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Senado nigeriano reintroduce proyecto de ley contra el acoso sexual

Africa/Nigeria/Allafrica

El miércoles, el Senado de Nigeria volvió a presentar el proyecto de ley sobre acoso sexual. El proyecto de ley patrocinado por el Vicepresidente del Senado, Ovie Omo-Agege, fue leído durante el plenario por primera vez en la Novena Asamblea.

La 8ª Asamblea del Senado, bajo el liderazgo de Bukola Saraki, aprobó el proyecto de ley titulado: “Proyecto de ley sobre prohibición del acoso sexual en instituciones de educación terciaria”. El proyecto de ley fue patrocinado por el Sr. Omo-Agege y otros 57 senadores.

El proyecto de ley prescribe una pena de prisión de cinco años para profesores y educadores condenados por acoso sexual a sus estudiantes.

También recomendó la expulsión o suspensión para los estudiantes cuyas demandas de abuso en serie por parte de profesores o educadores son falsas por cualquier tribunal competente.

Otra disposición del proyecto de ley es una multa de N5 millones en caso de que el acusado sea condenado por un tribunal competente.

Sin embargo, el proyecto de ley fue rechazado por la Cámara de Representantes cuando se envió para su aprobación.

Luego, Femi Gbajabiamila, quien ahora es la Presidenta de la Cámara de Representantes, argumentó que el proyecto de ley no se ocupaba de otras esferas de la sociedad como el lugar de trabajo, las instituciones religiosas, entre otras, un argumento que fue adoptado por muchos miembros de la Cámara. .

La reintroducción del proyecto de ley se produce dos días después de que un documental de la BBC expusiera a dos profesores de la Universidad de Lagos y un profesor de la Universidad de Ghana sobre el acoso sexual.

El informe provocó reacciones de los nigerianos que describieron el tema como una norma en las universidades nigerianas.

Fuente: https://africa.cgtn.com/2019/10/10/nigerias-senate-re-introduces-anti-sexual-harassment-bill/

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Kenia: Las sociedades civiles en Nakuru se comprometen a luchar contra la violencia de género

África/Kenia/06-10-2019/Autor y Fuente: www.kbc.co.ke

Las sociedades civiles en Nakuru se comprometen a luchar contra la violencia de género
Las organizaciones de la sociedad civil en Nakuru se han comprometido a realizar campañas de sensibilización para cambiar la mentalidad de los residentes como parte de los esfuerzos para poner fin a la violencia de género dentro de la región.

La medida se produce unos días después de que una mujer Nakuru de 26 años que fue rociada con gasolina y que el esposo de Keratina Estate en Nakuru le prendió fuego sucumbió a sus heridas después de quemaduras del 25 por ciento.

Durante una reunión de partes interesadas, las OSC de diferentes partes del condado se comprometieron a presentar propuestas y asociarse con el gobierno local para garantizar que la amenaza llegue a su fin.

John Kamande señaló que Nakuru registra más de 40 casos de violencia de género cada mes que se informa que agrega que el número podría ser mayor ya que la mayoría opta por permanecer en silencio.

Según él, el gobierno necesita crear mecanismos mediante el uso de las OSC para crear más conciencia sobre el cambio de comportamiento, que él cita como el principal contribuyente a la violencia de género.
Señaló que ha habido una gran brecha en las políticas, especialmente para las víctimas de violencia de género, y agregó que los hospitales deberían poder renunciar a algunos cargos en los documentos de tratamiento.

Kamande observó que los documentos como los P3 no deberían cobrarse para permitir que las víctimas obtengan justicia mientras visitan los hospitales.

Por su parte, Martin Lunalo dijo que los crecientes casos de violencia de género en el condado se dirigieron a estadísticas sombrías y agregó que se deben establecer políticas para frenar la misma.

Dijo que el condado necesita hacer más en los hospitales para garantizar que todos los pacientes reciban atención, especialmente las víctimas de violencia sexual o de género.

Lunalo observó que las lesiones físicas son algunas de las consecuencias más visibles y, a veces, más mortales, de la violencia de género y agregó que las consecuencias a largo plazo para la salud mental a menudo son invisibles y no se tratan.

Según Lunalo, el proyecto de ley de salud materna y neonatal que aún debe aprobarse debe ser aprobado por la asamblea como una de las formas de salvaguardar el interés de las mujeres y los niños en los centros de salud.

La violencia de género es una de las violaciones más persistentes de los derechos humanos en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente un tercio de las mujeres en todo el mundo han experimentado violencia.

La violencia de la pareja íntima aumenta el riesgo de VIH, en algunas regiones, hasta 1,5 veces. Entre las poblaciones marginadas, una alta prevalencia de violencia está relacionada con tasas más altas de infección por VIH, en particular entre las mujeres transgénero.

En Kenia, un estudio reciente encontró que el 32% de las mujeres jóvenes de entre 18 y 24 años y el 18% de sus homólogos masculinos informaron haber experimentado violencia sexual antes de los 18 años.

