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Argentina: 50 días de cuarentena. Balances y miradas hacia adelante en torno a las actividades docentes en la UNR

América del Sur/Argentina/13-05-2020/Autor(a) y fuente: COaD

A pesar de la extraordinaria situación que atravesamos la Universidad no se ha paralizado. Hoy  toda  la  comunidad  educativa  se encuentra realizando enormes esfuerzos, dándose diversas formas de continuidad que son fruto de una constante búsqueda por salvar las dificultades que se nos imponen; una meritoria labor de la cual lxs docentes somos protagonistas  a  través  del  teletrabajo  que  realizamos  a  base de pura voluntad con los limitados medios y en las particulares condiciones de que disponemos en nuestros hogares.

Nuestro trabajo como docentes se suma al de todo nuestro pueblo, que ha asumido la responsabilidad  de  garantizar  la  cuarentena  y  las  actividades  esenciales  que  le  son inherentes para defender la salud de todxs y reducir los inevitables efectos de la pandemia. No podemos sino rescatar y reconocer el esfuerzo del personal de la salud que nos cuida diariamente; el de las organizaciones sociales que trabajan para mitigar el hambre de millones de compatriotas; el de lxs trabajadorxs que sostienen los servicios imprescindibles; el de las instancias gubernamentales que con su labor posibilitan la vida en cuarentena; el de las pymes que día a día dan la pelea para continuar subsistiendo. Todas tareas de una gran valía, que se realizan cotidianamente pese a los abusos especulativos que aumentaron precios de mercaderías esenciales, pese a los despidos de grandes empresas y, también, pese a la resistencia de las grandes fortunas para preservar sus privilegios.

En el caso de la docencia universitaria, como mencionamos anteriormente, el esfuerzo y el aporte se da a través de lo que se ha dado en llamar “enseñanza virtual” (para nosotros trabajo remoto o teletrabajo). El objetivo es reducir la discontinuidad y exclusión de lxs estudiantes de la Universidad Pública y preparar las mejores condiciones para cuando podamos retomar las actividades normales, buscando paliar hasta donde sea posible los efectos no deseados de la actual situación. La mirada de todxs está puesta en defender la Universidad Pública.

En este contexto, la comunicación de lxs miembrxs del Consejo Directivo de la facultad de Medicina, el acuerdo de consejerxs de Ciencias Agrarias, la resolución del decanato de la facultad de Psicología y las resoluciones de lxs Directorxs del Politécnico y el Superior de Comercio son expresiones de sensatez por parte de funcionarixs y consejerxs directivxs que nos alientan a perseverar en el esfuerzo. Esfuerzo que debe ser motivo de satisfacción y orgullo, y no causa de cansancio y frustración.

Es evidente que lxs docentes estamos expuestxs a situaciones problemáticas fruto del contexto extraordinario en que nos encontramos. En la medida en que nuestra actividad se realiza hoy ajena a condiciones normales de trabajo se produce una notoria recarga de horas de trabajo, el que a su vez se desarrolla en peores condiciones. Un problema que se suma a otras tantas consecuencias inevitables, como por ejemplo la pérdida de continuidad de un importante número de estudiantes y el deterioro general de la calidad académica.

Pero existen, también, un conjunto de problemas que son evitables, y que hoy se producen por el arraigo de ideas erróneas, sobre todo en algunos funcionarios, que pretenden exigirnos a lxs docentes (fuera de todo fundamento científico y pedagógico) el reemplazo de la labor académica, en cualquier caso y en cualquier materia, por una especie de “servicio alternativo”, ignorando los fundamentos de la enseñanza y las limitaciones materiales que padecemos, y menospreciando el esfuerzo que estamos realizando. Sabemos de casos en que se ejerce presión en ese sentido. De prosperar este tipo de demandas, el monumental esfuerzo de enseñanza a distancia corre el riesgo de verse frustrado.

