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Ricardo Napurí: Perú reconoce 20.000 muertos por el coronavirus, pero los analistas dicen que supera los 30.000

M.H.: Se han producido cambios en el gabinete peruano y me gustaría que hiciéramos un análisis porque se han incorporado figuras militares. ¿Tiene esto algo que ver con situaciones como las que se viven en Brasil donde hay un fuerte componente militar en el gabinete de Bolsonaro? 

R.N.: Vamos a seccionar tu pregunta en dos temas, el primero, efectivamente ha habido un cambio de gabinete. Pero sin meternos mucho en la vida política de Perú, solamente decir que en pocos días hubo dos cambios de gabinete, uno fue Cateriano que era un amigo íntimo de Vargas Llosa, que reemplazó a Vicente Zeballos que fue un ministro que acompañó al presidente Vizcarra desde que asumió la Presidencia después de Pedro Pablo Kuczynski en marzo de 2018.

Este Cateriano, por la forma política de Perú tenía que presentarse al Congreso, que es hostil al gobierno, para que el Congreso le diera la autorización correspondiente para asumir, porque así lo señala la Constitución. El Congreso rechazó a Cateriano, ultra liberal de derecha, pero no lo rechazaron porque los otros congresistas fueran de centro o izquierda, sino por los intereses propios en relación a este nuevo personaje.

A los pocos días fue reemplazado por otro, esto es lo que estás señalando, que lo preside el General Walter Martos, que ya era ministro de Defensa. En Perú los ministerios de Defensa se los dan a los Generales, que un General sea ministro no quiere decir que las Fuerzas Armadas estén cogobernando de ninguna manera como en otros países, como insinúas tú que pudiera haber algo parecido a Brasil.

Por su lado, Zeballos había entrado como Primer Ministro en condiciones particulares, no solamente la crisis económica de Perú sino los efectos de la cuarentena. Perú es el sexto país del mundo con más casos de Coronavirus.

M.H.: Vos anticipaste esto en la última entrevista que hicimos, cuando todavía no se comentaba, dijiste que esto iba a suceder. 

R.N.: Claro. El gobierno reconoce casi 20.000 muertos, pero los analistas dicen que debe ser mayor a 30.000 muertos la cifra. Estamos hablando de una situación dramática, en un país donde jamás hubo asistencia sanitaria. En la época en que yo fui Senador y miembro de la Comisión de Salud, el presupuesto no era mayor del 2% y nunca hubo servicio asistencial para los pobres que son un 60/70% de la población, por decir una cifra aproximada.

M.H.: Entonces Perú no es un modelo como dice López Murphy. 

R.N.: Perú era un modelo como señalaron a Chile también, porque decían que crecía a tasas del 4.5% y que tenía una economía estabilizada. Pero yo siempre comenté que esos datos son falsos, porque en Perú el 70% de la población es marginal, tal es así, que un estudioso de fama mundial, Hernando de Soto, escribió un libro, El otro sendero, donde señalaba y demostraba fehacientemente que en el Perú la economía marginal era enormemente superior a la economía formal. Con ese dato real, hay que poder deducir los problemas sociales y políticos que se dedican a eso.

La economía informal es una economía de semi empleados y semi productores en un escalón hacia abajo. De tal manera que las estadísticas del gobierno señalaban que un vendedor de limones y un vendedor de ají era un semi ocupado, para decirte lo que hacían con los datos estadísticos. Es decir, los informes eran truchos en conveniencia de los que gobernaban el Perú para presentarse como modelo.

Pero agrego lo que siempre dije también, el truco estadístico en Perú de los gobernantes es este, el 30% de los dólares que se generan en Perú vienen del narcotráfico, del cual el gobierno hace la vista gorda, y el resto vienen de la minería, porque Perú es el cuarto país minero del mundo. Y la minería todavía no ha tenido la recesión como tienen otros productos, entonces la combinación entre los dólares que vienen por la exportación minera y los del narcotráfico hacen que Perú sea un país con abundancia de dólares.

No solamente hay estadísticas falsas respecto de la economía peruana, sino que hay una falsificación de los datos respecto de por qué Perú es un país dolarizado. Entonces aquí se revela la realidad de un país que con el Coronavirus se ha agravado en forma notable.

El Perú va a crecer el 1.5%. ¿Qué va a pasar si un país que crecía al 4.5% de golpe va a crecer el 1.5%? ¿Quién paga las consecuencias de la caída de la economía? Obviamente todos los marginales de la sociedad, el 60 o 70% de la población y solo el 30% privilegiado tienen un escalón de acceso a las posibilidades de supervivencia. Tenemos un país terrible que se asemeja mucho a Bolivia y a Ecuador, no solo en el cuadro del Coronavirus sino en el drama social y político.

M.H.: Te quería preguntar por Hugo Blanco. Leí que ha habido fuertes críticas en contra del dirigente campesino de la década de los 60. Luego fue compañero tuyo en el FOCEP también. ¿Qué ha provocado esta reacción en su contra? 

R.N.: La reacción contra Hugo Blanco es de un sector de la clase dominante de Perú. Porque Blanco, que dirigió una toma de tierras y una rebeldía campesina importante en el país, amigos de él hicieron un film y esa película se propagandizó en varios países, sobre todo en Perú. Pero un sector de la derecha aprovechó esto para decir que el gobierno toleraba a un “castrista”, a un agente de Venezuela, un subversivo para buscar correlaciones de fuerza a su favor. De tal manera que el ataque fue esencialmente político por circunstancias de política interna del país y, sobre todo, por la relación del gobierno con ciertos sectores de la oposición. Lo cual no quiere decir que no aprovechemos para decir que Blanco sí es un personaje social y político importante en el país que intentó una rebeldía campesina importante en la década del 60.

No hay peligro de un gobierno militar en Perú

Pero quisiera decirte sobre el General Martos que es un general en retiro que ya era ministro de Defensa, era uno de los dos ministros militares que normalmente hay en el ministerio, uno del Interior y el otro de Defensa, porque así es la tradición política en el Perú. Él ha sido puesto porque en medio de la pandemia hay obviamente reacciones populares en el sentido de los anti cuarentena, pero que en Perú tiene otra connotación. Los anti cuarentena no son como en Argentina con intención política y aprovecharse de eso para oponerse al gobierno por derecha. Sino que son esos miserables que no tienen otra cosa que buscar de qué vivir porque si no mueren. De ahí las estadísticas que indican que mueren como ratas.

Entonces ante el temor de un desorden social, porque hay protestas localizadas y más, el gobierno para controlar la situación porque ya no tiene posibilidades de cubrir sanitariamente todo lo que ocurre por la propagación del Coronavirus, tiene miedo al desborde social y el General ha sido puesto como una especie de hombre especializado en ser la autoridad. Tal es así que ya debutó con tres muertos. Acaban de morir tres indígenas de la Amazonía por la protesta porque el gobierno no los atendía ante el avance del Coronavirus. Hubo 17 heridos y se sospecha que hubo muchos más muertos. Esa es la tarea que tiene que cumplir el General.

