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Trump: manotazo de ahogado en el Caribe

Por: Atilio Boron

A Donald Trump lo acechan tiempos difíciles. Sus bravatas de campaña siguen en el plano de la retórica y no se traducen en hechos. Lo esencial de su promesa: el retorno de los empleos que emigraran a China y otros países de bajos salarios ha caído en oídos sordos de los CEOs de las grandes transnacionales estadounidenses que pagan en aquellos países la décima parte del salario que deberían oblar en Estados Unidos para obreros que, además, trabajan más de ocho horas diarias y están expuestos a muchos más accidentes de trabajo. [1]

El muro que dividiría la frontera entre México y Estados Unidos tiene remotas posibilidades de concreción, y no sólo por su fenomenal costo cinco o seis veces superior al que anunciara Trump en su campaña. Aparte, fue condenado públicamente por el Papa Francisco y Angela Merkel en su reciente visita a México. El escándalo del “rusiagate”, aunque sea una farsa montada por sus enemigos dentro de Estados Unidos se yergue como una letal amenaza a su permanencia en la Casa Blanca. En el Congreso suenan tambores de guerra reclamando un juicio político al nuevo presidente. Tampoco lo ayudan los oscuros negocios de su yerno y la clara incompatibilidad de intereses entre su emporio empresarial y su función como presidente.

La ruta de escape ante tantas tribulaciones internas ha sido la usual en estos casos: un gesto de reafirmación de su autoridad en la escena mundial, para demostrar que el gigante todavía está allí y que en cualquier momento puede pegar un zarpazo brutal. Un bombardeo sin sentido –y con sorprendente mala puntería- a un aeropuerto en Siria como para decir “aquí estamos” en un escenario cada vez más dominado por la presencia de Rusia e Irán o arrojar sin ton ni son la “madre de todas las bombas” en una zona remota y despoblada de Afganistán. Por último, un amenazante desplazamiento de la Flota del Pacífico hacia las proximidades de Corea del Norte en represalia por sus experimentos misilísticos, movida que quedó sólo en eso Japón ni bien Tokio y Seúl advirtieron al bocón de Washington que la capacidad retaliatoria de Pyongyang podría provocar enormes daños en varias ciudades de Japón y Corea del Sur.

Y ahora Cuba, esa vieja y enfermiza obsesión que frustró a once presidentes norteamericanos y que ahora está a punto de cobrarse una nueva víctima en la persona del magnate neoyorquino. Con su nueva política, atizada por la mafia no sólo anticastrista sino sobre todo antipatriótica de Miami, esa que no tiene reparo alguno en provocar sufrimientos a su pueblo con tal de promover su ilusoria agenda contrarrevolucionaria, Trump comienza a desandar el camino iniciado por Barack Obama. Lo hace, hasta ahora, de manera parcial: las embajadas quedan abiertas, muchas operaciones comerciales seguirán su curso y los cubano-americanos continuarán visitando la isla. Pero esta estúpida regresión a los tiempos de la Guerra Fría, a un pasado que ya no volverá, ocasionará nuevas complicaciones para el ocupante de la Casa Blanca. Por una parte, porque reavivará las llamas de la tradición antiimperialista de Martí y Fidel, profundamente arraigada en el pueblo cubano que cualesquiera sean sus opiniones sobre la Revolución rechaza visceralmente las ambiciones coloniales de su vecino. Por otra parte, al reinstalar trabas a las relaciones económicas entre las empresas norteamericanas y Cuba Trump abrirá un nuevo frente de conflicto al interior de Estados Unidos. Y esto es así porque son muchos los empresarios –en la agricultura, comercio, hotelería, aviación, informática, etcétera- que consideran a los trogloditas de Miami una rémora impresentable e irrepresentativa de la gran mayoría del exilio económico cubano cuyas absurdas pretensiones les cierran una atractiva fuente de negocios y favorecen a sus competidores de otros países.

Habrá que ver lo que pueda ocurrir con la nueva política de Trump cuando estos poderosos actores locales de la política norteamericana presionen sobre la Casa Blanca para defender sus intereses. O cuando el estadounidense común y corriente se dé cuenta de que de ahora en más podrá seguir viajando sin restricciones a Corea del Norte, Sudán, Siria e Irán, países incluidos como “estados fallidos” por el Departamento de Estado, pero no a Cuba. Lo más probable será que se fastidie y que piense que tenían razón los 35 profesionales de la Asociación Psiquiátrica Americana cuando dieron a conocer una carta abierta en el New York Times asegurando que el nuevo presidente “muestra indicios de una severa enfermedad mental.” [2]

Notas:


[1] Cf. http://www.huffingtonpost.com/2012/03/08/average-cost-factory-worker_n_1327413.html

[2] http://www.excelsior.com.mx/global/2017/02/16/1146714

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228099

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Estados Unidos: Protestas contra Trump y Ortega en universidad de Miami.

Protestan política de inmigración en conferencia centroamericana en Miami.

América del Norte/Estados Unidos/20.06.2017/Autor y Fuente: http://www.trincheraonline.com

Un grupo de manifestantes protestaron el jueves la política de inmigración de Estados Unidos frente a la sede donde se realizó la Conferencia de Prosperidad y Seguridad en América Central.

Mientras que otros cinco manifestantes protestaron ante la presencia del canciller de Nicaragua en la conferencia. Se identificaron como nicaragüenses-americanos en contra del gobierno de Daniel Ortega, y ondearon banderas de Nicaragua, además de distribuir volantes con información sobre presuntas acciones negativas del gobernante de ese país centroamericano.

En frente del Graham Center en el campus de Florida International University (FIU), al menos 60 personas con pancartas se reunieron para mostrar su rechazo a las políticas del gobierno del presidente Donald Trump.

“El pueblo unido jamás será vencido!” “Los inmigrantes son bienvenidos aquí, no hay odio, no hay miedo!”, gritaron los manifestantes.

¡En una pancarta se leía “Que dejen a América Central en paz, Trump y (Mike) Pence solo quieren robarse sus recursos!”. Una bandera enorme tenía como lema “El peor presidente, ¡apoyado por un GOP cómplice!”

Los invitados a la conferencia incluyeron al vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Rex Tillerson, y los presidentes El Salvador, Guatemala y Honduras, entre otros funcionarios de América Central.

Participaron también en la manifestación representantes de organizaciones como Socialistas Democráticos de América del Sur de Florida y Mujeres Haitianas de Miami (FANM).