Es por esto que desde COAD nos vemos obligadxs a poner claridad en cuanto a las características de la relación laboral en la cuarentena. Todxs sabemos que las condiciones y medios de trabajo normales (que obviamente son los establecidos en el Convenio Colectivo de Trabajo) no se están cumpliendo en la actualidad. A mero título ilustrativo citamos tan sólo dos artículos del Convenio:

 

Artículo 20.- Provisión de medios para la realización de sus funciones

Las  Instituciones  Universitarias  Nacionales  se  obligan  a  proveer  los  medios  adecuados  a sus docentes para que estos desarrollen sus tareas

Artículo 43.- Condiciones funcionales

La Universidad garantizará a sus docentes, las adecuadas condiciones funcionales que posibiliten el normal  desarrollo  de  la  labor  académica;  las  mismas  deberán  abarcar al menos los siguientes aspectos:

  1. c) Definición de La función docente se realiza en la modalidad “frente a alumnos” y mediante actividades que se realizan en ausencia de estos

A lo dispuesto por estos artículos no está de más contrastarlo con lo que todxs lxs docentes sabemos por nuestra experiencia cotidiana: los medios y las condiciones funcionales con que contamos actualmente son solo nuestro hogar y nuestro equipamiento.

En  este  sentido  es  fundamental  remarcar  una  vez  más  que,  en  tanto  persistan  las condiciones impuestas por la cuarentena, la prestación laboral de la docencia universitaria es de carácter voluntario y por tanto sujeta a los límites que cada docente, en consenso con sus compañerxs de trabajo, considere adecuados (ya sea por razones de practicidad, de salud, de posibilidad personal y/o de sensatez, responsabilidad y calidad académica). Reafirmar esto es una manera de alentar y potenciar aún más la labor que venimos realizando, así como también es un resguardo y una protección ante actitudes y posturas que requieren exigencias inadecuadas.

Descargar el texto original: 50dias

Fuente:  COaD

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Deberes: «Paciencia, somos conscientes de que cada casa y familia tiene una realidad»

Por: Laura Peraita

Celeste Molinero, directora de ESO y Bachillerato del Colegio Ábaco, reconoce que hay alumnos que se han ido al pueblo con los abuelos y no tienen acceso a internet para hacer las tareas del colegio.

Según Celeste Molinero, directora de ESO y Bachillerato del Colegio Ábaco, sus alumnos están respondiendo muy bien a los deberes online. Apunta que, en general, han observado que se conectan diariamente, preguntan dudas vía classroom, google, hangouts…

¿Cuáles son las principales dificultades que se encuentran?

Aunque los profesores están explicando las sesiones, creando videotutoriales, clases online, audios para las explicaciones de los contenidos. Existen contenidos de algunas materias que son difíciles de cubrir y de dar respuesta individualizada y en tiempo a todos los alumnos

Lo cierto es que no se ha contemplado esta opción. La mayoría de los alumnos tienen un dispositivo personal como parte de nuestro Proyecto Educativo. Es una herramienta más. En estos momentos no tenemos constancia de tener familias con ese problema. Lo único que nos han trasladado son los problemas de los alumnos que se van al pueblo con los abuelos y no tenían acceso a internet.

Y los padres, ¿están haciendo muchas preguntas al centro? ¿De qué tipo?

Durante estos días no han existido muchas dudas. Principalmente se han limitado a poner en valor el trabajo hecho. Las pocas dudas han sido relacionadas con temas de tutoría, seguimiento de alumnos y reuniones pendientes entre colegio y familia.

¿Cómo es el plan de un día para los alumnos? ¿Cuántas horas diarias deben estar con los estudios?

Los alumnos conocen el plan de trabajo diario el día anterior. Deben realizar las tareas que los profesores les indican en un documento compartido con todos los alumnos de cada grupo. Una vez visitan que el documento, desde allí se dirigen a las clases online (la mayoría classroom).

Muchas familias se quejan de las dificultades de teletrabajar, encargarse de los niños y ayudarles en sus deberes. ¿Cuál es el mensaje de los centros para estos padres?

Paciencia. Somos conscientes de que cada casa y familia tiene una realidad. La clave está en una buena organización y en que todos los miembros de la familia la conozcan cada día. Hacer un horario en el que figure el tiempo de trabajo, de ocio, de descanso, de comidas….

Por otro lado, y más importante, es entender que la situación que se ha generado a nivel emocional es muy difícil de gestionar. Los alumnos no se pueden comunicar con sus iguales de la manera que están acostumbrados, deben manejar y gestionar el uso de los móviles, videojuegos, tiempo de internet… Todo esto supone una gran dosis de responsabilidad y autonomía.

