América del Sur/Venezuela/03-09-2021/Autora: Rosa Raydán/Fuente: ultimasnoticias.com.ve
Hace poco más de una semana, el viernes 20 de agosto, el presidente Nicolás Maduro confirmó lo que ya se venía asomando desde hace varios meses: que las clases presenciales se retoman en Venezuela este próximo mes de octubre. Dijo que para los efectos se usará como primera medida de seguridad el método 7+7, es decir, que se trabajará bajo una modalidad híbrida, y que se profundizará la vacunación prioritaria para el personal docente. Es una noticia agridulce, pero al mismo tiempo alentadora para familias, comunidad escolar y sobre todo para quienes son principales sujetos de la medida: las y los estudiantes.
Las niñas y los niños constituyen el segmento poblacional que ha pagado el precio más alto en cuanto a restricciones de socialización en este periodo que lleva la humanidad sumida en la pandemia. Con la vuelta al colegio se alivia la angustia de al menos 17 meses de confinamiento, pero también se reaviva la preocupación por los contagios, especialmente en el marco de la llegada de la variante Delta, que parece ser menos condescendiente con la población joven. ¿Vale la pena correr el riesgo? ¿o a largo plazo el peligro para la salud mental y para la educación propiamente dicha es mayor?
La cuarentena ha garantizado una tasa mínima de niñas y niños contagiados, pero también ha afectado la vida cotidiana de esta población de una manera inédita en la historia contemporánea. Y no solamente en lo que respecta a la socialización. Es un hecho que se han acentuado las desigualdades en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La conexión a internet; la disponibilidad de madres, padres u otros familiares para ayudar o no con los deberes; las condiciones materiales que rodean a la familia, así como la capacidad de cada escuela y cada docente para poder ofrecer el programa escolar al alumnado son situaciones determinantes.
Investigamos en fuentes documentales, principalmente en las recomendaciones de la Unesco, y dividimos el corpus en tres grandes temas que engloban las inquietudes protagónicas que rodean este inusual regreso a clases. Son: los problemas para adaptarse a la “nueva rutina” en la “nueva normalidad”, las medidas para minimizar el riesgo de contagio y propagación de la covid-19 y finalmente la preparación anímica, sentimental así como los primeros auxilios psicológicos para atender los casos de niñas, niños y adolescentes con ansiedad o dificultades de adaptación ante este panorama que puede ser abrumador.
Para muchos, esta es la oportunidad ideal para revisar a fondo el modelo educativo hegemónico y reinventarlo, para que se adapte al mundo que vivimos, y sobre todo que soñamos. Mientras tanto, respetar los procesos, encausar los temores y promover la creatividad como herramienta de resistencia ante la realidad agobiante son prioridades.
En lo logístico
“Así como los padres y cuidadores apoyaron en su momento la transición de los niños, niñas y jóvenes a estar en casa durante el Covid-19, pueden ayudarles a prepararse para sentirse sanos y listos para la vuelta a la escuela”, dice el documento de la Unesco titulado Regreso seguro a la escuela: una guía para la práctica.
Para algunas familias lo más retador será tener que madrugar nuevamente, para otras retomar la rutina de llevar y buscar a los niños en el colegio. Otras mamás se preguntan cómo podrán adaptarse sus crías al régimen escolar cuando pasaron año y medio en casa descalzos y comiendo a deshoras. La clave es no esperar hasta el primer día de clases.
Retomar los horarios y las costumbres en casa de forma progresiva hará el choque menos abrumador. Recuperar el momento oportuno de dormir y de despertar de una hora en una hora cada día o cada dos días hasta llegar al horario necesario es una buena táctica para ir regulando el reloj biológico. Por ejemplo, si la hora necesaria para despertar para ir a la escuela es las 6:00 am, pero actualmente sucede a las 10:00 am, cada día o cada dos días se puede despertar a la niña o al niño una hora antes hasta llegar a la programación deseada y luego afianzarla.
Lo mismo con la hora de ir a la cama. Y no solo aplica para estudiantes sino también para los miembros de la familia relacionados con la rutina escolar.
En lo sanitario
A estas alturas es difícil que cualquier niña o niño, al menos en espacios urbanos, no tenga familiaridad con las medidas de bioseguridad necesarias para minimizar la propagación del coronavirus. La distancia social, el uso de la mascarilla y el lavado frecuente de manos se han convertido en las nuevas prerrogativas de la vida cotidiana y la población infantil lo sabe de memoria.
