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Y sin la educación

Por: Hugo Aboites

Como las guerras, las pandemias tienen el potencial de sacudirlo todo, dentro y fuera de las naciones, en las instituciones y comunidades. Pueden desorganizar, recluir en sus casas a la mitad de la población, cerrar fábricas y comercios, acelerar crisis económicas, vaciar los almacenes y farmacias, dejar sin escuela a decenas de millones, alentar el miedo cerval a un enemigo invisible, obligar a pensar en la supervivencia mediante el conteo diario de los fallecimientos, agonizantes y contagiados y alterar así y llevar al límite los sustentos emocionales básicos que son fuente de estabilidad. Y además pueden impulsar a ver de distinta manera y a cuestionar las estructuras de poder que desde fuera y, en reflejo, desde dentro, organizan nuestras vidas.

No hemos llegado todavía a ese punto. A pesar de la alteración que ya sufrimos, la crisis de los sistemas que nos gobiernan y nos organizan no ha estallado aún. Ayuda grandemente el que exista una persuasión básica de que el manejo de la pandemia –por gobiernos y autoridades institucionales– en México está siendo exitoso y eso se traduce en una importante dosis de confianza. Lo corrobora, en contraste, la situación de España, Italia y, sobre todo, Estados Unidos que, gracias a Trump, es visto ahora como el más eficiente epicentro mundial de la pandemia. Ha ayudado también a la relativa tranquilidad el hecho de que el 20 de abril ha sido establecido por el gobierno mexicano –queriéndolo o no– como la fecha mágica del fin de la anormalidad. Es cierto que de inmediato se agrega que en esa fe-cha sólo se habrá conseguido un nivel de contagios manejable que no sature la capacidad de la infraestructura de salud del país, pero no queda claro su significado en términos del aproximado de contagios y fallecimientos diarios que significará lo manejable, qué tanto podrá domarse una curva en ascenso que se anticipa no será para nada semejante a la situación muy mitigada que hasta hoy vivimos. El otro elemento clave es el de la profunda desigualdad que tiene el país. Esta no es homogénea, no es igual en la ciudad que en el campo, en el norte o sur, entre los pueblos indígenas y sus comunidades, entre quienes tienen diversos niveles de escolaridad, de ingresos, de acceso a servicios médicos. Por eso es difícil prever. Si lo que tendremos a finales de abril no es alentador y el contagio ha comenzado a extenderse en esa otra mitad de México, la situación puede ser sumamente complicada y hasta descontrolada. En concreto, con un nivel de contagios que ciertamente será más alto que el que ahora tenemos, ¿volveremos a abrir escuelas y universidades? ¿Nos encerraremos otra vez con grupos de 30, 40 y hasta 60 niños y jóvenes? ¿y las empresas? ¿centros de diversión? Y si no lo hacemos, la crisis de la economía se alzará de un tamaño amenazador; además, podrá haber desabastos y reacciones sociales difíciles de controlar. Habrá dilemas muy profundos dentro del propio gobierno y las instituciones y estarán solos.

Todo esto sucederá dentro de una sociedad muy fracturada, con polos extremos de riqueza y de visiones de la sociedad. Ahí estarán incluidos los 30 millones de estudiantes y maestros, con el rol asignado de meros testigos de lo que otros hacen y deciden. Porque, en lugar de prepararnos durante años tejiendo lazos y redes de conocimientos desde las escuelas y universidades, hemos privilegiado la idea de la distancia escolar respecto de los grandes y pequeños problemas de la comunidad y la sociedad. Hemos adoptado la concepción del mundo y de la sociedad implícitos en el énfasis de la excelencia y calidad, las que llevan a un profundo conservadurismo social. El peso demográfico de la educación (organiza a casi un tercio de la población del país) y su potencial como generador de corrientes de conocimiento capaces de seguir funcionando a lo largo y ancho de la nación, desde vetas hasta enormes cauces, es estratégico para generar participación, en un momento como este y en una crisis –lo dijo el subsecretario de Salud– que no se agotará pronto; tal vez, se dice, hasta octubre.