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Argentina: El teletrabajo ha generado más estrés y también ha obligado a ampliar el horario laboral

América del sur/Argentina/23 Abril 2020/losandes.com.ar

Ha sido difícil la adaptación: demandas “full time”, hiperconexión, lo doméstico y la falta de recursos, entre los problemas más comunes

El aislamiento social repentino encontró medio mal parados a varios para afrontar el teletrabajo. Por eso tropezones no han faltado.

Por eso, entre quienes han debido adaptarse a este modo de trabajo hay temas recurrentes. Uno de ellos es que definitivamente se trabaja más, hay una hiperconexión que a veces agobia y que incluso puede llegar a ser full time.

“La carga del teléfono antes me duraba un día entero, ahora a la siesta ya no tiene batería”, detalló Laura, oficial de empresa en un banco, para graficar la situación.

“El horario laboral ya no es de lunes a viernes de 8 a 15, yo estoy todo el día con el teléfono y con el correo, los jefes te escriben a toda hora y te obligan a estar conectada”, continuó.

El especialista en medicina laboral y presidente de la Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud, Carlos Trad Fager, reconoce la sobrecarga. “No hay dudas que el horario que se dedica en la vivienda es mayor y sería bueno cuantificarlo con estudios específicos”, advirtió.

“Nuestro manejo de la tecnología es todavía incipiente a nivel de población general, en este período hemos encontrado limitaciones por nuestro insuficiente entrenamiento en el trabajo informático, hay quienes no encuentran cómo resolver problemas digitales”, continuó.

Pero además resaltó que el escenario de pandemia ha desnudado un problema que ya existía: luego de luchas sangrientas por lograr jornadas laborales de ocho horas, desde hace años estas se extienden cada vez más. Esto está particularmente influenciado por el acceso digital.

Hiperconexión

Diferentes horarios de trabajo de los miembros de la organización, dificultades para autogestionarse en un escenario nuevo y contar con menos recursos que en el espacio laboral son algunos factores. 

Al estar en la casa la jornada laboral está atravesada por cuestiones domésticas y hay quienes creen que pueden conectarse a cualquier hora. Ni hablar si hay que sumar el acompañamiento a las actividades escolares de los hijos y adaptarse a los horarios en que los negocios están abiertos porque además -y como si fuera poco- también hay que comer.

Belén tampoco pudo escapar a esta realidad. Es economista y trabaja en una universidad. Dice no o saber si trabaja más o menos, pero sí que se le desordenaron mucho los horarios, y ya no trabaja sólo por la mañana sino también por la tarde.

“Eso me ha llevado a trabajar durante todo el día pero en intervalos cortos de tiempo (…) me pongo a hacer otras cosas que no son de mi trabajo”, explicó en referencia a otras cuestiones que también debe resolver. Por la tarde también tiene interrupciones. “En conclusión, siento que mi productividad en las horas que me conecto para trabajar se ha reducido notablemente, lo que me ha llevado a tener que estar más horas conectada”.

Como consecuencia termina el día más cansada y con el estrés de haber estado todo el tiempo vinculada al trabajo.

Recursos propios

Otro aspecto es que los recursos debe aportarlos el empleado. Electricidad, conexión a internet y aparatos como teléfono o computadora corren por su cuenta. A los costos que esto implica se suma que muchas veces no son los mismos que hay en la oficina y por ello la labor resulta complicada o más extensa.

“Me agota tanto trabajar desde mi casa sin todas las herramientas que terminé saliendo para trabajar mejor desde la oficina, así que dejé a mis hijas solas”, mencionó.

Tener que responder a demandas todo el tiempo no es inocuo; toda la situación genera estrés y ansiedad que en muchos casos se manifiestan orgánicamente con alteración del sueño o problemas gastrointestinales. 

La psicóloga social y laboral Nilda Bautista destacó esto pese -señaló- a que el teletrabajo ya estaba instalado para muchos como opción. “El trabajo impuesto por la pandemia requiere un tiempo de adaptación. Quizá no había un espacio de trabajo ni horas dedicadas a ello. La adaptación no es sencilla y depende de cada persona”explicó.

“Si hay un exceso de horas sumado al aislamiento se genera un estrés porque es un cambio de rutina, sumado a la pérdida de libertad”, consideró.

La escuela

Quienes saben de esto son los docentes, que de un día para el otro debieron reformular radicalmente la forma de trabajo. Las dificultades para organizarse, la conectividad y la disponibilidad de computadora o teléfono dilatan los plazos.

