Ecuador / 05 de octubre de 2016 / Fuente: http://www.entornointeligente.com/
La cantidad de deberes que envían los maestros a sus alumnos será limitada. La medida será obligatoria para instituciones fiscales, municipales, fiscomisionales y particulares.
La disposición rige desde el actual año lectivo (2016-2017) en la Sierra y Amazonía. Sin embargo habrá una prórroga hasta enero para que los planteles ajusten su planificación para incluir las tareas en lugar de enviarlas a casa. En el caso de del régimen Costa, la aplicación será desde el primer día de clases del ciclo 2017-2018.
Augusto Espinosa, ministro de Educación, negó, la mañana del lunes 3 de octubre, que sea una medida improvisada y destacó que el tema está en estudio desde que trabajaban en las modificaciones del c urrículo educativo que entró en vigencia este año.
La Cartera de Estado propuso que el tiempo dedicado a tareas aumente de acuerdo con el nivel de instrucción.
* Para los estudiantes de primer grado de Educación General Básica (EGB) no habrá deberes.
* Para los alumnos de segundo a cuarto de EGB se propone de 30 a 40 minutos de tareas diarias.
* Desde quinto a séptimo de básica se plantean tareas que pueden tomar desde 40 hasta 60 minutos en total.
* En el caso de los chicos de octavo a décimo de básica se pueden enviar deberes que no sobrepasen los 80 minutos.
* Los adolescentes de Bachillerato tendrán que cumplir con un máximo de dos horas de tareas diarias en los domicilios.
La Junta Académica de cada institución es la responsable de la construcción de la política de tareas. Espinosa advirtió que los planteles que requieran enviar deberes que sobrepasen estos tiempos deben planificarlo y enviarlo para su aprobación por parte de la comunidad educativa .
Para mandar deberes , los docentes deben considerar pertinencia, planificación y cantidad. Según Espinosa se debe respetar el tiempo libre. Por eso se pidió evitar mandar obligaciones en fines de semana y feriados.
María Uquillas, madre de familia, no está de acuerdo con la medida. Ella dice que su hijo de 12 años invertía tres horas en promedio para evacuar las distintas tareas. Luego salía con sus amigos a jugar.»Ahora va a tener todo el tiempo libre y yo no sé en qué se pueda meter»
Juan Padilla , padre de familia, está conforme con el cambio.»Algunos profesores mandaban deberes hasta por castigo y los chicos no aprendían»
El Ministro señaló que las actividades familiares , deportivas y recreativas también son parte del sistema de enseñanza en el que están sus hijos.
Cuando se habla de tareas escolares se alude a las que deben realizar los niños que cursan los primeros años del sistema educativo. El nombre “escolares” alude a la escuela primaria, ya que, en el bachillerato, se habla de liceo y, en otras esferas mas elevadas, se hace referencia al nombre de los respectivos institutos de enseñanza.
La “tarea”, que es realizada en la casa de habitación, es considerada por los maestros como un complemento necesario de la jornada de estudio, para ampliar las nociones que fueron impartidas; demostrar la comprensión que el alumno tuvo de la enseñanza recibida, y desarrollar las técnicas de investigación. La bondad de todo ello no impide que la “tarea para la casa” constituya un calvario para el niño, para el cual todo el esfuerzo del día de clases debería ser premiado con un tiempo libre para “jugar”; actividad lúdica que forma parte de su desarrollo.
El niño llega del colegio cansado y, al verse obligado a hacer una tarea, cae en estado de irritación, lo cual incide sobre la familia que, ya no encuentra en él a alguien con quien compartir las maravillosas ocurrencias de la infancia, sino a un personaje frustrado.
Hay que añadir a lo anterior la irracionalidad del maestro que no limita la tarea a su expresión mas sencilla, sino que la llena de exigencias que regulan cualidades y conocimientos que, obviamente, el niño no posee. Es así como al final, el alumno termina pidiendo a gritos la ayuda del hermano mayor, del padre, de la madre, ¡DE QUIEN SEA!!