Sólo los maestros que durante años se organizaron para resistir, dentro y fuera de la escuela, aliados con comunidades y colonias, tienen la experiencia y la visión de qué hacer en un momento como éste. Y ya comienzan a ensayarlo en la Ciudad de México y en Michoacán, manteniendo vivas las escuelas no como lugares físicos, sino como espacios de convergencia de problemáticas sociales que niños y padres, en sus casas, analizan y procesan. Es decir, lo que no sabemos hacer los académicos universitarios, individualizados y distantes del contexto, en instituciones vendedoras de cursos, asesorías e investigaciones y con una visión profundamente privatizada de nuestro trabajo. Y, como resultado, con universidades que no construyen su papel como actor social clave, somos los cascarones vacíos de nuestros edificios; como si no existiéramos para el país y para su gente.

Fuente:  https://www.jornada.com.mx/2020/03/28/opinion/020a2pol
Imagen: https://pixabay.com/photos/class-classroom-room-school-empty-1986501/
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Alemania: Millones de niños podrían morir por hambre y enfermedades

Redacción. DW

Casi 30 años después de la entrada en vigencia de la Convención sobre los Derechos del Niño, muchos infantes siguen estando desprotegidos. 56 millones podrían morir hasta 2030 por hambre y otras causas evitables.

Falta de alimentación, carencia de seguro médico, conflictos. Estos son motivos por los cuales 56 millones de niños podrían morir hasta 2030. El pronóstico ha sido comunicado por el Gobierno Federal de Alemania como respuesta a una consulta parlamentaria de la bancada del partido Los Verdes. Esta última se interesaba por los avances en la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989.

En total, 150 millones de niños en el mundo están desnutridos en forma crónica y 50 millones más, de manera severa. También el destino de menores de edad en zonas de conflictos armados constituye un asunto de preocupación, según el Gobierno Federal. Los infantes están más que nunca «desprotegidos ante la violencia generalizada y las violaciones sistemáticas del Derecho Internacional Humanitario”. Más de dos terceras partes de todos los niños del mundo están sometidos a algún tipo de violencia, según el documento. El Gobierno Federal se basa en datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, de la Organización Mundial para la Salud y del Programa Mundial de Alimentos.

Consecuencias de la contaminación ambiental

Según el mismo reporte, también el cambio climático representará en el futuro una amenaza para la infancia. Se asegura que 500 millones de niños viven en regiones en las que podrían presentarse inundaciones, 115 millones en zonas golpeadas frecuentemente por tormentas tropicales y 160 millones en áreas azotadas por la sequía. En total, una cuarta parta de los fallecimientos de niños de menos de cinco años es atribuible al cambio climático.

Alemania aportó, en el año 2017, 572 millones de euros para mejorar las condiciones de salubridad de niños y madres. Los receptores de esta ayuda financiera fueron organizaciones bilaterales y multilaterales. El experto en Derechos Humanos del partido alemán Los Verdes Kai Gehring saluda que la mejora de las condiciones de vida de infantes sea por fin una prioridad en la agenda exterior del país. Sin embargo, asegura que todos estos esfuerzos podrían ser inútiles en la medida que se sigan exportando armas. Según él, el Gobierno alemán debería invertir mejor el astronómico y polémico presupuesto para armas de guerra en ayuda humanitaria y en la creación de oportunidades para niños vulnerables.

La Convención sobre los Derechos del Niño fue aprobada el 20 de noviembre de 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sus 54 artículos brindan un marco legal para garantizar el pleno desarrollo físico, mental y social de menores de 18 años en el contexto global. De igual manera, se exige a los Estados firmantes garantizarles oportunidades educativas, de salud y de supervivencia, así como mecanismos de inclusión y participación en la vida política y social.

