Page 24 of 81
1 22 23 24 25 26 81

Unesco:Cómo planificar las soluciones de aprendizaje a distancia durante el cierre temporal de las escuelas

Fuente REDEM /UNESCO 25/03/2020

 

El cierre de los centros escolares en un número creciente de países para limitar la propagación del COVID-19 afecta la educación de millones de alumnos en el mundo. La UNESCO comparte diez recomendaciones cuyo objetivo es garantizar la continuidad del aprendizaje durante este periodo.

  1. Examinar el estado de preparación y escoger los instrumentos más pertinentes
    Optar por la utilización de soluciones de alta o débil tecnología en función de la fiabilidad del abastecimiento en energía a nivel local, del acceso a Internet y a las competencias digitales de los docentes y alumnos. Puede tratarse de plataformas de aprendizaje digital, lecciones por vídeos, MOOC, e incluso de la difusión de los cursos mediante cadenas de radio y canales de televisión.
  2. Garantizar el carácter inclusivo de los programas de aprendizaje a distancia
    Aplicar medidas para garantizar el acceso de los alumnos, fundamentalmente los discapacitados o los que provienen de familias de ingresos bajos, a los programas de aprendizaje a distancia, en caso de que todos no dispongan de dispositivos digitales. Considerar la posibilidad de transferir temporalmente este tipo de dispositivos de las salas de informática a las familias, proporcionándoles un acceso a Internet.
  3. Proteger la privacidad y la seguridad de los datos
    Evaluar el nivel de seguridad durante las descargas de datos o de recursos pedagógicos en los espacios de la web y al transferirlos a otras organizaciones o personas. Velar por que la utilización de las aplicaciones y plataformas no afecte la privacidad de los datos de los alumnos.
  4. Aplicar soluciones a los problemas psicosociales antes de impartir la enseñanza
    Movilizar los instrumentos disponibles para crear vínculos entre las escuelas, los padres, los docentes y los alumnos. Crear comunidades para garantizar las interacciones sociales regulares, favorizar las medidas de protección social y responder a los problemas psicosociales a la que los alumnos pueden verse confrontados en situaciones de aislamiento.
  5. Planificar el desarrollo de los programas de aprendizaje a distancia
    Organizar mesas redondas con las partes interesadas para examinar la duración del cierre de los centros escolares y determinar si el programa de aprendizaje a distancia debe centrarse en la enseñanza de nuevos conocimientos, o más bien reforzar los conocimientos ya adquiridos durante las lecciones precedentes. Organizar los calendarios teniendo en cuanta la situación de la zona afectada, el nivel de enseñanza, las necesidades de los alumnos y la disponibilidad de los padres. Escoger los métodos pedagógicos adecuados, en función del contexto con respecto al cierre de las escuelas y la cuarentena. Evitar los métodos pedagógicos que requieren una comunicación presencial.
  6. Proporcionar a los docentes y alumnos asistencia en cuanto a la utilización de las herramientas digitales
    Organizar sesiones cortas de formación u orientación para los docentes y los padres en caso de que requieran un seguimiento y acompañamiento. Ayudar a los docentes a garantizar las condiciones materiales necesarias para garantizar la continuidad del aprendizaje, por ejemplo, soluciones en la utilización de los datos móviles con miras a difundir los cursos en directo.
  7. Combinar los enfoques adecuados y limitar la cantidad de aplicaciones y de plataformas
    Combinar los instrumentos o los medios de comunicación a los que los alumnos tienen acceso, tanto a nivel de las comunicaciones y los cursos sincronizados como en favor del aprendizaje asincrónico. Evitar abrumar a los alumnos y a los padres pidiéndoles que descarguen o prueben una gran cantidad de aplicaciones y plataformas.
  8. Establecer las reglas para el aprendizaje a distancia y dar seguimiento al proceso de  aprendizaje de los alumnos
    Definir con los padres y los alumnos las reglas del aprendizaje a distancia. Elaborar las preguntas, las evaluaciones y los ejercicios de formación cuyo objetivo es dar seguimiento al proceso de aprendizaje de los alumnos. En la medida de lo posible, utilizar los instrumentos mediante los cuales los alumnos podrán transmitir sus comentarios para no abrumar a los padres pidiéndoles que los reproduzcan y los envíen.
  9. Definir el tiempo de duración de las unidades de aprendizaje a distancia en función de las aptitudes de autorregulación de los alumnos
    Mantener un ritmo de enseñanza coherente con el nivel de autorregulación y de las aptitudes metacognitivas de los alumnos, fundamentalmente para las clases que se difunden en directo. La unidad de aprendizaje de los alumnos de primaria no debe sobrepasar, de preferencia, los 20 minutos, y la de los de secundaria, los 40 minutos.
  10. Crear comunidades y favorizar los vínculos sociales
    Crear comunidades de docentes, padres y directores de escuelas para combatir el sentimiento de soledad o de sufrimiento del alumno, y facilitar los intercambios de experiencias, así como el debate de las estrategias de gestión de las dificultades de aprendizaje.

Fuente: UNESCO

Comparte este contenido:

Escuelas alemanas obtienen mala nota en educación digital

Redacción:  DW

Esta semana cerraron también los colegios de Alemania debido a la crisis del coronavirus. Los alumnos permanecen en sus casas frente al computador, y se muestran escépticos sobre el aprendizaje online.

Niklas tiene 14 años y cursa el noveno grado en una escuela de Berlín. Desde el 17 de mrzo, tampoco allí se dictan las clases habituales. En lugar de ellas, los alumnos deben estudiar en sus hogares. Para eso, los chicos y chicas necesitan una computadora y acceso a internet. Se da por sentado que los tienen.

La escuela les proporcionó una dirección de correo electrónico y una clave para entrar al programa Office 365 Education, facilitado gratuitamente por Microsoft. Deben descargarlo en sus computdoras y registrarse. «El primer día, a muchos no les funcionó eso de registrarse”, cuenta Niklas. No todos tienen en su casa el equipo adecuado.

Los déficits alemanes

Los problemas no sorprenden a la pedagoga Julia Hense, que se dedica al tema de la digitalización y el aprendizaje. A nivel europeo, Alemania es el país peor preparado para la educación online. «Naturalmente hay esfuerzos por recuperar terreno, pero con la premura del tiempo no funcionan, porque en Alemania no estamos tan bien preparados como por ejemplo en Estonia, Finlandia, Suecia y otros países”, dice Hense, remitiéndose a un estudio del Center for European Policy Studies (CEPS).

Al menos hasta el 20 de abril las aulas seguirán vacías. Al menos hasta el 20 de abril las aulas seguirán vacías.

Al margen de la falta de hardware, en muchos lugares las conexiones de internet son demasiado débiles o inestables. Y, sobre todo, los profesores no han sido capacitados en la materia. «En nuestra escuela, la mayoría de los maestros no tiene idea de técnica”, confirma Karl, de 16 años. «Se alegran cuando un alumno les conecta el cable de HDMI en el laptop, porque simplemente no saben cómo funciona eso”, comenta, y dice no poder imaginar que sus profesores puedan enseñar online.

Quien no tiene impresora, tiene un problema

Tras los primeros días en casa, da la impresión de que no está en realidad previsto hacer clases propiamente tales. Niklas y Karl reciben documentos de trabajo por correo electrónico; uno, a través de la plataforma de Office, y el otro, a través de una página web que un profesor de matemáticas subió en el último minuto, según cuenta. «En nuestro colegio ni siquiera saben que Microsoft pone programas a disposición de las ecuelas. Cuando pregunté hace un par de meses, me dijeron que eso no existía”, relata.

Está previsto que los alumnos descarguen los documentos de trabajo y los impriman en casa. El objetivo es repetir y consolidar lo ya aprendido antes de la crisis del coronavirus. Una maestra de Niklas escribió que no quería introducir nuevos temas. ¿Cómo habría de funcionar eso? ¿Por videoconferencia? ¿Con tutoriales producidos por los profesores?