“A muchos se les complica enviar las respuestas y lo hacen a veces a las 2 o 3 de la mañana, es que hay chicos que sólo pueden conectarse por la noche. Por eso también les cuesta cumplir con horarios y fechas de entrega”, relató Fabiana, profesora de Economía.

A eso se ha sumado la necesidad de responder consultas permanentemente, sobre todo a las maestras de primaria y profesores de primer año.

Los padres que trabajan deben agregar el acompañamiento escolar de los hijos, ya que las horas dedicadas a esto se han incrementado notoriamente con el aislamiento y la educación digital.

Los pros y los contras

El teletrabajo es un destino al que no se podrá escapar, sin embargo impuesto abruptamente ha generado complicaciones. De las experiencias se destacan los pro y los contra.

Positivo 

• se evita el tiempo de traslado
• se ahorra dinero
• se trabaja con ropa cómoda
• no hay necesidad de arreglarse tanto (más ahorro de tiempo y dinero)
• en muchos casos puede autogestionarse el tiempo
• beneficio para familias con niños en etapa de lactancia o pequeños

Negativo

• se trabajan más horas
• hiperconexión
• dificultades para gestionar el tiempo
• necesidad de coordinar tareas domésticas, más con el aislamiento ya que están todos en el hogar
• se usan los recursos propios
• sobrecarga de las redes y dificultades de conexión
• escasez de recursos tecnológicos
• desatención del cuidado personal
• abuso de alimentos
• conflictos en el entorno familiar. 

Fuente e imagen tomadas de: https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=el-teletrabajo-ha-generado-mas-estres-y-tambien-ha-obligado-a-ampliar-el-horario-laboral

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España: Educación en la crisis. Intuición ignorante

Europa/ Epaña/20.04.2020/ Fuente: www.laopiniondemurcia.es.,

 

«Sería deseable que las decisiones sobre algo tan trascendente como la educación pública se tomaran por expertos capaces de proponer programas de adaptación y progreso que no dependan del día a día o de lo que ocurra a corto plazo»

«En un alarde de compromiso, esfuerzo y optimismo, profesores y alumnos se han lanzado a un tipo de enseñanza para el que no se les ha preparado técnica ni intelectualmente»

Está claro que el estado de alarma sanitaria que el Gobierno de España decretó hace ya más de un mes ha cambiado mucho y de forma radical e inesperada lo que consideramos normal. Aceptamos con resignación las diferencias con las que cada familia esta viviendo el confinamiento, porque lo vemos consecuencia de la historia personal y familiar. Se activan todos los mecanismos de resiliencia viendo a través de los medios de comunicación y, sobretodo, la ‘ventana indiscreta’ de la televisión, cómo evoluciona la pandemia. Nos sentimos impotentes y asombrados por el creciente número de personas infectadas, enfermos ingresados en UCI y muertos por la infección. Nos resignamos ante la presencia en escena de personajes que hacen gala de la opulencia de sus casas, mientras que nuestro entorno es más reducido y con menos diseño, alentados quizás por el espejismo de nuestra imaginación e ilusiones y el hecho de que el coronavirus nos asusta a todos por igual.

En este escenario de desigualdad hemos aceptado el teletrabajo, sabiendo que no es lo mismo teletrabajar en una habitación con intimidad y con medios informáticos potentes, que en una mesa de camilla con nuestros hijos haciendo los teledeberes y compartiendo unas exiguas velocidades de red. Creo que lo aceptamos porque nos atañe a los adultos dentro de nuestra responsabilidad ciudadana y porque no nos queda otro remedio.

Ahora bien, es vivir en la inopia admitir que estas diferencias de capacidades dentro del ámbito de la familia y su entorno no afectan al desarrollo adecuado de las capacidades de aprendizaje y rendimiento escolar de los alumnos que están sufriendo el confinamiento.

