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“Grave, que hayan dejado de buscar a nuestros hijos”: familiares de desaparecidos frente a Palacio Nacional/México

América/México/17/06/2020/Autor y fuente: desinformemonos.org

Desde el 4 de junio decenas de familiares de desaparecidos y desaparecidas realizan un plantón frente a la sede del Poder Ejecutivo. Ahí han recibido las lluvias y granizadas, el frío de las noches y el sol inclemente de las tardes, pero están decididos a no moverse hasta ser recibidos por el presidente López Obrador, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el subsecretario de derechos humanos, Alejandro Encinas, al mismo tiempo.

 

Guadalupe Casarrubias Mancilla viene de Chilpancingo, Guerrero, a exigir frente al Palacio Nacional, en el zócalo capitalino, que las autoridades la ayuden a encontrar a su hijo desaparecido hace ocho años. “ He andado buscándolo, porque las autoridades no resuelven nada; al contrario, la desaparición y la delincuencia van en aumento día con día, y queremos respuesta y queremos solución”.

Al presidente Andrés Manuel López Obrador, dice, “lo invito a que venga a solucionar. Exijo que nos den apoyo, acompañamiento para seguir en las búsquedas. Yo doy mi vida, no voy a dejar de buscar a mi hijo hasta que yo muera. Ésa es mi petición”.

“¿Dónde están?”, escribieron con letras gigantes los familiares de desaparecidos frente a Palacio Nacional. “¿Dónde están?”, les preguntaron a los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Y hoy a Andrés Manuel López Obrador, quien a finales de marzo, lamentan las familias, saludó y habló con la mamá del narcotraficante Joaquín Guzmán, El Chapo, calificando su deferencia como un acto humanitario que, sin embargo, con las víctimas no ha tenido.

Desde el 4 de junio decenas de familiares de desaparecidos y desaparecidas realizan un plantón frente a la sede del Poder Ejecutivo. Ahí han recibido las lluvias y granizadas, el frío de las noches y el sol inclemente de las tardes, pero están decididos a no moverse hasta ser recibidos por el presidente López Obrador, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el subsecretario de derechos humanos, Alejandro Encinas, al mismo tiempo.

Vienen de algunos de estados con altos registros de violencia en el país, como Guanajuato, Veracruz, Morelos, Guerrero, Michoacán y Sonora, y exigen, además de atención y respeto, la destitución de la titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), Mara Gómez Pérez, a quien acusan de revictimizarlos, de darles un trato indigno, y de profundizar el deterioro de esta instancia que es vital para ellos.

“No podemos dejar que el incumplimiento constante de Mara Gómez continúe interfiriendo con los procesos de búsqueda de personas desaparecidas y con la atención jurídica, médica y psicológica a las víctimas que establece la Ley General de Víctimas”, señalaron, al tiempo de exigir ser vistos y escuchados.

La táctica de dividirlos al ofrecerles apoyos individuales no les ha funcionado a las autoridades. El 8 de junio dieron a conocer una carta dirigida al presidente firmada por 700 personas y 61 colectivos.

Tranquilina Hernández Lagunas busca a su hija a Mireya Montiel Hernández, desaparecida el 13 de septiembre de 2014. Bajo la carpa en la que ha permaneceido los últimos 13 días, señala que el plantón se debe a que “han violado nuestros derechos humanos, por lo que estamos exigiendo que no haya más revictimización y que seamos escuchadas por nuestro gobierno”.

Por su parte, María Guadalupe Rodríguez Narciso, del Colectivo de Padres y Familiares de Desaparecidos, Secuestrados y Asesinados de Guerrero, insiste en que esperan la respuesta del presidente de la República, quien el día de esta entrevista se encontraba de gira en Veracruz, lugar en el que no accedió a recibir a los familiares de desaparecidos por “cuidar la sana distancia”, declaró.

“Es muy grave que hayan dejado de buscar a nuestros hijos”, lamenta María Guadalupe, mientras su compañera señala que están dispuestas a dar la vida en la búsqueda de sus hijos: “No voy a dejar de buscar a mi hijo hasta que muera”, dice, mientras Elías Atencio, procedente de Colima y sin formar parte de ningún colectivo, se une al plantón porque, dice, nadie lo ha recibido y tiene cinco hijos desaparecidos.

Fuente e imagen:   https://desinformemonos.org/grave-que-hayan-dejado-de-buscar-a-nuestros-hijos-familiares-de-desaparecidos-frente-a-palacio-nacional/

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Levantamiento social en Estados Unidos: antirracismo y resistencia civil no violenta

Por: Pietro Ameglio

 

1-Un “Hecho Social Original” de Lucha

Cuando un pueblo en forma masiva y con “firmeza permanente” grita “¡Ya basta!”, delimitando así pública y abiertamente, su “frontera moral y material”, no podemos menos que ¡emocionarnos al extremo!. No se trata sólo de un tema de dignidad sino de toma de conciencia ante los límites de la inhumanidad dispuestos a tolerarse. En octubre del año pasado sucedió en Ecuador, y poco después en Chile también. En México podríamos tener una referencia similar, en la radicalidad moral y material de la respuesta social en enero del 94 para parar la guerra en Chiapas, y en octubre del 2014 ante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Este tipo de levantamientos sociales se enfocan a la construcción de una “paz desobediente”, porque surgen de la indispensable “desobediencia debida a una orden inhumana” (Juan C. Marín); y nos dejan siempre una gran pregunta fundamental para la construcción de nuestra propia identidad moral: ¿cuál es nuestra frontera moral? ¿qué orden inhumana nos puede indignar para tener este nivel tan alto de respuesta individual y colectiva?

Algo central para construir un pensamiento autónomo es la capacidad de captar los hechos sociales originales, en sus especificidades, conceptos nuevos a aprender, no normalizarlos, no generalizarlos, no interpretarlos mecánicamente según categorías pasadas. Problemas de racismo y protestas hay en muchos lugares del mundo, pero lo que está sucediendo específicamente a todo lo largo y ancho de EU ahora no son sólo protestas -ni “reiteraciones mecánicas” de otras movilizaciones-, sino que tiene, por distintas características, la posibilidad latente que sea más que un estallido social, que sea un “levantamiento social” en el sentido de un “despertar” y “cambio más profundo” real en algún aspecto central de la vida social, no en un sentido de “revolución” como a veces lo entendemos en América Latina. Como bien señalaba Spike Lee: “No había visto marchas tan diversas desde que era niño (citando los movimientos sociales de los 60 con Martin Luther King)” (La Jornada, 2-6-20).

Un levantamiento se sitúa en el plano de la “lucha social”, que es precisamente donde están las actuales movilizaciones en EU, mientras las muy valiosas movilizaciones de otras partes del mundo están en el plano de la “solidaridad”, muy importante y necesario, pero no es lo mismo, en la lucha existen adversarios concretos a quienes enfrentar y dirigir las acciones. Intentemos analizar este aspecto clave para poder entender lo que sucede y hacia dónde pudiera ir su direccionalidad: el tipo de objetivos seleccionados junto al tipo de las acciones noviolentas instrumentadas, nos parece, hablan de la claridad acerca de los adversarios y la necesaria proporcionalidad en las acciones con la violencia que se combate.

Creemos humildemente, a mucha distancia y sin conocer bien al país, que podría tratarse de una posible “vuelta de tuerca” en la política social de ese país, en cuanto al racismo, a la violencia policial y al sentido de la seguridad pública. Los efectos de este levantamiento (continuo y creciente, extendido por gran parte del territorio, multirracial y de todas las edades e identidades sociales, apoyado por muchos sectores de la reserva moral nacional, cada día más masivo y firme en la radicalidad noviolenta) están creciendo cada día en cuanto a proyectos de cambios legislativos, políticos, presupuestales, institucionales y de lógicas policiales, del uso de la fuerza pública, etc. , que claramente habrá que ver si se concretizan. Lógicamente todo son aún preguntas, hipótesis, esperanzas, aprendizajes.

2- La violencia como proceso de concatenación de acciones y complicidades

¿Por 20 dólares (¿falsos?) asfixiar a alguien con físico muy fuerte, que no opuso resistencia y sólo decía “¡Mamá! ¡¡¡No respiro!!!” en plena avenida, en pleno día, 4 policías humillándolo tirado en el piso, por casi 9 minutos? ¿Por qué tanta crueldad, abuso de violencia, humillación, si en ningún momento se ve que le interroguen por el aparente delito? ¿Cuál es la relación entre el fin y los medios?

Evidentemente hay mucho más detrás de esta acción de “violencia directa”, en cuanto a “violencia cultural y estructural” mucho más profundo: el racismo, la desigualdad social, la brutalidad de la autoridad (empezando por la policía y el ejército) para reprimir o disparar sobre afrodescendientes e inmigrantes de todas las nacionalidades, el militarismo y autoritarismo gubernamental, la impunidad de los asesinos en los tribunales, la manipulación mediática contra los más indefensos…como muy bien lo denuncia el movimiento de Black Lives Matter (Las vidas negras importan).

Para profundizar en la búsqueda de estos “inobservados sociales”, claves para entender lo que realmente pasó, será importante escuchar también a Dereck Chauvin y a los otros tres policías (Thomas Lane, Alexander Kueng y Tou Thou) que lo acompañaban y participaron directamente en ese asesinato, en formas diferentes, acerca de qué “órdenes obedecían ciegamente”. Estos tres policías fueron también cómplices, al no ser capaces de “desobedecer la orden inhumana” de su colega, ejecutada ante sus ojos. Un castigo ejemplar brutal, sin siquiera la mínima humanidad e inteligencia práctica de oír las súplicas de la víctima agonizando: ¿qué proporción y relación falta-castigo hay entre asfixiar a alguien y pagar con un billete falso de U$ 20 (en caso que fuera cierto)? ¿Me pregunto si el jefe de la unidad policial de Dereck, y los jefes de la policía de Minneapolis y Minessota no han renunciado? ¿Creen que no son responsables directos, no tienen ninguna dignidad personal o están de acuerdo con esa acción?

La construcción y narrativa mediática y política oficial inicial fue para garantizar la mayor impunidad, a partir de señalar permanentemente un solo victimario -Dereck Chauvin- pero quedó rápidamente destruida al mostrarse un video donde dos de estos policías estaban con sus rodillas en la espalda de George, lo que explica que él no haya podido siquiera moverse un poco para resistir. Y el cuarto agente estaba parado a centímetros de Dereck “contemplando” la acción, y no sabemos si le decía algo. Ese cuarto agente se parece a muchos de nosotros, en ocasiones en que vemos una situación de injusticia y no decimos nada, y con nuestra presencia silenciosa la avalamos.

