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Pensar trayectorias educativas integrales

Por: Antonio Romano

Este artículo se propone discutir sobre tres preguntas. Estas son: a) ¿la educación está en crisis?, b) ¿qué políticas educativas están actualmente en confrontación o en debate? y c) ¿hay algo que podemos llamar política educativa de izquierda?

Parece haberse instalado una suerte de acuerdo en que todos compartimos las mismas respuestas a estas preguntas. Si se hiciera una encuesta, podríamos anticipar cierto estado de la opinión pública, que contestaría: a) la educación está en un estado calamitoso, b) la confrontación no es entre políticas educativas, sino entre técnicos y sindicatos, y los sindicatos tomaron por asalto la educación, y c) una política educativa de izquierda es la que asume que los técnicos son quienes deben gobernar la educación.

Quizá lo mejor sería demostrar los supuestos falsos que están detrás de la mayoría de estas afirmaciones para que, una vez despejado el asunto, pudiéramos responder de una manera que lograra superar este sentido común, que resulta, por cierto, bastante conservador.

En primer lugar, me gustaría decir que el discurso sobre la crisis de la educación pretende decir mucho, pero finalmente termina por hacer caer en saco roto cualquier posible respuesta racional al estado de la educación en nuestro país.

Hacia la mitad del siglo XX, Hannah Arendt, en un texto no muy extenso, analizó las causas de la crisis en la educación en Estados Unidos. Repárese en la preposición utilizada por la autora para comprender el fenómeno de la crisis: en, que no es la misma que solemos utilizar para referimos a dicha crisis: de, la crisis de la educación en Uruguay. En el primer caso, se trata de un fenómeno más amplio que irrumpe en la educación y que la excede ampliamente; en el segundo, se trataría de dar cuenta de un estado de la educación. Cuando en la década del 50 analizó el estado de la educación estadounidense, Arendt descubrió que ese fenómeno que estaba manifestándose en el sistema educativo tenía que ver con transformaciones que se estaban produciendo en las sociedades occidentales, que estaban teniendo dificultades para seleccionar y transmitir un contenido cultural valioso a las nuevas generaciones. Para la autora, el problema en la educación es la forma en que nos estamos relacionando con el pasado, porque los adultos nos estamos desligando de la responsabilidad de incorporar a los más jóvenes en una cultura común, lo que tiene como consecuencia que la educación se transforme en una cosa diferente a un espacio para construir una filiación con una herencia cultural compartida.

Frente a esta situación, la docencia no tiene que ver con poner en contacto a las nuevas generaciones con la cultura común, sino con entrenarlas para un futuro incierto. De ahí que se desconfigure la identidad del docente, convertido ahora en un mediador o facilitador, y que empiece a aparecer un conjunto de categorías nuevas que resignifican la tarea de enseñar y la convierten en una actividad destinada a desarrollar competencias, habilidades, etcétera. Parece que ahora la vida en las instituciones educativas debe ser un espacio de entrenamiento en prácticas de supervivencia.

2. Cuando se habla de la crisis de la educación en Uruguay, no se hace referencia a ninguna de estas cosas. Se trata de denunciar un supuesto deterioro que se habría producido por bajar los estándares académicos, por la mala gestión de las autoridades de la educación o por la acción destructora de los sindicatos. Ninguno de los diagnósticos logra rozar más que la superficie del fenómeno, pero rápidamente se encuentran culpables.

Ahora bien, ¿a qué se hace referencia cuando se dice que la educación está en crisis? La primera respuesta tiene que ver con las posibilidades de que todos los estudiantes que ingresan a secundaria logren una trayectoria educativa continua. Los datos nos siguen indicando que, de cada diez estudiantes que ingresan al ciclo básico, sólo tres finalizan el bachillerato. Este es un dato preocupante, de eso no caben dudas. Pero ese guarismo aparece con otro, también significativo, que nos permitiría encontrar otras pistas para comprender el fenómeno. Según el censo universitario de 2012, de cada diez estudiantes que ingresaron a la Universidad de la República, seis pertenecían a la primera generación de su familia en acceder a ese nivel educativo. Esto significa que, si bien en Uruguay no todos los estudiantes terminan la secundaria, la composición de la matrícula universitaria está cambiando.

Cuando la realidad se lee desde el punto de vista de los que no terminan la enseñanza media, las cosas no están bien, sobre todo porque a los estudiantes de familias más pobres les va peor. Sin embargo, cuando enfocamos la lectura en el perfil de los estudiantes que ingresan a la Universidad de la República, descubrimos que muchos de los que no accedían al nivel terciario ahora sí lo están pudiendo hacer.

3. Al presentar la diferencia entre estos dos indicadores no pretendo minimizar el problema que tenemos en la enseñanza media. Pero no poder discriminar lo que está bien de lo que está mal, poniendo todo en una misma bolsa, es una operación discursiva para instalar la idea de que nada de lo que se ha hecho hasta ahora está bien. Y la consecuencia cuasilógica de esa forma de plantear el problema es que necesitamos una supuesta reforma estructural para cambiar el sistema de enseñanza media. Por ende, necesitamos un reformador que sea capaz de llevarla adelante, casi como una encarnación de José Pedro Varela en el siglo XXI.

Llegados a este punto, empiezan a aparecer algunos problemas. El primero es qué idea del cambio tienen quienes sostienen la necesidad de uno estructural. El segundo es cómo se traduce ese cambio estructural. El tercero es si es posible pensar que este cambio no tiene ideología o, mejor dicho, que se resuelve mediante la afirmación de un consenso técnico que esté por encima de los partidos políticos.

4. Vayamos por partes. Quienes afirman categóricamente la idea de que estamos sumidos en una profunda crisis educativa tienden a sostener la necesidad de una reforma educativa como condición para revertir ese estado. Crisis educativa y reforma del sistema educativo parecen estar convocadas como cara y contracara de un mismo fenómeno.

¿Cuál es la particularidad de esta forma de pensar la educación? Presupone que todo lo hecho hasta el momento está mal, sea por desidia, sea por mala voluntad, sea por complicidad con intereses corporativos. A su vez, quienes se ubican en este lugar de enunciación de la necesidad de la reforma asumen la posición mesiánica de ser los portadores de la solución que el resto no fue capaz de reconocer o cuyos intereses les impidieron visualizar. Generalmente son los que se invisten de un saber experto que estaría por encima de cualquier clase de bandera partidaria o de grupo. ¿Qué supone esta postura? Desprecio hacia el saber de los docentes, pues los ubica como los principales defensores de un estado de cosas que el reformista quiere cambiar.

¿Qué es lo que los reformistas proponen cambiar? Hasta ahora solamente han enunciado dos planteos concretos: el primero, la necesidad de lograr un marco curricular común que abarque las enseñanzas primaria y media; el segundo, la autonomía de los centros para darles mayor capacidad de decisión a los directores y a los equipos docentes.

Si analizamos estas dos medidas, nos podemos dar cuenta de que dicen bastante poco acerca de lo que podría ser una política educativa de izquierda. El marco curricular común es propuesto para garantizar la continuidad de la trayectoria escolar de los adolescentes que ingresan a la enseñanza media. Se considera que las diferencias entre primaria y enseñanza media serían, en gran parte, la causa de la interrupción de la trayectoria de muchos estudiantes. El supuesto es que un cambio de planes podría cambiar la cultura institucional de un subsistema que fue creado para seleccionar a los “mejores” candidatos para la universidad. La cuestión de la autonomía de los centros es una versión remixada de lo que en los 90 se planteó como palanca para el cambio educativo, partiendo de la lógica del mercado como principio para pensar el sistema.

5. Frente a esta posición, ¿podemos decir que existe una política educativa de izquierda? ¿Cuáles serían los presupuestos? En primer lugar, la mirada debería estar centrada, más que en los programas, en la preocupación por garantizar una trayectoria educativa integral para los jóvenes y los niños uruguayos. Pensar en la trayectoria educativa implica más que pensar en la trayectoria escolar: aquella contiene a esta, pero la trasciende. Esto significa que deberíamos reconocer en la formación de las nuevas generaciones otros espacios que hoy se consideran poco relevantes o, mejor dicho, que la educación de los jóvenes requiere de la acción convergente de diferentes espacios.

Pero, en concreto, ¿qué quiere decir esto? Que la educación no puede ser la respuesta a todos los problemas que tenemos los uruguayos. Tenemos que parar con esa manía de creer que cuando tenemos un problema social de siniestralidad alto, de consumo elevado de alcohol o de discriminación social inmediatamente debemos crear programas para trabajar en las escuelas. Esos problemas debemos asumirlos los responsables: los adultos. Como contrapartida, deberíamos priorizar el sentido de la educación pública en Uruguay, que tiene que ver con hacer participar a las nuevas generaciones en la cultura.

En este sentido, la política de crear escuelas de tiempo completo o liceos de tiempo completo resume la idea de que la institución escolar tiene que asumir todos los mandatos sociales que se le imponen. Por eso no es tan buena como las propuestas de tiempo extendido. La diferencia es que en estos espacios conviven adultos con diferentes tipos de formación y propuestas que interactúan con los niños y los adolescentes. Para lograr este formato, muchas instituciones educativas están haciendo convenios con clubes barriales, con centros deportivos, con museos, con bibliotecas, etcétera. Si se potencian estos espacios, la institución educativa se abre a la comunidad y la responsabilidad del cuidado y la formación de las nuevas generaciones es visualizada en un campo más amplio que el que puede ofrecer una escuela, un liceo o una escuela técnica. Esta es una responsabilidad de toda la sociedad, por lo que necesitamos pensar políticas interinstitucionales y lograr que los docentes puedan trabajar con otros actores educativos para enriquecer las intervenciones y garantizar las trayectorias educativas de las nuevas generaciones. Cada uno asumiendo la responsabilidad que le toca, pero complementando el trabajo de formación para construir trayectorias educativas más integrales para las nuevas generaciones de uruguayos.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/4/pensar-trayectorias-educativas-integrales/

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Insta Derechos Humanos a impulsar lectura y escritura

www.terra.com/24-04-2017

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) exhortó a las autoridades educativas a impulsar el desarrollo de las habilidades de lectura y escritura, como parte de la obligación general del Estado de garantizar el derecho a la educación de todos los mexicanos.