El evento “Protesta la visita de Mike Pence a FIU y el gobierno de Trump” fue convocado mediante Facebook por la Junta Política Progresiva de Miami-Dade, los Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS) de FIU, y la Coalición de Inmigrantes de Florida.

Un joven estaba frente a los manifestantes con una gran pancarta con el lema “Yo apoyo a Donald Trump” en inglés.

En un momento, los manifestantes se quedaron callados para escuchar una representante de la FANM mientras daba una charla contra el gobierno de Trump. “Le tenemos que decir ‘no’ al racismo, al homofobia, y ‘si’ a la inclusión,” dijo la mujer.

“Los inmigrantes son parte del tejido de esta gran nación; Sr. Pence, tienes que hablar el tema de los inmigrantes. Ellos necesitan que su estatus de protección temporal sea renovado! Ellos son el motor de la economía de los EEUU!”

Un estudiante de FIU tomó la palabra frente al grupo, diciendo que “FIU tiene estudiantes de la comunidad LGBTQ, estudiantes musulmanes, estudiantes que son inmigrantes sin documentación. ¿Qué hacemos nosotros cuando invitan a Mike Pence a nuestro campus? Nos unimos en resistencia!”

“Le demandamos a la administración de FIU una declaración pública sobre el futuro de los estudiantes que son inmigrantes. Nosotros no podemos dejar que nuestra educación se ponga en espera, le demandamos transparencia a nuestra administración”, agregó.

La protesta se hizo más fuerte y ruidosa a la llegada de Pence, que fue marcada por el sonido de los motores de la caravana de automóviles que acompañó al vicepresidente mientras llegaba al Graham Center.

Los manifestantes se acercaron los más posible a la reja que marcaba los alrededores del edificio, y otra vez se pusieron a vociferar, “Love trumps hate!”, aunque nunca se supo cuándo y por dónde entró Pence. Policía de Miami-Dade y el personal del servicio secreto rodeaban las instalaciones.

Fuente: http://www.trincheraonline.com/2017/06/16/protestas-contra-trump-y-ortega-en-universidad-de-miami/

Imagen: http://www.trincheraonline.com/wp-content/uploads/2017/06/Protesta-migraci%C3%B3n-2-e1497625780141.jpg

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Trump propone al Congreso dejar de financiar a la disidencia cubana

Por: Fernando Ravsberg

El presupuesto federal de U$D 20 millones se envía cada año a grupos afines a Washington para provocar un “cambio de régimen” en el país

El Presidente Donald Trump se propone dejar de financiar a la disidencia cubana, eliminando del proyecto de presupuesto federal los U$D 20 millones que esta recibía cada año. Lo mismo ocurre con la oposición venezolana, la cual pierde U$D 6,5 millones de financiamiento anual. La medida está “escondida” dentro de los recortes generales dedicados a la “ayuda al desarrollo” de América Latina, los cuales afectan desde el Cono Sur hasta México, país al que se le reducirá a la mitad.

La gran diferencia con el resto de Latinoamérica es que, en los casos de Cuba y Venezuela, esta supuesta “ayuda para el desarrollo” va directamente a manos de la oposición para financiar actividades “en favor de la democracia”. Dicho sin diplomacia, todos esos millones son enviados a grupos afines a Washington para provocar un “cambio de régimen” en los dos países. La eliminación de los fondos marcaría un cambio radical de política respecto a los últimos 60 años.

El profesor cubano-americano Arturo Lopez-Levy, conferencista en Mills College de California y candidato a doctor en la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver, hace notar que la visión del presidente Trump se distancia del consenso intervencionista de post-guerra y por ende también de los gastos en la llamada «promoción de la democracia», para dedicarse a temas de seguridad más inmediato.

Sin embargo, advierte que se trata solo de una propuesta que aún tiene que ser aprobada por el Congreso, donde el tema Cuba será moneda de cambio de la Administración para negociar con los congresistas cubano-americanos. Agrega que quedan los fondos temáticos regionales de la USAID, desde donde seguramente se destinará algo a la “promoción de la democracia” en Cuba y Venezuela, y en esa agencia ya están posicionados representantes del anticastrismo más radical.

De todas formas, de seguir su curso la propuesta del Presidente Trump, la oposición cubana vería dramáticamente reducidos sus ingresos. Los anticastristas de los EEUU tendrían que luchar por un trozo del pastel de la USAID, la cual tiene un presupuesto mucho más limitado y debe utilizarlo para promover las estrategias estadounidenses en lugares de mucho interés geopolítico como Afganistán, Siria o Libia. Así que los disidentes recibirían muchísimo menos dinero pero todavía suficiente para seguir siendo acusados por el gobierno cubanos de ser “mercenarios al servicio de Washington”.

U$D 20 millones anuales puede parecer mucho dinero pero lo cierto es que a Cuba solo ingresaban unos U$D 4 millones, el resto desaparecía en los bolsillos de los grupos del exilio. Según Pepe Hernández, líder de la anticastrista Fundación Nacional Cubanoamericana, “el 83% del dinero designado para el apoyo a activistas democráticos en Cuba, han sido gastados en Miami o en países extranjeros”. Lo confirmó la Oficina de la Contraloría General (GAO) del Congreso de los EEUU, cuyos investigadores detectaron que una parte de ese dinero se utilizó en comprar en La Florida abrigos de cuero, bombones de las marcas más caras y hasta sierras eléctricas.

A pesar de la pérdida de U$D 16 millones, los 4 restantes siempre crearon gran expectativas entre los líderes de la oposición cubana. El exjefe diplomático de EEUU en la isla, Jonathan Farrar, decía en un cable secreto –revelado por Wikileaks- que la disidencia no trabaja para atraer a la gente, “su mayor esfuerzo se dirige a obtener suficientes recursos para mantener en vida de un día al otro a los principales organizadores y a sus principales seguidores” (1).

El intento del Presidente Trump de dejar a la disidencia cubana sin fondos es la mayor amenaza que esta ha recibido nunca de EEUU. Sin embargo, parece continuidad de la política de Obama, el cual apostó más por los emprendedores que por la oposición tradicional. Tras décadas de un apoyo económico millonario y de un respaldo político absoluto, el resultado es que la disidencia continúa aislada, sin la más mínima influencia social y totalmente paralizada, si descontamos la marcha dominical, de 4 o 5 cuadras, que hacen algunas decenas de Damas de Blanco.