Fuente: https://www.kbc.co.ke/civil-societies-in-nakuru-pledge-to-fight-against-gender-based-violence/#

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Los peligros del relato patriarcal

Por: Brenda Lozano

Estar encabronadas es nuestro derecho, como también lo es expresarlo. Esto no había pasado antes, esta es la potencia de lo que pasó y así es como resistimos en comunidad

El problema de los relatos oficiales y mediáticos es que son patriarcales. Este comienza el lunes 12 de agosto cuando un grupo de mujeres se manifiesta frente a la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México para exigir el castigo de cuatro policías señalados por violar a una menor. El titular de la Secretaría baja de su oficina para calmar las aguas ante la prensa cuando un puñado de diamantina rosalo interrumpe ante las cámaras. Aquí no hay diálogo, dice enojado y diez policías lo escoltan de vuelta. La Procuradora General de Justicia también habla: «Los policías seguirán en sus cargos, hacen buen trabajo». La primera mujer jefa de Gobierno de la Ciudad de México electa dice: «El Gobierno de la Ciudad de México no caerá en la provocación». El 16 de agosto varios grupos de mujeres convocan para manifestarse en varios puntos del país y en la Glorieta de los Insurgentes en la Ciudad de México. Los medios se enfocan, como pasa en los relatos patriarcales, en el final de todo (el clímax del arco narrativo masculinista, la eyaculación): humo, unos cuantos vidrios rotos y las pintas en El Ángel. Siguen una buena cantidad de comentarios condenando los llamados actos vandálicos que pueden resumirse en este tuit de Elena Poniatowska: «La brutalidad y el destrozo jamás pueden estar ligados a la acción de la mujer.» Otras mujeres comentan en redes bajo el hashtag #EllasNoMeRepresentan. Doce horas después la estación de metrobús opera, El Ángel está cercado y las pintas ocultas. Fin del relato.

A los medios y al Gobierno les urge perspectiva de género. Y también le falta perspectiva de género a este relato que comienza el 3 de agosto cuando cuatro policías en el lapso de 15 minutos, entre la 1.45 y las dos de la mañana, violan a una menor de 17 años en Azcapotzalco. No es un caso aislado: se han documentado 10 casos de violencia sexual por parte de la policía en lo que va de este año. Y es parte de un problema más grande: cada cuatro segundos una mujer es violada en México. Entonces, ¿por qué no centramos la discusión en lo urgente que es hablar en sociedad sobre la violación? Este fue el origen de las dos manifestaciones y la razón de fondo que no debe disiparse con el ruido. Una pregunta, ¿qué procede con las violaciones a menores en el país? De cada 1.000 casos de abuso sexual, 100 se denuncian, 10 van a juicio y uno, acaso, resulta en una condena que puede ir de 8 a 20 años en prisión. Y, además de los términos jurídicos, ¿qué supone una violación? Que un hombre por medio de la violencia física o moral anula el consentimiento de su víctima. En otras palabras, se cree en posesión de su libertad. La violación es, sobre todo, un crimen de poder. Vamos a empujar un poco más con otra pregunta, ¿es consciente un violador de la gravedad de su acto, es consciente del daño, la vergüenza, la depresión, la culpa, la ansiedad, las secuelas en el autoestima, las consecuencias en las relaciones íntimas que puede tener un delito como el suyo? ¿Qué nos lleva como sociedad a que el violador anule estas implicaciones graves de su delito? En un país con números negros en violencia de género, en el que nueve mujeres al día son asesinadas por el único hecho de haber nacido mujeres, es un territorio muy extenso el de la violencia que se ha normalizado y algo que hacen los relatos patriarcales es justamente solaparlos, invisibilizarlos, alimentarlos: continuarlos. Las pintas violetas, verdes, amarillas, rosa fosforescentes en la victoria alada (Antonieta Rivas Mercado, de este lado del relato) es un pequeño mapa representativo de la situación: «México feminicida», «Amigas, se va a caer», «Estado feminicida», «Ni una menos», «Nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio», «Violicía», «Por las que no volvieron», «Autodefensa ya», «Pelea como niña».

¿Por qué les resultó tan molesto que cientos de mujeres nos reuniéramos para manifestar que estamos indignadas por un caso impune de violación, la violencia con la que hemos crecido y los altos índices de feminicidios que vivimos día con día? Voy a invocar otra vez a Elena Poniatowska porque en el relato patriarcal (aunque sobre decirlo, en el que los personajes pueden ser hombres o mujeres) se resume bien: la desobediencia de las mujeres es mal vista porque se espera que seamos de tal o cual forma. Eso es precisamente, en todos los grados de la violencia, lo que tanto daño nos hace. Estar encabronadas es nuestro derecho, como también lo es expresarlo. Esto no había pasado antes, esta es la potencia de lo que pasó y así es como resistimos en comunidad. De hecho, esta ha sido una de las grandes aportaciones de los feminismos latinoamericanos, cuestionar esta construcción de género que nos ha impuesto el patriarcado. México y Argentina han tenido importantes pasos en el activismo feminista, la marea verde en Argentina y las actrices pronunciando discursos en el Parlamento con pañuelos verdes a favor de los derechos de las mujeres; en México hace poco el pronunciamiento de las actrices en los Arieles con los pañuelos rojos y el puño en alto en busca de perspectiva de género en el cine. En Latinoamérica y en España, mujeres de diversos gremios nos reunimos, hablamos con la urgencia de articularnos en contra de la violencia de género. «Mexicanas al glitter de guerra» es un grafiti verbal al himno nacional, que además de cambiar al género femenino intercambió la palabra «grito» por esa diamantina rosa que modificó la narrativa del secretario de seguridad. Ese gesto mínimo transformó la narrativa. La diamantina, ese elemento asociado con lo superficial, la fiesta, el maquillaje, lo bajo, se transformó en un símbolo de resistencia. En la segunda marcha con una mayor convocatoria hubo diversos grupos de mujeres con ideas muy distintas, pero todas marcharon en sororidad, respetándose unas a otras. Esto, la razón de unión y manifestación, es lo que debe trascender la coyuntura. Urge cambiar la narrativa de los relatos patriarcales. No, no queremos leer otra columna de alguien hablando de feminismo para limpiar su imagen, queremos que tenga prácticas feministas. No, no queremos leer otra novela ni ver otra película de un hombre seduciendo a una y otra mujer. No, no queremos ver series en las que solo haya puntos de vista masculinos o historias en las que las mujeres sean cosificadas. No queremos leer noticias que den prioridad al ruido, necesitamos que expongan por qué se rompieron vidrios y se hicieron las pintas, no solamente las imágenes de las pintas y los vidrios rotos. No, no necesitamos el mismo relato patriarcal con esta forma y ahora con esta otra forma: nos urge cambiar la narrativa.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/08/24/actualidad/1566662938_247832.html

