Ante esto, Leeo reconoció que los resultados de este proyecto educativo no fueron los esperados y que por lo tanto su país se movió a un nuevo modelo.
“En los años noventa nos transformamos en lo que le llamamos una economía del conocimiento en nuestro sistema de educación y formación. Hoy nuestro sistema está más centrado en el aprendizaje y los valores impulsados”, explicó.
Según Leeo, el modelo educativo singapurense busca ayudar a las personas a desarrollar su máximo potencial.
“Hablamos mucho sobre el diseño de la creatividad y fomentamos la innovación”, dijo.
Por ello el gobierno de Singapur considera que este concepto continuará provocando que el mundo sea un lugar cada día más interdependiente.
De igual forma, el modelo de educación singapurense apuesta a la globalización porque “tiene un impacto significativo en las empresas, sobre los empleos y las ocupaciones”.
“Siendo un país pequeño (5.9 millones de habitantes y un PIB per cápita de $52,962 al año) en una economía abierta significa que tenemos que encontrar continuamente nuevos nichos y modelos de negocio”, señaló Leeo.
De igual forma, el funcionario indicó que el desarrollode la tecnología es un elemento importante en la educación de su país ya que crece a pasos acelerados.
Según Leeo, la Industria 4.0 “está tocando la puerta”. Este concepto se refiere a la digitalización de los procesos industriales por medio de la interacción de la inteligencia artificial con máquinas y la optimización de los recursos.
“Hay un uso cada vez mayor de la robótica no sólo en la fabricación, sino también en el sector de los servicios. La automatización ha comenzado a reemplazar algunas tareas humanas. Dispositivos equipados con inteligencia artificial y conectados a internet se convertirán en algo común”, afirmó.
A este modelo educativo se une la atención a la fuerza laboral del país. Leeo indicó que el crecimiento de la fuerza de trabajo doméstica en Singapur se reducirá y que comenzará a envejecer, el mismo fenómeno que ocurre en Puerto Rico.
Sin embargo, el gobierno singapurense augura un crecimiento en el poder extranjero del país que actualmente constituye un tercio de la fuerza de trabajo de la isla asiática.
Entretanto, Leeo también dijo que las nuevas generaciones que se unen a la fuerza laboral de su país ya no piensan en tener un trabajo de por vida, sino que se vislumbra que cambien de carrera en varias ocasiones ya se por elección o necesidad.
El funcionario dijo que lo que busca Singapur con su modelo social y económico es “maximizar las oportunidades en la vida”.
“Para ello necesitamos sentar fuertes cimientos en nuestro sistema de educación y esfuerzo previo al empleo. Para equipar a la gente joven con las habilidades necesarias y relevantes para los buenos trabajos”, dijo.
Dentro del modelo educativo singapurense también se presta atención a la educación continua de los ciudadanos, de manera que se puedan actualizar y atemperar a las nuevas exigencias de sus trabajos.
Para eso, a través de la iniciativa Skills Future, el gobierno de Singapur ha establecido una serie de iniciativas que asisten a la población adulta con educación, búsqueda de empleo y subsidios económicos.
Uno de los programas más sobresalientes es el crédito de $500 que se otorga a cada ciudadano mayor de 25 años. Con esta aportación se busca que puedan pagar cursos de educación continua o pagar los costos de sus deudas relacionadas a la formación de educación superior.
Este crédito es adicional a los subsidios existentes en Singapur que en algunos casos provee para cubrir el 90% de los costos de la educación de los ciudadanos.
“Tiene como objetivo empoderar a las personas para que asuman la responsabilidad de su aprendizaje, y también de la propiedad de su propio aprendizaje y desarrollo”, afirmó Leeo.
La calidad del modelo de educativo de Singapur se ha evidenciado en varias ocasiones, lo que le ha ganado un reconocimiento mundial.Durante el 2015 este paísconsiguió los mejores resultados en las pruebas PISA, exámenes que miden la calidad de la educación en 70 países. Ese mismo año, Puerto Rico debutó en esas pruebas y obtuvo uno de los peores resultados del ránking.
El profesor Emilio Lledó nació en Sevilla en 1927. A sus espaldas y en su cabeza, 90 años de filosofía, pensamiento, educación, libros, aprendizaje y enseñanzas. Es miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Foto: Deyanira López.
Es el filósofo de la memoria. Es uno de los nombres más queridos y admirados que ha dado la filosofía española en la última mitad del siglo XX. Es profesor, dice él, “y no un filósofo de verdad”. Es Emilio Lledó y punto. Con él hablamos largo y tendido sobre filosofía, libros, política, educación…
Por Gabriel Arnaiz, profesor de filosofía
Su magisterio ha adquirido un aura sólo comparable con la de los más grandes, y sus antiguos alumnos hablan de él con una devoción similar a la que mostraba Hanna Arendt por el “mago de Messkirch”. Si Safranski consideró a Heidegger como “el maestro de Alemania”, nosotros podríamos considerar a Lledó como uno de los “maestros de España”. Él dice que no es un filósofo de verdad (como sí lo son Platón, Aristóteles o su querido Gadamer), sino tan sólo “un profesor que ha dedicado parte de su vida a estudiar la filosofía y que lo ha pasado muy bien enseñando a los demás”. Pero en el fondo todo sabemos que es uno de los pocos grandes maestros (me atrevería a escribir incluso que uno de los pocos sabios) que hoy tenemos, y con esa actitud nos acercamos a él, para poder saborear una pequeña parte de su inmenso legado. Nos recibe en la biblioteca de la Real Academia de la Lengua, donde ocupa el sillón ele minúscula y a donde acude cada jueves.