Y no hay posibilidades en Perú que en este momento haya un cogobierno militar como en Brasil con Bolsonaro, porque por la cuarentena y las condiciones de la protesta social atomizada, no hay peligro social insurgente que ponga en peligro al gobierno. Y no hay tampoco otro sector político que esté interesado en derribar al gobierno, salvo los problemas puntuales que tiene, sobre todo la controversia entre el Congreso y el gobierno. Porque el próximo año ya hay elecciones, este Presidente que es un provinciano liberal muy amigo de EE UU, puntal del Grupo de Lima, quiere irse. Entonces no hay peligro de un gobierno militar en Perú.

La presencia militar es consuetudinaria, siempre ha sido así, desde mi época o antes, ha habido algunos militares en los gabinetes. Y termino la exposición para decirte que te recuerdo lo que siempre dije en mis intervenciones, Perú es este, que tiene cinco presidentes probadamente corruptos: Fujimori, Alan García, Ollanta Humala, Toledo y Pedro Pablo Kuczynski. Esta es la especificidad de este país, cuatro presidentes probadamente corruptos, uno que se suicidó, otro con pedido de extradición y que son ladrones no de diez millones sino de centenares y miles de millones de dólares. Ese es un hecho para demostrar qué cosa es la democracia peruana, qué cosa es la ética de la clase gobernante, qué clase de gobernantes tenemos y los Presidentes que durante 20 años permitieron que el 70% de la población sea marginal, vivieron de eso y se robaron miles de millones de dólares. Ese es el país actual.

Lo que no quiere decir que no haya resistencias populares, que no haya habido luchas y está abierta la frontera de cuál será el destino de este país tan particular en el cuadro general de América Latina donde obviamente la opresión del imperialismo y sus agentes liberal conservadores están garantizando la dominación de clase y permitiendo el intento de EE UU de la recolonización de América Latina, que no se ha producido aún pero que es la estrategia del imperialismo norteamericano.

Quién se va a oponer, gran pregunta sin respuesta en este diálogo, pero sí en el pensamiento político, en las ganas de buscar una salida, de saber qué nos va a pasar y responder al interrogante de los que se preguntan qué va a pasar luego del Coronavirus.

Estamos en un momento clave de la barbarie capitalista y es una incógnita qué alternativa podremos montar los de abajo, las rebeldías, las revoluciones y lo que venga, como contrapeso a un destino incierto donde se alejó la revolución y apareció la dominación capitalista en su forma de la barbarie con todos los elementos que conocemos de la misma.

 Fuente: https://rebelion.org/peru-reconoce-20-000-muertos-por-el-coronavirus-pero-los-analistas-dicen-que-supera-los-30-000/

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Abrir o no abrir las escuelas: la experiencia sueca

Hay discusiones apasionadas y acaloradas sobre la sabiduría de abrir escuelas en este otoño boreal. Y, como lo he mencionado en otros articulos, la politización de las posiciones sobre cómo reaccionar a esta pandemia no ayuda en nada. La siguiente pregunta fundamental para EE.UU. es: ¿Es seguro abrir las escuelas en medio de una pandemia? Para contribuir con esta discusión, he querido escribir este artículo con el docente sueco Martin Kulldorff, quien además es profesor de Medicina de la Universidad de Harvard, para describir la experiencia de ese país en el comienzo de clases.

El covid-19 es una enfermedad extremadamente peligrosa para los ancianos, pero los riesgos para los niños son menores que los de la influenza anual. La mayoría está de acuerdo en que la decisión debe basarse en la ciencia. En lugar de anécdotas o escenarios hipotéticos, debemos examinar los datos científicos de Suecia, el único país occidental que mantuvo las escuelas abiertas durante el apogeo de la pandemia. Este es un principio básico de la ciencia. Si queremos conocer los efectos sobre la salud de alguna exposición, debemos estudiar a los que estuvieron expuestos.

Entonces, en Suecia, ¿estaban los niños en riesgo? ¿Los maestros? ¿Los padres, abuelos y otros miembros de la familia? ¿Qué pasó con la comunidad?

Niños: Suecia tiene 1,8 millones de niños y de entre 1 y 15 años que asistieron a la guardería o la escuela durante la pandemia. Ninguno de ellos murió de covid-19. Dado que la mayoría de los infectados es asintomática o levemente sintomática, se desconoce el número total de infectados, pero el número conocido fue de 468, es decir, uno de cada 4.000 niños. De ellos, ocho fueron hospitalizados en una unidad de cuidados intensivos. Esto significa que, ya sea que las escuelas estén abiertas o no, los niños corren mucho menos riesgo con el covid-19 que con la influenza anual, que en EE.UU. ha matado entre 100 y 200 niños al año desde 2016.

Maestros: El riesgo de morir por covid-19 aumenta con la edad, por lo que los maestros tienen un riesgo más alto que los niños, pero ¿tienen un riesgo elevado en comparación con otros adultos que trabajan? La respuesta es no. Los maestros suecos tenían el mismo riesgo de contraercovid-19que la media de otras profesiones, un riesgo mucho más bajo que, por ejemplo, los trabajadores de restaurantes, taxistas y conductores de autobuses.

Familia: La mayoría de los abuelos se encuentran en la categoría de mayor riesgo, pero ¿tienen un peligro mayor si viven con un nieto que asiste a la escuela? Los mayores de 70 años corren mayor riesgo de contagio si viven con un adulto en edad de trabajar que con alguien de su misma edad, pero con las escuelas suecas abiertas en Suecia las cifras demuestran que el riesgo no aumentaba más si también viven con un niño menor de 16 años.

Comunidad: Si las escuelas impulsaran la transmisión de covid-19 esperaríamos que los maestros tuvieran mayores riesgos que otros adultos, y que los ancianos tuvieran un mayor riesgo si viven con niños. No hay evidencia de eso en Suecia.

En estudios científicos, necesitamos un grupo de control para comparar. En los ejemplos anteriores se comparó a los profesores con otras profesiones, mientras que los ancianos que vivían con niños se compararon con los que no. ¿No necesitamos una comparación también para los niños? Por supuesto. Entonces podemos comparar a Suecia con países que cerraron sus escuelas. Ni siquiera uno de ellos tuvo una menor mortalidad por covid-19 entre los niños en edad escolar.

Los datos de Suecia son una gran noticia para los niños de EE.UU. y otros países, ya que podrían regresar a las escuelas de forma segura para recibir la educación que necesitan. Esto es especialmente importante para los niños de la clase trabajadora, que sufrieron más con las escuelas cerradas. Sin embargo, no todo debería volver a la normalidad.