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Algo se mueve en la salud sexual

Por: Ana Rosa Jurado

Es un error vincular la educación sexual con la precocidad en las relaciones sexuales. La evidencia científica ha demostrado que la educación sexual hace a las personas libres y responsables. Nos lo cuenta en este artículo la médica y sexóloga Ana Rosa Jurado.

Son muchas las voces que claman por la necesidad de educación sexual en este país, sobre todo desde que se constata un aumento en la incidencia de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), agresiones sexuales y violencia de género, que desafortunadamente no es un producto del noticiero sensacionalista, sino de la realidad más trepidante.

Un gran vacío cubre por omisión las acciones, ya sean asistenciales o educacionales, en favor de la sexualidad. Es como si fuera mejor no hablar de este tema, no entrar a cuestionar si la evidencia científica tiene que guiar nuestras acciones, o por el contrario es la ética, o estética, la que debe dirigirnos.Aunque parece que a una parte de la sociedad aún le cuesta trabajo no relacionar la educación sexual con la precocidad en las relaciones sexuales, o con otras ideas tachadas de adoctrinadoras, la evidencia científica ha demostrado que la educación hace a las personas libres, y que, en concreto, la educación sexual no sólo no hace más precoces a los y las adolescentes, sino que genera entre ell@s un tipo de relaciones en las cuales prima el respeto, el buen trato, el cuidado responsable y la tolerancia, además de disminuir la vulnerabilidad de las personas al abuso, a la disfuncionalidad y a la infelicidad.

Es como si la sexualidad tuviera que seguir formando parte de la privacidad de cada individuo, sin apreciar que la salud sexual es un derecho de la población, que figura entre los derechos humanos, y que por lo tanto tiene que ser asumida por la sociedad.

Salud  y educación sexual: una buena ley

Sólo intento encontrar una explicación al hecho de que tengamos una de las mejores leyes de salud sexual y reproductiva desde hace casi una década, sin implementar.

La ley orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo se ha desarrollado en todo lo concerniente a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), y se ha protocolizado, de diferentes formas en las diferentes CCAA, pero sobre todo por la fuerte motivación de garantizar el derecho a la objeción de conciencia de los y las profesionales que puedan de alguna forma verse involucrad@s en el procedimiento.

También se ha intentado desarrollar con más o menos éxito, dependiendo de quién lo aprecie, todo lo relacionado con la salud reproductiva e, incluso, se han llevado a cabo acciones en favor de la estrategia en lo concerniente a la anticoncepción, con diversas convocatorias de buenas prácticas a lo largo de este tiempo.

Pero…¿Qué pasa con la salud sexual? ¿Quién se encarga de hablar de la sexualidad no reproductiva, de las relaciones sexuales humanas, del respeto, de la igualdad, de la respuesta sexual, del deseo, del placer, de lo que se puede o no esperar del sexo en una sociedad evolucionada del siglo XXI, de fomentar una vivencia positiva de la sexualidad?

Estamos en un bucle, en un círculo vicioso, pues está claro que para que la sociedad aprecie los beneficios de ser sexualmente saludable, ha de ser una sociedad educada sexualmente.

Desde el desconocimiento solo se pueden tener “opiniones”, muy respetables, pero muy indocumentadas, basadas en principios éticos, o religiosos, o en miedos infundados por los mitos y leyendas urbanas que se transmiten desde hace siglos.

En el sistema educativo la ausencia de educación sexual es bochornosa, contrastando con los 19 países europeos que nos llevan décadas de adelanto en este campo, y en contra de lo que hace casi 30 años estableció la LOGSE.

El mandato de la OMS

La esperanza en nuestros días viene de la mano de las sociedades científicas (SSCC).

Con mucho trabajo, y más lentamente de lo que cabía esperar, puesto que están compuestas por personas que habitan en el mismo país no educado sexualmente, con recursos muy limitados, y con iniciativas en la mayoría de los casos puntuales, las SSCC sobre todo del ámbito de la salud, se organizan para aportar formación a sus miembros en cursos de postgrado, para unirse en iniciativas que generen algún tipo de impulso político y para contribuir de algún modo a la educación de la población.

En muy poco tiempo SSCC importantes, como la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) o la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) han creado grupos de trabajo específicamente dedicados a la salud sexual.

Asumen el mandato de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que definió la salud sexual hace más de cuatro décadas, reconoció su importancia para la salud y la calidad de vida, e instó a los/as profesionales de la salud a velar por ella.

Además, han surgido agrupaciones de SSCC o plataformas de trabajo, que intentan exponer las necesidades poblacionales y profesionales a las instituciones y grupos políticos, para que tomen en consideración las acciones necesarias para la promoción de la salud sexual.