En Los libros y la libertad habla usted de la importancia que tienen, o deberían tener, los libros para nosotros, como personas y como sociedad. ¿Qué significan para usted los libros? En esta biblioteca los libros significan algo esencial. Para mí, para cualquier persona que quiera adelantar en su vida, en sus conocimientos y en la fecundidad de su mente, los libros (estos libros que están aquí y otros que no) significan la memoria. Yo creo que los seres humanos somos fundamentalmente memoria y lenguaje. Si no tuviéramos memoria, no sabríamos quiénes somos. Por eso, siempre he defendido la tesis de que tenemos que tener memoria, no solo individual sino también colectiva. Estos libros que usted ve aquí son parte de la memoria histórica de la vida intelectual de nuestro país y de la vida personal de aquellos que un día decidieron escribir su oralidad; escribir las palabras que pensaban, las palabras que deseaban, las palabras que buscaban.
Y los libros de filosofía, ¿qué pueden aportarnos frente a otro tipo de libros?Depende de qué libros. Para una persona que no se dedique a la filosofía puede haber libros que le resulten difíciles o casi indescifrables, pero el libro filosófico es la transmisión de lo que los seres humanos han querido entender sobre las grandes cuestiones de la existencia (como la justicia, la verdad, la belleza, la bondad, etc.) y también para saber qué es lo que somos, cuál es el futuro colectivo de una serie de personas que constituyen una nación, un pueblo o una humanidad (ahora que se globaliza tanto todo); y creo que una de las grandes globalizaciones que hay que tener es la de la cultura, la del progreso intelectual.
“Los seres humanos somos fundamentalmente memoria y lenguaje”
“El epicureísmo”, de Emilio Lledó, publicado por Taurus.
Usted es especialista en filosofía antigua. ¿Qué nos pueden decir los libros sobre los filósofos griegos, como Platón, Aristóteles o Epicuro, de quienes, por cierto, ha hablado en obras suyas ya casi míticas recientemente reeditadas, comoMemoria del logos, Memoria de la ética oEpicureísmo? Yo soy especialista en filosofía antigua porque estudié Filología Clásica, pero también me interesa mucho la filosofía moderna. He vivido muchos años en Alemania y eso me ha hecho interesarse por la filosofía del idealismo alemán (la filosofía posterior a Kant), lo que pasa es que tengo la suerte de poder leer en latín y en griego (aunque ahora eso no se lleve), y esa suerte la pongo sobre los grandes filósofos de la cultura griega, que efectivamente siguen estando vivos para nosotros, como Platón, Aristóteles, Epicuro o Plotino. Toda la cultura griega es una cultura de una riqueza tal que a mí me sorprende que aún podamos leer la República o el Fedón de Platón, o la Metafísica de Aristóteles, y que después de 25 siglos todavía nos sigan diciendo cosas. Alguna vez me pregunto qué quedará de lo que escribimos nosotros. A lo mejor, dentro de 30 o 40 años, se esfuma, pero todavía podemos leer (y aún pueden hacernos latir) a Sófocles, Tucídides, Herodoto, Platón, Horacio o Virgilio (o a cualquier otro autor de la cultura antigua), y los podemos leer realmente con pasión y con aprendizaje. Por eso me parece tan importante que se cultive que a los alumnos, cuando se les enseñe a leer, se les enseñe también a amar el lenguaje, a pensar en el lenguaje, dentro de los niveles de cada momento de la vida de los muchachos. Ese alimento de la sensibilidad es una cosa esencial para la educación de los niños, porque si no se les abre ese horizonte, quedarán siempre ceñidos a los pequeños problemas de su personalidad. Y esa personalidad debe enriquecerse con la lectura, porque así ampliamos el diálogo que tenemos con nosotros mismos con la voz de Cervantes, de Galdós o de Lorca, o de quien queramos.
