Venezuela / 22 de octubre de 2017 / Autor: Luis Bonilla Molina / Fuente: Aporrea
A mí me toca decir que seré la persona, que siempre estará ahí, para mirarte cuidarte y también expresarte. Y dar mi vida por ti las veces, que sea necesario. Esconderte, tras de un armario y cobijarte las noches y abrazar tu llanto. Y ser tu héroe, tus risas, tus juegos, tu sueños, tu canto. Y dibujarte castillos con sueños perdidos, volvértelos realidad. Y resanar las paredes de tu cuerpo herido para que pueda amar
(Panteón Rococó, Fugaz)
Introducción
Desde hace dos años he venido denunciando la posibilidad que ocurra a escala planetaria un Apagón Pedagógico Global (APG), como resultado de una reconfiguración del capitalismo a escala planetaria. Los organismos económicos mundiales, impulsan un nuevo modelo de sociedad, gobernanza, economía y educación, a cuyo logro contribuye la más importante ruptura de diálogo inter generacional ocurrida desde la edad media.
La masificación de los video juegos, en la segunda mitad de la década de los ochenta y, la revolución comunicacional, científico tecnológica y paradigmática de los noventa -ambas del siglo XX- han venido construyendo imaginarios, prácticas y formas de relacionarse radicalmente opuestas, entre los nacidos antes y después de este momento. A diferencias de anteriores quiebres generacionales, en esta oportunidad, el cambio ha resultado tan drástico, que amenaza con un desfase de dialogo civilizatorio, entre los mayores y los más chicos.
En el pasado reciente, entender las mutaciones políticas, sociales, económicas, tecnológicas y humanas era posible, como si estuviésemos recorriendo el paisaje a través de la ventanilla de un autobús, que marchaba a 80 kilómetros por hora. Hoy viajando en un transporte a 350 kilómetros por hora, el paisaje se hace difuso y cuesta comprender la dinámica de las transformaciones que ocurren en el exterior. Por ello, haré un esfuerzo para recorrer algunas tendencias de este cambio.
El mundo de la economía y los modelos de consumo
El capitalismo del siglo veinte necesitó una inversión gigantesca en carreteras, autopistas, puertos, aeropuertos, terminales, para hacer llegar las mercancías hasta el lugar más apartado del planeta, allí donde viviera un potencial consumidor. Pero ello generó tensiones por el reparto de los mercados, lo cual condujo a las dos grandes conflagraciones planetarias del siglo XX.
Culminada la segunda guerra mundial, el Tratado de Bretton Woods inició la implementación de mecanismos y dispositivos que expresaban el acuerdo de los vencedores sobre la geopolítica del comercio. Ello aceleró la construcción de las infraestructuras necesarias para garantizar la venta de mercancías y con ello la dinamización del capitalismo. Los cincuenta y sesenta fueron décadas de crecimiento de los pequeños negocios en todos los rincones del orbe, que vendían las mercancías producidas por las grandes, medianas y pequeñas industrias capitalistas.
La crisis económica de la década de los años setenta del siglo XX, uno de cuyos componentes fue la saturación de los mercados produciendo un gran stock de mercancías, obligó al capitalismo a repensar el modelo de consumo y venta. Un elemento importante de ésta sobre producción, lo constituyó el tiempo de deterioro de los productos. En consecuencia, se impulsó en la producción, el concepto de rápida obsolescencia de las mercancías y, se desarrolló un proceso singular de innovaciones en la presentación de los productos, procurando que los consumidores sustituyeran lo viejo por lo nuevo, ahora con fecha predeterminada de caducidad.
Pero el nuevo ciclo, que exigía procesos mucho más rápidos, de producción y distribución de las mercancías, hacía ineficiente la cadena de colocación basada en la proliferación de comercios locales. Ello permitió el impulso, a escala global, de los centros comerciales. Ahora eran los consumidores quienes tendrían que ir a donde estaban las mercancías, colocadas en un solo lugar, por muy diversas que fueran.
Como magistralmente lo refiere Saramago, en su novela «la Caverna», ello significó la desaparición de millones de pequeños locales comerciales, bodegas de baja escala y, de una parte importante de la producción artesanal en todo el mundo. La industria cultural construyó un imaginario de modernidad y progreso, expresado en los Shopping, lo cual posibilitó este cambio en el modelo de consumo.
