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Notas para el desarrollo de una investigación de compromiso

En una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social ‘imparcial’. De uno otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital (Lenin. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo).

 

 

  1. La Investigación tradicional

¿Cuál es el sentido actual de la Ciencia como vocación? La respuesta más acertada es la de Tolstoi: La Ciencia carece de sentido, puesto que no tiene respuesta para las únicas cuestiones que nos importan, las de qué debemos hacer y cómo debemos vivir (Max Weber. El Político y el Científico)

 

  1. 1. El discurso de la modernidad

La ciencia de la modernidad sentó las bases de una relación individualista y fragmentada, lo que devino en unas prácticas discursivas separadoras y unas representaciones cognitivas que marcaron la hegemonía del ser que piensa y conoce sobre el otro que es pensado y conocido.

Se afirma que la ciencia moderna es aristotélica (Metafísica) porque se fundamenta en supuestos binarios donde un tercero es excluido. El sujeto es el que piensa y el objeto es una cosa pensada por el sujeto, quien es el único que piensa.

Esa cosmovisión organicista fue modificada por la visión mecanicista. Con Francis Bacon (Novum organum), Rene Descartes (Discurso del método) y Galileo Galilei (Diálogo sobre los dos sistema máximos del mundo: el tolomeico y el copernicano), el mundo pasa a ser concebido como máquina y se inaugura así las bases de la nueva ciencia bajo el lema: saber es poder.

En esta visión el ser humano se concibe como un autónomo, un sujeto sujetado y habitado por un espíritu racional. Una racionalidad que ha conducido a la violencia y a la negación del otro/a, una clara manipulación de los saberes y los sentires. Un utilitarismo a ultranza que arrasó con la subjetividad, lo experiencial, lo vivido. Una suerte de mutación intersubjetiva hegemónica de la razón instrumental. El universo se escindió en un sujeto pensante y un objeto pensado.

El modernismo siempre concibió a la investigación como una actividad del sujeto cognoscente exclusivamente. Descarte con su duda metódica sentencia: “Pienso, luego existo”, es decir, lo pensado es lo primero y las cosas cobran vida porque existe alguien que piensa. Una razón hegemónica que ha predominado en nuestras universidades y que aún hoy goza de muy buena salud en los medios académicos. Esa relación entre el sujeto pensado y objeto cosificado, que no piensa, está en la tradición gnoseológica de la ciencia moderna.

Debe acotarse, con total propiedad, que la modernidad ciertamente produjo un pensamiento descentrado, pasando de lo teocéntrico a lo antropocéntrico, esto es, la verdad ya no es revelación divina sino está en la razón que solo encarna el hombre. Desde entonces el sujeto es el que conoce, tiene todo el poder para hablar del objeto, pensarlo, reflexionarlo, vivenciarlo, catalogarlo, definirlo. Así se desarrollaron relaciones asimétricas que conducen a espacios de poder de unos sujetos sobre otros convertidos en objetos inertes, sin voz, sin libertad, sin existencia propia. Con ello se institucionalizó la violencia de unos que conocen y saben, sobre otros que son conocidos y expoliados. Por tanto, la construcción del conocimiento se fundamentó en el control, la manipulación instrumental, sedimentándose un proceso objetivo, neutral, verificable, observable.

El conocimiento como un ser privado dentro de la esfera y dominio de un sujeto que conoce, porta en su seno relaciones de poder y por ende de violencia. Un desprecio por los otros que ha devenido en todo un pensamiento que excluye y sataniza las culturas mal llamadas de la periferia.

El Sociólogo Max Weber (Ensayos sobre teoría sociológica y El Político y el Científico), nos habla de la “neutralidad valorativa”, la “objetividad” cognoscitiva de la ciencia social y de la política social. La ciencia libre de valores, sólo dando cuenta del ser y no del deber ser. La clara separación entre los “juicios de valor” y los “juicios de hecho” (Lucien Goldman: Las Ciencias Humanas y la Filosofía)).

El investigador social no debe mezclar sus valores en sus análisis y explicaciones. Es decir, el investigador sólo debe ocuparse de cómo son las cosas o fenómenos sociales, no de cómo deberían ser.

Como ya se comentó, en la modernidad se dividió el universo en sujeto pensante y objeto pensado y se perdió el bucle individuo-especie-sociedad, según Edgar Morin (Los siete saberes).

En términos epistemológicos, en la modernidad coexisten variados enfoques, desde la postura positivista a la marxista, considerando los aportes de las teorías de refutación de Karl Popper en La Lógica de la Investigación Científica; Metodología de los programas de investigación de Imre Lakatos; de Los paradigmas como centro de la estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn y de las rupturas epistemológicas de Gastón Bachelard.

A.2. El discurso de la postmodernidad

Asumiendo que hay posturas encontradas sobre lo que realmente constituye la postmodernidad, por cuanto para unos se trataría simplemente de una prolongación en el tiempo de la modernidad, mientras que para otros sería una especie de ruptura.

Por ejemplo, para Gilles Lipovetsky (La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo), la noción de postmodernidad tiene el interés mayor de invitar a un retorno prudente a nuestros orígenes, a una puesta en perspectiva histórica de nuestro tiempo, a una interpretación en profundidad de la era de la cual salimos parcialmente, pero que, en varios aspectos, continúa su obra, así moleste a los heraldos ingenuos de la ruptura absoluta. Si una nueva época del arte, del saber y de la cultura se anuncia, se impone la tarea de determinar lo que es del ciclo anterior.

“Lejos de estar en discontinuidad con el modernismo, la era postmoderna se define por la prolongación y la generalización de una de sus tendencias constitutivas, el proceso de personalización y correlativamente por la reducción progresiva de su otra tendencia, el proceso disciplinario. Es por esto que no se puede adherir a las problemáticas recientes que, en nombre de la indeterminación y de la simulación o en nombre de la deslegitimación de los metarrelatos se esfuerzan en pensar el presente como un momento absolutamente inédito en la historia. Si se tiene una corta visión, ocultando el campo histórico, se sobrevalua la ruptura postmoderna, se pierde de vista que ella persigue siempre, aunque sea con otros medios, la obra secular de las sociedades modernas democrático-individualistas. Así como el modernismo artístico se ha revelado como una manifestación de la igualdad y la libertad, así la sociedad postmoderna, erigiendo el proceso de personalización, en forma dominante, continúa realizando las significaciones centrales del mundo moderno».

En síntesis, el tiempo postmoderno es la fase cool y desencantada del modernismo, la tendencia a la humanización a la medida de la sociedad, el desarrollo de estructuras fluidas moduladas en función del individuo y de sus deseos, la neutralización de los conflictos de clase, la disipación de lo imaginario revolucionario, la apatía creciente, la desustancialización narcisista, la reinversión cool del pasado…

Por su parte, Jean François Lyotard (La condición postmoderna), considera que la postmodernidad implica el abandono de la creencia en un fundamento seguro del saber, y la renuncia a la fe en el progreso tecnológico de la humanidad. La condición postmoderna, para él, se caracteriza por la desaparición de esos «Grandes Relatos», de esos metalenguajes que nos permitían situarnos en una Historia, cuyo devenir es portador de sentido y en la cual somos como un momento entre un pasado inteligible y un futuro previsible. La visión postmoderna distingue una pluralidad de saberes heterogéneos, donde la ciencia no ocupa el primer puesto.

