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Dos mil mujeres salen de la sombra para explicar su mundo

Reseñas/05 Septiembre 2019/El País 

El documental ‘Woman’ reúne en el festival de Venecia testimonios recogidos por todo orbe para promover la igualdad

Corría de un continente a otro, pero le perseguía una constante. Anastasia Mikova cruzaba el planeta, visitaba escenarios y gentes de lo más distintos y volvía a asistir a la misma escena, como aquella vez en un rincón remoto de Bangladés. “Las mujeres nos miraban con suspicacia, nos preguntaban qué hacíamos allí. Los hombres, en cambio, estaban deseando ponerse delante de la cámara”, relata. Aquello, en realidad, le confirmaba que el proyecto iba por el camino correcto. Porque la periodista y cineasta ucrania buscaba precisamente lo contrario.

Junto con el codirector, Yann Arthus-Bertrand, y su equipo visitaron 50 países y colocaron su micrófono ante unas 2.000 mujeres. Les preguntaron por sus sueños, sus miedos, su pasado y su futuro. Por la guerra y el acoso sexual, por su gran amor y su mayor herida, por la menstruación y la maternidad. Les pidieron que, por una vez, salieran de las sombras y se situaran bajo los focos, normalmente reservados a sus padres, maridos, hermanos y amigos. “Muchas nunca habían visto una cámara. Cuando se sentaban y se les daba la oportunidad, veíamos que su necesidad de hablar y ser escuchadas era enorme”, agrega Mikova. El resultado es el documental Woman, que debuta en el festival de Venecia, ante de poner rumbo a las salas. La fecha prevista para su estreno es otro mensaje: el 8-M.

Hace cuatro años, Arthus Bertrand y Mikova ya habían lanzado una iniciativa parecida. “Human es el padre de Woman”, se ríe ahora la directora. Aquel filme daba voz a cientos de personas para mostrar que los seres humanos pueden vivir en una chabola o una mansión, en Australia o en Guatemala, pero su sonrisa y sus lágrimas se parecen y se contagian. “Dudé de que pudiéramos hacer algo más poderoso y personal”, reconoce Mikova. A posteriori considera, sin embargo, que lo han logrado.

Un fotograma de 'Woman'.ampliar foto
Un fotograma de ‘Woman’. WOMAN

La fórmula es la misma: un fondo negro, un rostro y lo que quiera contar. Pero las protagonistas solo son ellas. “Y el efecto espejo es aún mayor”, defiende la directora. Se refiere al impacto que Woman suscita en el espectador: una entrevistada recuerda eufórica cuando aprendió a escribir su nombre; una anciana reivindica que ya no está “para mordiscos” en la cama; y dos mujeres rememoran la mutilación más íntima y dolorosa de su vida. El público escucha, reflexiona y compara con sus propias experiencias. Woman quiere conmover y entristecer, helar la sangre y provocar carcajadas. “No es un filme solo para mujeres. Es importante que los hombres lo vean. Nuestras películas van de vivir todos juntos y de cómo nos entendemos mejor”, lo resume Mikova.

Para ello, pasaron horas y horas en compañía de sus entrevistadas. Tenían un cuestionario de partida, con ciertas cuestiones que repetían. Pero no había “ninguna fórmula milagrosa”, asegura la cineasta. A veces, nada salía de una charla eterna. Otras, se desataba lo que Mikova define como “tormenta”: “Si encontraba la puerta apropiada, salía todo. Mucho más de lo que se pueda imaginar. Seguía haciendo preguntas, pero a partir de ahí esa mujer ya estaba hablando consigo misma”. Hasta el punto de compartir con un grupo de desconocidos confesiones jamás pronunciadas en voz alta: en Woman hay víctimas del ISIS vendidas por “cinco dólares o un paquete de cigarros”, una india atacada con ácido por su pareja y una rusa que pidió ayuda a su madre tras los desencuentros con su marido. “¿Tan difícil es abrir las piernas?”, le espetó su progenitora. Todo ello lo cuentan las voces y los ojos de sus protagonistas, las que lo vivieron en su piel.

Aunque los codirectores se esmeraron en que la película mantuviera un equilibrio. Que hubiera mozambiqueñas, venezolanas, francesas o vietnamitas; mujeres que se coronaron en Wall Street y otras que batallan por comer cada día; adolescentes y ancianas, felices y melancólicas, ordinarias y excéntricas. Básicamente, el mundo. Mikova se empeñó también en que las temáticas oscilaran entre lo más impactante y lo cotidiano. Woman debía hablar de la ablación o del cáncer de pecho, pero también del deseo de ser guapa. La cineasta, por ejemplo, convenció al director de que la regla debía tener su espacio en el corte final. Al fin y al cabo, sus protagonistas la sufren cada mes. Mikova detectó otro denominador común a todas: “La resiliencia”.

Una de las protagonistas de 'Woman', en un fotograma del filme.ampliar foto
Una de las protagonistas de ‘Woman’, en un fotograma del filme. WOMAN

Ella misma, con Arthus, debió adaptarse a las exigencias comerciales. De las cuatro horas originales, lograron reducir el metraje a los 105 minutos y 100 testimonios que llegarán a los cines. De entre todos, Mikova recuerda especialmente el que abre Woman: “Norma llegó a la grabación tan bella, tan segura de sí misma. Entendí que tenía algo único, pero no lo que yo creía”. Contó que, de niña, sufrió los abusos de su abuelo, hasta que encontró una vía de escape hacia Japón. Resultó, sin embargo, el atajo hacia otro infierno: acabó esclavizada en la prostitución. Pero siguió adelante, se compró su libertad y huyó a Canadá. Allí, encontró una pareja y tuvo un hijo. Aunque la vida apenas le concedió descanso: descubrió que, por una enfermedad, su niño estaba destinado a quedarse ciego. Norma se derrumbó, y se refugió en el alcohol. Hasta que un día agarró la botella, volvió a soltarla sin probar ni un trago y salió a correr.

Hoy tiene el récord Guinness por el triatlón más largo. Y ofrece conferencias en las que repasa la historia que relata en Woman: “Me aterrorizaba compartirlo, pero quería romper el silencio porque es lo que hace posible la violencia. Dicen que las víctimas no tienen voz: si la tenemos, pero no queréis escucharnos”. El mensaje resonará ahora en las salas de medio mundo. Al fin, hablan ellas.

