Europa/España/12 Noviembre 2016/Autora: Carolina García/El país
Estos menores tienen un riesgo cuatro veces mayor de sufrirlo que la población general. También están más expuestos a la exclusión y abandono escolar
Los trastornos del espectro autista (TEA) son discapacidades del neurodesarrollo que tienen un origen biológico de tipo genético, aunque la investigación actual científica no ha determinado con exactitud su origen. Estos provocan que las personas que los padecen tengan un desarrollo distinto, debido a que su configuración neuronal es diferente. Los TEA son muy complicados de clasificar porque hay mucha variabilidad –ya que muchas veces pueden ir asociados a problemas de salud y otras a discapacidades intelectuales, y en otros casos no- y afectan tanto a la comprensión social como a la flexibilidad de comportamiento y pensamiento, reflejándose en las habilidades sociales, en la comunicación y en la conducta e intereses, que son muy restringidos. Normalmente se identifican señales de alerta en el desarrollo de la persona con autismo entre los 18 y 24 meses de edad, aunque en muchos casos el diagnóstico no se realiza hasta edades más avanzadas. Son niños y niñas que poseen una comunicación e interacción diferente. Su juego simbólico es limitado y suelen repetir los mismos comportamientos. Una vez diagnosticado el trastorno, la pregunta que nos hacemos, que se hacen las familias es: ¿Cómo se va a adaptar nuestro hijo al sistema educativo actual? Ruth Vidriales, responsable de Asesoramiento de Autismo España, psicóloga experta en Trastornos del Espectro del Autismo (TEA), nos responde a esta pregunta y nos pone en antecedentes.
Respuesta: Normalmente las comunidades autónomas cuentan con equipos de orientación educativa que tienen la función de orientar en estos ámbitos, aunque uno de los problemas es que las 17 comunidades, cuentan con 17 sistemas educativos distintos, lo que dificulta mucho a la hora de generalizar las modalidades de escolarización y los apoyos que existen, ya que ofrecen distintas alternativas que muchas veces no están bien definidas ni se encuentran en otros territorios. Son equipos que evalúan y dan apoyo a las familias para decidir cuál es el mejor plan educativo para el niño o la niña. Por ejemplo, en el País Vasco, tiene un sistema muy bien definido, y aquí, Madrid, tiene un buen equipo de especialistas y red de centros preferentes, aunque muchos están saturados y siempre se puede hacer más. En general hay centros que están más implicados que otros y que tienen más recursos que otros.
P: Llega el momento de la escolarización de nuestro hijo con TEA, ¿qué opciones tienen los padres?
R: Actualmente hay dos sistemas que conviven en paralelo: la educación ordinaria y la educación especial. Independientemente de cuál sea la alternativa, la intervención educativa en autismo es algo muy específico y que necesita especialización. La educación especial se imparte normalmente en centros específicos en que el número de alumnos es reducido y todos tienen autismo. Habitualmente cuentan con dos profesores por aula. Por su parte, en la educación ordinaria el alumno con autismo comparte el curriculum, los espacios y las actividades con compañeros y compañeras de su edad que no tienen estas dificultades del desarrollo. En estos casos, es muy necesario que el centro educativo y todo el claustro tengan la implicación y la formación necesaria, aunque a veces esto no ocurre. Se necesita tiempo, formación y recursos. Y unas veces son los docentes los no motivados, y otras, ellos demandan esa formación, pero no les llega.
P: ¿Cuáles son las características que debería tener un profesor que trabaja con niños y niñas con TEA?
R: Un profesor, un centro, un organismo debe saber que el niño con TEA se desarrolla de manera distinta a los demás alumnos de la clase, por lo que tiene que esforzase en comprender cómo aprende, cómo se comunica y cómo se relaciona. Evaluarle o exigirle sin tener esto en cuenta, no es sensato. Tal vez, necesite más tiempo en un examen o que las preguntas permanezcan en el encerado, para que pueda recordarlas con mayor facilidad. Un niño o niña con TEA puede aprender, pero tiene un desarrollo distinto. Es esencial ver cómo se facilita su educación. El sistema educativo debe entender que un niño o niña TEA no aprende como sus demás compañeros y que hacen falta apoyos y metodologías especializadas.
