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Una mirada a la eficacia y eficiencia en la administración de justicia ante la violencia de género en Venezuela

Por: Dra. Mitzy Flores.

 

En los últimos años la tensión política y las dificultades económicas se han agudizado en Venezuela, lo que ha propiciado un repunte de los problemas que nos tocan directamente a las mujeres, como es el caso de la violencia, señalado así en el informe CEPAZ (2017). A pesar de los avances que se han producido en nuestro país en los últimos quince años en materia de reconocimiento de derechos humanos y en especial a los de las mujeres a vivir una vida sin violencia, es común que las instituciones y autoridades vinculadas a esta problemática, declaren como como fin último el alcance de la igualdad formal entre hombres y mujeres y que se obvie el reconocimiento de la desigualdad y la discriminación estructural como problemas que impiden a las mujeres alcanzar la plena vigencia de sus derechos humanos. Esto es fundamental para contextualizar la posible eficacia y eficiencia de la administración de justicia pues nos mantiene, según nuestro juicio, en un rezago institucional (legislativo, judicial y hasta mediático) que se ha instaurado en el sentido común.

 

Cierto es que los avances han aportado considerablemente a las políticas públicas, aunque no lo suficiente; al respecto hay que insistir en que el marco cultural sigue siendo sin duda una gran limitación para la consolidación de los derechos de las mujeres. Ello no solo por los prejuicios y estereotipos albergados en la población en general, sino especialmente en el funcionariado adscrito a las instituciones encargadas de legislar, de atender los casos en las instancias judiciales y policiales, así como del trato y la mediación comunicacional que ha prevalecido apegado a los estereotipos tradicionales.

 

Aunque nuestro país ha suscrito tratados, pactos y convenciones internacionales sobre la materia, como la Convención Interamericana sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación hacia la Mujer (CEDAW) y el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará, entre otros, (lo que hace que su articulado tenga rango constitucional en nuestro país, según lo señala el artículo 23 de la carta magna), podemos identificar como problema la falta de la debida diligencia para prevenir la violación de los derechos o para tratarla en los términos que estas Convenciones plantean; lo que acarrea responsabilidad directa del Estado como quedó establecido desde 1992, por el propio Comité de la CEDAW; mismo que en su artículo 5 (a) establece como obligación:

 

modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres.

 

En este sentido, queda claro que el deber de prevención incluye la obligación de transformar los estereotipos de género, como puede leerse en la misma norma, artículo 2(f) y que es referido por el Modelo de Protocolo Latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género  (en adelante MPLA) con intención de dinamizar las legislaciones de los Estados para que adopten “todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que constituyan discriminación contra la mujer” (MPLA; s/f. pag 39).

 

Otro importante escollo que identificamos es la persistente creencia de que atender a mujeres víctimas de violencia de género supone tratar un asunto doméstico que seguramente se resolverá de manera “natural” con la dinámica de la propia pareja y que, por tanto, es una pérdida de tiempo que involucra a las autoridades receptoras de la denuncia en asuntos “menores” en lugar de dedicar su tiempo a otras situaciones que considerarían más importantes. Así que, es frecuente que se cuestione la credibilidad del testimonio de la víctima, no se tome en serio e incluso se intenten mecanismos de conciliación como alternativas de resolución de un “supuesto” episodio de violencia; lo que, como sabemos agrava el riesgo de femicidio. De manera análoga, esta realidad es reflejada en cita del informe de la CIDH-OEA (2015) para el caso de personas LGBTI a quienes se les rechaza la denuncia de entrada “…y con frecuencia reciben malos tratos, abusos sexuales, hostigamientos o incluso son atacadas físicamente por oficiales de la policía y otros agentes estatales.”  (:261).

 

Tan arraigada está en el imaginario colectivo la idea de que la violencia contra las mujeres en el espacio doméstico debe resolverse como un asunto de pareja en la intimidad, como que las mujeres que hacen vida política, son merecedoras de la violencia porque usurpan espacios destinados exclusivamente a los hombres.  Por tanto, esta, entre otras formas de violencia no se condenada socialmente, por lo que se dificulta su prevención y erradicación, así como la investigación, sanción y reparación.

 

Sobre esta particular forma de violencia, hay que advertir que no está tipificada en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LOSDMVLV), -parcialmente reformada en 2014- e instrumento legal más completo del que disponemos en nuestro país para afrontar la violencia de género.

 

En el informe elaborado por la Comisión para la Verdad la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública (2017), Violencia y Acoso Político contra las Mujeres en Venezuela en el período 1999-2017) se reporta que: “La violencia contra las mujeres en número de víctimas fatales y heridas ha venido aumentando durante el período 1999-2017, producto del aumento de la violencia política en general, y también de la mayor virulencia y agresividad de la misma.” (p.5). Puede leerse también que se cuentan 44 femicidios y 105 víctimas heridas y lesionadas por esta causa durante los últimos 18 años  estos y que la violencia:

… fue dirigida especialmente a mujeres líderes comunitarias y mujeres que luchan por sus derechos en la vida cotidiana, son crímenes de odio fundamentados en motivos sexuales, de poder y de discriminación. Es importante no verlos como hechos aislados sino dentro del patrón de violencia contra las mujeres. Un aspecto muy claro es el de la indefensión, no solamente la mayoría de estos asesinatos están impunes, sino que se producen contra mujeres que están en graves situaciones de vulnerabilidad y precariedad, pero que aún en esas circunstancias han sido capaces de sobreponerse y realizar una tarea que las hace visibles y le da sentido a su existencia. En estas muertes se entrecruzan las desigualdades de género y clase. (p. 89)

A ello hay que agregar, como expone Aponte Élida (2014), que en lugar de observar el fortalecimiento de la eficacia de la ley, lo que podemos deducir es que algunos criterios fiscales y judiciales se debilitan, aparece la inobservancia y vaciamiento de los principios que la informan. Por ello no sorprende que la impunidad ronde el 94 %  en este tipo de delitos. Adicionalmente, las mujeres no sólo no reciben asistencia y acompañamiento por parte del Estado, sino que además son escasas las ONG y otros grupos organizaciones autofinanciados los que se encargan de hacerlo contra la reacción objetora de los mismos órganos encargados de la aplicación de la ley; como comenta nuestra autora al cerrar.