Todavía es demasiado pronto para saber si ese presupuesto se aprobará pero seguramente el anticastrismo interno y externo debe estar preocupado, todas las organizaciones y muchos de los individuos que las integran viven y hacen política, en Cuba y en los EEUU, con esos U$D 20 millones. El gobierno cubano lo llama la “industria de la contrarrevolución” porque para muchos es una forma de vida.

Terminar con este apoyo financiero a la disidencia fue una de las exigencias del Presidente Raúl Castro a Barack Obama en el 2015, cuando reclamó que deben cesar todos “los programas de subversión y desestabilización contra Cuba”. Seguramente no imaginó que sería nada menos que Donald Trump el que propondría al Congreso conceder esa reivindicación de Cuba.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227494&titular=trump-propone-al-congreso-dejar-de-financiar-a-la-disidencia-cubana-

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La visión de Rusia sobre Trump

Por: Rómulo Pardo Silva

Putin percibe al presidente estadounidense de manera muy distinta a lo que difunde el poder occidental y algunos portales progresistas.

Habría que buscar por qué se omite la perspectiva rusa.

El gobierno ruso tiene claro que Occidente rodea su país con bases, tropas y misiles. Vive bajo amenaza nuclear.

En el marco del Foro Económico de San Petersburgo, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha afirmado ante directores de medios internacionales que Moscú no se quedará de brazos cruzados y que reaccionará «de manera adecuada» al acercamiento de las bases de la OTAN a sus fronteras occidentales, y al aumento de sus contingentes. Asimismo, el mandatario ruso se ha mostrado «muy preocupado» ante el despliegue de los sistemas de defensa antimisiles de EE.UU., que, según él, «rompe el equilibrio estratégico en el mundo». «Sin embargo, el mundo guarda silencio, como si no pasara nada», se ha lamentado el presidente ruso. RT

Hace responsable principal a Estados Unidos.

 El presidente de Rusia, Vladimir Putin, describe a la OTAN de ‘instrumento de EE.UU.’ que a su juicio, no tiene aliados, sino ‘vasallos’. “Hoy en día [la OTAN] es un instrumento de la política exterior de Estados Unidos, no tiene aliados, solo tiene vasallos”, declaró el viernes el mandatario ruso en una entrevista con Oliver Stone, un presentador de la televisión estadounidense. De acuerdo con Putin, cuando un país se convierte en miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), “ya le resulta muy difícil resistir la presión de un país tan grande como EE.UU., líder de la OTAN”. En estas circunstancias puede “aparecer fácilmente cualquier cosa”, por ejemplo, detalló, sistemas antimisiles, nuevas bases militares, e incluso nuevos complejos de ataque “si es necesario”, destacó. HispanTv

 Putin revela por qué Merkel se ofendió con EE.UU. «Es una ofensa acumulada desde hace mucho tiempo: la soberanía de la Unión Europea es limitada», ha afirmado el presidente ruso, Vladímir Putin, en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo 2017. Además, el líder ruso ha recalcado que la soberanía de Berlín está «oficialmente» limitada «en el marco de sus alianzas políticas y militares», donde está escrito qué puede hacer y qué no. «Pero en la práctica es aún más estricto», ha agregado Putin. En su intervención en el Foro, Putin ha subrayado que con estas palabras sobre Alemania no quería «ofender a nadie». «En el mundo no hay muchos países que tengan soberanía», ha proseguido el mandatario, que ha añadido que en Rusia «se valora el hecho de que poseemos esta soberanía». RT

 

 Sin embargo sus opiniones sobre Trump no van en la línea de culparlo. Lo disocian de esa estrategia bélica expansionista. Dejan la responsabilidad sobre otros.

 El presidente Putin reconoció que, en general, le gusta la gente como Trump, que habla «directo y abierto», características que, en su opinión, no tienen los políticos tradicionales. «No se le puede poner en la misma categoría que los políticos tradicionales. Le veo grandes ventajas porque tiene una mirada fresca», subrayó Putin quien mostró su deseo de querer tener «una relación de negocios y personal normales» con Trump al igual que con los demás líderes del mundo. A continuación, evocó los comentarios de Trump durante su campaña electoral sobre la necesidad de restablecer unas buenas relaciones entre las dos potencias mundiales y, por lo tanto, expresó su intención de llevar a cabo un diálogo con su homólogo norteamericano como primer paso en ese camino. HispanTv

 

 Para Putin la humanidad necesita unidad porque los problemas que la amenazan son muy graves.

Hoy en día todo el mundo se enfrenta a desafíos sistémicos y duraderos, declaró el presidente de Rusia, Vladímir Putin. «Nos enfrentamos a retos duraderos, cuyas consecuencias son difíciles de pronosticar, no debemos ni tenemos derecho de gastar fuerzas y tiempo en nimiedades, discordias, discrepancias y juegos geopolíticos», dijo Putin en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo. Sputnik

 

 En ese contexto Putin pide apoyo en Estados Unidos para Trump. Lo considera un socio válido para esa gran causa.

 El presidente ruso instó a los empresarios de EEUU a que ayuden a la administración de Donald Trump en el restablecimiento del diálogo entre Moscú y Washington. «Ayúdennos a restablecer un diálogo político normal. Me dirijo a la parte estadounidense y lo pido en nombre de Rusia: ayuden al jefe de la nueva administración, al presidente de EEUU, dijo Putin al intervenir este viernes en un panel sobre el diálogo empresarial ruso-estadounidense en el marco del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF). El mandatario ruso constató que «los cimientos de la cooperación entre Rusia y EEUU han quedado prácticamente destruidos en los últimos años». «Nuestras relaciones están en el punto más bajo desde la Guerra Fría», afirmó. Sputnik

Putin cree en el diálogo con Trump

El Presidente ruso, Vladimir Putin, instó a todo el mundo a trabajar junto a Donald Trump sobre el clima e insistió en que no «juzga» al Presidente estadounidense por haber decidido sacar a su país del Acuerdo de París. «Yo no juzgaría a Obama, perdón, quiero decir Trump, por la decisión que tomó» declaró Putin durante el Foro económico de San Petersburgo, y precisó que habría preferido una renegociación de los acuerdos firmados a una salida de éstos. «No deberían hacer un escándalo sobre esto, sino que deberían crear las condiciones para un trabajo conjunto», declaró el Presidente ruso. Sin ese trabajo conjunto, «será imposible llegar a un acuerdo» dijo Putin. El Presidente ruso destacó asimismo: «También hay otro aspecto, hay que pensar en lo que se debe hacer con quienes van a perder su trabajo (debido a la lucha contra el calentamiento del clima), no debemos dejarlos abandonados». Emol

Hay pasos de Trump que confirman la interpretación del presidente ruso.