Ahora bien, más allá de esas posturas, lo que parece cierto es que hablar sobre posmodernidad significa hablar de complejidad, amplitud, ambivalencia, contradicciones, indefiniciones y la falta de consenso. La postmodernidad es la época del desencanto, estado de la cultura, la renuncia a las utopías y a la idea de progreso de conjunto. Se apuesta a la carrera por el progreso individual. Se anuncia el fin o agotamiento de las ideologías, ocaso de las utopías, era del vacío, fin de la política, de los grandes relatos, movimientos de deconstrucción en los términos planteados por Jacques Derrida (“¿Qué es la deconstrucción?”) de desenmascaramiento de la razón ilustrada, una forma de estar en el mundo.

Toda una serie de paradojas intentar comprender el tiempo postmoderno: globalidad-particularidad, subjetividad-intersubjetividad, irracionalidad-racionalidad, ética universal-estética particulares.

Postmodernidad es sinónimo de tiempos inciertos, atmósfera de cambios epocales, del simulacro, descentralización del logos. La sociedad como espectáculo, diría Guy Debord. El tiempo postmoderno es sinónimo de pluralidad de criterios para abordar la complejidad del mundo de hoy.

El hálito postmoderno se anida en la búsqueda de estrategias, movimiento continuo, encrucijadas, entrecruzamientos. Y entreveramientos mutuos.

En el terreno del conocimiento, estaríamos en presencia de una relación interactiva entre el sujeto cognoscente y el objeto cognoscible, un acercamiento lingüístico con profundas implicaciones ontológicas.

El pensamiento postmoderno plantea que la realidad existencial del yo es la realidad existencial de los otros. El yo no puede afirmarse a sí mismo sin la liberación y reconocimiento del otro. La otredad en términos de lo planteado por Emmanuel Lévinas (Totalidad e infinito y El tiempo y el otro), que significa la negación de la primacía del ser (ontología) por la defensa de la alteridad, la primacía del otro. En resumen, se trata de privilegiar la ética por encima del saber.

En la postmodernidad se asumen posturas distintas existiendo igualmente diferentes enfoques que parten desde el establecimiento de un diálogo sin fronteras, reconociendo otros saberes; dichos enfoques se sustentan en una epistemología que argumenta la fundamentación de la dialógica asumida

  1. Hacia una investigación de compromiso

Hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo; de lo que se trata ahora es de transformarlo. (Carlos Marx. Tesis XI sobre Feuerbach)

Las respuestas ante la complejidad del mundo de hoy, incluyendo la crisis que se vive en distintos órdenes de la vida societal, entre ellos en el campo cognitivo, tienen que ser amplias y democráticas. Por ello en el terreno del conocimiento y en particular de la investigación, se habla de la transcomplejidad, de la transdisciplinariedad, lo transparadigmático y la transepistemología, que son respuestas actuales a los enfoques positivistas, fenomenológicos, etnográficos y el crítico dialéctico. En la investigación actual hay que dar cuenta de toda esta discusión.

Se debe trascender la investigación tradicional, acéfala, neutralista, sin compromiso de patria, alejada de los proyectos nacionales y asumir una investigación comprometida, militante en el buen sentido de la investigación-acción, que se desarrolle en el marco de una experiencia interactiva entre actores y actoras sociales a partir de los cuales, se producen miríadas de verdades relativas.

Debe desterrarse el determinismo absoluto, porque hoy hace presencia el principio del desorden y el principio de indeterminación, todo en el contexto de un diálogo de saberes, en una óptica dialéctica donde los diferentes actores investigadores/as puedan intercambiar visiones, percepciones, conocimientos, donde se transversaliza lo faber-mythologicus, oeconomicus-ludens, lo sapiens-demens del homo.

En una investigación comprometida se rompe con el parcelamiento del conocimiento y el investigador en solitario, por cuanto:

  1. a) La separabilidad choca con las relaciones entre distintas disciplinas. La interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad es hoy por hoy una realidad.
  2. b) Se establece la sinérgica como la capacidad de construir en conjunto visiones compartidas en un diálogo de saberes integradores.
  3. c) Se asume que la realidad es múltiple, diversa, relacional y en permanente construcción, por tanto, es integral y por ello trasciende al holismo.
  4. d) Deben considerarse las dimensiones social, cultural, política, ética, ambiental, estética y económica en permanente relación y contradicción. Por tanto, se asume la categoría de totalidad
  5. e) Es reflexiva por cuanto la realidad sólo puede ser abordada en relación con los actores/as que la escudriñan desde sus representaciones construidas.

Este nuevo modo de pensar en la investigación emplea la deconstrucción de Jaques Derrida (Estructura, signo y juego en el discurso de las ciencias humanas), como estrategia para cada situación que niega las modulaciones de los sentidos imperantes, reconstruyendo las supuestas lógicas de la dominación en el campo científico, tal y como la plantean Carlos Skliar y Magaldy Téllez, en el texto Conmover la Educación.

La investigación hoy en día debe ciertamente considerar los aspectos ontológicos, filosóficos, sociológicos, pedagógicos, antropológicos, axiológicos, históricos pero hace falta una investigación que además dé cuenta, según Gilles Deleuze (Nietzsche y la filosofía), del sí que sabe decir que no, el sí que crea libertad para pensar y luego ir a la acción considerando que no es posible abordar una situación a investigar desde un solo punto de vista.

Es preciso ver la realidad desde su totalidad, al asumir que no hay un camino o método determinado para orientar de manera definitiva el proceso investigativo para la obtención del conocimiento. Ante una realidad compleja, hace falta un pensamiento complejo, más allá de la lógica y de la razón; la incertidumbre y el azar juegan papel que debe ser considerado, no como accesorios, sino como fundamentales.

Debemos trascender las posturas investigativas conocidas en nuestras universidades tradicionales, donde predomina un conocimiento científico parcelado, aislado, excluyentes y reduccionista. Es el positivismo que ha predominado, con respuesta para todas las preguntas. Tiene las llaves para todas las puestas. Asume la realidad como externa al sujeto; la ciencia es una verdad inmutable; el investigador es acéfalo, es decir, es neutro, cuando hace ciencia se plantea el ser, y cuando se plantea el deber ser hace política; el razonamiento se hace sobre la base de los datos empíricos; la realidad puede predecirse y controlarse; se fundamenta en el método hipotético-deductivo y se corresponde con el paradigma de la simplicidad.

Por tanto, hay que trascender ese paradigma positivista, dar cuenta de la complejidad de Edgar Morin (Introducción al pensamiento complejo) y La transdisciplinariedad de Basarab Nicolescu para construir y transformar.  El sujeto y el objeto son agentes de investigación, ambos se encuentran en constante transformación.

Se postula una investigación que se hace en equipo, que todos trabajan en común para lograr productos, donde todos participan en un intercambio dialógico, sinérgico, cooperativo, enfatizando en la coproducción conjunta de la realidad, aportando ideas, escuchándose mutuamente y discutiendo las decisiones para llegar a acuerdos que contribuyen al éxito en el complejo proceso de hacer investigación.

