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Una educación para rehacer nuestro mundo

Por: Juan Alberto Sánchez Marín

Carta Maior, el prestigioso portal de izquierda brasileño, me invitó a compartir una reflexión sobre interrogantes relacionados con la educación en América Latina . Se trata del proyecto Sua voz na conjuntura que en su primera edición trató sobre la defensa de la educación pú blica. Atendí el llamado y compartí algunas ideas generales sobre el tema pensando en las dif í ciles circunstancias que afronta Brasil en la actualidad y con el respeto que me inspira la patria natal de Paulo Freire , sin duda, el más relevante pedagogo contemporáneo. De esa fuente proviene este texto.
En la transformación de la educación ganarán también, y aún más quizás, quienes ahora la obstaculizan con vehemencia. 

¿Qué sociedad se desea construir para enfrentar los graves desequilibrios locales y globales del siglo XXI? 

La sociedad deseable no es la imposible de la utopias renacentistas, pero está lejos de serlo la tangible de nuestra época, menos aún cualquiera de sus múltiples ficciones. La necesaria, a mi parecer, es aquella capaz de diferenciar los hechos de su simulacro, la interacción de la dependencia, el proceso de lo contingente, el auxilio del saqueo o la justicia de los caprichosos marcos legales. Mejor dicho, como en una prueba de escuela, la que esté capacitada para distinguir lo verdadero de lo falso, aunque le cueste el saldo en el banco o la vida. La sociedad a la altura de sus miembros marginados y desamparados, antes que solazada en la bajeza de las élites.

Hace falta una sociedad en condiciones de interpretar el mundo alrededor, en sus cualidades y sentidos, gritos y silencios, nexos e implicaciones, desde una perspectiva ética e integral, preparada para verse en el espejo de sus acciones, con la entereza suficiente para reconocerse en las armonías, pero también en su profunda inestabilidad.

Una sociedad que yace distante, y que a la vez está a la mano, porque la nación del futuro no es otra que la constituida y construida ahora mismo, día a día, con fortuna y errores, satisfacciones y desagrados. Lo mal hecho en este momento se pagará caro mañana, mas lo dejado de hacer costará el doble.

Hace dos o tres mil años, o varios siglos hacia acá, los pueblos se daban el lujo de proyectarse al porvenir en sus sagas y descendencias, y confines y territorios. Los mitos fundacionales eran perceptibles. El futuro, casi medible; los hados lo volvían destino y en no pocas oportunidades lo hacían cierto. O eso se figuraban los antepasados.

Cuando no era así, el mundo se llenaba de señales, códigos subrepticios, representaciones poéticas, claves alegóricas, milagros. Hoy en día, en cambio, lo venidero es débil y volátil, y las predicciones no cruzan el cierre de una bolsa o los trinos perturbadores de algún infeliz con ascendencia.

Cómo desciframos la sociedad que no cesa de hacerse y deshacerse ante nuestros ojos, de cuál modo aprehendemos cada una de sus entidades y relaciones. Cuestión esencial. Los ciudadanos que saben interpretarse en posibilidades, responsabilidades y derechos; en sus estructuras y nexos, intereses e interesados; autenticidades e invenciones, certidumbres y manipulaciones, son los cimientos de esa sociedad imprescindible. En otras palabras, los que saben dónde están, lo que hacen y para qué (mejor aún, para quién).

Una capacidad interpretativa que, entre otras cosas, es criterio, expresión y comunicación, participación, organización. Factores, desde luego, demasiado riesgosos para el establecimiento. De ahí que a la educación se la mantenga bajo el estricto control del poder con mecanismos nunca cuestionados y nombres instituidos, que estimamos favorables e, inclusive, liberadores.

Pareciera que no se advierte el grande daño que sus exclusivos límites conllevan: caudal de conocimientos (indigestión mental), conjunto de reglas y comportamiento (sumisión), urbanidad y buenas maneras (capitulación), experiencia acumulada (manías), desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos (¡una verdadera broma!).

Nada tan alejado del concepto de educación como las cuatro significaciones que le asienta el diccionario de la RAE como una cachetada en los carrillos. Anacrónicas, utilitarias, definen con turbadora exactitud lo que no es ni debe ser. Un compendio de rudimentos que, justamente, altera cualquiera de los sentidos que sí debe tener: franca y emancipadora, indomable y punzante, conmovedora y sugerente, particular y colectiva, bidireccional y transversal. Sobran los calificativos.

Y el poder no es un gobierno, a lo sumo, ejecutor; por lo general, no más que mandadero. La fuerza que mueve los hilos está detrás de las fachadas democráticas de sainete, a buen recaudo dentro de los bastiones económicos y financieros del progreso. Pero se trasluce nítido en modas pedagógicas que se cumplen porque son la directriz, metodologías gastadas encajonadas en palabras relucientes, e innovaciones que resguardan las orientaciones.

La educación funge como el abastecedor de siervos debidamente adoctrinados del sistema. Un planteamiento que no por viejo pierde su aire de fehaciente. Las ciudades inteligentes (Smart cities) continúan educando al Emilio (Rousseau, 1762) de hace dos siglos y medio, que apenas si accedía a la modernidad. De ese Emilio del cual procede un axioma eludido por el mundo en que vivimos: “Se debe adaptar al hombre la educación del hombre y no a lo que no es él”. Menos aún, digo yo, a lo que unos cuantos ambiciosos necesitan que él sea. En todo caso, fatal ese olvido de poquito parentesco con la amnesia.

La educación no es más que otro instrumento de dominio, al igual que las farsas y los señuelos sistémicos que nos hacen pensar que somos algo: la alcahuetería política, canjeando porvenires por zanahorias; la simulación mediática, persuadiéndonos de la realidad que no habitamos; los terrores sociales de las agendas gubernamentales, abriéndole paso a las legislaciones coactivas y otras represiones, o las potentes redes y los sistemas de información, gracias a los cuales las máquinas se conectan y los teclistas de teléfono o computadora que somos nos enfrentamos y disociamos.

La sociedad que hay que construir tiene que estar enterada, cuando menos, de la clase de mundo que habita. Saber bien la dimensión de las fragilidades locales y globales que la menoscaban a diario y entorpecen su genuino desarrollo; tener claros los vínculos envilecidos que priman en la interacción del presente, y filtrar los engaños que la desbordan.

-¿Qué tipo de proyecto de desarrollo –y de Estado- es necesario para alcanzarla? 

Este sosiego insoportable, esta calma fastidiosa, son posibles por la ignorancia en la que las sociedades se hayan sumidas. Resulta inconcebible la tranquilidad cuando se comprende lo que ocurre a lo largo y ancho del planeta y se discierne la razón de los horrores acometidos en su nombre. La inconsciencia social, junto a la apatía, son tan oportunas para las oligarquías como la paz de los sepulcros que ellas mismas imponen.

El individuo se entera de algo y no sabe qué pasa. Una multitud cree saber lo que acontece y despliega su odio cerril contra el inocente y lo distinto, lejos de las verdaderas causas del desbarajuste. La manipulación hace lo suyo, por supuesto, pero menos en la acción episódica o a modo de operación particular, y sí más como algo intrínseco metido adentro al pisar la escuela inicial o atender el primer sonsonete mediático.

No llegamos a ser los pobres de espíritu a los que se refiere el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret (Mt 5, 1;7). No reconocemos siquiera las tremendas flaquezas propias, ni tenemos la bienaventuranza ni será nuestro el reino de los cielos. La pobreza espiritual de nuestras sociedades no se constituye por la percepción de los límites, sino que se alza del oscurantismo dominante. Y la educación cercena más quizás que las demás piezas mohosas de la castración.

El que estudia hasta el empacho más desdeña y desecha; el docto termina siendo otro pobre cretino. Abunda la ignorancia consentida, claro está, la barbarie por conveniencia, que se busca y cultiva porque con ella se cree lograr cierta aquiescencia moral o conseguir alguna clase de amnistía ética. Nada más errátil. Proliferan, de otra parte, los ignorantes infiltrados, resbaladizos, traidores; quienes convencen al iletrado (deslustrado) de su erudición y tino. O sociedades enteras, que sabiendo cuánto mienten sus dirigentes y cuán criminales son, siempre están dispuestas a avalarlos con el voto.

Por ejemplo, en Colombia, país en el cual la derecha y la ultraderecha eligen y reeligen a un líder como Alvaro Uribe Vélez o a su escogido, con plena consciencia de las ataduras delincuenciales de su estructura política. O en España, a cuya población José María Aznar le mintió de frente con sus fidedignos informes de que Sadam Hussein contaba con armas de destrucción masiva. Nunca hallaron tales armas en Iraq. “No sólo no las había, sino que siempre se supo que no las había. (…) Pese a todo, a los votantes del PP no les pareció motivo suficiente para cambiar su elección” ( Fernández Liria, 2007). No les importaron entonces ni habrían de importarles después los dos millones cuatrocientos mil muertos (Davies, 2010), y que un país hubiera sido destruido por completo.