En el fondo, lo que está detrás de esta cuestión es cómo comprender y enfocar la reflexión sobre hechos de violencia social: viéndolos sólo en su “punto periférico” del último elemento que hace la acción final, o como un proceso de muchos cuerpos que van construyendo las condiciones para esa “acción final”. En este último caso, dentro de la cultura de paz, son muchas las responsabilidades y las consecuencias a imponer para promover la verdad, la justicia , la no repetición y la reparación. Los hechos de violencia son así la resultante de la construcción de un proceso social donde se enlazan o concatenan -en muy diferentes y complejas formas y sobre todo lógicas de pensamiento y acción- distintas acciones y niveles morales: Dereck antes -en otras situaciones- puso sus rodillas en las espaldas de los detenidos, antes estuvo parado al lado del principal victimario sin decir nada, antes filmó una escena de violencia en la vía pública y no la subió a redes o denunció, antes tenía celular pero no filmó la escena de violencia…Por ello, la construcción de una “paz desobediente” consiste en la toma de conciencia -sin culpabilidad- de dónde está mi cuerpo en cualquier proceso social de violencia que atraviese mi identidad, y comenzar cuanto antes a desprocesarlo con la “desobediencia a esas órdenes inhumanas”.

A su vez, detengámonos por un momento a revisar los tiempos de este hecho social, que inició con el brutal asesinato el 25 de mayo del Sr. George Floyd (Carmen Fracchia: https://www.fronterad.com/cuantos-crimenes-mas-como-el-de-george-floyd-tienen-que-ocurrir-en-estados-unidos-para-enterrar-el-racismo/) a plena luz del día en una calle de Minneapolis, afroamericano acusado de pagar con un billete falso, algo que hasta hoy no está demostrado, y que además él mismo pudo recibirlo de otro lado. Al otro día, los 4 policías fueron despedidos; ¡4 días después (29 mayo)! recién es arrestado el victimario más directo Dereck Chauvin, acusado de homicidio de 3er. grado; ¡9 días después (3 junio)! apenas se arrestó y acusó a los otros 3 policías (¡increíble pensar que sólo Dereck fuera el responsable!) y se agravan los cargos contra Dereck acusándolo de homicidio de 2º. grado.

3- Lucha noviolenta como Levantamiento Social

¿Por qué esta escalada de sanciones -aunque muy lenta para la gravedad del asesinato, igualmente importante para la historia de la justicia contra los policías en EU por crímenes de violencia hacia las poblaciones afroamericanas-? Sin duda, en gran parte, por las enormes y ejemplares movilizaciones sociales masivas en todo el país.

La primera gran acción noviolenta y clave para romper la impunidad, y desatar el levantamiento social, fue una transeúnte que, con gran valor, filmó los hechos y los subió a las redes. Esa persona, primero tenía un arma como es un celular, pero, segundo y principalmente, se animó a usarla en la escena del crimen frente a los policías, y luego, con mayor valor aún se animó a difundir la filmación en redes. Son tres acciones diferentes, que exigen un creciente valor y determinación moral. Ella no quiso ser cómplice con su silencio, “mirando para otro lado como si no pasara nada”, normalizando ese asesinato en plena vía pública. Esta acción es totalmente opuesta -en su lógica y forma- a la del cuarto policía que ”contempla” -cómplice- sin hacer nada a los otros tres victimarios directos. ¿La construcción de nuestra propia identidad social a quién se parecerá más de estos dos personajes?

Asimismo, en lo personal, sentí una emoción grande al ver las fotos de las gigantescas oleadas masivas multi-identitarias en muchísimas ciudades de EU, con una enorme determinación moral, fraternidad, solidaridad con la familia Floyd y los afroamericanos, y realizando acciones noviolentas en su inmensa mayoría para lograr ¡cambios de fondo ya!. También me emocioné con dos fotos en que se mostraban un cuartel de policía en Minneapolis y una patrulla quemándose. En estas fotos se ve toda la fuerza de la lucha noviolenta en este levantamiento social, al quemarse uno de los principales símbolos de la identidad de los cuatro victimarios: un coche de policía y el cuartel donde reciben las órdenes inhumanas. No se están quemando policías sino un símbolo, en una acción que podría ser vista como un “ataque directo” violento a un objeto material del poder público, pero que en su lógica de “construcción de justicia y paz verdaderas” constituye la destrucción de un medio que acaba de ser usado para cometer un crimen de atroz inhumanidad, por tanto la interpretación de la acción no debe centrarse en el “fetichismo” de la mirada hacia las armas usadas (bombas molotov), y con ello ocultar el verdadero significado de la acción: destruir lo que mató a George. Es una acción que entraría en un rango cercano al “sabotaje”, que son tipos de acciones en la frontera entre la noviolencia y la violencia, porque no atacan a personas sino a objetos que esas personas adversarias usan para oprimir o acumular más poder. Por acciones de ese tipo Nelson Mandela fue preso 27 años (1962-90).

A su vez, algo que también afloró rápidamente en estas protestas masivas, es la historia y cultura que existe en el pueblo norteamericano, y especialmente en el afrodescendiente por Martin Luther King y muchos otros líderes noviolentos, acerca de las movilizaciones noviolentas y particularmente de la desobediencia civil, verdadero motor en el avance de la humanización de nuestra especie, y para nada factor de caos social como pregonan quienes quieren conservar el statu quo. Es una experiencia histórica que está instalada en muchas identidades sociales y culturales, y puede aflorar cuando se necesita. Lo que estamos viendo, con emoción y total solidaridad, en la parte de la población norteamericana levantada contra esta brutal injusticia, es una gran ira, rabia e indignación moral y material. ¡Qué bueno! La vida, dentro de la cultura y construcción de paz con justicia, exige estar permanentemente atento ante situaciones inhumanas que nos rodean -cerca o lejos- y reaccionar ante ellas “desobedeciendo” para no ser cómplices -directos o indirectos-. Ése es el “camino para humanizarnos”; a veces es individual, a veces grupal, a veces masivo como ahora. O sea, en palabras del zapatismo, Hannah Arendt y Stephane Hessel, construir, promover y accionar la “digna rabia” y la “indignación”. La población de muchas ciudades de Estados Unidos, y luego de otros lugares del mundo, colocó la indignación moral, la justicia, el no al racismo, por encima del terror a morir por el contagio, y salió a las calles -para recuperarlas y no soltarlas en este encierro pandémico- poniendo sus cuerpos en forma masiva y en total contacto a protestar con enorme determinación, en los lugares exactos asociados a los victimarios y las autoridades que los sostienen -empezando por el presidente-, para exigir plena verdad, justicia y cambios de fondo.

Una acción muy bella y ejemplar fue que la gente en muchas ciudades se quedó en la calle protestando aún con toque de queda (existente en más de ¡40 ciudades!), enfrentando los arrestos masivos con total calma y poder. Bien dijo Luther King: “Hasta que no seamos dignos de llenar las cárceles, no seremos dignos de la victoria”. Se sabe que en un nivel de legitimidad y masas como ahora, el encarcelamiento rápidamente se le revierte a la autoridad, se vuelve simbólico e inmoral, por lo que se ve obligada a cancelarlo. Asimismo, la permanencia del plantón frente a la Casa Blanca, pese a las grandes amenazas y represión de Trump, ha sido significativa. Emblemática también fue la negativa de Choferes sindicalizados de Minneapolis a transportar manifestantes arrestados por la policía, en un claro ejemplo de no-cooperación. A su vez, cada vez más será clave la participación pública decidida y clara de grandes sectores de la “reserva moral” estadounidense (arte, cine, ciencia, cultura, política, religión, sindicatos, deportes…) manifestándose abiertamente en forma noviolenta radical, proporcional al hecho de alta violencia que se combate.

Por otro lado, es una experiencia histórica que un adversario como Trump tiene su mayor potencial incitando a la violencia (en un twit que Trump sacó enseguida que comenzaron las protestas dice: “Si comienzan los saqueos, comenzarán los tiroteos”), construyendo la espiral del odio (acusando de terroristas a los grupos antifascistas) y mostrándose mesiánicamente como salvador (foto con la Biblia en la iglesia de san Juan). Necesita justificar su represión de todo nivel mostrando y provocando la violencia de los adversarios, de ahí que el movimiento social noviolento conoce por experiencia que la fuerza moral y material de las protestas pierde muchísima eficacia si hay ataques violentos a personas o instalaciones sin relación directa con los victimarios. Eso también, inmediatamente aleja una de las principales armas de este tipo de lucha: la suma masiva de cuerpos, ya que el temor hace que la gente no se sume a la causa en las calles. Nos pareció muy estratégica la acción en que grupos de activistas bloquearon entradas de tiendas para impedir que hubiera saqueos de grupos de protesta que usan tácticas violentas diferentes.

Así, cada vez más se ha afirmado y creido el carácter noviolento del levantamiento, logrando que, incluso, algunos sectores de la autoridad se dividieran y manifestarna su negativa a reprimir manifestaciones y a a que se cumplieran las demandas legítimas urgentes.

4- Preguntas estratégicas para seguir reflexionando y actuando

Por supuesto que un hecho social con este nivel de originalidad y radicalidad de lucha directa, cultural y estructural, nos coloca delante de muchas preguntas y “observables sociales” centrales para tomar conciencia en nuestras vidas y en el orden social en que vivimos acerca de cómo luchar mejor y más para su humanización. Quisiera compartir, con sencillez y sin tener respuestas plenas, unas pocas preguntas-ejes de reflexión, desde la mirada de cultura de paz y noviolencia estratégicas:

  • ¿Qué elementos se conjugaron en este hecho social que crearon una ruptura “intelectual, epistémica y/o moral” en millones de personas -la gran mayoría multirraciales, no activistas sociales ni defensoras de los ddhh- tan grandes como para salir inmediatamente a la calle en medio de una pandemia, en el país con más muertos y contagios del mundo, anteponiendo su fuerza moral a su propia vida?
  • ¿Por qué tardó la justicia 4 días en arrestar a Dereck Chauvin, y 9 días en arrestar a los otros 3 policías que estaban con él, con tamañas movilizaciones?
  • ¿Hasta dónde llega la construcción mental, moral, cultural y física del orden social que nos atraviesa, educa en disciplinamiento a todos desde el inicio de nuestras vidas, hacia la “obediencia anticipada a toda orden de castigo que la autoridad emita” (Juan Carlos Marín)? ¿Es tan profunda, ignorante e infantilizante que la ejercemos aún oyendo a un moribundo desconocido que nos grita al lado “¡Mamá! ¡No respiro!”, con una cámara filmando, por 20 dólares -dizque falsos- que no son ni míos?
  • ¿Qué se hubiera logrado en cuanto a verdad, justicia, no repetición y reparación, sin estas movilizaciones de levantamiento social? ¿Hasta dónde pueden sobreponerse protestas sociales en la estrategia de la noviolencia activa y la del anarquismo insurreccional, tomando estrictamente en cuenta sus respectivas claves de acumulación en la lucha (fuerza moral y violencia material respectivamente) y dejando de lado prejuicios morales? ¿Qué efectos y resultados tienen, en concreto, ambas estrategias de lucha en relación a la estrategia de la “espiral de violencia y odio” de Trump y la ultraderecha?