En ocasión del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, destacó la necesidad de garantizar a la sociedad el pleno acceso a la alfabetización y fomentar la lectura, actividades que resultan fundamentales para disfrutar de otros derechos y generar integración social, en igualdad de condiciones.

En un comunicado, el organismo defensor informó que el analfabetismo constituye un obstáculo que restringe sensiblemente el goce y ejercicio de derechos humanos, entre ellos a la educación.

Los derechos humanos a la educación y la protección de los intereses morales y materiales que corresponden de las producciones científicas, literarias o artísticas se encuentran plenamente reconocidos por la Constitución Política y los tratados internacionales, acotó.

Al citar cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo), indicó que en México aún hay cinco millones de personas en condición de analfabetismo, quienes no pueden ejercer plenamente sus derechos fundamentales, especialmente a la educación.

Ante ello, la CNDH llamó a la población en general a adoptar la lectura como un hábito positivo, así como a considerar que, además de ser el vehículo más importante para el aprendizaje, permite acceder a la cultura y al conocimiento en general.

De igual forma, agiliza la mente, logra un mejor razonamiento y facilita explorar todo aquello que nos rodea, y es una sana distracción.

Recordó que el Derecho de Autor se encuentra catalogado como un derecho humano, tal como lo establecen, entre otros, el Artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y el Artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), celebrada en París en 1995, decidió instituir el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor para rendir homenaje universal a los libros y los autores.

La celebración se instituyó para alentar a todos, y en particular a los jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y a valorar las irremplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad.

*Fuente: https://www.terra.com/noticias/mundo/latinoamerica/insta-derechos-humanos-a-impulsar-lectura-y-escritura,61361a32d41223cdd7afe836fad33c50rmndzrbs.html

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Colombia: Si su hijo aún no sabe qué estudiar, no deje de leer esto.

www.elpais.com.co/24-04-2017

Más de 24.000 estudiantes de grados 10 y 11 de 250 colegios privados y oficiales, están invitados a participar en Educali, la primera feria educativa que organiza el diario El País en Cali.

El evento reúne en un solo sitio, el Coliseo Evangelista Mora, a más de 32 instituciones entre educación superior y especializada de Cali y de otras ciudades de Colombia, en una exposición con toda la oferta educativa.

La feria se realizará los días miércoles 26, jueves 27 y viernes 28 de abril próximos, y estará abierta al público, de 8:00 a.m a 7:00 p.m los días miércoles y viernes, excepto el día jueves, cuando las puertas se cerrarán a las 3:00 p.m.

Para poder ingresar a la exposición y participar de las rifas que se harán entre los asistentes, los estudiantes deben realizar su inscripción previa en la pagina www.elpais.com.co/educali.

El encuentro es organizado por el diario El País S.A., medio de comunicación más importante del Suroccidente colombiano, bajo la coordinación de su área de Eventos & BTL. La meta es recibir entre 12.000 a 15.000 estudiantes durante los tres días.

La invitación es extensiva también a los padres de familia para que vayan al evento, ya que se trata de conocer todas las opciones de estudio que pueden definir el futuro de sus hijos.

El objetivo de esta feria es poner a disposición de estudiantes y padres de familia y la comunidad educativa, con todas las comodidades, la más completa oferta de estudios superiores.

Para ello, ha convocado a universidades, institutos técnicos y tecnológicos, instituciones especializadas en idiomas, aviación, gastronomía, estudios en el exterior y créditos estudiantiles.
Entre los invitados está la Escuela de Aviación del Pacífico, centro de educación para el cual la Feria Educali es muy importante “porque así los estudiantes conocerán que la Escuela no solo ofrece Aviación como carrera, también formamos técnicos de aeronaves, despachadoras aéreas y tripulantes de cabina”, dice Esmeralda Molina, encargada del departamento de Mercadeo de esa institución.

En el evento también estará presente el Instituto Learn English, quienes se encargarán de inculcar en los invitados la importancia del idioma inglés en Colombia y el mundo. “Hoy en día hay una demanda alta del idioma extranjero, en las universidades exigen un nivel de inglés aceptable, también para postularse a un empleo ya hay requisitos de nivel avanzado de este idioma para cualquier cargo. Por ello, este evento nos permitirá llegar a los estudiantes para cumplir con nuestro objetivo principal que es crear conciencia de que el inglés es importante”, cuenta Laura Isabel Morante, asistente de Mercadeo y Publicidad de Learn English.

También pueden asistir las personas que ya se graduaron de bachilleres, pero que por distintos motivos postergaron sus estudios superiores y quieren dar inicio a ellos ahora.

Dentro de las universidades que asistirán está la Javeriana de Cali, la cual dará a conocer los 21 pregrados que ofrece con sus cuatro facultades: Ciencias Económicas y Administrativas, Humanidades y Ciencias Sociales, Ingeniería y Ciencias de la Salud. “En Educali daremos a conocer nuestras carreras a todos los estudiantes para que se vayan perfilando y conozcan las oportunidades que tenemos para que se formen como profesionales”, asegura Carolina Montenegro, directora de Promoción y Cultura de esa universidad.

La oferta en Educali es variada. Por ejemplo, contará con la Escuela Gastronómica de Occidente con su programa para jóvenes creativos con deseos de ser chef.

“Nosotros poseemos un currículum muy bien estructurado, se aprende de cocina ancestral y de todo el mundo. Además, tenemos entre nuestros docentes a los mejores chefs nacionales e internacionales, contamos con fortalezas que queremos que los jóvenes conozcan para su futuro”, cuenta Liliana Sevilla Naranjo, directora Comercial de la Escuela.

También estará presente la Cruz Roja del Valle que desea transformar la vida y cumplir los sueños de todos los jóvenes que ingresan a formarse como rescatistas y socorristas, dice Ángela Tabares, ejecutiva comercial de Educación de la CR. “Queremos apostarle a comunidades estudiantiles altamente capacitadas desde lo técnico y desde lo humano porque eso es lo que el mundo necesita, personas que quieran ayudar a salvar vidas”, agrega.

El evento estará abierto a todo público interesado en educación superior, que les facilite tener en un mismo escenario todas las opciones les ayude a tomar una mejor decisión sobre la educación profesional, técnica o tecnológica que le darán a sus hijos bachilleres.
El País eligió un sitio equidistante del sur y del norte, del oriente y del occidente y de fácil acceso en transporte público y privado. El ingreso será totalmente gratuito y se hará por el lado norte, es decir, frente a la tribuna Sur del estadio Pascual Guerrero.

Quienes se registren participarán en las rifas que se llevarán a cabo por parte de los patrocinadores y de El País. Entre ellas, tres (3) bonos por valor de $1.000.000, uno cada día del encuentro, suma que se abonará directamente a la institución que defina el ganador donde va a estudiar, para ayudar a pagar la matrícula de su primer semestre.

La rifa se hará con medios digitales y se proyectará en pantalla, seleccionando en forma aleatoria el nombre del ganador, para efectos de la transparencia.

El evento contará con el apoyo de la estación de radio La Mega, de RCN, que transmitirá en directo desde el sitio durante los tres días, a partir de las 10 a.m. y llevará grandes sorpresas para los asistentes.
El País distribuirá la revista Educali al público asistente al evento, la cual incluye toda la oferta de los expositores con interesantes contenidos sobre educación.

Con Educali, El País busca contribuir a que la ciudadanía adquiera mejor información sobre las opciones de educación que le ofrece la ciudad.

*Fuente: http://www.elpais.com.co/familia/si-su-hijo-aun-no-sabe-que-estudiar-no-deje-de-leer-esto.html

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Panamá: La única inversión real es la educación

laestrella.com.pa/24-04-2017

Si deseamos ser un país que genere valor, tenemos que medirnos con los mejores, plantearnos metas realmente importantes

Luana tiene 8 años y ayuda a su padre ha hacer las presentaciones de su oficina, ayudó a crear las gráficas, las escogió para que se compaginan con los conceptos que se quería exponer y luego apoyó el montaje final.

El padre de Luana la anima a crear, escucha en serio lo que ella tiene que decir y le hace saber los resultados de eso que ella ayudó a cocrear.

No quiero imaginar lo que Luana hará cuando tenga 12 años, las cosas que podrá crear y las capacidades que tendrá.

Lastimosamente no todos nuestros niños tienen la suerte de Luana, el acceso a la educación, los estímulos y el apoyo que tanto sus padres, su colegio le dan.

He escuchado a muchas personas decir que la solución es hacer que todos los niños vayan a escuelas privadas, yo creo que la cosa va más por el lado de hacer que las escuelas públicas manejen esquemas de excelencia iguales o mejores que las privadas.

Los países con los mejores sistemas educativos, tienen siempre como política una educación pública, universal y casi siempre gratuita.

No estoy diciendo que debemos mejorar el sistema educativo, lo que digo es que debemos ‘rediseñarlo’ en función del país que queremos tener.

En este espacio repito cada tanto que lo que realmente importa es la gente, si deseamos ser un país que genere valor en el mundo de hoy, tenemos que medirnos con los mejore, plantearnos metas realmente importantes y no temer acometerlas.

