La historia Caracol

El caracol es un molusco gasterópodos que carga una concha espiral. Los caracoles se mueven desplegando una serie de contracciones musculares ondulatorias, que recorren la cara inferior del pie. Los caracoles poseen en la boca una estructura llamada rádula, con miles de dentículos, que les sirven para raspar las superficies con el fin de alimentarse.

Podríamos pensar una figura que ilustre adecuadamente lo que ocurre con lo que llamamos historia, en ese sentido, podríamos hablar de una historia caracol o de una historia que se encaracola. En otras palabras, hablamos de una historia que se encierra en sí misma. Que busca ocultarse al interior de su caparazón. Ya no se trata del ángel de la historia de Walter Benjamin, ángel, que no puede mirar al futuro, hacia dónde va, sino que solo puede mirar al pasado, en la medida que se aleja, pues sus alas están inmovilizadas por un viento huracanado. Se trata de otra figura donde la historia, esta vez, como sujeto, mejor dicho como conciencia, se oculta en su cueva. No pude afrontar la exterioridad, mucho menos el afuera. No sabe que la exterioridad corresponde a los diagramas de poder, que se inscriben en la superficie de su piel y se hunden en el espesor de su cuerpo. Tampoco sabe que el afuera, es decir, la vida, que se convierte en resistencias, en campos y espesores de resistencias, frente a las pretensiones de dominación de los diagramas de poder y de sus instituciones, de los agenciamientos concretos de poder, que ese afuera lo encuentra en la profunda interioridad de sí mismo, en su vitalidad, que no quiere reconocer, en su potencia que no quiere liberar.

Entonces estamos ante una historia que se oculta en las profundidades de su propia memoria, buscando no recordar, sino olvidar. Una historia que huye, escapa de su futuro, renuncia al porvenir. Quiere repetir lo mismo, el eterno retorno de lo mismo. Ese mismo que es su comienzo, mas bien, su origen mítico, es decir, la utopía del pasado, inventada por el imaginario de una modernidad en decadencia.

Una historia que escribe, se reescribe sin inventarse, es decir, sin crearse, sino, mas bien, copiándose reiteradamente. Una historia que ha renunciado al conocimiento, pues no quiere conocer lo que ocurre, lo que acontece, incluso lo que ha ocurrido. Lo que hace es recurrir a una gran narrativa de la historia universal, que corresponde al prejuicio de una evolución lineal, de una filosofía dialéctica y de una historia dialéctica, es decir, una filosofía de la historia, que supone un desenvolvimiento de la superación de las contradicciones, una síntesis histórica de los antagonismos. En pocas palabras, una apología de una modernidad, geopolíticamente dominante, autorreferida y autocentrada en las potencias dominantes, que ahora componen el imperio.

Hemos hablado de sujeto, hemos supuesto, por lo tanto, el sujeto de la historia, por razones de exposición, para ilustrar. Pero este sujeto, que suponemos no necesariamente tiene que ver con el sujeto que conjetura la filosofía de la historia, esa síntesis heroica, esa concepción romántica de la figura que encarna la historia. Tampoco estamos hablando del sujeto de la historia materialista, que tiene conciencia para así, el proletariado, sujeto que ha supuesto el marxismo. Esta versión materialista de la historia tampoco sale de la herencia del romanticismo, ni se escapa a la filosofía especulativa de Hegel, sino que reproduce esa filosofía especulativa con pretensiones de ciencia, acudiendo a una suerte de determinismo económico. Hablamos de una manera más sencilla, ese sujeto de la historia es el que escribe la historia. Nos referimos a los historiadores, en el mejor de los casos, y en el peor de los casos, a los que inventan la historia de acuerdo al delirio de sus propios prejuicios y miserias humanas.

La definición que colocamos a un prncipio corresponde a la descripción enciclopédica del caracol. Nosotros usamos al caracol como metáfora, para ocasionar una simbolización apropiada y una configuración significativa pertinente, buscando enunciar la idea de una historia sinuosa, que se arrastra sobre un suelo depredado, abandonado a su suerte. Un suelo, donde se dispersa el conjunto de problemas no resueltos. Respecto a este fracaso rotundo, la historia se ilusiona con una imagen autocomplaciente. Pretende convertirse en una secuencia lineal de un avance civilizatorio y de un desarrollo sin precedentes. Sin embargo, esta hipótesis histórica sostiene la propia narrativa, el relato, no soporta el contraste de los hechos, la fatalidad de los hechos, la facticidad de una condena, que parece ser un destino escogido, sobre todo por los que dominaron y ejercieron el poder desde el comienzo mismo de la civilización, es decir, hace 5000 años.

La historia carga con su propia covacha, ese refugio, donde vive, donde se oculta, donde guarda sus certezas, pero también donde oculta su memoria. La historia deja fluir la densa mucosidad de sus procedimientos, para evitar fricciones, para moverse cómodamente en el líquido espeso de sus propios presupuestos. Elude obstáculos, evita los eventos que podrían cuestionarla, por lo menos cuestionar el eje de la trama de una narrativa consabida, donde cambian los escenarios, los contextos, las épocas, los periodos, los lugares, los nombres, empero, se repite la secuencia de la trama, en busca del desenlace. Nos lleva, nos induce, a corroborar las propias hipótesis cronológicas, las más valoradas por la ideología universal.

Claro está que no podemos olvidarnos de la contrahistoria, que no es exactamente la otra historia, la historia alternativa, por ejemplo de los vencidos, sino, mas bien, es la contra-genealogía alterativa de la propia historia. La irrupción de otras interpretaciones de los hechos, de los eventos, de los sucesos y de los acontecimientos. La irrupción de otras narrativas, precisamente las que cuestionan la narrativa dominante de la historia universal. También está la historia, crítica o la crítica de la historia, que sobre la base de los archivos documentales y otras investigaciones, además de acudir a la arqueología, así como a las memorias colectivas y a las culturas singulares, elabora otra comprensión y entendimiento de los acontecimientos, puestos en observación y considerados en las investigaciones alternativas, que, en todo caso, no tiene una concepción universal, sino que se abren a las multilinealidades históricas. A la emergencia de otros recorridos sociales y culturales.

En esta lista, sucinta, no podemos olvidarnos de colocar a las memorias locales, a las narrativas del lugar, tanto orales como escritas, que pueden formar parte del folclore o del saber popular, en el sentido más amplio de la palabra. En este caso, no hay pretensión de ciencia histórica, sino, de manera inmediata y espontánea, también por tradición, aparece el apego de la transmisión de lo conocido, de lo experimentado, de lo corroborado por testimonios consanguíneos o coterráneos. Se estaría más cerca de los hechos, de los eventos fácticos, aunque su circunscripción solo abarca el lugar, el territorio.