 

Para las manifestaciones de violencia antes descritas se entiende que se permean las subjetividades de quienes participan en el equipo encargado de la administración de justicia así como de la opinión pública y su complejo proceso de creación y comunicación de lo que consideran “la verdad” de los acontecimientos. De allí que, como expresa el  MPLA, siguiendo a Turvey (1999), termine por imponerse la moral personal de quienes investigan, así como la apatía, en el caso de la violencia doméstica, o la justificación para la violencia política en contra de las mujeres: para la primera de estas formas, la víctima termina por ser envilecida y para la segunda, deificada como propone nuestro autor, con indeseables consecuencias para ambos casos.

 

De este modo es lógico que la jurisprudencia internacional haya señalado que la aplicación injustificada de estereotipos de género en la administración de justicia, ha afectado severamente a mujeres y niñas. Ello nos permite afirmar sin duda que las agresiones son el producto de los prejuicios machistas y patriarcales que imperan en nuestra sociedad.

 

2.-Tres medidas concretas

 

  1. a) Legislativa:

Visto que Venezuela es uno de los pocos Estados en donde la violencia política contra las mujeres no está tipificada como delito, proponemos que se incorpore la violencia política como delito tipificado en la LOSDMVLV, en el entendido de que en el año 2016, la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) junto al Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI) crearon la Ley Modelo Interamericana sobre Violencia Política contra las Mujeres, la cual pretende ser una guía para que los Estados legislen, protejan y garanticen el ejercicio de sus derechos políticos. Se reconoció que la violencia política que se ejerce contra las mujeres constituye una grave violación de sus derechos humanos y es una amenaza principal para la democracia.

 

  1. b) Institucional:

Sabemos que las prácticas sociales se construyen y constituyen con la acción de quienes vivimos en sociedad. En Venezuela, ciertamente la institucionalidad es considerada como débil, por lo que es muy difícil legitimar las acciones de las principales instituciones que conforman el Estado. No obstante, creemos que hay de alguna manera, consenso en que cumplir las leyes fortalece la democracia, justicializar los crímenes de violencia contra las mujeres y niñas ayudará a disminuirlos, formar en todos los contextos permitirá transformar nuestras actitudes frente a la violencia, etc.  Así que tomar parte como activistas, docentes, en fin, como ciudadanas/os siempre aporta a la reconstrucción de alguna institucionalidad.

 

  1. c) Comunicacional:

Con miras a erradicar los estereotipos contra la mujer, la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (LRSRT) ha establecido, entre otros, la necesidad de promover valores éticos orientados a disminuir la discriminación y la subordinación a las que han estado sometidas las mujeres, suprimiendo las imágenes estereotipadas y violentas contra la mujer,

respetando el horario establecido e incluyendo programas educativos con perspectiva de género. No obstante, como ocurre con otras leyes tan bien concebidas como escritas, éstas han terminado cediendo terreno a una cotidianidad que legitima los estereotipos en los que el cuerpo de las mujeres es solo mercancía.

 

Por otro lado, en afirmación de Aponte Élida (2014): Las mismas mujeres no se han apropiado masivamente ni de la Constitución ni del resto del ordenamiento jurídico aplicable, por la falta de una campaña de concientización que el Estado debe llevar adelante y por esa domesticación a la cual han sido sometidas por generaciones.

 

Así como es menester aportar a la educación de las mujeres en cualquiera de los ambientes en que hace vida, también interesa crear conciencia en los niveles decisorios pues la idea de neutralidad que reviste el discurso de los derechos, forma un criterio técnico que nos resulta al menos irracional al negar el contexto androcéntrico en el que se concibieron las normas y leyes. Todo en la esperanza de la reparación como estrategia remedial que es siempre un aliciente y una señal de compromiso de los Estados, así como la de asignación de responsabilidades.

 

Referencias

 

Aponte Sánchez Élida (2014): La violencia contra las mujeres y la ciudadanía. El caso venezolano. Caravelle. Touluse. (p. 39-63) https://journals.openedition.org/caravelle/740

 

Estereotipos de género. ONU: https://www.ohchr.org/EN/Issues/Women/WRGS/Pages/GenderStereotypes.aspx

Informe CEPAZ https://cepaz.org.ve/wp-content/uploads/2018/11/Mujeres-al-limite.pdf

 

Informe de la CIDH-OEA (2015). Violencia contra personas LGBTI. www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/violenciapersonaslgbti.pdf

 

Informe Violencia y Acoso Político contra las Mujeres en Venezuela en el período 1999-

2017). Comisión para la Verdad la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública (2017).

 

Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres

por razones de género. (s/f).

 

https://observatoriodeviolencia.org.ve/informe-ovv-de-violencia-2017/

 

Turvey, B. E. (1999). Criminal profiling: An introduction to behavioral evidence analysis. San Diego, CA, US: Academic Press

 

http://www.derechos.org.ve/pw/wp-content/uploads/SITUACIONDELOSDERECHOSHUMANOSDELASMUJERESENVENEZUELA.docEPU1.doc.pdf

 

Fuente: OVE.

 

 

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México: Las protestas feministas sacuden a la mayor universidad de América Latina

América del norte/México/28 Noviembre 2019/El país

Alumnas de la UNAM toman 11 facultades y escuelas para reclamar atención ante los casos de violencia de género

Con las caras tapadas casi por completo y vestidas de negro, una treintena de estudiantes abrieron el pasado miércoles las puertas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que llevan este lunes 22 días cerradas. Lo hicieron solo por unos minutos, para salir a leer una lista de demandas para liberar el edificio. “Esta toma responde a un hartazgo que venimos cargando”, gritó un voz detrás de un pasamontañas dispuesta a leer las exigencias que iban desde renuncias hasta la correcta atención de las denuncias por violencia de género. “¿Por qué parecen insuficientes las más de 70 denuncias contra profesores y alumnos? Este espacio siempre ha sido para nosotras un peligro y no queremos que lo sea para las que vienen”, agregó. “Que se caiga el patriarcado”, vitoreó un profesor y desató un alarido entre las enmascaradas.