“Los grandes filósofos griegos siguen estando vivos para nosotros”
Usted ha contado muchas veces la historia de ese maestro de primaria que le enseñó el aprendizaje de la libertad vinculado con la lectura. Antes lo he dicho en otro contexto: uno no puede ser más que su propia memoria. Y creo que esta es una de las experiencias más hermosas que conservo de mi vida, y me parece que es un homenaje que debo rendir a don Francisco, que fue un maestro que yo tuve en Vicálvaro, un pueblecito de Madrid que hoy ya es un barrio de la ciudad. Los niños de mi clase tendríamos ocho, nueve o diez años y aquel maestro nos enseñó la libertad, y nos la enseñó de una manera muy concreta. Leíamos a otros autores, pero yo recuerdo sobre todo lo del Quijote. Después de leer una página nos decía: “Sugerencias de la lectura”. Eso me parece tan interesante que aún hoy no lo he olvidado. ¡Cuántas cosas de la vida, agradables o desagradables, olvida uno! Pero no la imagen de aquel joven maestro, que seguramente pertenecía a la Institución Libre de Enseñanza, en una escuela pública, obviamente. Yo creo decididamente en la enseñanza pública, en una enseñanza en la que no sea el dinero el que cambie las perspectivas o los tipos de enseñanza, porque además no suele cambiarlo. Yo creo que muchos de esos colegios “de excelencia”, por utilizar un sustantivo que me molesta mucho…
El profesor de filosofía Emilio Lledó durante la entrevista con Gabriel Arnaiz en la biblioteca de la Real Academia de la Lengua, en Madrid (España), a donde acude todos los jueves. Foto: Deyanira López.
¿Por qué le molesta? Pues porque es una cosa medio inventada. ¡Excelencia! ¿Qué es eso? La excelencia se demuestra andando, excelenteando (no sé si aquí en esta casa esa palabra caería), pero ninguno de esos colegios “de excelencia” podrían competir (y lo sé por experiencia, porque he pasado muchos años viviendo fuera de España) con un instituto público alemán o francés. He vivido cerca de ellos, aunque no he sido alumno de esos institutos, por desgracia, pero sí lo fui de don Francisco, lo que también es una compensación. Pero quiero decir que la protección de la enseñanza pública y que el dinero no sea lo que discrimine los niveles de aprendizaje, suponiendo que esos niveles de excelencia sean mejores (que, en mi opinión, no suelen serlo), es algo que hay que defender, que hay que alimentar y fecundar.
“Yo creo en la enseñanza pública, en una enseñanza en la que no sea el dinero el que cambie las perspectivas o los tipos de enseñanza”
“Sobre la educación”, de Emilio Lledó, publicado por Taurus.
En Sobre la educación, usted recopila diversos artículos sobre educación en los que denuncia duramente el tipo de enseñanza dominante en España, basada en asignaturas y exámenes. Sí, es que ese tipo de enseñanza, a la que yo llamo asignaturesca, es la enseñanza del aprendizaje. Yo creo que el aprendizaje no es importante, sobre todo ahora que tenemos tantos medios de conocimiento e información; lo importante es crear libertad intelectual y capacidad de pensar. Se habla muchísimo de la libertad de expresión. Qué duda cabe que eso es fundamental y característico de países democráticos, pero en mi opinión lo importante es la libertad de pensamiento; tener que pensar, saber qué pensar y no tener la mente aglutinada con pequeños coágulos que no te permiten entender, mirar o interpretar. Y en eso, la enseñanza tiene que ser ese estímulo continuo entre el profesor y el alumno. Cuando yo utilizaba este adjetivo asignaturesco me refería a esa concepción de exámenes, de controles continuos, de apuntes… Me llamó la atención la propaganda de una universidad privada que se montan ahora donde se veía a unos estudiantes en el campus sobre el césped, y el anuncio decía: “Estudiantes de la Universidad X preparando sus apuntes”. A mí eso me parece realmente patológico. Los apuntes no se preparan. En este sentido, recuerdo mi experiencia en Alemania. Llegué muy joven y me encontré en la Universidad de Heidelberg, donde no sólo no había apuntes, sino que ni siquiera había exámenes; tú te examinabas cuando querías.
Cuéntenos un poco cómo funcionaba la universidad alemana, cómo cambiaban los contenidos cada semestre. Al llegar, me sorprendía que, por ejemplo, Gadamer hablase de la Fenomenología del espíritude Hegel y al semestre siguiente sobre el Banquete de Platón, y al siguiente sobre Nietzsche; y, claro, yo iba buscando la asignatura. Pero no había asignatura. ¿Dónde está el temario? ¿De qué tomo apuntes? Y después estaban los seminarios. Tú podías ir a esas clases, que eran libres y a las que podían acudir alumnos de otras facultades, pero en los seminarios tenías que hablar antes con el profesor para que te dejase asistir. Le decías, por ejemplo, “voy a hacer un curso sobre Píndaro en filología clásica”, y él te contestaba: “¿Y por qué no sigue antes un curso sobre sintaxis?”. Aquello era, como dice Walter Benjamin en un texto, “descubrir la Universidad como una pasión por el conocimiento”, por la libertad de inteligencia, por no tener grumos que te agarren las neuronas y te impidan fluir con ellas. Esa idea de creatividad lo ha expresado toda la gran tradición universitaria alemana. Recuerdo un texto de Benjamin, que viene de toda la tradición kantiana y de Guillermo Humboldt, que dice casi textualmente que “obsesionar a los muchachos con que estar cinco o seis años en la universidad para ganarse la vida es la forma más feroz de perderla”; y esto es algo que, en mi opinión, se suele hacer. Hay que dejar que los jóvenes se entusiasmen con la filología clásica, con el derecho romano, con la anatomía patológica, con lo que sea. Dejarles que realmente se interesen por eso, aunque después no vayan a ser investigadores, pero, al menos, que la época en la que estén en ese espacio tan maravilloso de libertad que debe ser la universidad no los acorralemos con la obsesión de que tienen que ganarse la vida. La vida se la gana uno o se la pierde, pero hasta ese momento en que salgas de allí, sueña un poco con los ideales que constituyen la cultura y la educación.