No obstante, recalca la Unesco que es importante recordar a niñas y niños la importancia de mantener estricta atención a estas medidas, pero no desde la perspectiva del miedo sino desde la posibilidad de ser agentes de cambio para prevenir la expansión del virus y salvar vidas. No se trata de protegerse de los demás, sino de proteger a los demás. Visto desde la solidaridad es más fácil de comprender.
También es importante que en la medida de lo posible las niñas y los niños lleven en su morral gel antibacterial y también al menos una mascarilla adicional con la cual contar en el caso de sufrir un accidente con la que llevan puesta desde casa.
Por otro lado, el colegio deberá tomar medidas con respecto al contacto. El manual de la Unesco sugiere, por ejemplo, sustituir los deportes como el fútbol o el voleibol por otros de menos cercanía como los aeróbicos o correr, y siempre al aire libre. De hecho, no escatimar en el uso de espacios abiertos para el mayor número de actividades escolares posibles. Asimismo, la administración de la cantidad de estudiantes por salón, la ventilación de las aulas, evaluar la necesidad real del uso del aire acondicionado, y establecer un protocolo ante el intercambio o préstamo de útiles y manipulación de herramientas o recursos de uso común, así como de los mecanismos para administrar los alimentos.
En lo sentimental
A todas las mamás y a todos los papás se les queda grabado en la mente ese día devastador en el que por primera vez tuvieron que dejar a su cría pequeña en el preescolar. Este regreso a clases puede revivir ese momento, tanto para representantes como para niñas y niños, y hasta en algunos adolescentes.
Acompañar los sentimientos abrumadores de un retorno al colegio luego de una cercanía permanente con la familia y en la seguridad del hogar es vital para que el proceso sea lo menos traumático posible. Por otro lado, es necesario abordar el choque emocional de reencontrarse con amigas y amigos luego de tanto tiempo pero sin poder tocarles o abrazarles, y hablándoles solo a través de la mascarilla. También hay que tomar en cuenta a las y los estudiantes cuyo sentimientos vienen redoblados por la pérdida de familiares cercanos.
Para un reingreso lo más tranquilo posible, la Unesco recomienda en primer lugar compartir con los niños y niñas la información cabal sobre cuándo y cómo será la reapertura de la escuela, y de ser necesario emplear diferentes formatos para comunicarlo —dibujos, canciones, cuentos— para garantizar que se entiendan los mensajes, y sobre todo para generar emociones de expectativa positiva. Tener la información y saber que no habrá sorpresas es una sensación que empodera y otorga confianza, incluso en la niñez.
“Recordar a los niños, niñas y jóvenes los motivos positivos para regresar a la escuela. Podrán jugar con sus amigos, ver a sus docentes y continuar aprendiendo cosas nuevas. Recordarles las personas clave a las que pueden acudir en la escuela si necesitan apoyo. Preguntar a los niños, niñas y jóvenes cómo se sienten sobre volver a la escuela. Asegurar a los niños y niñas que todos los sentimientos son normales”, dice el manual.
En este sentido, continúa: “Tomarse tiempo para consolar a su hijo/a y responder a sus necesidades. No importa cómo de poco realistas sean sus miedos, recordar que sus sentimientos son reales y les aterran. Ayuda a tu hijo o hija a entender sus emociones”, dice.
También es importante que familia y personal docente trabajen en llave. En situaciones normales es desafiante poner a las mamás y a las profesoras de acuerdo, y ahora seguramente lo será más que nunca, pero también más que nunca es vital. Que la niña o el niño tengan instrucciones divergentes en casa y en la escuela sobre situaciones como compartir el desayuno, prestar sus creyones, usar la mascarilla o practicar un deporte en el recreo puede dar al traste con todo el esfuerzo por un retorno tranquilo al aula y generar estrés en el niño o la niña.
Volver al colegio siempre es motivo de alegría, incluso en las circunstancias más difíciles. El funcionamiento de las escuelas habla de las sociedades y el proceso educativo en general es activador de dinámicas que signan la cotidianidad de la población como cuerpo sistémico. Así que más que nunca este reingreso a las aulas cobra significado.
Aún en Venezuela estamos a la espera de las pautas puntuales que indicarán cómo se desplegará este retorno, empero, ir trabajando desde ya y en familia el próximo cambio de rutina será garantía de un proceso armónico.
Fuente e Imagen: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/mas-vida/miniguia-de-emergencia-para-un-regreso-a-clases-en-pandemia/