Preocupaciones escolares

Los chicos ya ven hacia dónde va a conducir todo esto. «Creo que perderemos materias y no podremos recuperarlas”, afirma Niklas. «La otra pregunta es qué se hará con las notas y calificaciones del semestre. Estoy feliz de que me ocurra esto ahora, cuando no es tan importante para mí, porque todavía no estoy haciendo el bachillerato”, dice.

Karl lo ve diferente. En Berlín, los alumnos deben rendir un examen al término del décimo grado. Y Karl se preocupa por la forma en que podrá prepararse. ¿Solo con documentos de trabajo? Ni siquiera se pide que los alumnos los escaneen al haberlos completado ni que los envíen a los profesores para que los evalúen.

La educación a distancia en Estonia está mucho más avanzada que en Alemania. La educación a distancia en Estonia está mucho más avanzada que en Alemania.

«Las escuelas deberían haber pensado mucho antes en las posibilidades de la educación en línea. Las escuelas de otros países también lo hacen”, critica el joven. Piensa que en Alemania los maestros se aferran a sistemas analógicos porque pueden hacerlo y porque hasta ahora nadie les ha demandado otra cosa. «No estaban preparados para semejante escenario”, dice. Julia Hense comparte esa opinión.

Estonia, el mejor ejemplo

Estonia demuestra cómo se deberían hacer las cosas. Allí, las escuelas comenzaron a trabajar digitalmente ya en la década de 1990. Entretanto, toda la gestión escolar se desarrolla a través de plataformas digitales, ya sea que se trate de las tareas para la casa, las calificaciones o los materiales de estudio. Los padres pueden ver lo que sus hijos aprenden en la escuela.

Julia Hense defiende a los profesores alemanes, señalando que «habría sido demasiado esperar que los maestros se convirtieran en expertos en educación digital en 24 horas”. Lo que ocurre ahora pone en evidencia dónde falla el sistema. Pero, a su juicio, esta crisis es una oportunidad para difundir la educación digital. En el futuro, muchas cosas han de cambiar. (ers/dzc)

Comparte este contenido:

Coronavirus: científicos de la Universidad de Washington buscan cura usando juego

Redacción: Andina

¿En un juego se podría obtener la vacuna contra el coronavirus? La Universidad de Washington investiga las proteínas que podrían ayudar a combatir estos casos que han generado alarma en el mundo.

Para lograrlo se ha desarrollado un juego de tipo puzzle que busca crear una proteína que pueda bloquear la infiltración del virus en las células humanas. Así, el jugador podría predecir la estructura tridimensional de las proteínas.
El juego gratuito Fold.it es gestionado por investigadores y científicos. Con estas contribuciones, los científicos esperan hacer pruebas para el desarrollo de nuevos medicamentos antivirales que puedan frenar el coronavirus.
El juego está disponible desde la web www.fold.it y puede ser descargado para computadoras con sistemas operativos Windows, Mac, y Linux.
Según el juego, los investigadores ya han determinado la estructura de la proteína espiga del coronavirus y cómo se une a las células humanas. Esta es la base del juego, pero también hay una versión avanzada para crear una proteína desde cero.
La plataforma -que tiene más de 200,000 jugadores en el mundo- actualiza un ranking de jugadores por puntuación. Además, los usuarios pueden dejar comentarios en el foro para dar recomendaciones a los nuevos jugadores.
Si luego se logra un avance, los usuarios serán citados en publicaciones científicas del Institute for Protein Design sobre los resultados de las pruebas. Se puede jugar de manera individual o en equipos.
Fuente: https://andina.pe/agencia/noticia-coronavirus-cientificos-de-universidad-washington-buscan-cura-usando-juego-787333.aspx
Comparte este contenido:

Panamá: Año lectivo inicia con varias tareas pendientes en materia educativa

Centro América/ Panamá/ 03.03.2020/ Fuente: www.panamaamerica.com.pa.

 

Hoy inicia un nuevo año escolar y uno de los principales problemas que enfrenta la comunidad educativa es si están o no en condiciones los centros escolares para que se pueda impartir clases. Pero este no es el único obstáculo que enfrenta el sistema educativo del país.

La población está consciente sobre cuál es el meollo de la situación, ya que una encuesta realizada por el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales arrojó que la capacitación del personal docente es uno de los principales problemas de la educación, seguido por la falta de un plan de estudio más allá de cinco años y la infraestructura de los centros educativos.

Julio Escobarasesor en materia de educación y tecnología del Gobierno, manifestó en el programa Radar que los resultados de esta encuesta son el reflejo de que la población sabe cuál es la capacidad de los docentes para que los estudiantes aprendan en el salón de clases.

«Eso quiere decir que la conversación nacional ha ido cambiando. De preocuparnos solo por la infraestructura y los problemas de inicios de clases. Y empieza a exigir que nos enfoquemos en los docentes», dijo Escobar.


Hoy inicia un nuevo periodo lectivo y cerca de 15 mil estudiantes no iniciarán clases, debido a que los centros educativos no reúnen las condiciones necesarias.

En unos 52 colegios no se iniciarán las clases hoy. Sin embargo, los gremios docentes han denunciado que unos 300 centros escolares no reúnen las condiciones para que se impartan clases.

La capacitación docente, la falta de un plan más allá de cinco años y las condiciones de los centros educativos son los principales retos de nuestro sistema educativo. Estas constantes son producto de un estudio realizado en febrero por el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales.

En este sentido, el especialista explicó que se está realizando una consultoría para replantear cómo debe ser la formación inicial docente del país.

De esta manera se buscará aumentar el nivel de las facultades de Educación, en conjunto con el fortalecimiento del Instituto Pedagógico Superior Juan Demóstenes Arosemena.

Los gremios docentes en varias ocasiones han cuestionado la calidad de las capacitaciones. Y han sugerido que las mismas sean afines a la especialidad de cada docente.

Otro dato importante, que también destacó la encuesta, son las posibles soluciones. Entre ellas, destaca implementar un plan de estudio más allá de cinco años, es decir, que trascienda de gobierno en gobierno, debido a que cada administración viene con su propio plan.

 

Mejorar las capacitaciones de los docentes, el contenido científico y pedagógico; equipar y mejorar la infraestructura; implicar a la familia en la educación y aumentar el presupuesto de inversión son algunas de las posibles soluciones.

Por su parte, la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá sugirió que a mediano plazo se debe establecer un centro de investigación educativo y un instituto de estadística y evaluación, utilizando la figura de Asociaciones de Interés Público.

La iniciativa tiene como objetivo el estudio y seguimiento de la calidad educativa. Con el cual se podrá proponer políticas para el avance continuo y sostenido del sector mediante la colaboración interinstitucional.

«Sostenemos el criterio, según el cual, de que la administración que lleve nuestra educación por los derroteros mencionados alcanzará un sitial histórico en la memoria de la nación panameña. El actual Gobierno tiene la oportunidad de hacerlo», señaló la CCIAP.

Fuente de la noticia: https://www.panamaamerica.com.pa/sociedad/ano-lectivo-inicia-con-varias-tareas-pendientes-en-materia-educativa-1157617

Comparte este contenido:

La cultura informática y una nueva educación

Por: Luis A. Montero Cabrera.

 

Los seres humanos lo somos porque intercambiamos más información entre nosotros que ninguna otra especie viva. Hay bastante acuerdo entre los científicos para considerar que la selección natural hizo que aquéllos homínidos (homo habilis) que hace unos 2.4 millones de años habitaban la hoy Tanzania fueron unos grandes aportadores. Deben haber tenido la garganta, el cerebro y las necesidades suficientes para que comenzaran a intercambiar sonidos articulados.

Estos eran tan diferenciables que se asociaban con hechos y así se convertían en informaciones pasando a ser conocimientos compartidos entre el que emitía el sonido y el que lo recibía y entendía. Era un lenguaje elemental. A partir de ese momento, los que podían hacerlo tenían más posibilidades de supervivir que los que no. De ahí que las especies que los sucedieron fueron perfeccionando esa habilidad tan ventajosa.