P: ¿Esta situación de desigualdad en clase puede llevar a que estos niños sufran más acoso escolar que sus iguales?
R: Si, ésta es una realidad muy grave. Casi la mitad de los niños con autismo se encuentra alguna vez en esta situación, es una proporción cuatro veces mayor que en la población general. Son muy vulnerables porque las propias características del autismo, especialmente todo lo que tiene que ver con el manejo de las relaciones sociales y la comunicación, hacen que a veces no identifiquen los comportamientos de acoso como indicadores de agresión o burla, o que no sepan cómo enfrentarse a esas situaciones. Además, con mucha frecuencia el entorno escolar no tiene en cuenta estas dificultades y no facilita los apoyos que el alumno o alumna con autismo necesita para estar socialmente incluido en el centro.
P: Un artículo en el Telegraph de hace unas semanas, exponía, tras la resolución de un estudio, que 20.000 alumnos con TEA sufrían exclusión escolar debido a la poca o nula formación de sus docentes, ¿se podría extrapolar este dato a España?
R: No hay datos oficiales claros que nos indiquen cuál es la situación educativa y la evolución de los alumnos con TEA en el sistema escolar, cuántos y dónde están escolarizados y cuáles son sus resultados. Pero en datos generales, y por lo que nosotros hemos constatado, existe mucho abandono escolar y cambio de la educación ordinaria a la educación especial, especialmente en el paso de primaria a secundaria. Además, no hay apenas oferta ni apoyos en los ciclos de FP para estas personas ni otras alternativas de formación después de la educación obligatoria, por lo que este abandono tiene también una vinculación directa con la poca posibilidad de encontrar un empleo en el futuro. En definitiva, el sistema educativo actual no garantiza los apoyos suficientes para evitar este abandono ni para capacitar a la persona de cara a su vida adulta.
P: ¿Qué valora la familia a la hora de elegir un centro de educación ordinaria o especial?
R: Ésta suele ser una decisión compleja, en la que los padres se guían por muchos factores, pero que muchas veces está condicionada por la disponibilidad de los recursos que existen y se les asignan. A veces querrían que el niño o la niña fuera a un centro ordinario, por el hecho de que el pequeño no modifique mucho su entorno y pueda relacionarse más con sus iguales pero no se le garantizan los apoyos que necesita y buscan otro recurso más especializado, como el centro de educación especial específico. En algunos casos, esto les lleva a que el pequeño recorra 100 kilómetros, de ida y de vuelta, cada día para acudir al colegio y a veces esto interfiere mucho en su calidad de vida y en la de la familia. La decisión, obviamente, al final debe ser suya, pero tener apoyos e información en este proceso les ayudaría a valorar todos estos factores y tomar decisiones, aunque muchas veces se sienten desorientados y sin apoyo en estas elecciones.
P: ¿Cuándo podremos tener una mejora en los recursos como pasa, por ejemplo, con el síndrome de Down?
R: Ambos trastornos del desarrollo son muy diferentes. La primera dificultad que tiene el autismo frente al síndrome de Down es que es mucho menos visible y se conoce mucho menos. El autismo no se ve. Además, se necesita mucha investigación para demostrar el origen de la enfermedad y no es nada sencillo. En cambio, del síndrome de Down se conoce muy bien el origen, se detecta y se diagnostica pronto, y también se interviene pronto, lo que no ocurre en el caso del autismo. Aunque cada vez se diagnostican más casos de autismo gracias a que cada día se sabe más, todavía estamos muy lejos de comprender bien este tipo de trastornos. Yo espero que los recursos y apoyo mejoren, pero poco a poco, va a ser lento.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/10/25/mamas_papas/1477404570_865151.html