No hay solo una narrativa, sino muchas, no hay pues la posibilidad de una sola interpretación, sino de variadas y alternativas. Con eso no queremos decir que, en lo que respecta a la interpretación del acontecimiento social, desechamos la aproximación a una interpretación no solamente descriptiva, sino teórica, de lo acaecido y de lo que acaece. Sino decimos que una interpretación integral merece comprender y acercarse a la complejidad del acontecimiento social. Todas las activas y todas las interpretaciones al alcance son recursos para acercarse a la comprensión y al entendimiento de la complejidad. Esto implica que la complejidad del acontecimiento requiere de una construcción dinámica e integral de los procesos inherentes a las formaciones sociales.

Varias veces hemos dicho que los conceptos pasado, presente y futuro son discutibles. En realidad deberíamos decir que son antropocéntricos, la escala es el ser humano, la experiencia del ser humano, la medida del tiempo que hace el ser humano, que, si bien, fue cíclica, anteriormente, durante las sociedades agrícolas, ahora es más bien lineal, en la sociedad moderna. Para esclarecer lo que decimos, pongámonos en un paisaje cualquiera, ante un paisaje cualquiera, dentro del que nos encontramos. Ese paisaje, sus montañas, sus pendientes, al pie de las montañas se encuentran los valles; las arboledas que pueblan los valles, se encuentran, siguen permaneciendo, mientras son observados, ayer, hoy y mañana. La montaña es pasado, presente y futuro. Ha estado, está y va seguir estando. El que cuenta los días es el observador, es él quien experimenta el paso de los días y las noches, de los meses y los años. Recuerda la montaña, si regresara al lugar, va a volver a ver la montaña, y espera volverla a ver cuando vuelva a regresar al lugar.

El pasado es un concepto a escala humana, se refiere a lo que se ha ido, a lo que ha dejado de ser, por ejemplo un niño. A los seres queridos que ya no están, que han fallecido. A lo que fue su pueblo, su sociedad y su país, teniendo como referente la temporalidad de su generación. En ese sentido se entiende que se hable de una temporalidad corta, una temporalidad mediana y una temporalidad larga. Las estructuras de larga duración se refieren a los ciclos y genealogías de la civilización. Pero todo eso es humano, la escala humana, la percepción y la concepción humana del tiempo.

¿Pero, qué es el pasado para el planeta, para la galaxia, para el universo? Lo que captamos a través de la luz de las galaxias lejanas es lo que fueron, no lo que son ahora. Aquí el tiempo se corresponde con la velocidad de la luz. Lo que nos llega es ya pasado. Nuestro presente está invadido por el pasado planetario y del universo. El pasado más remoto del universo, que llegue algún día a nosotros, a través de un largo viaje, por medio de la luz, será nuestro futuro.

No vamos hablar aquí del tejido del espacio tiempo, ya lo hemos hecho en Potencia de la vida. Lo único que vamos a anotar, rescatando lo que escribimos en en ese ensayo, es que el tejido del espacio-tiempo supone la simultaneidad dinámica. Ahora nos interesa anotar las dificultades que plantea la pretensión de conocimiento del pasado de la llamada historia. Así como que no se puede conocer la complejidad, sinónimo de realidad, tampoco se puede conocer, por así decirlo, todo lo que abarca y comprende e implica el pasado, todavía manteniendo este término en el uso del lenguaje de esta exposición. A lo máximo que se puede llegar es tener una idea, lo más adecuada posible, de la composición o de las composiciones de la complejidad de la realidad efectiva, incluso si la asumimos como pasado. Dependiendo de la información que manejemos, que llegue a nuestras manos, a la que accedamos y recurramos, contando con buenos recursos de decodificación y de interpretación, contando, además, con buenos instrumentos teóricos, tanto críticos como de apertura, dúctiles y abiertos a la creatividad.

En todo caso es discutible hablar de historia, incluso sólo de genealogía, que sería como su corrección, pues se trata del análisis crítico de las estructuras sociales de las estructuras civilizatorias y de las estructuras transcivilizatorias. Estamos ante el desafío de una concepción integral arqueológica genealógica y hermenéutica de las culturas, de los campos de fuerza sociales y de los plegamientos de las subjetividades.

Fuente de la información:  https://www.resumenlatinoamericano.org

Fotografía: Pradaraul

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Hannah Arendt y Walter Benjamin Obras completas (PDF)

Por: bloghemia.