Octubre encontró a la universidad más grande de América Latina con los roles invertidos. El movimiento feminista, que hasta hace muy poco estaba anémico de poder dentro de las esferas académicas, tomó por asalto al menos 11 de los 39 planteles para reclamar en contra del acoso, el maltrato y las agresiones. Un grupo de alumnas se atrincheraron en las aulas y paralizaron las clases, dispuestas a mantener la apuesta hasta ser escuchadas. Una protesta que se extendió desde mediados de octubre hasta, en gran parte, el 14 de noviembre, cuando las autoridades de la Universidad convocaron unas mesas de diálogo con el fin de zanjar el problema. Pero la amenaza de regresar a la huelga persiste, como perdura la toma de tres preparatorias y la Facultad de Filosofía y Letras.

Lo que sucede en la UNAM es un síntoma más en un México entumecido ante la violencia de género. El movimiento feminista universitario se encuadra en una ola de protestas que han tenido lugar en la capital en los últimos meses y apenas unas semanas después de la sentencia por el feminicidio de Lesvy Rivera Osorio, una joven de 22 años asesinada en el campus universitario en 2017. “No olvidamos sus omisiones con el feminicidio de Lesvy, no olvidamos a todas las que nos hacen falta”, reprochó una de las estudiantes enmascaradas frente al edificio con pintadas que decían “UNAM feminicida” o “las paredes se limpian, las muertas no regresan”.

La protesta universitaria se desató el pasado 24 de octubre en la sede de Cuautitlán, en el Estado de México. En ese entonces, un grupo de manifestantes marchó para pedir que se atendieran las 77 denuncias registradas en esa entidad contra profesores y alumnos señalados de acoso sexual. En pocas horas, la manifestación se convirtió en una huelga que desató, a su vez, tomas de otras facultades con demandas similares.

El problema de la violencia de género no es nuevo para la Universidad, una institución que en 2016 se vio forzada a desarrollar un protocolo de atención a casos de violencia de género. “La UNAM acumula años de exigencias. El protocolo surgió por una exigencia del alumnado”, explica la abogada Andrea Medina, que acompaña tres denuncias internas, una por violación, una por intento de violación y una tercera por hostigamiento sexual. Uno de los inconvenientes, explica, fue que el mecanismo de atención se volvió una carrera de obstáculos que incluían “la insistencia de las autoridades” para que las quejas no prosperaran. “Hay una incomprensión de lo que está pasando y las alumnas están reaccionando a la impunidad”.

La paralización de las clases se dio en medio de las elecciones a rector, que el pasado 8 de noviembre dieron la victoria a Enrique Graue, quien ya ocupaba el cargo desde 2015. “Si hay algún tipo de violencia que no podemos aceptar es el que las universitarias sean acosadas o violentadas”, dijo el pasado martes tras jurar. “En las semanas siguientes enviaré una propuesta para crear un órgano independiente que fortalezca el respeto a la diversidad, promueva mayor seguridad para ellas y genere políticas de equidad”, prometió.

Uno de los puntos de su programa de trabajo, sin embargo, fue duramente criticado por los grupos feministas. “Diseñar mecanismos que eviten, en redes sociales, que en los supuestos casos de violencia de género se victimice inadecuadamente a personas sobre las cuales no pesa investigación o denuncia alguna y emprender una campaña contra la difamación”, proponía el candidato. “Demuestra una falta de sensibilización, más que darle prioridad a eso, se tendría que dar más apoyo al combate de la violencia de género”, critica Brenda Medina, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras.

Otra de las críticas que ha recibido Graue ha sido el enérgico rechazo al ataque de una biblioteca de la universidad el pasado 14 de noviembre en una de las marchas feministas por parte de un grupo de violentos. “El rector se ha mostrado más interesado en condenar la violencia de unos pocos que en combatir la violencia de género”, dice Medina. “La UNAM ha buscado mantener una imagen institucional que le de renombre y por eso deslitimiza las demandas feministas, restándole importancia”.

Ella, junto a otras académicas, señalan que muchas profesoras apoyan las tomas “sin dar la cara” por miedo a represalias. “Denunciar es exponerte, porque al mismo tiempo tu trabajo depende de la universidad”.

Resistencia dentro de la universidad

El movimiento feminista ha generado también resistencia en algunas facultades, como la de Ingeniería, donde las mujeres son minoría. El rechazo a las protestas alcanzó su máximo auge el pasado 7 de noviembre, cuando un grupo de estudiantes de esa dependencia confrontó con un puñado de mujeres con pasamontañas que intentaron realizar pintadas en las paredes del edificio. “Fuera, fuera”, les gritaron mientras les aventaban piedras. Pero el violento episodio no generó condenas por parte de las autoridades.

“El carácter estructural de la violencia está muy enraizado en toda la Universidad, está muy normalizado”, apunta la académica Aimeé Vega Montiel. “Hay que voltear la mirada hacia las autoridades y exigir respuestas porque los mecanismos que han implementado no han funcionado”.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/11/22/actualidad/1574463326_524489.html

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ONU Noticias: Violencia contra las mujeres, niños migrantes, emisiones

ONUNOTICIAS

Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida.  En América Latina y el Caribe, al menos 3.529 mujeres fueron asesinadas en 25 países en 2018 por razones de género. Las nuevas políticas migratorias en Centroamérica, México y Estados Unidos están poniendo a miles de niños en un gran riesgo y dificultando que puedan obtener asilo en un país seguro, según denuncia UNICEF.