No soy el primero que habla sobre estos temas, en conversaciones con amigos, otros empresarios, gente de fuera y en general con quienes interactúan de una u otra forma con el país. El tema del sistema educativo siempre aparece de forma recurrente. Lamentablemente cuando las conversaciones ocurren, es muy difícil hacer la conexión con la gente que sufre los problemas que genera.

Luana me recuerda lo que se puede lograr cuando a un niño se le educa y apoya de la mejor forma, viéndola me puedo imaginar lo que sería tener un ‘ejercito de niños educados’ como ella, puedo ver cómo a medida que crezcan y profundicen su educación, generarían los cambios sociales y económicos de los que tanto hablan los que quieren cambios. Pero el asunto no es así, los talentos de nuestros jóvenes no se potencian, la oportunidades se pierden y alguien en alguno otro país las capitaliza.

El sistema educativo no es un problema, es ‘el problema’ a solucionar, todos los demás deben supeditarse a este. Necesitamos más Luanas y cuando entendamos lo crucial de esta necesidad, seremos capaces de invertir y cambiar lo que haga falta para lograrlo.

*Fuente: http://laestrella.com.pa/estilo/cultura/unica-inversion-real-educacion/23997558

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Uruguay: Advierten un clima político para privatizar la educación

www.elpais.com.uy/24-04-2017

Informe de la Universidad de Barcelona pone de ejemplo las PPP y acceso gratuito a liceos como Jubilar.

La Universidad Autónoma de Barcelona alertó que en Uruguay hay un «clima político propicio» para ir hacia la privatización de la educación. Señala que a través de los proyectos de Participación Público-Privada (PPP) para la construcción de nuevas instituciones públicas, y de colegios privados de acceso gratuito como el Jubilar, se atenta contra la tradición de educación pública que tiene el país.

El trabajo sostiene que «la centralidad adquirida por las propuestas pro-privatización» y el apoyo a estas por parte del gobierno y la oposición, «podría traducirse en cambios significativos a mediano plazo».

La institución española lanzó el estudio «La privatización educativa en América Latina: Una cartografía de políticas, tendencias y trayectorias». Este se compone por 98 páginas en las que se desagrega país por país.

El estudio sostiene que la «privatización latente (…) tiene en Uruguay su caso más emblemático». Esta se caracteriza «por un limitado desarrollo de la oferta privada, pero con una incipiente cooperación público-privada en forma de iniciativas experimentales y de alcance limitado, susceptibles de ser consolidadas y expandidas en un clima político propicio».

El informe apunta a los centros privados de acceso gratuito que se financian a través de donaciones, e incluso los nombra uno por uno. «Se trata de instituciones ligadas a órdenes religiosas y/o mantenidas con donaciones privadas, dirigidas a un alumnado en situación de vulnerabilidad socioeconómica, y que se caracterizan por una amplia oferta extracurricular así como por una jornada escolar extendida. Esta modalidad de escuela, sin embargo, tiene un carácter experimental y acogía en 2015 únicamente a 470 estudiantes, concentrados en tres liceos (Impulso, Providencia y Jubilar) y correspondientes a un 0,3% de la matrícula en secundaria elemental», sostiene la Universidad.

El trabajo dice que la «privatización latente» también se nota en la generación de proyectos a través de PPP. La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) tiene en sus planes la construcción de 165 nuevos centros a través de la modalidad de PPP. Se espera que las obras estén prontas en 2019, para inaugurar en pleno año electoral.

Salida de Mir y Filgueira.

La Universidad alerta una avanzada hacia la privatización sobre todo desde 2013, cuando el senador colorado Pedro Bordaberry presentó un proyecto para que las instituciones «de gestión privada que ofrezcan un servicio educativo a tiempo completo acompañado de servicio de alimentación en zonas desfavorecidas», reciban un financiamiento público.

Para la institución una posible «alianza» entre el sector privado y el Estado también es vista con buenos ojos incluso desde el Frente Amplio, por figuras como el exsubsecretario Fernando Filgueira y el exdirector de Educación, Juan Pedro Mir.

El trabajo, que fue hecho a pedido de sindicatos de la educación de varios países, incluidos los uruguayos, señala que el afán de algunos miembros de gobierno por generar planes de cooperación público-privada en el sistema tienen un fuerte rechazo gremial. Y alerta que «el nivel de conflictividad derivado de este debate habría contribuido a la salida de Filgueira y Mir». También dice que la fundación EdUy21, que ambos lideran, intenta imponer «una agenda marcadamente eficientista», junto con «actores del tejido empresarial».

El documento destaca que el porcentaje de alumnos en la educación privada se ha mantenido entre el 10% y el 15% a lo largo del siglo XX y que «hasta la fecha (el documento se publicó este mes) no existe ningún programa de subsidios a la educación privada en sentido estricto, si bien sí se identifican otras formas de transferencias de recursos al sector privado», dice en referencia a las exoneraciones impositivas.

Colegios como formadores de dirigentes.

La Universidad de Barcelona dice que «la educación privada tiene un claro componente de élite (en Uruguay), quedando reservada a las clases más acomodadas a razón de cuotas de acceso». Agrega que colegios católicos «coexisten con establecimientos vinculados a otras tradiciones religiosas o culturales (escuela alemana, italiana, judía), cumpliendo en cualquier caso una función similar y vinculada a la formación de dirigentes».

*Fuente: http://www.elpais.com.uy/informacion/advierten-clima-politico-privatizar-educacion.html

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La buena educación: Diálogo con Fourier, Montessori y Morin

Por:  Emma Rodríguez

Hablemos de lo que hablemos, siempre acabamos refiriéndonos a la educación. Cuando analizamos el presente: la crisis de valores, las políticas neoliberales, los daños ecológicos, el conflicto migratorio, la banalización del pensamiento, de la cultura, y tantos y tantos otros asuntos preocupantes que reclaman nuestra atención, siempre terminamos siendo conscientes de la importancia de la educación. No puede haber transformaciones profundas sin cambios en el sistema educativo; no podemos avanzar hacia sociedades más solidarias si no se enseña a los jóvenes a valorar y respetar a los otros; no es posible acabar de raíz con la corrupción si se siguen poniendo como ejemplos a seguir a quienes son capaces de saltar por encima de la ética, de la dignidad, con tal de enriquecerse; no se puede alcanzar la igualdad entre los sexos sin una enseñanza que la reivindique abiertamente y la promueva. En todo esto coinciden Charles Fourier, María Montessori y Edgar Morin, protagonistas de este artículo, tres voces que dialogan desde tiempos y circunstancias diferentes.

A los tres he llegado convencida de que la educación nos atañe porque es algo que nos toca muy de cerca, porque nos preocupan nuestros hijos y el devenir de las próximas generaciones. Porque valoramos a quienes ejercen la enseñanza con pasión y entusiasmo, saltando por encima de recortes y nefastos planes educativos en la medida de sus posibilidades. Porque no podemos evitar llevarnos las manos a la cabeza y firmar las peticiones y manifiestos que haga falta cuando se elaboran leyes que pretenden arrinconar, silenciar, las Humanidades.

Hemos apoyado las reivindicaciones de la Marea Verde en los últimos años, hemos defendido la Educación Pública, su mejora, sabedores de que es una causa común, una causa que nosotros, la gente corriente, enarbolamos con orgullo. Y cada vez tenemos más claro que para construir un mejor futuro hacen falta ciudadanos activos, críticos, con capacidad de reflexión, no dormidos, no adocenados, no sumisos, no obedientes en demasía; sí respetuosos, sí honestos.

Fotografía © Enrique de la Peña

Todo pasa por la educación. No nos cabe duda. El tema está en la calle, a todos los niveles. No dejo de percibirlo en mi entorno: en las conversaciones que mantengo con amigos y conocidos, en las entrevistas que realizo. “No hay forma de salir de la la monstruosa educación deformadora de los exámenes constantes. La idea del control permanente es algo absolutamente inquisitorial, y por supuesto castrante, aniquilante, porque el conocimiento, el “bienser”, se educa desde la libertad y la libertad se educa desde el diálogo, desde la apertura del diálogo con los otros y sobre todo con los libros. La lectura es el ejemplo más clásico de la libertad de inteligencia, de pensamiento. Leer es libertad, nos permite salir de nosotros mismos, de nuestro entorno pequeñito, y abrirnos a un universo nuevo”, indica el filósofo Emilio Lledó, a quien ahora recurro como telonero, telonero de Fourier, de Montessori, de Morin.

El ser humano es lo que la educación hace de él. Si a ti de pequeño te meten únicamente frases hechas en la cabeza; si te introducen lo que yo llamo grumos pringosos, ya no vas a poder pensar, ya no vas a poder ser libre, ni tener un espíritu creador, ni siquiera racional…”, prosigue el pensador. Y a su lado, interviene, también preparando el terreno el profesor italiano Nuccio Ordine, autor del revelador manifiesto La utilidad de lo inútil.

Emilio Lledó: “El ser humano es lo que la educación hace de él. Si a ti de pequeño te meten únicamente frases hechas en la cabeza; si te introducen lo que yo llamo grumos pringosos, ya no vas a poder pensar, ya no vas a poder ser libre, ni tener un espíritu creador, ni siquiera racional…”

“No se va a la escuela, al instituto, a la universidad, para conseguir un diploma, una licenciatura, sino que se estudia en primer lugar para mejorar como personas. Debemos ayudar a los jóvenes a eliminar esa idea, propia de estas sociedades utilitarias, de que se estudia con el objetivo de conseguir algo material”, declara. “Los chicos deben escoger en la universidad las disciplinas que aman. Hay que evitar esa degeneración de la enseñanza dirigida a obtener resultados como única meta, olvidando que el saber debe llevar a los estudiantes a entenderse mejor a sí mismos y al mundo que les rodea, amar el bien común, a ser tolerantes, a comprender que la solidaridad es una de las cosas más importantes de la vida de un ser humano”, seguimos sus palabras, dando paso a otros dos participantes en este debate abierto: el también filósofo Santiago Alba Rico y la catedrática y académica Aurora Egido.