Con la llegada de la revolución científica tecnológica, la expansión de la conectividad a internet, la masificación de las redes sociales y la presencia de computadores en millones de hogares, el capitalismo comienza a desarrollar un nuevo modelo de consumo. Surge y se impulsa el consumo on line, que es fundamentalmente una relocalización del lugar de compra, en el hogar. Pareciera que las próximas décadas del siglo XXI serán la etapa histórica de generalización de un modelo de consumo, centrado en la casa, en el cuál los costos de distribución y comercialización serán menores para el industrial.
La sociedad de los más pequeños
Cualquier madre o padre nacidos antes de los ochenta del siglo XX, tenían como una de sus reglas de oro, el trancar adecuadamente la puerta principal de la casa, para evitar que los más chicos nos escapáramos a la calle. A pesar de ello, muchos lo hacíamos usando la puerta trasera, que no solo comunicaba con los «solares». La calle era el espacio privilegiado de encuentro y sociabilidad; allí conocíamos amigos con quienes jugamos pelota, elevamos cometas, lanzamos metras o perinola y, claro está, allí aprendimos a admirar a las damas. Cuando fuimos padres, repetimos el ciclo.
Hoy día, en las ciudades, lugares y hogares con conexión a la red, con Wi-Fi o con la presencia de computadores y video consolas, viene ocurriendo un fenómeno que comienza a construir un común denominador. Quienes somos padres en esas circunstancias, de niños menores de doce años, sabemos lo que nos cuesta lograr que ellos nos acompañen a un centro comercial, a la panadería o al supermercado. Es más, podemos dejar abierta la puerta de nuestras casas y ellos difícilmente se tomarán la molestia de salir. Los más osados nos invitan a salir sin ellos, mientras los dejemos en casa «conectados».
El encuentro con sus amigos de escuela o con los conocidos en los juegos en línea, se hace cada vez más en la virtualidad de la red. La internet con sus redes sociales, los video juegos y las informaciones a la mano en casa, comienzan a ser el espacio preferido de socialización para un segmento importante de la población de niños, niñas y adolescentes. Para consolidar este «estilo de vida», la industria cultural capitalista genera series televisivas, comiquitas, videos musicales, películas, literatura para ser consumidas por los más chicos sin desplazarse de sus viviendas y, mostrando un mundo feliz de «conexión» virtual.
Terrible que esta dinámica no sea analizada en el marco de su impacto en la sociabilidad humana, ni por la academia, ni por los padres, ni por los Estados. Las universidades y centros de formación docente suelen estar ajenos a una perspectiva científica y crítica de este fenómeno. Peor aún, cuando lo hacen, el discurso recurrente al respecto suele provenir de una epistemología conservadora, cuya única orientación es intentar que el presente vuelva a los cánones del pasado, que le permitían construir narrativas que nos hablaban del viejo modo de dominación y control.
El mundo de la tecnología
La reorientación del mercado y el consumo tiene un capítulo especial en la tecnología. En el programa de televisión del señor Operhaimer, emitido el 20 de julio de 2016, sus entrevistados, científicos sociales, explicaron como el desarrollo del hardware informático se orienta a la progresiva sustitución de los vendedores humanos de mercancías. En ese mismo programa, los invitados afirmaron que el 75% de los puestos de vendedores en el mundo desaparecerían en los próximos 6 años. No sé si el ciclo será tan corto, lo que sí es cierto es que este cambio es parte del desmontaje del viejo modelo de consumo y el impulso de la virtualización de la compra, lo cual se desarrollará fundamentalmente desde casa.
A finales del año 2016, la poderosa cadena de comida barata, McDonald’s, anunciaba que sustituiría a sus vendedores en EEUU por máquinas, lo cual confirma la tendencia que ya conocimos con la puesta en escena de las maquinas en los estacionamientos de vehículos, los cajeros automáticos, entre otros. En ese mismo orden de ideas, las tiendas on line son ya parte de la cotidianidad de millones de seres humanos, quienes prefieren comprar desde casa y no trasladarse a ningún lugar. Las futuras generaciones de dispositivos portátiles y video consolas de juegos vendrán con escáner para personalizar mucho más este modelo de consumo. Podremos comprar una camisa o un pantalón desde casa, viendo en la pantalla del televisor o el computador, en imagen tridimensional, nuestro cuerpo con las ropas de prueba como antes lo hacíamos frente a un espejo, eso sí, ahora sin pasar por la vergüenza ante la vendedora, al comprobar que nuestra barriga no calza con la talla de la prenda de vestir.
Esta relocalización del consumo a través de expresiones tecnológicas en el hogar, ya ha avanzado significativamente con las plataformas bancarias en línea y los celulares inteligentes habilitados para la realización de transacciones financieras, que incluyen el comercio. Prácticamente todos pagamos nuestras tarjetas, hacemos transferencias, compramos productos con dinero plástico a través de la Internet o desde la telefonía celular.