En resumen, la tarea va a ser cumplida por estas personas que, para hacerlo tendrán que cambiar su ritmo de actividad y regresar a su pasado escolar. La irracionalidad aludida es tan compleja que las exigencias están por encima del nivel de los padres y, éstos tienen que, o bien, volverse investigadores, o bien, someterse al tormento de elaborar textos escritos, u obras manuales que, incluso, son verdaderos proyectos arquitectónicos, electrónicos, químicos, todos ajenos a sus habilidades.
Dentro de la irracionalidad aludida está la “tarea de los fines de semana”, que duplica a la de todos los días, porque tal periodo no será de descanso sino de un mayor esfuerzo.
El maestro no se detiene en exigencias, por lo cual incita a la competitividad entre los alumnos, quienes serán incapaces de estar a la altura, por sí solos, de las realizaciones técnicas exigidas y acosarán a sus padres para obtener mas apoyo. Esto es un círculo en el cual se pondrán a prueba los “ayudantes” de los restantes niños que, en definitiva, pasarán a competir entre ellos.
Hay países en los cuales la situación narrada ha llevado a trasladar al propio colegio la tarea de la casa, en forma que, transcurridas las horas de clase, se pasa a las tareas “dirigidas”.
No es posible que nuestro sistema no haya reaccionado rechazando la tarea escolar en la casa ya que en varios países se han elaborado textos legales para su eliminación en la escuela primaria.
No puede ignorarse otra situación igualmente grave como lo es la “multidiversificación” de las enseñanzas que se destinan al niño (deportivas, artísticas, etc.), pero esto ya es otro problema que recarga enormemente al niño y será un tema futuro. Por el momento confesamos estar de acuerdo con la eliminación de la tarea hogareña, ya que al niño hay que dejarle jugar para que rinda mas, y disfrute plenamente su infancia y que, además, no puede colocarse al padre, permanentemente, como un “hacedor de tareas”, obligación añadida a la dura carga de la crianza infantil.
En el hogar como en la escuela se suceden situaciones vivenciales con alegría, entusiasmo, etc. y a veces otras amargas y angustiosas. Ahora compartimos un trocito de una historia que precisamente tiene que ver con las tareas escolares.
¿Qué significado educativo tiene la tarea y cuál su función formativa?
En opinión del pedagogo: “la tarea es un mecanismo desarrollado en la escuela tradicional que prohíbe la actitud crítica y creativa de los estudiantes, hay momentos formativos e instructivos que deben trabajarse en el aula y no así en la casa, porque es en este escenario que se ve y evalúa la evolución y progreso del alumno en determinados conceptos, habilidades, procedimientos y actitudes, hoy vivimos en el mundo el avance de las tecnologías, allí es donde la tarea resulta siendo un perjuicio para los estudiantes porque se les quita tiempo y espacio para sus actividades de interés personal y social, con la tarea se los mecaniza y se los encierra en una sola mirada cognoscitiva en determinados conceptos y habilidades”.
Desde el punto de vista psicológico: “las tareas hacen estudiantes con poca vida social y cultural en los aspectos emotivo, sentimental y físico biológico, ya que se pasan horas y horas en las aulas y con tareas, memorizando conceptos, procedimientos, habilidades y actitudes que asumen los docentes, hecho que ha producido que el niño se olvide de ser niño y el adolescente se olvide de ser adolescente, ahí viene la secuela de los adultos que quedaron frustrados y sin proyecto de vida”.
Desde la sociología: “las tareas tienen fundamento cuando estas van acompañadas de actividades que los estudiantes pueden y deben hacer en la sociedad, por ejemplo: practicar las relaciones humanas, practicar valores como la solidaridad, el compañerismo, la cooperación, encuentro tolerante, etc. O trabajar ayudando a los papás en los quehaceres de la casa, practicando lo que aprendió en la escuela como conocimientos y saberes que son valorados en la sociedad. Pero lo que ya no podemos permitir es que hagamos tareas para repetir lo que está escrito en los libros o textos, o mecanizarnos con determinados conceptos, reglas, normas o ejercicios hegemónicos”.