En el mismo Brasil, digamos, casi cincuenta y ocho millones de personas votaron por Jair Bolsonaro en la segunda vuelta, quien en la campaña dejó patente el talante homófobo, misógino y racista. Algo añadió clarísimo: “Hay que expurgar a Paulo Freire”. Y esa afluencia de pueblo que votó por Bolsonaro no votó contra Freire (o Lula da Silva o Dilma Rousseff), sino contra la educación popular que la tuvo en cuenta. Es decir, la emprendió en contra de sí misma. Los electores lo sabían y lo votaron, y el excapitán retribuye del modo que la genética le manda: con la militarización escolar.

O en los propios Estados Unidos, cuyos políticos se ufanan tanto del sistema que todavía creen que inventaron y al que sólo le prendieron las arandelas que los ingleses no alcanzaron a incluirle, y que no deja de ser una más de las tóxicas democracias occidentales, donde 65 853 516 de personas votaron por la señora Clinton a sabiendas de las crueldades de que fue capaz y 62 984 825 votaron por el señor Trump teniendo claridad acerca de las que no tardaría en perpetrar. Donde, además, otra vez y gracias a esas tretas anexas, la cifra inferior de votantes resultó superior a la más elevada. Y he ahí a Trump gobernando.

En todos estos casos, así como en muchos otros, una ignorancia comprometida y egoísta que tampoco exculpa a una sociedad, o a una parte considerable de ella.

Unos desequilibrios que son factibles y no dejan de crecer porque quienes forjan las estructuras políticas, económicas y sociales lo han hecho a su manera y conveniencia a lo largo de los años. O de los siglos, porque se trata de una práctica que viene de la remota antigüedad.

Pero en los sustentos de la opresión están, también, las potencialidades para la liberación. Habremos de hallarlas en los mecanismos de la participación, ahora establecidos para todo lo contrario; en la educación, la gran utilitaria del sistema, y, desde los albores del siglo XIX, la guarda principal y cínica del statu quo; en los medios dominantes, actualmente, con la irremplazable función de acomodar los acontecimientos a la narrativa dispuesta. Y así.

Los entornos de autonomía son incómodos para el poder, que advierte en ellos los escenarios más desafiantes. Por eso, los planes de las instituciones educativas permanecen bajo rigurosa inspección. Por lo mismo, son promulgadas leyes que socavan la educación pública.

Los presupuestos de las instituciones educativas públicas son reducidos; a las universidades se las conduce a la ruina para facilitar su privatización o, lo que es igual, se involucra a la empresa privada en la adecuación de los currículos, es decir, se efectúa una modernización educativa que lleva de cabeza a los tiempos de la Revolución Industrial, cuando el sistema educativo le manufacturaba obreros a la fábrica.

No se conquistará una sociedad distinta mediante esquemas supeditados a finalidades particulares, de clase social o sectoriales. Mucho menos, partiendo de la actual situación de carencia de soberanía, ausencia de fines comunes y perspectivas humanas (humanitarias y humanistas).

La naturaleza del plan educativo corresponde a un cálculo económico y político. El currículo no es la concreción de determinada cultura ni el sitio excepcional donde confluyen nociones epistemológicas con saberes ancestrales, el barniz sociológico con los vuelos de la praxis, la conjetura antropológica con las fisonomías específicas del educador y el educando. No puede suceder de otro modo toda vez que la intencionalidad del sistema educativo, corrompida en el fondo, no luce diferente en la forma.

El estado que apunte a encarar los desequilibrios, no queda otra, deberá comenzar por confrontar su armazón y el propio carácter. El primer paso no es saber quienes son los ciudadanos, lo que sin duda es útil para la coacción y las cargas impositivas, sino allanar el camino para que los propios ciudadanos se conozcan a sí mismos: que sepan dónde habitan y de dónde vienen, por qué están como están, para qué son buenos. Fértiles sembradíos de la educación.

Y donde comienza la entereza de un pueblo. Sólo los ciudadanos que tienen idea de dónde están parados le otorgan la cualidad de digna a una sociedad. La conversión que se plantee en términos distintos, o la propuesta bajo los estados hostiles que imperan hoy en día, ha de ser fraudulenta y han de ser endebles, si no aleves, los objetivos.

-¿Qué es lo que se espera de la Universidad en esta travesía? 

Ya es hora de que las universidades en nuestras sociedades no sean los centros de moldeo de sujetos fragmentados y portadores del virus del conocimiento por segmentos. Mientras la universidad siga siendo un centro de la instrucción, ese eufemismo que abarca la exhumación lenta y pertinaz de la sabiduría, será difícil la conquista de condiciones de vida distintas. Y la concreción de otro mundo difícilmente será posible.

El impacto de una renovación educativa trascendente se tomará su tiempo, seguramente, y puede ser un proceso de años. Pero la modificación de un currículo y de un pénsum, los primeros pasos, sería algo breve, inmediato, si existiera la voluntad política para hacerlo. Algo elemental que no hay ni habrá en sociedades regidas por las lógicas perversas y utilitarias del capital.

En la universidad, la escuela, el colegio, yacen los soportes de la transformación auténtica. El centro educativo tendrá que ser un centro de cuestionamientos; en esa articulación, la universidad no puede ser otra cosa que el generador mayor de pensamiento crítico, que no es solamente el desmonte o la digestión de una realidad, sino, ante todo, la puerta abierta para la proposición y la construcción sociales.

La potencia y vigencia de datos, retentivas e hipótesis jamás está en las letras muertas que los consignan o formulan, sino en la capacidad que tengamos para desglosar sus sentidos y verlos moverse a través de la ventana. La sociedad requiere de seres suspicaces, esquivos frente a lo que oyen y ven, y recelosos a profundidad del conocimiento enlatado, de las estupendas ideas empacadas al vacío y de los artificios de manual para triunfar. No hay tales.

La duda es una herramienta útil para ser arte y parte de la realidad que tenemos por nuestra, en unas ocasiones, escurridiza, en otras, efectista. En esos reparos angustiantes puede radicar el secreto para que no seamos simples recitadores de sus bocadillos teatrales. En la universidad se construyen los interrogantes, y, cuanto antes, se desarman las geniales respuestas alcanzadas.

-¿Cómo deben actuar los intelectuales y las fuerzas democráticas en la construcción de este reordenamiento? 

El papel de los intelectuales y de las fuerzas democráticas, en ese reordenamiento, tiene mucho que ver con proyectar los énfasis debidos y fomentar la reflexión en torno al único asidero efectivo que tiene lo trascendental en la tierra: lo cotidiano. Cada quien desde su perspectiva, ámbitos y competencias.

Ahí yacen las claves, las metafóricas, las alegóricas o las simbólicas, las que se quieran y a la vista, como La carta robada (Allan Poe, 1844), en “un tarjetero de cartón con filigrana de baratija, colgado por una cinta azul sucia de una anilla…” El quid para entender mejor lo que somos y lograr el inequívoco compromiso con lo que hacemos.

La actitud del intelectual no es conformidad porque sí ni discrepancia porque no. Más bien le corresponde la disputa sin tregua contra las iniquidades; resistencia contra las injusticias y rabia con la sinrazón del día a día.

De su expresión deberían despuntar las alarmas, los desasosiegos, la desesperanza y la esperanza en una sola frase. La conmoción de los intelectuales debería ser el lastre a cuestas de las sociedades, y, en especial, de la academia. Pero escasas veces es así.

Muchos intelectuales, escritores, pensadores, cuentan con gran capacidad de convocatoria, y sus reflexiones podrían avivar aquel impulso sin el cual es inviable cualquier transformación auténtica: la motivación. Y en este mundo de inseguridades, exclusión, fascismo, racismo, supremacías y todos los desajustes concebibles, las transformaciones sociales son cada vez más ineludibles y urgentes, comenzando por la cultural.

Pareciera que la integración es propugnada y alabada en innumerables textos por escritores recluidos e incomunicados. No es tan tarde como para no darnos cuenta que se están yendo las horas y los años.

La pugna por la transformación de la educación, sea como sea, como determinante para el futuro que le espera al ser humano, no dejará de ser una batalla de aquella categoría definida con acierto por Flaubert (1911): “Siempre sangrienta” y siempre con dos vencedores, “el que ganó y el que perdió”. Porque en esa consecución ganarán también, y aún más quizás, quienes ahora la obstaculizan con vehemencia.