Fuente: https://www.dw.com/es/millones-de-ni%C3%B1os-podr%C3%ADan-morir-por-hambre-y-enfermedades/a-47968609

 

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Vida humana, muerte y supervivencia: la ética material en la obra de Enrique Dussel

Reseña:

Autor: Gabriel Herrera Salazar

El presente trabajo es relevante para todos aquellos que se inician en la filosofía de la liberación, científicos sociales críticos que parten de fundamentos éticos y luchadores sociales que en sus actos de habla llevan implícita la praxis de la liberación. Puede considerarse como un paso previo a mi obra publicada en 1998 bajo el título: Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión, la cual en el 2013 se publicó por primera vez traducida al inglés, lo que hace que su lectura, discusión y crítica lleguen a nuevos rincones del mundo.
Para nosotros, la afirmación de la vida es el contenido de todos los actos humanos y el fin último de la existencia humana; esta es la diferencia que existe con el actual sistema capitalista, el cual tiene como fin último el aumento de la tasa de ganancia. El mal consiste en la perversidad del sistema actual, que ha llevado a poner en crisis la vida de todas las especies que habitamos en el planeta Tierra.
Un sistema que produce muerte es injusto y debe éticamente ser cambiado por otro diferente y más equitativo. La liberación se juega en el límite de la vida, en la sobrevivencia del oprimido, el excluido, la víctima. Es por ello que el criterio material de la ética de la liberación es la vida humana En diciembre del 2007 en el CIDECI-Universidad de la Tierra, don Durito de la Lacandona —en voz del subcomandante insurgente Marcos— nos dijo: “Cuando parece que no queda nada, quedan los principios”. La ética de la liberación es una ética de principios, principios que están inspirados en la digna lucha del EZLN.
El escrito que el lector tiene en sus manos es el resumen de los apuntes de Gabriel Herrera, un alumno que siguió mis cursos desde el año 2000, cuando era estudiante en la carrera de filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa.

Ofrece una guía teórica-pedagógica que sitúa la argumentación filosófica de una ética material crítica fundamentada en seis principios, y en Vida humana, muerte y sobrevivencia. La ética material en la obra de Enrique Dussel pocas páginas logra digerir un trabajo que está expuesto en más de seiscientas.
Esperamos que el análisis de esta obra contribuya al diálogo intercultural en el marco del intercambio sobre ética y política frente al despojo.

Descarga gratis en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/cesmeca-unicach/20170419035719/pdf_656.pdf

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Resiliencia alimentaria en Guatemala o vivir en peligro

Por: Beatriz Villarreal. 

 

Luego del ataque a las torres gemelas en Estados Unidos los países que eran parte del proyecto político de la modernidad, las instituciones  democráticas  y las políticas públicas comenzaron a vivir en peligro. Antes de esto, la meta era la búsqueda de una vida plena y segura para toda la población. A partir de esa fecha se impuso a nivel global, cada vez más, en cada país “modelos reducidos” que nos condicionan a vivir en peligro. El peligro se convirtió en parte de nuestras vidas, vivir, convivir y remontarlo con planes específicos. Las instituciones sociales han tenido que ubicarse progresivamente en un medio social  que tienen que tomar estas adversidades como una característica  que es parte del proceso a construir por las personas y los pueblos  en todo el mundo, desarrollando nuevas competencias para vivir en este contexto. Lo cual requiere de sujetos capaces y conscientes de este proceso, haciendo responsables a los gobiernos para que enfrenten además de esto problemas sociales, secuelas como  la destrucción y el deterioro del ambiente como es el caso de Guatemala.

De ahí en adelante se definió un nuevo término que es la resiliencia. Se le define como el realismo del peligro planetario, pues ya no hay retorno a la seguridad a la que  aspiraban las sociedades. La inestabilidad y la inseguridad se han convertido en la norma de los sistemas complejos, que hace que la supervivencia sea una responsabilidad individual y dependa de la madurez y de la razón colectiva que podamos alcanzar.