Desde la mirada antropológica: “las tareas no distinguen las diversidades culturales, las diversidades sociales, las diversidades de pensamiento de los estudiantes, la tarea tiene como propósito, homogeneizar la sociedad, sin reconocer la diversidad. Las tareas sirven a un pensamiento homogéneo que lo estamos superando, reconociendo la diversidad. Entonces habría que preguntarse ¿cuánto estamos creando y recreando de nuestras culturas en bien de los estudiantes y de la sociedad? ¿Cuánto de este mundo globalizado actualmente nos sirve para desarrollarnos como pueblos que tenemos nuestra propia identidad y que por años hemos mantenido un sistema de vida más armonioso, más fraterno, más humano, sin dañar a nadie y cuidando de aceptar al otro con sus debilidades y sus fortalezas?”
La escuela de nuestro tiempo tiene el reto: la educación debe servir para hacer felices a los niños y jóvenes de nuestra sociedad, debe servir para aprender a vivir con tolerancia y en la diversidad, para que tengamos nuestra propia identidad, ¡pero ante todo para ser más humanos!
UN GRUPO de senadores presentó un proyecto de ley para prohibir que los alumnos con jornada escolar completa sean recargados con tareas escolares en sus casas. De acuerdo con los fundamentos del proyecto, “la realidad no se ha ajustado a las ideas que inspiraron la extensión de la jornada escolar”, desatando una competencia entre las escuelas por el Simce y la PSU, que “ha llevado a extender la jornada escolar aún más, a través de extenuantes tareas que llevan los menores a sus hogares”.
A nivel internacional no existe un solo modelo respecto a la cantidad de horas que los niños deben destinar al estudio en el colegio y fuera de éste. Asia y Estados Unidos, por ejemplo, difieren sustancialmente en este aspecto. Sin embargo, los estudios de la OCDE muestran que los niños chilenos están por debajo del promedio del organismo -cuatro horas a la semana, versus cinco a nivel del bloque- en cuanto al tiempo que destinan a hacer tareas y estudio fuera del colegio, lo que bien orientado puede ser altamente positivo (es el caso de Finlandia, donde las familias destinan un tiempo considerable a bibliotecas y museos).
El problema más de fondo no parece estar en las tareas escolares, sino en la forma como se aprovecha la jornada escolar. Los alumnos chilenos así como los profesores tienen más horas lectivas que el promedio de la OCDE; aun así, los resultados en las pruebas PISA, si bien no son desoladores, distan de ser óptimos. Ello debe llevar a preguntarse por las técnicas de aprendizaje dentro de las salas de clase, donde parece haber evidentes falencias.
Una prohibición por ley de las tareas escolares resulta equivocada -además de abusiva- y elude la discusión de fondo. Los proyectos educativos deben tener amplia flexibilidad y permitir que las preferencias de las familias incidan en cómo debe ser la educación de sus hijos, resultando legítimo que existan colegios cuyo proyecto se oriente a profundizar las horas de estudios.
Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=tareas+escolares&client=firefox-b-ab&biw=1024&bih=489&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwiMnOGiqaPNAhVEmR4KHT1wB0AQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=iQYH73aC-M0BpM%3A
España/12 de abril de 2015/Antonio Sandoval/Fuente: La Voz de Galicia/
El pedagogo italiano presentó en Santiago la edición en gallego de su clásico «La ciudad de los niños», publicado por Kalandraka. Tonucci, en una entrevista concedida en el 2012 a La Voz también dejó este sorprendente titular que ha hecho reflexionar a muchos
Hablamos con Francesco Tonucci (Frato) en un restaurante del centro compostelano, sobre una mesa de madera oscura que sus manos acarician mientras va eligiendo con esmero las palabras con que va respondiendo, en castellano, a nuestras preguntas. Aprendió este idioma por sí mismo durante sus incontables viajes a España y Sudamérica. En una ocasión, en Argentina, llegó a dirigirse a 13.000 personas en un estadio.