Actualmente, como consecuencia de las políticas privatizadoras, de la reducción de presupuestos, la educación ha quedado en manos de profesores y maestros heroicos y desautorizados que están haciendo una labor que muchas veces no tenemos en cuenta y que hay que recordar para también cambiar de políticas y de gobiernos que se preocupen de proporcionarles los medios que les podrían permitir descansar un poco de su heroísmo. No puede ser que en una sociedad el mantenimiento de la civilización repose en el heroísmo y la abnegación de unos cuantos maestros, de unos cuantos médicos, de unas cuantas enfermeras…”, seguimos la argumentación del primero, con quien coincide ampliamente Egido: “Los profesores de enseñanza media son los verdaderos héroes de nuestro tiempo, sin descontar, por supuesto, a los de la primera enseñanza, a los maestros. Ahí es donde el vacío es enorme, empezando porque la literatura se ha convertido en una “maría”, como se decía antes. La han ido denigrando cada vez más en los sucesivos programas. Se ha optado por fragmentarla, por transmitirla  a través de una serie de textos, de fragmentos, donde a pequeñas dosis se intenta suplir lo que es la lectura de una obra completa…”

Fotografía © Enrique de la Peña

Son muchos los diálogos mantenidos en “Lecturas Sumergidas” en los que los protagonistas opinan sobre la educación. Y también son muchos los libros leídos, tanto de ficción como de no ficción, que acaban transitando por la misma senda o cruzándose con ella. Oigamos, por ejemplo, lo que dice Erich Fromm, una de las referencias de esta publicación al respecto: “La educación generalmente intenta preparar al estudiante para que tenga conocimientos como posesión, que por lo general se evalúan por la cantidad de propiedad o prestigio social que probablemente tendrá más tarde (…) Las escuelas son las fábricas que producen estos paquetes de conocimientos generales, aunque usualmente afirman que intentan poner a los estudiantes en contacto con los logros más elevados del pensamiento humano (…)  En el modo de ser, el conocimiento óptimo es conocer más profundamente. En el modo de tener, consiste en poseer más conocimientos”.

Erich Fromm: “Las escuelas son las fábricas que producen estos paquetes de conocimientos generales, aunque usualmente afirman que intentan poner a los estudiantes en contacto con los logros más elevados del pensamiento humano”

Podría seguir recopilando aquí pareceres e ideas –os animo a repasar nuestro sumario–, pero mejor no extender más este prólogo y abrir las puertas a nuevas voces. Enlazando con lo anterior os digo que, muy atenta a lo que pasa a mi alrededor, inspirada por tantas reflexiones enriquecedoras, me animé a seguir indagando, desde mi posición de lectora inquieta, nunca de especialista en la materia. Y me alegró enormemente encontrar en las librerías, publicado por Errata Naturae, un ensayo con un atractivo interrogante como título: ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad?, de Charles Fourier (1772-1837), pensador francés libertario, crítico a ultranza del capitalismo, defensor del cooperativismo y de un tipo de enseñanza absolutamente visionaria en su tiempo  e inspiradora hoy de proyectos renovadores, alternativos, como bien indican los editores en la contraportada, citando como ejemplos a Waldorf, Montessori y todo tipo de Escuelas Libres, Escuelas Democráticas y colegios públicos excepcionales que apuestan por proyectos heterodoxos.

En pocas líneas, a modo de resumen, los responsables de Errata dicen mucho acerca de todas estas experiencias que trabajan por promover nuevos valores: “educar desde la empatía, desarrollar la inteligencia emocional, favorecer en todo momento las decisiones y el libre juicio de los alumnos, adaptar a los educadores al ritmo de los pequeños y no al revés, transformar los espacios educativos para facilitar la creatividad y la interactividad entre niños de todas las edades, establecer la conciencia ecológica y el respeto de la diferencia como valores pedagógicos centrales, educar por igual el cuerpo y la mente, dedicar tanto tiempo a la supuesta “inteligencia práctica” como a la sensibilidad y la apreciación estética, y, por supuesto, sin distinción de género…”

¿De verdad todo esto es nuevo? se nos pregunta en este breve texto que, sin duda, consigue el efecto deseado: que vayamos al principio, a la fuente de la que siguen brotando muchas de las teorías educativas más avanzadas ahora mismo. La utopía de Fourier, su idea de comunidades autosuficientes (falanges o falansterios) más allá de las normas y reglas morales de la sociedad de su época, dentro de un estado al que daba el nombre de “Armonía” sigue cautivándonos y sorprendiéndonos. La educación para él es una parte esencial de esa aventura integradora. En muchas de sus líneas básicas coincide con la pedagoga italiana María Montessori, otra adelantada a su época con la que, asimismo, en muchos de sus principios está de acuerdo Edgar Morin, quien nos habla desde la más inmediata actualidad. Pero vayamos paso a paso, por partes.

CHARLES FOURIER: LA SIEMBRA DE PASIONES

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Charles Fourier

Si algo se permitió Charles Fourier fue imaginar, soñar, poner en acción su energía creativa. Os advierto que para acceder a sus teorías, a sus ideas, hay que dejar fuera los zapatos, entrar en su mundo descalzos de prejuicios, de verdades preconcebidas, y estar dispuestos a aprovechar sus indicaciones. Al leer a este hombre nos asombra que hayamos avanzado tan poco. Si sus ideas escandalizaron a la gente bienpensante de su tiempo, muchas siguen haciéndolo ahora. En un presente en el que el poder y los medios de comunicación tradicionales se afanan por imponer discursos homogéneos y en apariencia políticamente correctos –aunque en el fondo les anime el interés y les afee el cinismo– Fourier sigue siendo un provocador, un espíritu a contracorriente.

Confieso que a mí me han resultado extrañas algunas de sus propuestas y de sus terminologías; que me he movido por las páginas del ensayo entre anonadada y sumamente atraída, tanto por su contenido como por el estilo jovial, no exento de humor, de ironía, del autor. Reconozco que precisamente esa extrañeza, esa sensación de estar ante un libro agitador, ante una obra que a ratos me hacía sentir identificada y a ratos me sumía en el desconcierto, resultó ser un aliciente para seguir adelante, un estímulo añadido. Las ideas de Fourier, expresadas hace ya dos siglos, resultan desafiantes. Este ensayo que tengo entre las manos es capaz, tanto tiempo después, de abrir un debate necesario e inteligente. No se trata de creer a pies juntillas en todo lo que se expone, pero sí en tomar en consideración sus planteamientos, en tirar de su hilo para iluminar el presente e intentar mejorarlo.

Uno de los primeros consejos que recibe todo padre o madre que se decida a abrir las páginas de ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad? es que hay que huir de inculcar a los hijos los propios deseos, de animarles a realizar lo que no pudo ser cumplido. “Los padres condenan las inclinaciones más loables si parecen alejadas de sus propios puntos de vista. De ese modo, orientan a sus hijos hacia profesiones incompatibles con su naturaleza, lo que les conduce con frecuencia al desastre tras obligarles a languidecer de mediocridad”, señala el pensador, quien, a partir de ahí, considera que los niños no deben ser sometidos a la voluntad de padres ni de preceptores; que basta con guiarlos a través de la atracción, de la pasión por aprender, para que, guiados por su propia naturaleza, por sus gustos y capacidades, alcancen los objetivos básicos de “vigor, destreza e instrucción”.

A grandes rasgos, en las escuelas de Fourier, organizadas en grupos, los más pequeños aprenden trabajos y conocimientos emulando a los de más edad. Van pasando de una escala a otra, de una cuadrilla infantil a otra, según adquieren habilidades, fomentándose entre ellos la colaboración y también una sana competencia que les conduce a avanzar mientras la función de los adultos es de mera vigilancia. No hay órdenes ni castigos; las amonestaciones proceden de sus iguales. Lo único que se precisa es “ofrecer a los niños trabajos capaces de excitar en ellos la atracción” para que nunca más haga acto de aparición la pereza o la desgana.

En las escuelas de Fourier, organizadas en grupos, los más pequeños aprenden trabajos y conocimientos emulando a los de más edad. Van pasando de una escala a otra, de una cuadrilla infantil a otra, según adquieren habilidades, fomentándose entre ellos la colaboración y también una sana competencia que les conduce a avanzar mientras la función de los adultos es de mera vigilancia.

Las manualidades, la artesanía, la agricultura, la cocina, entran en este modelo educativo en el que desde un primer momento los niños participan en el bienestar de la comunidad con sus pequeñas aportaciones al trabajo colectivo, recibiendo incluso gratificación material, “una parte de los beneficios societarios”. ¿Niños, trabajo, salario? ¿Cómo puede ser? He aquí uno de esos puntos ante los que no podemos evitar sentirnos contrariados. Pero los trabajos de los que habla Charles Fourier, las labores múltiples en huertos, jardines y talleres, nada tienen que ver con la obligación, ni con el esfuerzo, sino con el placer, incluso con el juego, con la diversión, con el gusto por participar, por compartir tareas. Hacer conservas, recoger fresas, dar de comer a los animales, limpiar los gallineros… Se trata de fomentar, de estimular,  el interés por estas actividades, que se compaginan con otras como el ejercicio físico o el ballet. No sólo una ocupación, sino muchas ocupaciones, lo más variadas posibles, convertirán a los niños en seres autónomos, adaptados a los cambios, capacitados tanto para la vida práctica como para la creativa e intelectual, que se desarrollará en etapas más avanzadas de su formación.