Finalmente, una sencilla pregunta acerca del “principio de realidad” del orden social en que vivimos, para evitar caer en ilusiones, aunque sí con cierta esperanza ahora:

si Dereck Chauvin hubiera sido afrodescendiente, ¿nos podemos imaginar la campaña mediática y político-social de odio acusándolo de sádico, inhumano y no estaría ya sentado en la silla eléctrica?

 

Fuente:  https://desinformemonos.org/levantamiento-social-en-estados-unidos-antirracismo-y-resistencia-civil-noviolenta/

Imagen: https://pixabay.com/

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Opinión: Las viudas de El Charco

Por:  Tlachinollan- Abel Barrera Hernández-

 

“Salgan perros, les vamos a dar su chilate con pan”, fue el grito de guerra del general Alfredo Oropeza Garnica para arremeter contra los indígenas Na’Savi, que descansaban en uno de los salones de clases de la escuela primera Caritino Maldonado. Rosearon de balas los salones para acabar antes del amanecer contra algunos miembros del Ejército Revolucionario del pueblo Insurgente (ERPI).  El saldo fue de 10 indígenas y un estudiante universitario asesinados, cuatro adultos y un niño fueron gravemente heridos, mientras 22 personas fueron detenidas arbitrariamente y torturadas, entre ellas cuatro niños y una estudiante universitaria.

Para doña Eustolia, esposa de José Rivera, uno de los caídos en esa madrugada “no había necesidad de matarlos. El gobierno los masacró cruelmente a sangre fría. Estas fechas me causan tristeza porque aquí quedó su alma. Aquí murió. Nos marcó la vida. El gobierno nos golpeó. No se puede reparar ni olvidar lo que pasó. Fue muy doloroso, son huellas que nos marcaron para siempre. El sufrimiento, la soledad y el hambre que pasamos con nuestros hijos, además de los rumores de que los militares nos iban a matar, ha sido la pesadilla que por 22 años nos ha impedido vivir tranquilas y conciliar el sueño”.

“Mi esposo me decía que al gobierno no le gustaba que nos organizáramos. El gobierno quiere que nosotros nos quedemos con los brazos cruzados. Recién había pasado lo de Aguas Blancas, aquí puede pasar algo parecido, decía, si llegara a pasar es porque estamos exigiendo algo justo”.

Eustolia recuerda que “la organización era para impulsar la autonomía de las propias comunidades, que traerían los cambios sociales en beneficio de la gente más pobre. Por eso, se trabajó con los comisarios de cada comunidad. Fue como un sueño que se pensaba lograr muchas cosas. La organización era la magia para recuperar la fuerza de las comunidades, porque solos, cuando bajamos a Ayutla nadie nos ve ni nos atiende”.

Hoy se sabe que los militares dispararon 284 municiones y lanzaron dos granadas al interior de los salones donde pernoctaban los indígenas. Por su parte, la Comisión Nacional de Derechos Humanos documentó que el ejército disparó 780 cartuchos.

En la madrugada del 7 de junio, Apolonio Giménez fue uno de los primeros que se animaron a salir con las manos en alto gritando que no le dispararán. Les respondieron que se tirara en la cancha. Así lo hizo. Empezó a avanzar como pudo, mientras otros compañeros al animarse a salir recibieron varios impactos de bala. Ya no pudieron avanzar. Ante la metralla que no cesaba, algunos intentaron correr, pero fueron alcanzados por las balas. José Rivera fue herido en la pierna, como pudo se arrastró hacia la cancha para ponerse a salvo. Las balas arremetían contra quienes se atrevían a salir. José ya no tuvo fuerza para arrastrarse con sus brazos, porque sus piernas quedaron inmovilizadas por las balas.  Al final, recibió el tiro de gracia, como pasó con varios compañeros que se encontraban en la cancha.

La esposa de José Apolonio, que dejó a 9 hijos, nos comenta que se había ido al arroyo a buscar acamayas. En el camino escuchó los ruidos de los helicópteros. No sabía lo que había pasado en la madrugada.  A su regreso se topo con uno de sus pequeños hijos que desesperadamente corría para darle la noticia, de que habían asesinado a su papá. “Yo no creía que mi esposo estuviera muerto. Hasta regañé a mi hijo, porque pensé que estaba inventando. Al llegar al pueblo, varios señores me dieron la noticia. Más bien me espantaron, porque me dijeron que escondiera mis papeles, la credencial de mi esposo, porque si no lo hacía iban a matar a todos. Les dije que prefería que nos mataran a todos si en verdad teníamos la culpa para merecer la muerte. No entendía el coraje que tenía el gobierno para que nos viniera a matar. Ya no pude comer, sentía desfallecer. Estaba muy desesperada y triste. No sabía como consolar a mis hijos, ni que hacer para que entregaran a mi esposo. Me quedé aturdida. En varias ocasiones se me revelaba, escuchaba sus pasos, el ruido de sus huaraches. Sentía que entraba a la casa, pero todo era imaginación. Porque él ya está muerto. Mi cabeza se hacía grande y mi cuerpo pequeño. Para mí era mejor morir y no saber nada, sobre todo porque tenía un mes de embarazo. Sólo mis hijos me dieron la fuerza para seguir. Mis dos hijos más grandes, que en ese tiempo eran niños, empezaron a ir de peones para conseguir maíz y jabón. Así la íbamos pasando porque tenía nueve hijos. Estuve a punto de regalar a un hijo, ya que mucha gente venía a pedírmelo porque veían que no iba a poder, pero mis hijos grandes lo evitaron. Uno de mis hijos se fue a Estados Unidos a trabajar de jornalero. Tenía 17 años. Lamentablemente falleció en marzo de 2009. Era el que más me apoyaba para que mis hijos más pequeños pudieran estudiar. Por él teníamos que comer. He sufrido mucho porque tuve que trabajar como peón para no morirnos de hambre. En medio de tanto sufrimiento, mi hija se logró. Ahora ya esta grande y está estudiando para médico.

En la lengua Tu’un savi, otra de las viudas se animó a decir que gobierno solo sube al pueblo para matar a la gente. Así lo hizo con su esposo y sus demás compañeros. No solo nos quita la vida, sino que nos mete miedo, para que no hagamos nada para defender nuestros derechos. Tuve que dar varias vueltas para recuperar el cuerpo de mi esposo. Me decían que ya lo habían enterrado en la fosa común. Era para que yo ya no lo buscara y me quedara callada. Después de tres días me lo entregaron. Me traje su cuerpo y me quedé en mi pueblo para enterrarlo. He vivido con mucho miedo, porque el ejército siguió subiendo para detener a más gente. A varios compañeros, los han ido matando. Nadie sabe quien lo hace, pero así trabaja el gobierno, para que sigamos agachados sin decir nada.

Después de El Charco, nuestra vida está marcada por el dolor y el sufrimiento. Así como está la escuela rociada de balas, así siento que está mi cuerpo. Como si a mi me hubieran matado. En verdad así es, porque para el gobierno no existimos, no valemos nada. Las vidas de nuestros esposos tampoco valieron, porque las autoridades no investigaron a los militares. Más bien, los premiaron y les dieron mejores cargos. Así hace el gobierno, gasta el dinero en armas y en el entrenamiento a los militares, para que vengan a matarnos, cuando se dan cuenta que nos estamos organizando para salir de pobres.

Han pasado 22 años y estamos peor. Las autoridades se han puesto de acuerdo para castigarnos, para que nosotros mismos nos peleemos y seamos nuestros propios verdugos. Quisieran que El Charco no existiera para que nadie reclame justicia y para que no molestemos a los militares que asesinaron a nuestros esposos.

Trabajamos sin descanso, en muchas ocasiones con el estómago vacío. Con nuestras propias fuerzas hemos podido sacar adelante a nuestros hijos. Con muchos sacrificios logramos que estudiaran en Ayutla y en Chilpancingo. Me da mucha alegría, en medio de tanta pobreza, saber que mi hija está estudiando en la universidad, y que tiene el sueño de ser doctora. Nunca imaginé que, trabajando en el campo, cortando leña y sembrando maíz, iba a lograr que mis hijos crecieran y que pudieran estudiar. Eso es lo que me da fuerza, para seguir en esta lucha. Ahora entiendo porque mi esposo trataba de organizarse con la gente del pueblo, para que ya no hubiera tantas injusticias y tantos sufrimientos. Puedo decir, que está orgulloso de mi, porque no abandoné a mis hijos y porque nunca me olvidé por lo que el soñó.

A 22 años de la masacre de El Charco, el gobierno sigue desangrando nuestras vidas. Como mujeres indígenas, nunca hemos recibido la protección del Estado, ni nos han reconocido como víctimas de graves violaciones a los derechos humanos. Lo más cruel es que el gobierno sigue sin castigar a los militares que perpetraron esta masacre y se obstina en darle más facultades el ejército para que se encargue de la seguridad pública, sin que se les obligue a rendir cuentas por estas atrocidades.