En países con alto manejo tecnológico, el regalo que más pidieron los jóvenes en diciembre pasado fue el dispositivo móvil que venía con lentes de realidad virtual aumentada. No se trataba sólo de encontrar Pokemones en la casa y sus alrededores -aunque ello ocasione conflictos verbales y físicos con otros chicos- sino de la posibilidad de «ir» a la playa o al polo norte, sin moverse de los dormitorios.
Por otra parte, los dispositivos de control social, a través de las tecnologías inteligentes, se centran cada vez más en el hogar, el lugar que hasta hace pocos años era expresión de la privacidad. Programa como el de la secretaria virtual «Siri» son hoy en día, quienes llevan nuestras agendas y nos recuerdan las fechas importantes. Las «escuchas» de google respecto a lo que decimos y hacemos en casa, son cada día una verdad socialmente aceptada; ese hecho peligrosamente se está normalizando en nuestra realidad política y social. El desarrollo tecnológico no solo apunta a invitarnos a permanecer en casa el mayor tiempo posible, sino que pretende trasmitir la sensación que estaremos muy bien cuidados allí, por un nuevo «Estado virtual».
El mundo del trabajo
Muchos jóvenes y adultos están hoy en día trabajando en sus casas, en una nueva fase de maquila que los hace trabajadores «sin jefes», con jornadas laborales diarias de doce, catorce o dieciséis horas. La seguridad social garantizada por los patrones y la jubilación comienzan a ser, en la práctica, una cosa del pasado para miles de hombres y mujeres, quienes tienen en el hogar, su puesto de trabajo.
Redes sociales como twiter o YouNow impulsan modelos de obtención de ganancias según la cantidad de seguidores o fans que se tengan, los mensajes que se distribuyan y la cantidad de publicidad comercial que gracias a cada uno de nosotros circule por el ciber espacio. Cada día, son más los jóvenes que quieren tener como profesión, el ser youtuber. El auge de esta realidad, es porque las mercancías inmateriales son parte del modelo de capitalismo del siglo XXI. En estas dinámicas la casa emerge como un lugar de enunciación privilegiado para la labor en las redes sociales y el trabajo inmaterial.
El mundo de la política
La crisis del modelo político de gobernanza nacional que propagó la globalización económica y la mundialización cultural, en los ochenta del siglo XX, tuvo un capítulo especial en el ataque a los partidos políticos por «sus problemas» para garantizar eficacia y legitimidad en sus procesos y decisiones. Se iniciaba así, la promoción de los medios de comunicación como nuevos mediadores políticos y, ahora el de la comunicación virtual.
En el pasado, los locales partidarios no eran solo los lugares donde ir a debatir ideas sobre el mundo y la sociedad, eran fundamentalmente espacios de encuentro humano, para conocer y reconocerse colectivamente. En los noventa y ahora en el siglo XXI esta dinámica comienza a cambiar drásticamente. Hoy en día, cuando alguien decide aspirar a un cargo de Presidente de la República, diputado, gobernador, rector o hasta líder de una organización comunitaria, difícilmente su primera idea de trabajo estará asociada a la ubicación de un local de campaña; seguramente se dispondrá primeramente a la creación de sus cuentas en las redes sociales y, el diseño de una campaña de marketing político a través de estos mecanismos.
Este fenómeno cruza a las derechas y a las izquierdas. El local partidario no es un epicentro de lo político, pero tampoco la fábrica, la universidad o el campo. Ya no son solo fenómenos de los partidos conservadores de los países altamente industrializados, sino que permean a las dinámicas de los partidos contestatarios. PODEMOS de España, a mi juicio, la agrupación más novedosa en la política mundial en los últimos tres años, es una organización que no solo usa el ciber espacio de manera eficiente como medio para propagar sus ideas, sino que afilia a sus militantes, capta recursos y acaba de elegir en febrero de 2017 a su dirección ejecutiva, a través de internet.
Es decir, el mundo virtual en casa emerge como el espacio de desarrollo de lo político. Cada día somos bombardeados por consultas de diversa índole, en las cuales participamos haciendo sólo un clic; la política se traslada a los dispositivos móviles. La rebeldía a través de estos medios es efímera, es una especie de moda propagada por las redes sociales, para un encuentro breve que luego se diluye en el afán de volver a casa, como ocurrió con el movimiento contestatario mexicano Somos132. El neo zapatismo del Sub Comandante Marcos es en términos mundiales un movimiento virtual con base de apoyo local. Muchas de las agrupaciones políticas hoy en día, funcionan alrededor de un portal web. Las llamadas revoluciones árabes, los golpes de Estado en Brasil y Honduras o, las desestabilizaciones al gobierno Bolivariano en Venezuela, tienen un capítulo especial en ese nuevo terreno de participación que es el ciber espacio. Este modelo de participación política tiene como unos de los lugares privilegiados de desarrollo el hogar, la computadora en casa.