Hay que saber tener oídos, o sea, hay que saber “escuchar” la voz del otro; es decir, trascender la fenomenología y la dialéctica, y buscar construir otro marco categorial desde el cual sea inteligible esta voz que me cuestiona, que en primera instancia es sólo un grito o un reclamo y que cuestiona la certeza de la ontología de la subjetividad moderna. Es lo que en el texto ¿Qué significa pensar desde América Latina? de Juan José Bautista se llamaría la analéctica (Enrique Dussel), esto es, pensar qué parte de esa dimensión de realidad que no está incluida en mi mundo y que es revelada únicamente a partir de la palabra interpeladora del otro.

No podemos debatir cuestiones de investigación científica en un vacío histórico. Las preguntas claves de una política científica sobre qué se investiga, para qué/quién se investiga y cómo se investiga cobran sentido en un contexto de descubrimiento que da cuenta de los factores socio-políticos, institucionales y académicos que sirven de anclaje a las decisiones del investigador. La investigación es una práctica social anclada en un determinado contexto sociohistórico.

Nuestras investigaciones deben, ciertamente, generar un conocimiento de alto nivel y relevancia científica, pero, a su vez, deben estar comprometidas con un proyecto de país que tiene como desiderátum construir una sociedad más justa e igualitaria, basada en un estado de derecho y sobre todo de justicia.

Por tanto, abogamos por una investigación comprometida y militante con el proyecto nacional de país que está concebido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), en los planes gubernamentales y toda la legislación que de ellos se deriva.

B.1. El investigador y su espacio de juego

Los agentes llamados a desarrollar este tipo de investigación son seres humanos, que padecen y satisfacen necesidades, deben ser y hacer parte de la cultura que lo influye, no sujetos apologista de la indiferencia o de la indolencia ante lo que ocurre en el mundo, en Latinoamérica y Caribe y en nuestro país.

El investigador desarrolla su producción teórica también en un tiempo determinado, con un ritmo, con sus propias urgencias, con sus logros y sus temores. También juega en el tiempo y juega estratégicamente con el tiempo: tiene informes, plazos y formatos; porque, parafraseando al sociólogo Pierre Bourdieu (Intelectuales, política y poder y Campo de poder, campo intelectual. Itinerario de un concepto)), los investigadores no están fuera del juego.

Como agente social que juega el juego de la ciencia, está objetivamente condicionado por el estado de ese juego, por su historia, por el capital que ha logrado acumular en el transcurso del juego, y por lo que ha incorporado a lo largo de una trayectoria social general y específica del juego.

Bourdieu concibe al campo de las ciencias como un campo semejante a los otros campos sociales. Es decir, como lugar de relaciones de fuerza, como campo de luchas donde hay intereses en juego, donde los diversos agentes e instituciones ocupan posiciones diferentes según el capital específico que poseen, y elaboran distintas estrategias para defender su capital: simbólico, de reconocimiento y consagración, de legitimidad y de autoridad para hablar de la ciencia y en nombre de la ciencia.

Por tanto, debe tenerse claro que el mundo científico es un mundo de luchas y de competencias como cualquier otro, con intereses específicos, con sus apuestas, sus beneficios, y ello pone en tela de juicio un conjunto de creencias compartidas y denegadas colectivamente.

La manera y los instrumentos que utilizamos para aproximarnos al conocimiento de los diferentes aspectos de la compleja realidad social, las categorías conceptuales que ponemos en juego, las tesis que manejamos, etc., están condicionadas por la posición que ocupamos en el espacio social y, sobre todo, por la posición que tenemos en el propio terreno de lucha: el campo científico. En este sentido, esos instrumentos, esos conceptos, esas tesis, como aquellas otras maneras de percibir y evaluar, de clasificar y de construir lo real, están ligados a la posición que ocupamos en el mundo social.

El campo del conocimiento proporciona instrumentos adecuados para analizar el condicionamiento social de las producciones científicas, poniendo en evidencia los mecanismos de competencia, las relaciones de fuerza y las estrategias utilizadas por los agentes sociales que las producen, y también estaría en condiciones de señalar condiciones sociales de un control epistemológico, entre ellas, aquellas que contribuyan a un mayor fortalecimiento de la comunidad científica, sus instituciones, y sus propias leyes de funcionamiento.

Como investigadores estamos ante un contexto social que desafía nuestro conocimiento, nuestros interrogantes y el sentido de nuestra tarea de descubrimiento.  De allí que debemos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer los investigadores para lograr que nuestros productos-resultados sean para satisfacer necesidades del pueblo de la República Bolivariana de Venezuela?

Aspectos teóricos y metodológicos

Una investigación de compromiso debe guiarse, al menos, por las siguientes premisas:

Desde el punto de vista epistemológico.

Asumir que hoy hace presencia, en el terreno del conocimiento, una racionalidad post-clásica que habilita e incorpora problemas ignorados o vedados por el pensamiento científico moderno, absolutamente racional, entre los cuales se encuentra cuestiones relativas al desorden, el caos, la no-linealidad, el no-equilibro, la indecibilidad, la incertidumbre, la contradicción, el azar, la temporalidad, el espacio, la emergencia, la auto-organización, la continuidad, la discontinuidad.

Desde el punto de vista metodológico.

Más que al análisis holístico que hipostasia el todo o el funcionalismo que endiosa a las partes, debe asumirse el análisis integrado, de totalidad, que da cuenta del todo y las partes en una relación dialéctica, contradictoria.

También partir de la premisa que lo complejo no puede dividirse, ya que se manifiesta en un tejido de elementos heterogéneos inseparables y asociados, que no permiten su comprensión en caso de separarse.

Por tanto, no se debe fragmentar lo complejo en partes, tampoco explicar la conducta de personas, agentes, instituciones, desde un solo aspecto; las teorías sociológicas y/o psicológicas unifactoriales sobre la conducta humana, no son recomendables para los tiempos que transcurren.

Más bien, comprender que en el momento actual, se debe tener en cuenta que el ser humano comprende no sólo la parte biológica, sino también y sobre todo el sello cultural que la sociedad deja en él.  De allí que ubicar el contexto en sus múltiples relaciones y contradicciones es una necesidad. Aislar los elementos contribuye muy poco a la comprensión del mismo.

Todo se desarrolla en el marco de lo global. Lo nacional y lo local existen, tienen independencia y organización, pero están fuertemente atadas a lo global. Los seres humanos, la sociedad, se encuentran afectados por una variedad de elementos naturales, biológicos, psíquicos, históricos, sociológicos, religioso, culturales, económicos.

Desde el punto de vista histórico,

Hacer uso de los tres tiempos verbales, es decir, entender de dónde viene o proviene el hecho o el fenómeno de estudio (las causas, lo diacrónico) para diagnostica el momento, los episodios en desarrollo (lo sincrónico) y en consecuencia vislumbrar para dónde se va (perspectivas, pronósticos, proyección). En ese sentido, Edgar Morin (¿Hacia dónde va el mundo?) insistirá que se debe sustituir la concepción simplista que sostiene que pasado y presente son conocidos, que los factores de evolución son conocidos, que la causalidad es lineal, y, por ello, que el futuro es previsible. Así pues, descubrimos una brecha en el pasado, a la que corresponde una brecha en el presente: el conocimiento del presente necesita el conocimiento del pasado que necesita el conocimiento del presente. El futuro nace del presente. Es decir, que la primera dificultad a la hora de pensar el futuro es la dificultad de pensar el presente. La ceguera del presente nos vuelve ip so facto ciegos al futuro.