Yann Arthus-Bertrand y Anastasia Mikova.ampliar foto
Yann Arthus-Bertrand y Anastasia Mikova. PETER LINDBERGH

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/08/26/actualidad/1566804963_412969.html

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El feminicidio es un crimen de lesa humanidad

Por: Ricardo Lagos

La violencia contra las mujeres es una profunda injusticia mundial. Es un gran obstáculo para cumplir los derechos humanos de las mujeres y niñas y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible

La equidad de género y los derechos de las mujeres son fundamentales para garantizar un futuro mejor para todos y todas. Son valores que subyacen a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas. No obstante, hay una impactante desconexión entre las declaraciones realizadas por los líderes de Nueva York y Ginebra y la vida –o muerte– en las calles en mi región, particularmente en América Latina.

Mi región alberga a 14 de los 25 países con más altas tasas de feminicidio en el mundo, es decir, de mujeres o niñas asesinadas por razón de género. En América Latina y el Caribe, 12 mujeres y niñas son asesinadas cada día. Sin embargo, el 98% de los casos no llegan a proceso judicial. Estas estadísticas alarmantes deberían avergonzarnos e instarnos a exigir acciones por parte de los líderes para salvar vidas y proteger los derechos y la dignidad de las mujeres y niñas.

Los asesinatos por razón de género son la culminación de una serie de actos violentos. En general, las personas no son conscientes de la cadena de eventos que llevan al feminicidio. En América Latina, tenemos una cultura de alta tolerancia hacia la violencia contra las mujeres y niñas. Se ha normalizado la violencia. Es vista como parte de la vida de las mujeres, especialmente de las que pertenecen a comunidades social y económicamente desfavorecidas con bajos niveles de educación y desarrollo.

La violencia contra las mujeres es una profunda injusticia mundial. Es un gran obstáculo para cumplir los derechos humanos de las mujeres y niñas y alcanzar los ODS. Actualmente, ningún país está en condiciones de alcanzar la equidad de género dentro del plazo estipulado, ni en el mundo desarrollado ni en los países en desarrollo. Es una conclusión devastadora acerca de nuestras prioridades globales, que demuestra que debemos hacer más.

La Iniciativa Spotlight para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas es un paso en la dirección correcta. Esta iniciativa global impulsada por la ONU y la Unión Europea apunta a erradicar el feminicidio en cinco países de la región: Argentina, El Salvador, Guatemala, Honduras y México.

En Argentina, la Iniciativa está apoyando la creación de Redes de Adolescentes y Jóvenes por la Igualdad. Estas redes promueven métodos de prevención comunitarios que instan a los jóvenes a reflexionar sobre roles de género y masculinidad nociva, y plantean soluciones comunitarias para erradicar los feminicidios. La Iniciativa también brinda capacitación a periodistas sobre eliminación de los estereotipos de género en la cobertura de noticias sobre violencia contra las mujeres y niñas.

En Guatemala, la Iniciativa está apoyando a la sociedad civil para que abogue por la investigación de las amenazas contra los defensores de los derechos humanos de las mujeres. En El Salvador, la Iniciativa Spotlight está permitiendo el acceso a oportunidades económicas para sobrevivientes de violencia, y en México, está ayudando a garantizar que el sistema judicial tenga las herramientas correctas y los enfoques adecuados para identificar los feminicidios y llevar adelante las causas judiciales correspondientes.

Este es un avance importante, pero no es suficiente. ¿Qué podemos hacer en otros países latinoamericanos donde la violencia misógina y la discriminación continúan prevaleciendo? ¿Cómo podemos cambiar las actitudes y políticas para proteger mejor a las mujeres en todos los niveles de la sociedad? Necesitamos que los líderes tradicionales, religiosos y políticos aborden este grave abuso de los derechos humanos, así como las personalidades notables del mundo empresarial y académico que pueden tener una influencia social considerable.

Tenemos que ponerle fin a la impunidad y fortalecer el sistema judicial para investigar, enjuiciar y sancionar a los responsables e invertir en el acceso de las mujeres a los servicios de justicia. Sobre todo, debemos invertir en servicios centrados en las sobrevivientes que alienten a las mujeres y niñas a hablar y buscar apoyo si están experimentando abuso.

Cuando introduje las reformas de bienestar y protección social como presidente de Chile a inicios de la década del 2000, aprendí rápidamente que el recurso más importante para las víctimas de violencia de género era contar con refugios donde pudieran albergarse y estar seguras, lejos de sus abusadores. Garantizar que las mujeres puedan acceder a estos servicios sin correr el riesgo de empobrecimiento era un elemento crucial de dichas reformas, y continúa siendo una prioridad actualmente en toda la región. Esto significa que diferentes sectores como salud, servicios sociales, la policía y el sistema judicial deben trabajar en forma conjunta y no en silos.

Debemos invertir en prevención de la violencia contra las mujeres. Hay cada vez más evidencia global que demuestra que la prevención es posible si se asignan los recursos necesarios y hay voluntad política.

Como hombres, debemos promover representaciones positivas de lo masculino. Tenemos que darles un buen ejemplo a nuestros hijos. Esto incluye desafiar las mentalidades tóxicas machistas que promueven la aceptación de la violencia contra las mujeres, en nuestras escuelas, en los lugares de trabajo, en las instituciones religiosas y en nuestros hogares.

También es clave que apoyemos y escuchemos a las sobrevivientes y a las organizaciones y los movimientos feministas. Deben tener voz y voto a la hora de analizar estrategias, soluciones y decisiones. Es inspirador el ejemplo de Irinea Buendía, cuya hija, Mariana Lima, fue asesinada por su marido en México. La búsqueda de justicia de esta valiente madre durante seis años sentó un precedente clave en materia de procesamiento de feminicidios en México.

Son dignas de imitar las iniciativas de promoción y litigio del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio —una alianza de 49 organizaciones de derechos humanos de México— que ha mejorado la rendición de cuentas y ha aumentado el acceso a la justicia en casos de feminicidio a lo largo de México y América Latina.

El movimiento #NiUnaMenos de Argentina ha tenido un éxito notable así como los múltiples grupos de mujeres que abogan incansablemente por el empoderamiento de las mujeres y la equidad. Tenemos que hacer más para garantizar que reciban financiamiento y apoyo suficiente que les permita continuar este importante trabajo.

No podemos abordar este problema o imaginar un mundo mejor y más justo sin ellas.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/08/06/planeta_futuro/1565107246_365654.html

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Rita Segato: “La violencia de género es la primera escuela de todas las otras formas de violencia”

Redacción: La Diaria

De visita en Montevideo, la antropóloga argentina habló sobre la necesidad de deconstruir el “orden patriarcal” que genera violencias.