Respecto a la difícil situación alimentaria en Guatemala el Estado es el responsable de proteger a los sectores afectados por el hambre. Los gobiernos deben responder con un  adecuado manejo y coordinación de las  instituciones gubernamentales  como el Ministerio de Desarrollo, El Ministerio de Agricultura, La Secretaría de Salud Alimentaria, La Facultad de Agronomía de la USAC, La Escuela de Alimentos del Centro Universitario de Mazatenango, entre otros, para hacer realidad y asegurar los programas  de producción,  elaboración y distribución de alimentos a la población deficitaria, así como para eliminar los riesgos ocasionados por ejemplo por fenómenos ambientales como es la sequía de este año 2018. Las consecuencias en las pérdidas de cosechas de maíz y frijol de la población de más escasos recursos ya es una realidad. Las demandas de alimentos aumentan ante la imposibilidad de la cuarta parte de la población de obtener una alimentación saludable y nutritiva para todos sus miembros y en especial para los niños. Este problema al no ser resuelto a tiempo y adecuadamente por el gobierno, a pesar de contar con información, multiplicó la  gravedad de esta situación y demostró la incapacidad del gobierno actual para resolver esta grave situación.  Otros ejemplos más generales  para el cambio climático con la escasez de lluvias en lugares como Chiquimula,  afectan desde hace años a la población más desnutrida de ese departamento. El Ministerio de Ambiente no ha dado respuesta alguna ni ha reforestado, sino que más bien la producción de alimentos se ha venido reduciendo significativamente en ese departamento.

Según la definición de resiliencia la capacidad para hacer frente a esta vulnerabilidad tiene que anticipar  adecuadamente los efectos adversos  para  resistirlos, enfrentarlos y poder recuperarlos. Tomar en cuenta las posibilidades de ocurrencia de desastres naturales y sociales como parte del quehacer de la política púbica pública para incrementar la respuesta a esa limitación por las comunidades afectadas para superar, en nuestro caso, problemas tan profundos e históricos como el hambre y la desnutrición, por nosotros mismos y apoyados en la solidaridad internacional de países e instituciones como la FAO. Esto sería desarrollar capacidad para el manejo correctivo y futuro de los riesgos, teniendo como premisa no exponer de manera deliberada  la vida de muchas personas y sobre todo desterrar la desnutrición profunda que no permite un crecimiento saludable y adecuado de gran parte de la población que vive en pobreza extrema en las regiones más alejadas del país. Esto es lo que la hace tan vulnerable a este país.

El grupo del Banco Mundial pretende erradicar la pobreza extrema en todo el mundo en el año 2030. En el año 2015 el porcentaje de pobreza extrema a nivel mundial era del 10%. De 1990-2015 -25 años- se logró superar la pobreza en mil millones de personas y actualmente faltan 736 millones que subsisten con $1,90 al día. En los países de ingreso medio, como Guatemala, el 25% de la población subsiste con $3,20 al día. Son aproximadamente 24 quetzales al día por familia para educación, electricidad, agua y saneamiento. Los más afectados son los niños y las mujeres, suman  casi 4 millones de guatemaltecos.

Es una cifra significativa. Esto le genera una incapacidad crónica a importantes grupos de personas de obtener lo mínimo para subsistir al no ser son tomadas en cuenta por las políticas públicas para la formación de capital humano, con inversión en programas alimentarios o de salud. Hay que destacar que por los escasos resultados de los esfuerzos hechos en esta materia por los últimos cuatro gobiernos (20 años), Guatemala no es incluida en el grupo de los 28 países pioneros en proyectos para la formación de capital humano, que son programas requeridos para preparar a la población para el futuro, lo que le genera mayor vulnerabilidad. Es importante señalar que el grupo del Banco Mundial ha logrado establecer la existencia de una relación directa o correlación entre aspectos como la salud y la educación con el crecimiento económico. Lo que para el caso de Guatemala permite obtener una conclusión en el sentido de que esa correlación no existe. O sea que para el sector económico no es prioritario la formación un buen recurso humano sano y educado.

Las resultados del actual gobierno comparados con las cifras anteriores son similares a las de hace veinte años. Se siguen muriendo niños por hambre y por desnutrición grave. Por año las cifras son iguales o van en aumento.  Esto significa que es muy poco lo que se ha hecho. No hay ningún avance en las medidas gubernamentales. Puede decirse que este no es un gobierno que tiene la voluntad, decisión política y vocación de resolver esta catástrofe. Pareciera que vivimos de la caridad de instituciones internacionales y no de las políticas públicas que son responsabilidad de cada gobierno y de sus gobernantes. El balance por las cifras que se muestran es muy negativo. Para este país la educación, la alimentación y la salud de la población no son la prioridad. De continuar así el peligro será nuestra ruta para los próximos años y décadas.