Audio:
Beatriz Barral y Carla García
Duración:
3’47»
https://news.un.org/es/audio/2019/11/1465821?jwsource=cl
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Entrevista a Paula Ezkerra: «El trabajo sexual, ¿es duro? Como cualquier otro trabajo, y más porque no está reconocido»

Entrevista/27 Noviembre 2019/Autora: Begoña Zabala/Vientosur

Paula Ezkerra ha venido a Gasteiz de la mano del sindicato LAB para participar en una jornada sobre prostitución, junto con otras ponentes de relevancia en el mundo de la lucha por los derechos para las trabajadoras sexuales. Se define como trabajadora sexual, y, en lógica consecuencia, pertenece al Sindicato IAC (Intersindical Alternativa de Catalunya).

Begoña Zabala¿Qué te parece si nos hablas de tu trayectoria de lucha, organización y toma de conciencia desde que empiezas en tu tierra, allá por la Argentina?

Paula Ezkerra. Bueno, yo desde muy pequeña, o sea desde los 16 años, participo desde Buenos Aires, mi ciudad natal, en el movimiento feminista, queer, LGTBIQ, movimientos anticapitalistas, también por los desaparecidos, con las madres de la Plaza de mayo… O sea, que siempre desde pequeña he estado en contacto con las luchas, era una persona que participaba, que iba a las reuniones, que aprendía, bueno y que existía, con todos los movimientos desde Buenos Aires, en Argentina. Y así ha sido hasta el día de hoy.

Lo que he aprendido es que había que profundizar en todas estas cuestiones que analizaba la sociedad toda: la economía, el género, las leyes, la opresión social. Y con lo que más me sentía identificada era en el feminismo. Desde pequeña yo ya me siento interpelada por el feminismo. Y eso, porque construirme como mujer en Argentina, era preguntar qué tipo de mujer ibas a ser. Ver a tu madre, o ver a tus tías, o ver la publicidad, ver el mensaje de cómo ser mujer, me parecía imprescindible en mis planteamientos personales de vida y de desarrollo personal. Claro me metí mucho más en la cuestión feminista, sin dejar de lado la cuestión de la clase, que también lo tenía muy claro. Y no porque yo viniese de una familia extremadamente pobre. Era de una familia de clase media trabajadora. Vamos, que mientras que estuve con ellos no he tenido conflictos económicos, sino un desarrollo normal. Sí que me cuestionaba que yo podía acceder a un tipo de escuela, o de ropa, que otras personas de mi familia no podían. Eso ya me generaba como el run-run, de la cuestión de la clase.

Después cuando ya me vine para aquí, para Barcelona, vine con la idea de conocer el movimiento anarco-feminista, o sea, yo quería saber más de feminismo. Es verdad que en Buenos Aires era intenso, pero para mí, en esos momentos era muy corto, me faltaba algo. Igual no era tan corto y yo no estaba en el lugar correcto. Entonces cuando llegué aquí y conocí el movimiento okupa en Barcelona, anarquista, feminista y anticapitalista, me sentí como en casa prácticamente de forma inmediata, y fui bien acogida por todo el movimiento anarco-feminista okupa de Barcelona, enseguida hicimos migas y construimos juntas muchas cosas. De hecho, hasta el día de hoy, más de veinte años después conservo amistades de aquella época. Amistades personales y políticas.

BZ. En esta segunda fase, digamos, de Barcelona, tú te acercas a grupos y movimientos de un espectro político muy alternativo y rupturista. ¿Tienes ya en estos momentos claros los objetivos de tu lucha como trabajadora sexual y los puedes inscribir en estos ámbitos o estáis construyendo otro tipo de alternativas?

PE. Hemos construido diferentes cosas, que tienen que ver con la identidad del pueblo, con la identidad de las personas, la cuestión de la economía. Mientras todo esto yo ya era trabajadora sexual, pero nunca, por la cuestión del estigma, había salido, había emergido esta cuestión del reconocimiento del trabajo sexual, o dignificarlo. Porque yo no estaba tan segura si era lo lógico, si era lo que yo quería hacer el resto de mi vida, si era cuestionable, si el estigma era verdad o mentira. No me lo cuestionaba, lo asumía como tal y sufría en silencio, por así decirlo. Y como tenía otros frentes políticos abiertos, nunca lo racionalizaba como lo hice mucho después.

De todos estos amores feministas que conocí en Barcelona, Bárbara Biglia fue la que estaba todo el tiempo pendiente de mi, porque yo tenía muchos conflictos con el trabajo sexual, y muchos conflictos con los trabajos. Ella me decía, pues estudia, o trabaja de otra cosa, o no sé qué. Entonces yo trabajaba de otra cosa y no me gustaba y entonces estaba todo el tiempo como que me sentía mal. Con conflictos conmigo misma. Pensaba que la prostitución me había deformado la forma de relacionarme laboralmente con las personas, o simplemente por temor o lo que fuera.

Bárbara me invitó por primera vez en el 2005 a un encuentro de trabajadoras sexuales en Bruselas. Y fue ahí donde yo escuché a trabajadoras sexuales que son parte del movimiento feminista y que hacían una reflexión anticapitalista y que critican el trabajo en sí. Y me pareció maravilloso. Pero ¿cómo yo siendo puta, anticapitalista y feminista no había llegado a este punto? Tuve tanto miedo de confrontarme con esa parte de mi realidad que no fui capaz de analizarlo yo misma. ¿Cómo estas señoras han estado tan iluminadas y han hecho este proceso? Y me pareció impresionante.

Entonces, a raíz de ahí empecé a trabajar. Primero personalmente, luego con asociaciones, con las reivindicaciones que exigimos las trabajadoras sexuales. Y bueno una cosa trae la otra, así que terminamos muy politizadas y finalmente dentro de la CUP como consejera de distrito Y luego de ahí ya el siguiente paso fue la sindicalización, que es donde estamos ahora.

BZ. En relación al trabajo sexual y a la organización, en un momento de tu militancia aparece el grupo “Putas indignadas”, que tiene mucha resonancia y despierta mucho interés. ¿Cómo organizáis este grupo y qué planteamientos tenéis en esos momentos?