Mientras mantenía abiertas sus escuelas, Suecia instituyó varias medidas de control de infecciones que otros lugares pueden imitar. Los niños con algún síntoma respiratorio tenían que quedarse en casa y, si los síntomas aparecían en la escuela, los enviaban inmediatamente a su hogar. Esto contrasta radicalmente con Israel, que aceptó a estudiantes enfermos cuando reabrieron sus escuelas en mayo. Las escuelas suecas también aumentaron la limpieza de superficies, el lavado de manos y la enseñanza al aire libre, mientras que prohibieron las reuniones de más de 50 niños. En el lado positivo, ni los niños ni los maestros llevaban máscaras.

¿Significa esto que no habrá infecciones en las escuelas? No. Cuando las escuelas vuelvan a abrir, basados en la experiencia sueca, algunos niños se enfermarán y, con muchas pruebas, también se encontrarán muchos casos asintomáticos. La cuestión no es que podamos evitar que los niños se infecten. El caso es que las consecuencias son menores en comparación con la influenza y otras enfermedades.

Las personas mayores de 60 años tienen un alto riesgo, ya sea que trabajen en una escuela o no, y es de vital importancia que estén protegidas. En lugar de privar a los niños de su educación, es mejor dejar que los maestros mayores trabajen desde casa, ayudando a sus jóvenes colegas a calificar exámenes y ensayos, o brindando tutoría en línea para estudiantes enfermos en casa. Esta es la medida de precaución más importante que pueden tomar las escuelas.

Algunos han propuesto un modelo de escuela híbrida, con una mezcla de aprendizaje en la escuela y a distancia. Algo de enseñanza en la escuela es mejor que nada, pero es una peor opción en términos de control de infecciones. Con la escolarización híbrida, muchos niños no solo tendrán dos sitios potenciales de transmisión -su casa y su escuela,- sino también un tercero con abuelos, vecinos, guarderías, niñeras encargadas de las tareas escolares o quien esté cuidando a los niños en los días que no vayan en la escuela.

Para los niños, las escuelas no solo son importantes por la educación que reciben. La buena educación también es fundamental para la salud física y mental. Mantener las escuelas cerradas tendrá importantes efectos perjudiciales en el bienestar a corto y largo plazo entre los miembros más preciados de nuestra sociedad. La experiencia sueca está claramente a favor de la reapertura de escuelas. Ahora, solo tenemos que ayudar a los políticos y funcionarios escolares a ver la luz.

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2020/08/20/opinion-abrir-o-no-abrir-las-escuelas-la-experiencia-sueca/

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Entrevista a Luciano Candioti: “Tenemos la obligación de despuntar el vicio de la esperanza”

En el marco del mes de las infancias, entrevistamos a Luciano Candioti, presidente del a Asociación Juanito Laguna, de la ciudad de Santa Fe. Integrante del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo, comparte la rica historia y la actualidad de la lucha por los derechos de la niñez.

Luciano Candioti es el presidente de la Asociación ‘Juanito Laguna’ de la ciudad de Santa Fe, que forma parte del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. Nacida con la creación de un hogar en 2002, la organización hoy lleva adelante también un centro de día, una escuela gráfica y una imprenta. En esta entrevista, compartió sus miradas sobre la situación de las infancias, las luchas por sus derechos y la actualidad de la consigna “el hambre es un crimen”.

– ¿Cuál es la situación actual de las infancias?
L.C.: Particularmente creo que infancia hay una sola, no son muchas. La infancia es un tiempo etáreo que debe estar poblado de alegría, felicidad, aprendizajes, de los insumos básicos de la crianza humana. Lo otro son las diferencias sociales. Muchas veces al hablar de infancias se termina encubriendo un poco lo que son la miseria y las distintas condiciones sociales. A veces son eufemismos para tapar la realidad y, hoy en día, la miseria infantil. Las diferencias sociales generadas por el Estado y por el sistema representan otra cosa. Cuando nosotros hablamos de infancia hablamos del universo de la niñez, es decir, de ese tiempo, que debería ser el tiempo de formación, pleno de derechos, donde uno siembre los mejores valores para las generaciones venideras.
Hoy, cerca del 70% de los pibes y pibas en Argentina están atravesados por la miseria, es decir que no tienen las necesidades básicas satisfechas: trabajo, vivienda, salud y educación. Un país que no tiene un proyecto de vida para su infancia y su adolescencia, no tiene proyecto como tal. Si nosotros amputamos las posibilidades de que nuestros hijos accedan a un pensamiento superior, teniendo los nutrientes básicos de crianza, no vamos a poder pensar una Argentina ni productiva, ni desendeudada, sino que vamos a seguir perpetuando el círculo vicioso de la pobreza en el que estamos sumidos por lo menos desde la última dictadura. Recuerdo la marcha del Movimiento de los Chicos del Pueblo que hicimos en 2002 y también denunciábamos el mismo número de pibes debajo de la línea de pobreza. Esto no tiene que ver con el gobierno macrista o el gobierno kirchnerista, esto es una constante que ha ido atravesando la democracia que no supimos conseguir.

Luciano Candioti

Luciano Candioti (Foto: Flavio Raina – El Litoral)

– ¿Qué pasó en el marco de la pandemia y el aislamiento?
L.C.: Lo que nosotros percibimos desde los espacios que constituimos, en el hogar y en el centro de día (que hasta el día de hoy no hemos podido retomar las actividades) o en la escuela gráfica y la imprenta, que están funcionando a medias, es que hay un recrudecimiento de las condiciones de vida de nuestros pibes. Esto ha ido profundizando la miseria acumulada en los últimos años. En los sectores populares ha sido muy difícil o prácticamente no se ha sostenido la cuarentena estricta porque hay condiciones de vida que no pueden quedar encerradas mientras se resuelve una vacuna o el Estado determine. Por eso han sido mucho más vulnerables nuestros barrios que otros espacios de la ciudad. El sentido estricto de la cuarentena no pudo ser sostenido en nuestros barrios.