Desde el punto de vista axiológico.

No hay neutralidad posible. La investigación de compromiso significa identidad con un determinado proyecto de país, con sus componentes políticos e ideológicos. Por tanto, con la parresia de Michael Foucault (El coraje de decir la verdad), nada debe ocultarse en el discurso (en la investigación), más bien hacer uso siempre y en todo momento de la isegoría o la libertad de palabra.

La verdad o la parresia se encuentran en las antípodas de la posverdad, adjetivo definido como relativo o referido a circunstancias en las que los hechos son menos influyentes en formar la opinión pública que las emociones y las creencias personales.

Entender que en el mundo de hoy, el del internet, de las nuevas tecnologías de poder, de las redes sociales, predomina la posverdad, es decir, las pasiones, las emociones, las ideologías y las convicciones de todo tipo, por encima de la parresia foucaultiana.

Fuente El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

 

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El racismo es una construcción histórica y social

Por: Sergio Ferrari 

Decenas de movilizaciones antirracistas recorrieron las principales ciudades del mundo en las últimas semanas protestando contra un flagelo tan complejo como *escondido*. Miles de personas, también en Suiza, participan de estas manifestaciones a pesar de las restricciones sanitarias debidas a la pandemia.

“Esas reacciones no me sorprenden para nada ya que el movimiento de denuncia no es nuevo, existe desde hace varios años”, subraya Izabel Barros, una de las fundadoras de la organización helvética Berner Rassismus Stammtisch.

Esta dinámica de protesta tiene un doble significado: la denuncia de una realidad casi cotidiana, que padecen, aquí, muchas personas negras. Y, por otra parte, la solidaridad activa con las protestas que se dan en otras partes del mundo para denunciar brutalidades racistas, explica Izabel Barros, brasilera, *afro descendiente y de raíces indígenas* -según su propia definición-, quien llegó al país hace 15 años como parte de un intercambio universitario.

“Mi objetivo, entonces, era realizar estudios en la Universidad de Friburgo sobre la guerra de las religiones en Suiza, pero mis profesores me señalaron en ese momento que no era adecuado que en tanto extranjera me lanzara a investigar una temática tan específica de la historia nacional”, recuerda con cierta ironía.

Fue así que, para la entonces joven estudiante, la temática del colonialismo y el esclavismo, incluyendo la responsabilidad helvética en este sistema-proceso, se convirtió en tema central de análisis y guía rectora de su dedicación profesional y asociativa.

Paradójicamente, esa vivencia inicial en Suiza, “con condimentos un tanto discriminatorios a nivel académico”, la reorientaron a la problemática del colonialismo-racismo, que constituye hoy, para ella, una prioridad cotidiana.

Concluido su master en Historia y Sociología en la Universidad de Neuchâtel, Barros, junto con sus colegas de la Fundación suiza Cooperaxion lanzaron, en tanto pioneras, las visitas guiadas a través de los “vestigios del colonialismo y la esclavitud”. Las realizan en las ciudades de Berna, Friburgo y Neuchâtel, dotadas de sólidos argumentos históricos y de calidad pedagógica. Centenares de personas – especialmente estudiantes- participaron de las mismas en los últimos 7 años.

Racismo a la “helvética”

“El racismo es la continuidad de la esclavitud. Es una construcción histórica y social, en la cual Suiza, como la gran mayoría de las naciones europeas, participaron activamente, de una u otra manera”, explica Izabel Barros.

Entre el pasado colonial y la realidad actual, un puente repleto de historia, de sacrificios y de sufrimientos humanos, reflexiona. “El racismo golpea hoy a muchas personas en su día a día. Les complica la búsqueda de un empleo; su desarrollo profesional; el contar con una vivienda digna; el ejercicio de las relaciones sociales; sufrir controles de las autoridades policiales por el solo hecho de su identidad, fenómeno conocido como perfil racial”, subraya.

Según la Comisión Federal contra el Racismo, principal entidad oficial dedicada a esta temática, existen unas 100.000 personas negras en Suiza susceptibles de “vivir una situación particular”: ataques físicos y verbales, carentes de instrumentos de apoyo, con el sentimiento de sentirse desvalorizados en la propia sociedad suiza.

En su Estudio de referencia sobre la problemática, publicado a fines del 2017, donde presenta Recomendaciones sobre el tema del racismo anti-Negro en Suiza, afirma que las personas de color pueden confrontarse cotidianamente “a la discriminación sistemática y a las estigmatizaciones”. Y padecen de “numerosos prejuicios … en el sentido de que serían irracionales, emotivas, perezosas, sin pudor, violentas y tendrían comportamientos criminales”.(https://www.ekr.admin.ch/pdf/Studie_AntiRassismus_F.pdf).

“El color de la piel pesa”, reflexiona Izabel Barros, subrayando, por ejemplo, los controles sistemáticos y especiales de documentación en la vía pública que sufren las personas negras y no sufren las personas blancas, subraya.

El pasado 11 de junio, en el marco de las movilizaciones de solidaridad contra el asesinato en Estados Unidos de George Floyd, una quincena de asociaciones, hizo público un comunicado que enfatiza “que la violencia policial racista también es una realidad mortífera en Suiza”. En el mismo dan los nombres de 23 personas muertas en el país, en los últimos 20 años, en hechos ligados a la intervención de fuerzas policiales o de seguridad. Todos casos debidamente registrados.

Sin llegar a la muerte han sido conocidos en los últimos años procesos jurídicos resultantes de la identificación pública exigida por policías a gente de color. Entre ellos, el de Mohamed Wa Baile, negro de nacionalidad suiza, hecho que fuera ampliamente mediatizado en el año 2018.

Brutalidad global

La salida de tanta gente a las calles para protestar, reflexiona Barros, “es el resultado de la comprensión del racismo como un sistema global y estructural, que excede las fronteras nacionales de un país en concreto”.

Muchas de estas protestas, aquí, analiza, no fueron convocadas por las organizaciones que desde años trabajan en esta temática. “Tuvieron y tienen un condimento altamente espontáneo, integrando a nuevos participantes, muchos de ellos jóvenes, analiza. Todo esto, muestra la amplitud del problema, “que está subyacente y comprueba lo fructífero del esfuerzo de concientización que sobre el tema se viene haciendo desde hace mucho tiempo”. Y que a nivel internacional implica la participación de millones de personas en Europa, Estados Unidos, América Latina y en tantas otras regiones, puntualiza.

¿El racismo es igual en todas partes?, preguntamos a la también militante feminista. “Hay particularidades específicas, por ejemplo, en América Latina”, responde. En Brasil, por ejemplo, se trató de “vender” el mito de una democracia racial, argumentando que todos somos iguales ante la ley. “En realidad se trata de un modelo impuesto por una élite blanca a la mayoría de la población que es afro descendiente, con casi cinco siglos de esclavismo por detrás. En América Latina, completa, “nuestra identidad es de asimilación, pero al mismo tiempo de mucha revuelta y violencia explosiva”.