Fuente del  artículo: http://elsiglo.com.gt/2018/11/05/resiliencia-alimentaria-en-guatemala-o-vivir-en-peligro/

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Entrevista a Ebele Okoye: «La lucha por la mujer en África es ahora la supervivencia»

Entrevista a Ebele Okoye

Por: J.S

La ONG Sociedad de Cooperación Educativa desarrolla tareas de formación en pueblos del suroeste de Nigeria Ebele OkoyePremio Harambee 2018

 Ebele Okoye es una farmacética nigeriana que está al frente de proyectos educativos para la mujer en diversos puntos del suroeste de Nigeria. Forma parte del consejo de administración de la ONG Sociedad de Cooperación Educativa de la Junta de Mujeres (Women on Boards). Este año ha recibido el premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.

-¿Qué es el Programa Amad y dónde trabajan?

-El programa busca el desarrollo de los mujeres y actuamos en zonas rurales del suroeste de Nigeria.

-¿Qué acciones desarrollan?

-Ayudamos a niñas que no pueden ir a la escuela o a jóvenes que han tenido que abandonar el sistema educativo formándolas para que puedan encontrar un oficio. Con universitarias, en las que queremos despertar una conciencia social, vamos a aldeas y pueblos para enseñarles a cuidar niños, proporcionar asistencia médica, ayudarles a conseguir microcréditos, darles nociones de higiene o instruirlas en la preparación de una dieta más nutritiva, que no sólo cocinen con yuca. Hemos atendido a más de cuatro mil mujeres en los últimos años.

-¿Las universitarias nigerianas son receptivas a estas tareas de voluntariado?

-Son conscientes de lo que ellas han recibido, de que han podido acceder a una educación y quieren colaborar con otras que no han tenido esa suerte.

-¿Qué distingue su organización de otras que realizan una labor similar?

-Somos africanas que ayudan a africanas. En África estamos convencidos de que la solución a los problemas del continente no vendrá de fuera, sino de nosotros.

-¿No ayudan los programas que vienen de Europa u otras zonas?

-Por supuesto que ayudan. Pero a veces sus planteamientos no responden a la realidad africana, sino a ideas preconcebidas que no funcionan como deberían.

-¿Cómo es la lucha por los derechos de la mujer en África?

-Es un nivel diferente al que hay en Europa. La lucha por los derechos de la mujer en África es la lucha por la supervivencia. Hay que tener en cuenta que la edad media no pasa de los 50 años.

Fuente: http://www.lasprovincias.es/sociedad/lucha-mujer-africa-20180308003808-ntvo.html

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El privilegio de vivir

Por: Carolina Vásquez Araya
Rodeados de maldad y violencia, quisiéramos refugiarnos en el limbo del no saber.

Más de una vez me han criticado por exhibir y denunciar la violencia en mis redes sociales y más de una vez he visto cómo el afán de no saber, modera y neutraliza el impulso natural de las personas sumergiéndolas en una aceptación muda de lo inaceptable, en un silencio ominoso capaz de sepultar su instinto de supervivencia como si el horror del crimen impune fuera una maldición inevitable, impuesta por alguna fuerza superior.

La exhibición de la realidad no es el juego irresponsable de periodistas y comunicadores sensacionalistas. Cuando ponemos la violencia frente a la sociedad –esa que nos acecha a cualquier hora del día sin haber mediado provocación alguna- es para poner el tema en el tapete, esculcarlo y desmenuzar sus diversas manifestaciones con el fin de despertar la conciencia ciudadana y sacudir esa manera tan particular de evadir el bulto a la que todos nos hemos adaptado.

La necesidad de aislarnos del entorno para encontrar un pequeño espacio de felicidad y realización personal no nos excusa de nuestra responsabilidad ciudadana ante la catástrofe humanitaria en la cual estamos inmersos, ni nos libera del papel de guardianes de un entorno en constante degradación. Las precarias condiciones de vida de la inmensa mayoría de seres humanos, los menos privilegiados, no responden a un proceso natural condicionado por su capacidad reproductiva como algunos pretenden justificar, sino a estrategias muy bien elaboradas para hacer de esas grandes masas un recurso de mano de obra barata incapacitada para rebelarse y exigir derechos.