– La consigna “El hambre es un crimen” se viene sosteniendo desde hace más de 15 años y hoy se revitaliza con las propuestas de la campaña de la CTAA “Distribuir la riqueza para salir de la crisis”. ¿Cuál fue el desarrollo de la situación de la infancia en los últimos 20/30 años?
L.C.: La consigna “El hambre es un crimen, ni un pibe menos” surgió en el año 2005, cuando llegamos a la Plaza de Mayo en la marcha de Tucumán a Buenos Aires. Habíamos hecho una propuesta de asignación universal, que no fue la que salió tergiversada en 2009, sino que era mucho más profunda en términos de que la única idea base que tenía era la erradicación del hambre. Nosotros siempre decimos que erradicar el hambre es muy fácil y se hace en muy poco tiempo, pero hay que tener la voluntad y la decisión política de hierro para hacerlo. Después, la pobreza es un camino de más largo plazo y necesita de otros tiempos. Pero el hambre en sentido estricto es muy fácil de resolver.
Con esa consigna también queríamos desenmascarar al ídolo desnudo de una sociedad injusta. En un país que produce alimentos para casi 500 millones de personas, que el 60% de los pibes no tenga los nutrientes básicos para acceder a un pensamiento superior, es realmente un crimen. Decimos que es un crimen y le ponemos carácter doloso a quien perpetúa el hambre, a quien es responsable, independientemente de quien lo gobierne. Ninguno de los gobiernos desde el retorno de la democracia quiso erradicar el hambre y eso ha quedado demostrado: lo vemos, más allá de los números, en la situación de los pibes que llegan a nuestra organización, a nuestro hogar, a nuestro centro de día, a los emprendimientos productivos, cómo se ha ido perpetrando en todos estos años el problema del hambre y cómo se ha profundizado. No hablamos sólo de los pibes que se lleva la muerte sino también de los pibes que quedan mutilados en sus capacidades físicas, psíquicas. Lo único que nos iguala a los seres humanos es el nacimiento, después el contexto de desarrollo que tenemos es lo que genera las desigualdades.
Parece que hubo un momento en que no hubo pobreza en Argentina, cuando en realidad fue la falsificación de cifras y números lo que primó en ese tiempo. Los que estamos en la trinchera, quienes abrazamos a los pibes cotidianamente en nuestras organizaciones y distintas experiencias, no sólo nunca tuvimos una menor demanda sino que se han agravado las condiciones en que llegan los pibes. Tenemos que pensar que estamos en una cuarta o quinta generación de desocupados y también estamos atravesando una tercera generación de hijos de adictos, lo que acentúa aún más la problemática.

Imprenta Juanito Laguna (

Imprenta Juanito Laguna (Foto: Facebook)

– ¿Cómo se revierte esa situación?
L.C.: tenemos la obligación de despuntar el vicio de la esperanza. El rumbo y la pelea que tomamos desde hace muchos años tiene que ver con volver a constituirnos como pueblo y por eso nuestro espacio mayor de construcción era la CTA, donde nosotros planteábamos que nuestros pibes no marchaban porque querían sino que tuvieron que marchar porque los adultos perdieron la capacidad de pelear por sus hijos. Apelamos siempre a la Central por su mirada distinta sobre el tema de la desocupación, porque apelábamos a que los trabajadores abrazaran a sus hijos para pelear por la vida.
Si la consigna “el hambre es un crimen” prendió es porque el hambre no existe en la naturaleza, los humanos perversos inventan el hambre. Es el capitalismo, que no tiene rostro humano, necesariamente tiende a la muerte y extingue la vida humana, está en su naturaleza. Si no le damos un carácter de clase a la lucha por nuestros hijos, por la niñez y la infancia, nuestras organizaciones van a terminar pactando con el sistema, pensando que UNICEF o la OIT van a resolver los problemas de la niñez o de los trabajadores. Hay que construir una salida con una mirada de clase sobre el trabajo, sobre la niñez, sino va a ser muy difícil dar vuelta la tortilla. Por eso tenemos que pensar el mundo que soñamos y el desafío cotidiano es construir ese mundo en chiquito todos los días. Por eso el hogar, la imprenta, porque está ligada al trabajo, no como cuestión dolosa sino como realización humana. Para nosotros el trabajo tiene una dimensión tan importante como el ocio, como el juego, como la escuela, y hay que darle el marco necesario para que sea vivido de forma plena.

El Movimiento de los Chicos del Pueblo y la CTA en general proponen darle un espacio central a las infancias, ¿cuál es ese rol?
L.C.: Nosotros optamos por vivir, convivir y criar a los hijos de los desocupados, que son ni más ni menos que trabajadores que no tienen a quién venderle su fuerza de trabajo. Eso es lo que destruyó la cultura familiar argentina y por eso los pibes están en la calle y por eso el abandono y por eso el adulto que, sin una razón de existir, se entrega a las adicciones, se pone violento, etc.

Imprenta Juanito Laguna

Imprenta Juanito Laguna (Foto: Facebook)

Nosotros planteamos siempre que hubo tres miradas sobre la niñez. La primera que tenía que ver con la Ley Agote, que es de 1919, que es complementaria a la Ley de Residencia que planteaba la expulsión de los trabajadores extranjeros que militaban políticamente. Esos trabajadores tenían hijos que eran argentinos y no podían ser expulsados del país y que habían mamado la ideología de sus padres, la mayoría anarquistas y socialista. Son los famosos canillitas, para los que se les hace la Ley Agote, para sacarlos de circulación, es decir, encerrarlos. Esa era la concepción del niño como objeto.
En el ‘89 sale la Convención Internacional de los Derechos del Niño, que con todo sigue siendo más progresista que la ley de infancia que tenemos ahora, que junto con la ley actual plantea que los pibes son sujetos de derecho. Esa convención, por pedido de Estados Unidos (que es el único país no firmante), buscaba erradicar el trabajo infantil, porque fundamentalmente China, a través de la mano de obra esclava de los pibes, estaba destruyendo el mercado de manufacturas de Estados Unidos, textil sobre todo. Entonces, esas leyes plantean al niño como sujeto de derecho y eso en la práctica concreta, en los juzgados, en las secretarías de niñez y otros espacios, sucede siempre y cuando el adulto desee escuchar al pibe, más allá de las formalidades. La palabra de los pibes realmente no existe.
Desde el Movimiento, con las marchas y sobre todo con nuestras prácticas cotidianas, venimos peleando por el concepto de los pibes como sujeto político, como hacedor de su historia junto con los adultos, como constructor de su propia vida. Como decía el maestro Paulo Freire, nosotros no estamos con los pibes por cuestiones caritativas o piadosas sino que estamos juntos porque así vamos a construir el mundo en que vivimos. Ese es el concepto del Movimiento. Eso es lo que hemos planteado y por eso el reclamo era siempre hacia los trabajadores también, para que peleen por la vida de sus hijos, porque no podemos disociar la idea de niñez de la idea del trabajo. Justamente lo que no permitió al pibe seguir en su casa, es la ausencia del trabajo o las condiciones de trabajo que impone el sistema capitalista.

– ¿Cómo toman el día del niño, una fecha tan comercial?
L.C.: El día del niño es una excusa para festejar, para celebrar, pero no deja de ser un día más donde abrazamos a nuestros pibes, sobre todo quienes hemos tenido una opción de vida con aquellos pibes que el sistema expulsó. No nos olvidamos que es un día comercial, pero es un día más de lucha, con la excusa de lo que está instaurado socialmente como una cosa tierna. Aprovechamos y festejamos, pero con conciencia, con discusión y con profundización de lo que creemos, de cuál es el mejor destino para nuestros pibes y nuestros hijos, para que repercuta en nuestra construcción colectiva y cotidiana.