A nivel más académico, completa, también existe una diferencia significativa entre la mirada latinoamericana, vivencial, que parte de ser “víctimas directas del racismo y la segregación” y la percepción de ciertos intelectuales -incluyendo algunos de la autodenominada izquierda europea-, que “priorizan el análisis de clases por sobre los de raza y de género. Y posponen así la solución de estos temas, “que para nosotros son esenciales y prioritarios, al cambio de sistema, estructural, futuro, a largo plazo”, afirma.

El Estado, solo asume a medias

La preocupación de la Suiza oficial ante el racismo constituye una realidad concreta en los últimos años. El Estudio que mandató la Oficina Federal contra el Racismo -dependiente del Ministerio Federal del Interior- y que realizaron investigadores de la Universidad de Zúrich enumera múltiples recomendaciones.

Entre ellas, la necesidad de una mayor apertura de la Administración Pública a las minorías; evitar estigmatizaciones y excesos verbales de parte de los responsables políticos; promover que los medios de comunicación traten de forma correcta este delicado tema. Además, urgen “a la Conferencia de Comandantes de las Policías Cantonales y a la Conferencia de Directoras y Directores de los Departamentos Cantonales de Justicia y Policía, a asumirse garantes, incluso públicamente, del respeto a las minorías y reforzar las medidas necesarias”. Instan también a crear instancias de apoyo y sugieren al mundo académico promover la investigación necesaria en cuanto a protección contra la discriminación y el racismo”.

Buenas propuestas -aunque el Estudio tiene lagunas- pero insuficientes, reflexiona la joven activista antirracista.  “Todo será limitado e incompleto en tanto el Estado no reconozca y corrija el racismo estructural existente”. Lo que explica que, a pesar de una relativa buena voluntad oficial, “muchas de estas recomendaciones hayan quedado como simples deseos, pero no sean aplicadas debidamente”, concluye.

Fuente: https://rebelion.org/el-racismo-es-una-construccion-historica-y-social-2/

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Urge transformar el sistema educativo, “porque la humanidad se está suicidando”: Enrique Dussel

El académico, filósofo, historiador y teólogo Enrique Dussel Ambrosini propuso al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) una transformación en el sistema educativo que contemple el pensamiento crítico, la ecología y la desconolonización de la educación, “porque la humanidad se está suicidando”.

Ante 3 mil 274 sindicalistas de todo el país, enlazados vía internet, Dussel Ambrosini, reconocido a nivel internacional como uno de los fundadores de la Filosofía de la Liberación Latinoamericana, invitó al magisterio a aprovechar las oportunidades generadas por la pandemia de covid-19 para cambiar de fondo la educación de niños y jóvenes, a fin de llevarlos de una habilidad memorística a una creadora.

Ante 3 mil 274 sindicalistas de todo el país, enlazados vía internet, Dussel Ambrosini, reconocido a nivel internacional como uno de los fundadores de la Filosofía de la Liberación Latinoamericana, invitó al magisterio a aprovechar las oportunidades generadas por la pandemia de covid-19 para cambiar de fondo la educación de niños y jóvenes, a fin de llevarlos de una habilidad memorística a una creadora.

La segunda ruta, añadió el especialista, es la necesidad de hacer de la ecología una ciencia principal. “No es la física ni la matemática la ciencia fundamental. La ciencia fundamental hoy, y lo estamos viviendo, es la ciencia que nos permita la sobrevivencia en la tierra, porque la humanidad se está suicidando y hay que empezar a enseñar desde el primer grado que la vida es sagrada y la estamos destruyendo y hay que saberla preservar”.

Dussel aseveró que lo económico y lo tecnológico están destruyendo las condiciones que permiten la reproducción de la vida e impiden la reproducción, porque empiezan a mermar la capacidad de la tierra y la energía para vivir. “La fecha de extinción del Homosapiens está fijada”.

La tercera ruta, añadió, es la conveniencia de terminar con el eurocentrismo en la educación.

“En todos los países latinoamericanos, sean de derecha, de izquierda o de centro, se sigue siendo eurocéntrico. Sería una gran oportunidad para México plantear un nuevo esquema de comprensión histórico, geográfico, matemático, literario, que parta de otra visiñon de la historia y del mundo: cambiar el currículum y descolonizar”.

Se debe aprovechar la oportunidad de cambiar el sistema educativo en sus contenidos, no sólo en cómo se nombra a los maestros o cómo funcionan los poderes, cómo se evalúa, qué enseñan y cómo lo enseñan, explicó.

Al inaugurar el ciclo de conservatorios y seminarios que inició el SNTE para sus dirigentes nacionales y seccionales, el secretario general del SNTE,

Alfonso Cepeda Salas, indició: “El objetivo es fortalecer la capacidad de análisis y reflexión de la dirigencia sindical, en torno a los retos que impondrá a los mexicanos, en particular a los trabajadores de la educación; un nuevo tiempo en la realidad educativa, sindical, laboral, social y económica”.

Durante dos semanas, Cepeda Salas se reunirá de manera virtual con los dirigentes para continuar con los webinarios sobre economía, sociedad, trabajo y sindicalismo.

“Uno de los retos para los educadores, después de la pandemia de covid-19, es generar la capacidad de ayudar desde las escuelas, institutos de ciencia, tecnología, cultura e historia, así como universidades, a formar un hombre nuevo, apto para transformar la realidad y capaz de construir un mundo con igualdad y bienestar. Hemos tenido una lección de lo que tiene que ser la educación en el futuro. Ya nada será igual”, finalizó.

Fuente. https://www.proceso.com.mx/634038/urge-transformar-el-sistema-educativo-porque-la-humanidad-se-esta-suicidando-enrique-dussel

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La necesidad de revertir la inmunización social como estrategia biopolítica

La inmunidad en su acepción profiláctica es una práctica sociocultural a la que se le ha adherido una valoración representacional predominantemente favorable. Son muy pocos los que detractan de ella o ponen en duda sus beneficios. Casi que se considera un contrasentido hacerle observaciones o críticas. Dentro de las justificaciones para neutralizar cualquiera observación al respecto, destaca la argumentación de que ella es tan natural como el sistema inmunitario inherente al cuerpo humano. Igual ocurre con su acepción sociopolítica, en tanto dispensa o exención de obligaciones o retribuciones a algunas personas, tan solo es objeto de señalamiento cuando se juzga inmerecida. Sin embargo, su connotación asocia la inmunización a la acción o al poder de quien la propicia, administra o concede. Entre estos agentes y agencias instituidos a cargo de ella sobresale el Estado y la gubernamentalidad. El Estado se ha atribuido a través de técnicas de gobierno, la vigilancia y el control de las poblaciones, entre éstas, la del control epidemiológico. No obstante, esta atribución no ha contado con el beneplácito de grupos sociales, como los denominados neoliberales, quienes consideran que esto ocasiona gastos económicos al presupuesto gubernamental que son requeridos como inversiones, créditos, préstamos, etcétera, para beneficio principalmente de los sectores privados; y que por ello presionan para que los servicios de salud pública, inmunización o sanitarios, sean privatizados y así generen más beneficios para el mismo sector o grupo. De aquí que la inmunización, o la salud pública, se haya convertido en un asunto político, o mejor dicho, biopolítico.