PE. Dos o tres años después de Bruselas contacto con las compañeras de Barcelona de “Putas indignadas”. Y ahí conozco a Janet, que es la representante, que entonces se llaman “Putas libertarias”. Y empiezo a ver su politización, muy parecida a la mía. No tan feminista, pero sí muy anticapitalista y anarquista. Con unos lazos profundos con el barrio. Con una conciencia de clase enorme, con la que me siento supercercana, y empiezo a admirar. Entonces ellas me acogen. Me acogen como madres, como hermanas, que es la única manera que yo tengo de ser parte de los procesos políticos. Y así yo aprendo, o, digamos, me siento parte, a través del cariño, también. Entonces en este proceso de conocerlas, pues ellas también me conocen y Janet ve en mi como potencial, entonces nos fusionamos. Y bueno, construimos cosas maravillosas: cortes de calles, caceroladas todos los viernes… Como yo vengo de diferentes movimientos sociales, y también a través del amor y de todo eso, empiezo a ver yo por primera vez que yo ya conozco de todo esto. Y más, todo el proceso de asociaciones sociales y barriales en donde estaban las compañeras de “Putas indignadas”, todo eso hace como una bola, una bola de nieve de crecimiento social y que se empieza a escuchar más a las trabajadoras sexuales. No es por mí, ni es por ellas, pero es el conjunto de todas las sinergias.

Y así fue cómo hicimos cosas con el barrio, cosas muy sentidas y emocionales, muy políticas, muy radicales, y que han hecho incidencia política.

BZ. Así entonces llegáis a la cuestión de la sindicación, donde como tú dices, confluyen los elementos de clase, con los de consideración del trabajo y también con los básicos de organización de la clase. ¿Cómo se desarrolla ese proceso y que acompañamientos vais encontrando?

PE. En primer lugar iniciamos un poco de información sobre la sindicación, pues teníamos una información básica sobre los sindicatos. Pero al mismo tiempo como cualquier persona, sabíamos que los sindicatos defienden los derechos laborales. Por lo tanto, desde mi poca información, entendía que si debíamos ser reconocidas como trabajadoras, ¿qué mejor que un sindicato?. Y ahí empieza la búsqueda: qué tipo de sindicato, cómo lo quieres, con quién vas a hablar, que te ofrecen, qué no te ofrecen… ¿no? Las negociaciones que llevan muchos años, hasta el momento en que un sindicato te ofrezca un espacio específico, autonómico, parecido a tu proyecto político, porque llevamos tiempo, pero no es parecido al de ellas, porque esto es de toma y daca, quiero decir. No es que nosotras venimos aquí a inventar nada. Y esto es importante de valorar, nos sumamos a procesos sociales y de lucha que ya están haciendo otras personas.

Y claro, nosotras, atrevidas, empezamos exigiendo cosas que ningún trabajador o trabajadora tenía. No, no queremos patrones, no queremos esto, y tuvimos que ir aprendiendo que si vamos a hacer el proceso del reconocimiento del trabajo, habrá que aceptar y ceder en algunas cosas, no porque seamos nosotras, sino porque el sistema está organizado de esta manera y en el caso de que se nos reconociera como trabajadoras, pues seguimos las normas que siguen otras trabajadoras. Eso no significa que nosotras no sigamos presionando para que desde el sindicato se exijan más derechos, desde nuestra persepctiva

BZ. En ese sentido, por ejemplo, te estás separando de la línea de calificarte como trabajadora empleada de hogar, o autónoma, sino que reivindicáis trabajadora, por cuenta ajena, con todos los derechos. Sin buscar otros atajos.

PE. Es verdad que nosotras estamos luchando por derechos. Los derechos laborales van de la mano con los derechos de ciudadanía. Por lo tanto, sabemos que los autónomos y las autónomas, aquí, en España, no tienen muchos derechos. La trabajadora del hogar, tampoco. Entonces queremos que nuestra lucha también sirva para otras luchas sociales. O sea, se tiene que replantear el trabajo así. Y lo que signifique. ¿Por qué tenemos nosotras que pagar la seguridad social para trabajar para un tercero, por ejemplo, si estamos hablando de empleadas de hogar o autónomas, o falsas autónomas?

BZ. Me ha parecido interesante la idea que ha salido de que todo el trabajo hay que criticarlo, por ser una explotación, frente a gente que tiene esta concepción de que se pide ser trabajadora para estar en un lugar privilegiado. Y así os miran, algunas, como si ese lugar no os correspondiese.

PE. Yo creo que un amplio sector de la sociedad critica cualquier exigencia de los movimientos sociales, sindicatos u organización social. ¿Por qué? Pues porque estamos construidas y enseñadas de esas manera; que parece que hay que callar, que hay que soportar, aguantar, que no podemos pedir más porque ya lo tenemos todo. Sin ver, que en realidad quienes tienen todo, son las personas que manejan a los políticos, que son los banqueros, que son los dueños de los pactos de los contratos laborales, que son los dueños de nuestros tiempos libres, y de nuestros espacios de trabajo. O sea que a ello no les importa nada nuestra realidad. Y hay gente que, dado que nos han lavado tanto el cerebro, pues defienden todavía este posicionamiento de lo que significa el trabajo.

Hoy exponía en la intervención lo que se decía de lo que significa el trabajo que es tortura al esclavo, ¿no? Trabajo viene del latín tripalium, que significaba literalmente tres palos, y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba al reo, para torturarlo.

Con esto quiero decir que hemos pasado por varios procesos. Han lavado tanto la palabra trabajo que ha pasado de ser tortura al esclavo a ser dignificante, digno el trabajo.

Así que quiero recuperar el origen de la palabra para ir en contra de lo que significa. Y reformular el trabajo en el sentido de que es una necesidad para todas las personas.

BZ. ¿Piensas tú que son realmente duras las condiciones del trabajo sexual? Es decir, ¿son más duras que otras? ¿Se pueden comparar con otras condiciones laborales de otros trabajos que sí son considerados como tales?