Un ejemplo es la Plataforma +PLANifica2+Salud, que intenta conseguir el acceso igualitario a todos los métodos anticonceptivos mediante la actualización de un consejo anticonceptivo en el cual se incluyan los nuevos métodos y la sexualidad, amén de la implementación de los programas formativos necesarios.

salud y educación sexual
EFE/Christian Escobar Mora

Otro ejemplo es el Observatorio de Salud Sexual (ONSEX), que “nace como resultado de la fusión de inquietudes de un conjunto de sociedades científicas, profesionales, asociaciones y entidades vinculadas desde distintas perspectivas a la salud sexual y en respuesta a la necesidad de darle mayor visibilidad, incrementando las medidas de formación, investigación, promoción y educación, apoyando a las distintas administraciones sociosanitarias”.

La Universidad Europea del Atlántico, consciente de la escasa formación curricular de los/as profesionales de la Medicina, añade a la formación de postgrado un Máster de Sexología Médica específicamente diseñado para médicos/as, que les permita hacer una labor asistencial completa.

Algo está cambiando

Quiero entender que todas estas acciones hacen que algo se mueva en la sexología, y que no sea casualidad que en abril de 2017 el Senado aprobara por unanimidad una moción para la mejora de la salud sexual, acordando entre sus puntos “la necesidad de impulsar políticas activas de educación y prevención”.

Y por último, que durante este año 2019 se haya diseñado un Plan Operativo 2019-2020 para la Estrategia de Salud Sexual, que ha sido aprobado por la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del SNS, entre cuyas acciones específicas ya se ha puesto en marcha una convocatoria de evaluación de buenas prácticas, como un signo claro de apuesta por el desarrollo de la Estrategia de Salud Sexual.

Esta es la primera convocatoria de buenas prácticas en salud sexual, desde que en 2010 quedó aprobada la ley, pero quizás una de los aspectos más significativos del Plan Operativo es que por primera vez se va a hablar de educación en sexualidad, y no de educación afectivo-sexual, lo cual vislumbra una esperanza en que realmente sea, esta vez, en sexualidad en lo que se va a educar a la población.

Fuente: https://www.efesalud.com/salud-sexual-educacion-jovenes/

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Dos mil mujeres salen de la sombra para explicar su mundo

Reseñas/05 Septiembre 2019/El País 

El documental ‘Woman’ reúne en el festival de Venecia testimonios recogidos por todo orbe para promover la igualdad

Corría de un continente a otro, pero le perseguía una constante. Anastasia Mikova cruzaba el planeta, visitaba escenarios y gentes de lo más distintos y volvía a asistir a la misma escena, como aquella vez en un rincón remoto de Bangladés. “Las mujeres nos miraban con suspicacia, nos preguntaban qué hacíamos allí. Los hombres, en cambio, estaban deseando ponerse delante de la cámara”, relata. Aquello, en realidad, le confirmaba que el proyecto iba por el camino correcto. Porque la periodista y cineasta ucrania buscaba precisamente lo contrario.

Junto con el codirector, Yann Arthus-Bertrand, y su equipo visitaron 50 países y colocaron su micrófono ante unas 2.000 mujeres. Les preguntaron por sus sueños, sus miedos, su pasado y su futuro. Por la guerra y el acoso sexual, por su gran amor y su mayor herida, por la menstruación y la maternidad. Les pidieron que, por una vez, salieran de las sombras y se situaran bajo los focos, normalmente reservados a sus padres, maridos, hermanos y amigos. “Muchas nunca habían visto una cámara. Cuando se sentaban y se les daba la oportunidad, veíamos que su necesidad de hablar y ser escuchadas era enorme”, agrega Mikova. El resultado es el documental Woman, que debuta en el festival de Venecia, ante de poner rumbo a las salas. La fecha prevista para su estreno es otro mensaje: el 8-M.

Hace cuatro años, Arthus Bertrand y Mikova ya habían lanzado una iniciativa parecida. “Human es el padre de Woman”, se ríe ahora la directora. Aquel filme daba voz a cientos de personas para mostrar que los seres humanos pueden vivir en una chabola o una mansión, en Australia o en Guatemala, pero su sonrisa y sus lágrimas se parecen y se contagian. “Dudé de que pudiéramos hacer algo más poderoso y personal”, reconoce Mikova. A posteriori considera, sin embargo, que lo han logrado.

Un fotograma de 'Woman'.ampliar foto
Un fotograma de ‘Woman’. WOMAN

La fórmula es la misma: un fondo negro, un rostro y lo que quiera contar. Pero las protagonistas solo son ellas. “Y el efecto espejo es aún mayor”, defiende la directora. Se refiere al impacto que Woman suscita en el espectador: una entrevistada recuerda eufórica cuando aprendió a escribir su nombre; una anciana reivindica que ya no está “para mordiscos” en la cama; y dos mujeres rememoran la mutilación más íntima y dolorosa de su vida. El público escucha, reflexiona y compara con sus propias experiencias. Woman quiere conmover y entristecer, helar la sangre y provocar carcajadas. “No es un filme solo para mujeres. Es importante que los hombres lo vean. Nuestras películas van de vivir todos juntos y de cómo nos entendemos mejor”, lo resume Mikova.