Dicen que es recibida como si fuera una estrella de rock en todas las actividades públicas en las que participa. Por eso a donde va nunca faltan las extensas rondas de aplausos, los pedidos de autógrafos o alguna selfiecasual. Lo cierto es que Rita Segato es antropóloga feminista y no artista, aunque para muchas personas escucharla constituye siempre un verdadero espectáculo. Su paso por Uruguay esta semana tampoco pasó desapercibido.

La académica argentina llegó el lunes a Montevideo para protagonizar una de las tres conferencias centrales de las Jornadas de Debate Feminista que organizan los colectivos Cotidiano Mujer y Encuentro de Feministas Diversas. La exposición de Segato giró en torno a conceptos que han atravesado su obra durante los últimos años, que se conectan y se retroalimentan. Puso el acento en explicar por qué a su entender el patriarcado no es una “cultura” sino un “orden político”, habló de las nociones de “masculinidad corporativa” y “dueñidad”, y se refirió a la “politicidad femenina”. Ante un Salón Azul de la Intendencia de Montevideo desbordado de gente, la antropóloga también dedicó una parte de la ponencia a desentrañar los desafíos actuales de los feminismos, entre los cuales destacó el “recrudecimiento” de los casos de violencia contra las mujeres, especialmente en América Latina, y la amenaza del avance de los fundamentalismos religiosos.

Un rato antes de empezar la conferencia, en el mismo salón, Segato fue declarada Visitante Ilustre de Montevideo. Mientras recibía la distinción, la concurrencia pobló el lugar. No quedaron asientos libres, también fueron ocupados escalones, pisos y otros espacios vacíos. Cuando la capacidad no dio para más, la gente empezó a agolparse en las puertas del salón. La mayoría eran mujeres jóvenes. Algunas esperaron sentadas, en ronda. La escena parecía la previa de algún recital de rock.

El club de los hombres

El primer trabajo que realizó Segato sobre violencia fue en 1993, en una cárcel de Brasilia, tras un pedido del secretario de Seguridad Pública de la ciudad a la universidad en la que ella trabajaba como docente. Fue durante ese proceso que la experta descubrió que detrás de las agresiones contra las mujeres había “una hermandad masculina, una cofradía, un club de hombres”, según explicó el lunes. “Me di cuenta de que el violador era una figura acompañada, que recibía un mandato de otros hombres de mostrarse hombre, de alguna manera, ante otros pares, que se encuentran ausentes pero que están presentes en su paisaje mental. Entonces hay una demanda a partir de esos otros hombres para que ese violador muestre que merece ser reconocido como un miembro de esa hermandad masculina”, ahondó.

De ese estudio también surgió la afirmación de Segato de que la “estructura elemental de la violencia”, en este contexto, no está únicamente construida por la relación entre el agresor y su víctima. “Hay otro eje de relaciones y de interlocución que es tanto o más importante, que es la relación entre los hombres”, afirmó, y continuó: “Los hombres se ven como perteneciendo a un grupo de prestigio que exige una titulación y esa titulación depende de la exacción de la posición femenina, que debe circular desde la posición femenina a la posición masculina constituyéndola como una posición potente capaz de controlar un territorio, que en este caso es el territorio-cuerpo de la víctima. Ahí aparece por primera vez en mi pensamiento esa idea de la afinidad entre el cuerpo de mujer y el territorio”.

Más adelante, a raíz de otros estudios, la antropóloga amplió esa idea de “fratría de los hombres, de la cual emana un mandato de violación y de apropiación de un tributo que debe circular entre la posición femenina hacia la posición masculina, constituyéndola”, al darse cuenta de que en realidad tiene una “estructura corporativa”. Segato explicó en la conferencia que esa estructura de corporación es aprendida por los varones “desde muy temprano en la vida, al socializarse como varones y al socializarse dentro del mandato de masculinidad”.

La académica feminista nombró las dos características que convierten a ese club de hombres en una corporación. La primera es que el valor supremo que está por encima de todos los otros valores es la “lealtad corporativa”. Esto “se ve fácilmente en la realidad”, dijo. “El hombre siempre tendrá miedo a aliarse a la posición femenina porque ahí estará traicionando esa lealtad que es imperativa en la masculinidad”, agregó. La otra característica de la corporación es que es “internamente jerárquica” y el lugar que ocupe un hombre en esa jerarquía de masculinidades va a ser la posición que pueda conseguir en relación a las potencias sexual, física, bélica, intelectual, moral, económica y política. Para la antropóloga, estas dos características hacen “que la violencia sea inevitable para el mandato de masculinidad, a no ser que los hombres consigan tomar conciencia y enfrentarse a un espejo no narcisista”.

En ese sentido, dijo más adelante que es necesario fundar el “Frente de Liberación del Mandato de Masculinidad”, que a su criterio “sacrifica a los varones, los destruye, los mata antes y en algunas regiones de nuestro continente los mata niños”. Puso como ejemplo a los jóvenes salvadoreños que se suman a las maras para poder cumplir con ese mandato. “Hay varias formas en las que los hombres son conducidos al ejercicio de la violencia y son vulnerables a la seducción de la violencia, porque han creído en el mandato de masculinidad y han adherido a la corporación masculina, que es la pedagogía de la crueldad”, afirmó Segato.

La violencia de género como primera escuela

Al referirse al panorama actual y global de las mujeres, la antropóloga hizo énfasis en el “recrudecimiento de la violencia de género en todos los países”, especialmente en América Latina. A la hora de desentrañar las razones, Segato descartó en primer lugar la hipótesis de que el fenómeno tiene que ver con una “reacción” o “venganza” de los hombres ante los avances del movimiento feminista y las posiciones conquistadas por las mujeres en el mundo laboral o político. “Este no es mi modelo de comprensión. Primero, porque las mujeres seguimos ganando menos que los hombres por tareas iguales. En las relaciones conyugales sí sería posible aceptar que el avance de la posición de una mujer con relación a su cónyuge o compañero puede causar una reacción violenta. Pero fuera de esa relación, decir que alguien sale a la calle, captura a una mujer, la viola y la mata, como está pasando en Argentina de una forma muy frecuente, no se puede pensar como que es una venganza de los hombres por el avance de las mujeres debido al feminismo. Creo que es impensable esa hipótesis aplicada a los casos de feminicidios y violaciones de personas desconocidas”, opinó. Lo que sí puede influir, recalcó, es el hecho de que la masculinidad esté siendo vulnerada “por la precarización del trabajo característica del presente”. Ante la ausencia de la potencia económica, este hombre precarizado ve en la violencia “la última posibilidad para restaurarse en esa posición de dominación territorial y de dominación sobre los cuerpos”.