Hannah Arendt

Socióloga y filósofa alemana, Hannah Arendt nació en Linden el 14 de Octubre de 1906. Su trabajo sociopolítico y pensamiento se considera uno de los más influyentes en su campo de todo el siglo XX.
De familia judía, Arendt sufrió en primera persona el auge del nazismo en Alemania y llegó a estar encarcelada. Tras esa primera experiencia, decidió escapar, primero a Francia y luego a Estados Unidos, donde se estableció definitivamente pese a no conseguir la ciudadanía hasta 1951.
Su obra Orígenes del totalitarismo se considera fundamental para entender las raíces de los movimientos políticos y sociales que se desataron en Europa durante el periodo de entreguerras. Como socióloga, estudia la figura política de la democracia plural y la contrapone a la de democracia directa, concediéndole una vital importancia a la idea del Otro. La importancia de la obra de Arendt estriba en la mezcla de sociología, filosofía y política que da origen a una nueva manera de entender la comunicación y el estudio de la violencia.
Otras obras de interés en su carrera sería, entre otras muchas, La condición humana (1958) y Eichman en Jerusalén (1963), crónica del juicio al criminal de guerra Adolf Eichman que Arendt realizó para el New Yorker donde acuñó por primera vez la polémica frase de la «banalidad del mal.
Hannah Arendt murió en Nueva York el 4 de Diciembre de 1975. En años posteriores a su muerte se crearon tanto la Asociación Hanna Arendt para el estudio del totalitarismo como el Premio Hanna Arendt de ensayo, otorgado por la ciudad de Brema.
He aquí algunas  sus Obras:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Walter Benjamin
Pensador alemán cuya obra, fragmentada e incompleta, es, por su valor de sugerencia y proyección en el pensamiento actual, una de las más relevantes del pasado siglo XX. Desde una concepción definida como ‘utopismo negativo’, primero desde posiciones marxistas definidas y, más tarde, con una visión que se inscribe en el espíritu crítico de la Escuela de Francfort.
Benjamin analiza la ‘subversión de la tecnología’, esto es, su determinante relación con el arte y la cultura y la autonomía de la sociedad. La dirección del desarrollo tecnológico diseñado desde las posiciones de poder acentúa el poder, el control, el mismo sentido de la innovación.
La comunicación y las industrias de la cultura están presentes en su obra, que aborda aspectos como la cultura de masas, la percepción, la función social y política de la transmisión mecánica del conocimiento, las modas, el lenguaje, etc. La tecnología predefine el contenido, como señala al analizar las transformaciones culturales del cine, o la pérdida del ‘aura’, de la experiencia, de la vivencia, en la reproducción fotográfica.
La técnica dirige la comunicación, la orienta, la lleva a la masa, la convierte en un instrumento de control por parte de las clases dominantes. Al tiempo, transforma el discurso. No sólo se cambia la experiencia cognitiva por la ‘experiencia tecnológica’, sino que el valor narrativo de la historia, la percepción cultural del pasado, se degrada en el hecho comunicativo de la noticia, de la información, del valor efímero de la reproducción. La toma de conciencia basada en la experiencia es sustituida por la inducción de una construcción artificial o virtual de la realidad.
Nació el 15 de julio de 1892 en Berlín, donde comenzó sus estudios de filosofía, que prosiguió en Friburgo, Munich y Berna. Su vocación académica quedó truncada al no ser aprobada su tesis doctoral -‘El origen de la tragedia alemana’ (1928)- en la Universidad de Francfort. Próximo a los postulados del pensamiento marxista de György Lukacs, mantuvo una estrecha relación con el dramaturgo germano Bertolt Brecht. De origen judío, tras la subida del nazismo al poder huyó a Francia, donde prosiguió su obra teórica. Ante el avance nazi sobre Francia, en 1940 huye con su hermana a Lourdes y consigue un visado para viajar a Estados Unidos, facilitado por Max Horkheimer. Al atravesar la frontera franco-española, es detenido por la policía y pone fin a su vida.
Aquí les dejamos sus Obras completas en 4 Tomos
 
 
 
 
 
 
Fuente de los documentos: https://www.bloghemia.com/2018/12/hannah-arendt-y-walter-benjamin-obras.html
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Maestros o cuando los libros van a la hoguera

Bolivia / 10 de febrero de 2019 / Autor: Yuri F. Tórrez / Fuente: La Razón

En estos tiempos modernos y civilizados, estos actos oscurantistas de quemar libros son inaceptables.

La trama de la novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco, consiste en descifrar las muertes misteriosas acaecidas en una abadía benedictina de la Italia medieval. Esas muertes eran en realidad asesinatos vinculados a un manuscrito envenenado que se creía extraviado: el segundo libro de la Poética de Aristóteles. Leer este texto era considerado por algunos componentes de la cúpula franciscana como una herejía.

Igualmente, en el otoño de 1933, el 10 de mayo, en la plaza de Ópera en Berlín, miembros de la Federación nazi de estudiantes echaron al fuego de forma pública libros de aquellos escritores considerados “desagradables” para el régimen. Así comenzó una persecución atroz a intelectuales judíos, marxistas o pacifistas. Recientemente, los yihadistas de Al Qaeda invadieron Malí y luego Tombuctú, en 2012, con un fanatismo religioso destruían cuantos libros se cruzarán por su camino porque los consideraban inicuos a su creencia.

La historia siniestra de la censura a libros considerados como herejes, satánicos y abominables con el propósito oscurantista de evitar que sobrevivan las ideas contrarias a las ideas de los censores tiene una larga data. Ese espíritu oscurantista sigue vigente actualmente. Hace un par de semanas, los máximos dirigentes de la Federación Urbana de Maestros de Cochabamba, en un acto similar a los estudiantes hitlerianos, de hace 85 años atrás, en Alemania, quemaron, esta vez no en la plaza de Ópera de Berlín, sino en plena plaza Principal 14 de septiembre de Cochabamba, varios ejemplares escolares de los denominados “pluritextos”, que tenían dibujos que representaban al presidente Evo Morales y al vicepresidente Álvaro García Linera.

Ahora bien, protestar contra el Gobierno es un acto democrático, pero quemar libros es un acto oscurantista que nos retrocede a tiempos medievales. El argumento urdido por los dirigentes de los maestros cochabambinos para este acto detestable que esos textos servirían para “manipular a nuestros niños” y avivar el “culto a la personalidad”.

Quizás la dirigencia trotskista de los maestros tenga razón en que la imagen de los mandatarios en estos textos azuza un personalismo en el poder. Empero, este no es argumento para cometer esa barbarie medieval. En vez de quemar libros, los maestros deberían enseñar a sus estudiantes a una lectura crítica. De ese modo, podrían lograr destrezas en ellos para descifrar esos dizque contenidos manipuladores de esos textos escolares elaborados desde el Ministerio de Educación.

Hace algún tiempo atrás, un amigo me aconsejaba quemar un libro de mi biblioteca: Mi Lucha, de Adolfo Hitler. Me negué a seguir el consejo. Le debatí que era necesario desentrañar esas ideas abominables, ya que esas ideas, muchas veces, sirvieron para legitimar hechos atroces y, por lo tanto, quemar ese libro tendría la misma gravedad que incinerar documentos coloniales referidos a las rebeliones indígenas en la que los escribanos de manera despectiva las tildaban de ominosas y execrable. El entrañable Miguel de Cervantes sentenciaba: “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno”.

En estos tiempos modernos y civilizados, estos actos oscurantistas de quemar libros son inaceptables. Walter Benjamín diría: “No hay documento de cultura que no lo sea, al tiempo, de barbarie”. Por lo tanto, conservar un libro, aunque tenga ideas abominables, es un acto de conservar la memoria activa para que el olvido no sea un mecanismo de impunidad histórica que condene a la humanidad a repetir hechos atroces.