Para ello, pasaron horas y horas en compañía de sus entrevistadas. Tenían un cuestionario de partida, con ciertas cuestiones que repetían. Pero no había “ninguna fórmula milagrosa”, asegura la cineasta. A veces, nada salía de una charla eterna. Otras, se desataba lo que Mikova define como “tormenta”: “Si encontraba la puerta apropiada, salía todo. Mucho más de lo que se pueda imaginar. Seguía haciendo preguntas, pero a partir de ahí esa mujer ya estaba hablando consigo misma”. Hasta el punto de compartir con un grupo de desconocidos confesiones jamás pronunciadas en voz alta: en Woman hay víctimas del ISIS vendidas por “cinco dólares o un paquete de cigarros”, una india atacada con ácido por su pareja y una rusa que pidió ayuda a su madre tras los desencuentros con su marido. “¿Tan difícil es abrir las piernas?”, le espetó su progenitora. Todo ello lo cuentan las voces y los ojos de sus protagonistas, las que lo vivieron en su piel.

Aunque los codirectores se esmeraron en que la película mantuviera un equilibrio. Que hubiera mozambiqueñas, venezolanas, francesas o vietnamitas; mujeres que se coronaron en Wall Street y otras que batallan por comer cada día; adolescentes y ancianas, felices y melancólicas, ordinarias y excéntricas. Básicamente, el mundo. Mikova se empeñó también en que las temáticas oscilaran entre lo más impactante y lo cotidiano. Woman debía hablar de la ablación o del cáncer de pecho, pero también del deseo de ser guapa. La cineasta, por ejemplo, convenció al director de que la regla debía tener su espacio en el corte final. Al fin y al cabo, sus protagonistas la sufren cada mes. Mikova detectó otro denominador común a todas: “La resiliencia”.

Una de las protagonistas de 'Woman', en un fotograma del filme.ampliar foto
Una de las protagonistas de ‘Woman’, en un fotograma del filme. WOMAN

Ella misma, con Arthus, debió adaptarse a las exigencias comerciales. De las cuatro horas originales, lograron reducir el metraje a los 105 minutos y 100 testimonios que llegarán a los cines. De entre todos, Mikova recuerda especialmente el que abre Woman: “Norma llegó a la grabación tan bella, tan segura de sí misma. Entendí que tenía algo único, pero no lo que yo creía”. Contó que, de niña, sufrió los abusos de su abuelo, hasta que encontró una vía de escape hacia Japón. Resultó, sin embargo, el atajo hacia otro infierno: acabó esclavizada en la prostitución. Pero siguió adelante, se compró su libertad y huyó a Canadá. Allí, encontró una pareja y tuvo un hijo. Aunque la vida apenas le concedió descanso: descubrió que, por una enfermedad, su niño estaba destinado a quedarse ciego. Norma se derrumbó, y se refugió en el alcohol. Hasta que un día agarró la botella, volvió a soltarla sin probar ni un trago y salió a correr.

Hoy tiene el récord Guinness por el triatlón más largo. Y ofrece conferencias en las que repasa la historia que relata en Woman: “Me aterrorizaba compartirlo, pero quería romper el silencio porque es lo que hace posible la violencia. Dicen que las víctimas no tienen voz: si la tenemos, pero no queréis escucharnos”. El mensaje resonará ahora en las salas de medio mundo. Al fin, hablan ellas.

Yann Arthus-Bertrand y Anastasia Mikova.ampliar foto
Yann Arthus-Bertrand y Anastasia Mikova. PETER LINDBERGH

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/08/26/actualidad/1566804963_412969.html

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El feminicidio es un crimen de lesa humanidad

Por: Ricardo Lagos

La violencia contra las mujeres es una profunda injusticia mundial. Es un gran obstáculo para cumplir los derechos humanos de las mujeres y niñas y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible

La equidad de género y los derechos de las mujeres son fundamentales para garantizar un futuro mejor para todos y todas. Son valores que subyacen a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas. No obstante, hay una impactante desconexión entre las declaraciones realizadas por los líderes de Nueva York y Ginebra y la vida –o muerte– en las calles en mi región, particularmente en América Latina.

Mi región alberga a 14 de los 25 países con más altas tasas de feminicidio en el mundo, es decir, de mujeres o niñas asesinadas por razón de género. En América Latina y el Caribe, 12 mujeres y niñas son asesinadas cada día. Sin embargo, el 98% de los casos no llegan a proceso judicial. Estas estadísticas alarmantes deberían avergonzarnos e instarnos a exigir acciones por parte de los líderes para salvar vidas y proteger los derechos y la dignidad de las mujeres y niñas.

Los asesinatos por razón de género son la culminación de una serie de actos violentos. En general, las personas no son conscientes de la cadena de eventos que llevan al feminicidio. En América Latina, tenemos una cultura de alta tolerancia hacia la violencia contra las mujeres y niñas. Se ha normalizado la violencia. Es vista como parte de la vida de las mujeres, especialmente de las que pertenecen a comunidades social y económicamente desfavorecidas con bajos niveles de educación y desarrollo.

La violencia contra las mujeres es una profunda injusticia mundial. Es un gran obstáculo para cumplir los derechos humanos de las mujeres y niñas y alcanzar los ODS. Actualmente, ningún país está en condiciones de alcanzar la equidad de género dentro del plazo estipulado, ni en el mundo desarrollado ni en los países en desarrollo. Es una conclusión devastadora acerca de nuestras prioridades globales, que demuestra que debemos hacer más.

La Iniciativa Spotlight para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas es un paso en la dirección correcta. Esta iniciativa global impulsada por la ONU y la Unión Europea apunta a erradicar el feminicidio en cinco países de la región: Argentina, El Salvador, Guatemala, Honduras y México.

En Argentina, la Iniciativa está apoyando la creación de Redes de Adolescentes y Jóvenes por la Igualdad. Estas redes promueven métodos de prevención comunitarios que instan a los jóvenes a reflexionar sobre roles de género y masculinidad nociva, y plantean soluciones comunitarias para erradicar los feminicidios. La Iniciativa también brinda capacitación a periodistas sobre eliminación de los estereotipos de género en la cobertura de noticias sobre violencia contra las mujeres y niñas.