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-las-viudas-de-el-charco/

Publicado originalmente en Desinformémonos

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Mi deseo en tu piel

Por:  Daniel Seijo

 

“Empezando por una locución cualquiera, de las más sencillas, corrientes y de mayor empleo…. Las hojas del árbol están verdes; Iván es un hombre; Zhuchka es un perro, etc. Ya aquí (como lo señalaba genialmente Hegel) hay dialéctica : lo particular es lo general [..] Por consiguiente, los contrarios (lo particular es contrario de lo general) son idénticos: lo particular no existe más que en su relación con lo general. Lo general existe únicamente en lo particular, a través de lo particular. Todo lo particular es (de un modo u otro) general. Todo lo general es (partícula o aspecto, o esencia) de lo particular. Todo lo general abarca solo de un modo aproximado, todos los objetos aislados. Todo lo particular forma parte incompleta de lo general, etc., etc. Todo lo particular está ligado, por medio de millares de transiciones, a lo particular de otro género (objetos, fenómenos, procesos), etc. Ya aquí hay elementos, gérmenes, conceptos de la necesidad, de la relación objetiva en la naturaleza, etc. Lo casual y lo necesario, el fenómeno y la esencia están ya aquí, puesto que al decir: Iván es un hombre, Zhuchka es un perro, esto es una hoja de árbol, etc., rechazamos una serie de rasgos como casuales, separamos lo esencial de lo aparente y oponemos lo uno a lo otro. «

V.I. Lenin

«La creación del derecho a la “identidad de género” crea un “choque entre derechos” en el que los derechos exigidos por un grupo de personas (transgénero) pueden poner en peligro los derechos de otro grupo (mujeres)”. Por tanto es inaceptable que “los grupos de mujeres y feministas no estén invitados a consultar sobre tales cambios legales, como si no tuvieran nada relevante que decir a pesar del hecho de que los varones pueden, bajo dicha legislación, obtener el derecho a ser reconocidos en la ley como “mujeres”.«

Sheila Jeffrey

«El feminismo tiene una tradición de más de tres siglos, ha configurado una genealogía propia e, imbricado con los discursos propios de cada momento histórico, ha generado sus propias señas de identidad. Por tanto, aunque la teoría queer tenga indudablemente raíces en el pensamiento feminista contemporáneo sobre el sexo y el género, no puede venir a suplantar esa tradición de pensamiento que se retrotrae mucho más atrás de las «tres últimas décadas».»

Laura Posada Kubissa

La vida feliz de un ama de casa se convirtió para mí en una jaula

Resulta asfixiante enfrascarse una y otra vez en una estéril batalla contra los mismos postulados neoliberales, repeler e intentar contraargumentar con mayor o menor pericia, los insultos, el acoso y las campañas de desprestigio personal y colectivo que el quintacolumnismo individualista y egocéntrico que carcome como un virus el interior de la izquierda política española y occidental, arroja continuamente contra todos aquellos que a lo largo de las últimas décadas se han resistido a sucumbir a la caída del muro, la desesperanza y la sumisión ante el supuesto fin de la historia. Resulta asfixiante, pero vital.

La trampa de la diversidad y su método performativo, ha supuesto en manos del liberalismo una estrategia sumamente efectiva con la que se ha logrado desintegrar y neutralizar todos aquellos rescoldos de resistencia colectiva todavía existentes tras la caída del muro de Berlín y el colapso de gran parte de los sistemas socialistas. El altermundismo, al renunciar a la clase social todavía agazapado y debilitado por la aparente derrota del comunismo, pronto se mostró incapaz de articular una espina dorsal con la que lograr unificar una respuesta global al capitalismo y esto finalmente lo llevó a ser guiado a su fragmentación y progresiva desaparición de la escena política por medio de las más diversas instituciones capitalistas, que únicamente tuvieron que analizar y usar en su propio beneficio los rasgos diferenciales presentes en su seno. Sucedió con el ecologismo, el antirracismo, la lucha en la comunidad LGTBI y sucede hoy también con el feminismo, una teoría política que en los últimos años había logrado estructurar un frente amplio de contestación social con sobrada capacidad para avanzar en la transformación material del sistema.

Debemos entender el movimiento feminista además de como una teoría social y política, como un conjunto heterogéneo de movimientos culturales, sociales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y la eliminación de la dominación y violencia de los varones sobre las mujeres a través del patriarcado, una forma de organización social cuya autoridad se reserva únicamente al sexo masculino. Una vez logramos procesar esta realidad, nos vemos en disposición de comprender el potencial subversivo del feminismo y por ende la preocupación liberal y reaccionaria ante los recientes y notorios avances de dicho movimiento político a nivel global. El feminismo, al igual que el marxismo, logra identificar certeramente los resortes del sistema y estructurar una alternativa viable a las contradicciones materiales del capitalismo y su dominación patriarcal. No es de extrañar por tanto que la violencia, la difamación e incluso el terrorismo, sean moneda de pago habitual por parte de las instituciones del poder contra nuestras compañeras en todo el mundo. A día de hoy, exigir igualdad y respeto al cuerpo de la mujer, sigue siendo una actividad penada y castigada de las más diversas formas en sociedades y culturas de medio mundo. En demasiadas ocasiones, incluso con la muerte.

La opresión de las mujeres no va a desaparecer de un plumazo porque se identifiquen como hombres, ni la ablación de clítoris, ni los matrimonios forzados, la imposición del hiyab, las violaciones, el control reproductivo o el terrorismo machista, van a cesar únicamente por variar la percepción que de sí mismas tienen sus víctimas

A lo largo de los años 60 y 70, el feminismo decide plantear una alianza colectiva con la intención de luchar contra la discriminación de un sistema de sometimiento colectivo estructurado a través del capitalismo y el patriarcado contra las mujeres y la comunidad LGTB, la lucha contra la desigualdad, el acoso sexual, la violencia de género, la discriminación y la brecha salarial, suponen puntos de encuentro que permiten a las mujeres caminar unitariamente durante largo tiempo con otros colectivos afectados por la desigualdad generada por el patriarcado.

Desde finales de la dictadura, el movimiento feminista y las reivindicaciones de la comunidad homosexual y transexual en el estado español, parecen caminar de la mano. El apoyo firme y activo de diversas organizaciones feministas, así como el alto desarrollo teórico y organizativo de sus integrantes, permite que el avance en las conquistas sociales resulte imparable en nuestro estado, otorgando a sendos colectivos además de una mayor visibilidad social y política, fehacientes y materiales conquistas que hacen de España un ejemplo a nivel global en materia de igualdad. La ampliación y articulación del movimiento feminista en torno a la lucha de las mujeres homosexuales, los hombres y mujeres bisexuales y las personas transexuales, no significa en aquel momento tensión o ruptura alguna entre luchas que poco a poco van forjando voces propias que enriquecen el debate y se nutren unas a otras. El discurso de transformación feminista y sus tácticas de acción directa contra la discriminación institucional y estructural, consigue estructurar una unidad de acción que poco a poco amplia el movimiento y abre claramente las puertas a la necesidad de una transformación material con la que lograr poner fin a la dominación patriarcal.

Las calles se llenan, los asesinatos machistas son sistemáticamente contestados y repudiados en las calles, se pone fin a la impunidad de la dialéctica de la cultura machista en los medios, los parlamentos e incluso en las calles. El acoso callejero o laboral, las violaciones, los techos de cristal e incluso la discriminación en las instituciones, emergen repentinamente del oscurantismo en el que se habían embutido para su sibilino funcionamiento y son enfrentadas e incluso en algunos casos superadas por el cada vez mayor poder político del movimiento feminista en alianza con amplias minorías de nuestra sociedad. Incluso el 8 de marzo, Día de la mujer trabajadora, recupera un fuerte sentimiento de clase y un espíritu transformador que lleva a muchos compañeros a un replanteamiento de la masculinidad patriarcal, al tiempo que mano a mano con las compañeras feministas, se avanza en el desafío al sistema global del patriarcado que sustenta al capitalismo.

En esas nos encontrábamos hasta que esa unidad de acción se ve claramente amenazada por la aparición en la política española de la Teoría Queer, una corriente teórica desarrollada principalmente en el entorno universitario a partir de 1990 y que camina paralelamente al triunfo del neoliberalismo y la imposición de una visión idealista del mundo. Asentando su visión de la sociedad como una suma de individuos atravesados por identidades, teóricas como Judith Butler abogan abiertamente por una sociedad y unos métodos de lucha claramente individuales. En pleno proceso de agregación colectiva, hace su puesta en escena una vez más el Mr. Potato neoliberal para aplicar la clasíquisima táctica del divide y vencerás.

Las feministas no solo no tienen nada en contra de las personas transexuales, sino que las mujeres transexuales llevan décadas formando parte del movimiento feminista y avanzando en la conquista de derechos tangibles para ambos colectivos

La articulación identitaria que acostumbra imponer el neoliberalismo en los más diversos escenarios de contestación social, incluye una variedad de categorías ciertamente inabarcable: el sexo, la raza, la religión, la nacionalidad. Todas estas categorías pueden ser usadas como potenciador de lo casual, como negación de lo común y esencial. A ellas se les asigna un valor que atraviese a los individuos y les otorga identidades cambiantes y múltiples en un mundo incierto implementado por la propia estructura capitalista. En una realidad en la que resulta complicado identificarse, uno puede optar por su Dios o incluso su santo particular, su barrio, su género, su raza, su equipo de fútbol o por un partido político para abandonarse a una absurda competición entre oprimidos, en la que sus preferencias sexuales, ser miembro de un grupo yihadista, una pandilla, un grupo supremacista, una hinchada de fútbol o un círculo político, puede propiciarle una efímera sensación de pertenencia y la ilusoria capacidad para pretender modificar la existencia material de las cosas. Todo mientras el sistema patriarcal y capitalista logra oportunamente sacar rentabilidad política y habitualmente económica de la diferencia.

Tal y como se pregunta Daniel Bernabé en su libro «La trampa de la diversidad», ¿estamos diciendo con esto que por la representación de la diversidad es algo perjudicial para la izquierda? No. Lo que decimos es que, mientras estos conflictos de representación estén dentro del mercado de la diversidad, dentro del ámbito y la reglas neoliberales, generalmente resultarán dañinos tanto para la izquierda como para los colectivos interesados y muy beneficiosos para la derecha -y la agenda neoliberal-. La manera de interpretar la sociedad que estamos observando, articula gran parte del movimiento queer en nuestro estado y se aleja completamente de análisis materialista. Se trata únicamente de una categorización idealista que niega las relaciones que estructuran a la sociedad capitalista y se centra únicamente en una suma de miradas individuales atravesadas por diferentes identidades elaboradas a gusto del consumidor. Cada individuo puede desarrollar de esta forma una visión única, pero a todas luces contraproducente para el cuestionamiento de las bases materiales de la opresión que suponen el verdadero camino para la emancipación de la mujer y la clase trabajadora.