Fuente del Artículo:

http://www.la-razon.com/opinion/columnistas/maestros-libros_0_3088491123.html

Fuente de la Imagen:

Biblioideas: ¿Quemar libros?… Depende

ove/mahv

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 10 de febrero de 2019: hora tras hora (24×24)

10 de febrero de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 10 de febrero de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

 

00:00:00 – Los 8 latinos finalistas al premio al Mejor Maestro del Mundo (y quién es el representante de Chile)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300608

 

01:00:00 – Colombia: 41° Emisión de ‘El Abecedario, La Educación de la A a la Z’ – Radio Educativa (Evaluación Educativa III)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300737

 

02:00:00 – España: Todo a punto para el arranque de la VI edición de Educacine, Festival Internacional de Cine y Educación de Madrid

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300612

 

03:00:00 – Maestros o cuando los libros van a la hoguera (Artículo de Yuri F. Tórrez)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300618

 

04:00:00 – «La religión debe salir de las escuelas en los países árabes»: Hassan Aourid

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300615

 

05:00:00 – Libro: Cómo dar clase a los que no quieren (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300721

 

06:00:00 – Universidades de Irlanda: más estudiantes y menos financiación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300621

 

07:00:00 – Educación y cultura, la corrupción y la violencia (Artículo de Manuel Pérez Rocha)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300637

 

08:00:00 – Rosa Leal Puche: “Canadá invierte mucho en Educación y allí los jóvenes son bastante independientes”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300624

 

09:00:00 – Libro: Estrategias de enseñanza : otra mirada al quehacer en el aula / Rebeca Anijovich y Silvia Mora (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300709

 

10:00:00 – México: ¿Quién estuvo en contra de la educación laica? Así votaron el artículo 3 de la Constitución hace 102 años

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300627

 

11:00:00 – «Mexicanos Primero» o cuando el sector empresarial quiere sustituir a un sindicato (Artículo del Observatorio Latinoamericano de Políticas Educativas)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300749

 

12:00:00 – Quien hizo de Cuba un pueblo de educadores

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300631

 

13:00:00 – Libro: Desempoderamiento, Educación y Complejidad. Viviendo la construcción de procesos educativos centrífugos (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300724

 

14:00:00 – ONU: Sólo una tercera parte de los niños del mundo tiene protección social

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300634

 

15:00:00 – México: El 77% de deserción escolar está en bachillerato

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300718

 

16:00:00 – Conflictos en África dejan a 262 millones de niños sin educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300697

 

17:00:00 – 16 apps: las mejores herramientas para organizarse en clases

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300746

 

18:00:00 – Feminismo, homosexualidad y marxismo, lo que excluye Bolsonaro de la educación brasileña

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300700

 

19:00:00 – Cómo desarmar y armar una Reforma Educativa (Artículo de Miguel Ángel Pérez)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300713

 

20:00:00 – Frei Betto aboga por una educación crítica

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300706

 

21:00:00 – Reseña de Libro: Prospectiva de la educación superior en el mundo

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300752

 

22:00:00 – Concluye en Cuba XVI Congreso Internacional Pedagogía 2019

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300703

 

23:00:00 – Papel que toma la educación en la industria 4.0 (Video)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300741

 

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

ove/mahv

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Walter Benjamin, marxista-libertario

Por: Michael Löwy

Teoría crítica, debate en la izquierda

Walter Benjamin ocupa un lugar único en la historia del pensamiento marxista moderno: es el primer partidario del materialismo histórico en romper radicalmente con la ideología del progreso. Su marxismo posee por ello una cualidad particular, que lo distingue de las formas dominantes y oficiales y le confiere una gran superioridad metodológica. Esta particularidad tiene relación con su capacidad de incorporar en el seno de la teoría marxista elementos de la crítica romántica de la civilización, de la tradición mesiánica judía y del pensamiento anarquista.

Benjamin pertenece, junto con su amigo Gershom Scholem, a esta nebulosa de pensadores judía de sensibilidad mesiánica que fueron atraídos, a comienzos del siglo XX, por la utopía libertaria: Martin Buber, Gustav Landauer, Ernst Toller, Hans Kohn y muchos otros. Su planteamiento se alimentó de las afinidades electivas entre mesianismo judío y anarquismo: el derrocamiento de los poderosos de este mundo, la perpectiva restauradora/utópica, el cambio radical en vez de la mejora o el “progreso”, el catastrofismo 1/.

Y como varios de estos intelectuales judíos de tendencia libertaria −Georg Lukacs, Ernst Bloch, Erich Fromm, Leo Löwenthal, Manès Sperber−, Benjamin descubrió el marxismo después de la Primera Guerra mundial. Pero, a diferencia ellos, no abandonó su inicial inclinación anarquista, que mantuvo de forma explícita hasta final de los años 1920, y de forma más implícita después, articulándola, combinándola, fusionándola incluso con el comunismo marxista. Este planteamiento es una de las características más singulares de su pensamiento.

Primeros pasos libertarios

A comienzos de 1914, en una conferencia sobre la vida de los estudiantes, Benjamin hace referencia, por primera vez, a la utopía libertaria. Benjamin opone las imágenes utópicas, revolucionarias y mesiánicas, a la ideología del progreso lineal, informe y vacío de sentido, que, “confiando en la infinitud del tiempo… distingue sólo el ritmo más o menos rápido con que hombres y épocas avanzan por la vía del progreso”. Rinde homenaje a la ciencia y al arte libres “extraños al Estado y por lo general enemigos del Estado” y reivindica las ideas de Tolstoi y de los “anarquistas más profundos” 2/.

Pero sobre todo en su ensayo de 1921, Crítica de la violencia, se encuentran reflexiones directamente inspiradas por Georges Sorel y el anarco-sindicalismo. El autor no esconde su desprecio absoluto de las instituciones estatales, como la policía −”la forma de violencia más degenerada que se pueda concebir”− o el Parlamento (“deplorable espectáculo”). Aprueba sin reservas la crítica antiparlamentaria “radical y perfectamente justificada” de bolcheviques y anarcosindicalistas −dos corrientes que reúne aquí explícitamente en el mismo bando− así como la idea soreliana de una huelga general que “se asigna como única y exclusiva tarea destruir la violencia del Estado”.