Otro concepto que introdujo Segato en la exposición del lunes es el de la violencia de género como “la incubadora” de todas las otras formas de violencia. “Cuando los gobiernos se asustan por otras formas de violencia que tienen que ver con el robo, con el homicidio, etcétera, yo estoy convencida y he argumentado que esa violencia primordial que es la violencia de género es la primera pedagogía; la violencia de género es la primera escuela de todas las otras formas de violencia”, aseguró.

Segato contó que hace poco, en una actividad en Buenaventura, Colombia, alguien del público le preguntó cómo hacer para detener la guerra “no declarada” entre pandillas que vive el país por el control de tierras. Ella lo pensó bastante y finalmente respondió que sólo era posible hacerlo “desmontando” el mandato de masculinidad. “Cuando hablo de ese desmonte indispensable no es solamente para que pare la violencia contra las mujeres, sino para que pare la guerra en general”, afirmó la antropóloga. “El mundo se transforma y la historia se reorienta si los hombres se vuelven capaces de desmontar el mandato de masculinidad y de revisar lo que los hace actuar en la búsqueda de potencia, lo que los hace tener que espectacularizar todo el tiempo su capacidad de dominio”.

La arremetida fundamentalista

Además de la violencia de género, Segato mencionó como uno de los principales desafíos actuales para los feminismos el avance de los grupos fundamentalistas religiosos. Y lo vinculó a lo que ella llama “dueñidad”, es decir, el hecho de que este sea “un mundo de dueños, donde hay señores de la vida y de la muerte con gran concentración de la riqueza”. La argentina dijo que el orden patriarcal, que también es un orden de dueñidad, “es funcional al capital de una forma en que nunca lo fue”. A su entender, esta es una de las razones que están detrás de “la gran reacción patriarcal disfrazada de religión que estamos presenciando en el continente y en el mundo”.

La antropóloga considera que la reacción tiene lugar ahora porque “muy probablemente hemos tocado un centro neurálgico de la reproducción de la dueñidad, que es una de las bases fundamentales del orden patriarcal y del capitalismo en la fase contemporánea. Algo de esa arquitectura hemos tocado muy recientemente que ha puesto en riesgo también al poder económico”. La amenaza del movimiento feminista y de todos los movimientos antipatriarcales es que “desacatan el orden patriarcal”, incluido el económico, dijo Segato. Por el momento, “es imposible observar cómo el poder decide, delibera e intenta agendar la historia”, agregó, pero por los fenómenos conservadores que están surgiendo en países como México, Argentina o Chile simultáneamente en defensa del patriarcado “podemos entender que ahí hay un interés mayor de defensa y de blindaje de algo que está siendo amenazado por nosotras, nosotres y todos aquellos que integran las disidencias con relación al orden patriarcal”.

La (no) politicidad femenina

“¿Por qué la historia del Estado es, en realidad, la historia de los hombres?”, preguntó Segato, y contestó rápidamente que en el tránsito de la “colonial modernidad” a la formación del Estado moderno todo lo político fue “secuestrado por la historia de los hombres”. Incluida la politicidad propia de las mujeres, que era la politicidad “del orden doméstico, de la intimidad, del cuerpo a cuerpo, de la proximidad no burocrática de la defensa y la reproducción y protección de la vida aquí y ahora”. Según el análisis de la antropóloga, todo eso continúa siendo la politicidad de las mujeres, aunque hoy no se llame política. Lo que sucedió en la transición de una época a otra también implicó la transición de una estructura dual –donde hay una jerarquía de lo político-público y de lo político-doméstico– a una binaria –que es un mundo de uno y sus otros–.

“En la transición al mundo binario vemos que el espacio de la política se transforma en el normal, en el espacio de los temas de interés colectivo, de toda la gente, donde se enuncian las verdades de valor universal e interés general, y el mundo de la domesticidad se transforma en un residuo despolitizado, encapsulado, íntimo y privado, donde las mujeres nos morimos”, advirtió Segato. “Ahí nuestra vulnerabilidad y la de nuestros hijos se vuelven extremas por la soledad, el encapsulamiento y la despolitización de ese espacio que es el espacio de la familia nuclear”. Por eso, según la antropóloga, el ojo público “siempre ve los crímenes contra nosotras como crímenes menores, porque nuestra existencia está asociada a un espacio que se ha despolitizado y despublicitado completamente”. Para reforzar la idea, agregó: “Las mujeres no somos ciudadanas plenas, no somos personas siquiera, así nos ve el juez cuando juzga los casos de feminicidios o los otros crímenes contra nosotras. Incluso grandes juristas, que he criticado con bastante saña en mi país, ven los crímenes contra las mujeres como crímenes de la libido, del deseo. Los crímenes contra nosotras no son crímenes de la libido, son crímenes políticos de ese orden patriarcal”. Y si fuera un “crimen del deseo”, en todo caso se trata de otro deseo: el del poder.

Feminismo antipunitivista

Unos minutos antes de terminar la conferencia en el Salón Azul de la Intendencia de Montevideo, Rita Segato hizo un paréntesis para referirse con preocupación a los feminismos punitivistas. Para la antropóloga, es necesario que la Justicia “sea pedagógica” y coincide en que debe castigar a los violadores y a los feminicidas para “enunciar al mundo lo que es inaceptable”. Sin embargo, insistió en que la cárcel “no es la que va a frenar el avance de la violencia contra las mujeres”, sino que lo hará “la transformación de la sociedad”. Y, contundente, concluyó: “Yo no creo en la política del enemigo, porque creo que tiene una estructura fascista. La característica de los fascismos es la construcción de un enemigo para producir el mancomunamiento. El feminismo no puede mancomunarse mediante la construcción de un enemigo que serían los varones. Nuestro enemigo principal es el orden patriarcal”.

Fuente: https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2019/7/rita-segato-la-violencia-de-genero-es-la-primera-escuela-de-todas-las-otras-formas-de-violencia/
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España: Mil asesinadas, el mapa de la vergüenza

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Cada víctima de violencia de género es un fracaso de la sociedad, aseguran dos supervivientes ante el millar de víctimas mortales en 16 años

Pudo ser una de las mujeres que aparecen en el triste listado de víctimas que empezó a visibilizar la violencia de género en 2003. Hace doce años Carmen Benito huyó del maltrato que sufría en su propio hogar. Sin denunciar. Sin ninguna red de seguridad. «En cuanto al maltrato, lo he tenido todo», asegura. «Cuando estás ahí es complicado salir. Sobre todo por el enganche emocional y porque no sabes lo que hay detrás de la barrera». Dos años de terapia gratuita con las estudiantes de la Universidad Complutense cada martes la ayudaron a dar el paso de fundar la Asociación de Mujeres Unidas contra el Maltrato, donde «todos los días entra un nuevo caso», dice. «A cualquiera la puede pasar, pero no hay que normalizarlo».