Hoy homo sapiens puede no solo intercambiar cualquier información hablando y oyendo, sino escribiendo y leyendo, porque inventó esas formas de comunicación hace unos seis milenios. Más recientemente, hace décadas, la hemos registrado en unidades binarias que permiten a los sistemas de cómputo electrónico hacer con ella prácticamente cualquier cosa. La informática moderna es así probablemente la ciencia y tecnología actual más revolucionaria e intrínseca a la condición humana, como lo fueron en su momento la escritura, la imprenta y las telecomunicaciones.

Nuestra Patria llegó temprano a esta más reciente revolución informática. Los cubanos diseñamos, construimos, producimos en serie y aplicamos computadoras desde temprano en la década de los setenta, cuando muchísimos países ni las tenían. Estábamos inspirados por un líder emprendedor como Fidel y una causa tan humana como nuestra Revolución. Lamentablemente, una combinación bastante compleja de diferentes sumandos hizo que la penetración de esas tecnologías en la población cubana en general no siguiera el ritmo que requería. Toda la Universidad de La Habana podía intercambiar electrónicamente información con el exterior a razón de poco más de un millón de bits por segundo hasta hace unos seis años y hoy lo hace más de mil veces más rápido. ¿Por qué?

Las verdaderas revoluciones logran avanzar y consolidarse precisamente por mantener siempre procederes revolucionarios, por cambiar lo que debe ser cambiado. En febrero de 2015 la dirección del país, a través de nuestro actual Presidente de la República, emitió un pronunciamiento que rompió al menos las ataduras subjetivas y ha permitido ese avance notabilísimo en el último quinquenio. Hoy podemos exhibir y satisfacernos de haber ido adelante mucho más rápido que otros, aunque seguimos con desventaja en muchos aspectos con respecto al resto del mundo. Estamos pendientes de lo que tenemos que tener y lograremos, que es tener la sociedad más informatizada del mundo, como le corresponde a un socialismo próspero y sostenible.

Los componentes de este proceso que se ha dado en llamar como “informatización de la sociedad” son muy variados. Uno de ellos es el infraestructural. Muchos países llegaron a nuestros días con una conectividad “en sólido” bastante desarrollada gracias a haber implementado anteriores tecnologías, como la TV por cable y una modernizada y robusta telefonía fija. En esos casos la trasmisión de información digital era solo un cambio en la forma de usar esa infraestructura. Este es un déficit infraestructural que afrontamos hoy en Cuba.

Afortunadamente, este siglo ha visto una explosión en la eficiencia y posibilidades de la trasmisión de información inalámbrica, con ondas de radio, lo que en gran medida nos releva de muchos tendidos y nos permite alcanzar altos estándares solo desarrollando trasmisores y receptores. Por otra parte, las tecnologías que permiten usar esa infraestructura programándola para procesar y trasmitir información pueden ser dominadas con relativa facilidad por el ejército de científicos de computación e ingenieros en informática y comunicaciones que hemos formado en los últimos años.

¿Dónde puede estar la “sustancia limitante”, como decimos los químicos, el componente que frene determinantemente el progreso, aunque todo lo demás pueda avanzar? Pues para muchos es la cultura informática de toda la población y de sus directivos, los que ayudan todos a que la sociedad marche hacia adelante con una buena conducción. El ministro de comunicaciones se refería a ello como “el quinto pilar” del desarrollo en una reciente intervención.

Nadie duda que la primera misión del primer grado de la enseñanza primaria es enseñar a los niños a leer y escribir, así como a realizar las operaciones más elementales de trabajar con valores en la Aritmética. En ambos casos, la escuela refuerza así la condición humana de gestión de información. Se trata de adaptar a un niño a las condiciones de intercambio de conocimientos indispensables durante su vida para cualquier sociedad moderna hasta el siglo XX. Estas formas educativas tienen solo unos pocos siglos, y solo masivamente en las naciones más desarrolladas que lo fueron también gracias a que leían, escribían y sacaron buenas cuentas.

Sin embargo, cabe preguntarnos si un niño cubano que debe llevar su vida adulta en el siglo XXI y más adelante solo requiere esas formas de enseñanza tempranas. ¿Será necesario introducir también formas explícitas de lógicas elementales para los razonamientos y las búsquedas de datos, el concepto de información y de su representación en términos binarios, y algunos aspectos más de la informática moderna? Esta pregunta la podrían responder especialistas en enseñanza y en informática, informados, progresistas y videntes del futuro.

Algo parecido tenemos que pensar para toda la población cubana actual. Las masas en otros países han alcanzado aprendizaje intuitivo de informática gracias al acceso que han tenido a estos medios antes de nuestro despertar reciente. Un país que exalta su vocación de oportunidades para toda la sociedad como el nuestro debería implementar programas de educación y cultura informática masiva a toda la población y sus directivos, públicos y privados, a todos los niveles. Es así que podremos sacar el máximo provecho, y también riqueza, de estas maravillas tan humanas, y desde ahora mismo.

Fuente del artículo: http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/02/29/la-cultura-informatica-y-una-nueva-educacion/#.Xl2TiKgzbIV

Comparte este contenido:

Mapas, tecnología y prácticas espaciales decoloniales en Palestina

Redacción: Rebelión

La práctica de la cartografía en Palestina-Israel ha sido durante mucho tiempo un ejercicio de poder, de imperialismo y de desposesión. Desde el Mandato Británico hasta nuestros días los cartógrafos sionistas (después israelíes) han utilizado los mapas para confundir y eliminar los indicadores físicos, geográficos y sociales de las relaciones de los palestinos con la tierra y con la posesión de esta.

La aparición de la tecnología de Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés), del programa informático de Sistemas de Información Geográfica (SIG) y la cantidad cada vez mayor de satélites de detección remota permitieron en las últimas décadas trazar unos mapas precisos y completos del territorio del Mandato de Palestina. En cambio, los editores de las imágenes obtenidas vía satélite, incluido Google, siguen debilitando la presencia de Palestina ya sea publicando imágenes de baja resolución que sugieren unas opciones de rutas incorrectas para los palestinos, catalogando topónimos de forma incorrecta y/o en hebreo o, simplemente, dejando en blanco los territorios habitados por palestinos, una terra nullius pixelada.

Este artículo examina las diferentes maneras en que desde el comienzo del Mandato Británico hasta nuestros días se ha excluido a la población palestina de los mapas de su propia tierra. Argumenta que las localidades mal cartografiadas alteran la forma en que la población palestina entienden el espacio y la distancian de su patria. También explora mapas alternativos y subversivos como formas de reconocer el pasado, evaluar el presente e imaginar el futuro. Concluye que aunque los mapas están intrínsecamente unidos al colonialismo tanto británico como israelí, y se utilizan sistemáticamente como formas de eliminación, se pueden reclamar como expresiones de imaginación geográfica y como una forma de resistencia.

Cartografía colonial

A pesar de sus pretensiones de realismo matemático los mapas modernos simplemente no reflejan la realidad. Crean y arraigan un percepción particular de la Tierra en la que vivimos. Las líneas trazadas en los mapas separan los países de los océanos y entre sí. El área comprendida entre las líneas representa entidades sociopolíticas artificiales de espacio soberano: los Estados nación. A pesar del proceso de formación y desintegración del Estado en lugares como Palestina, Sudán y Tibet, los Estados nación se aceptan en el orden internacional como entidades fijas. En las proyecciones contemporáneas de los mapas, que representan la superficie tridimensional de la Tierra en un plano bidimensional, las naciones Estado se representan como indicadores definitivos, objetivos y evidentes de la realidad política, una fachada que refuerzan los usuarios, los cuales interactúan con los mapas políticos como una representación perfecta y a escala del espacio.