Washington está dispuesto a reanudar el diálogo con Moscú sobre la estabilidad estratégica, declaró el asesor especial del presidente estadounidense, Christopher Ford. Sputnik

Y trascendidos que hablan de una oposición del poder real occidental a las propuestas del presidente en la Casa Blanca.

La Administración Donald Trump se preparaba a levantar las sanciones contra Rusia tras la investidura del nuevo presidente, pero diplomáticos de carrera que eran parte del Gobierno anterior opusieron resistencia a ese plan, informó el portal Yahoo News que cita a dos ex altos cargos del Departamento de Estado. Sputnik

El poder fáctico empresarial está contra Rusia y Trump. Pero Trump y Putin no son enemigos.

Los proyectos políticos de ambos implican cambios que socavan el conservadurismo imperialista.

Es imposible que Putin si considera a Trump parte de una guerra en preparación a su patria diga “pido en nombre de Rusia: ayuden al jefe de la nueva administración, al presidente de EEUU”.

Los socialistas tienen la obligación intelectual y política de incorporar al análisis todos los datos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227481&titular=la-visi%F3n-de-rusia-sobre-trump-

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EEUU: Los 28 objetivos de Trump en su visita al triángulo de las religiones semíticas

Por: Nazanín Armanian

Da igual que Arabia Saudí, Israel y el Vaticano no representen ni a los fieles del Islam, el judaísmo y el cristianismo ni a dichos credos, pero han sido los primeros destinos de Trump como presidente para:

  1. Utilizar la caduca farsa de la “alianza de religiones” contra la otra farsa, el terrorismo islámico, pretende justificar la pseudo doctrina de Choque de Civilizaciones, una cortina de humo para ocultar el principal problema de la humanidad, que es el terrorismo del hambre, fruto del capitalismo, que asesina cada día a decenas de miles de personas sin importarle su credo.

Los otros objetivos del equipo de Trump en realizar dichos viajes han sido:

  1. Otorgar relevancia a un Trump rechazado a nivel mundial. Los últimos presidentes realizaron su primer viaje a los países vecinos.
  2. Reducir la presión sobre Trump, que está acusado de poner en peligro la seguridad nacional, con logros comerciales y militares en Oriente Próximo, y así sobornar a las compañías petrolíferas y militares que controlan las dos cámaras.

EEUU vuelve a abrazar a Arabia Saudi

No es ninguna casualidad que la visita de Trump y su séquito a Riad se programase para el 19 de mayo, el día de las elecciones presidenciales de Irán, con el fin de influir en sus resultados. Entre otros objetivos, la administración Trump buscaba:

  1. Imitar a Obama, quien acudió a la sede de los Hermanos Musulmanes en Egipto, para pronunciar un discurso con varias letras pequeñas.
  2. Mostrar que no es islamófobo, algo que ya sabíamos: él es aporófobo. Expulsa a los pobres, sean mexicanos, árabes o indios, que no a sus élites mafiosas.
  3. Revitalizar las alianzas tradicionales en la región, debilitadas en la era de Obama, y prometer a las élites sunitas del Golfo Pérsico que su estabilidad estaba asegurada.
  4. Recuperar la estrategia tradicional de EEUU de apoyar la estabilidad de las monarquías árabes (que también mantienen, a golpe de sus dólares, el orden en Jordania, Egipto y Pakistán) para mantener el actual mapa global de las rutas comerciales de la región. Apoyar el Islam político (siempre de derecha y fundamentalista) forma parte de esta política.
  5. Hacer negocios: mil millones de dólares, saqueados de las arcas públicas de Arabia, para crear miles de puestos de trabajo en las empresas de armas de EEUU. Manchados de sangre de los yemeníes, sirios o iraquíes, entre otros pueblos. Los misiles que fabriquen apuntarán a Irán. Así acabará también con las voces críticas con Arabia Saudi en las filas del Partido Demócrata.
  6. Conseguir cien millones de dólares para el negocio de mujeres emprendedoras de Ivanka Trump en el Fondo Monetario Internacional, así como consolidar los negocios propios de Trump, como un complejo hotelero. La prensa revela que desde el anuncio de su candidatura, Trump ha creado al menos 46 nuevas empresas.
  7. Expulsar a Rusia del negocio de armas con Arabia, que mostraba interés por los misiles tácticos Iskandar rusos.
  8. Exhibir la fuerte presencia militar de EEUU en el Golfo Pérsico, algo reducido en la era de Obama por su prioridad de contener a China.
  9. Aumentar el peso de Arabia Saudi en la región en perjuicio de Irán y Turquía, países difíciles de domar.
  10. Conseguir que los wahabíes saudíes, algo menospreciados por Obama, suavicen sus ataques verbales a EEUU.
  11. Acercar a los líderes árabes a Israel, a partir de una alianza tácita contra Irán, nombre del país más repetido en la cumbre. ¡Ni una mención a Palestina! Trump ha puesto los cimientos materiales de una gran guerra chiita-sunita de los 55 países sunitas presentes en el encuentro contra Irán, construyendo la OTAN árabe. Así, serán los jeques quienes financien las guerras de EEUU en la región.
  12. Consolar a la Casa Saud por haber sido objeto de los ataques del Trump candidato por varias razones: no acoger a los refugiados sirios, donar millones de dólares a la Fundación Clinton, pretender que EEUU le hiciera el trabajo sucio en Siria, volar las Torres Gemelas (como afirmaba la CIA), tener a mujeres esclavizadas y matar a los gays.
  13. Pasar un rato divertido, riéndose de la audiencia que escuchaba las patrañas de ser aliados en la lucha antiterrorista, siendo ambos patrocinadores del yihadismo desde 1978. La misma CIA condecoró con la medalla George Tenet al príncipe heredero Saudi Mohammed por su lucha contra el terror. Otra cosa es pretender neutralizar al sector antioccidental (que no antiimperialista) de la Casa.
  14. Ignorar y desactivar la Ley de Justicia contra los Patrocinadores del Terrorismo que denuncia a Arabia Saudi por el 11-S, que el propio Trump defendía cuando era candidato, o sea que el terrorismo islámico no es fruto de la exclusión de los musulmanes.
  15. Mostrar el poder de convocatoria del rey Salman, que reunió a unos 50 jefes de Estado musulmanes en Riad para recibir a Trump, y así justificar esta infame alianza con un peso pesado.
  16. Sabotear los intentos de Irán de reconciliarse con Arabia Saudí, empujándoles a una terrible guerra.
  17. Construir una nueva alianza entre EEUU, los Estados sunitas (árabes, turcos, paquistaníes, etc) e Israel contra Irán, gran rival geopolítico, al que declararon “el mayor patrocinador del terrorismo mundial”.
  18. Regalar una carta verde a los saudíes para entrar en una guerra con Irán, a pesar de que puede terminar con la propia existencia de Arabia Saudí.