En Guatemala, la Iniciativa está apoyando a la sociedad civil para que abogue por la investigación de las amenazas contra los defensores de los derechos humanos de las mujeres. En El Salvador, la Iniciativa Spotlight está permitiendo el acceso a oportunidades económicas para sobrevivientes de violencia, y en México, está ayudando a garantizar que el sistema judicial tenga las herramientas correctas y los enfoques adecuados para identificar los feminicidios y llevar adelante las causas judiciales correspondientes.

Este es un avance importante, pero no es suficiente. ¿Qué podemos hacer en otros países latinoamericanos donde la violencia misógina y la discriminación continúan prevaleciendo? ¿Cómo podemos cambiar las actitudes y políticas para proteger mejor a las mujeres en todos los niveles de la sociedad? Necesitamos que los líderes tradicionales, religiosos y políticos aborden este grave abuso de los derechos humanos, así como las personalidades notables del mundo empresarial y académico que pueden tener una influencia social considerable.

Tenemos que ponerle fin a la impunidad y fortalecer el sistema judicial para investigar, enjuiciar y sancionar a los responsables e invertir en el acceso de las mujeres a los servicios de justicia. Sobre todo, debemos invertir en servicios centrados en las sobrevivientes que alienten a las mujeres y niñas a hablar y buscar apoyo si están experimentando abuso.

Cuando introduje las reformas de bienestar y protección social como presidente de Chile a inicios de la década del 2000, aprendí rápidamente que el recurso más importante para las víctimas de violencia de género era contar con refugios donde pudieran albergarse y estar seguras, lejos de sus abusadores. Garantizar que las mujeres puedan acceder a estos servicios sin correr el riesgo de empobrecimiento era un elemento crucial de dichas reformas, y continúa siendo una prioridad actualmente en toda la región. Esto significa que diferentes sectores como salud, servicios sociales, la policía y el sistema judicial deben trabajar en forma conjunta y no en silos.

Debemos invertir en prevención de la violencia contra las mujeres. Hay cada vez más evidencia global que demuestra que la prevención es posible si se asignan los recursos necesarios y hay voluntad política.

Como hombres, debemos promover representaciones positivas de lo masculino. Tenemos que darles un buen ejemplo a nuestros hijos. Esto incluye desafiar las mentalidades tóxicas machistas que promueven la aceptación de la violencia contra las mujeres, en nuestras escuelas, en los lugares de trabajo, en las instituciones religiosas y en nuestros hogares.

También es clave que apoyemos y escuchemos a las sobrevivientes y a las organizaciones y los movimientos feministas. Deben tener voz y voto a la hora de analizar estrategias, soluciones y decisiones. Es inspirador el ejemplo de Irinea Buendía, cuya hija, Mariana Lima, fue asesinada por su marido en México. La búsqueda de justicia de esta valiente madre durante seis años sentó un precedente clave en materia de procesamiento de feminicidios en México.

Son dignas de imitar las iniciativas de promoción y litigio del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio —una alianza de 49 organizaciones de derechos humanos de México— que ha mejorado la rendición de cuentas y ha aumentado el acceso a la justicia en casos de feminicidio a lo largo de México y América Latina.

El movimiento #NiUnaMenos de Argentina ha tenido un éxito notable así como los múltiples grupos de mujeres que abogan incansablemente por el empoderamiento de las mujeres y la equidad. Tenemos que hacer más para garantizar que reciban financiamiento y apoyo suficiente que les permita continuar este importante trabajo.

No podemos abordar este problema o imaginar un mundo mejor y más justo sin ellas.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/08/06/planeta_futuro/1565107246_365654.html

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Rita Segato: “La violencia de género es la primera escuela de todas las otras formas de violencia”

Redacción: La Diaria

De visita en Montevideo, la antropóloga argentina habló sobre la necesidad de deconstruir el “orden patriarcal” que genera violencias.

Dicen que es recibida como si fuera una estrella de rock en todas las actividades públicas en las que participa. Por eso a donde va nunca faltan las extensas rondas de aplausos, los pedidos de autógrafos o alguna selfiecasual. Lo cierto es que Rita Segato es antropóloga feminista y no artista, aunque para muchas personas escucharla constituye siempre un verdadero espectáculo. Su paso por Uruguay esta semana tampoco pasó desapercibido.

La académica argentina llegó el lunes a Montevideo para protagonizar una de las tres conferencias centrales de las Jornadas de Debate Feminista que organizan los colectivos Cotidiano Mujer y Encuentro de Feministas Diversas. La exposición de Segato giró en torno a conceptos que han atravesado su obra durante los últimos años, que se conectan y se retroalimentan. Puso el acento en explicar por qué a su entender el patriarcado no es una “cultura” sino un “orden político”, habló de las nociones de “masculinidad corporativa” y “dueñidad”, y se refirió a la “politicidad femenina”. Ante un Salón Azul de la Intendencia de Montevideo desbordado de gente, la antropóloga también dedicó una parte de la ponencia a desentrañar los desafíos actuales de los feminismos, entre los cuales destacó el “recrudecimiento” de los casos de violencia contra las mujeres, especialmente en América Latina, y la amenaza del avance de los fundamentalismos religiosos.