¿Aún cree que esos ideales tienen vigencia, que pueden seguir vivos hoy? Porque también creo una hermosa frase kantiana, que “el ser humano es lo que la educación hace de él”. Ese es un texto espléndido de Kant y yo creo en esa tesis general. Somos, nos formamos, nos deformamos y nos transformamos por medio de la educación. Por lo tanto, las instituciones en donde esa educación es posible y el mimo a esas instituciones tiene que ser una característica decisiva de cualquier gobierno y de cualquier política. Y ya que he pronunciado la palabra “política” diré que la política es esencial en la cultura, y también los políticos. La política es, según decía un texto clásico, “lo más arquitectónico, lo más interesante de la vida social”, porque organiza, armoniza y orienta los distintos deseos e ideas de los seres humanos, a los que esos políticos tienen que facilitar su existencia (y no la de ellos mismos). Por eso es tan interesante crear instituciones donde esto sea posible, y por eso interesante la labor de los políticos. Hay algún texto de la filosofía griega en que Platón o Aristóteles se plantean incluso si los políticos pueden ser felices, porque su vida es darlo todo a los demás. Imagínate lo que significa eso en cuanto al cultivo de lo que llamaba Aristóteles el spoudaios, el hombre decente, el hombre justo que se entrega a los demás.
Lledó se define como “un profesor que ha dedicado parte de su vida a estudiar la filosofía y que lo ha pasado muy bien enseñando a los demás”. Y ha debido de hacerlo muy bien, porque cuando se marchó de la Universidad de La Laguna a la de Barcelona, varios alumnos suyos le siguieron. Foto: Deyanira López.
Algunos dirán que esta idea es hoy una utopía. O peor: una quimera. Es verdad que es un ejercicio difícil, pero el que se mete en política debería hacerlo desde esa directriz de la decencia, un concepto tan sencillo y tan bonito como ser decente. Entregarte a los demás y no buscar los compromisos con tu propia, cerrada y a veces entristecedora individualidad y egoísmo. Hay otro texto de la Ética nicomáquea que dice que el principio de las relaciones que tengamos con los demás empieza por la relación que tenemos con nosotros mismos, y para tener una buena relación con tu propia mismidad tienes que encontrarte digno de ti mismo, no engreído ni falsificador de tu propia personalidad, tienes que sentirte decente. Si yo me miro en el espejo y veo en mi historia algo negativo, sobre todo en relación con mi trato con los demás (y si soy político, ¡no digamos!), tendría que dimitir, pero no dimitir de un cargo, sino dimitir de ser humano, dimitir un poco de ti mismo.
“El que se mete en política debería hacerlo siempre desde la directriz de la decencia”
Cuando usted vino a España consiguió algo que yo no tengo conocimiento de que le haya sucedido a ningún otro filósofo español y fue que, cuando usted se marchó de la Universidad de La Laguna a la de Barcelona, varios alumnos suyos le siguieran (como ocurría con Heidegger). Pues probablemente, aunque no lo hice de una manera consciente. Una parte de lo que has dicho es leyenda. Lo que pasa es que yo llegué muy joven a La Laguna, después de casi diez en Alemania y de tres años como catedrático de instituto, y para mí aquello fue un reto tan hermoso que me entregué por completo. Recuerdo que, en aquellos años, no escribía ni publicaba nada; no hacía más que preparar clases, pero era porque me parecía un privilegio el poder tener delante a aquellos jóvenes (que los sentí siempre como amigos, como compañeros), sólo que yo era algo mayor que ellos, y creábamos un espacio colectivo, público, en el que yo hablaba y ellos escuchaban (y pensarían, me criticarían, me juzgaría, no me aceptarían…), pero se creaba un espacio público a través de las palabras, del lenguaje. Un lenguaje que les ayudara un poco, que les abriera la inteligencia dentro de lo que yo entonces podía, pues era más ignorante que ahora, porque era muy joven), aunque no es que después haya progresado mucho con los años, pero en fin, algo. Aunque eso que dicen de que los años te dan sabiduría, ¡no!; a veces los años te pueden engurruñir y estropear.