Bibliografía

Davies, Nicolas J.S . (2010). Blood on our Hands: the American Invasion and Destruction of Iraq . 440 págs. Nimble Books LLC .

Fernández Liria, Carlos; Fernández Liria, Pedro y Zahonero, Luis Alegre. (2007). Educación para la Ciudadanía. Apple Books.

Flaubert, Gustave. (1911). “Diccionario de los lugares comunes”. (2019). Titivillus . Apple Books.

Poe, Edgar Allan. (1844). Cuentos completos. (2016). Penguin Clásicos. Apple Books.

Rousseau, Jean-Jacques. (1762). Emilio o De la educación. (2017). Edu Robsy: Menorca.

AA. VV. (2012). Sagrada Biblia. “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt 5, 3). Biblioteca Autores Cristianos : Madrid.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261037

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Cómo elegir los indicadores más adecuados para tu proyecto educativo de centro

Por: Victor Saura

Los inspectores Xavier Chavarria y Elvira Borrell publican un libro en el que reivindican la necesidad de que cada servicio educativo disponga de indicadores ‘ad hoc’. La clave: que sean pocos, que respondan al objetivo de qué se quiere medir y que permitan disponibilidad inmediata. Advierten, eso sí, que todos tienen limitaciones.

Las escuelas e institutos pueden saber, gracias a los datos que se extraen de las pruebas externas (6º de primaria y 4º de ESO), cómo evolucionan sus centros (es decir, las notas de sus alumnos) en relación con ellos mismos, con los centros educativos de su zona, con los de su ciudad, con los de todo el país, y con los de su tipología de centro. Pero ¿basta con ello para identificar si se están cumpliendo los objetivos de su proyecto educativo? Para Xavier Chavarria, inspector jefe de Barcelona, ​​la respuesta es que no. Se necesitan otros indicadores, más específicos, que cada centro debería poder hacerse a medida. Junto con la también inspectora Elvira Borrell, Chavarria acaba de publicar el libro La magia de los indicadores en educación (Horsori. Edición en catalán), donde aporta algunos consejos sobre cómo hacerlo.

Si el claustro se ha propuesto que el centro mejore en aspectos como la inclusión o la convivencia, los datos de las pruebas de evaluación externa no sirven. O, incluso, si se ha propuesto que se reduzca el absentismo de los alumnos o que se recorte la distancia que separa a los que sacan mejores resultados de los que peor, tampoco. Pero ¿estas cosas se pueden medir? «Al final todo se puede convertir en una cifra, pero un indicador no es el oráculo de Delfos, la mejor manera de valorarlos es conocer sus limitaciones», contesta Chavarria, que piensa también en servicios educativos como los CRP o los EAP.

«Lo mejor es que cada centro y cada servicio se cree los suyos-aconseja-, pero que sean pocos, que respondan a ese objetivo que se quiere medir y que permitan una disponibilidad inmediata, de tal manera que si hay que tomar decisiones no se tenga que esperar a finales de curso». En la elección sobre qué indicadores decidimos implementar entran en juego dos conceptos más: el balance («¿Vale la pena el esfuerzo por el resultado que obtendré?») y lo que los autores llaman el principio de parsimonia, que Chavarria explica diciendo que «aquello que puedas hacer fácil no lo compliques, y si con una simple tasa tienes suficiente, no quieras hacer más virguerías».

El profe de mates, un buen recurso

El libro comienza clarificando conceptos (indicador, índice, tasa, rúbrica, outputoutcome…), pero, sobre todo, aporta fórmulas matemáticas y ejemplos de indicadores existentes, «que cada uno puede adaptar a su realidad o hacer otros nuevos». «Puede asustar, pero es más sencillo de lo que parece si se tiene claro a dónde se quiere ir», asegura el inspector jefe, que recomienda a los equipos directivos que, si no lo consiguen, pidan la colaboración del profesorado de matemáticas (de los propios o los institutos agregados en el caso de los centros de primaria).

Y ¿cómo se puede medir, por ejemplo, la evolución de una escuela en cuanto a la inclusión? «Se podrían definir una serie de buenas prácticas inclusivas y en la medida en que se van dando lo puedes transformar en un número, y aún más si tienes una comparativa con otros centros -comenta Chavarria-. La limitación sería que tal vez no se están aplicando estas prácticas que tú has definido pero se están haciendo otras. O también se podría elaborar un indicador de similitud: ¿tengo el mismo porcentaje de alumnos con dificultades respecto de los que hay en los centros de mi contexto? Cuanto más similar sea tu resultado al de tu contexto, mejor vas. Si te pasas muy por encima, de tan inclusivo como eres, dejas de serlo, y si estás muy por debajo, es evidente que no vas bien».

Más ejemplos: «Imaginemos que nuestro objetivo es que nuestros alumnos mejoren su competencia lectora. Yo puedo decidir que para conseguirlo promoveré el uso de la biblioteca entre el profesorado y el alumnado, y entonces puedo establecer un indicador que sea cantidad de alumnos que usan la biblioteca cada semana, o cantidad de préstamo de libros, y mirar la evolución de este indicador semana a semana. Lo puedo complicar, y subdividir el indicador según el curso de los alumnos, o según si los libros son en catalán o en castellano, etc. En todo caso, al final tendré un indicador, y quizás vea que la respuesta es positiva y que muchos más alumnos están yendo a la biblioteca. Pero ¿habrá servido esto para incrementar la competencia lectora? Tendré que cruzar mi indicador con el resultado de la evaluación externa para ver si realmente la acción que decidimos sacar adelante era la adecuada para el objetivo que me había propuesto».

Los proyectos educativos de centro elaborados en los últimos años ya contemplan algunos indicadores, pero la mayor parte siguen sin hacerlo. «No hay que revisarlos para poner indicadores, pero en la medida en que se van revisando deberían ir incorporando -opina Chavarria-. Este año puede ser una buena oportunidad ya que, por norma, se debe terminar de integrar el proyecto de convivencia en el proyecto educativo; aprovecha, pues, para poner algunos indicadores, aunque no sea a todo». «Con los planes anuales de los centros vemos demasiados indicadores y la mayoría son poco consistentes, en cambio los proyectos de dirección suelen ser bastante mejores, porque la mirada es a cuatro años vista», añade.

Buenos y malos indicadores

Para que un indicador realmente nos dé una buena medida, advierte el inspector jefe, no puede ser una magnitud única, sino que debe poder relacionarse con otras magnitudes. Por ejemplo, comenta, «el número de reuniones realizadas en relación con las previstas es un mal indicador, porque no sabemos si nos indica que habíamos previsto demasiado reuniones y por eso hemos resuelto el tema antes, o si hemos trabajado muy bien y por eso no han hecho falta más reuniones». Los indicadores también pueden tener interpretaciones muy sesgadas. Pone otro ejemplo: «Con el clásico cuestionario de satisfacción, imagina que el 90% de las familias que contestan te dicen que están muy contentos, pero resulta que sólo ha contestado el 10%, que son las implicadas; ¿dónde está el otro 90%? ¿Realmente podemos decir que las familias nos dan un 9?».

Relacionando dos o más magnitudes puedes llegar a tener un indicador mucho más preciso. La Inspección del Consorcio, por ejemplo, elabora una recta de regresión de todos los centros, en la que cruzan los resultados de las pruebas externas con la tipología del centro. De este modo, el centro ve dónde está situado en su contexto, pero no puede identificar el resto ni el resto le puede identificar a él. «Cuando hemos hecho auditorías pedagógicas -explica Chavarria-, hemos visto que hay centros que en conjunto sacan malos resultados pero son los máximos que pueden obtener, o sea, que no están haciendo nada mal, sino que más bien hay que felicitarles, y en cambio puede haber centros en la banda alta que obtienen peores resultados de los que les correspondería, y también se les debe decir». Este año, además, la inspección también ha elaborado el coeficiente de Gini de cada centro, que en este caso mide la desigualdad en los resultados de los alumnos, es decir, en qué centros la distancia entre los mejores y los peores alumnos es más o menos pronunciada.

Con todo, Chavarria echa de menos algunos datos que no serían difíciles de conseguir y que permitirían tener más información sobre el sistema y los centros. En Holanda, explica, «el contexto de cada centro lo elaboran a partir de dos datos: el porcentaje de becas de comedor que tiene ese centro y el nivel de estudios de las madres, ya que está bastante estudiado que es una de las cosas que más condiciona el éxito escolar». Según sea el nivel de estudios (de analfabeta a doctorada o similar) recibe un número del 0 al 8, según el estándar CINE (Clasificación Internacional Normalizada de la Educación), y con el valor medio de todas las madres de un centro se tiene una fotografía bastante precisa del tramo donde se sitúa aquella escuela o instituto en cuanto a su complejidad. «Este es un ejemplo de indicador que el Departamento no tiene en cuenta, pero que no costaría mucho elaborar para que los centros dispogan de esta información, y que se podría cruzar con otros datos que sí son considerados interesantes».