En las últimas décadas se han criticado las proyecciones del globo, sobre todo la omnipresente proyección cilíndrica de Mercator, debido a su eurocentrismo. El mapamundi estándar sitúa el hemisferio norte en la parte superior con Europa firmemente situada en el centro. La proyección de Mercator en particular distorsiona el tamaño relativo de los continentes y reduce drásticamente África y América del Sur, y hace que Europa, América del Norte, Australia y, en particular, Groenlandia, aparezcan mucho más grandes de lo que en realidad son.

Los mapamundis actuales son todavía empresas en gran medida coloniales y nacionalistas que reflejan predominantemente la adquisición y el control del territorio por parte de Occidente. Los mapas concebidos como herramientas de navegación evolucionaron rápidamente hasta convertirse en los medios a través de los cuales la Tierra y sus riquezas se dividieron artificialmente entre las potencias coloniales. Contener la diversidad en zonas únicas y delimitadas fue la única manera de poder primero ejercer el control y después consolidarlo y mantenerlo. Como afirma Paul Carter, los mapas fueron “el jeroglífico del intento del imperialismo de separar y clasificar la extensión de la superficie de la Tierra con el fin de ocupar sus territorios y controlar sus recursos”.

Esto concuerda con los mapas del moderno Oriente Próximo que trazaron las potencias imperialistas británica y francesa durante la Primera Guerra Mundial y poco después de ella, y que encarnaron el Acuerdo de Sykes-Picot en 1917 y la Conferencia de San Remo en 1920. Los nuevos mapas elaborados por actores europeos transformaron una región que antes estaba compuesta por unidades administrativas otomanas fluidas territorialmente en un conjunto inconexo de territorios marcado por largas líneas rectas de las que surgían los nuevos protectorados de Irak, Transjordania, Palestina, Líbano y Siria. Se dotó a estas naciones de monarcas imperiales de nuevo cuño a los que se encajó dentro de un paternalista sistema de Mandato.

Los mapas coloniales británicos en la Palestina del Mandato

En Cultura e imperialismo Edward Said explica la “lucha por la geografía” como una lucha “que no solo consistía en cañones y soldados, sino también en ideas, formas, imágenes y elucubraciones”. En este sentido la segunda mitad del siglo XIX conoció un aluvión de exploraciones orientalistas de Palestina por parte de europeos que llevaron a cabo estudios históricos, lingüísticos, geográficos y arqueológicos, sobre todo en zonas de relevancia bíblica y religiosa. A diferencia de los mapas religiosos medievales y de principios de la época moderna en los que suelen aparecer criaturas míticas y nombres de lugares bíblicos, los cartógrafos y exploradores europeos modernos justificaron el realismo y exactitud de sus mapas con los métodos “científicos” que los sustentaban.

Aunque el Mandato Británico sobre Palestina entró plenamente en vigor en 1922 el gobierno británico llevaba décadas preparándose para dominar Palestina. El Fondo de Exploración de Palestina británico llevó a cabo de 1871 a 1877 un estudio exhaustivo de Palestina occidental. Aunque la expedición estaba encabezada por figuras religiosas y académicas, el gobierno estaba directamente implicado y, según se afirma, utilizó a estas asociaciones benévolas “como frente para […] recopilar información sobre la zona”. El estudio resultante fue con mucho el más preciso y sofisticado desde el punto de vista tecnológico realizado hasta el momento y durante la invasión británica de Palestina en la Primera Guerra Mundial contribuyó a la planificación militar. El estudio se centró en el territorio comprendido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, un espacio muy similar al que 50 años después abarcarían las fronteras del Mandato Británico.

Durante el Mandato Británico las fuerzas coloniales elaboraron gran cantidad de estudios detallados destinados a la planificación militar, política, social y económica. En los mapas rara vez se describía la distribución geográfica y las actividades que desarrollaba los habitantes árabes originarios de Palestina. Por ejemplo, tras la Gran Revuelta Árabe (1936-39) en Palestina la Comisión Peel (a la que se había encomendado encontrar una “solución” al descontento y que por primera vez recomendaba dividir Palestina en 1937) utilizó mapas para demostrar diferentes planes posibles de división entre árabes y judíos que ignoraban la realidad geográfica (Figura 1).

Figura 1: El Plan de Partición de la Comisión Peel, 1937

El lenguaje geográfico de los mapas británicos estaba compuesto casi completamente por nombres en árabe transcritos, especialmente en el caso de lugares significativos para la tradición cristiana. El Estudio del Mandato Británico de Palestina elaborado en la década de 1940 se convirtió en el mapa oficial de Palestina, descrita como una unidad administrativa única. En ese mapa se utilizaron miles de topónimos en árabe (1) lo que se convirtió en una importante fuente de tensión con los dirigentes sionistas que insistían en incluir los nombres de los topónimos en hebreo (siempre que existieran) junto a los nombres en árabe y/o en inglés en las publicaciones oficiales del gobierno. Tras la creación del Estado de Israel la eliminación de los nombres en árabe y su sustitución por nombres en hebreo se convirtió en la piedra angular de la política espacial sionista, que continúa a día de hoy.

La cartografía de los primeros momentos del sionismo

Después del primer Congreso Sionista celebrado en Basilea en 1897 y la primera aliyah, u oleada de inmigración judía europea de 1881 a 1903, empezaron a proliferar los mapas sionistas, en muchos de los cuales aparecían indicadores topográficos y religiosos diseñados para volver a dibujar el mapa a imagen de un planeado Estado sionista. En particular, el sector del movimiento sionista dedicado a recaudar fondos, el Keren Hayesod, y el Fondo Nacional Judío (FNJ), una organización dedicada a adquirir y desarrollar tierra palestina para crear colonias exclusivas para judíos, utilizaron mapas para promover la colonización sionista de Palestina.

Figura 2: Mapa de Keren Hayesod, 1932

La figura 2 es un mapa de 1932 que Keren Hayesod utilizó como herramienta para recaudar fondos y solicitar donaciones a la comunidad judío-estadounidense. Un lado del documento se jacta de los logros del Keren Hayesod, mientras que el reverso del mapa señala en rojo la costa mediterránea y la región norte para indicar lo que la leyenda del mapa designa como “tierras judías”. Jerusalén se marca con la estrella de David mientras que las localidades palestinas se limitan a unos pocos centros urbanos. En un claro ejemplo de orientalismo se representa la población originaria con cuatro figuras apenas bosquejadas y a lomos de camello superpuestas en el desierto. Otras figuras muestran a laboriosos trabajadores judíos junto a nuevos centros agrícolas e industriales. Esta yuxtaposición ilustra la afirmación de Ella Shohat de que los sionistas europeos se consideraban a sí mismos quienes “hacían historia”, mientras que las personas [palestinas] originarias formaban un “trasfondo casi inorgánico”.

Figura 3: Mapa del Fondo Nacional Judío, en torno a 1940

La figura 3 es un mapa (uno de muchos) del FNJ que señala en hebreo las nuevas colonias judías entre 1936 y 1940. Los nombres de las colonias anteriores a la creación del Estado de Israel se seleccionaron según referencias bíblicas o talmúdicas, o en homenaje a figuras sionistas, de modo que se convirtió a la historia bíblica judía en una parte esencial de la geografía del expansionismo sionista moderno. Los modelos de colonias en las regiones costeras y del norte se parecen a las de la Figura 2 y de nuevo en el mapa apenas aparecen localidades palestinas. Los prósperos centros comerciales y agrícolas palestinos en lo que hoy se conoce como Cisjordania están vacíos y solo Jerusalén y la carretera entre Jerusalén y Jericó indican algo de vida.

La eliminación de la población palestina originaria de la tierra reforzó la tristemente célebre afirmación sionista de que Palestina era “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. Por supuesto, era una falacia ya que a finales del siglo XIX Palestina contaba con una población de unas 600.000 personas, tenía una agricultura floreciente y era muy activa desde el punto de vista económico y político.