Un rato antes de empezar la conferencia, en el mismo salón, Segato fue declarada Visitante Ilustre de Montevideo. Mientras recibía la distinción, la concurrencia pobló el lugar. No quedaron asientos libres, también fueron ocupados escalones, pisos y otros espacios vacíos. Cuando la capacidad no dio para más, la gente empezó a agolparse en las puertas del salón. La mayoría eran mujeres jóvenes. Algunas esperaron sentadas, en ronda. La escena parecía la previa de algún recital de rock.

El club de los hombres

El primer trabajo que realizó Segato sobre violencia fue en 1993, en una cárcel de Brasilia, tras un pedido del secretario de Seguridad Pública de la ciudad a la universidad en la que ella trabajaba como docente. Fue durante ese proceso que la experta descubrió que detrás de las agresiones contra las mujeres había “una hermandad masculina, una cofradía, un club de hombres”, según explicó el lunes. “Me di cuenta de que el violador era una figura acompañada, que recibía un mandato de otros hombres de mostrarse hombre, de alguna manera, ante otros pares, que se encuentran ausentes pero que están presentes en su paisaje mental. Entonces hay una demanda a partir de esos otros hombres para que ese violador muestre que merece ser reconocido como un miembro de esa hermandad masculina”, ahondó.

De ese estudio también surgió la afirmación de Segato de que la “estructura elemental de la violencia”, en este contexto, no está únicamente construida por la relación entre el agresor y su víctima. “Hay otro eje de relaciones y de interlocución que es tanto o más importante, que es la relación entre los hombres”, afirmó, y continuó: “Los hombres se ven como perteneciendo a un grupo de prestigio que exige una titulación y esa titulación depende de la exacción de la posición femenina, que debe circular desde la posición femenina a la posición masculina constituyéndola como una posición potente capaz de controlar un territorio, que en este caso es el territorio-cuerpo de la víctima. Ahí aparece por primera vez en mi pensamiento esa idea de la afinidad entre el cuerpo de mujer y el territorio”.

Más adelante, a raíz de otros estudios, la antropóloga amplió esa idea de “fratría de los hombres, de la cual emana un mandato de violación y de apropiación de un tributo que debe circular entre la posición femenina hacia la posición masculina, constituyéndola”, al darse cuenta de que en realidad tiene una “estructura corporativa”. Segato explicó en la conferencia que esa estructura de corporación es aprendida por los varones “desde muy temprano en la vida, al socializarse como varones y al socializarse dentro del mandato de masculinidad”.

La académica feminista nombró las dos características que convierten a ese club de hombres en una corporación. La primera es que el valor supremo que está por encima de todos los otros valores es la “lealtad corporativa”. Esto “se ve fácilmente en la realidad”, dijo. “El hombre siempre tendrá miedo a aliarse a la posición femenina porque ahí estará traicionando esa lealtad que es imperativa en la masculinidad”, agregó. La otra característica de la corporación es que es “internamente jerárquica” y el lugar que ocupe un hombre en esa jerarquía de masculinidades va a ser la posición que pueda conseguir en relación a las potencias sexual, física, bélica, intelectual, moral, económica y política. Para la antropóloga, estas dos características hacen “que la violencia sea inevitable para el mandato de masculinidad, a no ser que los hombres consigan tomar conciencia y enfrentarse a un espejo no narcisista”.

En ese sentido, dijo más adelante que es necesario fundar el “Frente de Liberación del Mandato de Masculinidad”, que a su criterio “sacrifica a los varones, los destruye, los mata antes y en algunas regiones de nuestro continente los mata niños”. Puso como ejemplo a los jóvenes salvadoreños que se suman a las maras para poder cumplir con ese mandato. “Hay varias formas en las que los hombres son conducidos al ejercicio de la violencia y son vulnerables a la seducción de la violencia, porque han creído en el mandato de masculinidad y han adherido a la corporación masculina, que es la pedagogía de la crueldad”, afirmó Segato.

La violencia de género como primera escuela

Al referirse al panorama actual y global de las mujeres, la antropóloga hizo énfasis en el “recrudecimiento de la violencia de género en todos los países”, especialmente en América Latina. A la hora de desentrañar las razones, Segato descartó en primer lugar la hipótesis de que el fenómeno tiene que ver con una “reacción” o “venganza” de los hombres ante los avances del movimiento feminista y las posiciones conquistadas por las mujeres en el mundo laboral o político. “Este no es mi modelo de comprensión. Primero, porque las mujeres seguimos ganando menos que los hombres por tareas iguales. En las relaciones conyugales sí sería posible aceptar que el avance de la posición de una mujer con relación a su cónyuge o compañero puede causar una reacción violenta. Pero fuera de esa relación, decir que alguien sale a la calle, captura a una mujer, la viola y la mata, como está pasando en Argentina de una forma muy frecuente, no se puede pensar como que es una venganza de los hombres por el avance de las mujeres debido al feminismo. Creo que es impensable esa hipótesis aplicada a los casos de feminicidios y violaciones de personas desconocidas”, opinó. Lo que sí puede influir, recalcó, es el hecho de que la masculinidad esté siendo vulnerada “por la precarización del trabajo característica del presente”. Ante la ausencia de la potencia económica, este hombre precarizado ve en la violencia “la última posibilidad para restaurarse en esa posición de dominación territorial y de dominación sobre los cuerpos”.

Otro concepto que introdujo Segato en la exposición del lunes es el de la violencia de género como “la incubadora” de todas las otras formas de violencia. “Cuando los gobiernos se asustan por otras formas de violencia que tienen que ver con el robo, con el homicidio, etcétera, yo estoy convencida y he argumentado que esa violencia primordial que es la violencia de género es la primera pedagogía; la violencia de género es la primera escuela de todas las otras formas de violencia”, aseguró.