En nuestro planeta nada ha sido casual ni producto de procesos naturales. Pequeños círculos de poder político y financiero han provocado las peores catástrofes ambientales de manera intencional con el único fin de aumentar su riqueza, llevando a regiones enteras a un estado irreversible de degradación, matando toda posibilidad de renovación en enormes territorios explotados hasta el límite con el propósito de extraer sus tesoros.

La maquinaria financiera mundial se ha blindado de tal modo que sus instituciones se han vuelto intocables y manejan el poder de llevar a la quiebra o empeñar los recursos de las naciones más débiles con un simple acuerdo, una sanción, una deuda impaga. Esa estructura perversa se consolida en el tiempo quitándole la sangre y las oportunidades a los sectores más desprotegidos a nivel global, propiciando conflictos bélicos sobre pretextos inexistentes o basados en más explotación, más riqueza para sus arcas, más proliferación de armas en manos de dictadores amparados por el gran capital.

Si tuviéramos la voluntad de abrir los ojos y ver, se produciría un cambio de perspectiva desde el ámbito personal con el potencial de sacar de su modorra a una ciudadanía capaz de promover una transformación de la polaridad y un retorno al camino de la democracia. Estamos rodeados de secretos de Estado, del ocultamiento de asuntos de interés público y de mentiras oficiales; pero no hay un contrapeso ciudadano capaz de romper esa distorsionada forma de ejercer el poder. Esto sucede porque no queremos saber para tener la libertad de disfrutar una realidad propia, íntima y ferozmente resguardada. No importa si afuera de ese ámbito personal se viola, se asesina y se acaba con los sueños de otros menos afortunados.

El privilegio de vivir no es gratuito, estamos encadenados a un sistema y ese sistema está integrado por otros como nosotros, con sueños similares y similares formas de concretarlos. Esa es una razón poderosa para unir esfuerzos y visión de futuro; para derribar los muros que nos separan.

*Fuente:  www.rebelion.org

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Asesinan cada año a más de 35.000 elefantes. La difícil lucha por la conservación

www.ecoportal.net/27-07-2016/

El precio del marfil se ha disparado hasta los 2000 dólares por onza y la matanza alcanza cada año a más de 35.000 elefantes. El fotoperiodista Álvaro Ybarra Zavala viaja a Kenia para captar su supervivencia.

A principios del siglo XX, unos cinco millones de elefantes vivían en el continente Africano. Hoy, su población, a la espera de que este año se complete el gran censo de elefantes –financiado con siete millones de dólares por el cofundador de Microsoft Paul G. Allen–, se estima en menos de 470.000 individuos.

Como ocurre con el mercado de las materias primas africanas, la creciente demanda de China y otros países del Lejano Oriente desató a finales de la pasada década la codicia por el marfil africano de un modo exponencial. El precio de este preciado material, de hecho, se ha disparado desde el año 2004, pasando de los 200 a los 2000 dólares por onza. La matanza, calculan los expertos, alcanza cada año a más de 35.000 elefantes

En los últimos años, sin embargo, gracias a las políticas de sensibilización del gobierno y de entidades como Big Life o la David Sheldrick Wildlife Trust, la tendencia ha cambiado. El programa de huérfanos de la David Sheldrick Wildlife Trust es uno de los proyectos de conservación de elefantes más ambiciosos que existen en Kenia. El compromiso de estas fundaciones es clave en la lucha contra el tráfico ilegal de marfil y sus políticas de implicación de la población local en la protección de estos extraordinarios animales son todo un éxito. «Ahora, en nuestra tierra vemos a los elefantes como compañeros de viaje del futuro de nuestro pueblo –apunta Tim Casaina un de los principales comandantes de rangers de la la Fundación Big Life Foundation –. Si logramos protegerlos sabemos que el pueblo masai tendrá futuro en esta región»

Los Rangers de la Big Life Foundation, fundada en 2010 por el fotógrafo británico Nick Brandt, llevan un lustro luchando contra esta plaga en la región de Amboseli que, hasta hace muy poco tiempo era uno de los puntos más calientes del tráfico ilegal de marfil en Kenia. Amboseli está considerado, de hecho, como una de las mejores experiencias de observación de la fauna de todo el planeta.

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