Esta perspectiva, que él mismo nombra con el término anarquista, le parece digna de elogio porque es “profunda, moral y auténticamente revolucionaria” 3/. En un texto de esta misma época, todavía inédito, “El derecho al uso de la violencia – Hojas para un socialismo religioso” (1920-1921), es aún más explícito, denominando a su propio pensamiento como anarquista:

“La exposición de este punto de vista es una de las tareas de mi filosofía moral, para la que se puede utilizar ciertamente el término anarquista. Se trata de una teoría que no rechaza el derecho moral a la violencia como tal, aunque la rechaza a toda institución, comunidad o individuo que se otorgue el monopolio de la violencia” 4/

Leyendo los distintos escritos de los años 1914-1921, resulta evidente que la tendencia primera de Benjamin, la que da forma ético-política a su rechazo radical y categórico de las instituciones establecidas, es el anarquismo. Sólo de forma tardía −en comparación con los acontecimientos revolucionarios de 1917-1923 en Rusa y en Europa− descubrió el marxismo. Estos acontecimientos sin duda le volvieron más receptivo, pero sólo en 1923-1924, leyendo Historia y conciencia de clase (1923) de Georg Lukacs, y habiendo conocido en unas vacaciones en Italia a la bolchevique letona Asja Lacis −de la que se enamoró−, comenzó a interesarse por el comunismo marxista, que pronto se volvió un mecanismo central en su reflexión política. En una carta de setiembre de 1924 a su amigo Scholem, reconoce tensiones entre lo que llama “los fundamentos de mi nihilismo” y la dialéctica hegeliano-marxista de Lukacs; lo que más admira en el libro de este último es la articulación entre teoría y práctica que constituye “el núcleo filosófico duro” de la obra y le da tal superioridad que “cualquier otro enfoque no es más que fraseología demagógica y burguesa” 5/.

Comunismo y anarquismo

Dos años más tarde, en mayo de 1926, le escribe a Scholem que está pensando en adherirse al Partido comunista, aunque también afirma que eso no significa que piense “abjurar” de su antiguo anarquismo −término que sustituye, en este documento, al de “nihilismo” utilizado en otros documentos y en la carta de 1924. Para él, los métodos anarquistas son “seguramente inadecuados” y los objetivos comunistas son “un sinsentido”; pero ello “no quita un ápice a la acción comunista, porque es el correctivo de estos objetivos y porque no hay objetivos políticos sensatos” 6/. El argumento es bastante elíptico, pero Benjamin parece sugerir que la praxis comunista permite alcanzar objetivos anarquistas (“no políticos”).

Tras muchas dudas, decide no adherirse al movimiento comunista, pero no deja de ser una especie de simpatizante cercano de un tipo sui generis, que se distingue del modelo habitual por la lucidez y la distancia crítica −como lo demuestra de forma clara su Diario de Moscú de 1926-1927, donde manifiesta su inquietud ante el intento del poder soviético de “detener la dinámica del proceso revolucionario” 7/. Una critica alimentada sin duda por la refrescante fuente libertaria que continúa fluyendo en su obra.

La primera obra de Benjamin en que el impacto del marxismo resulta visible es Sentido Único, un sorprendente collage de notas, comentarios y fragmentos sobre la República de Weimar en los años de la inflación y de la crisis de la postguerra, redactado en 1923-1925 y publicado en 1928. El cambio que se produce en su pensamiento se puede contemplar comparando una primera versión del manuscrito, redactado en 1923, con la definitiva, escrita dos años más tarde. Por ejemplo, el capítulo titulado “Panorama imperial” contiene en su formulación de 1923 la siguiente observación sobre el hombre víctima de la miseria (a causa de la crisis): “Debe mantener sus sentidos despiertos, para percibir toda la humillación que se le impone y así disciplinarlos largo tiempo, hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya la vía cuesta abajo del odio, sino el camino ascendiente de la oración (das aufsteigenden Pfad des Gebetes)”. La versión de 1925 repite esta frase palabra por palabra, excepto la conclusión, que se vuelve completamente distinta:

“… hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya la vía cuesta abajo de la aflicción, sino el camino ascendiente de la revuelta (den aufsteigenden Pfad der Revolte 8/.

A pesar de su interés por el comunismo, es interesante constatar que la única corriente política revolucionaria mencionada en esta obra es… la anarco-sindicalista. En un fragmento, curiosamente titulado “Ministerio del Interior”, Benjamin examina dos tipos ideales de comportamiento político: a) el hombre político conservador, que no duda en llevar su vida privada en contradicción con las máximas que defiende en la vida pública; b) el anarco-sindicalista, que somete implacablemente su vida privada a las normas con las que quiere hacer las leyes de un estado social futuro 9/.

Una lectura marxista-libertaria del surrealismo

El documento marxista-libertario más importante de Benjamin es sin duda su ensayo sobre el surrealismo, en 1929. Desde sus primeros párrafos, Benjamin se describe a sí mismo como “el observador alemán”, situado en una posición “infinitamente peligrosa entre la fronda anarquista y la disciplina revolucionaria”. La muestra más concreta y activa de la convergencia tan ardientemente deseada entre estos dos polos fue la manifestación organizada por comunistas y libertarios en defensa de los anarquistas Sacco y Vanzetti. No pasó desapercibida para los surrealistas y Benjamin no deja de destacar “el excelente pasaje” (ausgezeichnete Stelle) de Nadja en que habla de las “apasionantes jornadas de sublevación que conoció París bajo el signo de Sacco y Vanzetti: Breton asegura que, durante esas jornadas, el Boulevard Bonne-Nouvelle vio cumplida la promesa estratégica de revuelta que desde siempre le había hecho su nombre” 10/.

Es verdad que Benjamin tiene una concepción extremadamente amplia del anarquismo. Describiendo los orígenes lejanos/próximos del surrealismo, escribe:

“Entre 1865 y 1875, algunos grandes anarquistas, sin comunicación entre sí, trabajaron en sus máquinas infernales. Lo sorprendente es que, de manera independiente, hubieran regulado sus mecanismos de relojería exactamente a la misma hora; también simultáneamente cuarenta años más tarde estallaban en Europa occidental los escritos de Dostoievski, Rimbaud y Lautréamont.” 11/

La fecha, 40 años después de 1875, se refiere evidentemente al nacimiento del surrealismo con la publicación, en 1924, del primer Manifiesto. Designa a estos tres autores como “grandes anarquistas”, no sólo porque la obra de Lautréamont, “verdadero bloque errático”, perteneciera a la tradición insurreccional, o porque Rimbaud hubiera sido communard, sino sobre todo porque sus escritos, al igual que la dinamita de Ravachol o de los nihilistas rusos, pero en otro terreno, hacen saltar por el aire el orden mural burgués, el “diletantismo moralizador” de los Spiesser y de los filisteos 12/.

Pero la dimensión libertaria del surrealismo se manifiesta también de manera más directa: “Desde Bakunin, a Europa le ha faltado una idea radical de la libertad. Los surrealistas tienen esta idea”. En la inmensa literatura de los últimos 70 años sobre el surrealismo, es raro encontrar una fórmula tan contundente, capaz de expresar también, con palabras sencillas y cortantes, el “inquebrantable núcleo de noche” del movimiento fundado por André Breton. Según Benjamin, “la hostilidad de la burguesía a cualquier declaración de libertad espiritual radical” empujó al surrealismo hacia la izquierda, hacia la revolución, y desde la guerra del Rif, hacia el comunismo. Como es sabido, en 1927 Breton y otros surrealistas se adhirieron al Partido Comunista Francés 13/.