Crear el mapa en hebreo

Tras la Nakba de 1948 (que señala la pérdida de la patria palestina y el desplazamiento de 750.000 palestinos de sus hogares) el nuevo Estado de Israel se propuso que el mapa nacional pasara de estar escrito en árabe a estarlo en hebreo como una forma de construcción de la nación sionista. Se asignaron nombres hebreos a todos los elementos geográficos para fusionar la historia bíblica judía con el control territorial. El objetivo final era convertir el hebreo en la única lengua en la que entender el paisaje y eliminar así las experiencias e historias de los habitantes originarios.

La primera persona que ocupó el cargo de primer ministro de Israel, David Ben-Gurion, entendió que los nombres de los topónimos no era simplemente una opción lingüística, sino una expresión de relaciones de poder, y en julio de 1949 creó una comisión para “determinar los nombres en hebreo de todos los lugares, montañas, valles, fuentes, carreteras y similares en toda la zona del Negev”. En un período de ocho meses la región de Beer Sheba, en el sur, se transformó en el “Negev” y culminó en agosto de 1950 con un mapa en hebreo de la zona que se hizo recopilando los topónimos de los mapas coloniales británicos, traduciendo los nombres en árabe que existían y situando estos nombres en un contexto bíblico y religioso para darles autenticidad.

La hebraización de la región de Beer Sheba se consideró un caso esencial que sentaba jurisprudencia para fortalecer la soberanía sobre el territorio recién adquirido. Ben-Gurion elogió a la comisión: “Ustedes han desterrado la vergüenza de la extranjería y de un idioma extranjero de la mitad del territorio israelí, y han completado el trabajo iniciado por las Fuerzas de Defensa Israelíes: liberar al Negev del dominio extranjero. Espero que continúen su trabajo hasta redimir toda la zona de la tierra de Israel del dominio de la lengua extranjera”.

La hebraización de los topónimos se convirtió posteriormente en un proyecto nacional patrocinado por el Estado. En marzo de 1951 se estableció la Comisión Gubernamental de Nombres para dar “nombres en hebreo a todos los lugares que tienen nombres en árabe” y asignar nombres a los lugares recién creados. Una década después de la creación de Estado la Comisión había asignado unos 3.000 nuevos nombres y al mismo tiempo se eliminó del índice oficial de Israel los nombres de los pueblos palestinos. Como señaló el informe de 1958 de la Comisión, “mientras los nombres no aparezcan en los mapas no pueden tomar posesión en vida”.

Mientras tanto Ben-Gurion y la Comisión incluyeron los topónimos en hebreo en instituciones, agencias y organizaciones oficiales y no oficiales. Se ordenó al ejército israelí utilizar y distribuir los nombres nuevos, y se instruyó al Ministerio de Educación para que ratificara los nombres nuevos en las escuelas y descartara los árabes. Los nombres en hebreo se difundieron y promovieron tanto en varias agencias gubernamentales, como el Departamento de Obras Públicas, como en los medios de comunicación.

La hebraización de los mapas muestra una actitud paradójica respecto a la lengua árabe. Por una parte se la acusaba de ser extranjera y ajena mientras que por otra era el indicador indiscutible de autenticidad y de la condición de indígena. La población palestina poseía una relación íntima con el paisaje y un buen conocimiento de este debido a su presencia ininterrumpida durante siglos. Por consiguiente, se suponía que los topónimos contemporáneos en árabe habían preservado los nombres y tradiciones antiguos de la época de la Biblia. Para la Comisión se convirtieron en una pista acerca del pasado, que afectaba a cómo se elegían los nombres en hebreo. La Comisión o bien tradujo directamente el significado de los nombres en árabe o si su sonido era similar al hebreo se apropiaban del nombre y le daban la entonación hebrea.

El mapa en hebreo se sigue confeccionando más allá de la Línea Verde (que delimita la Línea del Armisticio de 1949) en Jerusalén Oriental, Cisjordania, la Franja de Gaza y el Golán sirio ocupado. A pesar de que las colonias violan el Artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra, desde 1967 la Comisión Gubernamental de Nombres establece los nombres de las ilegales colonias judías para asegurar la uniformidad lingüística a ambos lados de la Línea Verde, lo que demuestra la continuidad del proyecto de construcción del Estado israelí, un Estado que desde su creación ha tratado de controlar la mayor cantidad de tierra palestina con la menor cantidad de palestinos.
Hoy en día los mapas de Cisjordania muestran un vertiginoso patchwork de designaciones políticas y militares según las Zonas A, B y C establecidas por los Acuerdos de Oslo. A menudo estas zonas se superponen tanto con las ilegales colonias y con zonas edificadas palestinas como con checkpoints y controles de carretera. Los mapas elaborados por organismos de control, como la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, son multicapas, confusos y a menudo ilegibles para una persona no entendida. Significativamente, cualquier mapa del territorio palestino ocupado (TPO) está obsoleto casi en cuanto se publica ya que las colonias judías israelíes aumentan, las tierras palestinas se dividen y las barreras se amplían, se derrumban o se reubican. Mientras que los mapas del interior de la Línea Verde siempre muestran a Israel como una entidad geográfica fija y homogénea, los mapas de más allá de ella muestran una realidad geográfica inestable e inacabada en la que Israel sigue manipulando, controlando y anexionando tierras.

Así pues, el mapa en hebreo fue, y sigue siendo, un ejercicio de la formación del Estado, un documento vivo de la colonización sionista en el que la ideología sionista se incorpora a las prácticas espaciales del Estado israelí. Es lo que el cartógrafo palestino Salman Abu Sitta quiere decir cuando afirma que el pueblo palestino ha sido “suprimido del mapa”.

La oportunidad perdida de la tecnología

Los avances tecnológicos de las dos últimas décadas han alterado radicalmente la forma en que los seres humanos interactúan con el espacio. Desde que en 1999 se lanzó el satélite IKONOS el público general ha podido acceder a imágenes detalladas de la Tierra, un privilegio que antes estaba reservado a los gobiernos. La rápida democratización y proliferación de imágenes de satélites, tanto de código abierto como comerciales, incluidos Google Earth, DigitalGlobe’s WorldView y Planet, auguraba una nueva era.
Los datos geoespaciales de alta resolución se utilizan para defender, exigir responsabilidades y analizar gran cantidad de causas diferentes, desde el rastreo de las alteraciones del clima hasta el seguimiento de la pobreza y los conflictos mundiales, pasando por proporcionar ayuda en casos de desastre y preservar el patrimonio cultural. Tanto grupos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch como medios de comunicación utilizan los datos geospaciales para dar testimonio de violaciones de derechos humanos a escala mundial y para valorarlas.

Las imágenes obtenidas vía satélite se suelen considerar objetivas, precisas y fidedignas, por lo que generalmente están despolitizadas y rara vez se cuestionan. No obstante, al igual que los mapas impresos, las imágenes obtenidas vía satélite (y los usos que se hacen de ellas) siguen siendo vulnerables a las manipulaciones sociales y políticas de los cartógrafos, unas manipulaciones que pueden dificultar su impacto potencialmente progresista. Esto es especialmente evidente en el caso de Google y su controvertida relación con Palestina.

Un informe de 2018 de 7amleh, el Centro Árabe para el Avance de los Medios Sociales, afirma que Google Maps sirve a los intereses del gobierno israelí al facilitar sus intentos de eludir sus responsabilidades respecto a las poblaciones ocupadas según los marcos internacionales de derechos humanos. El informe destaca que las rutas de Google Maps están diseñadas “sólo para israelíes e ilegales colonos israelíes, y pueden ser peligrosas para los palestinos”. Google Maps calcula automáticamente las rutas asumiendo que quien lo usa es una persona que tiene un documento de identidad israelí y puede utilizar las carreteras que son de uso exclusivo para israelíes, sin tener en cuenta los cientos de checkpoints, controles de carreteras y barreras que restringen la libertad de movimiento de los palestinos.