Tonucci nació en Italia en 1940. Graduado en Pedagogía en 1963 (Universidad Católica de Milán), trabajó como maestro. Desde 1991 realiza en su ciudad natal de Fano el proyecto La Ciudad de los Niños. Es asesor científico del proyecto El Museo de los Niños, de Roma, y de otras entidades vinculadas al Proyecto Internacional de la Ciudad de los Niños, que se está desarrollando en Italia, España y varios países latinoamericanos. Ha estado en muchas ocasiones en Galicia. Esta vez ha venido para compartir sus ideas con un nuevo libro bajo el brazo: la edición en gallego de su clásico La ciudad de los niños, publicado por Kalandraka.
Esa misma mano que acaricia la mesa como con curiosidad de ebanista estaba hace un rato escribiendo y dibujando dedicatorias en los ejemplares de una cola infinita de lectores entregados. La presentación de su obra ha abarrotado como nunca el salón de actos de la Facultade de Ciencias da Educación de la Universidade de Santiago. Incluso se han fletado autobuses desde A Coruña.
«Este es un proyecto político, no educativo», ha comenzado explicando. Para apoyar su mensaje ha citado a san Agustín y a otros pensadores clásicos, pero sobre todo a niños. Niños con quienes ha dialogado sin prisa a lo largo de sus viajes. Charlar con él aviva en cualquier ánimo sensible el compromiso personal con tantos cambios como son necesarios.
-¿Qué pueden hacer los niños por la ciudad?
-Es una pregunta aparentemente pequeña, pero que implica muchas cosas. Lo primero es estar presentes. Hoy uno de los aspectos más preocupantes de la ciudad es la desaparición de categorías sociales: niños, niñas, ancianos, discapacitados… No se ve por las calles niños de en torno a los 12 años jugando. Esto empobrece mucho.
– ¿En qué sentido?
– En su ausencia nos portamos peor, como demuestra por ejemplo cómo funciona el tráfico. La presencia de niños hace la ciudad más segura, pues nos obliga a un mayor control, y también más bella y vivible. Otra cosa que pueden hacer es participar en el gobierno municipal con sus ideas. Es decir, aportar su punto de vista en las decisiones y cambios. Una ciudad buena debe ser para todos. Normalmente, cuando los adultos pensamos en «todos» pensamos solo en «todos los adultos», olvidando a ancianos, discapacitados y niños. Por eso la actitud de los niños es una gimnasia importante de democracia para los administradores.
-¿Por qué es el juego tan importante?
-Por dos razones. Una, porque si un niño no juega no crece, no se desarrolla, no aprende. Una ciudad democrática debe preocuparse por el bienestar de todos, pero en especial por el bienestar de los niños. Son ciudadanos, pero no disponen de los instrumentos de que sí disponen la mayoría de los ciudadanos adultos, y por tanto dependen de nosotros. En segundo lugar, el juego es una forma de presencia de alto nivel porque los niños, al jugar, ejercitan la etapa más importante de su desarrollo. Cuando a Freud le preguntaron cuál fue el año más importante de su vida, él respondió: «Sin duda, el primero». Así es también para nosotros. La principal actividad con la que creamos los cimientos sobre los que luego construiremos nuestra vida es el juego. No es casualidad que la Convención de los Derechos de los Niños dedique a la escuela y al juego dos de sus artículos, el 28 y el 31.
-Pero a veces hay que hacer los deberes?
-La escuela debería estar sumamente interesada en que los niños jueguen. Las experiencias pueden y deben ser comunicadas en el colegio. Por eso yo tengo una pelea desde hace muchos años contra los deberes de casa. La escuela debería pedir a los niños: «Por favor, debéis jugar para poder traer mañana experiencias». En esto hay que comprometer también a las familias. A menudo crean para los niños agendas más apretadas que las de los mayores.
-Parece clara su opinión acerca de los deberes escolares…
-Los deberes son una equivocación pedagógica y un abuso. Nunca consiguen el resultado que la escuela presume. Deberían ser una ayuda para los más débiles pero estos no son tan capaces de acometerlos, y además en casa a menudo no encuentran ayuda, pues pertenecen a familias de bajo nivel social y cultural. Así, quienes más aprovechan los deberes son los que menos los necesitan: aquellos que tienen familias que les pueden ayudar. La Convención habla del derecho a la escuela y al juego. ¡Deberían ser reconocidos como dos con el mismo peso! Si la escuela ocupa la mitad del día, la otra mitad no debería ser suya, sino de los niños.