Luna de Miel con Israel

En el 50 aniversario de la ocupación de Palestina, y en medio de una huelga de hambre de cientos de presos políticos palestinos en cárceles israelíes, el presidente de EEUU pisaba Israel para:

  1. Reparar los daños asestados por Obama a la extemaderecha judía al no destruir Irán y encima firmar el acuerdo nuclear con el gran rival en la zona. Y eso a pesar de que Obama concedió a Israel la ayuda más grande de la historia de EEUU (38.000 millones de dólares), apoyó todas sus agresiones a Gaza y no reconoció el Estado palestino por la ONU. Pero, si unos 130 países ya han reconocido el Estado palestino, ¿a qué esperan para fundarlo? ¡Si Lenin estuviera ahora en Palestina!
  2. Fingir que busca el acuerdo final de paz entre palestinos e israelíes, cuando no tienen ningún plan propio. EEUU no puede mediar en este conflicto ya que no es imparcial: nunca ha presionado a Israel para que respete los acuerdos internacionales al respecto. Es posible que eche mano de la propuesta de la Liga Árabe de 2002 de reconocer un Estado palestino con Jerusalén oriental como capital a cambio de que los países árabes reconozcan a Israel. Aunque por la naturaleza imperialista de este país, también este plan de paz será archivado.. Por lo que EEUU continuará con la pantomima de negociaciones de paz para que Israel siga ampliando los asentamientos (3.000 más desde la toma del poder de Trump) y se dedicará a gestionar el conflicto.
  3. Introducir, en realidad, el factor incertidumbre en las relaciones de EEUU con Israel y Palestina: ha retrocedido de la promesa de reconocer Jerusalén como la capital indivisible de Israel, petición aprobada por el Congreso en 1995, pero a la que los presidentes de EEUU, cada seis meses, han tendido que firmar la renuncia, retrasando el traslado por “razones de seguridad nacional”. La visita de Trump ha tenido lugar antes del 1 de junio, fecha en que toca volver a firmarla. No quería mayor tensión en las relaciones.
  4. Echar una mano a Netanyahu, ahora que está acusado de fraude y soborno. Los gazatíes deben prepararse para un nuevo ataque de Israel, que suele utilizar la cortina de humo de las bombas para desviar las miradas de los trapos sucios internos.
  5. Trump presionó a Abás para hacer más concesiones por la paz, como abandonar la violencia, eliminar la imagen negativa de Israel en los libros de texto y cortar la ayuda a los familiares de los presos palestinos en cárceles israelíes. Mientras, no pide lo mismo a Israel: que deje de matar a los palestinos, de derruir sus casas o de arrancar sus olivos.
  6. Seguir cooperando en el desmantelamiento y la balcanización de los países grandes de la zona, como lo han hecho en Sudán, Irak, Yemen o Siria, y están decididos en convertir a Irán en el próximo.

El Vaticano como el poder blando de Occidente

Obviamente, un Papa goza de más prestigio internacional que un presidente de EEUU. No en vano, George Bush visitó el Vaticano en seis ocasiones para conseguir su apoyo y Obama, en dos. En su encuentro con Francisco, dijo que iba a hablar de “la pobreza y la desigualdad”. Vale, hablar no hace daño a los ricos. El nuevo presidente de EEUU se ha apresurado hacerse una foto con Francisco, por:

  1. Conseguir la legitimidad de un Papa carismático que le tachó de “no cristiano” por querer levantar muros contra los inmigrantes, que no puentes. Pero Bergoglio muestra una profunda incoherencia estrechando la mano de un magnate que ha comprado el poder político y presume de ser belicista, aporófobo, misógino y va a robar las pocas conquistas sociales de los trabajadores de EEUU, queriendo privatizar hasta los servicios sociales. Su asalto es de tal magnitud que algunos clérigos católicos estadounidense están dando prioridad a la justicia económica y los derechos de los inmigrantes antes que ir contra el aborto.

“Si usted es el Papa del pueblo en EEUU, entonces tiene un problema cuando la misma gente vota a Trump”, advierte el analista Iacopo Scaramuzzi. Ronald Reagan y Juan Pablo II se unieron para luchar contra el “comunismo ateo”, ¿cuál es el papel de Francisco en el diseño estadounidense del mundo?

Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3920/los-28-objetivos-de-trump-en-su-visita-al-triangulo-de-las-religiones-semiticas/

 

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Estados Unidos: El fraude de la Universidad Trump se resuelve tras siete años de batalla legal

América del Norte/Estados Unidos/02 Abril 2017/Fuente: Elpais/Autor:SANDRO POZZI

El juez Curiel da el aprobado final al pacto extrajudicial por el que se compensará con 25 millones a miles de alumnos

El juez californiano Gonzalo Curiel, el mismo que dijo que Donald Trump era una “auténtica vergüenza” por su retórica contra los inmigrantes de origen mexicano, dio el aprobado final al pacto extrajudicial por el que se compensará con 25 millones de dólares a los miles de estafados por la Universidad Trump. La batalla legal duraba siete años. Los afectados podrán recibir de vuelta el dinero que abonaron para los cursos.

Trump aceptó pagar esa cantidad para resolver las reclamaciones en noviembre pasado, horas antes de que comenzara el juicio en San Diego, cuando era presidente electo. La organización, según denunció el fiscal neoyorquino Eric Schneiderman, engañó a más de 6.000 estudiantes con falsas promesas. Los seminarios, cuyos títulos no tenían validez alguna, costaban hasta 35.000 dólares. El magnate negó siempre que su negocio fuera una estafa.