España es un Estado social en el que existe el compromiso de la igualdad de oportunidades cuyo pilar es la enseñanza pública. El acceso igualitario al desarrollo intelectual es el mayor valor de nuestra convivencia social democrática; una sociedad inteligente identifica y asegura el resto de servicios básicos para todos los ciudadanos. Sin este principio y por la falta de oportunidades, es seguro que muchos profesionales no hubiéramos llegado a bachiller y a la universidad. La enseñanza pública presencial equilibra muy significativamente las diferencias económicas y sociales, ya que los alumnos tienen acceso por igual a los medios necesarios para desarrollar sus capacidades. Sabemos también que las diferencias socioeconómicas juegan un papel complementario, pero no es excluyente. La educación pública presencial es un vínculo fundamental de equidad social y, a su vez, motivador para el esfuerzo, puesto que no se ven coartadas las capacidades de los estudiantes.

Estos últimos días se ha abierto el debate sobre qué hacer con este curso escolar tan atípico, con un tercio del programa sin desarrollo presencial. En un alarde de compromiso, esfuerzo y optimismo, profesores y alumnos se han lanzado a un tipo de enseñanza para el que no se les ha preparado técnica ni intelectualmente. También, siguiendo son ese optimismo temerario, las Administraciones están recogiendo datos de conexión, seguimiento, aprovechamiento del programa (todo virtual), con conclusiones dispares según a quien se le pregunte. Pero creo que es necesario imaginar varios escenarios:

1) un estudiante con medios adecuados, intimidad espacial en el hogar y asesoramiento particular;

2) varios hermanos compartiendo medios informáticos entre ellos y con el tele-trabajo de papá y/o mamá, en la mesa de camilla o el comedor familiar, sin acceso a asesoramiento adecuado; y para terminar,

3) alumno en un hogar empobrecido al extremo sin medios informáticos ni capacidad de intimidad en el entorno familiar. Es imposible que se cumpla en ellos el pilar social de la igualdad de oportunidades, como es evidente. Pues bien, hay políticos y Gobiernos que se instalan en la inopia y consideran que el rendimiento escolar en estas circunstancias puede ser evaluado con equidad, cuando para unos ha supuesto un esfuerzo equivalente a un paseo por la playa (escenario 1) y comparado con el de subir una pared vertical sin ayuda técnica (escenario 3). El esfuerzo en cada escenario es absolutamente diferente y es un insulto a la inteligencia natural pensar que una evaluación del rendimiento sería justa. Solo cuando haya aulas de estudio en cada esquina de las ciudades, informatizadas y con profesores de apoyo, podríamos decir que todos los estudiantes pueden acceder a teleenseñanza en igualdad de condiciones. Y este no es el caso.

Me asombra mucho el ver cómo la sociedad acepta estas posturas expresadas por los representantes de la Administración con competencias educativas. No sé por qué no hay una respuesta solidaria y contundente contra tal desatino. Me pregunto si no estamos un poco anestesiados por el confinamiento, o porque tanta noticia WhatsApp/Twiter/etc, nos está haciendo insensibles e inactivos.

En el desarrollo de las capacidades intelectuales, la posibilidad para alcanzar las metas es el motor de la motivación para el esfuerzo personal. La equidad de medios y oportunidades para que cada estudiante alcance el máximo de sus capacidades es un compromiso social, que no puede verse fracturado en ninguna situación. Ahora se está poniendo encima de la mesa que se evalúe por igual el rendimiento escolar que depende de situaciones diametralmente opuestas. Creo que esto significará truncar por motivos arbitrarios (posiblemente en el marco de ineptitud e interés político) las expectativas de muchos jóvenes con capacidad de llegar a ser grandes profesionales. Cualquiera de ellos puede ser quien descubra la vacuna definitiva contra el coronavirus, el remedio contra el cáncer, asegure nuestra seguridad y salud, encuentre la solución a los problemas del hambre y el deterioro medioambiental del planeta; y casi todos ellos serán buenos ciudadanos que harán mejor a nuestro país. No podemos permitir que decisiones de estrategia política nos priven de ello.

Sería deseable que las decisiones sobre temas trascendentes se tomaran por expertos capaces de proponer programas de adaptación y progreso que no dependan del día a día, o de lo que ocurra a corto plazo. Lo que estamos viendo es que las decisiones van en un sentido u otro como reacción a lo que ocurra en el momento inmediatamente anterior a la espera del posterior inmediato. Esto produce una sensación de vértigo, que aceptamos como normal en el caso de la sanidad, que ha de reaccionar ante la urgencia de la enfermedad; pero no entiendo por qué ha de ser así en educación.