«La garantía de una buena escuela son unos buenos maestros»
Tonucci cree que las leyes no influyen demasiado en la calidad de la educación. Por eso las leyes deberían centrarse en dar la mejor formación posible a los futuros maestros.
-¿Qué opinión le merece la nueva Lomce?
-No la conozco en profundidad, pero cuando me la enseñaron y leí el prologo, dije: «Una cosa así no puede pasar en un país occidental en el 2013». Tiene algunos contenidos que están totalmente en contra de toda la teoría pedagógica. Me asombra que un ministro tenga el valor de presentarla. Que en el prólogo se hable de que la competitividad sea el motor del aprendizaje es impresionante. Creo que todos los que se dedican a la educación están de acuerdo en que la escuela debe ser un lugar en el que se educa en la cooperación y no en la competitividad. Por otro lado, la desconfianza que manifiesta hacia la educación infantil, no considerándola casi a nivel educativo, está en contra de todas las teorías pedagógicas.
-¿Y cuál puede ser el impacto de esta nueva ley?
-Yo pienso que las leyes tienen muy poco que ver con los cambios, ni en positivo ni en negativo. Así como las buenas leyes que tuvimos en Italia no consiguieron cambiar significativamente la escuela para mejor, no creo que esta otra, que considero una mala ley, pueda incidir mucho en empeorar la escuela. El día que nuestros países decidan de verdad que quieren garantizar a todos los niños una buena escuela, dejarán de pensar en reformas legales y se dedicarán exclusivamente a la formación de los maestros. La garantía de una buena escuela son unos buenos maestros. El derecho al estudio que sostiene el artículo 28 de la Convención de los Derechos del Niño no significa tener derecho a un banquito y una silla, sino a un buen maestro o una buena maestra.
Los niños y la ciudad
FÁTIMA SANTIAGOPontevedra es un ejemplo de ciudad que va en el camino correcto para ser más habitable para las personas
Las ciudades necesitan un cambio profundo para crear espacios públicos compartidos por todos. Tonucci rechaza la creación de espacios específicos, como las zonas de juegos para niños.
-¿Cuáles serían las claves para convertir una ciudad en más habitable?
-Una es la posibilidad para todos los ciudadanos de moverse libremente en su propia ciudad. Esto es lo que precisa un cambio más profundo: pasar de una ciudad de «prioridad coches» a una de «prioridad peatones». Es decir, cambiar las prioridades. Esto conecta con el tema del espacio público. Hay que recuperar la idea de que lo que convierte un conjunto de casas en una ciudad es el espacio público, que debe ser de todos.
-¿Qué más?
-Hay que renunciar a dedicar espacios específicos para distintas categorías. Esto es una forma de marginación. Estoy pensando en concreto en los parques para niños. El lugar de juego debe ser para los niños un lugar elegido, no obligatorio. Deben poder elegir, según su juego, si van usar la acera, una plaza, un jardín o un paseo. Las ciudades pueden ahorrar mucho dinero si en lugar de dedicarlo a espacios de ese tipo lo destinan a espacios públicos que sean buenos para todos.
-¿Y en qué consistiría ese ahorro?
-Un parque para niños se convierte por la noche en un lugar para drogadictos y vándalos: no sirve para nada. Una plaza o un jardín pensados para que sean lugares verdaderos y buenos en cada hora del día y de la noche son lugares aprovechados para ancianos, para familias con bebés, para niños, para jóvenes. Así se convierten en lugares vigilados, nunca abandonados. Otra clave más es escuchar a los niños. Los niños no son mejores que nosotros, pero sí distintos. Una ciudad democrática escucha a los niños porque necesita conocer su otro punto de vista.
-La ciudad aleja la naturaleza de los niños?
-Mi metáfora en el comienzo de La ciudad de los niños es que una vez el bosque era el lugar del miedo, y la ciudad el de la seguridad. Ahora estamos mitificando el bosque, considerándolo el lugar de la naturaleza, y la ciudad se ha vuelto hostil. Soñamos con la naturaleza y nos asustamos del lugar donde vivimos. Tanto que nos encerramos en casa defendiéndonos con puertas blindadas e impidiendo a los niños salir, para defenderlos de peligros que solo conocemos por la televisión y que no se corresponden con la realidad de nuestros barrios y ciudades.