La visión social de Butler y de gran parte de los defensores de la Doctrina Queer, niega el materialismo y centra su análisis en la primacía del espíritu y los actos performativos frente a la naturaleza. Para los seguidores de esta versión neoliberal de la existencia, el mundo no es sino una construcción social estructurada por el lenguaje humano y por tanto niegan con ello las relaciones de clase y de producción que estructuran a la sociedad capitalista y al patriarcado. Butler niega de esta forma que la opresión de la mujer tenga una base material sólida y de extraordinaria fuerza. Es ahí en donde surge la divergencia irreconciliable con el feminismo.

Al argumentar que todo parece resultar fruto de una construcción social independiente de la realidad material, se abre de forma directa la puerta a la práctica supresión material del concepto mujer y la creencia queer rompe definitivamente con los postulados materialistas y con el feminismo radical, entendiendo este como aquel que directamente se dirige a la raíz de la opresión patriarcal-capitalista. Tradicionalmente, el feminismo ha atacado al género como un sistema de dominación cultural masculina que a través de las diferencias morfológicas externas, genitales masculinos y genitales femeninos, impone a hombres y mujeres un conjunto de funciones y características que no son naturales, sino que se aprenden e interiorizan mediante una socialización diferenciada por razón de sexo. Bajo esta estructura de dominación patriarcal, los hombres han sido tradicionalmente vistos como guerreros, líderes o empresarios, mientras que las mujeres se han visto a su vez relegadas al papel de amantes y amas de casa, únicamente destinadas a proporcionar cuidados de forma no retribuida en el seno familiar. Es precisamente a través del diagnóstico de la opresión de género que el feminismo ha podido analizar y revertir realidades como la división sexual del trabajo, la explotación sexual o la exclusión de las mujeres en las instituciones públicas. Se trata por tanto de un instrumento de dominación patriarcal que toda feminista busca llegar a suprimir.

El hecho de que la categoría mujer asignada al sexo biológico pueda no representar puntualmente a todas las mujeres, no invalida que la mujer como hembra humana suponga y deba suponer el sujeto político del feminismo

La teoría queer en este punto, niega que sexo y género sean realidades distintas, afirmando que sobre el cuerpo de la mujer únicamente operan prejuicios culturales que pueden y deben ser fácilmente mutables a través de las ideas y el lenguaje. El sexo es por tanto una construcción social y ser mujer pasa a suponer una mera performance, un deseo individual. Se confunde claramente en este punto el «ser» con el «sentir».

Pero desde una visión materialista, la cultura no es un fenómeno arbitrario y accidental, sino que surge de la base material y la interacción de los seres humanos con la naturaleza. La materia es lo primario y nuestras ideas y nuestros sentidos operan como conexión de nuestros cuerpos con el mundo material, nuestra forma social de interpretar el mundo supone la expresión de nuestra interacción con la naturaleza. La clara apuesta por el idealismo de la teoría queer que afirma que el sexo es una mera construcción social, contradice no solo nuestra experiencia, sino hasta la propia biología que afirma claramente que no solo los sexos son reales, sino que su papel en la reproducción humana y en tantos otros aspectos de la realidad, funcionan independientemente de nuestra interpretación de los mismos. Si operamos bajo la premisa de que el sexo supone también un constructo social, argumentamos inseparablemente que el género, la identidad sexual y mismo la orientación sexual, no están marcados por la biología, erradicando con ello la distinción entre género y sexo y abogando claramente por una construcción individual de la identidad. Bajo está premisa claramente líquida, un individuo puede elegir no solo identificarse, sino ser, hombre o mujer, atendiendo únicamente a sus propios sentimientos y su percepción individual de lo que supone ser una u otra cosa. Sin reglas aparentes más allá de la individualidad de cada persona, incluso la fluctuación de pareceres pasaría aparentemente a ser una opción plenamente aceptable. Si el sexo es un mero acto performativo, no existen realidades fijas o verdaderas.

Para los seguidores de esta versión neoliberal de la existencia, el mundo no es sino una construcción social estructurada por el lenguaje humano y por tanto niegan con ello las relaciones de clase y de producción que estructuran a la sociedad capitalista y al patriarcado

Esta acción ilusoria que pretende cerrar en falso las diferencias entre personas bajo tácticas de guerrilla de autoayuda, supone poco menos que una estafa, una trampa, la nada. La opresión de las mujeres no va a desaparecer de un plumazo porque se identifiquen como hombres, ni la ablación de clítoris, ni los matrimonios forzados, la imposición del hiyab, las violaciones, el control reproductivo o el terrorismo machista, van a cesar únicamente por variar la percepción que de sí mismas tienen sus víctimas. Este planteamiento teórico, no hace sino colocar a la mujer oprimida en una situación en la que debe culpabilizarse por no lograr escapar por su propia cuenta de una estructura real de opresión que los defensores del liberalismo queer niegan. El patriarcado construye y constituye tanto a la sociedad como a los individuos, negar esto en aras de meras conquistas estéticas en una sociedad con más de 1000 mujeres asesinadas desde 2010 y en el que se denuncian una media de entre 4 y 5 violaciones diarias, supone sino un acto misógino, sí una clara muestra de la desviación neoliberal e individualista en ciertos sectores sociales, académicos y políticos.

Está desviación cara a la política meramente identitaria y los postulados neoliberales, se construye sobre la base de pequeñas narrativas subjetivas que recuperan el concepto de género y los estereotipos relativos al hombre y a la mujer contra los que tradicionalmente lucha el feminismo, para dotar al individuo de una identidad propia en un mundo cambiante y contradictorio, características que por otra parte se buscan también en el propio individuo, para llegar a ser un ser líquido, fluctuante en sus propias consideraciones. La individualización sustituye a la lucha de masas y bajo la conciencia individual, se produce la ruptura entre la conexión del sexo biológico, la identidad de género y el deseo sexual. En lugar de buscar alcanzar la comprensión de la relación dialéctica entre el individuo y lo universal, se renuncia a lo universal y se eleva lo individual y lo accidental al nivel de principio, así un niño que se maquille, juegue con muñecas y lleve tacones o el pelo largo, puede convertirse en mujer únicamente con desearlo, sin necesidad de acreditar una disforia de género o iniciar proceso alguno de cambio en la apariencia sexual. Con ello, lejos de erradicar la estructura de género, reforzamos sus estereotipos como una herramienta central en la construcción de la realidad y la identidad sexual.

Cada individuo puede desarrollar de esta forma una visión única, pero a todas luces contraproducente para el cuestionamiento de las bases materiales de la opresión que suponen el verdadero camino para la emancipación de la mujer y la clase trabajadora

El feminismo históricamente ha luchado precisamente contra esos supuestos condicionantes intrínsecos e inmutables de la masculinidad y la feminidad que determinarían nuestro comportamiento y nuestro ser, si bien el ser humano nace con un cuerpo sexuado, no pasa nada porque nuestros comportamientos, gustos y actitudes no se correspondan con el rol de género que socialmente hemos construido y otorgado a lo que supuestamente debe ser un hombre o una mujer, no sucede, ni debería suceder nada por salirse de esa norma socialmente pautada y construida y ni el comportamiento, ni mucho menos el cuerpo tiene razón alguna para ser corregido por ello. No existe desajuste alguno entre un comportamiento determinado y el sexo biológico, ni los comportamientos que se salen de los estereotipos de género suponen de forma alguna una identidad de género que deba inscribir a un niño como niña por vestirse de rosa o a una niña como niño por jugar al fútbol con sus amigos. Quienes piensan que el nacer con un determinado sexo debe llevar implícito determinados comportamientos, son quienes realmente comparten con los sectores más reaccionarios de la sociedad la creencia y la fe ciega en la existencia de cerebros rosas y azules, algo totalmente inaceptable en una sociedad mínimamente avanzada.

Por supuesto, existen personas con disforia de género, personas que sienten que ha nacido con el sexo equivocado y deciden transicionar al mismo a través de una terapia hormonal y una operación de reasignación de sexo que supone un proceso duro y complicado que para nada tiene que ver con la orientación sexual o el salir del armario. Las feministas no solo no tienen nada en contra de las personas transexuales, sino que las mujeres transexuales llevan décadas formando parte del movimiento feminista y avanzando en la conquista de derechos tangibles para ambos colectivos, por ello a día de hoy y gracias a la lucha conjunta del feminismo y el colectivo transexual, el tratamiento quirúrgico para la reasignación de sexo es costeado en el estado español por la Seguridad Social y se ha facilitado plenamente el cambio de nombre en el registro civil. Es bajo la etiqueta de lo «trans» que el transgenerismo a través de la doctrina queer, ha intentado apropiarse de la lucha de colectivos como las lesbianas, los gais o los transexuales y ha desarrollado una teoría que afirman que el sexo masculino y femenino es socialmente asignado y no un hecho biológico, por lo que este respondería a una realidad anterior a la social, una realidad interior que lamentablemente no se encarga de analizar en profundidad la doctrina queer.

Asentando su visión de la sociedad como una suma de individuos atravesados por identidades, teóricas como Judith Butler abogan abiertamente por una sociedad y unos métodos de lucha claramente individuales

Cierto es que la identidad de una persona es un asunto muy delicado en el que juegan un papel importante factores biológicos, psicológicos y sociales, resultaría absurdo por tanto acusar a alguien de tener una «conciencia equivocada» porque su identidad no coincide con sus órganos reproductivos, pero una gran mayoría de los humanos si se pueden asignar al nacer al sexo femenino o masculino y esta realidad material nos permite establecer claramente si una persona es hombre o mujer. El hecho de que esto no suceda así en ciertos casos, no supone que esto sea una «ficción cultural» sin conexión material con nuestro cuerpo. El hecho de que la categoría mujer asignada al sexo biológico pueda no representar puntualmente a todas las mujeres, no invalida que la mujer como hembra humana suponga y deba suponer el sujeto político del feminismo. Todavía hoy, quienes nacen con vagina en las más diversas sociedades, son discriminadas por ello mucho antes de que puedan llegar ni siquiera a plantearse cuál es su identidad de género o si esta se ajusta a su sexo. Es la biología y la relación del cuerpo de la mujer con la realidad material lo que la supedita a la dominación masculina y es por ello que las condiciones materiales de millones de mujeres en todo el mundo siguen necesitando articular un sujeto claro que desde el feminismo les permita avanzar en la mejora de sus condiciones de vida y en la emancipación social y personal. El feminismo ha luchado durante largo tiempo por las protecciones legales basadas en el sexo. Los derechos de las mujeres, establecidos en la Convención de 1979 sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, CEDAW, y los acuerdos internacionales posteriores, se basan precisamente en el sexo, definido por la ONU como “las características físicas y biológicas que distinguen a los hombres de las mujeres”para garantizar derechos como el aborto, los derechos maternos y reproductivos o realidades como los espacios solo para mujeres, ámbitos claramente necesarios debido a la amenaza generalizada de las diversas formas de violencia física y sexual del terrorismo machista.