Fuente: http://ctasantafe.org/3166/tenemos-la-obligacion-de-despuntar-el-vicio-de-la-esperanza/

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Crítica a las Neurociencias

Síntesis
Hoy día vivimos una invasión de neurociencias. Todo el campo de lo psicológico hace un tiempo que está dominado por esta tendencia “neuro”, con lo que ha ido quedando de lado la dimensión social, histórica, “humanística” en sentido amplio. Lo “neuro-científico” se presenta como expresión acabada de “la” ciencia, como saber riguroso y sistemático, con lo que se pretende dejar a un lado ese campo de lo histórico-social, lo que se tiene por “no científico”, dudoso, por tanto, inexacto, casi rayano en la habladuría. De ahí a la chabacanería, un paso. Las neurociencias, en tal sentido, intentan ser la expresión más acabada de la seriedad.

En esa apreciación se transmite un modelo de ciencia que, en términos epistemológicos, ya está totalmente rebatido y superado: el “saber” no es solo el que ofrece la medición, el laboratorio con el control de todas las variables, la fría asepsia. Las modernas teorías físicas o matemáticas, incluso, arquetipo primero del saber científico, hoy día apuntan también a la indeterminación, al caos, a la incertidumbre (véase la física cuántica, o la teoría de los fractales, por ejemplo, donde siempre hay algo misterioso en juego). El criterio (o prejuicio) positivista de la hiper-medición como criterio determinante no aplica para los complejos vericuetos de lo humano. Si el macrocosmos social es tan “raro”, incierto, cambiante, mucho más lo es el microcosmos de lo psicológico, de la subjetividad.

Reducir las complejas, intrincadas, en numerosos casos incomprensibles reacciones
humanas -eso es lo que estudia la Psicología- a procesos neuronales, a instancias físicoquímicas, a asociaciones sinápticas en la corteza cerebral, es cuestionable. Los fenómenos humanos, individuales o sociales, no se agotan en explicaciones biológicas. Pero hoy, con una fuerza creciente, se asiste a un posicionamiento de las llamadas “neurociencias” que se erigen como la llave explicativa de la conducta humana. Tal explosión tiene causas bien determinadas: habría una “normalidad” en juego, y por tanto una desadaptación. Para esto último, para “corregir” esas disfuncionalidades, está esperando una larga batería de psicofármacos listos para su consumo.

Dicho de otro modo: las neurociencias responden al posicionamiento de la industria
farmacológica global que, amparándose en una pretendida cientificidad rigurosa (resabios de un pensamiento decimonónico ya descartado por Freud en los inicios de su producción intelectual) intenta hipermedicalizar el ámbito Psi, llenando de psicofármacos aquello que, en realidad, no se arregla con “pastillas” sino con significaciones humanas. Es decir: ¡buen negocio para los fabricantes de pastillas!

Estas neurociencias pretenden explicar todo lo humano, la tristeza y la felicidad, las
relaciones sociales, el poder, la violencia…. Y para eso están los medicamentos como
“solución”. Con esta exposición se pretende abrir una discusión al respecto, porque
entendemos que nuestro gremio, ganado cada vez por este espejismo de la “ciencia exacta”, debe reflexionar críticamente al respecto.
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ENSAYO
“Si usted quiere, puede”, “Todo depende de usted”, “Ser exitoso es una cuestión de
actitud”, “No se estrese, maneje adecuadamente su ansiedad”, “¡Sea positivo!”, “¡Eleve su autoestima!”. A lo que se podría agregar, necesariamente en lengua inglesa: “Don’t worry! Be happy!”, tan representativo de los tiempos que corren, cuando se habla insistentemente de “resolución pacífica de conflictos” y rechazo a todo tipo de manifestación violenta.
Expresiones como todas estas se han hecho cosa habitual en nuestra vida cotidiana; una psicologización, bastante cuestionable en términos epistemológicos o, mejor dicho: una vulgarización de saberes que atañen a la subjetividad, recorre nuestro sentido común, llenando de “tips” (hay que decirlo en inglés) el vocabulario diario. Según nos dice (nos obliga) esta andanada de directrices, hay que ser resilientes, políticamente correctos y buscar superarse continuamente, tener emociones positivas y sonreírle a la vida con optimismo.

¿Qué significa esta proliferación de “sanos consejos”, o “recetas para ser feliz y triunfar en la vida” que ahora nos inunda? ¿Cómo entender este auge de “técnicas” que parecen servir para todo (para individuos y para empresas, o sea: para estas grandes familias con “colaboradores” y no “trabajadores”), tips que resuelven problemas y marcan el camino hacia una pretendida aurora beatífica llena de éxito? Más allá de toda esta parafernalia psicologista que se ofrece como llave para un mundo libre de conflictos y problemas, conviene preguntarse si esto es posible (el único paraíso es el paraíso perdido, se ha dicho por ahí), si realmente podremos entrar al edén que todos estos dispositivos parecen ponernos a nuestra disposición, o si hay aquí un puro espejismo insostenible (engañoso).

O más aún, debemos intentar averiguar si este auge de “buenas prácticas” que nos promete una homeostasis sostenida se agota en buenos deseos, o si hay allí agenda oculta, si existen otros intereses tras todo esto, no explícitamente formulados. Rápidamente debemos preguntarnos, al hacernos estos planteamientos, si no pecamos de “paranoicos”, para usar una terminología del ámbito de la salud mental ya que estamos hablando de esto; es decir, si no vemos fantasmas donde no los hay. “Conspiranoicos”, como se ha dado en llamar últimamente. El análisis sopesado mostrará que no: hay engaño en juego.

¿Qué significa esta avalancha de “Psicología positiva”?, para usar un término tan a la moda actualmente. Si hay una tal psicología “positiva”, evidentemente debe haber una “negativa”, de ahí la necesidad de marcar la diferencia. Según la definiera Martin
Seligman1 en 1999, la misma consiste en “el estudio científico de las experiencias
positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras
previene o reduce la incidencia de la psicopatología”. Existe un enorme campo en esta
siempre mal definida y problemática ciencia llamada Psicología donde, en estos últimos tiempos, pudiera decirse que hay una avanzada para borrar lo que tiene connotaciones negativas, apestosas. Recordemos la frase de Freud -pareciera que en realidad nunca efectivamente pronunciada- al acercarse a la costa neoyorkina para dictar sus famosas Cinco Conferencias en la Clark University en 1909, cuando le habría dicho a su acompañante Carl G. Jung: “no saben que les traemos la peste”.

Todo este esfuerzo de entronizar la felicidad, lo “positivo”, podríamos decir “la buena
onda”, en detrimento de esa “peste” que abriría el Psicoanálisis, huele raro, despierta dudas. No está de más mencionar -porque, sin dudas, hay una articulación en ello- que esa cosmovisión triunfalista y glamorosa reniega radicalmente de la idea de conflicto. No por casualidad en estas pasadas décadas de políticas neoliberales a ultranza se enaltecieron los Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos; o sea, se dejó visceralmente de lado a Marx para pasar a Marc’s (Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos). Del mismo modo se deja ¡visceralmente! de lado la “peste” introducida por la revolución freudiana (el inconsciente) para endiosar esa “ciencia” de la subjetividad (ahora rebautizada con el “muy científico” prefijo neuro), especialmente preocupada por la superación de lo “negativo” (¿léase “conflicto”?). O sea: glorificación del Yo, de la conciencia, de la razón, de la “adaptación” a la “normalidad”, con la base “rigurosa” que otorgan las neuro-ciencias.