La demanda colectiva que está en el origen de este litigio fue interpuesta en nombre de antiguos alumnos de Nueva York, California y Florida. Schneiderman calculó las pérdidas para los estudiantes en hasta 40 millones mientras que Trump habría tenido un beneficio personal de cinco millones gracias a esta escuela. Curiel, sin embargo, considera que la cantidad pactada es “extraordinaria”.

El caso queda así resuelto después de que una alumna, Sherri Simpson, presentara su objeción al pacto. La residente de Fort Lauderdale, que pagó 19.000 dólares para conocer los secretos de Donald Trump, tuvo oportunidad de presentar el jueves sus argumentos ante el juez, buscando mantener vivo el litigio. Pero Curiel, como estaba previsto, optó por rechazarla y dar carpetazo al asunto.

Schneiderman, que atacó también a la fundación de la familia Trump, valoró el pasado noviembre que el presidente electo aceptara pacta. “Luchó contra nosotros en cada paso del camino, negándose a pagar cantidades incluso modestas de indemnización a las víctimas de su universidad falsa”, dijo el fiscal, que calificó el acuerdo como “un impresionante cambio” de actitud.

Fuente de la noticia:

 http://internacional.elpais.com/internacional/2017/03/31/actualidad/1490983290_381593.html?rel=lom

Fuente de la imagen:

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Trump y el sistema

Pablo Gentili

Trump sorprende. Su capacidad para generar desconcierto suele verse amplificada por algunas peculiares interpretaciones sobre los motivos que explicarían su abrumador éxito político. Analistas y cronistas de los más diversos orígenes y orientaciones, sostienen estupefactos que el nuevo presidente norteamericano es una anomalía del sistema. La afirmación sirve para explicar las razones que justificarían la inconveniente evidencia de que un outsider ha asumido el principal cargo político del mundo. Algo ha fallado. La Casa Blanca ha sido invadida por un intruso que nunca debería haber llegado hasta allí. El mundo civilizado parece observar como los valores que siempre guiaron el progreso humano se desvanecen ante las grotescas bravuconadas de un energúmeno capaz de llenar sus bolsillos de dinero, pero no de gobernar los destinos del mayor imperio que ha existido sobre la faz de la tierra. Estamos en peligro.

La explicación parece tentadora, al menos en términos mediáticos. Anunciar que el mundo corre el riesgo de desintegrarse ante las fanfarronadas prepotentes de un psicópata nos hace sentir ciudadanos de Ciudad Gótica y nos obliga a añorar la presencia salvadora de Batman. Debemos, esa es nuestra meta, defender el sistema de sus enemigos.

Suena épico, aunque se trata de una interpretación limitada y simplista no sólo de la figura de Donald Trump, sino especialmente de las supuestas virtudes de un sistema que hoy parecería estar amenazado por un maligno demonio con peluca naranja.

Hace ocho años, aunque por razones diferentes, el asombro inundaba los medios de comunicación cuando la presidencia de los Estados Unidos era ocupada por primera vez por un político negro. Si hoy cunde el pánico, en aquel momento, las perspectivas eran de optimismo y confianza. El mundo estaba, finalmente, en buenas manos. De hecho, basándose quizás en esa esperanza, el Comité Noruego le concedió a Obama el Premio Nobel de la Paz. Aunque no había ningún motivo para hacerlo, se suponía que su presidencia sería un soplo de pacifismo en el mundo. El presidente norteamericano agradeció la generosidad nórdica aumentando el gasto militar y transformándose en el mandatario de su país que más tiempo ha permanecido en guerra. Superó así a Abraham Lincoln durante la Guerra de Secesión, a Franklin Roosevelt, en cuyo mandato se desarrolló la Segunda Guerra Mundial, a Lyndon Johnson y Richard Nixon, que comandaron la desastrosa incursión del país en la interminable Guerra de Vietnam, y al mismo George W. Bush, a quien Obama sustituyó prometiendo acabar con las guerras. ¿Devolverá ahora Obama el Nobel? No lo creo, aunque tampoco creo que ahora los noruegos se lo otorguen a Donald Trump. Al menos, eso espero.

Obama también fue una sorpresa, aunque no por los motivos que muchos esperaban. Prometió promover el crecimiento y disminuir la pobreza. Cumplió lo primero, pero no lo segundo. Tuvo tasas de crecimiento del 5%, aunque la deuda pública creció más del 85% en su mandato. En 2008, momento en que George W. Bush concluía la presidencia, 13,2% de la población vivía por debajo de la línea de la pobreza, Obama termina su mandato con una proporción ligeramente superior, 13,5%, lo que en números absolutos significa más de 43 millones de pobres, 14 millones de ellos menores de edad, 3,3 millones más que los que había antes del inicio de su gestión.

Estados Unidos sigue siendo una de las naciones desarrolladas más desiguales del planeta, aunque debe reconocérsele a Obama, importantes esfuerzos en la creación de empleos (11 millones de nuevos puestos creados en 8 años) y en la defensa y promoción de una política que incluyó más de 16 millones de personas a la atención médica básica. El llamado ObamaCare permitía confiar que, en materia del derecho a la salud de su población, la más poderosa nación del planeta dejaría finalmente de pertenecer a la Edad Media. Fue una buena política, aunque duró poco. El mismo día que asumió la presidencia, Trump ha firmado un decreto que comienza a desmontar su estructura de protección. Lo bueno dura poco, hasta en Estados Unidos.

Obama iba a acabar con el racismo, pero en Estados Unidos se intensificaron los conflictos raciales y la violencia, especialmente policial, contra la población pobre y negra que vive guetificada en los grandes centros urbanos. También iba a ser una esperanza para los latinos, pero consiguió la proeza de ser el presidente que más inmigrantes ha deportado en la historia norteamericana: 2,5 millones, muchos de ellos padres que dejaban a sus hijos o hijos que dejaban a sus padres en el país.

Obama también era caracterizado como un antisistema, un outsider, pero de los buenos. Trump es un antisistema, un outsider, pero de los malos.

Ocho años de gobierno Obama han mostrado una elástica generosidad en el uso de las palabras “antisistema” y “outsider”. Creo que también lo es en el caso de Donald Trump, aunque sus declaraciones nos aprieten el estómago y nos causen las más diversas formas de nausea política y ética.