Esta tendencia a una politización y a un compromiso creciente no significa, para Benjamin, que el surrealismo deba abdicar de su carga mágica y libertaria. Al contrario, gracias a estas cualidades puede jugar un papel único e irreemplazable en el movimiento revolucionario:

“Procurar a la revolución las fuerzas de la embriaguez, es a lo que tiende el surrealismo en todos sus escritos y todas sus empresas. Se puede decir que es su tarea más característica”.

Para realizar esta tarea, hace falta sin embargo que el surrealismo supere una postura demasiado unilateral y acepte asociarse con el comunismo:

“no basta que una componente de embriaguez esté viva, como sabemos, en toda acción revolucionaria. Se confunde con la componente anarquista. Pero insistir en ello de manera exclusiva equivaldría a sacrificar por entero la preparación metódica y disciplinaria de la revolución a una praxis que oscila entre el ejercicio y la pre-fiesta” 14/

Una borrachera libertaria

¿En qué consiste por tanto esta “embriaguez”, este Rausch que Benjamin querría procurar a las fuerzas de la revolución? EnSentido Único (1928), Benjamin se refiere a la embriaguez como expresión de la relación mágica del hombre antiguo con el cosmos, aunque deja entender que la experiencia (Erfahrung) del Rausch, que caracterizaba esta relación ritual con el mundo, ha desaparecido de la sociedad moderna. Ahora bien, en el ensayo de la Literarische Welt, parece haberla reencontrado, bajo una nueva forma, en el surrealismo 15/.

Se trata de un planteamiento que atraviesa los numerosos escritos de Benjamin: la utopía revolucionaria pasa por el re-descubrimiento de una experiencia antigua, arcaica, prehistórica: el matriarcado (Bachofen), el comunismo primitivo, la comunidad sin clases ni Estado, la armonía originaria con la naturaleza, el paraíso perdido del que nos aleja la tempestad del “progreso”, la “vida anterior” en que la admirable primavera aún no había perdido su olor (Baudelaire). En todos esos casos, Benjamin no propugna una vuelta al pasado sino −según la dialéctica propia del romanticismo revolucionario− un desvío por el pasado hacia un futuro nuevo, integrando todas las conquistas de la modernidad desde 1789 16/.

Esta dialéctica se manifiesta de forma llamativa en el ensayo −que suele ser ignorado por los comentaristas− sobre Bachofen de 1935, uno de los textos más importantes para captar la concepción de la historia de Benjamin. Es tanto más interesante por el hecho de que 1933-1935 son los años en que el filósofo berlinés parece −aparentemente− más cerca del marxismo “productivista” y tecno-modernista de la URSS estaliniana de los años del Plan Quinquenal.

La obra de Bachofen, destaca Benjamin, fue inspirada por “fuentes románticas” y ha llamado el interés de pensadores marxistas y anarquistas (como Elisée Renclus) por su “evocación de una sociedad comunista al alba de la historia”. Refutando las interpretaciones conservadoras y fascistas (Ludwig Klages, Alfred Bäumler), y apoyándose en la lectura freudo-marxista de Erich Fromm, Benjamin destaca que Bachofen “había escrutado las fuentes a una profundidad inexplorada”. En cuanto a Engels y Lafargue, su interés fue atraído por su estudio de las sociedades matriarcales, donde existía un grado elevado de democracia, igualdad cívica, así como formas de comunismo primitivo que significaban un verdadero “cambio del concepto de autoridad” 17/.

Este texto muestra la continuidad de las simpatías libertarias de Benjamin, que intenta reunir, en el mismo combate contra el principio de autoridad, al marxista Engels y al anarquista Reclus. La sensibilidad libertaria es probablemente una de las razones del progresivo alejamiento de Benjamin respecto a la URSS, durante la segunda mitad de los años treinta, hasta la ruptura definitiva en las tesis “Sobre el concepto de historia” (1940), que denuncian la traición estalinista.

Una nota, datada probablemente de 1938, entre los papeles de Benjamin descubiertos por Giorgio Agamben en la Biblioteca Nacional [de Francia], critica el alineamiento de Brecht, en algunos de sus poemas, con las prácticas del GPU, que Benjamin compara a las del nazismo, y considera peligrosas y cargadas de consecuencias para el movimiento obrero 18/. Desconfía también de la política de los dirigentes soviéticos en España, calificada en su correspondencia como “maquiavélica”, aunque no parece haber calibrado la dinámica revolucionaria española y el papel de los libertarios 19/.

No hay prácticamente referencia explícita al anarquismo en los últimos escritos de Benjamin. Pero para un observador crítico tan agudo como Rolf Tiedemann −el editor de las obras completas alemanas de Benjamin− estos escritos “pueden ser leídos como un palimpsesto: bajo el marxismo explícito es visible el viejo nihilismo. Su camino tiene el riesgo de llevar a la abstracción de la práctica anarquista” 20/. Tal vez el término “palimpsesto” no sea el más adecuado: la relación entre los dos mensajes es menos un vínculo mecánico de superposición, que una aleación alquímica de sustancias previamente destiladas.

Contra el evolucionismo de Habermas

A comienzos de 1940 Benjamin redacta su “testamento político”, las Tesis “Sobre el concepto de historia”, uno de los documentos más importantes del pensamiento revolucionario desde las “Tesis sobre Feuerbach” de Marx 21/. Algunos meses después, intenta escapar de la Francia vichysta donde la policía, en colaboración con la Gestapo, perseguía a los exiliados alemanes anti-fascistas y a los judíos en general. Con un grupo de refugiados, quiere atravesar los Pirineos, pero ya en la parte española la policía −de Franco− les detiene y amenaza con entregarlos a la Gestapo. Es entonces, en el pueblo español de Port Bou, cuando Benjamin elige el suicidio.

Analizando este último documento, Rolf Tiedemann comenta: “la representación de la praxis política en Benjamin era más el entusiasmo del anarquismo que, más sobrio, del marxismo” 22/. El problema de esta formulación es que opone como excluyentes planteamientos que Benjamin intenta precisamente asociar porque le parecen complementarios e igual de necesarios para la acción revolucionaria: la “embriaguez” libertaria y la “sobriedad” marxista.