Su forma de etiquetar y de nombrar también es discutible. A pesar de que Israel nunca ha declarado sus fronteras, Google le otorga una etiqueta y unas fronteras como si fuera un bloque de territorio indiscutible, en el que Jerusalén se marca como su capital ignorando su estatus reconocido internacionalmente. En cambio, se resta importancia a muchas localidades palestinas o se borran totalmente, incluidos los pueblos beduinos a los que el Estado israelí sigue sin reconocer, y los pueblos palestinos situados dentro de la Zona A de Cisjordania controlada por Israel. Resulta significativo que Cisjordania y la Franja de Gaza (excluyendo las ilegales colonias israelís) no consten como parte de ningún país o Estado, ya que Palestina no está calificada como tal. De hecho, en 2016 Google se vio envuelto en una fuerte polémica debido a un error que suprimió los nombres de Cisjordania y Gaza de su mapa, lo que provocó una petición bajo el nombre de “¡Google: Pon a Palestina en tus mapas!” que ha reunido más de 615.000 firmas.

El énfasis de Google en las localidades israelíes, ilegales o no, también se observa en Google Street View, que cubre la mayoría de Israel y sus ilegales colonias, así como la ocupada por Israel Ciudad Vieja de Jerusalén. En cambio, se sigue sin poder ver gran parte de Palestina con excepción de las ciudades palestinas de Jericó, Belén y Ramala, y unos pocos lugares de Gaza.

Además, a consecuencia directa de la política del gobierno de Estados Unidos, Google Earth está obligado por ley a restringir el acceso a las imágenes de Palestina e Israel. La legislación de ambos partidos [Republicano y Demócrata] aprobada por la Cámara de Representantes estadounidense en 1997 limita la calidad de las imágenes vía satélite de Palestina-Israel de las que puede disponer el público a través de plataformas cuya base está en Estados Unidos, como Google Earth y Bing Maps. La Enmienda Kyl-Bingaman (KBA, por sus siglas en inglés) a la Ley de Autorización de la Defensa Nacional estadounidense restringe la disponibilidad de las imágenes vía satélite de alta resolución al impedir a los operadores y minoristas de satélites de Estados Unidos vender o difundir imágenes de Palestina-Israel con una resolución superior a la disponible en el mercado no estadounidense. Aunque la KBA solo se aplica a empresas estadounidenses, la hegemonía que estas tienen en el mercado comercial de imágenes vía satélite había elevado, hasta hace muy poco, esa legislación a una institucionalización de facto a escala mundial, lo que afectaba al acceso a ellas de activistas, organismos de seguimiento e investigadores de todo el mundo.

Aunque la ley se implementó con el pretexto de proteger la seguridad de Israel, se trata más bien de una censura ya que las imágenes de Palestina-Israel se limitan a una resolución de dos metros. Como demuestran Fradley y Zerbini, al hacer deliberadamente borrosas las imágenes vía satélite de Palestina-Israel la KBA obstaculiza el trabajo de arqueólogos, ambientalistas, geógrafos y personal humanitario. De hecho, las imágenes de baja resolución obstaculizan los esfuerzos humanitarios para documentar las violaciones de los derechos humanos, como el robo de tierras, las demoliciones de casas y las actividades de las colonias por parte de Israel, y minan el derecho de los palestinos a reivindicar la tierra. También dificultan la valoración de los daños causados por el conflicto en zonas con alta densidad de población y de difícil acceso, como la Franja de Gaza (el caso más reciente, durante la Gran Marcha del Retorno iniciada en marzo de 2018).

Gracias a técnicas “caseras”, como colocar cámaras digitales en cometas o globos, los palestinos han burlado directamente esta censura y obtenido sus propias imágenes aéreas con una resolución más alta que la que ofrece Google. Este método se utilizó para documentar la construcción de una carretera de seis carriles que atraviesa el barrio palestino de Beit Safafa en Jerusalén y las consecuencias que tienen en la población local.

Tanto la legislación perjudicial (como la KBA) como la complicidad de las empresas de tecnología en favorecer el control espacial israelí a expensas de los palestinos suponen una oportunidad perdida de utilizar los avances tecnológicos para democratizar la cartografía. En vez de ello ha creado un “mecanismo de censura omnipresente”.

Contracartografía decolonial

Descolonizar los mapas es un proceso que implica por una parte reconocer la experiencia de los sujetos coloniales (los palestinos) y por otra documentar y sacar a la luz los sistemas y estructuras coloniales (el expansionismo sionista).

La descolonización exige lo que David Harvey denomina “imaginación geográfica”, esto es, vincular la imaginación social a una conciencia espacial y material. Desde 1948 los palestinos han conservado el recuerdo de los hogares y pueblos destruidos gracias la creación de atlas, mapas, memorias, arte, libros, relatos orales y páginas web. Para las personas refugiadas y desplazadas internas palestinas el derecho al retorno no es solo una solución política sino el primer paso de un proceso de descolonización. El retorno, como un “contrapunto del exilio”, plantea preguntas críticas y prácticas del tipo “¿a qué se asemeja el retorno? ¿qué construimos dónde? ¿quién construirá qué?”.

Aunque es válida la crítica de que los contramapas reproducen e incorporan las prácticas territoriales y espaciales excluyentes existentes, los actuales intentos de una contracartografía demuestran que los palestinos y sus aliados están creando una cartografía descolonizada más allá de limitarse a (re)afirmar las líneas en un mapa existente. Estos intentos, en cambio, trasladan los recuerdos personales y colectivos a términos espaciales, y los incorporan a un marco jurídico y político. El libro All that Remains Todo lo que queda de Walid Khalidi cartografía con imágenes e información demográfica cada una de los pueblos palestinos destruidos. De forma similar Salman Abu Sitta, fundador de la Sociedad Palestina de la Tierra, ha elaborado un plan exhaustivo destinado al retorno utilizando mapas y destacando que muchos de los pueblos destruidos no se han repoblado y, por lo tanto, pueden albergar a su habitantes [originarios] que retornen. Además, su Atlas of Palestine (2010) es un registro histórico de la Palestina anterior a la Nakba que se presenta metódicamente utilizando imágenes aéreas a escala 1:25.000.

La tecnología puede servir como una herramienta para imaginar de forma tangible el derecho al retorno. Los mapas históricos detallados y sin censurar, y las imágenes con una resolución alta permiten a los palestinos catalogar lo que queda de los pueblos y aldeas destruidos durante la Nakba. Estas imágenes no solo proporcionan pruebas importantes de la continua invasión colonial de la tierra palestina, sino que también permiten a los palestinos imaginar activamente una realidad alternativa.

La ONG israelí Zochrot trata de concienciar al público israelí en general sobre la Nakba palestina. Uno de sus muchos proyectos es iNakba, una aplicación interactiva para smartphones creada en 2014 y que hasta la fecha han descargado más de 40.000 persona. iNakba ha catalogado más de 600 ciudades y pueblos palestinos que fueron destruidos durante la Nakba y proporciona imágenes, texto (en árabe, hebreo e inglés) y, lo que es más importante, coordenadas de Waze y Google Map para mostrar a los usuarios cómo llegar y para que ellos ellos mismos añadan información.
La creadora de iNakba, Raneen Jeries, afirmó que el objetivo de esta aplicación es honrar la herencia e identidad palestina y afirmar el derecho al retorno: “Volvimos a colocar la aldea palestina en el mapa y ahora tratamos de hacer retornar al refugiado palestino”, añadió. “Es poderoso porque es interactivo […] Si estás en [el campo de refugiados de] Ein El Hilwa [de Líbano] puedes estar al día acerca de tu pueblo en Palestina. Ha vuelto a la vida”.

Zochrot también facilita a las personas afectadas proyectos relacionados con el derecho al retorno. Por ejemplo, el proyecto de 2010 Participatory Action Research, Counter Mapping Return, previó las posibilidades y dificultades espaciales del derecho palestino al retorno a un pueblo destruido, Miska, en la región de Tulkarem. Los participantes palestinos e israelíes crearon un mapa alternativo exhaustivo y multicapas que desmantelaba las actuales políticas discriminatorias. Se consideró que el primer paso era reconocer la destrucción personal y colectiva causada por la Nakba.