Trump es una persona detestable. Un sujeto verdaderamente retrogrado, aunque debo discrepar que represente cualquier forma de ejercicio antisistémico de la política. Menos aún que se trate de un “hombre bebé”, como lo ha llamado el periodista inglés John Carlin. Comparar un monstruo político como Trump con un niño recién nacido es algo que me parece trivial, basado en la plena ignorancia de la psicología infantil, así como ofensivo con los niños y niñas del mundo. ¿Por qué cada vez que se quiere decir que alguien parece un verdadero imbécil se lo compara con un niño?

Del mismo modo, creo ofensiva y banal la comparación que algunos periodistas hacen entre Trump y los políticos o la política latinoamericana. Hemos tenido y aún tenemos en América Latina dictadores despreciables. Pero sorprende que un periódico conservador, aunque generalmente serio, como La Nación, y una periodista conservadora, aunque generalmente seria, como Inés Capdevila, editora de la sección Mundo en dicho medio, haya usado el calificativo “latinoamericano” de forma despectiva para referirse al nuevo presidente norteamericano y a su particular discurso de asunción del cargo: Un Donald Trump “latinoamericano” en su debut como presidente o Refundar EEUU, un plan a la manera latinoamericana. Capdevilla, también latinoamericana, no debe haberse inspirado en ningún periodista europeo para realizar semejante metáfora. Fue en Europa que se llevaron a cabo algunas de las mayores masacres de la humanidad. Fueron naciones europeas las que comandaron algunos de los peores genocidios. Hitler, Mussolini y Franco eran europeos. Y también lo son los brutales y reaccionarios líderes de la derecha fascista y neonazi que aspiran al trono de algunos de los países más desarrollados del continente europeo. Sin embargo, a ningún periodista de Europa se le ocurría, a pesar de semejantes antecedentes, sostener que Trump es un típico líder europeo.

Pero volvamos al supuestamente truculento y agitador antisistema que hoy ocupa la presidencia de los Estados Unidos.

Se supone que la naturaleza contestataria y agresiva de Donald Trump contradice las normas de un sistema mundial republicano y democrático. Se supone también que su estilo de hacer política, en rigor, su antipolítica, objeta, contradice y transborda las expectativas, referencias y márgenes en los que se han manejado, al menos hasta el momento, los líderes mundiales de las naciones más desarrolladas. Trump, dicen, nos pone ante la aterradora evidencia de que un exaltado fanfarrón tenga en sus manos la vida y los destinos de buena parte del mundo. El nuevo presidente norteamericano expresaría una nueva forma de antiestablishment, el de los hombres ricos que se hartaron de pagar impuestos y de ser gobernados por una burocracia corrupta, inepta y perezosa. El sistema tiembla y se sobrecoge ante la escalada de amenazas del nuevo presidente.

¿En qué consiste esa anomalía llamada Trump?

Según las crónicas, y como él mismo se encarga de demostrar en cada aparición pública que realiza, se trata de un hipermillonario egocéntrico y narcisista, de un personaje misógino y sexista, de un repugnante racista, de un xenófobo prejuicioso y discriminador, de un violento y agresivo personaje dispuesto a enfrentar militarmente a quien se interponga en su camino. Aunque es dudoso que exista algo que defina la normalidad en términos políticos, Trump es un subnormal que se entrenó en el arte de la política conduciendo un reality show en el que se divertía despidiendo gente.

Entre tanto, no creo que sea necesario leer demasiada literatura anticapitalista para descubrir que los atributos que definen la odiada personalidad del nuevo presidente norteamericano son, nada menos, que las principales características del sistema al que supuestamente él se opone: hiperconcentración de riquezas, egoísmo, cultura narcisista, sexismo, discriminación y violencia de género, racismo, guerras, opresión. No creo que haya cualquier disonancia entre la personalidad codiciosa y vehemente del millonario devenido en presidente y la enorme injusticia social, violencia y desigualdad que estructura y da sentido al desarrollo capitalista contemporáneo.

Más allá de las historias heroicas que se cuentan en Davos, el capitalismo mundial es un sistema cuyo desarrollo se ha subordinado cada vez más al poder de hipermillonarios egocéntricos y narcisistas. El dominio del 1% de la población por sobre el resto de la humanidad ha alcanzado niveles de concentración del poder y de la riqueza como nunca antes existieron en la historia humana. Una de las noticias que más ha circulado en los últimos días es el contundente informe de Oxfam que muestra el inaceptable grado de injusticia al que ha llegado el mundo: 8 personas tienen más riqueza que la mitad de la humanidad, o sea, que 3.600 millones de seres humanos. El sistema que ha llevado a Trump a la presidencia se ha beneficiado inmensamente de esta concentración que contradice los principios éticos y políticos sobre los que debe edificarse cualquier democracia estable. El nuevo presidente norteamericano no contradice lo que ha sido un persistente endiosamiento de los hombres de negocios, de los millonarios que se supone que contribuyen a conducir los destinos del progreso humano.

¿Qué Trump es antipolítico? No lo creo. Hace política a su manera, despreciando a los políticos profesionales y criminalizando la acción colectiva. En suma, hace política valorizando al extremo la sabiduría que otorga el mundo de los negocios. Odia la democracia y aspira a construir una CEOcracia, un gobierno de gerentes que han sido capaces de amasar una inmensa fortuna personal y, por eso, son los que están en mejores condiciones de gobernar los destinos de una nación. La política mundial avanza en esa dirección. No parece que sea el Sr. Trump quien va a contramano. No es el presidente norteamericano que desprecia la política, es que de tanto machacar con el desprestigio de los políticos, de tanto sostener la necesaria despolitización de los asuntos públicos, la derecha, buena parte de las principales y más poderosas corporaciones del mundo y algunos medios de comunicación, no han hecho otra que contribuir a que aparezca una figura como Trump. Fue de tanto entonar el réquiem desentonado de la muerte de la política, que finalmente apareció el funebrero con un cirio sobre la cabeza.

Trump es un narcisista. En su discurso de asunción del cargo sólo se citó a sí mismo. Nada sorprendente en un sujeto que tiene la particularidad de ejercer un culto a su propia inteligencia, sagacidad y picardía. Entre tanto, no ha sido Trump el creador de la cultura del narcisismo, del imperialismo ético que exalta el egoísmo y la auto referencia, cuestionando la solidaridad, el compromiso social, la lucha por el bien común y la igualdad entre los seres humanos. Trump no es un traspié del orden moral dominante, sino la expresión más perversa del éxito de un sistema que valoriza al individuo y desprecia a la comunidad, que exalta el supuesto mérito de seres humanos que son capaces de acumular riquezas, mientras humilla y desprecia a los más pobres, a los abandonados y excluidos.