Ha sido sobre todo Habermas quien ha destacado la dimensión anarquista en la filosofía de la historia del último Benjamin −para someterla a una crítica radical a partir de su punto de vista evolucionista y “modernista”. En su conocido artículo de los años 1970, rechaza el intento del autor de las Tesis “Sobre el concepto de historia” de revitalizar el materialismo histórico con la ayuda de elementos mesiánicos y libertarios. “Este intento está condenado al fracaso”, insiste el filósofo de la razón comunicativa, “porque la teoría materialista de la evolución no puede articularse, sin otra forma de proceso, con la concepción anarquista según la cual no-presentes, caídos de alguna manera del cielo, atravesarían de forma intermitente el destino. Al materialismo histórico, que considera los progresos no sólo en el terreno de las fuerzas productivas sino también en el de la dominación, no se le puede dar el veneno de una concepción anti-evolucionista de la historia” 23/.

Lo que Habermas considera un error es precisamente, en mi opinión, la fuente del valor singular del marxismo de Benjamin, y de su superioridad sobre el “evolucionismo progresista” −su capacidad para comprender un siglo caracterizado por la imbricación de la modernidad y de la barbarie (como en Auschwitz o Hiroshima). Una concepción evolucionista de la historia que cree en el progreso en las formas de la dominación, difícilmente puede dar cuenta del fascismo −salvo como un inexplicable paréntesis, una regresión incomprensible “en pleno siglo XX”. Ahora bien, como escribe Benjamin en las Tesis “Sobre el concepto de historia”, no se comprende nada del fascismo si se le considera como una excepción a la norma, que sería el progreso. 24/

Habermas volvió a la carga algunos años más tarde, en el Discurso filosófico de la modernidad (1985). En lo que no es más que otra formulación del mismo debate, trata de la concepción no-continuista de la historia que distingue lo que denomina “las extremas izquierdas”, representadas por Karl Korsch y Walter Benjamin, de quienes, como Karl Kautsky y los protagonistas de la II Internacional, “veían en el desarrollo de las fuerzas productivas una garantía del paso de la sociedad burguesa al socialismo”. Para Benjamin, en cambio, “la revolución no podía ser más que un salto fuera de la perpetua reiteración de la barbarie prehistórica y, en definitiva, la destrucción del continuum de todas las historias. Es una actitud inspirada en la conciencia del tiempo tal como la concebían los surrealistas, y que se acerca al anarquismo de algunos de los continuadores de Nietzsche que, para conjurar el orden universal del poder y de la ceguera, invocan (…) a la vez, las resistencias locales y las revueltas espontáneas que surgen de una naturaleza subjetiva sometida a la tiranía” 25/.

La interpretación de Habermas es cuestionable desde varios puntos de vista, comenzando por el concepto de “barbarie prehistórica”: Benjamin se esfuerza en mostrar que la barbarie moderna no es simplemente la “reiteración” de un salvajismo “prehistórico”, sino precisamente un fenómeno de la modernidad −idea difícil de aceptar para este defensor obstinado de la civilización moderna, como es Habermas. En cambio, comprende con mucha inteligencia todo lo que la concepción de la historia del último Benjamin debe al surrealismo y al anarquismo: la revolución no es la coronación de la evolución histórica −”el progreso”−, sino la interrupción radical de la continuidad histórica de la dominación.

14/05/2018

Notas

1/

Remito a mi obra Rédemption et utopie – Le judaïsme libertaire en Europe centrale – Une étude d’affinité elective, París, PUF, 1988.

2/ W. Benjamin, «La vida de los estudiantes» (1914). Mythe et violence, París, Denoel, 1971, pp 37, 42 y 44.

3/ W. Benjamin, «Para una crítica de la violencia» (1921), Mythe et violence, op.cit., pp. 133-134, 137-138 y 147.

4/ W. Benjamin, «Das Recht dzur Gewaltverwerdung – Blätter für religiösen Sozialismus», en Gesammelte Schriften (GS), VI, Frankfort, Suhrkamp Verlag, 1985, pp. 104-107.

5/ W. Benjamin, Correspondance, París, Aubier, 1979, trad. Guy Petitdemange, vol. I, p. 325.

6/ Ibid. I, p. 389.

7/ W. Benjamin, Journal de Moscou, París, L’Arche, 1983, p. 81.

8/ W. Benjamin, Sens Unique, París, Lettres Nouvelles, Maurice Nadeau, 1978, p. 167. Cf. W. Benjamin, GS, IV, 2, p. 391 y GS, IV, 1, p. 97.

9/ W. Benjamin, Journal de Moscou, p. 162. La traducción francesa es imprecisa en este caso. Cf. GS, IV, 1, p. 93.

10/ -[10] W. Benjamin, «El surrealismo – La última instantánea de la inteligencia europea», en Mythe -et Violence, op. cit., pp. 297-298 y 300. La traducción francesa del último pasaje es muy defectuosa – cf. «Des Surrealismus – Die letzte Momentaufnahme der europäischen Intelligenz», en GS, II, 1, pp. 297-298.

11/ «El surrealismo…», op.cit., p. 308. Aunque Rimbaud y Lautréamont forman parte de los precursores reconocidos por el surrealismo, no parece ser el caso de Dostoievski, salvo para Max Ernst que lo incluye en el famoso cuadro «La cita de los amigos».

12/ El término «pequeño burgués» de la traducción francesa no refleja la carga cultural de l apalabra «Spiesser», que designa al individuo grosero,limitado y prosaico de la sociedad burguesa. Cf. W. Benjamin, «Der Surrealismus», in GS, II, 1, p. 305.

13/ W. Benjamin, «El surrealismo…», op. cit., pp. 306 y 310.

14/ Ibid., p. 311. Benjamin habla también de «conectar la revuelta con la revolución» (p. 310)

15/ Ver en este sentido las notas de Margaret Cohen, Profane Illumination – Walter Benjamin and the paris of Surrealist Revolution, Berkeley, University of California Press, 1993, pp. 187-189.

16/ Sobre el romanticismo revolucionario, ver Robert Sayre y Michaël Löwy, Révolte et mélancolie, le romantisme à contre-courant de la modernité, París, Payot, 1992.

17/ W. Benjamin, «Johan Jakob Bachofen», en Écrits français, París, Gallimard, 1991, pp. 104-108.

18/ W. Benjamin, «Nota sobre Brecht» (1938), Écrits autobiographiques, París, Christian Bourgois, 1990, pp. 367-368

19/ W. Benjamin, Correspondance, op.cit., II, p. 237.