La publicación de Palestine Open Maps (una colaboración entre Visualizing Palestine y Columbia University Studio-X Amman) en 2018 es el primer proyecto cartográfico de código abierto basado en mapas históricos del período del Mandato británico. Los detallados mapas multicapas narran historias visuales “que retratan vívidamente geografías ausentes y ocultas”, y permiten a los usuarios buscar el paisaje palestino anterior a la Nakba. Palestine Open Maps también realiza “mapatones”[*] que permiten a los usuarios extraer datos de los mapas del Mandato británico (como hacen otras organizaciones como la ONG estadounidense Rebuilding Alliance).
Al mismo tiempo los palestinos utilizan la tecnología para crear sus propios servicios cartográficos independientes. Por ejemplo, Doroob Navigator, que se puso en marcha en el verano de 2019, obtiene de sus usuarios datos sobre el cierre de carreteras y el tráfico, y permite a los conductores palestinos de los territorios palestinos ocupados seguir el tráfico en los puestos de control y buscar rutas alternativas.

Estos proyectos (además de otros como Gaza War Map, Decolonizing Art and Architecture Residency y Forensic Architecture) permiten al pueblo palestino hacer frente al discurso hegemónico y subvertirlo, y afirmar una visión alternativa de la liberación y del retorno en términos espaciales y cartográficos. A menudo los intentos de los palestinos de retornar verdaderamente a sus pueblos destruidos refuerzan estas iniciativas o coinciden con ellas. Por ejemplo, a pesar del riesgo de sufrir la violencia estatal y de que sus casas fueran demolidas, los habitantes desplazados internos de pueblos como Iqrit, Al-Walaja y Al-Araqib retornaron décadas después de haber sido expulsados. Otros ejemplos son más simbólicos, como la Gran Marcha del Retorno en Gaza que empezó en 2018 y continúa a día de hoy.

Desafiar a los guardianes de la cartografía

Durante mucho tiempo la cartografía ha sido un arma más del arsenal del colonizador, una herramienta utilizada para adquirir, controlar y borrar el territorio. Como afirma el politólogo israelí Meron Benvenisti, “el conocimiento cartográfico es poder: por eso esta profesión está tan vinculada al ejército y a la guerra”. En el caso de Palestina la cartografía británica y sionista se esforzó en eliminar del paisaje los vestigios palestinos. La década posterior a 1948 transformó la tierra con un mapa totalmente en hebreo que desplazó a siglos de vida e historia palestina.
Para los refugiados palestinos, la mayoría de los cuales no tienen posibilidad de visitar, y menos aun de retornar, a la tierra de la que ellos o sus antepasados fueron expulsados, la censura consolida su separación de su patria y la restringe a la esfera virtual. En el caso de los palestinos que viven bajo la ley marcial en los territorios palestinos ocupados o bajo el asedio en Gaza, aunque la tecnología supone la posibilidad de democratizar las prácticas espaciales, las principales aplicaciones cartográficas no tienen en cuenta la realidad llena de muros que hay sobre el terreno ni las restricciones y repercusiones que esta realidad tiene en la libertad de movimientos de los palestinos.

Con todo, el pueblo palestino y sus aliados siguen subvirtiendo los mapas coloniales y resistiéndose a ellos por medio de contramapas. Estos son algunos pasos concretos para seguir avanzando:

1. Tal como recomendó 7amleh, Google Maps debe nombrar correctamente Palestina, de acuerdo con la Resolución de la Asamblea General de la ONU de noviembre de 2012.

2. Según la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU. Google Maps debe mostrar correctamente el estatus internacional de Jerusalén. Google también debe identificar y etiquetar correctamente la ilegales colonias israelíes en tierra ocupada, según el Artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra y el Artículo 55 de las Regulaciones de La Haya.

3. Google debe distinguir claramente las Zonas A, B y C en Cisjordania, y dar cuenta de todas las restricciones al movimiento y de las calles restringidas.

4. Google debe localizar los pueblos palestinos “no reconocidos” dentro de Israel, así como los pueblos palestinos en la Zona C.

5. Estados Unidos debe eliminar la KBA y permitir comerciar en igualdad de condiciones a los proveedores de imágenes estadounidenses y no estadounidenses, lo que permitiría a los operadores de satélite compartir imágenes con alta resolución de Palestina-Israel en plataformas de acceso libre muy utilizadas. También permitiría a arqueólogos, investigadores y trabajadores humanitarios documentar correctamente los cambios sobre el terreno y facilitaría el exigir a Israel rendir cuentas por su ocupación.

6. La sociedad civil palestina debe fomentar y promover activamente el uso activo de contramapas como alternativa a los incompletos mapas actuales. Al mismo tiempo, la sociedad civil palestina y sus aliados debe centrar sus esfuerzos en presionar por una parte al gobierno estadounidense para que derogue la KBA y por otra a Google para haga los cambios que hemos señalado.

Notas:

(1) Váse A Gazetteer of the Place Names Which Appear in the Small-Scale Maps of Palestine and Trans-Jordan, Jerusalén, 1941.

[*] Un “mapatón” (del inglés “mapathon”) es un acto coordinado de cartografía en el que se invita al público a realizar mejoras on line de mapas en su zona para mejorar la cobertura y ayudar a evaluar el riesgo de desastres y la gestión de la energía. (N. de la t.).

Zena Agha fue becaria de Al-Shabaka de 2017 a 2019. Sus ámbitos de especialización incluyen la construcción de colonias israelíes en el territorio palestino ocupado, con especial atención a Jerusalén, la historia moderna de Oriente Próximo y las prácticas espaciales. Anteriormente trabajó en The Economist, la Embajada de Irak en París y la delegación palestina en la UNESCO. Además de sus artículos de opinión en The Independent y The Nation, también ha colaborado con el Servicio Mundial de la BBC, la BBC en árabe y El País. Obtuvo la beca Kennedy para estudiar en la Universidad de Harvard y terminó un Máster en Estudios de Oriente Próximo.

Fuente: https://rebelion.org/mapas-tecnologia-y-practicas-espaciales-decoloniales-en-palestina/

 

Comparte este contenido:

Así será la transición editorial a la ciencia abierta

Por: Candela Ollé

Retrocedamos al año 2011, cuando la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación y su artículo 37 centrado en la “Difusión en acceso abierto” ya detallaba en cinco puntos las medidas para poder tener un verdadero acceso abierto a la ciencia en España.

Desde entonces, numerosos estudios y autores han evaluado el grado de cumplimiento de esta ley dando como resultados porcentajes de cumplimiento muy bajos (9%).

No en vano, la citada ley en su último punto, el seis, retrocedía en avances:

“Lo anterior se entiende sin perjuicio de los acuerdos en virtud de los cuales se hayan podido atribuir o transferir a terceros los derechos sobre las publicaciones, y no será de aplicación cuando los derechos sobre los resultados de la actividad de investigación, desarrollo e innovación sean susceptibles de protección”.

En estos ocho años han surgido muchos informes que han intentado avanzar en el camino sin notable éxito, pero hasta la llegada del Plan S –publicado en 2018– no se ha acelerado la transición hacia el ya conocido acceso abierto y la ciencia abierta.

El Plan S consta de un objetivo y diez principios con la finalidad de que –a partir del 1 de enero de 2021– todas las publicaciones –con un claro énfasis en las publicaciones académicas revisadas por pares– financiadas con subvenciones públicas sean de acceso abierto, bien publicadas en revistas o repositorios.

Diez principios

El Plan S establece diez principios para conseguir estos objetivos:

  1. Los autores deben conservar los derechos de autor de sus publicaciones, que deben publicarse bajo una licencia abierta como Creative Commons (CC BY).
  2. Los miembros de la coalición deben establecer criterios y requisitos sólidos para las revistas y plataformas de acceso abierto que cumplan con los requisitos.
  3. También deberían ofrecer incentivos para la creación de revistas y plataformas de acceso abierto compatibles si aún no existen.
  4. Las tasas de publicación deben ser sufragadas por los financiadores o las universidades, no por investigadores individuales.
  5. Dichas tasas de publicación deben ser estandarizadas y limitadas.
  6. Las universidades, las organizaciones de investigación y las bibliotecas deben alinear sus políticas y estrategias.
  7. Para los libros y monografías, el plazo podrá ampliarse más allá de 2021.
  8. Los archivos y repositorios abiertos deben ser reconocidos por su importancia.
  9. Las revistas híbridas de acceso abierto no cumplen con el principio clave.
  10. Los miembros de la coalición deben supervisar y sancionar el cumplimiento de este Plan.