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/01/como-elegir-los-indicadores-mas-adecuados-para-tu-proyecto-educativo-de-centro/

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La Nueva Escuela Mexicana y sus maestros

Por: Juan Carlos Yáñez

México comienza a dar sus primeros pasos en la última reforma educativa (que elimina la polémica de 2013). Por delante, varios años de implantación y muchas preguntas. Aquí, algunas para la reflexión.

En la última semana de septiembre el Gobierno mexicano consumó la aniquilación de la reforma educativa aprobada en 2013, y empezó una era bajo la narrativa simbolizada por la expresión “Nueva Escuela Mexicana”. A muchos maestros llaman la atención los componentes de la retórica: “nueva” y “mexicana”. ¿Cuál es el sentido de lo “nuevo” y la razón de ponderar lo “mexicano” en un mundo globalizado como nunca? El lenguaje no es angelical. Son interrogantes que solo enuncio.

La reforma educativa aprobada en 2019, con el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, dirigió las baterías a destruir la anterior, aprobada en el sexenio del partido gobernante más longevo del país, el Revolucionario Institucional. No era fácil, pero sobraban motivos para conseguir adeptos que se alejaran de una reforma pésimamente comunicada y focalizada en la evaluación docente, lo que dio paso a una estigmatización feroz del proyecto reformista oficial.

Tres o cuatro consignas bastaron para aplastar el esfuerzo titánico hecho para despojar [por lo menos en el papel] al sindicato más grande de América Latina de su influencia en los procesos de asignación de plazas de maestros, o en la promoción a quienes ya estaban dentro del sistema educativo. Entre esas consignas aparecían, por ejemplo, “la mal llamada reforma educativa”, “evaluación punitiva” y la insistencia en que se trataba de una “reforma laboral y no educativa”.

Con una inquietante presencia y presión de la disidencia magisterial, representada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, movimiento dentro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, las fuerzas oficiales del régimen aprobaron la reforma al artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que regula la educación en el país, y luego, las leyes General de Educación, la Ley Reglamentaria del artículo tercero en materia de Mejora Continua de la Educación y la polémica Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestros y los Maestros.

Una buena parte del marco legal que regirá la educación mexicana está aprobada para los siguientes 5 años, por lo menos. Continuará un proceso de armonización de las leyes de los 32 estados de la República; la tarea en los congresos de diputados que, en la mayor parte de los casos, corresponden al mismo partido del presidente, augura una aprobación rápida y sin contratiempos, aunque eso pudiera sembrar de inconsistencias las constituciones estatales.

En los días de aprobación de la nueva reforma educativa tuve oportunidad de conversar con profesores de una escuela normal en el Estado de México, el más poblado del país. De las conversaciones derivé algunas ideas para la reflexión en las escuelas y los maestros, en el proceso inédito que vive el tercer sistema educativo más grande de América. A continuación, las enuncio, como parte de una agenda hipotética para los colectivos escolares.

  1. Los juicios que ahora hagamos son preliminares y deben ser cautelosos, dado que la planificación de cada una de las etapas consumirá otros dos años para dar pasos firmes en la implantación del nuevo currículum nacional. El desafío es monumental especialmente para las escuelas donde se forman los maestros: ¿cómo educar para la incertidumbre, en la incertidumbre?
  2. En momentos así, inciertos, donde el gobierno apuesta a una construcción colectiva difusa, es preciso el ejercicio de la crítica, es decir, la rigurosidad en el pensamiento y la claridad de los juicios, más allá de preferencias ideológicas o partidistas. La tarea implica un examen acucioso de la reforma de 2013, sus postulados, desarrollo y resultados, así como de la génesis, construcción y perspectivas para la reforma de 2019.
  3. No existe la reforma educativa perfecta. Todas están condenadas a la extinción. Las preguntas son: ¿cómo mueren?, ¿cuándo pierden vigencia?, ¿qué legarán? Por otro lado: ¿qué bases sientan las reformas nacientes? ¿Dónde colocan los énfasis?
  4. El sistema educativo no es, está siendo. Es vivo, dialéctico. La reforma de 2019 condiciona, pero no determina; en ese sentido, abrirá espacios de libertad [cerrará otros] que los maestros pueden ensanchar o acotar.
  5. En las escuelas, los maestros tienen en sus manos y decisiones una parte del control de su trabajo. ¿Cómo lo harán? El papel del sindicato y los directores será crucial. El aula es un espacio de libertad que los profesores deben conquistar. ¿Cómo lo harán?
  6. En los años que habrán de transcurrir para la finalización de las distintas etapas de la reforma, como está programada, se abrirán incertidumbres. ¿Cómo se responderán? ¿Los escenarios jugarán a favor de la reforma o en contra? Más allá de ello, las escuelas tendrán que seguir laborando, reforzando sus procesos, y en esa perspectiva, el trabajo colegiado será imprescindible; un trabajo dirigido con sensibilidad, con destino a la mejora efectiva de las escuelas.
  7. Concomitante con lo anterior, la formación individual y de los colectivos es un desafío enorme que permitirá avanzar o retroceder. Es una perogrullada: la calidad de los sistemas educativos es la de sus maestros. Si México quiere un mejor sistema educativo, tiene que fortalecer la preparación, compromiso y condiciones de sus maestros. Es innegociable.
  8. En la mejora de las escuelas, el papel de las estructuras intermedias será clave: los supervisores escolares y los asesores técnico-pedagógicos deben ser apoyos firmes en el trabajo de las escuelas, especialmente donde las condiciones son más precarias, en los contextos rurales, en escuelas multigrado, en donde se atienden a millones de estudiantes pobres, que reciben la más mísera de las educaciones, con una pedagogía pobre y descolocada.
  9. Las escuelas normales, donde se forman los maestros mexicanos, son otra pieza estratégica en la edificación de un sistema educativo de calidad e incluyente. Su reforma, largamente postergada, es imperativa, con un proyecto pedagógico distinto y recursos suficientes.
  10. Mientras se definen las etapas que completen el diseño de la Nueva Escuela Mexicana, el trabajo de los colectivos podría marcar pautas en el sendero de la buena educación. Sin docentes trabajando en grupo y con acuerdos mínimos, las leyes aprobadas y los debates parlamentarios serán letra muerta.

Seis años, el periodo de gobierno presidencial en México, no es suficiente para apreciar las transformaciones radicales que requiere el país, pero lo es para vislumbrar si caminamos a la salida del hoyo o penetramos territorios oscuros. La apuesta, sostienen algunos, es a la estabilidad política, no a la transformación pedagógica; veremos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/01/la-nueva-escuela-mexicana-y-sus-maestros/

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Aprendemos juntos: más de 100 entrevistas para involucrar a la sociedad en la educación

Por: El diario la Educación

El proyecto ‘Aprendemos Juntos’, creado por el BBVA, quiere impulsar la conversación sobre la educación con personas transformadoras y así dar nuevas herramientas al profesorado y a las familias.

La resolución de conflictos de forma pacífica es uno de los asuntos que más preocupa en el sistema educativo. Las aulas y los centros educativos son ambientes cada vez más complejos en los que se cruzan muchos intereses, vivencias y situaciones personales que, muchas veces, se convierten en pequeños polvorines que hay que atajar. La prevención de situaciones de acoso o violencia es el mejor arma de docentes y familias. Más allá de los castigos que puedan plantearse una vez ha ocurrida alguna situación complicada.

Pero en ocasiones, falta formación, tanto entre las familias como entre el profesorado, para hacer frente a estas dificultades, en muchos casos sobrevenidas.

Para ayudar a la comunidad educativa se puso en marcha el programa Aprendemos juntos, de la mano del BBVA. Hasta la fecha lo han desarrollado en tres vertientes diferentes. La resolución de conflictos, la inteligencia emocional y otro dedicado a aprender a hablar en público.

Las tres, además de desarrollarse con niñas, niños y jóvenes por cuatro expertos en diferentes ámbitos, desde la psicología, la comunicación y la educación, cuenta con materiales descargables para que docentes y familias cuenten con información y formación complementaria que desarrollar en casa y en el aula.

En palabras de José Luis Arbeo, responsable del programa Aprendemos juntos, «este proyecto educativo tiene dos objetivos muy claros: por un lado, estimular la conversación sobre cómo debería ser la educación en el siglo XXI. Por otro, ayudar a docentes y familias a preparar a los jóvenes en las competencias necesarias hoy en día».

Ya se han sumado 30.000 personas. La mitad, madres y padres. También más de 12.000 docentes han decidido apuntarse a este programa.