Tengo la intuición de que esa forma tan personal de concebir la enseñanza la aprendió allí, en Alemania. El único mérito que tengo es que me interesaba lo que hacía. Me interesa, por supuesto, y me interesaba mucho, la filosofía: entender el mundo en el que estoy, entender el país en el que vivo, entender la literatura, entender las cosas e interpretarlas. Amaba todo eso, pero al mismo tiempo amaba a aquellos a quienes quería comunicarles mis pequeñas y personales (y muchas veces carentes de interés) experiencias, pero que eran mías. Y esa es, me parece, una función esencial del profesor. Y ese era el rompimiento (valga la expresión) del asignaturismo. Recuerdo que, recién llegado a La Laguna, se me acercaron unos alumnos a preguntarme (de forma sensata por su parte, aunque escandalizante para mí): “Lo que usted dice, ¿nos lo va a exigir en el examen? ¿Qué va a pedir, un manual o sus apuntes?”. Me lo preguntaron con gran inocencia y yo me quedé absolutamente descolocado, porque no se me había pasado por la cabeza, pero era lógico que ocurriera eso. Liberar a los jóvenes de ese estricto controlasignaturesco, examinador, me parecía importante. Yo les decía que escribiesen sobre los temas que más les hubiesen interesado de los que yo había hablado. Eso me bastaba y sobraba para saber la calidad e interés que mostraban en lo que estaban estudiando.
“La biblioteca, los libros, la lectura suponen un diálogo de mi individualidad con esa maravillosa explosión de diálogos que te ofrecen los autores. Yo creo que es una suerte para los seres humanos que, a través del lenguaje, podamos dialogar con todos esos grandes”, nos dice Lledó. Foto: Deyanira López.
Ahora que contemplo todos los libros que hay en esta majestuosa biblioteca me viene a la mente la importancia que en Sobre la educación da usted a las bibliotecas (quizás por ello en Salteras, un pequeño pueblo a medio hora de Sevilla, han bautizado una biblioteca con su nombre). En Alemania usted descubrió que no es posible una universidad sin una biblioteca muy dotada y que el trabajo del investigador (al menos en las humanidades) se hace sobre todo en las bibliotecas. Es decir, que la biblioteca no es solo un espacio físico donde se almacenan libros. La biblioteca es un espacio de información, de préstamos de libros y también de ampliación de libros que tú no puedas tener. Sobre todo, a mí me llamaba mucho la atención la biblioteca en Heidelberg. Yo tenía veintipocos años y la biblioteca estaba casi siempre abierta, y no había dificultades para estar allí o pedir libros. Pero, sobre todo, porque la mayoría de los profesores con los que yo traté proporcionaban una bibliografía de libros interesantes sobre los temas que ellos iban a hablar (lo que era también una ruptura del asignaturismo), libros que “estaría bien que leyerais”, y eso incitaba el cultivo de la biblioteca. La biblioteca era un espacio enormemente vivo, abierto casi todo el año, para completar la enseñanza de los profesores; era una especie de simbiosis entre el profesor y la biblioteca. Recuerdo en un examen de Filología Clásica en que el profesor Regenbogen me preguntó qué había preparado y le dije que a Tucídides (era una época en la que me dio por estudiar la historia griega) y hablamos de eso, pero para ello yo no le reproducía apuntes de ninguna clase. Había consultado libros interesantes sobre Tucídides, Herodoto, o quien fuera. Había estado en la biblioteca “dialogando” con esos libros, porque la biblioteca, los libros, la lectura suponen un diálogo de mi individualidad con esa maravillosa explosión de diálogos que te ofrecen los autores. Yo creo que es una suerte para los seres humanos que, a través del lenguaje, podamos dialogar con todos esos grandes. O no tan grandes: no hace falta que sean figuras supremas de la literatura o la filosofía. Cualquiera nos puede abrir ese diálogo con nosotros mismos, que muchas veces llevamos muy empobrecido, muy controlado y muy angustiado. La lectura, la biblioteca, es un espacio de la libertad. Y esto no es una metáfora. Si cogiéramos uno de estos libros que hay aquí y leyésemos un párrafo, nos pondría en movimiento para pensar más, para ir más allá, y eso es algo que se tiene que enseñar desde la escuela, desde el diálogo con los niños. Hay que enseñarles a leer, pero sobre todo hay que enseñarles la sensibilidad que implica el conocimiento de un lenguaje, enseñarles a mirar las palabras, a entenderlas, a elaborarlas, a conectarlas. En una palabra, a amar las palabras.