Cinco retos

En este artículo pondremos el foco en cinco de los retos que deben afrontar las revistas a corto plazo en el contexto de la ciencia abierta, que va de la mano del Plan S.

La ciencia abierta se fundamenta en ocho dimensiones: acceso abierto, datos, educación, incentivos, nuevas métricas, integridad de la investigación y ciencia ciudadana. Además de un buen listado de beneficios identificados, como la transparencia, la efectividad, la rápida transferencia de conocimiento que evita duplicidades y aumenta la rapidez de la investigación, la reproducibilidad, evitar el fraude, una mayor productividad y la mejora del impacto social de la investigación.

En el contexto de las ocho dimensiones o pilares de la ciencia abierta hemos seleccionado los que consideramos los cinco grandes retos de las revistas académicas, que son:

  • la sostenibilidad económica,
  • la revisión abierta (open peer review),
  • las nuevas métricas (altmetrics),
  • la difusión de los contenidos en las redes sociales y
  • la gestión de los datos de investigación.

Todo ello configura un ecosistema en ebullición y expansión, con una coincidencia no casual de la explosión de las redes sociales junto con la ciencia abierta y los grandes volúmenes de datos científicos.

El acceso abierto es la palanca de arranque de la ciencia abierta y el fuerte impulso político de la Comisión Europea (Horizon 2020 o Plan S) ha acelerado la transición de la publicación de acceso libre.

Actualmente nadie se pregunta si el acceso abierto se llegará a imponer, ya que la pregunta es cuándo lo hará.

No hay marcha atrás para la ciencia abierta

La ciencia abierta se encuentra en una etapa en la que no es posible un paso atrás, pero hay que hacer todavía un cambio de paradigma, ya que abre todas las fases de la investigación científica, desde la revisión y la evaluación hasta la publicación y la difusión.

Así como en los años noventa del siglo pasado el reto era la digitalización e Internet y, desde el año 2000, el acceso abierto, a partir de 2015 el nuevo marco del open science contiene muchas implicaciones para la edición científica.

Es imprescindible marcarnos un calendario de acción en el que el primer reto es la sostenibilidad económica. ¿Cómo se pagan los costes editoriales? Hay mucho debate en torno a cuál debe ser el modelo de negocio. Existen diferentes vías de financiación de las revistas científicas y, a la vez, es uno de los aspectos más criticados.

Es el caso de los elevados precios de los Article Processing Charges (APC), con los que el autor se hace cargo de los costes de la edición.

La Fair Open Access Alliance recomienda que los costes de procesamiento de artículos no excedan los 1 000 dólares estadounidenses (800 euros aproximadamente) por artículo, aunque hay revistas que llegan a cobrar casi 4 000 dólares. Algunas de las vías de financiación mayoritarias son: las tasas (APC), la financiación pública y los consorcios de usuarios.

El segundo reto planteado es el modelo de evaluación de expertos en abierto. Las editoriales están experimentando cómo se puede dotar de más transparencia y apertura al proceso de evaluación de expertos. Por ejemplo, la plataforma F1000 hace públicas las identidades de los revisores y acompaña al artículo de sus informes y el estado de aprobación.

La editorial MDPI, en cambio, opta en algunos de sus títulos por un modelo más flexible, en el que el autor y el revisor deciden si se hacen públicos el informe y la identidad de los revisores. Open reports, open identities da la posibilidad de citar las revisiones, etcétera. Son algunas de las muchas posibilidades en este campo.

El mismo contexto obliga a buscar nuevas métricas (tercer reto) para evaluar más allá de las citas y los cuartiles. La búsqueda de indicadores alternativos para romper el monopolio del factor de impacto tiene un largo recorrido.

Además, surge el concepto de métricas abiertas, que son las métricas de la próxima generación, y serán claves, tal y como menciona el principio número 10 del Plan S, ya que “los financiadores se comprometen a evaluar los resultados de la investigación durante las decisiones de financiamiento, y valorarán el mérito intrínseco del trabajo y no considerarán el canal de publicación, su factor de impacto —u otras métricas de la revista— o el editor”.

Qué queremos comunicar

Las revistas y la comunicación científica no quedan al margen de las redes sociales (cuarto reto).

Nos tenemos que plantear la esencia de qué queremos difundir: dónde es más adecuado publicar, cómo hemos de hacerlo, ¿apostamos por los formatos audiovisuales?, para quién –cuál es nuestro público– y por qué. De este modo, seleccionaremos mejor la red para hacer llegar nuestro mensaje.

Las redes se pueden clasificar como generalistas y especializadas —las más utilizadas por los investigadores son ResearchGate, Academia.edu, Mendeley, Twitter, Facebook y LinkedIn—.

La web social permite que haya un enlace entre instituciones, autores y lectores; favorece la visibilidad y el impacto de los contenidos fuera de la academia; genera debate y dinamiza la comunidad científica y promueve el uso de diferentes formatos —vídeo, fotografía o infografía—.

Nuevas oportunidades para los investigadores

El uso de los medios sociales (social media) ofrece una serie de oportunidades para las revistas e investigadores: múltiples plataformas de interrelación entre instituciones, autores y lectores; incremento de la visibilidad; permiten llegar a múltiples públicos, la importancia en aumento de la estrategia SEO (siglas de Search Engine Optimization u Optimización para Motores de Búsqueda); generan un incremento del impacto, así como una dinamización de la comunidad científica, fidelización y curación de otros contenidos. Son un buen canal para socializar la investigación con la ciudadanía, y en el momento en que esto se produzca, el esfuerzo y el debate que está generando el Plan S estará ampliamente reembolsado.

El último aspecto a enfatizar es la gestión de datos en abierto (quinto reto). Algunas de las recomendaciones son adoptar los principios FAIR (Findability, Accessibility, Interoperability, and Reusability, en español fáciles de encontrar, accesibles, interoperables y reutilizables), seleccionar los datos con interés para usos futuros, elaborar un plan de gestión de datos, asignar licencias abiertas, depositar los contenidos en repositorios de confianza y promover la citación de los conjuntos de datos como si fueran cualquier otro recurso.

¿Estamos listos?

¿La comunicación científica está lista para ser abierta en 2021? En España hemos analizado las 214 revistas del Scimago Journal Rank de Ciencias Sociales (López-Borrull et al. (2020). “El Plan S y el ecosistema de revistas españolas en Ciencias Sociales hacia el acceso abierto: amenazas y oportunidades”, El Profesional de la Información (en prensa)) valorando los requerimientos técnicos que el Plan S marca para las publicaciones académicas y los resultados muestran que solo 11 de las 214 revistas cumplen 10 de los 12 requerimientos obligatorios que la cOAlition S demanda a las revistas para que los investigadores puedan publicar en ellos.

Además, las revistas españolas de Ciencias Sociales deben tomarse los requerimientos del Plan S como una oportunidad para hacer una definitiva transformación digital, la que no se hizo cuando se pasó a la gestión de artículos en formato pdf. Así, los requerimientos son también una hoja de ruta de calidad y transparencia de las revistas científicas en acceso abierto.

En el camino hacia la ciencia abierta, de momento se concentran los esfuerzos y cambios para las publicaciones, pero la línea de tiempo para lograr el acceso abierto de las monografías y capítulos de libros será más larga y requiere un proceso separado, todavía por definir.

Fuente: http://theconversation.com/asi-sera-la-transicion-editorial-a-la-ciencia-abierta-131272

Comparte este contenido:
Page 24 of 81
1 22 23 24 25 26 81