PE. Las condiciones de trabajo son duras, sí, son difíciles, son complejas. Tú puedes acomodar -depende de la experiencia que tengas, los años y las facilidades que tengas de negociar- cómo trabajar y dónde. Pero también hay que señalar que la falta de visibilidad del trabajo hace que las personas que recién entran en ese trabajo acepten cosas que las que ya tenemos experiencia no aceptamos. Y esto pasa en otros trabajos. Las personas que se incorporan, las personas más jóvenes que se incorporan a cualquier profesión aceptan contratos más precarizados que otras que tenían otros privilegios y que no van a trabajar por menos dinero y más horas. En cambio, las personas que entran al mercado sí aceptan cualquier cosa, porque no conocen otra realidad de lucha.

BZ. O sea que entiendes que falta una transmisión de la lucha y de las condiciones laborales y de negociación, por decirlo de alguna forma, que la gente cuente cómo se está y qué se puede negociar.

PE. Sí claro, y aparte de esto, no alejarlo del relato de los otros trabajos. Pero en sí el trabajo, ¿es duro? Pues sí. Como cualquier otro trabajo, y más sobre todo, porque no está reconocido. Ahí sí que se agudiza la precarización, agudiza las exigencias para que hagas más cosas por menos dinero, o ese tipo de cosas, ¿no? que, insisto, no se alejan de las realidades laborales de otros trabajos.

BZ. Se ha hablado mucho de esclavitud, de explotación, … A veces incluso se señala a la prostitución como una figura que tendría que entrar en el Código Penal, como violencia de género. ¿Cómo ves el tema de leyes penalizadoras para estas actividades? ¿Se están mezclando situaciones de trata, como prostitución forzada con situaciones de prostitución?

PE. Vamos a ver, hay una figura penal, que es la situación de la trata, que sí está penalizada, pero habría que verla bien porque esta ley no beneficia a las mujeres. Esta ley solamente lo que hace es potenciar la ley de extranjería, para limitar los proyectos empresariales de las mujeres que vienen de otros países, que son migrantes y que deciden ejercer el trabajo sexual para, como proyecto empresarial, mejorar su vida y su situación económica. Entonces lo que hacen las leyes de trata es confundir trata con trabajo sexual. Y niegan la capacidad de agencia a las trabajadoras, a las personas que deciden migrar o estar aquí y ejercer su trabajo, o ejercer el trabajo sexual, porque por lo que sea consideran que es más rentable, o más cómodo o lo que quiera que fuera el trabajo sexual. Y entonces limita a las compañeras. Y ahora mismo, la ley de trata, supone agudizar las penalizaciones a las migrantes. No ayuda a personas que están realmente en situación de trata. No hay espacios que acojan, espacios amables, seguros… Porque si vienen en una situación de trata, es como una situación de violencia extrema donde te pueden llegar a matar, a golpear… Es como que viene del amor romántico, viene de la mano de la pareja. Para eso las mujeres, y aquí dentro del feminismo, tenemos que estar bien cuidadas o bien aconsejadas, para poder salir de esta situación de violencia que venimos sufriendo. Tanto sea de violencia de género como de trata.

Entonces la ley de trata tiene que contemplar todas estas realidades. Entender que es una violencia de género, la trata. Y, por supuesto, potencializar la autonomía y la independencia de las trabajadoras, que deciden ser trabajadoras sexuales y no están en situación de trata.

Como bien dijo la compañera de Genera los números que manejan las organizaciones son del 20 y hasta el 25% de mujeres en situación de trata. No tendría que haber ni un 1%, pero existe. Como existe en otras profesiones esclavitud y trata.

Ahora bien. Las leyes hay que cambiarlas. Y eso sin penalizar a las trabajadoras sexuales. O sea, la trata es un delito penal, pero la prostitución, no. Entonces separemos las aguas, seamos objetivas y trabajemos conjuntamente para que esto sea mejor para todas.

BZ. En todo este tema y trabajo, a nivel internacional, ¿hay algún movimiento de trabajadoras sexuales? ¿Estáis en alianzas con otras feministas, o con antirracistas, o con organizaciones de trabajadoras sexuales?

PE. Ahora hay organizaciones prácticamente en todo el mundo. Latinoamérica tiene una red propia que se llama Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe. Luego está el sindicato de trabajadoras sexuales que es una sección sindical que se llama AMMAR, en Argentina, que tiene 6.000 afiliadas. En Bélgica, hay sindicato de trabajo sexual también… Bueno, la verdad es que hay en muchos países.

Es que la única manera de cambiar la situación, no solamente para nosotras, sino para todas las trabajadoras, es que trabajemos conjuntamente y que entendamos las transversalidades, o sea, como que si somos migrantes, si somos negras, si somos pobres, entender que es una cuestión de pobreza, de clase y de género. Trabajar desde ahí para poder construir algo más amable para todas.

BZ. Y por último te quería hacer una referencia a la sindicación. Has venido invitada por el sindicato LAB. Tú estas en otro sindicato, IAC ¿cómo son tus relaciones militantes en el sindicato y con otros sindicatos?

PE. ¡Ah! Maravillosas, tengo mucha suerte. Pero quiero señalar que yo también soy luchadora y reclamo el espacio que me merezco, que nos merecemos todas. No permito que nadie me diga lo que tengo que hacer. También escucho y sé aprender. Así ha sido un proceso largo, a veces doloroso, pero sobre todo rico, evolutivo y que todavía tiene mucho camino por delante. Eso por lo que se refiere a la Intersindical Alternativa. LAB, por lo demás, siempre me ha recibido con mucho cariño, así que estoy más que agradecida. Me han escuchado y yo siempre estaré presionando para que se creen las secciones sindicales. Pero cada sindicato tendrá su proceso.