Se debería plantear un programa de respuesta y adaptación de largo recorrido y con mucha probabilidad de poder ser aplicado. Por ejemplo, el destino de la EBAU (antes selectividad) es tan incierto que nadie es capaz de apostar a que se pueda celebrar un examen multitudinario en el mes de junio o julio. Sin embrago, no se ha puesto encima de la mesa un plan alternativo a este examen, que sea equitativo y justo. Seguimos esperando hasta el ultimo momento y ya improvisaremos, guiados por la intuición ignorante (como se esta poniendo de manifiesto hasta el momento).

La intuición ilustrada está brillando por su ausencia para la toma de decisiones en educación. Parece que esta intuición ilustrada está siendo utilizada únicamente por los profesionales de la sanidad a pie de cama, menos mal que ahí sí esta funcionando.

Fuente de la noticia:  https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2020/04/20/educacion-crisis–intuicion-ignorante/1108238.html

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«No disponemos de logística para cumplir con las tareas educativas de nuestros hijos»

Por: ABC

Las familias numerosas demandan más ayudas para que todos los miembros de estos hogares puedan cumplir el cometido que se les exige

Desde la Federación madrileña de familias numerosas (Fedma) manifiestan su preocupación ante lo que consideran un «abandono». Consideran que ante la situación actual de estar encerradas en el domicilio, y que en casi todas las familias tienen que teletrabajar tanto el padre como la madre, «no tenemos posibilidades de tener en casa un portátil o un móvil para cada miembro de la familia. No podemos teletrabajar y estudiar online en el seno de hogares con más de tres hijos o cuando las familias son de categoría especial, con 5 hijos o más, y todos estudiando en Primaria, Secundaria, Bachillerato o en la Universidad».

En un comunicado han reflejado que «en estos momentos de estado de alarma, absolutamente excepcionales, siguen sin considerarnos, sin tenernos en cuenta, sin valorar las necesidades que tenemos por ser muchas personas en la misma casa. ¿No pueden pensar en cómo las medidas que se han tomado —estar confinados en casa y teletrabajar y/o estudiar a través de internet, plataformas, zoom…— afectan en mayor medida a los que tenemos muchos hijos y no disponemos de la logística necesaria para cumplir con las tareas educativas de nuestros hijos?».

Se preguntan si es tan difícil pensar, considerar y valorar cómo afectan las medidas que se están tomando a estas familias numerosas. «También somos parte de la sociedad, es más —asegura María Menéndez, presidencia de la Fedma—, somos los que garantizamos el relevo generacional, la esperanza de futuro».

Por todo ello, solicita que «se nos tenga en cuenta en esta iniciativa de la Comunidad de Madrid de facilitar gratuitamente 1.000 tablets y 2.000 tarjetas SIM con conexión a internet para que también se beneficien los alumnos de familias numerosas. Así podrán continuar también con las actividades lectivas mientras estén suspendidas las clases presenciales por el Covid-19».

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-no-disponemos-logistica-para-cumplir-tareas-educativas-nuestros-hijos-202004021546_noticia.html

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La carta viral de un profesor a sus alumnos: «No os agobiéis. Es momento de aprender grandes lecciones, no matemáticas, física o literatura»

Por: ABC

Sergio Calleja, docente de filosofía, recuerda a sus estudiantes que lo están «haciendo muy bien». Y les recuerda que los profesores, por muchos deberes que manden, «no quiere decir que estemos enseñando, mucho menos significa que estemos educando»

Deberes, teletrabajo y niños está siendo la combinación explosiva desde que el coronavirus obligase a cerrar los colegios. Son muchos los hogares españoles que denuncian la carga lectiva ya que, aunque se intente que los alumnos lleven el mismo ritmo, las familias recuerdan a los docentes que es imposible. Avanzar o no en el temario, tener clase de todas las asignaturas (incluidas las extraescolares, como la natación), etc. sumado a las situaciones personales de cada casa (niños con TDAH, familias numerosas…), está generando un estrés adicional en los progenitores, que no dudan en desahogarse en los grupos de WhatsApp de padres del colegio.

Si se decreta o no el aprobado general y la promoción automática de curso está por verse. Pero cada vez son más voces las que recuerdan que estamos en una situación excepcional que requiere de medidas excepcionales y donde el aprendizaje tradicional debe quedar en un segundo plano para dar protagonismo a otras enseñanzas derivadas de esta situación.