Casi dos años después de enumerar a las mujeres muertas en manos de los hombres con los que mantenían una relación sentimental se promulgó la Ley contra la Violencia de Género (diciembre de 2004) y dejó de ser un «delito invisible». Los recursos para la protección de la mujer han calado lentamente en la sociedad. Los primeros años del trágico listado, los asesinatos se mantuvieron por encima de 70 mujeres entre 2003 y 2010, a excepción de tres periodos. Entre 2011 y 2014, la cifra se mantuvo entre 50 y 55. En 2015 subió a 60. Desde entonces, la cifra de asesinadas se ha mantenido por debajo de las 52. Nunca ha habido menos de 47. El máximo, 76. Un millar de mujeres han sido asesinadas en 16 años, según datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

Víctimas de la violencia de género

Hace doce años escapó de la red del crimen machista otra mujer que podría haber engrosado la vergonzosa estadística de la violencia de género. Después de pasar en los tribunales una década con un procedimiento abierto por cada una de las 16 denuncias interpuestas como imponía la legislación anterior, Ana Bella analiza por qué, a pesar de «tener ahora la mejor ley del mundo y un pacto de Estado ejemplarizante», se mantiene este tipo de agresiones. «Gracias a la ley yo estoy viva y si sirve, aunque sea para ayudar a una sola mujer, vale la pena. Imagina que es tu hija o tu hermana, qué no darías por salvarla», reflexiona la directora de la Fundación Ana Bella. «Ahora tenemos que cambiar la sociedad. El silencio nos hace cómplices. Hay que alzar la voz y hablar con las que no pueden hablar».

Cada víctima mortal muestra el fracaso de la sociedad en su conjunto, coinciden ambas supervivientes volcadas en la ayuda a otras mujeres que pasan por lo que ellas pasaron. Pero faltan pasos por dar, como garantizar la seguridad de la víctima. Toda mujer que requiera ayuda oficial está obligada a denunciar, aunque no esté preparada, frente a un juez que será quien decida si ha habido maltrato, «algo que debería ser determinado por un psiquiatra forense», solicita Carmen Benito. «Debe existir la garantía de que la vida de la mujer que se atreve a denunciar sea mejor, y no un calvario», ratifica Ana Bella. Como homenaje, por cada víctima mortal no hay que hacer un minuto de silencio. Todo lo contrario. Hay que repetir cada nombre.

*Los datos del gráfico han sido proporcionados por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.

Fuente de la Información: https://www.diariosur.es/sociedad/mujeres-asesinadas-parejas-mil-violencia-machista-20190611172911-ntrc.html

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8 años y 8 meses: el tiempo medio que tardan las víctimas de violencia de género en expresar o denunciar malos tratos

Por: europapress.es.

8 años y 8 meses: el tiempo medio que tardan las víctimas de violencia de género en expresar o denunciar malos tratos

Las mujeres víctimas de violencia de género tardan una media de 8 años y 8 meses en verbalizar su situación y expresar la violencia que sufren, ya sea contándolo a trabajadores de los servicios que en cada comunidad autónoma existen para darles apoyo y asesoramiento, o bien interponiendo denuncia contra su agresor.

Así lo concluye un estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, realizado por la fundación Igual a Igual, a partir de la entrevista a más de 1.200 víctimas. El 89% de ellas afirmó haber sufrido violencia psicológica; el 68% violencia física; el 42% violencia económica; el 25% violencia ambiental y el 23% violencia sexual. Asimismo, un 15% de ellas ha sufrido todas las violencias catalogadas.

En este análisis del tiempo medio transcurrido desde que la mujer víctima comenzó a sufrir violencia de género hasta que solicitó ayuda o denunció, también se estudian las razones que llevaron a las mujeres a pedir ayuda o denunciar. La gravedad de los daños psicológicos y físicos que sufrieron es el principal motivo, según declaró la mayor parte de las mujeres víctimas de violencia del estudio.

En concreto, en un 54% de los casos, las víctimas afirman que les impulsó el hecho de encontrarse «psicológicamente muy dañada», mientras que para un 41% fue la ‘última agresión’ –es decir, el daño sufrido en un episodio concreto– lo que les llevó a expresarse.

Otra de las razones, citada por el 30% de las mujeres entrevistadas, es la percepción de que los hijos ya se estaban dando cuenta de la violencia en el hogar. Con un porcentaje del 27%, le sigue como motivo el «apoyo de una persona del entorno de la víctima que la anima a pedir ayuda».

Por territorios, el tiempo medio para verbalizar esta violencia es mayor en la Comunidad de La Rioja, con una media de 12 años y 7 meses; seguida de Aragón, con 12 años y 6 meses, Canarias, con una media de 11 años y 9 meses, País Vasco, con 11 años y 7 meses, y Extremadura, con 11 años y 3 meses. Por su parte, las autonomías con datos menores a la media han sido Murcia, con 4 años y 5 meses, Asturias con 6 años y 3 meses, y Comunidad Valenciana con 7 años y 4 meses.

LA MITAD TARDÓ EN CONTAR SU CASO POR MIEDO AL AGRESOR

Entre las causas que impiden o retrasan que una mujer salga de la situación de violencia de género destaca «el miedo a la reacción del agresor», con un 50% de las respuestas obtenidas; así como creer que podía resolver este problema sola, respuesta contestada por un 45%.

Un 36% de las mujeres entrevistadas apuntan que ‘no se reconocían como víctimas’ y un 32% dice que se sentía culpable y responsable de la situación; y el 29% argumenta que sentía pena por el agresor. La falta de recursos económicos y la vergüenza a contar lo sucedido son los siguientes motivos, esgrimidos por un 28% de las víctimas que han participado en el estudio.

En este mismo apartado sobre los factores que influyen en la tardanza en denunciar, se concluye que existe una correlación entre la edad de la víctima y el tiempo que tarda en dar el paso para pedir ayuda ya que el estudio muestra que las mujeres de menos de 35 años son las que reaccionan antes.

La media más baja es la del grupo de víctimas comprendidas en el tramo de edad entre los 18 y los 25 años (2 años y 10 meses), seguidas de las menores de 18 años, con una media de 3 años y 5 meses, y las de 26 a 35 años, con una media de 4 años y 6 meses.