La biopolítica como dominio y resistencia.

Para el autor de esta categoría de biopolítica, Michel Foucault, lo importante de ella radica en su aportación para entender la transformación del Estado moderno al incorporar la vida (sus condiciones de producción y de reproducción) al ejercicio de la gubernamentalidad, –de la construcción de técnicas y dispositivos de seguridad del Estado para salvaguardarse–, por cuanto la salud de la población es el reverso de la salud del mercado y también de la salud del Estado. La biopolítica la concibe Foucault (2007) como el complejo de tecnologías disciplinarias o acciones de poder sobre los aspectos anatómicos y biológicos del cuerpo considerado individuamente como una máquina reparable y colectivamente como especie gobernable. De esta forma el Estado moderno estableció las condiciones para el «cuidado de la vida», de su gestión y de su administración, de su gubernamentalidad, por ejemplo, a través de las políticas sanitarias.

Es así como los enunciados políticos del Estado de Bienestar (que «desprivatiza» y hace pública la asistencia social del Estado), o del Estado Neoliberal (reprivatizando el asistencialismo social y público del Estado), devienen en poder de normalización o disciplinamiento biopolítico de los cuerpos al regimentarlos normativamente (por ejemplo, la cuarentena o el confinamiento). En la medida que, al interesarse por la administración de la salud y/o calidad de vida de los cuerpos, debido a su potencial efecto recursivo sobre la economía y la legitimidad del Estado mismo, intervienen activamente en sus condiciones de vida asimilándolas a cierta racionalidad gubernamental por medio de las normas impuestas.

En consecuencia, la biopolítica responde a una nueva racionalidad política interesada instrumentalmente en la gestión de los problemas que se le plantean a la práctica de la gubernamentalidad, referidos a las condiciones de vida de las poblaciones (salud, natalidad, morbilidad, mortalidad, etcétera); asumidos individualmente y como población a regular mediante acciones de poder en cuanto cuerpos dóciles y útiles, fuerza productiva o laboral para el capital, por vía de su examinación médica y estadística.

Hay que advertir que la categoría de biopolítica es asumida por otros autores desde otra significación. Como es el caso de Negri (2003), quien la significó como resistencia de la vida ante el biopoder (el poder sobre la vida); es decir, su capacidad de creación, de invención, de producción, de subjetivación-objetivación, de afectualidad, de autopoiésis, «es lo que llamamos ‘biopolítico’: la resistencia de la vida al poder, dentro de un mismo poder que ha inventado la vida» (p.63). Esta referencia a la biopolítica como resistencia al biopoder nos relaciona con el planteamiento ecosófico de Guattari (1996). Por cuanto su conceptualización biocéntrica, demanda la necesidad de definir, criticar y reconfigurar las existencialidades en un marco ecológico integral histórico de relaciones ambientales, sociales y mentales, y para cuidar, defender y redefinir, por consiguiente, la vida planetaria o local en la actualidad ante las crisis superpuestas que atravesamos (sanitaria, econímica, social, política, educativa, etcétera) que contemple a la naturaleza recuperada como otredad, y civilizatoriamente a las sociedades proyectándolas en otro mundo posible para el habitar contrario a la explotación de la Tierra o Pachamama y de los seres humanos.

Inmunidad y comunidad.

Si se pone en perspectiva histórica el análisis de la relación entre la individuación subjetiva y las sociedades modernas capitalistas, estas se reproducen como comunidad tomando previsiones inmunitarias con respecto a que se puedan intensificar y extender sus formas colectivistas o comunitarias de expresión. Por ello la dialéctica de lo individualista y lo común no se resuelve a favor de lo comunitario ya que la hegemónica inmunización contra lo colectivo o común se regula favoreciendo al individualismo o separación de los unos respecto de otros en sus variadas formas de manifestación. De esta manera, lo individualista se vuelve complementario y no contradictorio de la comunidad.

La relación potencialmente emancipadora de lo comunitario entre los integrantes de las sociedades es contrarrestada por vía de la acción anticomunitaria y los dispositivos de inmunización negativa de la biopolítica del Estado moderno que principalmente busca en la inmunización social, no tan solo médico-sanitaria, su legitimidad soberana (la potestad de «hacer vivir y dejar morir», o de cómo vivir y cómo morir), de allí la estrategia de la «inmunizadora reclusión» de los cuerpos o aislamiento de los demás con pandemia o sin pandemia, por paradójico que parezca, recordemos la existencia foucaulteana de los otros encierros disciplinarios o «normalizadores» inmunitarios para hacer los «cuerpos dóciles y útiles»: el hospital, el cuartel, la escuela, la cárcel, etcétera. Por ello, Espósito (2006) señala la ambivalencia del nexo de la vida con la inmunización o biopolítica negativa y con la inmunización o biopolítica positiva, «la inmunidad no es únicamente la relación que vincula la vida con el poder, sino el poder de conservación de la vida» (p. 74).

La soberanía del poder estatal moderno sobre el «hacer vivir» y el «dejar morir» (Foucault, 2000), revela la falsa retórica discursiva de la radicación de la soberanía en los ciudadanos, el pueblo o la comunidad. Esa legalmente supuesta soberanía es usurpada al pueblo a través del dispositivo del voto en las «democracias representativas». Por medio de la elección de representantes se expropia esa soberanía popular por esos supuestos representantes electos que deciden en su nombre y contra ellos. En la medida que esta expropiación, junto con otras, es sancionada o recubierta con leyes, lo que supone su legitimación por el derecho dominante, el derecho mismo actúa como dispositivo inmunizador de quienes deseen actuar en su contra. De este modo el Estado y la gubernamentalidad capitalista liberal y neoliberal, así como la burocracia o la burguesía estatal en el capitalismo de Estado o «socialismo», previenen inmunizadoramente cualquiera forma de contrapoder emergente por parte del pueblo o de poder instituyente de la multitud. Asimismo, en las sociedades modernas capitalistas el derecho presupone y auspicia solapadamente la separación o el individualismo entre los sujetos para poder actuar como mecanismo inmunitario ante las rivalidades y acciones consideradas delictivas que surgen principalmente por disputas sobre las propiedades o las apropiaciones. El derecho acciona como dispositivo cohesionador e inmunizador ante los sujetos justificando contradictoriamente algún tipo de sentencia separadora prevalecientemente ya que no hay derecho moderno del todo o de todos, afianzador de lo igualitario-comunitario, sino de la parte o del fragmento individualista aunque su discurso se revista fetichistamente de justicia igualitaria para todos.