Juan Vicente Abad, docentes y orientador con tres décadas de experiencia ha sido quien ha desarrollado el curso sobre resolución de conflictos. Siempre bajo la premisa de la prevención. “En la vida siempre van a existir conflictos, es inevitable. Por eso, el único camino es aprender a gestionarlos”, asegura este profesor. Su curso, pensado para alumnado de ESO, pretende ofrecer herramientas para la prevención, el desarrollo de competencias socioemocionales y el conocimiento de técnicas de resolución como la escucha o el diálogo.

Junto a Juan Vicente Abad, también han participado en los cursos anteriores las psicólogas Silvia Álava Sordo y Ruth Castillo Gualda, para tratar sobre inteligencia emocional, y la comunicadora Aurora Michavila para enseñar a niñas y niños a hablar en público. «Temas que no se entrenan como asignaturas pero que son clave para la vida actual», asegura José Luis Arbeo, quien explica que, además de los tres tratados, habrá otros nuevos enfocados en el pensamiento creativo, la concentración o el aprendizaje colaborativo.

Cada uno de los curso se divide en una serie de vídeos en los que los diferentes protagonistas trabajan con el alumnado las distintas facetas de cada área. Además de esto, hay material descargable pensado para que las y los docentes puedan trasladar estas actividades al aula y otros materiales descargables para que las familias hagan lo propio en casa.

El programa Aprendemos juntos, además de estos cursos para familias y docentes, también desarrolla una vía pública, es decir, un acercamiento al resto de la sociedad con el que se pretende acercar al gran público la importancia de la educación.

Más de 100 entrevistas en vídeo

Desde astronautas a científicos, desde atletas a fotógrafas. Desde todos los rincones de la sociedad se puede reflexionar sobre la educación. Y eso es lo que impulsa el proyecto ‘Aprendemos Juntos’ con más de 100 entrevistas a expertos de todos los ámbitos para que compartan sus visiones diversas y llenas de nuevos aprendizajes.

Unos vídeos que se distribuyen en diferentes plataformas como YouTube, Facebook, Twitter o Instagram y que ya han alcanzado, en poco más de año y medio, las 500 visualizaciones.

A continuación, compartimos 20 de las entrevistas de este proyecto de educación de BBVA para dar nuevas herramientas, experiencias y conocimientos los profesionales de la educación y a las familias.

1. Jane Goodall, primatóloga: «Tenemos intelecto ¿Pero somos tan inteligentes?»

Está considerada como una de las mujeres científicas de mayor impacto en el siglo XX. Los ojos de Jane Goodall brillan al compartir sus historias de ayer, convertidas hoy en grandes lecciones de vida sobre la ciencia y la educación: «Sé curiosa y comete errores, sé paciente y no te rindas», repite esta mujer extraordinaria. Goodall es doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y doctora ‘honoris causa’ por más de 45 universidades del mundo.

2. Valentí Fuster, cardiólogo y director del CNIC: Las ocho claves para vivir mejor

Valentín Fuster es internacionalmente reconocido como uno de los médicos, investigadores y promotores de la educación de la salud más prestigiosos del mundo: es el único cardiólogo que ha recibido los máximos galardones de investigación de las cuatro principales organizaciones internacionales de esta especialidad. «El corazón sirve para dar cantidad de vida; el cerebro, calidad de vida». Con esta frase, el doctor Fuster resume su esperanza en la educación de la salud, y especialmente, en el cuidado de los factores de riesgo cardiovascular, como las grandes palancas para el cambio y la mejora integral de la vida de las personas.

3. Chris Hadfield, astronauta: «La llegada del ser humano a la Luna cambió mi futuro»

Hadfield es uno de los astronautas más experimentados del mundo, ha pasado casi 4.000 horas en el espacio y ha sido comandante de la Estación Espacial Internacional, donde dirigió un número récord de experimentos científicos. Con tan sólo nueve años su vida cambió cuando el hombre pisó la Luna, y decidió que él también sería astronauta algún día. “La educación te permite alejar la ignorancia y ver más allá de los límites”, apunta.

4. Margarita Salas y María Blasco, bioquímicas y biólogas moleculares: “Una sociedad científica será una sociedad más libre”

¿Un científico nace o se hace? Cuentan las bioquímicas Margarita Salas y María Blasco que su vocación surgió a partir de maestros inspiradores que cambiaron sus vidas. Años después de compartir laboratorio, las dos grandes referentes españolas en biología molecular, Margarita Salas y María Blasco, se reencuentran en esta conversación para debatir sobre ciencia, humanismo, igualdad y educación.

5. Álvaro Neil ‘Biciclown’, viajero: Aprender a vivir en el presente

Álvaro Neil, conocido como ‘Biciclown’, fue abogado tiempo atrás. Un día, decidió cambiar el sillón de una notaría por el sillín de una bicicleta. Y se fue a recorrer el mundo sobre ruedas. Ha producido cinco documentales y es autor de seis libros. “Viajar es el mejor antídoto contra el racismo”, afirma. Cuando emprendió su viaje, muchos pensaron que estaba loco. Él responde con seguridad: “No creo que sea una locura perseguir tus sueños. La locura es que se te pase la vida sin vivirlos”.

6. Angélica Dass, fotógrafa: ¿De qué color es un lápiz de color carne?

Tenía siete años cuando su profesora le mostró, por primera vez, un lápiz de color carne. “Yo estaba hecha de carne, pero mi piel era marrón. Sin embargo la gente decía que yo era negra. Yo tenía un lío enorme de colores en mi cabeza”, explica Angélica Dass. Creó ‘Humanae’, un proyecto fotográfico que utiliza el retrato para acercar a personas de todo el planeta. Un alegato en favor de la belleza de la diversidad humana: “Debemos entender nuestra diversidad como algo que nos hace crecer. No como algo que temer o despreciar”. ‘Humanae’ se ha convertido en un referente para miles de escuelas en todo el mundo. Pero también para instituciones internacionales como la ONU o el Foro Económico Mundial.

7. David Matsumoto, psicólogo: ¿Cuánto enseña un profesor sin hablar?

David Matsumoto es un reconocido experto en el campo de la comunicación no verbal, el lenguaje gestual y las emociones. Para Matsumoto comprender qué es la comunicación no verbal y cómo usarla es esencial, ya que nos permitirá crear entornos educativos que favorezcan el aprendizaje tanto en el entorno familiar como en el aula: “Mi objetivo es tomar conciencia del tipo de cosas que hacemos, cómo nos desenvolvemos, y nuestro tono de voz. Si observamos las cosas y a las personas podemos obtener una gran cantidad de información e intenciones diferentes”.

8. Jimmy Wales, creador de Wikipedia: “Aprender cómo aprender es más importante que nunca”

Es reconocido por ser el creador del proyecto colaborativo más importante del mundo: Wikipedia. Una enciclopedia en línea que está editada en doscientos ochenta y ocho idiomas y que cuenta con más de cuarenta y seis millones de artículos. Jimmy Wales es un apasionado de la educación, especialmente de las posibilidades que el aprendizaje informal ofrece actualmente para la educación de las personas. Nombrado como la sexta persona más influyente del mundo, Wales sostiene que en parte gracias a la tecnología, el aprendizaje va más allá del colegio o la universidad, y señala la necesidad de continuar aprendiendo durante toda la vida.

9. Rosan Bosch, diseñadora de espacios educativos: Escuelas que desatan la creatividad

Diseñadora de interiores y directora creativa del estudio de arquitectura que lleva su nombre, Rosan Bosch es reconocida internacionalmente por impulsar espacios innovadores en colegios de todo el mundo, apuesta por cambiar el entorno físico para mejorar el aprendizaje de los alumnos. “El diseño tiene que relacionarse con el desarrollo personal, de la mente y el cuerpo. No es sólo un instrumento de decoración, sino una herramienta para el cambio”, concluye.

10. Sara Andrés, atleta paralímpica y maestra: “No hay nada más divertido que reírte de ti misma”

“Aprendí a aceptarme y a reírme de mí misma, porque no hay nada más divertido que reírse de los gazapos y de los errores que cometes”. Para Sara Andrés, atleta paralímpica y maestra de educación primaria, el humor es fundamental. Un accidente de coche a los 25 años, un cáncer de tiroides, y posteriormente, un cáncer de piel no le hicieron perder la sonrisa y, lejos de hundirla, la impulsaron para lograr metas que jamás había pensado que podía conseguir. Esta maestra defiende que la educación tiene que ser inclusiva y enseña a sus niños y niñas desde la diferencia y a través de su ejemplo: “Lo que hice fue introducirles la idea de ser empático con el otro y con mi discapacidad, porque todos tenemos discapacidades o supercapacidades”.