Por el contrario, las mujeres mayores de 65 años son las que más tiempo han empleado en tomar esta decisión, siendo la media obtenida de 26 años y 3 meses; seguida de 19 años y 8 meses para el tramo comprendido entre los 56 y los 65 años; y de 12 años y 8 meses para las mujeres que se sitúan entre los 46 y los 55 años.

Asimismo, se concluye que las cargas familiares están actuando como freno para salir de la relación violenta. En concreto, las mujeres con tres o más hijos tardan una media de 12 años y 2 meses; y las que tienen dos hijos una media de 10 años y 2 meses. De hecho, el menor tiempo empleado es para el grupo de mujeres que no tienen hijos, que tardan 3 años y 5 meses en contar su caso.

Tal y como se ha comprobado, las mujeres víctimas de violencia que convivían con su agresor han tardado en expresarse 10 años y 5 meses, es decir, un tiempo significativamente mayor que la media (8 años y 8 meses). El 74% de las mujeres participantes señalan que se encontraba conviviendo con él en el momento que comienzan a sufrir violencia de género, si bien hay un descenso notable cuando decide pedir ayuda o denunciar, pasando al 52%.

LAS MUJERES CASADAS TARDARON MÁS

Asimismo, en el grupo de las mujeres casadas el tiempo que se tarda en verbalizar es más largo, con una media de 12 años y 1 mes, por lo que se deduce que ese factor es otro de los que retrasa que la decisión sea tomada antes.

De igual forma, el nivel de formación de la mujer víctima de violencia de género también puede estar influyendo en el tiempo de tomar la decisión. Así, mujeres con estudios universitarios han mostrado un menor tiempo, siendo de 7 años y 1 meses.

De hecho, el 64% de las mujeres víctimas confesaban que dependían de los ingresos del agresor en el momento de comenzar a sufrir violencia y el 44% seguían en esta situación en el momento de pedir ayuda, por lo que, según el estudia, «se puede concluir que la dependencia económica» de estas mujeres «ha podido influido en el sostenimiento de la situación de violencia a lo largo del tiempo».

Por último, el desconocimiento de los recursos, del procedimiento judicial y el temor al mismo aparecen como otras de las razones que han llevado a la víctima a tardar más tiempo en denunciar. La respuesta «porque pensaba que no me podrían ayudar» representa un 15% de las razones consideradas por las mujeres participantes en el estudio, o «porque no sabía dónde dirigirme ni cómo pedir ayuda», con un 21%, o «el miedo y desconocimiento al proceso judicial» con un 19%.

En cuanto a la variable discapacidad, el tiempo es mayor a la media en las mujeres víctimas de violencia de género que afirman poseer, tanto alguna discapacidad física como alguna psíquica, siendo el tiempo empleado en verbalizar su situación de 14 años y 5 meses. En las que tienen una discapacidad física reconocida la media es de 14 años y 3 meses.

Fuente de la reseña: https://m.europapress.es/epsocial/igualdad/noticia-anos-meses-tiempo-medio-tardan-victimas-violencia-genero-expresar-denunciar-malos-tratos-20190512123308.html

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‘¿Por qué están muriendo tantas de nuestras niñas?’: Una crisis en Canadá

Redacción: The New York Time

 En las veinticuatro horas previas a su desaparición, Tina Fontaine, una joven de 15 años originaria de la primera nación sagkeeng de Canadá, fue vista por trabajadores sociales provinciales, oficiales de la policía y funcionarios de salud.

Luego fue encontrada muerta. Su cuerpo fue tirado en el río Rojo de Manitoba, envuelto en una bolsa de plástico y una cobija con once kilogramos de piedras para hundirlo.

“Canadá y el sistema le fallaron por completo a Tina”, dijo Thelma Favel, su tía abuela y quien la crió, hace poco desde su hogar en Powerview, un pueblo cerca del lago Winnipeg y de la reserva indígena de los sagkeeng. “¿Por qué están muriendo tantas de nuestras niñas?”.

Es una pregunta que se han estado haciendo muchas personas en Canadá.

La muerte de Tina en 2014, así como la exoneración del hombre blanco acusado de matarla, fue una de las muchas muertes y desapariciones de mujeres y niñas indígenas que han conmocionado a los canadienses en los últimos años. La creciente violencia de este tipo hizo que hace tres años el primer ministro Justin Trudeau iniciara una investigación nacional con un presupuesto de 54 millones de dólares, con la promesa de identificar las causas de la situación.

Durante la investigación se han escuchado los testimonios de casi 1500 familias de personas que fueron víctimas y de sobrevivientes en audiencias en todo el país, que en ocasiones fueron muy emotivas, como parte de la promesa que hizo Trudeau para superar lo que definió como décadas de “humillación, descuido y abusos” de las poblaciones indígenas canadienses —llamadas primeras naciones— y para promover la reconciliación.

Los hallazgos serán hechos públicos este lunes 3 de junio y la comisionada jefe, la jueza indígena Marion Buller, indicó recientemente que las conclusiones incluirían recomendaciones para que los homicidios de mujeres de las primeras naciones automáticamente sean atendidas como asesinatos de primer grado. También se espera que le exijan resultados a las autoridades policiales.

Sin embargo, algunos activistas y defensores de personas indígenas comentan que, sin importar las buenas intenciones, la investigación ha estado marcada por la falta de transparencia y una mala comunicación con las familias de las mujeres asesinadas o desaparecidas.

“Justin Trudeau intenta que se vea con anteojos de color rosa un capítulo muy oscuro de la historia canadiense”, dijo Kim O’Bomsawin, cineasta indígena que hizo el documental Quiet Killing, el cual examina la violencia hacia las integrantes de las primeras naciones. “Esto solo se trata de más palabras”.

Aun así y antes de que sea hecha pública, la investigación ha puesto al país frente a la hora de la verdad en este tema.

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Un memorial en honor a Tina en la orilla del río Rojo en Winnipeg, donde fue encontrado su cuerpo en 2014 CreditAaron Vincent Elkaim para The New York Times

Entre los casos recientes que han renovado la atención en el tema está el de Cindy Gladue, trabajadora sexual indígena de 36 años y madre de tres hijos quien se desangró hasta morir en una tina de motel en Edmonton en junio de 2011: el hombre acusado de su asesinato, Bradley Barton, un conductor de tractocamiones de Ontario, fue exculpado en el juicio por un jurado de personas blancas.

Los defensores de los derechos humanos dicen que Gladue fue deshumanizada durante el juicio, a tal punto que entre la evidencia presentaron su pelvis, conservada en formol.