En esta línea se sitúa Sergio Calleja, profesor de filosofía, que ha escrito en su blog una carta a sus alumnos para manifestarles su admiración. «Lo estás haciendo muy bien», asegura el profesor, que recuerda a sus alumnos que no se agobien con la lista de tareas que les manda el colegio. «Esta lista no es ahora lo más importante. Aceptad cada uno vuestra situación y sacad lo mejor de vosotros mismos como en tantas ocasiones os he visto hacer», les dice.

Esta es la carta íntegra del docente:

«Querido alumno adolescente:

No tengo que ser yo el que te diga que el confinamiento continúa y que parece que va para largo, ya lo sabes y ya lo sufres. Para nadie es fácil y sé que para ti menos. Cuando se tiene la vida en los labios, cuando se tienen tantas ganas de volar, cuando soñabas con ese viaje con todos tus compañeros, cuando se estrena la libertad cada día y cuando se desean vivir experiencias cada noche, estar encerrado en casa no es fácil. Solo te puedo decir que lo estás haciendo muy bien. Realmente bien.

Cuando cada día os oigo en la pantalla del ordenador, cuando recibo vuestras reflexiones sobre la libertad y cuando cumplís en la entrega de todo lo que los profesores proponemos solo puedo sentir orgullo de vosotros. Sí, no sé si alguien te lo está diciendo, si te sirve te lo digo yo: lo estás haciendo muy bien.

Entendiste muy pronto el mensaje repetido de que no estábamos de vacaciones y que las clases continuaban con normalidad, es verdad, pero que no te engañen, esto no es normal. Las clases no continúan con normalidad, que los profesores te mandemos una lista interminable de tareas (sé que te está resultando agobiante) no quiere decir que estemos enseñando, mucho menos significa que estemos educando. Sé que las circunstancias de cada uno de vosotros son muy diferentes, vuestro acceso a la tecnología, vuestras situaciones familiares, vuestros hogares… no os agobiéis, esta lista de tareas no es ahora lo más importante. Aceptad cada uno vuestra situación y sacad lo mejor de vosotros mismos como en tantas ocasiones os he visto hacer.

Es un tiempo privilegiado para aprender, no precisamente matemáticas, física, literatura o latín sino para aprender grandes lecciones importantes que, tal vez, pasan desapercibidas en las clases presenciales por el agobio del «temario oficial». Es un tiempo privilegiado para educar la paciencia, sé que te cuesta mucho; admirar la solidaridad del ser humano, todo el mundo está sacando lo mejor de sí mismo y esta me parece la mejor orientación académico-profesional que puedes recibir; entender la verdadera libertad; vivir con menos cosas; pensar mucho; entender lo importante que son las clases, quién te iba a decir a ti que estabas deseando volver al instinto del que tantas veces dijiste que te querías ir y no volver; entender y valorar la utilidad de las redes sociales como herramienta de relación y aprendizaje, no olvides que somos relación… seguro que tú puedes continuar esta lista de aprendizajes.

Los balcones se han convertido en escenarios improvisados para el mundo donde se aplaude, se canta, se recita, se interpreta música, se homenajea, se vibra…y ahí también estás tú. Las calles se llenan de aplausos y ruido de sirenas que emocionan. ¿No te parece esto una lección magistral?

Al final ha tenido que ser un virus y no un filósofo, como yo pensaba, quien nos remueve la conciencia y nos enseñe qué es la vida, su significado más profundo y su verdadera esencia. Cuando salgamos de nuestras casas, que hoy son más que nunca nuestras «cavernas», será otra la realidad que nos encontremos, más verdadera, más humana, más real, más viva. De esta saldremos siendo mejores, sabiendo qué es el bien, la belleza y la verdad.

Un abrazo. Habrá primavera.

Sergio Calleja«.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-coronavirus-carta-viral-profesor-alumnos-no-agobieis-momento-aprender-grandes-lecciones-no-matematicas-fisica-o-literatura-202004070149_noticia.html

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Las desigualdades de producir desde casa

Por: Vladimir Garay

Internet siempre ha sido presentada como una tecnología democrática y democratizadora. Pero de la crisis emerge una fotografía de segregación social.