“La personalidad debe enriquecerse con la lectura, porque así se amplía el diálogo que mantenemos con nosotros mismos”
En esa función formativa y transformadora de la educación (eso que los griegos llamaban paideia y los alemanes bildung) he recordado cuando usted enseñó alemán a algunos emigrantes andaluces que fueron a trabajar a Alemania y que, según sus propias palabras, eran gente “desposeída de todo”. Y cómo a usted le molesta tanto (igual que a mí) cuando oye de algún político el manido tópico de que los “andaluces son unos vagos”. Esta idea me parece una injuria, porque yo le hablaba de mi experiencia de profesor universitario, pero una de mis experiencias más hermosas fue la que coincidió con mi llegada a Alemania, a principios de los años cincuenta, con las primeras oleadas de obreros españoles que llegaban a trabajar allí. La mayoría de esos muchachos eran andaluces. Y debe de ser muyperezoso el pueblo andaluz para coger una maleta e irse a un país del que no conocían la lengua; ellos, que habían nacido con un no escrito sobre la frente: no al pan, no a la comida, noa la cultura, etc. Que tuvieran valor, arrestos, energía y entusiasmo para ir a un país del que ya sólo el nombre de algunas ciudades (como Frankfurt) les debía atemorizar; y aquellos muchachos, la mayoría de ellos andaluces, fueron capaces. Porque, como creo que dice Lope (“¡Ay, dulce y cara España, madrastra de tus hijos verdaderos!”), aquellos eran hijos verdaderos de este país, el mismo entusiasmo con el que yo entré en la Universidad de La Laguna y que descubrí en los estudiantes, ese mismo entusiasmo, o más (porque estaban más desamparados), lo encontré en ellos. Ese deseo de aprender, de enriquecerse, lo encontré en las clases de gramática alemana que daba en una cafetería de Heidelberg a aquellos muchachos a quienes nadie había enseñado gramática española. Ese es, para mí, uno de mis recuerdos más intensos y más hermosos. Pienso en lo que habrían hecho aquellos jóvenes, no analfabetos, pero abandonados culturalmente, si hubieran tenido las posibilidades de tanto señorito satisfecho que ha pasado por la escuela y la universidad y que no han hecho casi nada después. Y esto tiene que ver con lo que decíamos antes, con la igualdad de oportunidades. Aquellos muchachos, para que España no fuera, efectivamente, “madrastra de sus hijos verdaderos”, tenían que haber tenido otras posibilidades y por eso es tan importante lo económico en un país. Yo no creo que la economía sea lo más importante (hay que ver qué obsesión hay ahora con ella), pero qué duda cabe de que tú no puedes enseñar a muchachos a gozar, por ejemplo, la música de Mozart o una página del autor que quieras si tienen hambre, si tienen miseria, si se crean en un espacio social deprimente, con angustias.
Recuerdo que leí una vez una especie de broma que se le hizo a Lula cuando ganó las elecciones en Brasil, en un periódico, no recuerdo cuál ni recuerdo quién, que dijo “tanto ganar las elecciones para decir que su ilusión es que los brasileños coman tres veces al día”. Me parece fantástico que puedan comer, porque si no, no hay cultura. Pero no podemos quedarnos solo ahí, porque quedaríamos reducidos a la más grande de las animalidades, al hombre que necesita solo su propio cuerpo para vivir. Nadie puede respirar con mis propios pulmones, pero ese es un estadio que hemos superado y esa superación se llama cultura, e implica que todos tenemos derecho a esa cultura, aunque cada uno la elabore a su manera.
Cómo es el buen maestro
“El maestro es imprescindible en la docencia universitaria. Un maestro no es aquel que explica, con mayor o menos claridad, conceptos estereotipados que siempre se podrán conocer mejor en un buen manual, sino aquel que transmite en la disciplina que profesa algo de sí mismo, de su personalidad intelectual, de su concepción del mundo y de la ciencia. Ser maestro quiere decir abrir caminos, señalar rutas que el estudiante ha de caminar ya solo con su trabajo personal, animar proyectos, evitar pasos inútiles y, sobre todo, contagiar entusiasmo intelectual. Este elemento estimulador, sugeridor, orientador, es la pieza esencial del mecanismo universitario”. Sobre la educación, EDIT. Taurus
Cambiando un poco de tercio, ¿nos puede enseñar la filosofía a ser felices? ¿Nos puede ayudar a vivir mejor? Lo digo por El elogio de la infelicidad. O se lo planteo de otra manera: ¿qué nos pueden enseñar los filósofos griegos para nuestra vida cotidiana? Yo me doy cuenta, efectivamente, de que no vivimos ni vestimos como los griegos, pero, a pesar de todo, seguimos leyéndolos. ¿Qué quiere decir eso? Que todavía podemos dialogar con sus palabras, lo cual significa que estas no han envejecido, aunque ya no llevemos clámides ni coturnos. Ellos descubrieron una serie de palabras que constituyen lo que, con más o menos razón, llamamos cultura occidental. Y una de las palabras centrales de esa cultura griega era la palabra felicidad, eudaimonía, que significa algo así como tener un “buen diosecillo” o alguien supremo que te ha mirado con benevolencia y ha conseguido que tengas más ánforas que otro, y más vestidos y esclavos. Es decir, ser feliz era tener. Esto es, si tenías más bienes materiales, parece que eso te ayudaba a vivir. Pero hay un momento en la cultura griega (un momento genial) en que ya no se trataba de tener, sino de ser. Algo más sutil, más delicado, más interior, más personal. Y ese cambio significó un giro decisivo en la idea de libertad y de felicidad. Eras feliz si no te avergonzabas de ti mismo, si te sentías digno de ti mismo. Y eso tiene que seguir manteniéndose. Yo creo que la codicia es una de las muchas enfermedades que padece el hombre lobo, el hombre que cree que la vida es una lucha. ¡Naturalmente que es una lucha y una tensión! Pero siempre he defendido (y creo no equivocarme, aunque si alguien me demuestra lo contrario, lo aceptaría) que es más importante en la vida humana el afecto, el espacio amoroso, el espacio de la filia y de la cordialidad que el de la violencia y el odio. El odio no crea más que odio y, además, produce la muerte, no sólo individual o mental, sino la muerte de la sociedad en la que el odio sea el elemento enhebrador. Además, la frase de “el hombre es un lobo para el hombre” es una frase que luego se ha utilizado en la filosofía inglesa, pero que viene del teatro grecorromano y que tiene unos contextos mucho más inocentes que esos.