Después de que la Corte de Apelaciones de Alberta ordenó rehacer el juicio en 2017, Barton apeló esa decisión ante la Corte Suprema de Canadá, que estableció el 24 de mayo que sí debe ser repetido el proceso, con cargos de homicidio culposo. El magistrado Michael Molddaver escribió que el sistema de justicia penal había traicionado a Gladue.

Los expertos dicen que la violencia contra niñas y mujeres indígenas está muy arraigada en la historia canadiense.

De la década de 1870 a 1996, Canadá forzó a miles de niños de primeras naciones a acudir a escuelas residenciales donde se pretendía suprimir sus lenguajes y su cultura. Muchos fueron abusados física, sexual y mentalmente.

El trauma de esos antecedentes ha contribuido, según expertos, a que personas de las primeras naciones registren tasas consistentemente altas de pobreza, abuso de narcóticos, alcoholismo, violencia doméstica y suicidio.

Cindy Blackstock, profesora de asistencia social en la Universidad McGill quien también dirige la Sociedad de Cuidados de Infantes y Familias de las Primeras Naciones de Canadá, dijo que hay varios otros problemas, como un financiamiento crónicamente bajo de los servicios sociales para niñas y mujeres vulnerables, así como falta de oportunidades educativas.

La violencia no ha dado tregua.

Las niñas y mujeres de las primeras naciones suman el 4 por cientode la población femenina de Canadá, pero representan el 16 por ciento de todos los homicidios de mujeres, de acuerdo con estadísticas del gobierno.

Entre 1980 y 2012, alrededor de 1181 mujeres indígenas fueron asesinadas o desaparecidas en todo Canadá, según un reporte de la Policía Real Montada publicado en 2014.

Esa cifra no ha hecho más que aumentar. Patricia Hajdu, quien fue ministra para las Mujeres, estima que el número podría ser tan alto como 4000 personas, pues muchos casos no son reportados. La policía estima que un 10 por ciento de todas las mujeres desaparecidas en Canadá son de las primeras naciones.

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El centro indígena Circle of Life Thunderbird House, ubicado en el corazón de WinnipegCreditAaron Vincent Elkaim para The New York Times

Winnipeg, cuyo nombre se deriva de las palabras del pueblo cree para “agua turbia”, tiene la población indígena más grande de Canadá.

Ahí es donde alguien puso fin a la vida de Tina Fontaine.

En muchos sentidos, su historia es reflejo del ciclo de violencia que afecta a las comunidades indígenas. Su abuelo paterno fue enviado a una escuela residencial y se volvió alcohólico. Su madre, quien fue tutelada por el Estado desde niña, se involucró en el trabajo sexual.

Favel, la tía abuela de Tina, dijo que la joven había sido “condenada antes de nacer”. Su madre tenía 12 años cuando empezó a salir con su padre, que tenía 23 en ese entonces. Después de que se desmoronó su relación caótica y de que el padre de Tina fue diagnosticado de cáncer, Tina y su hermana Sarah fueron a vivir con Favel.

Contó que Tina era una niña feliz con un futuro que parecía prometedor. Le gustaban las matemáticas y la danza, al igual que las series de televisión sobre delitos y unidades de investigación policial. Tina quería ser trabajadora social.

Cuando tenía 12 años, el padre de Tina —con un pronóstico de cuatro meses de vida— fue golpeado hasta morir en medio de una discusión con dos hombres por un pago de 60 dólares.

En el duelo, Tina empezó a faltar a la escuela, a fumar marihuana y a autolesionarse. Se hizo un tatuaje con dos alas de ángel y el nombre de su padre en la espalda. Se desmoronó cuando le pidieron que escribiera una declaración sobre el impacto de la pérdida de su padre para el juicio contra quienes lo mataron.

“Se la pasaba haciendo bola el papel para escribirlo y no pudo”, recordó Favel. En su sala de estar cuelga una pintura de Tina, delgada y de ojos cafés grandes.

En junio de 2014, Tina dejó la casa de Favel y se fue a Winnipeg, a unos 120 kilómetros de distancia, para visitar a su madre. Favel le dio 50 dólares y una tarjeta telefónica de prepago; le dijo que le llamara en cuanto quisiera regresar a casa. Nunca llegó esa llamada.

En vez de eso, dijo Favel, la joven le envío a su hermana unas fotografías por mensaje que mostraban golpes en el ojo; Tina le comentó a Sarah que su madre, quien era trabajadora sexual, la había golpeado. Cuando se enteró, Favel dijo que contactó a tres agencias de asistencia familiar en la provincia de Manitoba; estas terminaron peleándose sobre a quién le correspondía atender el caso.

Después, Tina fue llevada por los servicios sociales para menores a algunos moteles locales hasta que se escapó. Empezó a vivir en la calle de la zona pobre, al norte de Winnipeg.

Se levantó un reporte de alerta ámbar con la policía de Winnipeg. Y en dos ocasiones el 1 de agosto de 2014 fue rechazada en albergues gestionados por la ciudad, según un reporte de marzo hecho por la organización social de monitoreo Manitoba Advocate for Children and Youth. El reporte hizo notar que quedó vulnerable a la explotación sexual.

El 8 de agosto, la policía de Winnipeg detuvo a un camión en el que Tina iba con un hombre alcoholizado. Las autoridades permitieron que la joven se fuera, a pesar de la alerta ámbar.

Más tarde, ese mismo día, fue encontrada inconsciente en un callejón. Fue hospitalizada y detectaron que había consumido drogas; le dijo a una trabajadora social que había estado con un hombre mayor que usaba drogas, que identificó como Sebastian. Luego fue dada de alta y trasladada a un hotel Best Western en el centro de Winnipeg por personas del Servicio para Familias y Niños.

El reporte de Manitoba Advocate hizo notar que la unidad sobre abuso infantil de la Policía de Winnipeg debería haber intervenido. En vez de eso, Tina pudo dejar el hotel sin supervisión.

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El hotel en el que funcionarios del Servicio para Familias y Niños dejaron a Tina Fontaine, en 2014, después de que había sido hospitalizada. CreditAaron Vincent Elkaim para The New York Times

Después de que encontraron su cuerpo, la policía arrestó a Sebastian, el hombre que ella había identificado en el hospital y cuyo nombre verdadero es Raymond Cormier. Él tenía 92 condenas previas de cargos como ataque con un arma y posesión de drogas.

La policía hizo una operación encubierta para grabarlo en su casa. Los fiscales dijeron que ese audio demostraba que él intentó tener sexo con Tina y que se enojó cuando se dio cuenta de que ella tenía 15 años.