Hay términos (“sectas”, “pequeñas hordas”…) e imágenes en la obra de Fourier que, como os decía antes, nos llevan a sentir cierta desconfianza. Como indica el profesor y filósofo francés René Schérer en el preámbulo de la edición de errata naturae, en algunas de sus descripciones (desfiles, movimientos de grupos, niños a caballo…)resuenan ecos marciales, evocadores, en varios sentidos, de las escuelas napoleónicas, los colegios militares, las paradas gimnásticas, las juventudes hitlerianas, los pioneros soviéticos, los voluntarios iraníes, etc”. Pero “tal objeción”, nos dice,”debe abordarse de frente, pues no se trata sino de un prejuicio. Sólo si la educación armonista (o unitaria) de Fourier implicase cierto alistamiento, entonces pasaría efectivamente a prefigurar un tipo de educación totalitaria, siendo mucho menos utópica de lo que se cree (…)”

Fotografía © Enrique de la Peña

He aquí algunas de mis extrañezas. Frente a ellas la luz y el estímulo que me abren conceptos como “siembra de pasiones”, con el que se alude a lo ya señalado anteriormente, la atracción, el resorte del trabajo atrayente, como fuente fundamental del aprendizaje, así como la defensa a ultranza de la igualdad, de la eliminación de clases en el acceso a una enseñanza que ha de proporcionar los mismos medios y gratificaciones tanto a pobres como a ricos. Fourier habla de “una educación para todos” (“un monarca civilizado no podría, ni siquiera derrochando sus tesoros, proporcionar a su hijo una educación equivalente a la que la Armonía ofrecerá gratuitamente al niño más pobre”, le leemos) y aboga por librar a los jóvenes de todo temor, por alejarlos de preceptos religiosos que introducen en su vida la noción de mal, de pecado, de castigo. El Creador es visto como una figura luminosa, benéfica, que procura el bien, en esta pedagogía, mejor antipedagogía, como la denomina René Schérer, que hace saltar por los aires los resortes tradicionales y se adelanta tanto a su tiempo que algunos de sus argumentos resultan absolutamente actuales y están en el centro de debates como el feminista.

“Un monarca civilizado no podría, ni siquiera derrochando sus tesoros, proporcionar a su hijo una educación equivalente a la que la Armonía ofrecerá gratuitamente al niño más pobre”, leemos a Fourier, quien aboga por librar a los jóvenes de todo temor, por alejarlos de preceptos religiosos que introducen en su vida la noción de mal, de pecado, de castigo.

Así cuando aún no hemos superado la imagen ideal y tópica de la buena madre, nos encontramos a Fourier señalando que no todas las madres tienen que dedicarse al cuidado de sus hijos o sentirse culpables por preferir otras ocupaciones. “Hay mujeres que se creen modelos de las virtudes republicanas porque les complace cuidar a los pequeños, mujeres intolerantes que difaman y condenan a aquellas otras que, demostrando gustos diferentes, dejan a los críos para acudir a reuniones de carácter placentero”, seguimos sus palabras, entendiendo que cuando habla de reuniones placenteras se refiere a los distintos trabajos que, siempre por gusto, por elección, se desarrollan en las comunidades (falanges), donde el reparto necesario de las labores es otro de los argumentos que demuestran que, también a nivel práctico, organizativo, lo mejor no es que todas las mujeres se dediquen a lo mismo.

Resulta muy recomendable este capítulo para todas aquellas profesionales que sufren por no dedicar todo su tiempo al cuidado de sus pequeños. No es el tiempo lo que importa, sino el disfrute y la calidad de ese tiempo, el amor, los mimos, la capacidad de alentar los apetitos y pasiones de los hijos, se extrae de la lectura de Fourier, sin duda un precursor del feminismo, algo de lo que no cabe ninguna duda cuando le escuchamos decir: “Nuestros civilizados, cuando enganchan en el mismo carro a la mujer y al burro, están lejos de pensar que el creador ha destinado a la mujer a competir con el hombre en todas las funciones sociales y a funcionar como contrapeso de la influencia del hombre, siempre ruda y opresora, puesto que no se basa sino en la fuerza”. O más adelante: “El salvaje envilece a la mujer por necesidad, el bárbaro por envidia y el civilizado por equivocación. La segmentación industrial, al originar una enormidad de tareas domésticas, destina a las mujeres a las labores más insulsas, de las que son apartadas por la naturaleza”.

La Civilización, con sus normas, con sus condicionamientos, distorsiona por completo el orden natural. La Civilización no es más que “una prisión política concebida para fastidio y tormento del género humano”, señala este hombre al que no le convencían nada los dogmas de la Iglesia ni las rigideces de instituciones como el matrimonio y que se manifestó ferozmente contra los males del capitalismo. “Sin duda resulta especialmente peligroso inspirar el gusto por la riqueza en una sociedad en la que normalmente sólo puede amasarse una fortuna recurriendo al engaño”, nos dice Fourier. Y también que a los niños hay que enseñarles a “amar sin hipocresías la riqueza, pero ganándosela honradamente”.

“Sin duda resulta especialmente peligroso inspirar el gusto por la riqueza en una sociedad en la que normalmente sólo puede amasarse una fortuna recurriendo al engaño”, nos dice Fourier. Y también que a los niños hay que enseñarles a “amar sin hipocresías la riqueza, pero ganándosela honradamente”

Es, repito, absolutamente sugerente, revelador, este ensayo que da cuenta de las distintas etapas de la educación, hasta llegar a la adolescencia, con la aparición del sentimiento amoroso y el despertar sexual (aquí se introduce la figura de los jóvenes de ambos sexos que postergan ese momento en aras de la amistad y la orientación de los menores) y que desgrana los objetivos de Armonía en comparación con la educación convencional y civilizada, como la denomina Fourier.

Para finalizar, un último extracto: “El niño societario de tres o cuatro años comprenderá, en una sola lección, que Dios ha provisto para hacerlo feliz, para llevarlo a desempeñar, gracias a la atracción, veinte trabajos útiles, cuyos beneficios siempre acaba recogiendo (…) Creerá en la providencia universal de Dios porque verá su bendición recaer sobre él y sobre cuanto le rodea. Tal doctrina resultaría incomprensible para un niño civilizado que se ve oprimido, condenado al trabajo y fustigado en la escuela bajo pretexto moral, y que ve cómo a los demás niños a su alrededor les falta el pan y el vestido. ¿Cómo podría creer en una providencia benefactora o formarse de ella una idea justa?”, se planteaba Charles Fourier. Os queda mucho por descubrir. Apenas os he puesto en antecedentes.

MARÍA MONTESSORI, EL VALOR DE SER UNO MISMO

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María Montessori

Mucho más conocidas sus ideas pedagógicas que las de Charles Fourier, la pedagoga italiana María Montessori (1870-1952), cuyas escuelas siguen siendo una corriente educativa innovadora en nuestros días, coincide en muchos de sus principios con el pensador francés. También en este caso partimos de la formación del niño en libertad, identificando sus potencialidades y encauzándolas en un ambiente adecuado, con la figura del maestro en segundo plano, consciente de que su papel debe ser el de guiar a los jóvenes desde la humildad, en la construcción de sí mismos, enseñándoles a utilizar correctamente los materiales de aprendizaje y limitando sus intervenciones a lo meramente necesario.

Aunque, frente a la visión global de Fourier, la de nuestra segunda protagonista se limita al ámbito educativo, también ella creyó firmemente en la importancia de la educación para transformar las sociedades, también soñó con colectivos formados por mujeres y hombres conscientes, críticos, coherentes, comprometidos. Ahora que  se conmemora la apertura de la primera escuela Montessori en 1907 en el barrio romano de San Lorenzo, bajo la denominación de “Casa dei bambini”, la editorial Herder pone en las librerías dos volúmenes que recuperan y analizan las ideas de esta mujer inquieta, abierta a múltiples intereses y actividades: Dios y otros escritos inéditos, muy interesante para profundizar en la fe religiosa que animó todo su trayecto, y De la casa de los niños y la morada del ser, un estudio de Juan Carlos Mansur Garda, catedrático del Instituto Tecnológico Autónomo de México, que nos acerca a su aventura pedagógica.

Humanista por encima de todo, católica, pacifista y feminista, Montessori, que se procuró una formación esmerada en los campos de la filosofía y la medicina, con especial atención a la psiquiatría y la psicología, señalaba que la educación es “poner al individuo en condiciones de labrarse en la vida su propio camino”. He aquí, sin duda, una de las ideas más enriquecedoras de toda su filosofía, una base de la que tan necesitados estamos hoy, cuando las voluntades tienden a uniformarse y la disidencia se combate. Al hablar de la búsqueda del propio camino se refiere la educadora a la formación de seres capaces de vivir en plenitud, de pensar por sí mismos, de tomar decisiones propias, en base a sus convicciones, aunque muchas veces no se correspondan con las imposiciones de la sociedad, con los discursos oficiales.

Humanista por encima de todo, católica, pacifista y feminista, María Montessori, que se procuró una formación esmerada en los campos de la filosofía y la medicina, con especial atención a la psiquiatría y la psicología, señalaba que la educación es “poner al individuo en condiciones de labrarse en la vida su propio camino”

Ella misma demostró poner en práctica estos principios cuando la Italia de Mussolini, que la había alabado en un principio por la labor de sus escuelas, quiso utilizarla para promover la formación de jóvenes adictos a los principios del régimen. Entonces hubo de negarse a colaborar y optó por exiliarse. Sus centros, abiertos a la alegría, a la sana creatividad, que tanto habían hecho por el bien de los niños más pobres, fueron cerrados en 1933, y no fue hasta mucho más tarde, en 1947, cuando regresó a Italia y siguió desarrollando su labor pedagógica.