Se olvidan por tanto quienes pretenden legislar a través de la “Proposición de Ley sobre la protección jurídica de las personas trans y el derecho a la libre determinación de la identidad sexual y expresión de género” que las políticas de reconocimiento sin más, basadas en función de sentimientos o deseos individuales, no solo no muestran disposición alguna de cara a lograr avanzar en las conquistas materiales de las minorías que dicen defender, sino que además, lejos de cuestionar la jerarquía sexual, tienden a favorecer al mejor situado en esa misma jerarquía. Es por ello que expresiones como «personas gestantes» lanzadas desde el entorno queer para referirse a las mujeres, los ataques en redes sociales o posibles situaciones como el libre acceso a los vestuarios femeninos, las casas de acogida o las cuotas reservadas para mujeres en diferentes ámbitos sociales por parte de hombres que según su propia autodeterminación y sin que nadie se lo pueda discutir, se autodefinen como mujeres, hace que el feminismo se encuentre en alerta ante un proyecto de ley que conlleva la clara eliminación de las categorías antropológicas, varón y hembra y supone por tanto una victoria para los enemigos de la igualdad real y efectiva. No se trata de que tengamos nada en contra de las personas transexuales o transgénero, sino de enfrentar una teoría y una posible ley que la respalde, desde la que se analiza el sexo como una mera construcción cultural que desdibuja totalmente los problemas de las mujeres. Una mujer racializada, una mujer con diversidad funcional, una siria, española, afgana o estadounidense, pero también una persona que ha nacido mujer y que se identifica como hombre, tienen como denominador común que han nacido con sexo femenino y por ello se les ha asignado un lugar distinto al sexo masculino en las organización de nuestras sociedades. Todas ellas, en mayor o menor medida, han soportado el peso material de la opresión patriarcal mucho antes de ser consciente de su propia existencia en el seno de sus sociedades.

Debemos entender el movimiento feminista además de como una teoría social y política, como un conjunto heterogéneo de movimientos culturales, sociales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres

La negación de esta realidad por esta «nueva izquierda» amparada en la teoría liberal queer, podría incluso llegar a ser considerada como claramente misógina, pero no solo eso, sino que si los sexos no existen, tampoco lo hace la atracción sexual hacia el mismo sexo, por lo tanto estamos erradicando de un plumazo la heterosexualidad y la homosexualidad, que no pasan sino a suponer una ficción cultural. Quedan por tanto claras las profundas implicaciones de una teoría y una futura ley que basa sus apoyos sociales en la clara confusión que muchas personas desarrollan entre la causa transexual y el transgenerismo.

Si esta ley sale adelante, la idea de la supremacía masculina habrá demostrado ser más duradera que la concepción más tradicional y retrógrada del sistema patriarcal, logrando el sistema de explotación de la mujer adaptarse a la nueva realidad cambiante del neoliberalismo. La separación estricta de los sexos en la realidad material y biológica, habría amenazado recientemente los interés del patriarcado para mantener a la mujer como una fuerza reproductiva, sexual y de trabajo gratuito, además de resultar de todos modos innecesaria como forma de crear distancia o para marcar un estatus menor para las mujeres. Es por ello que las políticas identitarias profundizan en el origen del estereotipo de mujer sumisa, obediente, complaciente y dispuesta, para consolidar a través del lenguaje y la performatividad y no a través de la realidad material y biológica, lo que supone ser mujer. Hoy al poseer el poder de aprobar leyes para dominar a las mujeres y operar con ello a través de un instrumento destinado a mantenerlas apartadas del poder real, se pretende erradicar por completo el sistema de división sexual bajo la falsa promesa de justicia social e igualdad, promesa que no esconde sin embargo otra cosa que la realidad de una diferenciación mayor de los colectivos y sujetos sociales afectados, que refuerzan su identidad a costa de renunciar al poder de transformación colectiva.

Al dirigirse a sujetos oprimidos y con un escaso poder material y económico, quienes desde las instituciones defienden el reconocimiento por encima de la redistribución, facilitan que esas minorías incapacitadas para demandar un trato justo y efectivo en la vida material, se encuentren habitualmente con que aunque las leyes digan proteger la igualdad efectiva, esto se quede poco más que en papel mojado. Al romper un movimiento como el feminista, muchas mujeres y muchas personas del colectivo transexual se verán en un futuro incapacitados para luchar colectivamente, viendo como esos nuevos derechos identitarios se transforman simplemente en algo ilusorio que podrá existir sobre el papel, pero que raramente se materializará en la vida real y que sin duda alguna se encontrará muy alejado de la lucha redistributiva del poder y las condiciones materiales que encaraban unitariamente en el seno del feminismo.

El rechazo frontal contra los avances de las mujeres y feminismo político, ha sido rápido y severo, a medida que las mujeres obtenían poder político y avanzaban cara a la igualdad material, el patriarcado ha reaccionado con indignación y rabia, lanzando un ataque a su unidad. El feminismo burgués, que busca revertir el sujeto político del feminismo y su estructura más básica, ha lanzado a lo largo de los últimos años diversos ataques frontales a la línea del feminismo a través de la explotación sexual o reproductiva, la política de cuotas o el más reciente, la propia teoría queer. En el fondo un postulado tan reaccionario en sus planteamientos como el conservadurismo patriarcal que simplemente esconde sus cerebros rosas y azules bajo una falsa capa de modernidad y respeto a las minorías. Bajo ese encubrimiento, se esconde una acción política que lleva directamente al cese de las políticas de igualdad para las mujeres, el fin de las leyes de paridad, las listas cremallera o la igualdad real en diversos ámbitos de nuestra sociedad. Nos encontramos por tanto ante un sistema hipócrita que dice proteger la igualdad y la libertad, pero que penaliza a las mujeres por su sexo biológico, aunque reniegue del mismo.

La trampa de la diversidad y su método performativo, ha supuesto en manos del liberalismo una estrategia sumamente efectiva con la que se ha logrado desintegrar y neutralizar todos aquellos rescoldos de resistencia colectiva

Es el populismo político atendiendo a los continuos ataques del fascismo y la derecha reaccionaria contra el feminismo, el que parece haber decidido salirse por la tangente con un relato que abandona las posiciones más radicales de las compañeras, esas que se sitúan claramente en una posición materialista y redistributiva, para adoptar posiciones directamente liberales y otorgar de este modo «el permiso» a amplias bases sociales para odiar y combatir al feminismo más radical que decide oponerse a tales concesiones. Usando a las compañeras como chivo expiatorio para profundizar en la supuesta transversalidad electoral, hoy diferentes partidos presentes en el arco parlamentario parecen renunciar a la base social y política situada más a la izquierda, para curiosamente abrazar dogmas neoliberales que tan bien han encajado en partidos como Ciudadanos. Se pretende desde amplios sectores imponer un feminismo burgués e identitario como la salida natural a las reivindicaciones de las mujeres, olvidando con ello que existe ya en nuestro estado una salida diametralmente opuesta radical y material para la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres.

Las políticas identitarias se oponen a la lucha por la justicia social y promueven la vuelta a lo más profundo de la alegoría de la caverna, la elección de la píldora azul, la ensoñación y la búsqueda de un mundo feliz a través de la pseudorevolución, frente a la unidad colectiva y la transformación material de la realidad. Tras los numerosos insultos, las amenazas e incluso las agresiones físicas, se esconde una clara campaña articulada para desde la latente misoginia derrocar no solo al feminismo radical y a la concepción materialista del mundo, sino a cualquier opción transformadora que puede contestar al dominio capitalista-patriarcal. Por ello, el posicionamiento claro y sin ambigüedad y el apoyo mutuo con las compañeras feministas, no se trata solo de un acto de solidaridad, sino de una clara postura antiliberal. Un movimiento a todas luces revolucionario y contestatario, frente a un nuevo contraataque del neoliberalismo.

Fuente: https://nuevarevolucion.es/mi-deseo-en-tu-piel/

Imagen: https://pixabay.com/

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Obreros agrícolas migrantes son esclavos en Italia, los tratan peor que a los animales

Europa/Italia/14-06-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do

Los trataban como esclavos, los llamaban «monos» y les daban de beber agua de los canales de riego. Son algunos de los detalles de la vida de los migrantes que trabajan como jornaleros en las regiones de Basilicata y Calabria, en el sur de Italia, hechos surgidos de una intervención policial que se saldó con 52 detenciones.

La operación «Demetra» llevada a cabo por Guardia de Finanza italiana concluyó con esos 52 arrestos y 14 compañías agrícolas incautadas entre las localidades de Matera y Cosenza por explotar a cerca 200 migrantes, informaron en un comunicado.

Las investigaciones comenzaron con uno de los muchos controles de carretera que los agentes realizan todos los días, cuando se detuvo a una camioneta en la que viajaban siete trabajadores.

«¿Dónde están los monos?», pregunta uno de los capataces, protestando porque aún no han llegado los empleados, un lenguaje racista que se repite en todas las escuchas

A partir de ahí y durante un año se investigó hasta descubrir una amplia red de explotación de migrantes, sobre todo ciudadanos pakistaníes, magrebíes y de Europa del Este) a los que pagaban unos 80 céntimos por caja de cítricos recogida o 10 euros diarios, mientras que mujeres llegadas de Europa del Este recogían fresas por 28 euros al día.

Cifras con las que se tenían que pagar los gastos de transporte y de alimentación y a quienes daban viviendas inhumanas, se explica en la investigación.

Asimismo, a los arrestados se les acusa de favorecer la migración ilegal ya que permitían entrar a los trabajadores incluso organizando matrimonios de conveniencia, y después el divorcio, para obtener un permiso de residencia.

La explotación en los campos, sobre todo en el sur del país, no es un nuevo, pero esta vez las escuchas telefónicas de los capataces son escalofriantes.

«A los negros les falta un par de botellas de agua. Pues que las llenen en el canal. Hay unas botellas tiradas entre los arbustos; que se recojan de allí y se llenen en el canal», se escucha a uno de los responsables de las empresas agrícolas.