Para comprender mejor lo inmunitario, es necesario entender la etimología de munus, ya que de este término al agregarle los prefijos cum-im derivan los conceptos de communitas e immunitas que están intrínsecamente vinculados. El munus, en tanto vínculo, define a los integrantes de una comunidad ya que este es interpretado como un principio obligante o legal que contempla la exigencia o retribución de ser miembro de la comunidad. Principio o ley inherente a la comunidad del cual pueden ser dispensados o excluidos algunos miembros, según la lógica de seguridad o «protección» de la biopolítica del poder de Estado (sobre todo cuando aplica su política de exención o de estado de excepción) y la operacionalidad del gobierno y de la aceptación o de las resistencias que presenten los contrapoderes existentes de la colectividad, es decir, a partir de ese principio-ley se podría inmunizar a la comunidad respecto de sus integrantes. Este principio-ley es implícito a la constitución y existencia de toda comunidad moderna, por tanto ninguno de los dos términos precede al otro, la comunidad y el principio-ley están coimplicados. Por consiguiente, communitas e immunitas (Espósito, 2007)) no son conceptos opuestos, son polos de un continuum que no se pueden pensar aisladamente el uno del otro. Se semejan, en este aspecto coimplicativo, la comunidad y lo inmunitario a un cuerpo biológico cuyo sistema inmunitario actúa para sobrevivir.

La inmunidad se transforma así en un dispositivo que atraviesa a toda la comunidad en sus diferentes expresiones como cuerpo biológico, económico, social, político, etcétera. Desde esta perspectiva la comunidad se define internamente en relación o delimitación a lo que le es exterior, buscando inocularse ante ello, por ejemplo, en cuanto cuerpo militar se define inmunitariamente ante un posible enemigo invasor externo. Expandiendo por medio de la subjetivación ideológica el exceso de prevención inmunitaria frente a la amenaza contaminante de los migrantes, los extranjeros, los diferentes, etcétera.

A través de la extensión de este sentido inmunizador se forja una identidad que bloquea el reconocimiento de lo común en quienes son diferentes por no proceder de la misma comunidad y son excluidos o aislados. De este modo se pasa de una inmunización necesaria a un «exceso inmunitario». A la par, hacia su interior lo que cohesiona paradójicamente a la comunidad capitalista es su opuesto, lo propio, ya que lo propio es lo común. De aquí que de entrada, la comunidad moderna es una comunidad inmunizada ante lo colectivo o común que no sea el intercambio mercantil entre sus miembros de lo propio o lo que es de su propiedad, dan algo a cambio (por ejemplo, dinero) de lo que reciben (por ejemplo, mercancías). No obstante, este tipo de inmunidad es como una enfermedad autoinmune por alienante cuyo exceso inmunitario puede implosionar a la comunidad, como cuando se ataca una virosis inoculando al cuerpo riesgosamente con más virus, tratando de proteger la vida negativamente. En consecuencia, para una sociedad que aspire a emanciparse de esa lógica inmunizadora alienante de intercambio de propiedades, deberá revertir esa lógica inmunizadora mercantilista sustituyéndola por otra, una biopolítica emancipadora, que anteponga la prevalencia inmunitaria de los bienes comunes o valores de uso ante los valores de cambio mercantil entre propietarios intercambiantes.

La biopolítica emancipadora.

Ha de ser una biopolítica ecosófica liberadora actuante en función de la defensa de un Paradigma Ecoprotector Inmunitario que proponga rehabitar el mundo, una biopolítica inmunitaria impugnadora y confrontadora del biopoder soberano de un Estado y de una gubernamentalidad neoliberales, así como del biopoder del capitalismo de Estado, que arbitrariamente inmunizan negativamente la vida incrementando la exclusión, el aislamiento, el confinamiento, el encierro, la morbilidad, la mortalidad, etcétera. La soberanía del biopoder estatal, si bien es, por un lado, continuidad del antiguo poder soberano del monarca sobre la vida y la muerte; por otro lado, ha adquirido en la modernidad la forma biopolítica inmunitaria a través de las técnicas de gubernamentalidad o control de las poblaciones. Esa arbitrariedad soberana del Estado y su gubernamentalidad se devela como tal cuando se revela quienes son mayoritariamente inmunizados negativamente por el «exceso inmunitario» que puede conducir a sacrificar vidas: grupos sociales, étnicos, de género, etcétera, que ya habían sido segregados o subordinados en sus derechos dentro de las comunidades estratificadas. Realidad ésta que conlleva a establecer la correspondencia biunívoca, término a término, entre el par inmunidad-comunidad con el de derechos-humanos cuando consideramos que intrínsecamente están correlacionados porque se contienen recíprocamente para verificar su naturaleza ética o bioética, sobremanera si asumimos que la inmunidad debiera garantizar positivamente los derechos, o viceversa, de quienes son objeto de políticas inmunizadoras negativas. En este sentido, sustentamos la vigencia de proponer la necesidad de construir colectivamente un Paradigma Ecoprotector Inmunitario que guie y oriente las reflexiones y las acciones para hacer cohabitable el mundo ante las distintas pandemias sanitarias, económicas, sociales, políticas, etcétera, que vulneran la vida y la ponen en riesgo.

Referencias

Espósito, R. (2006). Bios. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires: Editorial Amorrortu.

_________ (2007). Communitas. Origen y destino de la comunidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Foucault, M. (2000). Defender la sociedad. Buenos Aires: Editorial FCE.

_________ (2007). Nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires: Editorial FCE.

Guattari, F. (1996). Las tres ecologías. Valencia: Editorial Pre-Textos.

Negri, A. (2003). Del retorno. Abecedario biopolítico. Barcelona: Ediciones Debate.

Fuente: https://www.aporrea.org/tecno/a291009.html

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El significado literal de la pandemia

La pandemia como alegoría.
La pandemia es una alegoría. El significado literal de la pandemia del coronavirus es el miedo caótico generalizado y la muerte sin fronteras causados por un enemigo invisible. Sin embargo, lo que la pandemia expresa está mucho más allá. He aquí algunos de los significados que se expresan a través de ella. El ser invisible y todopoderoso puede ser tanto lo infinitamente grande (el dios de las religiones del libro) como lo infinitamente pequeño (el virus). En los últimos tiempos, ha surgido otro ser invisible y todopoderoso, ni grande ni pequeño, sino de forma irregular: los mercados. Al igual que el virus, es insidioso e impredecible en sus mutaciones, y, al igual que dios (Santísima Trinidad, encarnaciones), es uno y múltiple. Se expresa en plural, pero es singular.

A diferencia de dios, los mercados es omnipresente en este mundo y no en el más allá; y, al contrario del virus, es una bendición para los poderosos y una maldición para todos los demás (la abrumadora mayoría de los seres humanos y la totalidad de la vida no humana).

A pesar de ser omnipresentes, todos estos seres invisibles tienen espacios específicos de acogida: el virus, en los cuerpos; dios, en los templos; los mercados, en las bolsas de valores. Fuera de estos espacios, el ser humano es un ser sin-abrigo trascendental.

Sujetos a tantos seres imprevisibles y todopoderosos, el ser humano y toda la vida no humana de la que depende son inminentemente frágiles. Si todos estos seres invisibles permanecen activos, la vida humana pronto será (si no lo es ya) una especie en peligro de extinción. Está sujeta a un orden escatológico y está llegando a su fin. La intensa teología tejida en torno a esta escatología contempla varios niveles de invisibilidad y de imprevisibilidad. El dios, el virus y los mercados son las formulaciones del último reino, el más invisible e imprevisible, el reino de la gloria celestial o de la perdición infernal. Solo ascienden a él quienes se salvan, los más fuertes (los más santos ante Dios, los más jóvenes o saludables ante el virus, los más ricos ante los mercados). Debajo de este reino está el reino de las causas. Es el reino de las mediaciones entre lo humano y lo no humano. En este reino la invisibilidad es menos compacta, pero se produce por luces intensas que proyectan densas sombras sobre ese reino.