“La codicia es una de las enfermedades que padece el hombre lobo, el hombre que cree que la vida es una lucha”
Hablando de la felicidad, me ha venido un recuerdo muy vívido que usted ha comentado alguna que otra vez: el olor a carne quemada de la Guerra Civil cuando era usted un niño pequeño y cómo le fastidia la trivialización de la violencia que se produce en los medios de comunicación. Era un día que mi padre me trajo a Madrid, y cuando estábamos en la Gran Vía, hubo una alarma de un ataque aéreo y nos metimos en un portal, pero hubo gente a la que no le dio tiempo a refugiarse; creo que fue la primera vez en mi vida que vi cuerpos destrozados. Me di cuenta entonces de lo que era la muerte de la violencia, y desde entonces soy pacifista. Descubrí que la sangre y la pólvora huelen; la imagen la tengo clarísima. Por eso me desagrada mucho la trivialización de la violencia. Me gustan las películas de gánsters y decowboys, pero no puedo ver esas películas que se recrean con la sangre, la violencia y el desgarro físico: me salgo o, mejor dicho, no voy. Esas películas trivializan la muerte y hacen que parezca que eso es una cosa tan natural como comerse un plato de espaguetis.
“Me desagrada mucho la trivialización de la violencia”
También aborrece usted los videojuegos violentos. Sí. En una ocasión viajaba yo en el AVE y venían dos matrimonios con niños que jugaban con esas maquinitas y a mí me interesó mucho el fenómeno, porque los videojuegos forman parte de nuestra cultura. Los muchachos aquellos estuvieron durante dos horas matando marcianitos y, al llegar el tren a Atocha, me di cuenta de que aquellos niños no tenían una cara humana, de la tensión de todas las horas que pasaron allí tecleando y matando marcianitos (o jupiterinos, o lo que fuera). Y eso a mí me parece que es un aprendizaje, pues con esas teclitas se puede producir lo mismo que yo vi en el año treinta y siete.
La memoria de la Guerra Civil y la de los maestros de la república, ¿crees usted que está suficientemente presente? Si no lo estuviera, sería una desgracia. Esa tesis repetida políticamente de que se abren heridas me parece falsa, un engaño. Yo lo que quiero es saber qué ha pasado en mi país, conocer su historia, y eso no es abrir heridas. Al contrario: es tomar conciencia de las cosas positivas, de las cosas negativas y de los caminos por los que (creo yo) no hay que seguir adelante en ese olvido. El alzhéimer colectivo es todavía mucho peor que el alzhéimer individual, y un país sometido a la falsificación de lo colectivo es un país condenado. En mi opinión, no hay futuro en un país si no ponemos el pasado por delante, para aprender de él.
“El alzhéimer colectivo es todavía mucho peor que el alzhéimer individual”
“Los libros y la libertad”, escrito por Emilio Lledó y publicado por RBA.
En Los libros y la libertad he leído el análisis casi ontológico que hace usted de estos nuevos libros, los ebooks, y la volatilización o diferencia entre el libro tradicional y el ciberlibro. Naturalmente que tener estos libros puede facilitar la lectura, qué duda cabe. Tú puedes meter en esta especie de cuartilla luminosa quinientos libros y eso me parece un prodigio tecnológico. Pero yo me imagino la biblioteca de mi casa (o esta de aquí) y que en lugar de todo esto que está aquí, hubiera 15 o 20 cuadraditos de estos en donde estuvieran metidos todos esos libros. Sería otra cosa. El tacto, el objeto libro es también un objeto de la cultura. Y naturalmente que el leer se puede hacer en estos nuevos libros, y a lo mejor se hace con más claridad, porque si tienes una letra pequeña la puedes agrandar, y qué duda cabe que eso tiene que ver con la democratización de la lectura, y eso es importante. Pero el mundo del libro es otra cosa, y yo lo he dicho, yo me siento en mi casa, son mis compañeros y los miro y sé hasta dónde los compré y sé por qué los compré.
Usted ha dicho muchas veces que “los libros nos leen”. Es que a mí se me quejan algunos libros de que ya no los leo. Nietzsche se me queja: “Hace mucho que no coges El origen de la tragedia; a ver si me lees, que ya se te está olvidando”. O me dice Aristóteles: “Hace mucho que no trabajas en los libros de la Historia natural”. Eso es una especie de metáfora que yo me digo a mí mismo para indicar hasta qué punto yo dialogo con esos objetos, con esas realidades que no son valiosas, porque a mí nunca me ha interesado comprar primeras ediciones de Kant o de El Quijote; mis libros son los libros de mi trabajo y de mis intereses.