En ese “labrarse su vida propia” nos habla Montessori del valor de ser uno mismo, de la congruencia y del desarrollo de la personalidad, retos a los que la educación debe tender en un presente en el que parece que gozamos de más libertad que nunca, pero donde la toma de decisiones no resulta fácil; en un mundo cada vez más complejo y lleno de posibilidades, donde tan complicado resulta atisbar la senda a seguir, interpretar correctamente la realidad. De ahí la importancia de anclar profundamente los principios, de armarse de auténticos valores que den sentido a la vida en medio de las contradicciones inherentes al ser humano. De ahí la necesidad de seguir escuchando la voz de María Montessori cuando nos dice que la educación debe formar a seres humanos en unidad, sin dobleces, decididos, maduros y responsables de sus propios actos; cuando nos habla de apertura y generosidad hacia los otros, de la búsqueda del bien común, punto en el que, como indica el profesor Mansur Garda, “el ser humano trasciende o asume la vida material y penetra en el mundo espiritual y moral”.

Consciente de que los estudios convencionales eran “áridos, fatigosos, sin altura, con la única finalidad de ayudar a encontrar un trabajo, a pesar de todo incierto e inseguro”, la pedagoga se afanó en la tarea de imponer el ser al tener, de fomentar la creatividad y la sensibilidad, dando mucha importancia a la socialización de los niños, porque es en el contacto con los demás, con personas de distinta condición y edad, donde cada cual acaba comprendiendo y comprendiéndose. Un recorrido rápido por los conceptos básicos de su modelo de enseñanza nos lleva a asumir nociones como la de la “espontaneidad de la vida interior del niño” y nos aparta de los principios tradicionales de la obediencia, el exceso de deberes, los premios y los castigos.

Fotografía © Enrique de la Peña

Montessori se refiere a los diversos períodos sensitivos de la edad infantil y recomienda respetar los tiempos, los ritmos de aprendizaje de cada pequeño en particular, aludiendo a la construcción amorosa de su yo y del entorno, así como a la necesidad de la concentración y a la felicidad, la alegría, que surgen como resultado de la autocreación. ¿Y en cuanto al papel de los padres? Hay verbos que definen muy bien el espacio que deben ocupar: Animar, acompañar, amar, respetar… “El adulto podría realizar una especie de misión: la de ser inspirador de las acciones infantiles, un libro abierto en que el niño pudiera descubrir las directrices de sus propios movimientos y aprender todo lo necesario para obrar bien”, seguimos las palabras de Montessori.

A partir de ellas el autor del ensayo que tengo entre las manos señala la importancia del papel de la familia para desarrollar felizmente la personalidad del niño y servirle de puente en su relación con los otros, en su desarrollo en sociedad. Aquí cabe detenerse en una interesante reflexión que hace el profesor Mansur Garda sobre la dificultad para encontrar en la actualidad ideales, modelos, ejemplos adecuados para orientar la educación de los más jóvenes. “¿Qué decir del modelo de poder económico que es tan atractivo como peligroso? ¿Qué decir del hombre que vive en la irrealidad y demencia del poder, donde el éxito económico es el único motivo de su felicidad? Emparentado con éste está el modelo de poder político, donde se puede justificar cualquier medio con tal de lograr el fin último, el vasallaje de los ciudadanos y su nación”, argumenta, y se refiere también a la presión social” a la que se ven sometidos los educadorespara formar a los niños hacia alguno de estos modelos e imágenes y terminar por convertirlos en un producto “vendible” para el mercado laboral”.

“El adulto podría realizar una especie de misión: la de ser inspirador de las acciones infantiles, un libro abierto en que el niño pudiera descubrir las directrices de sus propios movimientos y aprender todo lo necesario para obrar bien”, seguimos las palabras de la pedagoga italiana.

Situar todos estos valores propios del neoliberalismo y huir de ellos en la medida de lo posible no es tarea sencilla en estos tiempos que vivimos. Se trata de retos que deben ser asumidos en familia, convirtiéndose las familias, como señala el filósofo Santiago Alba Rico, en núcleos de resistencia fundamentales, en impulsoras de las sociedades transformadas (sociedades de la empatía, de la igualdad, de los cuidados) que tantos anhelamos. Es importante dar ejemplo en el modelo educativo de María Montessori, pero siempre con prudencia, evitando la tendencia a la imitación, alentando que los niños manifiesten sus propias ideas y pareceres, aplaudiendo las iniciativas y acciones donde expresan el criterio propio, el carácter que les hace únicos e irrepetibles.

El poder de desarrollar la propia persona se debe a que somos seres libres. Hay un “secreto” en el niño que permitirá que se desarrolle y se construya de acuerdo con su vida interior y con cómo reacciona frente al medio ambiente”, ponía de manifiesto María Montessori. En el durísimo tiempo que le tocó vivir, tiempo de entreguerras, esta mujer entregada trabajó por la educación de jóvenes capaces de vivir en plenitud, dispuestos a la paz. “En una época en que la humanidad sigue sufriendo la explotación laboral, la violencia, el deterioro ecológico y la transmutación de valores, producto por un lado de la ignorancia de la gente, pero también de la proliferación de sistemas educativos que explotan y reducen todo a precio y riqueza, María Montessori ayuda a dar luz sobre cómo educar en la verdadera libertad centrada en la coherencia, la responsabilidad, el amor a la verdad y el bien, así como la dignidad y el valor de las cosas, no por cuánto cuestan, sino por ser dignas de aprecio”, señala Juan Carlos Mansur Garda. Tomemos sus palabras a modo de resumen y como puente de paso hacia Edgar Morin y su Enseñar a vivir (Manifiesto para cambiar la educación), publicado por Paidós.

EDGAR MORIN, EL COMBATE POR LA LUCIDEZ

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Edgar Morin. Créditos: Despatin&Gobeli / Opale / Ediciones Fayard

La enseñanza, la ecología, el rumbo de Europa, están en el centro de las reflexiones del veterano pensador francés Edgar Morin (París, 1921). En realidad, se trata de ramas de un mismo árbol, la preocupación por la deriva del presente. La necesidad de preparar a las jóvenes generaciones para adaptarse a vivir en sociedades cambiantes, caracterizadas por la incertidumbre, es el punto de partida de Enseñar a vivir, un ensayo, que, en este caso sí, nos sitúa en la inmediata actualidad, una actualidad que conocemos bien, pero que no siempre acabamos de comprender. “¿Se puede llevar una vida razonable en un mundo desquiciado? ¿Dónde podemos hallar la sabiduría en el seno de nuestra civilización de la desmesura?”, se pregunta quien parte de la propia experiencia para argumentar que es esencial dudar, aprender de las equivocaciones, huir en la medida de lo posible de los conocimientos parciales y reductores, no aceptar ninguna verdad como absoluta, aprender a moverse entre las múltiples opciones de una realidad compleja.

Lo que yo aporto no es una receta, sino medios para despertar y estimular las mentes en su lucha contra el error, la ilusión, la parcialidad y, sobre todo en esta época nuestra de desorientación, de dinamismos incontrolados y acelerados y de oscurecimiento del porvenir, contra errores e ilusiones que en la crisis actual de la humanidad y de las sociedades pueden ser peligrosos y tal vez mortales”, deja claro desde un principio, desde su postura de observador, pues en este caso no estamos ante un visionario como Fourier, capaz de imaginar una sociedad mejorada y de poner el modelo en práctica, ni de una pedagoga sobre el terreno como Montessori. Su perfil es el de un filósofo de la proximidad que ofrece su privilegiada, esclarecedora, visión de hombre reflexivo, de testigo privilegiado del siglo XX y de los bruscos inicios del XXI.

“¿Se puede llevar una vida razonable en un mundo desquiciado? ¿Dónde podemos hallar la sabiduría en el seno de nuestra civilización de la desmesura?”, se pregunta Edgar Morin, quien parte de la propia experiencia para argumentar que es esencial dudar, aprender de las equivocaciones, huir en la medida de lo posible de los conocimientos parciales y reductores, no aceptar ninguna verdad como absoluta, aprender a moverse entre las múltiples opciones de una realidad compleja.

Morin hace suyas las teorías de otro analista del hoy, Patrick Lagadec, sobre la actual “civilización del riesgo”, capaz de “fabricar” catástrofes económicas, políticas, ecológicas y culturales de manera sistémica”, y, a partir de ahí, nos dice que para enseñar a vivir también hay que enseñar a afrontar las incertidumbres y los riesgos. Son muy sugerentes, atractivos, los puntos de vista que nos ofrece el filósofo en esta breve e intensa obra cargada de preguntas, tras cuya lectura salimos aún más convencidos de que la buena educación es algo mucho más profundo de lo que se suele enseñar en las aulas, que su sentido está más allá del conocimiento de las distintas materias, de la superación de pruebas y exámenes.

La tendencia tecnoeconómica, cada vez más poderosa e influyente, tiende a reducir la educación a la adquisición de competencias socioprofesionales en detrimento de las competencias existenciales, que pueden regenerar la cultura e introducir temas vitales en la enseñanza”, señala el pensador, poniéndose del lado de Rousseau, quien le inspira con la propuesta de su célebre Émile: “Debemos enseñar a vivir”. “Ciertamente no hay recetas de vida”, prosigue Morin, “pero se puede enseñar a relacionar los saberes con la vida. Se puede enseñar a desarrollar lo mejor posible una cierta autonomía y, como diría Descartes, un método para conducir bien la mente, lo cual permite afrontar de una forma personal los problemas del vivir. Y se puede enseñar a cada individuo aquello que ayude a evitar las trampas que permanentemente nos tiende la vida”.