Segato contó que hace poco, en una actividad en Buenaventura, Colombia, alguien del público le preguntó cómo hacer para detener la guerra “no declarada” entre pandillas que vive el país por el control de tierras. Ella lo pensó bastante y finalmente respondió que sólo era posible hacerlo “desmontando” el mandato de masculinidad. “Cuando hablo de ese desmonte indispensable no es solamente para que pare la violencia contra las mujeres, sino para que pare la guerra en general”, afirmó la antropóloga. “El mundo se transforma y la historia se reorienta si los hombres se vuelven capaces de desmontar el mandato de masculinidad y de revisar lo que los hace actuar en la búsqueda de potencia, lo que los hace tener que espectacularizar todo el tiempo su capacidad de dominio”.

La arremetida fundamentalista

Además de la violencia de género, Segato mencionó como uno de los principales desafíos actuales para los feminismos el avance de los grupos fundamentalistas religiosos. Y lo vinculó a lo que ella llama “dueñidad”, es decir, el hecho de que este sea “un mundo de dueños, donde hay señores de la vida y de la muerte con gran concentración de la riqueza”. La argentina dijo que el orden patriarcal, que también es un orden de dueñidad, “es funcional al capital de una forma en que nunca lo fue”. A su entender, esta es una de las razones que están detrás de “la gran reacción patriarcal disfrazada de religión que estamos presenciando en el continente y en el mundo”.

La antropóloga considera que la reacción tiene lugar ahora porque “muy probablemente hemos tocado un centro neurálgico de la reproducción de la dueñidad, que es una de las bases fundamentales del orden patriarcal y del capitalismo en la fase contemporánea. Algo de esa arquitectura hemos tocado muy recientemente que ha puesto en riesgo también al poder económico”. La amenaza del movimiento feminista y de todos los movimientos antipatriarcales es que “desacatan el orden patriarcal”, incluido el económico, dijo Segato. Por el momento, “es imposible observar cómo el poder decide, delibera e intenta agendar la historia”, agregó, pero por los fenómenos conservadores que están surgiendo en países como México, Argentina o Chile simultáneamente en defensa del patriarcado “podemos entender que ahí hay un interés mayor de defensa y de blindaje de algo que está siendo amenazado por nosotras, nosotres y todos aquellos que integran las disidencias con relación al orden patriarcal”.

La (no) politicidad femenina

“¿Por qué la historia del Estado es, en realidad, la historia de los hombres?”, preguntó Segato, y contestó rápidamente que en el tránsito de la “colonial modernidad” a la formación del Estado moderno todo lo político fue “secuestrado por la historia de los hombres”. Incluida la politicidad propia de las mujeres, que era la politicidad “del orden doméstico, de la intimidad, del cuerpo a cuerpo, de la proximidad no burocrática de la defensa y la reproducción y protección de la vida aquí y ahora”. Según el análisis de la antropóloga, todo eso continúa siendo la politicidad de las mujeres, aunque hoy no se llame política. Lo que sucedió en la transición de una época a otra también implicó la transición de una estructura dual –donde hay una jerarquía de lo político-público y de lo político-doméstico– a una binaria –que es un mundo de uno y sus otros–.

“En la transición al mundo binario vemos que el espacio de la política se transforma en el normal, en el espacio de los temas de interés colectivo, de toda la gente, donde se enuncian las verdades de valor universal e interés general, y el mundo de la domesticidad se transforma en un residuo despolitizado, encapsulado, íntimo y privado, donde las mujeres nos morimos”, advirtió Segato. “Ahí nuestra vulnerabilidad y la de nuestros hijos se vuelven extremas por la soledad, el encapsulamiento y la despolitización de ese espacio que es el espacio de la familia nuclear”. Por eso, según la antropóloga, el ojo público “siempre ve los crímenes contra nosotras como crímenes menores, porque nuestra existencia está asociada a un espacio que se ha despolitizado y despublicitado completamente”. Para reforzar la idea, agregó: “Las mujeres no somos ciudadanas plenas, no somos personas siquiera, así nos ve el juez cuando juzga los casos de feminicidios o los otros crímenes contra nosotras. Incluso grandes juristas, que he criticado con bastante saña en mi país, ven los crímenes contra las mujeres como crímenes de la libido, del deseo. Los crímenes contra nosotras no son crímenes de la libido, son crímenes políticos de ese orden patriarcal”. Y si fuera un “crimen del deseo”, en todo caso se trata de otro deseo: el del poder.

Feminismo antipunitivista

Unos minutos antes de terminar la conferencia en el Salón Azul de la Intendencia de Montevideo, Rita Segato hizo un paréntesis para referirse con preocupación a los feminismos punitivistas. Para la antropóloga, es necesario que la Justicia “sea pedagógica” y coincide en que debe castigar a los violadores y a los feminicidas para “enunciar al mundo lo que es inaceptable”. Sin embargo, insistió en que la cárcel “no es la que va a frenar el avance de la violencia contra las mujeres”, sino que lo hará “la transformación de la sociedad”. Y, contundente, concluyó: “Yo no creo en la política del enemigo, porque creo que tiene una estructura fascista. La característica de los fascismos es la construcción de un enemigo para producir el mancomunamiento. El feminismo no puede mancomunarse mediante la construcción de un enemigo que serían los varones. Nuestro enemigo principal es el orden patriarcal”.

Fuente: https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2019/7/rita-segato-la-violencia-de-genero-es-la-primera-escuela-de-todas-las-otras-formas-de-violencia/
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