Algo llama la atención en todo esto: ¿por qué ese énfasis tan marcado en tapar, negar,
superar lo conflictivo? ¿Por qué esa casi obsesiva necesidad de construir esa Felicidad con mayúscula, esa machona insistencia en el optimismo, en el “Don’t worry, be happy!”? ¿Acaso la dimensión humana se marca solo por esa faceta? Las dos máscaras del teatro, comedia y tragedia, parece que lo expresan mucho mejor. O lo dicho por Antonio Gramsci, que con mucho tino llamaba a “actuar con el pesimismo de la razón y el optimismo de la pasión”.

La tendencia que parece marcar todo lo Psi contemporáneo es esa búsqueda casi desaforada de hacer a un lado lo “molesto”. Ahora bien: ¿molesto para quién? Resuena ahí, tras esa declarada y nunca oculta intención, una idea adaptacionista, normativizante. Habría una “normalidad” determinada, y junto a ella “desviaciones” (enfermedades, incomodidades, rarezas). Siguiendo esa cosmovisión, hay un patrón homeostático, un equilibrio, una media normal. ¿Y el conflicto? Es un molesto cuerpo extraño, hay que eliminarlo. La antigua idea de “instinto” (adaptación en el reino animal) no ha desaparecido. Aunque lo humano supera con creces el instinto.
1 Autor famoso en este campo, creador del método PERMA para alcanzar la felicidad por medio de cinco pasos: Positive Emotions (Emociones Positivas), Engagement (Involucramiento), Relationship (Relaciones), Meaning (Significado) y  Accomplishment (Logro).

Estamos ante un planteo del más rancio corte biológico positivista. En ese sentido las hoy tan “a la moda” neurociencias brindan el soporte directo para ese paradigma de todo el campo Psi. La “peste” del Psicoanálisis fue muy bien combatida en Estados Unidos, y gracias a la inoculación de ese poderoso antídoto de la “normalidad”, los países que son su caja de resonancia natural en lo concerniente a la Academia, como es el caso de Guatemala, repiten similares patrones de Psicología adaptacionista. Las neurociencias -“objetivas” por excelencia-, encumbradas en lo más alto del pináculo de las “ciencias de la mente”, pasaron a ser entre nosotros un elemento fundamental. Para ser “científicos” con todas las de la ley, hay que adentrarse en ellas dejando de lado esas “oscuras cavilaciones” subjetivas, supuestamente indemostrables. ¡El inconsciente no se puede medir en laboratorio!

Los prejuicios epistemológicos decimonónicos no parecen haberse retirado. En absoluto. De acuerdo a esos anacrónicos planteos, solo es un saber riguroso aquél que pasa por el laboratorio. En otros términos, se sigue equiparando lo humano a ratas experimentales, a los perros de Pavlov. Ciencia, en tal sentido, es solo lo que se puede medir fehacientemente. Lo demás no deja de ser charlatanería. Los manuales experimentales de John Watson de principio del siglo XX no han variado en lo sustancial en cuanto a compresión de qué somos (y qué hacer al respecto).
Evidentemente Freud sabía lo que decía cuando llegaba al puerto de Nueva York: en el país modelo del capitalismo, donde todo es mercancía para la compra-venta, donde el american way of life implica necesariamente el final feliz, donde el ícono por antonomasia es el “triunfador” de alguna fantasía hollywoodense, hablar de discordia es sacrílego. Y justamente esa visión de lo humano dada por la Psicología de la felicidad -para el caso, amparada en las neurociencias-, no puede tolerar el disenso, la desarmonía, el conflicto.

El paradigma en cuestión puede parecer trivial (o lo es), pero mueve toda la estructura que esa forma de hacer Psicología puede llamar alegremente “ingeniería humana”. Como paradigmático ejemplo, un reputado estudio en la materia2
lo permite ver con claridad: “La activación prolongada de una región del cerebro llamada estriado ventral está directamente relacionada con mantener emociones y recompensas positivas. La buena noticia es que podemos controlar la activación del estriado ventral, lo que significa que disfrutar las emociones más positivas está en nuestra mano.” De lo que concluye inmediatamente que “las emociones positivas promueven una mejor conexión social.” Por tanto, con “acciones positivas” todo va mejor (suena a campaña publicitaria de alguna marca afamada, ¿verdad?).

La cuestión es definir qué son esas acciones positivas, ese optimismo con el que hay que enfrentar las cosas. ¿Olvidarse que hay conflicto? “El psicoanálisis no promete ni puede  prometer armonía alguna entre y para los hombres. Solo le cabe alertar acerca de la inevitabilidad de una discordia eterna, de un malestar insalvable que, por una parte, es inherente a la cultura y lo atormenta, pero que, por otra, es motor fundamental de ella, de su posibilidad de vivir y sobrevivir, riesgosamente, siempre más o menos próxima al límite de su autodestrucción. De ahí que el calificativo más común para el psicoanálisis sea el de obra pesimista. Pero la reacción es comprensible: la cultura no puede sobrevivir sin ilusiones, los hombres necesitan creer imperiosamente en un futuro venturoso, que los libere de las privaciones del presente”, dice bellamente Daniel Gerber.

El conflicto, la desavenencia, el desencuentro, el choque de contrarios, la contradicción (todos elementos negativos que horrorizan a nuestra Psicología positiva) son la esencia misma de la dinámica humana. A su turno, y de diversas maneras, profundos pensadores de la tradición occidental lo han expresado, desde el griego Heráclito de Éfeso en el siglo Vantes de nuestra era (“La guerra es padre de todas las cosas”) hasta Hegel en el siglo XIX (“La dialéctica no es un método sino la forma de ser de la realidad”, “La historia es un altar sacrificial”), desde Marx (“La violencia es la partera de la historia”) hasta Freud (de ahí su formulación, ya con la teoría bien solidificada, de una pulsión de muerte). Es decir: el manso paraíso libre de diferencias no existe, es un mito, una ilusión.

Si se quiere decir de otra forma: la “normalidad” entre los humanos (considerados en su dinámica individual o colectiva) implica el desorden, algo que se escapa de control, el elemento de la discordia. Hay siempre, forzosamente, un nivel de incertidumbre, de
malestar. Lo racional, el sujeto bienpensante hacedor de su voluntad, el Yo como centro supremo de la vida psíquica, caen. “Nadie es dueño en su propia casa”, dirá Freud. Lo interesante, lo que la Psicología de raigambre biologista no puede procesar -y su filosofía concomitante tampoco-, es que ese supuesto “caos” tiene un orden, una lógica. Lo aparentemente “irracional” no es tal. No es un cuerpo extraño invasivo; tiene un porqué, admite una lectura sistemática. El inconsciente se mueve por procesos claramente identificables: condensación y desplazamiento, dirá Freud en los albores del Psicoanálisis.