El mundo del amor
Cada vez conocemos más relaciones de pareja que se conocieron y comenzaron su romance en las redes sociales. El parque, el cine, la discoteca o el centro comercial como lugares de encuentro, comienzan a ser sustituidos por la conexión en internet y la participación en las redes sociales. Incluso, grupos con afinidades comunes se organizan en el ciber espacio, en una nueva variante de eso que se denominó las tribus urbanas. Hoy los clanes virtuales marcan la pauta del encuentro entre afines.
El grupo cerrado de facebook «Gorditas y Gorditos de todas partes del mundo 1» el cual antes de ser «formateado» alcanzó los 738.133 miembros y ahora se reinicia con más de 20000, es un claro ejemplo de ello. Allí, hombres y mujeres, que consideran que el peso de su cuerpo y su anatomía, constituyen un condicionante para tener pareja y amor, se encuentran, hablan de su necesidad de amor, amistad, sexualidad o todas ellas, divulgando sus fotos, direcciones electrónicas, etc. Más allá del encuentro de soledades, esta dinámica multiplicada en muchos grupos, expresa ciertamente que internet, es un nuevo espacio de construcción de relaciones sociales, de amor y sexualidad, las cuales se construyen desde un computador, en la comodidad de la casa.
El mundo de la educación
Estas dinámicas descritas en los numerales anteriores, no son ajenas a la educación. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización para el Desarrollo Económico (OCDE), el Banco Mundial (BM), entre otros, desde el año 2014, vienen promoviendo abiertamente la idea de convertir a la casa en el lugar central de aprendizajes, mediante el uso educativo de videos a ser implementados con el acompañamiento de los padres, en cuya perspectiva la escuela que conocimos, pasa a ser el lugar de evaluación.
La señora Betsy DeVos secretaria de educación de la administración Trump, es una abierta defensora e impulsora de la desaparición de la escuela y el desarrollo de la educación en casa. Para ello, desde su nombramiento viene desarrollando un conjunto de iniciativas destinadas a imponer su modelo. Mas adelante incluiré un anexo sobre el perfil de esta señora, por ahora sigamos con lo que nos ocupa.
Lo que sí es importante destacar en este punto, es la creciente tendencia de los sistemas educativos a nivel internacional, en dotar de hardware tecnológico para uso en la casa, a los estudiantes de los distintos niveles. Esta política, desvinculada de la generación de contenidos autónomos en la nube tecnológica, resulta central en la puesta en escena del modelo de aprendizajes individualizados y localizados fuera de la escuela. El papel protagónico de los maestros en los procesos de enseñanza-aprendizaje pretenden ser sustituidos por videos especializados, tutoriales o clases estandarizadas para ver y aprender en casa vendidos o descargables gratuitos desde los servidores de las grandes trasnacionales de la tecnología; y desde esa perspectiva, el aula escolar se reconfigura en la pantalla de un computador ubicado en el dormitorio o la sala de nuestra vivienda.
La No Sociedad
Una sociedad que no tiene lugares de encuentro para aprender a vivir, a convivir, a trabajar juntos es una No sociedad. El problema no son las tecnologías, ni la ciencia; el problema es el capitalismo del siglo XXI que quiere confinar a los individuos a espacios cada más reducidos y localizados. Bienvenida sean las revoluciones científicas tecnológicas y aprestémonos a usar cada vez mas la virtualidad, sin que ello sustituya la presencialidad y el aprender compartiendo. Lo que hemos pretendemos alertar, es respecto al inminente surgimiento y desarrollo de un modo de gobernanza mundial del capitalismo globalizado, que pretende sustituir el encuentro humano por la virtualidad, como parte de un nuevo modelo de producción y consumo de mercancías en el siglo XXI, que procura usar la casa donde habitamos como epicentro para socializar, consumir, construir emociones, participar políticamente, trabajar y estudiar; la justificación clásica es el ahorro de costos. Resistir a ello, implica conocer lo que está ocurriendo y como siempre construir alternativas que posibiliten el encuentro ecológico entre hombres, mujeres, tecnología y medio ambiente.
Fuente del Artículo:
https://www.aporrea.org/educacion/a253917.html