¿Puede la misoginia y el sexismo ser considerados antisistémicos, en un mundo donde las desigualdades de género, donde la violencia sexista y el femicidio siguen imperturbables, discriminando, excluyendo y matando a miles de mujeres todos los días? El capitalismo siempre fue patriarcal, y, aunque la lucha del movimiento feminista y de las mujeres en el mundo ha conseguido revertir algunas de las más brutales formas de discriminación de género, las empresas siguen siendo machistas y le pagan más a los hombres que a las mujeres, como son machistas también casi todos los partidos políticos y los sindicatos, los parlamentos y los juzgados, la policía y el ejército, así como lo son casi todos los espacios en donde se ejerce el poder en nuestras sociedades. Antisistémico es el feminismo, antisistémica es la lucha por la igualdad de género, no un violento empresario machista que carga sobre sus espaldas denuncias de abuso sexual y que siempre ha considerado que las mujeres son un objeto de consumo.

Trump es un repugnante racista que gobernará un sistema que siempre se sostuvo gracias a la reproducción del racismo. Negros y negras pobres sufren cada día múltiples formas de discriminación y violencia en los Estados Unidos. También lo sufren en todo el planeta los que son discriminados por el color de la piel o por atributos que los vuelven inferiores, ante la perspectiva de los poderosos. El capitalismo y el racismo conviven, volviendo más profunda y más compleja la dominación de clase y las desigualdades que el sistema multiplica. En Brasil, por ejemplo, el país con mayor población negra del mundo, después de Nigeria, cada 30 minutos un joven negro con menos de 24 años muere asesinado. En los primeros 15 días de 2017, más de 150 presos murieron en las prisiones brasileñas, casi todos decapitados. Más del 90% de ellos era negro.

Lo que debería sorprendernos es que el mundo siga siendo tan racista, no que ahora haya un presidente norteamericano declaradamente racista.

El egoísmo, el racismo y el patriarcado son el cemento cultural del sistema. Trump no parece ser otra cosa que la combinación más siniestra de estas formas de opresión que el capitalismo no ha conseguido eliminar y que, en determinados contextos, no ha hecho otra cosa que volverlas más sofisticadas e inhumanas.

Trump es un xenófobo que promete ser muy poco hospitalario con sus vecinos mexicanos y con los extranjeros que provengan de los países pobres. Sería algo alarmante que el presidente norteamericano pensara de tal forma, si no fuera esta la norma que han seguido casi todos los líderes mundiales contemporáneos, con muy raras excepciones. Que Donald Trump consiga que hasta Angela Merkel parezca progresista no es otra cosa que un problema de percepción, de intensidad en el ejercicio de su aversión a los extranjeros y al peligro que ellos representan para las grandes potencias mundiales. Pero Angela Merkel, es bueno recordarlo, nunca ha sido progresista y ella también representa de forma cabal un formato de liderazgo político conservador que ha sido valorizado por los votantes de las naciones más ricas del planeta, aquellas que suelen ver al resto de mundo como una amenaza a sus intereses y privilegios.

Más de 5 mil personas han muerto ahogadas el año pasado en las orillas de una Europa que no ha querido atender con decisión la urgencia humanitaria de los refugiados. Mientras escribo esto, miles y miles de seres humanos, muchos de ellos niños y niñas, sufren por el frío y por el hambre en campos y asentamientos precarios, mugrientos y sin otra ayuda que la de las organizaciones humanitarias. Dicen que los refugiados mueren por la dureza del invierno, pero mueren por la indiferencia y la hipocresía de un mundo que mira hacia otro lado cuando se trata de comprender y de asumir cuál es la responsabilidad de cada uno en las guerras y en las atrocidades que obligan a millones de personas a huir de sus hogares.

Claro que Trump es un xenófobo nauseabundo. Pero su presencia en la política de la nación más poderosa del mundo no expresa el fracaso sino más bien el catastrófico triunfo del desprecio hacia los valores democráticos de protección, de acogida, de reconocimiento y de solidaridad con los extranjeros que viven en la pobreza o que sufren con las guerras y la opresión. Trump no es una anomalía monstruosa, es quizás quien mejor expresa el fracaso de una democracia que ha elegido sobrevivir construyendo muros. Podemos y debemos indignarnos cuando Trump dice que construirá una muralla para separar aún más a México de los Estados Unidos. Pero debemos recordar que parte de ese muro ya existe. Y que también existen otros que siguen siendo muy eficientes para preservar los beneficios de los que se arrogan a sí mismos el derecho a vivir con dignidad. Trump es el sucesor de Barack Obama, que fue llamado por la comunidad latina “Deportador en Jefe”. La anomalía, si existe, viene de antes y es mucho más profunda de lo que solemos estar dispuestos a aceptar.

Finalmente, que Trump parezca ser un sujeto violento, agresivo y, por transferencia directa, un peligroso belicista, debe ser motivo de extrema preocupación. Sin embargo, no ha sido el pacifismo ni la preservación de la paz mundial una característica del capitalismo contemporáneo. La violencia y las guerras crecen y se multiplican en el mundo. Ya mencionamos que Obama, un demócrata progresista, fue el presidente norteamericano que más tiempo permaneció en estado de guerra en toda la historia norteamericana. A pesar de su sensibilidad hacia la situación de los más pobres, el mandatario nunca dejó de aumentar los gastos militares, una industria que hoy domina la política mundial y que constituye la principal amenaza a los derechos humanos de todo el planeta.

Trump no es la causa, sino la consecuencia de un mundo cada más violento, donde las potencias militares siguen actuando como fuerzas coloniales de ocupación, invasión y multiplicadoras de guerras donde quiera que puedan.

Comienza, sin lugar a dudas, una nueva era. Una era en la que los discursos no buscarán el amparo de lo políticamente correcto. Donde el poder se ejercerá sin concesiones ni eufemismos balsámicos para las conciencias, aunque inútiles para disminuir el sufrimiento de los más pobres y excluidos. Comienza una nueva era, no la de un presidente norteamericano que se ha vuelto antisistema, sino la de un sistema que, finalmente, ha decidido tener un presidente a la altura de su mandato de exclusión, de opresión, de muerte y dolor.

Fuente del articulo: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2017/01/trump-y-el-sistema.html

Fuente de la imagen:http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef01b8d256b44d970c-p

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