Esta semana, dos hospitales en Milán han comenzado a repartir tablets entre los enfermos terminales incomunicados y en aislamiento, para que puedan despedirse de sus familias y seres queridos, en un gesto que busca darle un poco más dignidad a una muerte espantosa. En los últimos años, el cine, la televisión y la literatura se han encargado de imaginar todo tipo de escenarios tecno-distópicos, pero nada así de desolador.

La crisis mundial desatada por la agresiva expansión del COVID-19 ha sido descrita como un evento que ocurre una vez cada cien años y cuando acabe, el mundo será probablemente muy distinto al que conocimos. Lamentablemente, parece que todavía falta mucho para ello. Italia ha superado a China y es ahora el país con más muertes producto del coronavirus, que a nivel mundial ascienden a casi diez mil víctimas fatales.

El llamado ha sido a quedarse en casa y reducir el contacto social, como una forma de ralentizar la propagación del virus y evitar que los sistemas de salud colapsen. El teletrabajo y la educación en línea se han convertido en los modos sugeridos para que las personas puedan seguir realizando sus rutinas productivas desde casa. Internet —que siempre ha sido presentada como una tecnología eminentemente democrática y democratizadora — aparece como una de las principales maneras de sobrellevar la crisis.

Pero lo que emerge es una fotografía de segregación social, una expresión más de las condiciones precarias en las que millones de personas viven en nuestra región y que muchas veces son invisibilizadas en las declaraciones públicas de autoridades que son incapaces de imaginar que hay gente que simplemente no tiene acceso a internet. Las últimas cifras disponibles de la CEPAL, de 2017, cuantificaba que tan solo el 45% de los hogares de la región estaban conectados a la red. Y aunque probablemente esos números han aumentado en los últimos años, muy seguramente el porcentaje de personas excluidas todavía es alto.

 Además es importante comprender que no todas las formas de conexión son iguales ni equivalentes; la velocidad es un factor determinante y más todavía el dispositivo a través del cual nos conectamos a internet. Hoy, la principal forma de conexión a internet en el continente es por medio de dispositivos móviles. Consecuentemente, no es lo mismo pedirle a una niña que resuelva una tarea escolar utilizando su propio computador, a que lo haga a través de su teléfono celular. Aunque en ambos casos se tenga acceso a exactamente al mismo material de estudio, la segunda experiencia es sustantivamente peor, simplemente porque ese dispositivo no fue diseñado ni construido para ello. Así, nuevamente el ejercicio de un derecho fundamental queda sujeto a las posibilidades económicas de una persona o su familia.

A ello hay que sumar las condiciones ambientales del trabajo: no todo el mundo tiene la posibilidad de convertir un rincón del hogar en una oficina casera; todavía peor, mucha gente habituada a convivir un par de horas al día con el resto de su familia se verá ahora forzada a tener que negociar espacios, horarios, necesidades y también ancho de banda, muchas veces en casas hacinadas o concebidas más como dormitorios que como lugares de convivencia familiar y mucho menos oficina multifuncional. Todo esto sin mencionar a aquellas personas que desempeñan funciones que no pueden ser realizadas a la distancia, por ejemplo, los trabajadores de la altamente precarizada “gig-economy, que reciben órdenes de una app y que deben verse en la disyuntiva de salir a trabajar arriesgando su salud o simplemente perder su fuente de ingresos en tiempos de alta incertidumbre.

Evidentemente estamos viviendo un momento inédito y particularmente difícil. Pero esta experiencia debería ser valiosa para cuando lo peor haya pasado. Hay dos reflexiones en las que creo que será necesario profundizar: primero, el teletrabajo ha sido una parte importante de los discursos de flexibilización laboral, pero no nos engañemos: para mucha gente tener trabajar desde su casa se convertirá en otra forma de precarización si es que no se toman medidas tendientes a asegurarle a los y las trabajadoras condiciones mínimas para el desempeño de sus funciones a distancia.

En segundo lugar, es errado pensar que internet es una tecnología eminentemente igualitaria. Sin embargo, existe en ella un potencial para ayudar a corregir algunas desigualdades de base. Ello dependerá del modo en que la tecnología se implementa y se usa. Si lo dejamos en manos del mercado y la capacidad individual de las personas, las cosas seguirán siendo tan injustas como antes y quizás, hasta peores.

Fuente: https://rebelion.org/las-desigualdades-de-producir-desde-casa/

Imagen: StockSnap en Pixabay

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