«¿Dónde están los monos?», pregunta uno de los capataces, protestando porque aún no han llegado los empleados, un lenguaje racista que se repite en todas las escuchas.

«Los trabajadores estaban alojados en locales infrahumanos , sucios, sin calefacción, y muchos de ellos dormían en el suelo, explotados y tratados como objetos, sin ningún derecho. E incluso para vivir allí se vieron obligados a pagar una suma de dinero a los sospechosos», explicó el coronel Danilo Nastasi, comandante provincial de la Guardia di Finanza de Cosenza.

Los detenidos pertenecían a dos asociaciones criminales, 47 de ellos se ocupaban del control de la actividad agrícola ilegal y establecían los métodos de reclutamiento y las condiciones de empleo.

El resto pertenecían a una segunda organización, vinculada a la primera, que son los que se ocupaban, tras el pago de grandes sumas de dinero, de organizar los matrimonios de conveniencia, destinados a garantizar la permanencia en territorio italiano.

El Ejecutivo aprobó el pasado 12 de mayo una ley para la regularización de migrantes jornaleros y cuidadores domésticos que permitiera su acceso a un permiso de residencia temporal y paliar así la falta de mano de obra provocada por la crisis del coronavirus y evitar los casos de explotación. EFE

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/actualidad/obreros-agricolas-migrantes-son-esclavos-en-italia-los-tratan-peor-que-a-los-animales-8828204.html

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El fin del sueño americano

Por: Daniel Seixo

Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía

«Cuando la injusticia se convierte en ley, la resistencia se convierte en deber.»

Thomas Jefferson

A estas horas las calles de Washington arden a escasa distancia de la Casa Blanca, fruto de la rabia y la indignación por el asesinato racista de George Floyd hace apenas una semana. A su vez, a medida que las balas de goma, las porras y los gases lacrimógenos comienzan a ocupar su lugar en la ignominia que incrédulamente presenciamos, la rabia y la frustración contra el sistema y la flagrante injusticia que representa, se hacen patentes ante la enésima provocación infantil del pirómano en jefe Donald Trump.

Biblia en mano e invocando una ley de 1807 contra insurrecciones, el presidente de Estados Unidos ha actuado como un auténtico estadounidense. Al menos ha actuado como un auténtico hijo y representante del neoliberalismo de su país, anteponiendo sus propios intereses a los de su nación. A fin de cuentas, ¿a quién diablos le importa el estado cuando hay unas elecciones en juego?

Las imágenes del ejército, la Guardia Nacional, arribando en convoyes militares a sus propias ciudades para intentar sofocar una indignación y rabia profundamente justas, suponen la cruel realidad de un país gestado y mantenido con vida por la violencia y el amor a un ideal que apresuradamente se desvanece, sin que en esta ocasión estén ahí los comunistas, los rusos, los bolivarianos o los yihadistas para culparlos. No al menos para nadie con dos dedos de frente. Las imágenes de la sede de la CNN siendo atacada por manifestantes que claramente la identifican como un enemigo, deberían hacernos reflexionar a todos acerca del papel jugado por los medios de comunicación en todo esto y su continuada negligencia a la hora de enfocar la realidad de la sociedad estadounidense. La trama rusa, Ucrania, los líos de faldas, sus tours por Asia con Kim Jong-un, las payasadas diarias o su reciente delirio de considerar como organización terrorista a algo que ni existe como tal, ni puede ser declarado como tal… Cualquier cosa ha valido a la prensa para desviar la atención de un país en el que quienes nacen en la pobreza, tienen más posibilidades que nunca antes para seguir siendo pobres. En el país de la opulencia, los grandes eventos deportivos, las estrellas de rock, Hollywood, las series de televisión, la MTV o las Kardashians, resulta que millones de estadounidenses se están hundiendo en la absoluta pobreza y nadie se ha molestado en documentarlo o mucho menos denunciarlo.

Hoy Estados Unidos se incendia por la desigualdad y la extrema pobreza, simplemente resulta necesario ser uno de los perdedores del mejor de los mundos para lograr comprenderlo

Estados Unidos, una de las naciones más ricas del mundo, dista ya mucho de ser la “tierra de oportunidades” y lenta, pero inexorablemente, camina cara a una distopía en la que la desigualdad y la violencia suponen los grandes rasgos definitorios del sistema. Según el propio censo de Estados Unidos, más de 40 millones de estadounidenses viven en la actualidad en la pobreza y más de 5 millones soportan condiciones similares a las del tercer mundo, la llamada pobreza absoluta. Más de 46 millones de estadounidenses dependen directamente del banco de alimentos, entre ellos, unos 13, 3 millones de niños. Todo esto antes de los efectos de la crisis del coronavirus, una crisis que ha dejado la escalofriante cifra de 40 millones de estadounidenses desempleados, escalofriante porque en el país de las oportunidades, no tener trabajo significa no tener seguro médico o prestación alguna que lo sostenga a uno más allá de lo que hayas podido reunir por iniciativa propia.

Por eso el fuego de hoy es distinto al prendido en tantas y tantas ocasiones antes en Detroit, Chicago, Tulsa, Los Ángeles, Ferguson o en un sin fin de ciudades con focos menores de indignación y rabia en los barrios pobres. Aquellos que nunca salen en las películas si no es para mostrar la detención de un traficante o las miserias de esa otra sociedad, esos no estadounidenses de total derecho, la población con más posibilidades de acabar pisando una cárcel o un cementerio fruto de una bala perdida o dirigida directamente a ellos, los que tienen menos posibilidades de acabar sus estudios y pisar una universidad. Aquellos cuya tasa de mortalidad infantil resulta similar a la de países subdesarrollados y en los que la obesidad, el alcoholismo y las drogas suponen una pandemia mayor que el COVID.

El desprecio por la población pobre en Estados Unidos ha generado un sistema ciego y sordo ante las necesidades de estas comunidades. Un sistema excesivamente burocrático, adelgazado y plagado de corrupción, incapaz de responder al descontento si no es con armas y mano dura. En un país cuyos niveles de violencia en sus grandes urbes son similares a los de Colombia o Brasil, la policía se ha acostumbrado al «dispara primero y pregunta después«, especialmente si eres negro. Y no, el racismo no es un invento o una paranoia de una comunidad especialmente violenta, el racismo es una realidad dibujada en la menor esperanza de vida de los afroestadounidenses o en su menor capacidad para encontrar un empleo. Mientras que la esperanza de vida de un universitario blanco es de 80 años, la de un afroamericano con escasa formación académica se sitúa en los 66 años, catorce años con el doble de posibilidades de perder un hijo al nacer o de que su familia termine en la pobreza, catorce años bajo la amenaza de la brutalidad policial, los arrestos arbitrarios o la cárcel. Catorce años de profunda y continua desigualdad racial. El bienestar en Estados Unidos se encuentra profundamente estratificado y los afroamericanos siguen ocupando a día de hoy el eslabón más débil del sistema.

Las imágenes del ejército, la Guardia Nacional, arribando en convoyes militares a sus propias ciudades para intentar sofocar una indignación y rabia profundamente justas, suponen la cruel realidad de un país gestado y mantenido con vida por la violencia y el amor a un ideal que apresuradamente se desvanece,

No resulta preciso ser negro para pasarte el día trabajando en uno, dos o tres empleos mal remunerados que apenas te alcanzan para sobrevivir, ni tampoco lo resulta para terminar en una comisaria con el cuerpo lleno de golpes o para sucumbir antes las facturas médicas o la tentación de los opiáceos. No resulta necesario, pero sin duda el sistema ayuda y provoca que tengas más posibilidades para ello cuando eres negro. Hoy Estados Unidos se incendia por la desigualdad y la extrema pobreza, simplemente resulta necesario ser uno de los perdedores del mejor de los mundos para lograr comprenderlo. Tan solo eso. Pero también en esto, ser negro «ayuda».

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/el-fin-del-sueno-americano/

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Muerte de George Floyd | «La idea de que América Latina es menos racista que EE.UU. es falsa»: Alejandro de la Fuente, experto en racismo de Harvard

Redacción: BBC Mundo

La muerte de George Floyd mientras se encontraba bajo custodia policial en Estados Unidos ha generado protestas contra la violencia racial en todo el mundo, incluyendo varios países de América Latina.

Pero, ¿es mejor la situación de lo afrodescendientes en la región que en EE.UU.?

Se lo preguntamos al experto en racismo en América Latina Alejandro de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard.

Y de paso aprovechamos para conversar sobre temas como la arraigada convicción latinoamericana de que en la región no hay racismo, solo clasismo, y sobre la diferencia entre el racismo contra afrodescendientes e indígenas del sur del continente.

Activistas indígenas y afrodescendientes protestan contra el racismo en Brasil.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl racismo en América Latina afecta a indígenas y afrodescendientes.
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¿Es comparable el racismo en contra de los afrodescendientes en Estados Unidos con el de América Latina? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?

Hay que empezar desdichadamente por las similitudes. Y hay que empezar por las similitudes porque la discriminación racial, el racismo sistémico y la exclusión de las personas afordescendientes de los proyectos nacionales, de los proyectos de ciudadanía, son realidades comunes a todas las Américas. Son realidades que tienen una historia compartida, una historia común, y que se expresan de maneras diferentes en distintos lugares, pero que se expresan en muchos lugares en las Américas.

Y las formas más extremas y recientes de esa historia -la brutalidad policial, la criminalización de las personas afrodescendientes, la asociaciones entre ciertos rasgos fenotípicos y la criminalidad- eso no es algo que atañe solo a EE.UU., aunque adquiera una visibilidad singular cuando pasa en los EEUU. Pero si uno sigue más o menos de cerca las noticias de Brasil encontraría noticias muy similares y probablemente mucho peores que las que estamos leyendo sobre EE.UU. en términos de violencia racializada y en términos de criminalización de la población afrodescendiente.

Protesta contra la brutalidad policial en BrasilDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn Brasil la policía mata a mas afrodescendientes que en EE.UU.

La otra similitud fundamental y muy contemporánea es que en la situación de la crisis de salud pública que estamos viviendo, los efectos diferenciales de la pandemia de covid-19 según grupos racializados son otra realidad que parece ser común a las Américas. En eso tenemos mucha mejor información para EE.UU., tenemos alguna información para Brasil y tenemos casi ninguna información para los otros países de América Latina; sabemos muy poco sobre el impacto de la covid-19 sobre los distintos grupos poblacionales, pero hay muchas denuncias desde el terreno y suficiente información para intuir que la pandemia está teniendo efectos raciales diferenciados.