20/ R. Tiedemann, «Nachwort», en Benjamin, Charles Baudelaire, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1980, p. 207.

21/ Para análisis más desarrollados, ver mis comentarios en Walter Benjamin: Avertissement d’incendie – Une lecture des Thèses «Sur le concept d’histoire», París, PUF, 2001.

22/ R. Tiedemann, Dialectik in Stillstand, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1983, p. 130. Cf. también p. 132, donde constata en las «Tesis» la presencia de «contenidos teóricos del anarquismo».

23/ Habermas, «La actualidad de W. Benjamin – La crítica: toma de conciencia o», Revue d’esthétique, 1, 1981, p. 121.

24/ W. Benjamin, «Thesen über den Begriff der Geschichte», Tesis nº VIII: «Dessen Chance (des Faschismus) besteht nicht zuletz darin, dass die Giegner ihm im Namen des Fortschritts as einer historischen Norm begegnen» (GS, I, 2, p. 697).

25/ Habermas, Le Discours philosophique de la modernité – Douze leçons, París, Gallimard, 1988, p. 70.

http://www.contretemps.eu/walter-benjamin-marxiste-libertaire/

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Walter Benjamin, una teoría crítica de la adolescencia: vivir ahora, gozar ahora

Por: Sergio Abraham Méndez Moissen

La adolescencia: esa máquina de guerra perdurable, rebelde, de la humanidad.

Walter Benjamin, marxista alemán de formación judía, escribió una teoría pedagógica crítica de la infancia. Efectivamente. Uno de los más importantes pasatiempos del autor de Los pasajes de París era coleccionar libros para niños y adolescentes. Su bella colección se encuentra en Londres.

Niños en Fotoplastikon de Varsovia

¿Qué le fascinaba tanto sobre la adolescencia al autor de las Tesis sobre la historia? Varias aristas. Escribió sobre la cuestión en Infancia en Berlín hacia 1900 y Calle de dirección única. Dedicó varias sesiones de radio para adolescentes con temas muy variados: la quema de brujas, la Edad Media, los mitos de Roma, Cartago.

Vivir ahora, gozar ahora

El adulto moderno no puede alegrarse. Ya no disfruta igual. Según Benjamin el adolescente vive en un presente intacto difícilmente entendible por el adulto. ¿Quien pagará las cuentas? ¿Quien me ayudará a llegar a fin de mes? El adulto ni disfruta el tiempo ahora.

El adulto vive en un futuro alargado, permanente y perpetuo. Planea, organiza, construye. Algo sucede en el medio. No puede permanecer en el tiempo presente.

El adolescente es especial y opuesto en el vértice, según Benjamin, pues tiende a que su sensibilidad esté a flor de todos los sentidos; tiene una aptitud maravillosa para el goce, el miedo, el padecimiento, la felicidad; una entrega en plenitud al presente, en esa detención “mesiánica del tiempo en el momento”. Señala María Delia Cabral que esta idea constituye una aporía: los adolescentes disfrutan del presente como nadie, el adulto se angustia por lo que vendrá.

A esto le llaman indisciplina. De ahí que al adolescente se le considere un adulto pequeño que debe ser disciplinado por las instituciones de la modernidad: la escuela, el trabajo, la familia. Se le considera incapaz de pensar individualmente y además, es considerado como incapacitado para pensar de modo coherente.

El adolescente vive el ahora en tanto que está permanentemente disfrutando, gozando de modo pleno, por medio de la experiencia presente de un modo lúdico la realidad y la traspasa, la modifica, la transgrede. El adulto piensa en dinero, en cosas para comprar el mundo material y en banalidades del mundo artístistico, piensa en tener más aunque se endeude, en la moda, el carro del año y cosas que no son tan importantes en el fondo como disfrutar el ahora, el presente y el mundo real desencantando lo que nos hacen pensar es “lo importante”.

La fuerza del juego se expresa en la idea benjaminiana, jugar es un acto liberador, olvidamos cómo se hace cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida.

Lo que vendrá, catástrofes

Difícilmente sabremos qué es vivir ahora. Los adultos siempre pensamos las grandes angustias de la vida. Aquí se invierte la teoría Benjamin sugiere: no tenemos de disciplinar al adolescente, debemos aprender de él.

Con el paso del tiempo el trabajo, la escuela, la familia, la moda, los medios de comunicación, los años de vida nos hacen olvidar lo maravilloso que es vivir y gozar, disfrutar el ahora mismo, el tiempo hoy, el presente mesiánico.

¿No será que los adolescentes y los niños deberían deseducar a los adultos? Pienso en que vamos obligado a nuestros jóvenes a vivir un estilo de vida que no les corresponde y que los adultos debemos aprender el mundo mágico de la adolescencia y la juventud. En el mundo capitalista los adolescentes y los niños viven una terrible situación de explotación.

¿Cuantos niños deben ir a trabajar en el surco y olvidar los juguetes y entrar en el mundo real de los jornaleros? ¿Cuantos deberán pensar en el futuro sobre que deben hacer para el trabajo? ¿Cuantos más deberán pensar que deben llegar a casa con algunas monedas para aliviar el dolor familiar?

Según la OIT:

En todo el mundo hay aproximadamente 168 millones de niños que trabajan. Y muchos de ellos lo hacen en regiones asoladas por conflictos y catástrofes. Más de la mitad de ellos, es decir, 85 millones, efectúan trabajos peligrosos poniendo en riesgo su vida, pero además estos menores no van a la escuela y no tienen tiempo de jugar.

Sigue el informe sobre trabajo infantil y juvenil de la OIT:

La industria textil depara grandes problemas al respecto en Asia: en Bangladesh, pero también en Myanmar, los niños se encargan de coser ropa barata para su exportación. H&M y otros grandes marcas de ropa dieron a conocer que buscan actuar expresamente contra el trabajo infantil. Pero esto representa un gran desafío. Porque, por ejemplo, se ha propagado el hábito de concurrir a la cita laboral con papeles de parientes de mayor edad, indica la DPA.

Esa niñez es obligada a dejar sus juguetes: deben vender su mano de obra para que su especie sobreviva. Niñez y adolescencia proletaria, le llama la OIT.

A los adultos: aprendamos a jugar y a regresar a los fuertes compromisos con el tiempo ahora mesiánico del presente. A los niños y adolescentes: sigan en un guerra perdurable, rebelde, de la humanidad.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Walter-Benjamin-una-teoria-critica-de-la-adolescencia-vivir-ahora-gozar-ahora

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