-¿Qué propone?
-Yo creo que las ciudades tendrían que hacer sitio a la naturaleza con más espacios verdes públicos y con huertos y jardines escolares, acostumbrando a los niños a criar animales y cultivar productos. Hay además que recuperar un encuentro con la naturaleza animando a las familias a salir de casa para conocer el bosque, considerándolo como un importante taller educativo.
-¿Qué asignaturas sobran y cuáles faltan para que el niño se conozca mejor a sí mismo y su entorno?
-El artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño dice que los niños tienen derecho a expresarse en todas las formas: literarias, científicas, artísticas… Las elegidas por ellos. Yo siempre me pregunto: ¿sabe esto la escuela? Loris Malaguzzi, director e inventor de las escuelas de Reggio Emilia, dice que los niños tienen cien maneras de pensar, de soñar… pero les roban 99.
-¿Quién se las roba?
-Yo creo que la escuela tiene mucha responsabilidad. Roba 99 proponiendo solo una. Las propuestas de la escuela son muy reducidas, solo son adecuadas para unas pocas personas: para las que nacen con vocación literaria, matemática o científica. Quienes nacen artistas, artesanos, deportistas, bailarines… no se encuentran reconocidos en esta escuela, y fracasan.
-¿Cuáles son las ciudades que más empiezan a parecerse a sus propuestas?
-Hoy en día yo hablo mucho de Pontevedra. Ha hecho un camino bastante rápido para asumir estas características de una ciudad para todos. Para ello ha asumido a los niños como parámetro. El cambio de diseño de las calles, como por ejemplo hacer más anchas las aceras hasta asumir como medida la de dos personas con el paraguas abierto, significa pensar una ciudad primero para la gente y después para los vehículos.
-Eso parece obvio.
-Sí, pero es casi revolucionario. Con todos estos cambios, hoy Pontevedra puede invitar a los niños a ir a la escuela sin adultos, porque está diseñada de manera que los niños están bastante protegidos. Es una ciudad en camino. No ha llegado, pero el camino es correcto. Espero que pueda seguir adelante.
«A cidade dos nenos»
PORTADA
Publicada por la editorial Kalandraka, la traducción al gallego de esta obra de Tonucci, tan clásica como resueltamente moderna, se ha convertido en un rápido superventas entre educadores y padres. De la traducción se han encargado Mónica Baleirón, Sonia Santos y Rut Vázquez.
Puedes encontrar más información en: http://bit.ly/1bPymQD
PARA SABER MÁS
Proyecto La Ciudad de los Niños: http://bit.ly/1jafgmH
Convención de los Derechos del Niño (PDF): http://bit.ly/1fUnTRh
Si quieres consultar otra entrevista de La Voz a Tonucci, del año 2012, en la que aseguró que un buen carpintero será más feliz que un ingeniero mediocre, puedes pinchar en este enlace.
Fuente de la entrevista: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/lavozdelaescuela/2015/04/07/deberes-equivocacion-pedagogica-abuso/00031428264968120321927.htm
Las tareas en casa pueden ser un momento de tensión, de desgaste, de aburrimiento, somos los padres los responsables de velar por la felicidad y el sano desarrollo de nuestros hijos: estoy hasta la coronilla de las tareas…
Estoy hasta la coronilla de las tareas. Mis hijos han estado expuestos a la pedagogía Waldorf (en su etapa preescolar) y a la pedagogía constructivista (en su incipiente educación básica) y existe un universo de diferencia entre ambas y sí, ha sido nuestra elección que transiten por ambas opciones en su formación. Viniendo entonces de un sistema fincado en los valores, en donde la fortaleza de la identidad y la voluntad del niño son prioridad en su formación, ha sido un fuerte contraste enfrentarnos a la escuela tradicional, pero como bien sabemos los niños tienen esta capacidad fabulosa de adaptarse que los adultos vamos restringiendo… Y bueno, uno de los temas que definitivamente no terminamos de asimilar como familia es “la tarea” y no en sí misma la actividad de traer algún deber adicional a casa, sino la cantidad excesiva de tarea que les dejan desde el colegio.