“Puse la raya y por eso terminó muerta”, se escucha en los audios.

Pero la autopsia no determinó la causa de muerte y no hubo evidencia de abuso sexual ni pruebas forenses que vincularan a Cormier. En febrero de 2018, el hombre fue exculpado de homicidio en segundo grado, lo que desató la furia en el país.

Hoy en día, algunos visitantes del río Rojo le rinden homenaje a Tina en un memorial improvisado hecho de rosas y fotografías que fue levantado en el puerto donde encontraron el cuerpo.

Su legado también se hace sentir de otras maneras.

Después de su muerte, voluntarios acuden con regularidad al río Rojo para dragar, en caso de que haya más cuerpos de niñas y mujeres indígenas asesinadas o desaparecidas.

Una tarjeta fue puesta hace poco en el memorial de Tina, ubicado cerca de donde encontraron su cuerpo. La tarjeta dice: «A la bella durmiente». CreditAaron Vincent Elkaim para The New York Times
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Alabama: LGBTQ Visibility Isn’t Just Educational, It Is Vital Education

Por: bamapolitics.com/29-05-2019

The best educators don’t just reinforce the ideas we already know, they expand our boundaries of knowledge by exposing us to the real-life challenges and conditions that exist outside of our mental bubbles. To prepare our children for the future, they must be aware of the diversity that exists in the world outside of Alabama. They need to be fully exposed at an early age to families who speak other languages, have different religious views, and may have different familial structures than our own.

Diversity isn’t just important in a civilized society, but an important concept in the business world where the best ideas come from a wide array of minds. Children who aren’t exposed to diversity and taught to celebrate it are being set up to fail both at work and as responsible and productive citizens.

So, I was deeply disappointed – but not surprised, when Alabama Public Television (APTV) refused to air the Season 22 premiere episode of children’s cartoon Arthurcalled “Mr. Ratburn and the Special Someone” where Arthur’s teacher Mr. Ratburn gets married to his same-sex life partner Patrick.

After facing public backlash, Mark McKenzie (the Director of Programming at APTV) said the decision not to air the episode came down to airing programs that parents can ‘trust’ their children to watch. In an interview with People magazine, Marc Brown (the creator of the animated series) disagreed with their decision.

 «I’m really proud of that episode. And I will defend it to anybody who wants to talk about it. Why shouldn’t their teacher marry another man? We all know people who are gay, who are trans, and it’s something that is socially acceptable. Why is there this discomfort that it takes a leap into our national media? I don’t want children or people who are different to feel excluded. That’s not the kind of world we want to live in. And we want children to be educated so they can see there’s not just one type of family. Everyone should feel represented. I think we did that with Arthur.» Mac Brown

Roughly 10% of the world population (and that includes Alabama) identify as either lesbian, gay, bisexual, transgender, or queer (LGBTQ). What some describe as homosexual behavior has been observed in over 1,500 other animal species. Pretending the LGBTQ community (or any other minority) doesn’t exist not only damages our society as a whole, but it is deadly to the community who is marginalized and who are disproportionately suffering from violence, abuse, homelessness, and suicide.

The Gay & Lesbian Alliance Against Defamation (GLAAD) recently released their annual Studio Responsibility Index (SRI) report that examines not only the visibility of LGBTQ characters in films but how those characters are portrayed. While great progress has been made in the seven years since SRI has been grading film studios, in 2018 out of the 110 releases from major studios only 20 (or 18.2%) of them included LGBTQ characters, and no studio has yet earned the top grade of excellent. According to their five-tier grading system, two studios received ‘failing’ ratings (Disney and Lionsgate) and three received ‘insufficient’ (Warner Brothers, Paramount, and Sony). The remaining two (Fox and Universal) received ‘good’ grades. It will be interesting to see now that Disney has acquired Fox how those grades may change next year.

The LGBTQ being represented accurately in the media isn’t just educational for those that are outside of our community, but it is vital education for the LGBTQ! I graduated from Huntsville High School in 1989 and the only visible students were two lesbians who were treated very harshly, and my first love committed suicide at the age of 15, which only drove me deeper into the closet of denial. I remained in the closet until after I joined the Navy and was finally exposed to people outside of the Alabama bubble. Until I was 20 years old, I honestly thought I was the only gay man in north Alabama. It sounds silly to say that aloud now, but because there was no LGBTQ visibility in the media, I felt alone, depressed and hopeless. I thought I was somehow broken, but it turned out that it was our society that was broken. Through exposure and education, that tide is now turning.

Because our state is so far behind on education, I do not support a boycott of donations to APTV, but I do ask people to please take time to express their views to them. The Parents and Friends of Lesbians And Gays (PFLAG) recently started a petition to thank PBS for airing the Arthur episode, so I have asked them to also forward all of those comments to APTV when completed and they agreed to do so. APTV could have taken a leading role in bettering our society through education, but unfortunately chose otherwise.

It is hard to find a member of the LGBTQ community who hasn’t been a victim of discrimination and in many cases much worse. The violence and suicide rate of LGBTQ has skyrocketed in recent years. And while one in five transgender Americans will experience homelessness at some point in their lives, the current administration is rolling back all of the legal protections for them.

My challenge to my fellow Americans and Alabamians: We have to not only deeply examine our own behavior against people who may be different than ourselves, but we must quickly put an end to victimizing the ‘other’ for political gain. There is an entire political party whose platform is based on irrational fear and marginalization of minorities, and many who try to mask their bigotry and racism under the cloak of their religion.

As a nation, we can’t fix a real problem that we refuse to even recognize as a problem and you don’t have to fully understand Constitutional Law to see the problem. The preamble to the United States Constitution states:

«We the People of the United States, in Order to form a more perfect Union, establish Justice, insure domestic Tranquility, provide for the common defence, promote the general Welfare, and secure the Blessings of Liberty to ourselves and our Posterity, do ordain and establish this Constitution for the United States of America.»

Preamble U.S. Constitution

However, before there was a Constitution there was the Declaration of Independence that stated:

«We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal, that they are endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness.»

Declaration of Independence

When we refuse to recognize an entire swath of our population, we are invalidating the very principles on which our great country was founded.

Our nation is not yet a ‘perfect Union’ but if we all come together as Americans, we can work towards achieving the goal that our founders envisioned. That all people are created equal by their creator, and that equal justice under the law is possible. That is a vision worthy of this nation, and of the world. Let’s work to make that a reality – and hopefully, APTV will eventually see the value in those founding principles.

Fuente de la información: https://www.bamapolitics.com/28438/lgbtq-visibility-educational-vital-education/

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