“Estructurado como un lenguaje siguiendo los modelos de la metáfora y la metonimia”, agregará posteriormente Lacan amparado en la ciencia lingüística. La dinámica social, del mismo modo, tiene una lógica intrínseca, descubierta y formulada a su manera por Hegel, o por Adam Smith, resituada revolucionariamente luego por Marx: “El trabajo es la esencia probatoria del ser humano, y la lucha de clases es el motor de la historia”.

Esa es la pieza fundamental de estas dos grandes visiones de lo humano dadas por estos dos grandes pensadores, continuamente vilipendiados y tenidos por muertos: Marx y Freud. El presente texto no pretende ser un panegírico de ellos, sino mostrar que son… cadáveres muy raros, eternamente insepultos, pues su obra sigue produciendo mucho escozor. ¿Por qué? Porque ponen el conflicto en el centro de lo humano. Y si hablamos de temas humanos: de la angustia, del deseo, de la explotación, de las miserias varias, del malestar, no hay experimento de laboratorio con control de todas las variables que pueda dar cuenta de ellos. El estudio del cerebro no explica la complejidad de lo humano, que es siempre social, pues no existe el “individuo” aislado. Eso es un artificio didáctico para estudiar el cadáver en la mesa de disección. Y ese es el modelo que siguen las neurociencias. Pero lo humano es más que un cadáver: es un ser social, sexuado, deseante.

Las neurociencias, con su pretendido sello de cientificidad indubitable -las llamadas
“ciencias duras” trasmiten esa ilusión-, más allá del supuesto rigor que exhalan, quedan cortas, tremendamente cortas para entender las complejidades humanas. Los experimentos de laboratorio son manipulaciones tecnológicas: los conceptos fundamentales de las ciencias no salen de observaciones con todas las variables controladas. La ilusión en juego es que una medición rigurosa (la fría asepsia del laboratorio es su ícono fundacional) otorga conocimientos rigurosos. Debe recordarse, sin embargo, que las elaboraciones científicas (la ley de la inercia, o de la gravitación universal, la física cuántica, la teoría del Big Bang, la relatividad o los fractales, así como el inconsciente o la plusvalía, solo para poner algunos connotados ejemplos) surgieron de la construcción conceptual, y no mirando atentamente por un microscopio.

Las neurociencias, en tanto pegadas a la tradición biomédica, no pueden superar la noción de equilibrio, de homeostasis. En definitiva: de adaptación. Esa categoría es válida en lo concerniente a la dimensión físico-química de la materia viva. La dimensión que ahora nos interesa, de la que pretende hablar la Psicología en tanto lectura de la subjetividad, no se explica por mecanismos biológicos. Freud, neurólogo como era, desechó rápidamente un abordaje neurofisiológico para acercarse al dolor psíquico. Su recomendación, dada desde tempranas épocas y mantenida a lo largo de toda su vida, fue siempre que para navegar en las profundidades de lo humano lo más pertinente era tener una formación humanista.

Lacan lo complementará invitando a estudiar Semiótica o Topología. ¿Cómo explicar desde la homeostasis el deseo, siempre errático e insatisfecho, o la guerra, o el racismo, o el patriarcado? El estudio del cerebro no explica la transgresión, que es algo que nos define como especie. ¿Y el chiste, o el poder? ¿Lo explican solo asociaciones neuronales? El prejuicio biologista es funcional, en definitiva, a una visión psiquiátrico-normativista de la conducta humana. Eso es lo que hacen las neurociencias. Su punto de llegada es un manual descriptivo de sintomatología observable, empíricamente constatable, que arroja una cantidad (siempre creciente) de “psicopatologías”. Curioso lo que sucede con esas “enfermedades”. Años atrás la homosexualidad era considerada un trastorno psíquico, una enfermedad, o un delito (en Gran Bretaña, por ejemplo, estuvo prohibida hasta 1967). Hoy día ya no lo es. ¿Y el rigor científico? ¿Qué conexión sináptica la explica?

Del mismo modo podríamos preguntar por las “epidemias” psicopatológicas de moda: años atrás ni siquiera existía en los manuales el hoy día tan difundido “trastorno bipolar”. En la actualidad es uno de los diagnósticos más frecuentes. Y otro tanto se puede decir de lo que se llama Trastorno de Hiperactividad -TDH- en la niñez. Anteriormente esto no existía.

¿Cómo es que ahora resulta una “patología” tan frecuente? Esos cambios en la diagnosis hacen pensar más en ¿modas? o, mejor aún, en estrategias mercadológicas impulsadas por las grandes corporaciones farmacéuticas que, continuamente, van descubriendo “nuevas” patologías. Sumamente curioso, porque eso no mejora sustancialmente la práctica clínica, pero sí sirve para la acumulación de capital en estas grandes empresas. Como dato nada insignificante: los ansiolíticos -producto sumamente consumido en todo el mundo- están entre los medicamentos de mayor venta. ¿Mejora eso la salud mental de las poblaciones?

Curioso también esta proliferación de “enfermedades”, que obviamente necesitan de un enorme arsenal psicofarmacológico para ser atendidas, aumentando ventas en forma exponencial, en tanto el Psicoanálisis usa solo tres categorías para abordar lo humano (neurosis, psicosis y psicopatías; alguna de esas “cosas” somos todos, no hay “normalidad” por fuera de esas estructuras).

En ese orden de ideas, las descripciones de síntomas observables que arrojan esos
estandarizados manuales (en Guatemala el más usual es el legado por la Academia
estadounidense, como no podía ser de otra forma, conocido por sus siglas en inglés: DSM – Manual Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales-, hoy en su versión número V), sirven como guía de acción (¿libros sagrados?) de la práctica clínica en el ámbito Psi.

Curioso que, a sideral distancia de lo recomendado por el fundador del Psicoanálisis y por su más connotado seguidor, Jacques Lacan, quienes llamaban a estudiar historia, filosofía, arte, semiótica, humanidades en sentido amplio, lo que prima en la formación del personal del campo Psi (psiquiatras y psicólogos, con algunos otros advenedizos que venden “curas milagrosas”) es el sumergirse en las neurociencias. ¿Por qué será que un manual como el DSM es libro de cabecera obligado de los psicólogos? Si, como dirá Freud, la Psicología es siempre social3, ¿por qué no priorizar eso en vez de la visión biológico-individualista que prima actualmente en la formación académica?