11. Duncan Wardle, exdirector de creatividad de Disney: «Eres creativo, lo sepas o no»

Durante 30 años, Duncan Wardle trabajó para una de las compañías más creativas del mundo: Walt Disney.
Para él, todas las personas nacemos siendo creativas. El problema es que, en algún momento, alguien nos dijo que no lo éramos. Y nos los creímos. Para Duncan Wardle, “Todos fuimos niños. Todos llegamos al sistema educativo con una maravillosa imaginación. Creíamos en unicornios y naves espaciales”. Y explica que, al llegar al mundo adulto, eso lamentablemente desaparece. “Ese es uno de los retos actuales del mundo educativo: mantener vivo a ese unicornio”, concluye.

12. Frances Jensen, neuróloga: «Cuida de tu cerebro ahora y él te cuidará después»

Neuróloga y madre, así se define Frances Jensen, una de las voces más respetadas a nivel internacional por sus estudios sobre el cerebro adolescente. “Los adolescentes son máquinas de aprendizaje” sostiene la neuróloga, aunque matiza que “aprenden mejor tanto lo bueno como lo malo”. Desde su posición privilegiada como científica, profesora y madre, Jensen explora, disipa mitos sobre la adolescencia y brinda consejos prácticos para superar esta compleja etapa vital.

13. Benjamin Zander, director de orquesta: ¿Qué puede enseñarnos un director de orquesta?

Realizó su primera composición con tan solo nueve años. Hoy, el octogenario Benjamin Zander, está considerado uno de los directores de orquesta más prestigiosos del mundo. Antes de elevar su batuta, antes de cada concierto, da una charla a la audiencia en la que comparte las historias que se esconden detrás de las composiciones y en las que, además, transmite su amor por la música. “La música clásica eleva al ser humano para ser la mejor versión de sí mismo”, asegura. Actualmente dirige la Orquesta Filarmónica de Boston y su filial juvenil. Músicos a los que inculca su pedagogía: “La técnica no es el objetivo final, el objetivo final es el amor, es la expresión, la comunicación, el contacto, la comunidad”.

14. Adela Cortina, filósofa: Aporofobia: “No se rechaza al extranjero, sino al pobre”

“¿Realmente molestan los extranjeros, o lo que molestan son los pobres, sean extranjeros o de la propia casa?” Con este punto de partida, la filósofa Adela Cortina, catedrática emérita de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, acuñó una nueva palabra: “aporofobia”, para definir el rechazo al pobre. Lo que no se nombra no existe y era necesario inventar este neologismo que señalase la discriminación universal a las personas sin recursos. “La aporofobia va en contra de la dignidad humana y es excluyente. La democracia tiene que ser inclusiva necesariamente. Por eso no puede existir una sociedad aporófoba y democrática. Y todas las sociedades que conozco son aporófobas”, explica.

15. Ranga Yogeshwar, físico y divulgador científico: “Los prejuicios se combaten con hechos y verdades”

Ranga Yogeshwar es el divulgador científico más prestigioso de Alemania. Entiende la educación como el vehículo principal para convertirnos en la persona que queremos ser. “La educación es mucho más que aprender algo para tener un trabajo, nos proporciona una visión del mundo. Tenemos que aprender a vivir en un mundo cambiante, y eso significa que hemos de tener una educación más sutil, diferente a la educación que conocemos y hemos conocido en nuestras escuelas”, sostiene.

16. Joan Roca, chef: “Aprender es el oficio más bonito del mundo”

Considerado uno de los mejores chefs del mundo, Premio Nacional de Gastronomía y referente internacional de la cocina de vanguardia, Joan Roca dirige junto a sus hermanos el restaurante El Celler de Can Roca, en Girona. Su pasión por la cocina nació en los fogones del restaurante familiar, donde los hermanos acudían cada tarde al salir del colegio. También es profesor de su propia escuela. “No se trataba solo de enseñar, sino de mantener a los alumnos motivados y comprometidos; de mantener sus ganas de seguir aprendiendo cuando se van. Porque de aprender no se acaba nunca: ese es el oficio más bonito del mundo», concluye el cocinero.

17. Mara Dierssen, neurobióloga: “Los grupos diversos son más creativos y capaces de innovar”

“Si ahora sacásemos un cerebro aquí veríamos una masa gelatinosa. De ahí salen las ideas, las emociones, sale lo que pensamos. Comprender cómo sucede esa especia de la magia es lo que investigamos en mi laboratorio”. Científica, investigadora, profesora universitaria y doctora especializada en Neurobiología, Mara Dierssen ha dedicado su carrera a la investigación científica gracias a la motivación de su padre neurocirujano y la inspiración de Santiago Ramón y Cajal.

18. Francisco Mora, doctor en Neurociencia y Medicina: “El maestro es la joya de la corona de un país”

Doctor en Neurociencias y en Medicina, Francisco Mora es catedrático de Fisiología en la Universidad Complutense de Madrid. Referente internacional en Neuroeducación, el profesor Mora destaca la importancia que tienen las emociones en el aprendizaje. Todo lo que somos, pensamos, sentimos y aprendemos es fruto de nuestro cerebro en interacción constante con nuestro cuerpo y con el entorno, explica. Mora nos aporta las herramientas y claves básicas que ofrece la Neurociencia para la mejora de la aprendizaje y la memoria, siempre desde el lado humano afirmando que «intentar enseñar sin conocer cómo funciona el cerebro pronto será como diseñar un guante sin nunca antes haber visto una mano”.

19. Kiran Bir Sethi, fundadora de Design for Change: Educar a los niños en el ‘Yo puedo’

Kiran Bir Sethi lo tiene claro: en la escuela hay que aprender a cambiar el mundo. ¿Cómo? La propuesta de esta educadora india es Design for Change, un movimiento que fomenta la creatividad y la iniciativa de los niños para resolver problemas de su entorno y que, en la actualidad, está presente en más de 60 países. Sethi es también la fundadora de la escuela Riverside, allí hace crecer a sus pequeños exclamando ¡Yo puedo! Por supuesto, al ritmo de Bollywood.

20. Carol Dweck, psicóloga e investigadora: No temas equivocarte, nunca es tarde para aprender

Profesora de psicología en la Universidad de Stanford, Carol Dweck es una de las principales investigadoras y referentes internacionales en educación por sus ideas pioneras sobre mentalidad, motivación y desarrollo. Es de “vital importancia que nuestros hijos aprendan con una mentalidad de crecimiento en el mundo de hoy donde necesitamos niños que amen los desafíos y la incertidumbre, y que no se sientan superados”, destaca. Si como padres o educadores, nos centramos en elogiar el proceso más que el resultado, los niños se enfrentarán mejor ante los desafíos en lugar de darse por vencidos cuando las cosas se complican.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/30/aprendemos-juntos-mas-de-100-entrevistas-para-involucrar-a-la-sociedad-en-la-educacion/

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Escuelas para pobres, escuelas para ricos

por: F. Javier Murillo

La grave situación de segregación escolar por nivel económico que vive el sistema educativo español se ha puesto de manifiesto gracias a investigaciones recientes.

Los últimos datos han mostrado la existencia de escuelas para pobres y escuelas para ricos, es decir, centros educativos donde asisten mayoritariamente estudiantes de familias con menos nivel socioeconómico y cultural y otros con estudiantes de familias con recursos.

Este hecho tiene una enorme transcendencia, ya que atenta directamente contra el principio de igualdad de oportunidades y condena a una sociedad segregada e inequitativa. Pero, antes de desgranar esta idea, empecemos por el principio.

¿Qué es la segregación escolar?

Entendemos por segregación escolar la distribución desigual de los estudiantes en las escuelas en función de sus características sociales o personales, o sus condiciones.

De esta manera, es posible hablar de segregación por origen nacional si hay mayor concentración de estudiantes de origen extranjero en unas escuelas que en otras, o segregación por capacidad si hay más estudiantes con necesidades educativas especiales en unos centros u otros, o segregación por origen étnico, o por género o por rendimiento previo o, como es nuestro caso, segregación en función del nivel socioeconómico de las familias de los estudiantes.

Que el sistema educativo español está segregado no es ninguna sorpresa. La novedad es que distintas investigaciones han puesto números a esa segregación. Concretamente, se ha encontrado que el índice promedio de segregación escolar por nivel socioeconómico (medido a través del índice de Gorard) es de 0,38. Ello significa que el 38 % de los estudiantes deberían cambiarse de centro educativo para que no hubiera segregación.

Esta cifra, sin embargo, es difícil de valorar ¿Es alta o es baja? La comparación con los países de la Unión Europea nos da una imagen más clara.