La comprensión, la solidaridad, son palabras que se repiten una y otra vez en la escuela ideal de Morin, una escuela no sólo para jóvenes; también para adultos interesados en graduarse en el buen vivir. El filósofo, que se adhiere a la vía de la sobriedad feliz propugnada por Pierre Rabhi (de quien ofrecemos otro amplio artículo en “Lecturas Sumergidas”), señala que “la palabra bienestar se ha degradado al identificarse con las comodidades materiales y las facilidades técnicas que produce nuestra civilización”; que no se trata solo del “bienestar de los sillones mullidos, del mando a distancia, de las vacaciones exóticas, del dinero siempre disponible”, que “existe una clara oposición, tantas veces señalada entre ser y tener”; que no todo es cálculo y cantidad; que no todo se paga y tiene un valor monetario; que debemos abrir una senda que tenga en cuenta valores de tipo psicológico y moral; que, más allá de la necesaria razón, la vida también requiere goce, amor, estética, pasión y un mínimo de insensatez.

Señala Morin que no se trata solo del “bienestar de los sillones mullidos, del mando a distancia, de las vacaciones exóticas, del dinero siempre disponible”, que “existe una clara oposición, tantas veces señalada entre ser y tener”; que no todo es cálculo y cantidad; que no todo se paga y tiene un valor monetario; que debemos abrir una senda que tenga en cuenta valores de tipo psicológico y moral.

La sabiduría moderna debe ser un poco loca. O mejor dicho, debe ser reemplazada por un arte de vivir continuamente renovado, continuamente inventado”, escuchamos a Morin, quien también pone de manifiesto el rechazo de las ideas de venganza y castigo; la necesidad de aprender a distanciarse de uno mismo, objetivarse, descubrirse, examinarse, criticarse y aceptar las críticas de los demás. Todo eso, del mismo modo que la introspección, la meditación, la reflexión, resulta indispensable para la comprensión propia y de los demás, “algo vital, pero que actualmente no se enseña”, nos dice.

He aquí lo que una filosofía renovada podría aportar a los alumnos desde la edad más temprana”, le seguimos. Le seguimos cuando declara: “La filosofía debe dejar de ser considerada como una asignatura para convertirse en motor y guía de la enseñanza para la vida. Debe volver a ser socrática, es decir, diálogo y debate constantes. Debe volver a ser aristotélica, es decir, “poner en ciclo” (enciclopediar) los conocimientos adquiridos y las ignorancias descubiertas por nuestra época. Debe volver a ser platónica, es decir, ha de interrogarse acerca de las apariencias de la realidad. Debe volver a ser presocrática y lucreciana, reinterrogando al mundo a la luz y la oscuridad de la cosmología moderna”.

Fotografía © Enrique de la Peña

Mostrar tanto las certidumbres como las incertidumbres de la ciencia, el carácter cambiante de las teorías científicas, es otro de los aspectos sobre los que pone el foco Edgar Morin, insistiendo en la importancia de enseñar a cultivar la duda. “La necesidad de la duda se ve incrementada en esta época nuestra, en que falsas informaciones, rumores y habladurías no sólo circulan a través del boca a oreja, sino que se propagan a una velocidad y con una amplitud inauditas por Internet. No obstante, también es preciso saber que la duda incontrolada e ilimitada se transforma en la certidumbre paranoica de que todo es falso o simplemente mentira. También hay que saber dudar de la duda”.

La buena educación debe alentar la formación de niños despiertos, de jóvenes capaces de pensar por sí mismos, de contrastar las informaciones, de reflexionar profundamente y no dejarse confundir, de no tener miedo a manifestar sus opiniones en libertad, de tomar decisiones en la medida de lo posible libres de presión, de contaminación mediática. La buena educación ahora debe partir de los principios de riesgo, incertidumbre e imprevisibilidad que definen el siglo XXI, un siglo en el que no puede haber una enseñanza que de la espalda al daño ecológico, al peligro nuclear. Edgar Morin nos habla desde el hoy, pero en muchos aspectos coincide completamente con Fourier, con Montessori. Como ellos insiste en la que debe ser la misión básica de toda educación: la autonomía y la libertad mental. Una misión donde la cultura es fundamental, y que, me atrevo a añadir, los gobernantes mediocres se afanan en obviar, porque no interesa la formación de ciudadanos capaces de desenmascarar los intereses, las mentiras, las trampas, del poder.

“La necesidad de la duda se ve incrementada en esta época nuestra, en que falsas informaciones, rumores y habladurías no sólo circulan a través del boca a oreja, sino que se propagan a una velocidad y con una amplitud inauditas por Internet. No obstante, también es preciso saber que la duda incontrolada e ilimitada se transforma en la certidumbre paranoica de que todo es falso o simplemente mentira. También hay que saber dudar de la duda”, argumenta Edgar Morin.

En política la libertad es un riesgo (…) Enunciar una idea no conforme con la convicción colectiva (la de las inteligencias engañadas o ignorantes) es un peligro. La libertad puede ser peligrosa desde el momento que contradice las verdades establecidas”, escribe el pensador, para quien el fondo de la enseñanza de la libertad consiste en “aprender a ser consciente de lo que uno elige, consciente de los peligros, de las incertidumbres, de los cambios de sentido de la acción (…), de la apuesta que entraña toda elección…”

En línea con todo lo expuesto hay una dura crítica en este manifiesto para cambiar la educación a la reducción de las humanidades en los actuales planes de estudio. Muy cercano a lo que expone el profesor italiano Nuccio Ordine en su libro La utilidad de lo inútil, Morin declara: La vulgata tecnoeconómica hoy dominante considera las humanidades como algo carente de interés o como un lujo, lo cual lleva a reducir las horas de historia, de literatura, y a eliminar las clases de filosofía por tildarlas de mera cháchara. El imperialismo de los conocimientos calculadores y cuantitativos progresa en detrimento de los conocimientos reflexivos y cualitativos”, constata, poniendo el foco en la universidad, donde se imponen cada vez más los criterios empresariales, alertando del grave peligro que todo esto supone para la cultura y haciendo un llamamiento a recuperar los puentes, las comunicaciones rotas, entre la rama científica y la humanística, que están en la base de la crisis de la enseñanza.

Son muchos los puntos de interés de este ensayo que desemboca en la visión de la crisis de civilización en la que estamos inmersos; que no elude temas tan problemáticos como la violencia en las escuelas o el conflicto de la integración entre distintas culturas, especialmente llamativo en Francia, donde hace poco estalló la polémica por la utilización del velo islámico en las aulas. La incomprensión, la insolidaridad, la falta de empatía, de diálogo… ¿Puede hoy una buena educación dar la espalda a tantos conflictos y carencias? ¿Puede dejar de lado a las humanidades, puertas de entrada necesarias para luchar contra todo esto, para fomentar la proximidad?

El filósofo apuesta por todo lo contrario. Por más humanidades. Somos muchos los que lo secundamos. Sugiere recurrir cada vez más a la literatura, a la poesía, al cine, como medios para impartir lecciones de la comprensión humana. Y también a superar los compartimentos estancos que impiden una comunicación entre las distintas disciplinas comunicación esencial para acceder a un conocimiento global, integrado de la realidad. Morin aboga por la ética del diálogo y alerta, del mismo modo que Emilio Lledó, contra el mal del sistema de evaluaciones asfixiantes, cuantitativas. En un momento el pensador nos dice que de lo que se trata es de “armar las mentes para el combate vital por la lucidez”. El camino es, pues, luchar por reformar el conocimiento, el pensamiento, la educación. “Promover algo más que una reforma, algo aún más rico que una revolución, una metamorfosis”, propone nuestro protagonista. Impliquémonos pues, desde todas los ámbitos, como educadores, como padres, como ciudadanos comprometidos, en la formación de hombres y mujeres capaces de “saber vivir, pensar, actuar en el siglo XXI”.

Fotografía © Enrique de la Peña

En este artículo se habla de los siguientes libros:

  • ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad?, de Charles Fourier, publicado por Errata Naturae. Introducción y selección a cargo de René Schérer. Traducción: Javier Palacio Tauste.
  • De la casa de los niños a la morada del ser. Conocer a la persona a partir del pensamiento de María Montessori, de Juan Carlos Mansur Garda. Editorial Herder.
  • Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación, de Edgar Morin, editado por Paidós. Traducido por Núria Petit Fontserè.
  • Todas las fotografías en B/N de los niños son de © Enrique de la Peña, a quien podéis seguir en blogscriptum.

Fuente: https://lecturassumergidas.com/2016/10/30/la-buena-educacion-dialogo-con-fourier-montessori-y-morin/

 

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Entrevista: Los culpables de lo que pasa en educación no son los maestros, es el sistema

Entrevista a: Alain Touraine

El sociólogo francés Alain Touraine reflexiona sobre del papel de la educación, la escuela y los maestros en el modelo social que describe para nuestros tiempos.

Sus 91 años no le impiden seguir pensando y compartiendo con claridad y lucidez sus ideas acerca de la sociedad que viene. El sociólogo francés, uno de los máximos representantes del pensamiento europeo y premio Príncipe de Asturias 2010 junto a Zygmund Bauman, advierte que hemos pasado de una sociedad posindustrial a un modelo postsocial donde la sociedad, tal y como la conocemos, se descompone en favor de un sistema donde predomina el individualismo. Durante su visita a Barcelona con motivo de la conferencia Encuentros BCN reflexiona en exclusiva para AIKA acerca de la educación que viene:

Ayer pensaba que no podría dar una conferencia en español, estaba casi seguro de que me iban a salir puras palabras italianas, porque actualmente hablo italiano todos los días y español casi nunca. Estaba un poco asustado, la verdad, pero ha funcionado.