Mis hijos escolarizados tienen 7 y 5 años de edad y es un exceso inaceptable la cantidad de deberes que traen a casa y por eso definitivamente hemos decidido que mis hijos tienen permiso de no hacer la tarea. Les cuento:
Personalmente me ha costado mucho trabajo entender que los métodos de educación no han cambiado a través de los años. Corren tiempos en que todo cambia a una velocidad increíble y la educación tradicional sigue siendo la misma: enseñanza a través de la disciplina impositiva, la repetición para la asimilación, las mismas materias, los mismos libros de texto, el mismo sistema que mantiene a los niños sentados más del 50% de su día… y tristemente las tareas. Y digo tristemente porque no me parece que los deberes en casa enseñen nada a los niños. Puede, que de vez en vez, lleguen con la tarea a reforzar la adquisición de cierto conocimiento, pero no es que la tarea resuelve la capacidad de aprendizaje…, las planas por ejemplo: someten al niño a un tiempo estático para trazar algo que, generalmente no es de su interés, en materiales poco atractivos como papel y lápiz y generalmente, a pesar de las planas, el niño vuelve a equivocarse en una evaluación a pesar de haber repetido infinitas veces una palabra, una letra, un enunciado… ¿Porqué?, por la sencilla razón de que no sirve, no es estimulante ni atractivo. La tarea no cumple el objetivo de enseñar y formar al niño. La tarea en exceso lo cansa, lo aburre, lo somete y marchita en él la voluntad innata de aprender…
Los niños quieren aprender, les interesa saber y descubrir del mundo que los rodea, que los afecta y eso no sucede haciendo tareas. Es una reverenda tontería dejar a los niños deberes en vacaciones para que “no olviden o para que trabajen y practiquen”, ¡De qué me hablan!, bien dicen que “lo que bien se aprende no se olvida” y de verdad creo que la cantidad de tareas es directamente proporcional a la incapacidad de los profesores para enseñar a los niños y mantenerlos interesados en el aprendizaje.
Recién ayer se reiniciaron clases luego de vacaciones y mis hijos volvieron a casa con una cantidad de deberes impensable, eran las 7 de la tarde y no podían terminar de organizar su elaboración (ni ellos, ni yo), de pronto caí en la cuenta de que estábamos cansados cada uno a su nivel, con ganas de hacer otras muchas cosas (como cenar, o convivir, o descansar) y no en la tarea sin sentido que parecía mas un castigo luego del período de descanso y viviendo esa frustración, me levanté de la mesa y les pedí que cerraran sus cuadernos y que guardaran sus cosas… Me salió del alma decirles que yo sabía cuánto les gusta aprender y lo lindo que puede ser la escuela, y que sí, que hacer la tare era una obligación, pero que, en esta casa, a partir de ayer, mis hijos tienen permiso de NO HACER LA TAREA, porque es mucho mas importante y trascendente en sus vidas que se alimenten en calma, que gocen su casa y a su familia, que hagamos actividades juntos, que tomen una baño pausado y que JUEGUEN, sí, que tengan su tiempo libre como sea que quieran ocuparlo para el juego creativo libre de instrucciones, que tengan su momento y espacio lúdico lejos de la escuela y que es TAN IMPORTANTE para su desarrollo (o más) que aprender operaciones o verbos, o que repetir planas y numeraciones sin sentido… Y les dije que, quizá eso iba a afectar sus evaluaciones en la parte proporcional de las tareas no hechas pero que, ni a su papá ni a mi, nos afecta, porque sabemos sus capacidades pero sobre todo, queremos su felicidad.