Sin dudas, hay mucho que discutir allí. Hoy vemos un aluvión de “prácticas” Psi, siempre amparadas en la idea de conciencia, razón, voluntad, fuerza del Yo. Así tenemos desde coaching hasta counseling, terapias energéticas, aromaterapias, libros de autoayuda y un sinfín de acciones que llaman a pensar qué hay detrás de todo eso. Como mínimo, y para cerrar el presente texto a modo de conclusión: 1) el terror a reconocer que el conflicto hace parte vital de nuestra humana existencia, revelador de los límites infranqueables: muerte y sexualidad, por lo que son infinitamente más tolerables toda esta suerte de “apapachoterapias” que acarician buenamente al ego, y 2) el aluvión de bio-medicalización que intenta copar el campo Psi es un gran negocio para los fabricantes de psicofármacos.

Al mundo de los psicólogos a quienes va dirigida la presente publicación se les invita a
reflexionar críticamente sobre todo lo dicho. El debate está abierto.

1 Autor famoso en este campo, creador del método PERMA para alcanzar la felicidad por medio de cinco pasos: Positive Emotions (Emociones
Positivas), Engagement (Involucramiento), Relationship (Relaciones), Meaning (Significado) y Accomplishment (Logro)

2The Neurodynamics of Affect in the Laboratory Predicts Persistence of Real-World Emotional Responses , de Aaron S. Heller, Andrew S. Fox, Erik
K. Wing, Kaitlyn M. McQuisition, Nathan J. Vack y Richard J. Davidson. En Journal of Neuroscience, 22 July 2015, 35 (29) 10503-10509; DOI:
https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0569-15.2015

3 “En la vida anímica individual, aparece integrado siempre, efectivamente, «el otro», como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado”, en Psicología de las masas y análisis del yo, 1921

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Resonancias de El Chavo del 8 en la niñez, educación y sociedad latinoamericana

Reseña:

Daniel Friedrich. Erica Colmenares. [Editores]

Nicolás Arata. Daniel Friedrich. Victoria Parra. Ana Paula Marques de Carvalho. Rita de Cássia Prazeres Frangella. Carlos Aguasaco. Limarys Caraballo. Erica Colmenares. Ernesto Treviño Ronzón. José Carbajal Romero. Dulce María Cabrera. [Autores de Capítulo]


ISBN 978-987-722-620-1
CLACSO. Teachers College. Columbia University.
Buenos Aires.
Julio de 2020

*Disponible sólo en versión digital: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20200716045739/el-chavo.pdf

Resonancias de El Chavo del 8 indaga en las imágenes sobre escolarización y niñez, latinoamericanidad y afectividad, medios de comunicación y clase, que emergen de las experiencias de visionado de la serie creada por el popular comediante Roberto Gómez Bolaño. Al explorar las conexiones entre los estudios de cultura visual y de curriculum transcultural, los ensayos que integran este volumen navegan en un espacio poético transnacional de convivencia con la cultura pop, de la que surgen nuevas vías de interpretación y formas de acercamiento al estudio de uno de los fenómenos globales producidos por la televisión latinoamericana. En efecto, no existen demasiadas instancias en las que un producto cultural se haya expandido a lo largo de toda Latinoamérica y más allá (El Chavo del 8 llegó a transmitirse en continentes tan alejados como Asia y África), dejando una huella que perduró durante décadas y entre generaciones. Este libro invita a una reflexión desde una perspectiva internacional y en clave rizomática en torno a las lecturas e interpretaciones de El Chavo del 8.
Fuente: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2214&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1408&orden=01
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«Las pandemias son el resultado de la destrucción de la naturaleza»

Llamamiento conjunto de la ONU, la OMS y la WWF «por un mejor futuro para la gente y para el planeta». «La mayoría de enfermedades emergentes están causadas por acciones humanas»

La ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) han lanzado un llamamiento conjunto advirtiendo que pandemias como el coronavirus están causadas por la destrucción de la naturaleza y por el efecto de acciones humanas, como la deforestación y el comercio de especies silvestres.

«En los últimos años hemos visto emerger muchas enfermedades -como el zika, el zida, el zars o el ébola- que, aunque parezcan diferentes, tienen su origen en poblaciones de animales en condiciones de severo estrés ambiental«, advierten en un artículo conjunto en The Guardian el director general de WWF, Marco Lambertini; la directora ejecutiva de la Convención de la ONU de la Biodiversidad, Elizabeth Maruma Mrema; y la directora de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, Maria Neira.

«Todas estas nuevas enfermedades ilustran cómo nuestra conducta destructiva hacia la naturaleza está poniendo en peligro nuestra propia salud, una dura realidad que ha sido ignorada durante décadas», advierten los firmantes. «Las investigaciones indican que la mayoría de las enfermedades emergentes están causadas por las acciones humanas».

El llamamiento a tres bandas coincide con la difusión del informe sobre el impacto global del Covid-19 de WWF, la mayor organización mundial de conservación de la naturaleza, que concluye que «el riesgo para nuevas enfermedades emergentes es más alta que nunca, con el potencial de destruir la salud, las economías y la seguridad global».

El informe del WWF recalca el vínculo entre las enfermedades zoonóticas (transmitidas de animales a humanos) y la presión humana sobre los hábitats naturales, la tala indiscriminada de los bosques, la agricultura y la ganadería intensiva y el tráfico y consumo de animales silvestres.

Las tres organizaciones urgen a la acción «para construir un mejor futuro para la gente y para el planeta», prohibiendo el comercio de animales silvestres, combatiendo la deforestación, apoyando a las comunidades más afectadas por la crisis y orientando los programas de rescate económico hacia una «recuperación verde».

UNA SOLA SALUD

Las tres organizaciones instan a los gobiernos a tomar decisiones transformadoras y a apoyar en septiembre un Acuerdo Marco de Biodiversidad 2020, equiparable al acuerdo del clima de París. Los firmantes piden también una aproximación integrada bajo el concepto Una Sola Salud, que reconozca el vínculo entre la salud de los humanos, de los animales y del medio ambiente.

«Preocupantemente, mientras el Covid-19 nos ha dado una razón más para proteger la naturaleza, hemos visto que lo que está ocurriendo es lo contrario», advierten al unísomo Marco Lambertini, Elizabeth Maruma Mrema y Maria Neira.»Del Gran Mekong a la Amazonia y a Madagascar, nos llegan informes alarmantes sobre al aumento de la caza furtiva, de las talas ilegales y de los incendios, mientras muchos países están recortando las protecciones ambientales cuando más las necesitamos».

«Debemos abrazar una recuperación justa, saludable y verde como el inicio de una transformación más amplia hacia un modelo que ponga los valores de la naturaleza en los cimientos de la sociedad«, advierten los firmantes. «No hacer eso, y ahorrarnos el dinero que requieren las protecciones ambientales, los sistemas de salud y la seguridad social, ha demostrado ser una falsa economía. La cuenta que deberemos pagar en el futuro puede ser muchas veces mayor».

Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/06/18/5eeb1bae21efa0f6438b460b.html

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