BZ. O sea que a ti te parece que la salida es que los sindicatos tengan sus propias secciones de trabajo sexual, en lugar de otras alternativas más gremiales o corporativas…

PE. Yo creo que esto es un criterio muy personal, y creo que en estos momentos lo más interesante son las construcciones colectivas con otros trabajadores y trabajadoras, que crear un sindicato corporativo de trabajo sexual. ¿Por qué? Nosotras no tenemos experiencia de lo que significa el derecho laboral. No tenemos herramientas, ni intelectuales, ni políticas, ni contactos, ni el poder que se necesita para crear ahora mismo un sindicato corporativista, que ya existe, como sabes, pero que no está vigente porque no le han dejado aprobar sus estatutos. Sí, termina siendo una asociación. En estos momentos el único sindicato que tiene una sección sindical, oficial, con los estatutos vigentes y con asesoría jurídica y que ha procedido como sindicato ha sido el de la IAC. Yo apuesto a por eso. A una confrontación social conjunta de diferentes sectores de diferentes trabajos, incluyendo, el del trabajo sexual.

Fuente e imagen: https://vientosur.info/spip.php?article15328

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Qué es la violencia de género

Por: María Sahuquillo.

 

Y no hay una única forma de violencia de género, sino varias, que pueden clasificarse dentro de violencia física, sexual o psicológica.Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en todo el mundo, mayoritariamente por parte de sus parejas o exparejas. En casa, en la calle, en el espacio de trabajo, como advierte ONU Mujeres, la violencia contra las mujeres es una pandemia mundial de consecuencias nefastas.

Violencia por el compañero sentimental

Más del 30% de la población femenina del mundo ha sufrido violencia física o sexual de su pareja o esposo. Esta, la ejercida por parte de los compañeros sentimentales, es la forma más frecuente de violencia contra las mujeres. De hecho, se estima que en uno de cada dos mujeres asesinadas al año, el autor es su pareja o un miembro de la familia. Sin embargo, todavía hay un tercio de los países del mundo que no tienen leyes para afrontar esta lacra.

Violencia sexual

La violencia sexual es todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones no deseados. También es violencia el uso de la sexualidad de una persona mediante coacción por parte de otra persona, sea cual sea su relación con la víctima o las circunstancias en las que se produce la relación, según la definición de ONU Mujeres.

La violación —tanto dentro del matrimonio, como por parte de conocidos o extraños—, los avances sexuales no deseados o el acoso sexual; los abusos sexuales y la convivencia o matrimonio forzado son violencia sexual.

Trata y explotación sexual

La trata de seres humanos es la adquisición y explotación de personas por medio de la fuerza, la estafa o el engaño. Se estima que 4,5 millones de personas de los 21 que realizan trabajo forzoso son víctimas de explotación sexual. El 98% de ellas son mujeres y niñas, según cálculos de ONU Mujeres.

Ablación

Como mínimo 200 millones de mujeres y niñas que viven hoy en día se han visto sometidas a la mutilación genital en 30 países. En casi todos ellos, la ablación se practicó a la mayoría de las niñas antes de que cumplieran cinco años. La ONU considera la mutilación genital —procedimientos que alteran o causan intencionadamente lesiones en los órganos genitales femeninos por motivos no médicos— una forma de violencia contra la mujer. La mutilaicón genital femenina además de un dolor extremo y secuelas psicológicas conlleva graves riegos sanitarios, entre ellos la muerte.

Matrimonio infantil

Cómo garantizar plenamente que una menor de edad presta su consentimiento a un matrimonio de manera libre. El matrimonio infantil es una de las formas de violencia contra la mujer por las grandes dudas que existen sobre la libertad con la que la menor llega a la unión. En muchos casos, las niñas acceden por presiones familiares, sociales o económicas. Además, el matrimonio infantil implica, según ONU Mujeres, que las niñas ponen fin a su educación en la mayoría de los casos. También tienen un mayor riesgo de sufrir violencia por parte de su compañero.

Fuente del artículo: https://elpais.com/internacional/2016/11/25/actualidad/1480079741_411374.html

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España: La violencia contra la mujer en el mundo

Europa/ España/ 25.11.2019/ Fuente: elpais.com.

Muchos países no cuentan con legislación específica para abordar la violencia de género

1. Legislación sobre violencia doméstica en el mundo

 

Grandes zonas del planeta no cuentan con legislación en violencia doméstica. La mayoría de los casos se concentran en África, pero también es un caso frecuente en Oriente Próximo. En el conjunto de países de la OCDE también hay ejemplos de estas lagunas: Bélgica, Estonia, Islandia, Países Bajos y Canadá no tienen leyes específicas para este tipo de violencia. Es el caso también de Rusia. Son ejemplos de que no siempre existe una correlación entre un nivel de ingresos altos y la existencia de coberturas legales, según los datos del Banco Mundial.

2. Países en los que los violadores quedan exentos de culpa si la violación se produce dentro el matrimonio

 

En India, Irán o Kenia y varios de sus países vecinos los violadores quedan libres de culpa si estaban casados con sus víctimas en el momento de la agresión. Los países de Europa y la práctica totalidad de los de América no permiten esta exención.

2. Países en los que los violadores quedan exentos de culpa si la violación se produce dentro el matrimonio

 

En India, Irán o Kenia y varios de sus países vecinos los violadores quedan libres de culpa si estaban casados con sus víctimas en el momento de la agresión. Los países de Europa y la práctica totalidad de los de América no permiten esta exención.

 


3. Países en los que los violadores quedan exentos de culpa si se casan con la víctima

 

En otros países, en cambio, es posible quedar libre de pena si el violador se casa con la víctima. En Europa, el único caso es el de Bulgaria. En África, países como Túnez, Libia, Eritrea, Camerún, Guinea Ecuatorial y Angola también lo permiten. Varios países árabes de Oriente Próximo recogen legislaciones similares.

Fuente de la noticia: https://elpais.com/internacional/2016/11/22/actualidad/1479813855_877756.html

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Por qué el día contra la violencia de género es el 25 de noviembre

Por: María Sahuquillo.