A mi me interesa tener y criar niños y niñas pensantes, capaces desafiar y de retar lo que van conociendo, no quiero niños autómatas que hagan lo que hace el promedio, no me importa mas que no hagan la tarea, pueden hacerlo si es su deseo o su interés, pero no es mas un deber, porque el verdadero deber que me importa es que sean felices y que tengan inteligencia emocional y para eso necesitan sus tardes…, igual que los adultos necesitamos nuestros tiempos…, los niños son tan capaces, tan creativos, tan intensos, tan maravillosos, y no podemos verlo si los tenemos confinados a una silla, a una mesa, a un “deber”, lo niños deben disfrutar la vida, gozar su infancia…, para sufrir y tener que hacer las cosas sin opción habrá mucho tiempo después y aún y todo tengo mis dudas, porque todo en la vida es una elección y quiero que aprendan desde ya que pueden, SI, QUE PUEDEN elegir hacer una cosa o no y que sí, aun cuando ello tenga consecuencias no debe comprometer su felicidad ni su estabilidad emocional, ni su energía…
La vida tiene mucho que enseñar, la casa tiene mucho que enseñar, la familia, la amistad, los niños aprenden jugando y no es el hilo negro. Con esta decisión les regalo a mis hijos el tiempo de juego y de vida que necesitan para aprender.
Así que, mis hijos tienen permiso de no hacer la tarea y yo tengo la responsabilidad de ofrecerles mejores alternativas para pasar sus tardes, con actividades que fomenten su sano y feliz desarrollo neurológico y emocional y que me digan madre rebelde o no…, ya veremos el resultado, por lo pronto seré congruente con mi labor de que criar niños sanos y felices y equilibrados y estables y tranquilos, porque si lo logro desde ahora, seguramente tendrán valiosas herramientas que podrán usar en su juventud y en su edad adulta para hacer las elecciones necesarias que los lleven a mantener su felicidad. Y cuando recuerden la escuela recordarán a su madre loca pasando las tardes con ellos o podando sus intereses reales y no tendrán un unirecuerdo: hacer tarea hasta el infinito…, eso sí que no me interesa. Quiero que mis hijos sean felices por elección, quiero que reten estereotipos cuando les haga sentido, me tomo personal que la felicidad de mis hijos es mas importante que sus calificaciones.
@KarlaDoula
Fuente del artículo: http://mamanatural.com.mx/2016/04/mis-hijos-tienen-permiso-de-no-hacer-la-tarea/
El Ministerio de Educación de China ha prohibido los deberes y los cursos de verano para los niños de entre 6 y 8 años, los de primer y segundo curso de primaria, ante las quejas por la excesiva presión que sufren muchos escolares.
La decision del gobierno ha sido recibida con controversia desde el ministerio de educación de China se insiste en que los niños deben tener más tiempo para experimentar con la naturaleza y puedan participar en actividades sociales.
En la circular ministerial emitida se insta a los padres a que elijan bien las actividades extraescolares de sus hijos y que no sobrecarguen en exceso a los niños.En el gigante asiático es normal que los niños asistan a actividades como arte, idiomas o música dejando a los infantes poco tiempo para jugar.
Algunos expertos citados por el oficial ‘China Daily’ como An Xuehui, del Centro Nacional de Investigación Educativa, apoyan la medida, pues aseguran que “es innecesario que los estudiantes hagan unas tareas con conocimientos que ya han adquirido”, y que en cambio deben participar en otras actividades “más prácticas”.
Entre quienes los opositores a la decisión están Chu Zhaohui, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Educativas, quien defiende que “nadie conoce el estudio de los niños como sus propios profesores” por lo que debería depender de ellos la decisión de imponer o no tareas veraniegas.
Los alumnos chinos suelen ocupar los primeros puestos en los exámenes internacionales sobre conocimientos académicos (por ejemplo en el reputado Informe PISA), pero desde hace años se denuncia también que sufren demasiada presión, en parte porque muchos son hijos únicos y sus padres concentran en ellos demasiadas expectativas.
¿Excesiva presión?
El debate surge especialmente cuando en los medios se publican casos extremos de niños o jóvenes que reaccionan violentamente ante un examen suspendido o un conflicto con sus maestros.
Cada año se publican noticias sobre adolescentes que se quitan la vida por no superar la selectividad nacional, el llamado ‘gaokao’, prueba que se realiza en el mes de junio.
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