Atendiendo al nivel socioeconómico

En el gráfico 1 se ha representado la segregación escolar por nivel socioeconómico de los 27 países de la Unión Europea (todos menos Malta, ya que no hay datos). Y en él se observa con absoluta nitidez que España se sitúa como el quinto país más segregado de la Unión Europea, solo por debajo de países del Este tales como Hungría, Rumania, Eslovaquia, República Checa y Bulgaria, y muy alejado de países de su contexto más cercano como Italia, Portugal o Francia, cuya segregación está en torno a 0,36. Además, parece que esta segregación ha aumentado en los últimos años.

Murillo y Martinez Garrido (2018, p. 46).

La investigación ha seguido profundizando en estos datos y ha estimado la magnitud de la segregación escolar por nivel socioeconómico en cada una de las 17 comunidades autónomas de España. Y los resultados, de nuevo, han sido muy reveladores, como se verá en el gráfico 2.

Lo más interesante es verificar las grandes diferencias en la segregación escolar entre las distintas comunidades autónomas. Así, nos encontramos que las Islas Baleares, Galicia y Aragón tienen índices de 0,27, cifras muy parecidas a países como Finlandia o Suecia –los menos segregados de Europa–, frente a la Comunidad de Madrid que, con su 0,41 de segregación, se sitúa en la segunda posición de Europa, solo por detrás de Hungría. Datos, sin duda, más que preocupantes.

Adaptado de Murillo y Martinez Garrido (2018, p. 50).

Saber que hay una alta segregación está muy bien, pero si queremos atajarla hay que conocer sus causas.

Las causas de la segregación

La investigación también ha indagado en ese tema y ha determinado que son muchas las causas y muy complejas, dado que interactúan entre sí. Sin embargo, se puede afirmar que las más importantes son tres.

  1. Segregación residencial:Significa la existencia de barrios de diferentes niveles socioeconómicos. Efectivamente, las escuelas ubicadas en barrios más humildes tendrán estudiantes con familias de diferente nivel socioeconómico que las que están situadas en zonas más acomodadas, lo que genera segregación escolar.
  2. Libre elección de centro:Otra causa son las políticas educativas de libre elección y fomento de competencia entre centros educativos, lo que se denomina políticas de cuasi-mercado escolar, dado que la elección de centro se rige por las leyes del mercado.

    Está demostrado que esta libre elección favorece a las familias con mayores niveles culturales y socioeconómicos, que son los que realmente pueden elegir, lo que genera más segregación.

  3. Enseñanza privada/concertada:El papel que desempeña la enseñanza privada (concertada o no) es la tercera gran causa de segregación. Sobre esto, es interesante saber qué es lo que ocurre en España, dado que es, tras Reino Unido, Bélgica y Malta, el país con más estudiantes escolarizados en centros privados de Europa.

    Así, se ha indagado el papel de la educación pública y privada-concertada en la segregación escolar, en el conjunto de España y en cada comunidad. Los resultados (gráfico 3) son claros.

    En primer lugar, las escuelas privadas (en este caso, privadas concertadas) segregan mucho más que las escuelas públicas. Para el conjunto de España y en todas y cada una de las comunidades. Pero quizá más llamativo es que lo hacen de forma diferente.

    Así, la segregación de las escuelas privadas es especialmente alta en Andalucía, mientras que en la Comunidad de Madrid, con mucha claridad, la escuela pública contribuye a la segregación más que ninguna otra comunidad. Sin duda, las decisiones de políticas educativas están detrás de esta realidad.

Nota: Comunidades ordenadas por su índice de segregación en escuelas privadas. Fuente: Murillo, Belavi y Pinilla (2018, p. 325).

Hemos mostrado una rápida panorámica de la investigación sobre segregación escolar por nivel socioeconómico en España. Y hemos verificado que la situación es grave y que requiere medidas urgentes por parte de las diferentes administraciones educativas. No en vano, la segregación escolar tiene graves consecuencias a corto, medio y largo plazo.

Así, tiene efecto sobre el rendimiento académico de los estudiantes, sobre su formación integral, sobre su socialización, sobre la igualdad de oportunidades… Tanto, que es posible afirmar que con un sistema educativo segregado solo se conseguirá una sociedad de análogas características.

Fuente: https://theconversation.com/escuelas-para-pobres-escuelas-para-ricos-124131

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India: La historia de los niños de Kothapalli que estudian el cambio climático y han aprendido a atrapar la lluvia

Asia/India/26 Septiembre 2019/El país

Este pequeño pueblo de India ha logrado superar sus problemas con el agua con ayuda de una estación meteorológica instalada en el colegio y manejada por los alumnos

El colegio del pueblo de Kothapalli, en el sur de India, dispone de muy pocos medios: pizarras, pupitres, sillas, y un patio con un banco de madera bajo un árbol. Sin embargo, cuenta con un recurso poco corriente: una estación meteorológica automática. El centro, acurrucado entre las casas de los agricultores, es la única escuela pública del estado indio de Telangana, y posiblemente de todo el país, con una de estas herramientas en sus instalaciones, aseguran los científicos encargados de su supervisarla.

Los alumnos de tercero de Secundaria, todos ellos hijos de los agricultores locales, registran las precipitaciones, la humedad, la velocidad del viento y la temperatura del aire como parte de un proyecto más amplio dirigido por un instituto internacional de investigación de los cultivos cuyo objetivo es adaptar la agricultura del pueblo al agua disponible.

«Entiendo cómo funciona. Sé que, si el día anterior ha llovido lo suficiente, es un buen momento para abonar las cosechas», explica Vamshi Voggu, de 14 años, un estudiante al que no le gustan mucho las clases de ciencias, pero que disfruta con la tarea de seguimiento de las condiciones meteorológicas que realiza en el colegio por la mañana. «Mis padres son agricultores y esta información los ayuda», añade durante una pausa entre clases mientras sus risueños amigos interrumpen para contar lo mucho que los campesinos del pueblo se benefician del dispositivo.

Hace dos décadas, Kothapalli se enfrentó a una grave crisis en el suministro de agua. Los recursos disponibles eran insuficientes para regar los campos o para beber, y las mujeres tenían que caminar kilómetros para ir a buscarla. Los habitantes del pueblo cuentan que casi la mitad de los niños no estaban escolarizados, y muchos de ellos pastoreaban el ganado para complementar los ingresos familiares. Más o menos al mismo tiempo, los empleados de una oficina del Instituto Internacional de Investigación de los Cultivos para los Trópicos Semiáridos (ICRISAT, por sus siglas en inglés), situada a unos 60 kilómetros de Kothapalli, proyectaban reproducir en algún pueblo un proyecto de gestión de cuencas experimentado en laboratorio.

El estudiante Vamshi Voggu revisa la estación meteorológica instalada en el colegio de Kothapalli, India.ampliar foto
El estudiante Vamshi Voggu revisa la estación meteorológica instalada en el colegio de Kothapalli, India. ROLI SRIVASTAVA THOMSON REUTERS FOUNDATION

Un político local llamó su atención sobre la falta de agua en la aldea. El proyecto, que trajo consigo pozos para la recogida del agua de la lluvia, diques, balsas agrícolas y la estación meteorológica ha dado como resultado cosechas abundantes en los últimos años. Además, el nivel freático ha subido unos cuatro metros y la agricultura está cada vez más en sintonía con la pluviometría. Mientras que, en los últimos años, la lucha por el agua en India se ha intensificado, y en numerosos pueblos y ciudades este precioso recurso está agotándose, Kothapalli se mantiene a flote.

«El número de días de lluvia en la zona está descendiendo, lo que supone periodos de sequía más largos y mayor cantidad de lluvia en un día», explica el agroclimatólogo Kesava Rao, miembro honorario del ICRISAT en Hyderabad. Con la alteración de los patrones climáticos y el mejor acceso al agua del subsuelo, las prácticas agrícolas tradicionales de Kothapalli han cambiado. Los campos en los que se cultivaba principalmente algodón se han diversificado para incluir especies que permiten un uso eficiente del agua, como el sorgo, el maíz, el guandú, las hortalizas y también las flores. Registrar por primera vez las precipitaciones que recibe el pueblo ha proporcionado igualmente indicadores clave de la humedad de los suelos para ayudar a planificar las pautas de cultivo, añade Rao.

Al principio, los científicos del ICRISAT visitaban la estación meteorológica una vez al mes para realizar las lecturas, afirma. «Pero se nos ocurrió involucrar a la comunidad, así que la trasladamos al colegio hace una década. Cada año formamos a los niños durante dos días para que sepan realizar las lecturas. Ahora los alumnos están orgullosos de lo que tienen en la escuela», explica el especialista.