¿Puede ser la televisión pública un elemento de cultura en España? Lo digo porque usted formó parte de ese famoso comité de sabios que analizó la cuestión. Hay que luchar para que lo sea. Lo voy a decir de manera un poco fuerte, pero una de las estupideces que tuve que soportar cuando asumí mi deber ciudadano cuando me ofrecieron ese cargo, porque sé muy bien para qué sirve la televisión, es que me criticaron porque decían: ¿cómo va a ser el presidente de ese comité de sabios un hombre que no tiene televisión? Pero he tenido televisión y he visto televisión en inglés, francés y alemán. Con ver un programa de televisión basta para ver lo que da de sí o lo que da de no el medio. Toda la comisión no quisimos cobrar del erario público español ni un céntimo. Entregamos diez meses de nuestra vida a ese trabajo y yo no podía hacer otra cosa. Tenía una mesa en mi casa donde estaban todos los informes y los libros sobre la televisión, y al acabar me di cuenta de que de lo que de verdad sabía no era de filosofía ni de historia, sino de televisión. Por eso, esa trivialidad de que “no tiene televisión” me parecía, aparte de estúpida, agresiva e injusta, cuando con todas nuestras limitaciones, nos habíamos entregado todos a esa tarea. Yo, al menos, no pude hacer otra cosa más que estudiar de eso de lo que soy un experto (aunque, por suerte, ya lo voy olvidando). Creo, efectivamente, que la televisión es un medio esencial en la cultura de nuestro tiempo, forma parte de todo ese mundo tecnológico que nos cerca, nos rodea, nos ciñe y nos aprisiona, pero que es nuestro mundo.
¿Es la televisión la caverna de Platón? Yo creo que él intuyó lo que eran el cine y la televisión.
Usted ha dicho “todos sabemos lo que es en realidad la televisión” y para qué sirve. La televisión sirve para ilustrar, o para manipular, o para engañar, o para tergiversar, o para mentir, pero también para crear. Una televisión un poco ilustrada es un elemento de educación esencial en nuestro tiempo. Por eso hay que mimarla y cuidarla. Lo que pasa es que también tenemos que cuidar la naturaleza. Vivimos en un mundo tecnológico, pero imagínate lo que sería que dijéramos “mañana no va a haber aire” o “mañana no va a haber agua”. Somos seres de la naturaleza y por dentro de ese maravilloso mundo tecnológico que hay que asumir, orientar y saber usar está lo que realmente es nuestro cuerpo, los latidos concretos, materiales y exactos de nuestro corazón.
Podría pasarme horas escuchando “al mago de Salteras”, pero él tiene que comer y yo que acostarme pronto (si quiero curarme esta gripe que me está matando). Me habría gustado tenerle como maestro cuando yo era un zangolotino descarriado y haber podido así disfrutar durante horas de su hipnótica conversación. Quizás entonces habría sido capaz de apropiarme un poco de su sabiduría.
¡Estúpidos exámenes!
“Es quizá en la transmisión de conocimientos en donde radica la mala organización de nuestros sistema educativo. […] Nuestros bachilleres, […] agobiados de exámenes, asfixiados de libros de texto que tienen que aprender, y que, por supuesto, acaban haciéndoles rechazar aquello que aprenden, sin apenas tener con el saber un contacto relajado y estimulador, memorizando de los idiomas modernos esquemas gramaticales que solo les sirven para mal traducir, acaban siendo víctimas de una inicua profanación intelectual. […] Es una idea distinta de enseñanza la que domina en los países europeos. Los alumnos utilizan el texto únicamente como consulta, como instrumento de trabajo, no como fichero de noticias, la mayoría de ellas inútiles y que, como ocurre en nuestro país, son objeto exclusivo de aprendizaje. El aspecto creativo, crítico, se cultiva fundamentalmente sobre la base de trabajos personales, de lecturas continuadas, de comentarios, en los que se deja crecer y esponjar la capacidad de cada alumno. Los exámenes apenas tienen importancia, porque el profesor, a lo largo del curso, ha ido reuniendo suficientes datos objetivos, y por supuesto no se cultiva esa liturgia del examen obsesivo que, en determinados meses del año, aflora como una enfermedad crónica y mortal de nuestra pedagogía. […] En un país donde es la asignatura la que marca la cota más alta del deber académico, ¿qué importa quién da la clase? Lo decisivo es que el plan de estudios se cumpla, que el grupo quede atendido y que, a su tiempo, tengan lugar los exámenes. Una Universidad que examina parece que es una Universidad que funciona, aunque el examen no sirva más que para consagrar la superficialidad, y el engaño, sobre la base de conocimientos muertos y de saberes sin sustancia.” Sobre la educación, edit. Taurus
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