Este reino está formado por tres unicornios. Sobre el unicornio, Leonardo da Vinci escribió: “El unicornio, a través de su intemperancia e incapacidad de dominarse, y debido al deleite que las doncellas le proporcionan, olvida su ferocidad y salvajismo. Dejando a un lado la desconfianza, se aproxima a la doncella sentada y se adormece en su regazo. Así, los cazadores logran cazarlo”. Es decir, el unicornio es un ser todopoderoso, feroz y salvaje que, sin embargo, tiene un punto débil, sucumbe a la astucia de quienes saben identificarlo.

Desde el siglo XVII, los tres unicornios son el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Son los principales modos de dominación. Para dominar eficazmente, ellos mismos deben ser intrépidos, feroces e incapaces de controlarse, como advierte Da Vinci.

Aunque son omnipresentes en la vida de los seres humanos y de las sociedades, son invisibles en su esencia y en la articulación esencial entre ellos. La invisibilidad es consecuencia de un sentido común inculcado en los seres humanos por la educación y el adoctrinamiento permanentes. Este sentido común es evidente y contradictorio al mismo tiempo. Todos los seres humanos son iguales (afirma el capitalismo); pero, como hay diferencias naturales entre ellos, la igualdad entre los inferiores no puede coincidir con la igualdad entre los superiores (afirman el colonialismo y el patriarcado). Este sentido común es antiguo y fue debatido por Aristóteles, pero solo a partir del siglo XVII entró en la vida de la gente común, primero en Europa y luego en todo el mundo.

Contrariamente al pensamiento de Da Vinci, la ferocidad de estos tres unicornios no se basa únicamente en la fuerza bruta. También se basa en la astucia que les permite desaparecer cuando todavía están vivos, o parecer débiles cuando conservan su fuerza. La primera astucia se revela en múltiples artimañas. Así, el capitalismo parecía haber desaparecido en una parte del mundo con la victoria de la Revolución rusa. Al final, simplemente hibernó dentro de la Unión Soviética y continuó controlándola desde afuera (capitalismo financiero, contrainsurgencia).

Hoy, el capitalismo alcanza su mayor vitalidad en el seno de su mayor enemigo de siempre, el comunismo, en un país que pronto será la primera economía del mundo: China.

El colonialismo, a su vez, simuló su desaparición con la independencia de las colonias europeas, pero, de hecho, continuó metamorfoseado de neocolonialismo, imperialismo, dependencia, racismo, colonialismo interno, etc. Finalmente, el patriarcado induce la idea de estar moribundo o débil debido a las significativas victorias de los movimientos feministas en las últimas décadas, pero en realidad la violencia doméstica, la discriminación sexista y el feminicidio aumentan constantemente.

La segunda astucia es que el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado aparecen como entidades separadas que no tienen nada que ver entre sí. La verdad es que ninguno de estos unicornios separados tiene el poder de dominar. Solo los tres juntos son todopoderosos. Es decir, mientras haya capitalismo, habrá colonialismo y patriarcado.

El tercer reino es el reino de las consecuencias. Es el reino en el que los tres poderes todopoderosos muestran su verdadero rostro. Esta es la camada que la gran mayoría de la población puede ver, aunque con cierta dificultad.

Este reino tiene hoy dos paisajes principales donde es más visible y cruel: la escandalosa concentración de riqueza / desigualdad social extrema; y la destrucción de la vida en el planeta / inminente catástrofe ecológica. Frente a estos dos paisajes brutales, los tres seres todopoderosos y sus mediaciones muestran hacia dónde nos llevan si continuamos considerándolos todopoderosos.

¿Pero serán ellos todopoderosos? ¿O su omnipotencia es solo un espejo de la inducida incapacidad de los humanos de combatirlos? Esa es la cuestión.

Fuente: https://enpositivo.com/2020/05/el-significado-literal-de-la-pandemia-boaventura-de-sousa-santos/

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Estados Unidos: La historia real de Mala educación- El millonario fraude récord que destapó un grupo de estudiantes secundarios

Redacción: La Nación

El caso que inspiró la película Mala Educación fue el mayor fraude del ámbito educativo de la historia de los Estados Unidos, y fue descubierta por un grupo de estudiantes.

Frank Tassone fue un funcionario estadounidense del ámbito educativo destacado por su dedicación. Desde que comenzó su gestión en 1992, levantó el nivel educativo y agregó programas muy innovadores y de impacto social en escuelas estatales de Roslyn, en Long Island. En todo el estado de Nueva York su trabajo era subrayado por ser rupturista y poner a la educación pública de su localidad entre las mejores de todo el país. Sin embargo, una década más tarde, se descubrió que a lo largo de diez años de trabajo en el Estado, Tassone cometió estafas que superaban los 11 millones de dólares, convirtiéndose en el caso de corrupción del ámbito educativo más grande en la historia del país . Lo más curioso de la historia, sin embargo, no fueron las magnitudes de los fondos desviados, sino la forma en la que se descubrió el caso: a través de un artículo escrito por estudiantes de 15 años en el diario escolar .

La historia de Tassone y su equipo (la causa involucra a otros funcionarios y empleados, como co-partícipes ý cómplices) fue retratada en Mala Educación por el joven cineasta Cory Finley , un joven director de 28 años que acaba de estrenar que se basó en el caso real para hacer su segunda película. La producción de HBO está protagonizada por Hugh Jackman Allison Janney Ray Romano y acaba de ser estrenada en la plataforma de streaming de la productora.

Frank Tassone, un dedicado referente de la educación pública

Tassone nació en el barrio neoyorquino de Bronx, y su carrera académica fue sobresaliente: terminó dos maestrías y un doctorado en el Teachers College de la Universidad de Columbia. Una de las razones por las que se destacó durante su gestión fue por la mejora en la performance que experimentaron los colegios del distrito: subió la tasa de estudiantes que completaron el secundario al 100 por ciento, y el 95 por ciento continuó estudiando en universidades. Las escuelas de la comunidad en la que trabajó fueron consideradas las mejores del país durante su período de actividad.

A fines de la década del 90, el periódico The New York Times dedicaba elogiosos artículos a su trabajo y en 1999 llegó a publicar una columna de opinión del propio Tassone. «Las crecientes exigencias de una profesión que todavía no está tan bien compensada como muchas otras, y una economía fuerte… amplía la brecha de ingresos entre la enseñanza y las carreras profesionales más lucrativas», escribió Tassone sobre el trabajo en el ámbito educativo. En 2004, además, el Wall Street Journal consideró a la escuela secundaria Roslyn High como la sexta mejor de Estados Unidos. Pero además, como superintendente del distrito introdujo programas de servicio comunitario entre los estudiantes secundarios, y propuso la enseñanza de idiomas desde el nivel inicial. Tassone, además, dio fuerte impulso a los clubes de lectura en su distrito, y como miembro activo del grupo, multiplicó por diez la cantidad de participantes del club literario Dickens Fellowship de Nueva York.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/la-historia-real-mala-educacion-millonario-fraude-nid2369732

 

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