Una labor matutina

Cuando, hace cuatro años, Binkam Sudhakar llegó al instituto de Kothapalli para ocupar el cargo de director, nunca había visto una estación meteorológica. Ahora piensa que es la mejor herramienta que tiene el centro para dar clases prácticas sobre el cambio climático, muy diferentes del método de memorización habitual en el sistema educativo indio.

Cada mañana, antes de la asamblea escolar, dos alumnos se dirigen a la estación con un cuaderno y un lápiz, extraen el monitor en forma de teléfono móvil y comprueban los registros de lluvia y temperatura pulsando unos cuantos botones. A continuación, apuntan las mediciones en el gráfico multicolor del tiempo pintado en la pared exterior de la escuela.

Los agricultores locales aseguran que los boletines diarios les son de gran ayuda. «Es muy importante. De camino al trabajo, comprobamos aquí la lluvia que ha caído», cuenta Voggu Anjaiah, de 50 años y propietario de 2,5 hectáreas de terreno, que consulta cada día los valores registrados. «Yo cultivo algodón, melón amargo, judías verdes y guandú. Antes solo tenía algodón. No sabíamos cuánto llovía. Ahora sabemos también cuándo la humedad del suelo es la adecuada, así que hemos empezado a cultivar hortalizas», explica.

Vamshi Voggu y Gurulingam Goud, apuntan los registros de la estación meteorológica instalada en su colegio.ampliar foto
Vamshi Voggu y Gurulingam Goud, apuntan los registros de la estación meteorológica instalada en su colegio. ROLI SRIVASTAVA THOMSON REUTERS FOUNDATION

Sin embargo, como muchos agricultores del pueblo son analfabetos, menos de la mitad consultan los registros de la estación como hace Anjaiah. Hay niños que leen en voz alta la información del tablón a sus padres, que nunca fueron al colegio. Otros notifican las novedades importantes cuando vuelven a casa después de clase como, por ejemplo, si llovió bastante el día anterior. Los jóvenes «hombres y mujeres del tiempo» piensan que participan en una tarea importante. «Nunca falto a mi turno», declara Vamshi.

Un giro radical

Cuando Venkat Reddy, de la organización proderechos de los niños Mamidipudi Venkatarangaiya, visitó Kothapalli por primera vez en 1991 vio grandes extensiones de secano y niños trabajando como peones. Al cabo de cuatro años, tras varias campañas intensivas en las que participaron jóvenes que iban de puerta en puerta instando a los padres, los empresarios y los funcionarios del Ayuntamiento del pueblo a que mandasen a los niños al colegio, Kothapalli fue declarado municipio sin trabajo infantil por parte del Gobierno local.

«Todo el pueblo se unió en defensa de sus niños», cuenta Reddy por teléfono desde la ciudad de Hyderabad, en el sur del país. El número de alumnos de la escuela primaria del pueblo aumentó, y ahora hay suficientes estudiantes que han seguido con su educación para que exista también un instituto que ofrece clases hasta cuarto de Secundaria.

Razia Begum y us marido Mohammad Sarvar en su granja de Kothapalli.
Razia Begum y us marido Mohammad Sarvar en su granja de Kothapalli. ROLI SRIVASTAVA THOMSON REUTERS FOUNDATION

A medida que más estudiantes se matriculaban en el colegio, las mediciones de la estación meteorológica se volvieron accesibles para más agricultores. «Mis padres nunca obtenían beneficios de la agricultura. Éramos muy pobres. Me sacaron del instituto después de cuarto de ESO», recuerda Malleshwar Goud, cuyo hijo Gurulingam, de 13 años, cursa tercero en el instituto local. Goud cultiva legumbres, soja, maíz y hortalizas en sus tierras, y dice que ya no depende de una sola cosecha para sobrevivir todo el año. Nunca consulta los datos meteorológicos, ya que su hijo le informa de las mediciones cuando vuelve del instituto.

Los activistas y los científicos reconocen que, aunque nadie lo planificase, Kothapalli se ha convertido en un laboratorio de experimentos para el cambio social. Según Reddy, de la Fundación Mamidipudi Venkatarangaiya, su organización reprodujo la campaña de Kothapalli para acabar con el trabajo infantil en los pueblos del estado de Telangana y su vecino Andhra Pradesh, mientras que el ICRISAT amplió su innovador proyecto de gestión a 13 pueblos de diferentes estados del país. Mientras, Goud espera que una buena formación y la mejora de los rendimientos de sus cosechas a lo largo del año protejan el futuro de su hijo. «Seguirá estudiando hasta que encuentre un buen trabajo», afirma el agricultor.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/08/29/planeta_futuro/1567088422_743860.html

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Por una pedagogía socialmente más responsable

Por: Pedro Badía

Dotar de un sentido limpio y claro a la educación es una necesidad urgente. Construir un relato desde la izquierda que recupere el sentido más humano de la educación, la cultura y el conocimiento es un importante reto.

Creo necesario, en este primer artículo, hacer una reflexión sobre dónde nos ha ido llevando la deriva política neoconservadora. Cómo ha impuesto un relato social y cultural cuyo fundamento es un modelo educativo obsesionado por seleccionar, segregar, excluir y clasificar. Una máquina de exclusión social.

Seis años de LOMCE. Seis años bajo la bota de la mal nacida “ley Wert” que ha causado graves desperfectos y no menos lesiones a la educación pública española. Casi una década de recortes y de políticas que han privilegiado al sector privado, desandando treinta años de esfuerzos presupuestarios y pedagógicos. Que está convirtiendo a las escuelas y a los institutos en una especie de enclaves aislados del resto de la sociedad y de los procesos culturales que la atraviesa. La LOMCE es una ley que activa una pedagogía para oprimir y someter, y hace posible que la historia del progreso y las revoluciones sociales y tecnológicas pase por delante de los centros educativos sin entrar en ellos.

Necesitamos una pedagogía socialmente más responsable y una visión práctica más arraigada en la participación y en las más profundas convicciones democráticas. Y unas políticas educativas que ensanchen el terreno de juego del futuro sistema educativo. Que permita crecer a las personas.

Es posible comprometerse en actividades críticas tanto educativas como sociales, capaces de resolver los problemas reales con los que se enfrenta la gente cada día.

Esta visión global tiene que ir unida a una acción social generadora de cambio. Solo si avanzamos en la construcción de movimientos sociales de amplio espectro donde el conjunto de la comunidad educativa participa en la consecución de objetivos más amplios a favor de la justicia y la equidad social conseguiremos éxitos duraderos.

El neoliberalismo más conservador ha importado al sistema educativo la crisis económica que ha promovido, descargando sobre él el argumento necesario para que la educación se convierta en un puntal del modelo social dominado por las ideas más descarnadas e insolidarias.

¿De quiénes son el conocimiento, la cultura y la estrecha visión del mundo que modelan los currículos, y se incorporan a los libros de texto, y cada vez más convierten la educación en instrucción? ¿Por qué la dura pugna por el control del contenido y la estructura del currículo? ¿Para qué una instrucción bajo los parámetros de la economía más reaccionaria y al servicio del mercado? Simplificación, fragmentación y mercantilización. Publicidad comercial y propaganda política se dan la mano.

El que tiene el relato tiene un poder inmenso y en España el relato educativo lo tiene una derecha cada vez más contaminada por las ideas de la extrema derecha que se extiende por otros países de Europa. Eso no es educación. Hay que leer a los grandes escritores del siglo XX como Setefan Zweig, Karl Kraus o Primo Levi para darnos cuenta del grave peligro que corremos. Anulada la memoria histórica se pierde la mesura, y en la desmesura todo vale, sin que la moral sea obstáculo.

La derecha contaminada por la extrema derecha ha asaltado las certezas más humanas -solidaridad, cooperación, justicia social, amor, amistad, diálogo, etc.- , convirtiendo la ficción en realidad y ahogando el compromiso que nace entre las personas. La lección es que ya nada anda al paso del ser humano. Ha triunfado el individuo que se repliega sobre sí mismo frente al compromiso solidario que significa ser persona. La educación queda reducida a una escuela cercada de prejuicios reaccionarios y en el fondo antipopular.

Dotar de un sentido limpio y claro a la educación es una necesidad urgente. Construir un relato desde la izquierda que recupere el sentido más humano de la educación, la cultura y el conocimiento es un importante reto.

Necesitamos una reflexión consciente sobre el sentido de la educación no del mercado educativo. Empezar a educar al servicio de las personas para avanzar, crear conocimiento, crecer y expresar libremente pensamientos y sentimientos no solo al servicio de uno mismo sino de uno mismo como parte de la humanidad, un signo de cambio. Dar sentido a la educación, vitalizarla, con ideas claras y propuestas claras, una necesidad.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/25/por-una-pedagogia-socialmente-mas-responsable/

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