Le escuché y se le entendió perfectamente. Ha explicado que lo social ha desaparecido, y que hemos de pensar en términos individuales.

¿Cómo encaja la educación en el paradigma que usted plantea?

Es muy sencillo. La educación en nuestras sociedades era definida como socialización. ¡Eso era horrendo! Es horrendo utilizar la educación como una manera de incorporar los individuos a la sociedad, que es un sistema de poder. La cuestión es reemplazar la socialización, como meta de la educación, por la famosa subjetivación. El papel de la educación es aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo, especialmente de cada joven. No solamente, pero la población más importante es esa.

“El papel de la educación no es socializar, sino aumentar el grado de autonomía, de iniciativa y de crítica de cada individuo”

Yo fui educado en un liceo público, pero también en mi familia, con los métodos antiguos. Es decir, el profesor, el maestro —una palabra clave: ¡el maestro!—, transmitía ideas universales: la ciencia, la patria, la familia, la cultura (con una C grande), los grandes valores, etc. a jóvenes que vivían en un espacio limitado. Hay que eliminar eso. Entonces, la idea era realmente muy buena: frente a un mundo campesino donde la gente estaba dominada por una burguesía local rentista, se podían acercar temas universales a través de la escuela pública (y contra la Iglesia católica prácticamente, en el caso francés). Yo he vivido eso durante muchos años, largos años de guerra, y no era el momento para discutir órdenes, pero recibir esa educación para mí fue realmente un sufrimiento. Yo fui muy infeliz en la escuela.

¿La escuela de hoy en día está preparada para este cambio?

No. Yo creo que está muy atrasada, pero ha cambiado un poco. Lo que he descubierto, en el caso francés, es que un porcentaje relativamente alto de los maestros han cambiado. No son un 10% los que hacen otras cosas sino que hay un 30 o 40% que están tratando de cambiar la capacidad de expresión y de iniciativa de los jóvenes.

También he descubierto, con más distancia, que no son los maestros realmente los culpables de lo que pasa, es el sistema. El sistema es el ministerio centralizado y los sindicatos que viven del sistema. Aumentar el grado de autonomía e iniciativa para mí es fundamental. Primero, de los maestros, y segundo, y en consecuencia, de los alumnos. La burocratización de la escuela, de la educación, es responsable de este tipo de reproducción social. Cuando se discute sobre educación y hacen huelga en Francia, los sindicatos dicen que con 25 alumnos no se puede hacer nada, pero con 22 es muy fácil. ¡Es estúpido! No quieren cambiar nada. Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más.

“Cambiar cosas es difícil, pero cambiar ideas cuesta más”

El cambio no consiste en transformar la abstracción en actividades prácticas y de trabajar en una máquina. No se trata de eso, sino de dar más importancia, incluso en las notas de los alumnos (aunque hay que eliminar las notas lo máximo posible) a los medios técnicos y tecnológicos. Usando las palabras del mejor especialista en educación en Francia: hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia. Experiencia significa tecnología, pero también emociones y comunicación. No se puede aislar el conocimiento matemático, o a Platón, o la teoría de la relatividad, sino que es necesario vincular la experiencia, la interpretación y el análisis, no romper a favor de la abstracción, que es la reacción a lo concreto. No se debe eliminar lo concreto. Hay que pensar, por ejemplo, en colores, en formas, en movimiento…

 ¿Cómo encajan las nuevas tecnologías en ese marco?

Yo creo que las tecnologías como tales no son tan importantes. Lo importante es si la tecnología favorece la reintroducción de la experiencia, incluso en el aspecto de la comunicación y el aspecto afectivo. No hay que aislar el mundo escolar, no aislar al maestro del padre, de la madre, del amigo, de la amiga o del estudiante.

¿Las nuevas tecnologías ayudan a socializar o a desocializar, en el mundo educativo?

Depende de las tecnologías. La mayor parte de las tecnologías son colectivas, son máquinas. Yo diría que lo importante en las tecnologías es la información, porque no hay conocimiento sin información. Pero la información no tiene que estar aislada de la comunicación, que es fundamental, ni de las emociones, de lo afectivo. Es una idea clásica muy elemental pero fundamental.

“Hay que realizar un trabajo más cercano, más vinculado con la experiencia”

Del mismo modo, no se debe aislar lo mejor de lo inferior, que no hable solo la elite científica. No es fácil, porque necesitamos una elite científica, y no cualquier persona puede estudiar, por ejemplo, matemáticas a un nivel alto. Pero lo importante es que esta gente tenga la capacidad de ascender en su imaginación y no oponerse, no decir: “si tu eres bueno en matemáticas, no pierdas tu tiempo con pintura, juegos, amistades, conflictos o peleas”. Hay que subir hacia la abstracción y la creación científica o intelectual, pero en relación con toda la vida, como conjunto de experiencias afectivas y de comunicación. El éxito de una nación o un individuo está en la capacidad de pensar de forma abstracta y científica, pero eso no puede eliminar lo concreto, porque eso es una motivación de clase social.

Hablando de clase social, había dicho usted que la escuela era importante para disminuir las desigualdades…

No en el momento actual. La escuela, y hablamos de la escuela pública, aumenta las desigualdades. No las mantiene o las reproduce, sino que las aumenta. Hay que respetar la experiencia del alumno o de la alumna. Eso es importante. Por ejemplo, en Francia, no sé en España, está prohibido hacer estadísticas según el origen étnico de los estudiantes. Se hace por buenas razones, es muy respetable, pero el resultado es que cuando se habla en sociología de sectores especiales de la escuelas, de gente en situación difícil, son todos árabes. Ahí el efecto es absolutamente negativo por no utilizar las palabras, los datos, lo que todo el mundo sabe. ¡En el barrio todo el mundo sabe que en esa escuela son todos árabes!

“La escuela pública no mantiene o reconduce las desigualdades, sino que las aumenta”

Lo interesante es que la discriminación étnica es muy fuerte con los hombres y casi nula con las mujeres. Las mujeres, si buscan un empleo, dicen “yo me llamo Leila no se qué” y pueden conseguir el empleo. Si dices “Mohamed”, nunca lo vas a tener. La discriminación y la segregación afectan a los hombres, porque los hombres son considerados superiores.

¿La falta de escolarización no suele afectar más a las mujeres?

No. Incluso para los inmigrados, el nivel de escolarización es más alto para las mujeres que para los hombres. Hay que hablar de forma precisa. Las alumnas, las mujeres, obtienen un nivel de escolaridad más alto, pero tienen un nivel de expectativas más bajo. Hay un viejo estudio muy conocido de estudiantes de química. Las niñas estudiantes de química han resultado mejores y estudian más que los hombres, pero ¿cuánto ganarán dentro de cinco años como ingenieras químicas? Las expectativas de las mujeres son más bajas, a pesar de que hay más escolarización o mejores resultados escolares. La contradicción es impresionante, es una demostración de la sociología. Es evidente que no es un problema de competencia, de calidad o de inteligencia, es un puro mecanismo de interiorización, de discriminación. Las expectativas han resultado.

¿Qué papel le queda al profesor?

Más y más, se ve una relación inversa. En general, el alumno utiliza la tecnología para dar solución a los problemas, y el papel básico del maestro es ayudar al alumno o la alumna a incorporar un conocimiento o una técnica dentro de la experiencia multidimensional, afectiva y comunicativa del joven.

Touraine, durante su conferencia en la Universidad de Barcelona. Foto: Anna Montero.

A lo largo de su larga carrera profesional ha escrito usted muchísimos libros. En la era de la tecnología, permítame la curiosidad, ¿escribe usted a mano?

(ríe) Es cierto que en mi caso hay dos cosas. Primero, es un aspecto físico o emotivo, tengo una relación del tipo amorosa-erótica con la escritura. Es hermoso, es un poco como hacer nacer, es una visión femenina, de crear. Segundo, empecé en la profesión muy joven, como profesor. Cuando escribí mi primer libro tenía 28 años.

Yo hablaba mucho con un amigo, y él me decía que en matemáticas el 10 % produce el 90 % del conocimiento. Le dije que lo mismo pasa con las ciencias sociales, solo que aquí no es el 10 sino el 5 % quién produce el 95 % del conocimiento. Yo creo que esa lógica es un mundo que atrae a los mediocres. Es un trabajo mal pagado, realmente muy mal pagado y con un estatus social muy limitado, pero te da mucha libertad. Ninguna persona me ha dado en toda la vida una orden.

¡Qué afortunado!

Es una suerte, he hecho absolutamente lo que quería hacer.

¿En este mundo en el que se valora tanto la ciencia y la tecnología, cree que se le da poco valor a las ideas de pensadores, de filósofos o sociólogos como usted?

Yo creo que en el momento actual hay un cambio de mundo, y tratar con ideas es difícil. Yo tenía un amigo físico que recibió un premio Nobel y decía: “Yo era incapaz y fui a un colegio experimental”. Y no le fue tan mal, ¡ganó un premio Nobel!. Es un poco lo mismo. La sociología no es un mundo exacto, es un trabajo de imbéciles muchas veces, aunque no siempre.

Hay muchos sociólogos hoy aquí…

¡Pues seguramente muchos de ellos son tontos!

Fuente: http://webdelmaestrocmf.com/portal/alain-touraine-los-culpables-lo-pasa-educacion-no-los-maestros-sistema/

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