El racismo y la discriminación adoptan formas diferentes, maneras diferentes en los distintos países. El racismo puede expresarse de formas distintas. Pero a estas aturas hay que decir que el viejo sueño de que América Latina es menos racista que EE.UU., o que el racismo estadounidense es peor que el de América Latina, es simplemente falso

¿Y las diferencias? La primera que me viene a la mente es la mayor representación política y capacidad organizativa de la comunidad afroestadounidense, ¿o me equivoco?

No, no se equivoca. Creo que en EE.UU., después de las luchas por los derechos civiles (que se dieron desde mediados de la década de 1950 a fines de la de 1960), la representación política, la visibilidad política del tema, la capacidad de un sector de la población afroamericana de ejercer presión sobre el gobierno federal y los gobiernos estatales es superior a la de las poblaciones afrodescendientes en América Latina.

Niña con letrero con las imágenes de Martin Luther King y Barack ObamaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa lucha por los derechos civiles de Martin Luther King Jr. permitió la llegada a la presidencia de Barack Obama.

Pero hay otra diferencia que creo es fundamental y es una diferencia que conecta con las maneras en cómo pensamos y cómo sentimos el racismo y la discriminación en los distintos países. Y es el hecho que, dentro de la Américas, la experiencia de la segregación racial formal, legalmente entronizada, es una experiencia muy peculiar de los EE.UU.

En EE.UU., a veces se habla del «excepcionalismo latinoamericano» y yo siempre digo que la excepción, si acaso, son ellos, aunque no me gusta mucho hablar en esos términos, porque creo que no es muy productivo. Pero en los países latinoamericanos, en muchos países de América Latina -en nuestra América, como hubiera dicho Martí- existieron y existen imaginarios nacionales que, al menos de forma retórica, incluían a la población afrodescendiente. Y esos idearios pueden funcionar de muchas maneras: pueden ayudar a silenciar las realidades, el racismo sistémico y la discriminación; pueden ayudar a invisibilizar a esas poblaciones; pero también pueden ayudar para hacer políticamente más difícil cualquier política abiertamente racista, incluyendo estas formas extremas de brutalidad policial.

Es decir, en América Latina existe una especie de consenso nacional de que el racismo es una cosa inaceptable y una cosa vergonzosa. En EE.UU. existen en estos momentos, incluso a nivel gubernamental, una coyuntura muy diferente. Porque hay un gobierno federal, hay una administración, que ha mandado muchas señales de que probablemente está bien ser racista y a veces de manera muy explícita ha utilizado un lenguaje que es abiertamente racista, abiertamente xenófobo, abiertamente sexista. Y todo esto crea un ambiente, digamos, favorable, para que ese policía que vimos en el caso de señor George Floyd se sienta empoderado para hacer algo así.

Miembro del KKKDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionEl discurso supremacista blanco está mucho más naturalizado en EE.UU. que en América Latina.

¿Esa concepción más integradora de nuestro ideario colectivo es la que por ejemplo explica que muchos latinoamericanos insistan que en sus países lo que hay es clasismo, no racismo, sin darse cuenta de lo interrelacionados que están?

Sí, ese es uno de los anclajes culturales e ideológicos de esa visión, que no es por supuesto una visión completamente equivocada. El clasismo es una forma fundamental de estructuración de nuestras sociedades al sur del Río Grande. Lo que pasa es que como tú decías, el clasismo en América Latina tiene color. El clasismo de América Latina no es incoloro, no es neutral desde el punto de vista del color. Existe una asociación potentísima entre pigmentación y ubicación de clase y posibilidades socioeconómicas. Y hay muchos estudios -muchos muy serios, sobre todo desde Brasil, pero no solo desde Brasil- que demuestran que incluso cuando uno mide toda una serie de variables sociodemográficas -educación, estructura familiar, lugar de residencia…- hay todavía unas diferencias entre las personas afrodescendientes y las personas no afrodescendientes que no logramos explicar por esas variables. Y es ahí donde el racismo y a discriminación están jugando un papel fundamental, y eso es algo devastador que tiene un efecto acumulativo a lo largo de generaciones, y es así como se reproducen esas estructuras socio-clasistas racializadas.

Vendedor ambulanteDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn América Latina hay una estrecha relación entre raza y clase.

¿Y hay diferencias entre el racismo que sufren los afrodescendientes y el que afecta a los pueblos indígenas u originarios?

Es interesante destacar que, en casi todos los países de la región, los indígenas tienen indicadores de bienestar inferiores a los de las personas afrodescendientes. Esto se debe en parte a que la categoría misma de indígena está asociada a las comunidades rurales, que suelen ser más pobres, mientras que las personas afrodescendientes participan más de las economías urbanas, aunque frecuentemente lo hagan desde la informalidad. Tanto «indio» como «negro» son categorías de manufactura colonial que produjeron grupos racializados, subordinados e inferiores. Pero la inferioridad indígena es frecuentemente explicada a través de insuficiencias culturales, mientras que la de los afrodescendientes hace énfasis en la supuesta inferioridad biológica, racial.

En la práctica, sin embargo, muchas personas de ambos grupos enfrentan la discriminación racial de forma similar, especialmente cuando intentan ascender socialmente y acceder a espacios tradicionalmente «blancos».

Indígenas guatemaltecasDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionLos indígenas tienden a vivir en mayores condiciones de pobreza que los afrodescendientes.

Y en ese contexto, y haciendo referencia al eslogan de las prestas en EE.UU., ¿importa más la vida de los negros en América Latina o no hay mayor diferencia?

La verdad -y me duele y me apena decir esto- es que no hay una gran diferencia. Hoy en día tenemos mucha más información estadística sobre las diferencias raciales en América Latina, en los últimos diez años se han producido muchos datos que permiten demostrar perfectamente, y más allá de cualquier debate, que en América Latina tener la piel oscura implica mayor subordinación social.

Esto es verdad en toda la región, incluso en la Cuba socialista que supuestamente en algún momento resolvió este problema, sin resolverlo nunca.

Protesta contra el racismo en ColombiaDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionEn muchos indicadores los afrodescendientes están peor en América Latina que en EE.UU.

Existen hoy en día datos estadísticos que permiten de hecho una comparación más o menos sistemática entre muchos países de la región y EE.UU. Y, en esa comparación, EE.UU. no siempre luce peor. Porque desde los derechos civiles se produjo en EE.UU. todo un diseño de políticas públicas para lidiar con los legados de la segregación racial, y antes de eso la esclavización de las personas africanas y afrodescendientes. Y en América Latina esas políticas solo han empezado a desarrollarse a partir esencialmente de finales de los años 80 y los años 90.

De hecho, si hubiéramos tenido esta conversación hace diez años, habríamos dicho que Brasil estaba a la cabeza en todo el hemisferio en términos de política pública con respecto a los afrodescendientes, especialmente porque Brasil estableció una serie de políticas de acción afirmativa en acceso a la universidad que transformó -y esto se puede demostrar- el escenario de la educación superior brasileña. Esos programas, como te imaginaras, han sido reducidos y han estado bajo ataque en los últimos años, pero produjeron resultados absolutamente dramáticos.

Es decir, que aunque a América Latina le tomó mucho más tiempo aceptar la noción de que era necesario desarrollar políticas públicas específicamente diseñadas para la población afrodescendiente, esas políticas públicas han ganado terreno. De manera insegura, de manera parcial, pero han ganado terreno. Y han ganado terreno en multitud de países, con Brasil a la cabeza. Pero Colombia también ha estado haciendo bastante.

Partdio Colombia vs. BrasilDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionBrasil y Colombia están entre los países de la región con mayor población afrodescendiente.

¿Le sorprende entonces que con esos avances en políticas en Brasil mueran mucho más afrodescendientes a manos de la policía que en EE.UU.? ¿Cómo se explica?

Mira, ahí pones el dedo sobre la esencia del racismo. El racismo no es solo una cuestión de una distribución desigual de recursos. El racismo está anclado en una distribución desigual de recursos, pero el racismo es mucho más que eso. Es todo un complejo cultural que de alguna manera «explica» o «naturaliza» -en los dos caso así, entre comillas- la subordinación de esas personas, de los que tienen menor acceso.

Por eso uno puede tener un ejemplo como el caso cubano, como el caso de la Cuba posrevolucionaria, donde a pesar de existir altísimos niveles de igualdad el racismo continúa, el racismo no desaparece.

Protesta contra la letalidad policial en BrasilDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa idea de que los afrodescendientes son más propensos al crimen y la violencia es una construcción racista fuertemente arraigada.

Lo que eso sugiere es que acabar con el racismo requiere no solo de políticas de acción afirmativa en Brasil, Colombia, Uruguay y otros países, sino además de una campaña sistemática para transformar cómo las personas se piensan a sí mismas y piensan a los demás. Porque cuando un policía interactúa con un afrodescendiente, lo que ve es un criminal. Ahora, uno puede preguntarse ¿por qué? ¿Por qué ve a un criminal? Pues porque existe todo un cuerpo de saber producido desde fines del siglo XIX que supuestamente demuestra, supuestamente científicamente, que las personas afrodescendientes -los mal llamados negros- tienen una mayor propensión a la criminalidad. Entonces ese policía ha incorporado eso en su manera de ser y de pensar. Y para que ese policía piense de manera diferente tenemos que reprogramarlo, tenemos que ayudarlo a desaprender eso.

¿Además de Brasil, hay otro país en la región brutalidad policial contra afrodescendientes sea un problema mayor?

Otro país donde la violencia racializada y la violencia racista es bastante generalizada es Colombia. Creo que es un fenómeno diferente al de Brasil, pero es un país del que tenemos información sistemática, absolutamente devastadora, de que la violencia de distintas fuerzas de seguridad recae con frecuencia sobre activistas afrodescedientes pacíficos que luchan por los derechos de las comunidades, los derechos medioambientales, la protección de territorios.

Esas son formas de violencia racializada que quizás leemos diferente a cuando tenemos a un policía uniformado, pero son forma de violencia racializada que también están siendo instrumentadas desde grupos de poder y cuerpos de seguridad más o menos formales. De manera que si uno quisiera ver un caso adicional al de Brasil probablemente el de Colombia sería el caso a mirar.

Militares en Buenaventura, ColombiaDerechos de autor de la imagenAFP
Image captionEn Colombia los territorios con mayor presencia afro a menudo son los que más sufren la violencia.
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Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-52922526

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