Desde 1981, Latinoamérica conmemora cada 25 de noviembre el día contra la violencia de género. Los movimientos feministas de la región, con una de las tasas más altas de violencia contra la mujer, acuñaron esa fecha en honor a las dominicanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, tres hermanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, del que eran opositoras. Años más tarde, en 1999, la ONU se sumó a la jornada reivindicativa y declaró cada 25 de noviembre Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en honor a las hermanas Mirabal.

“Cuando asesinaron a mi madre yo tenía cuatro años. Y también me asesinaron la posibilidad de conocerla”, cuenta Minou Tavárez Mirabal, la hija de Minerva, la más activa de las tres hermanas contra el dictador Trujillo. “Me he tenido que conformar con los recuerdos de otros y tal vez alguna pequeña cosa que yo creo que recuerdo, pero que no estoy segura de que sea del todo real: mi madre poniéndose una especie de traje militar, con una boina; ella mirándose en un espejo, caminando por un pasillo; el día que a ella se la llevaron presa, que yo me aferré a su pierna y ella se molestó conmigo porque me eché a llorar… Yo creo que no quería verse débil frente a quienes se la llevaron”, rememora por teléfono desde República Dominicana Tavárez Mirabal.

El 25 de noviembre de 1960, los cuerpos de las hermanas Mirabal eran hallados, destrozados, en el interior de un jeep hundido en un barranco, en Salcedo, al noreste de República Dominicana. Horas antes, las tres mujeres, activas militantes contra el régimen de Trujillo, habían sido asesinadas por un escuadrón enviado por el dictador. Los hombres del autócrata las mataron a golpes y las metieron dentro del vehículo para simular un accidente. Pero nunca hubo duda de que se trataba de un crimen. Y el asesinato de las hermanas Mirabal, conocidas como “las mariposas”, fue uno de los detonantes de la caída de Trujillo.

María Teresa, una de las hermanas Mirabal, asesinada el 25 de noviembre de 1960.
María Teresa, una de las hermanas Mirabal, asesinada el 25 de noviembre de 1960. ARCHIVO FAMILIA MIRABAL

«Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte», dijo en más de una ocasión, cuando ya se sabía amenazada, Minerva Mirabal, la más activa de las tres mariposas. Años más tarde, las hermanas Mirabal, nacidas en una familia acomodada de comerciantes, con carreras universitarias, casadas y con hijos, se convirtieron en un símbolo de la lucha contra la violencia de género. Una lacra global y multiforme de consecuencias devastadoras para el planeta. La trata, la violencia sexual, económica, psicológica, el acoso, la mutilación genital… son graves violaciones de los derechos humanos que afectan al 70% de las mujeres de todo el mundo.

“Una sociedad no puede llamarse democrática si tolera que a las mujeres se las está maltratando y asesinando. Y eso se produce, además, con mayor frecuencia, en los espacios donde deben estar más protegidas, sus hogares, su entorno, con las personas con las que se relacionan”, lamenta Minou Tavárez Mirabal, profesora universitaria y fundadora del partido Opción Democrática y que pese a que se siente orgullosa de que el legado de su madre y sus tías den nombre al día contra la violencia de género, lamenta que esta lacra aún sigue siendo un gravísimo problema en República Dominicana —donde se producen unos 200 asesinatos de mujeres por razón de género al año— y en toda la región, donde se registran una media de 12 al día.

Su madre, Minerva, que junto a su esposo, Manuel Tavárez —que más tarde también fue asesinado—, lideraba el Movimiento Patriótico 14 de Junio, ya había pasado por la cárcel por su oposición a Trujillo. También sus hermanas Patria y María Teresa. La más conocida era Minerva, pero las tres se habían destacado por sus actividades revolucionarias. “Fue un crimen de carácter político. Las mataron porque llevaron adelante un movimiento de resistencia político, el más importante contra la dictadura de Trujillo. Y él se sentía impotente, pensaba que no lo podía doblegar, así que las mató. El dictador ya había dicho que sus principales problemas eran la iglesia católica y la familia Mirabal”, apunta la hija de Minerva. “Trujillo trataba de no nombrar a las hermanas Mirabal; y menos a Minerva, a quien tenía un odio especial, como si no mencionarlas les fuese a quitar fuerza”, añade.

Muchos cuentan que, además, Trujillo tenía marcada a Minerva Mirabal, a quien había intentado seducir.

Muchos cuentan que, además, Trujillo tenía marcada a Minerva Mirabal, a quien había intentado seducir sin ningún éxito una década antes. Se habla incluso de que la mujer le rechazó con un bofetón en un baile, organizado solamente para que Trujillo pudiese bailar con ella, que le dejó en mitad de la pista del evento al que fue, directamente conminada a asistir con amenazas a la familia. “Trujillo había intentado poseerla, como todo lo que había en este país, en esta isla que creía que era de su propiedad. Y ella se permitió el atrevimiento de rechazarlo y de rechazar su acercamiento para conquistarla. Y le rechazó también de manera política. Y Trujillo lo sintió. Se cuenta que tras el bofetón, ella le dijo que no le gustaba su Gobierno”, dice Minou Tavárez, que ha crecido junto a sus primos, al cuidado de su abuela y de Dedé Mirabal, la única hermana que quedó con vida y que ya falleció.

“Me siento orgullosa como hija, como mujer, como dominicana, de que la fecha del 25 de noviembre sirva para llevar adelante una campaña que es indispensable”, apunta Minou Tavárez. Sin embargo, advierte, no es suficiente con declarar el día contra la no violencia hacia la mujer. “El tema se ha introducido en los discursos como lo políticamente correcto, pero al mismo tiempo puedes apreciar la indiferencia con la que los mismos actores que pronuncian discursos contra la violencia de género, por la igualdad y no discriminación, cada 25 de noviembre u 8 de marzo no creen en lo que están diciendo; no tienen ningún compromiso. Solo un día no sirve. Tienen que ser todos”.

Fuente de la reseña: https://elpais.com/internacional/2016/11/25/actualidad/1480069515_670615.html?ssm=FB_CC

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