Identidad digital, PLE y competencias

 Por Carlos Magro.

En los últimos meses he “impartido” formación tanto presencial como online sobre el tema de la identidad digital. Lo he hecho para públicos tan variados como profesores de educación infantil y primaria, secundaria, bachillerato, ciclos formativos (#REDucación, Educación conectada); profesores de español como lengua extranjera (#enRedELE), gestores de la red de centros del Instituto Cervantes, futuros community managers, empleados de una multinacional del sector del automóvil y alumnos de máster del Instituto Europeo de Diseño (IED).

Sus edades iban desde los 20 a los 60 años. Sus procedencias, tanto geográficas como de background profesional) también eran variadas.

Sus edades iban desde los 20 a los 60 años. Sus procedencias, tanto geográficas como de background profesional) también eran variadas.

 El tema de la Identidad digital es complejo y presenta multitud de aristas y matices. La identidad digital es fluida y dinámica, compleja y multidimensional (Castañeda y Camacho). Podemos abordarla desde una perspectiva puramente administrativa y jurídica o desde una mirada más sociológica y antropológica. Podemos hablar de identidad digital como un elemento clave en la construcción de nuestro yo y como un elemento determinante para nuestra vida en la actual sociedad-red.

Hablar de identidad digital es hacerlo de datos personales, de privacidad, del derecho a la intimidad y de seguridad. La identidad tiene que ver con la memoria y la digital además está fuertemente influida por la capacidad infinita de Internet para no olvidar y recordarlo todo y, por tanto, con el pretendido y difícil derecho al olvido. Tiene que ver también con el derecho a la información y desde luego está fuertemente vinculada con los conceptos de democracia y ciudadanía (Ver artículo Identidad digital en Medium)

El tema de la Identidad digital es complejo y presenta multitud de aristas y matices. La identidad digital es fluida y dinámica, compleja y multidimensional (Castañeda y Camacho). Podemos abordarla desde una perspectiva puramente administrativa y jurídica o desde una mirada más sociológica y antropológica. Podemos hablar de identidad digital como un elemento clave en la construcción de nuestro yo y como un elemento determinante para nuestra vida en la actual sociedad-red. Hablar de identidad digital es hacerlo de datos personales, de privacidad, del derecho a la intimidad y de seguridad. La identidad tiene que ver con la memoria y la digital además está fuertemente influida por la capacidad infinita de Internet para no olvidar y recordarlo todo y, por tanto, con el pretendido y difícil derecho al olvido. Tiene que ver también con el derecho a la información y desde luego está fuertemente vinculada con los conceptos de democracia y ciudadanía (Ver artículo Identidad digital en Medium)

Aún a riesgo de simplificar excesivamente, he decidido orientar la formación desde dos perspectivas que de alguna manera convergen y que me han permitido acercarme a estos públicos en principio tan diferentes con un discurso común. La primera es una mirada desde la óptica personal (que no exclusivamente privada); la segunda es desde el punto de vista del desempeño y el desarrollo profesional. Desde lo personal movilizamos nuestros intereses y decidimos qué imagen de nosotros mostramos, decidimos qué y con quién compartimos nuestros datos, elegimos qué cedemos y a cambio de qué, qué riesgos tomamos, qué oportunidades exploramos y en todo este proceso (que nunca termina) vamos tomando plena conciencia de nuestros derechos. Desde lo personal también se convoca a nuestra responsabilidad con nuestro futuro, con el futuro de nuestros hijos y con el de nuestro entorno. Lo profesional, como veremos, está vinculado a competencias y capacidades pero también, como no, invoca a nuestra responsabilidad profesional. (Sobre la convergencia entre identidad personal y profesional Ver artículo Identidad digital en Medium)

El concepto de identidad digital se encuentra en el centro de cualquier reflexión que hagamos sobre el uso de Internet, la Red y las redes. Parece claro que tenemos que aprender a convivir y gestionar una identidad muy fragmentada, integrada por muchas facetas, compleja y dinámica. Ya sea para nuestra vida personal y privada o para para la profesional y pública, la toma de conciencia y la gestión de nuestra identidad digital, el aprender a vivir en la Red y con las redes, el acompañar a otros en ese mismo proceso parece el primer y necesario paso a dar.

Horace Mann Training School. 1904
Horace Mann Training School. 1904

Por otro lado, la digitalización progresiva de nuestras vidas (personales y profesionales; voluntaria e involuntariamente, manual y de manera automatizada) se ha traducido en un aumento sin precedentes de datos sobre nosotros en formato digital. Incremento que se ha visto potenciado hasta niveles impensables hace tan solo una década con la generalización de los dispositivos móviles y las posibilidades actuales de conectividad en cualquier momento y lugar. (Ver artículo Identidad digital en Medium)

En el último año, el tema de la privacidad y de la protección de datos en la Red ha cobrado desgraciadamente especial relevancia con las noticias sobre las prácticas de vigilancia masiva de ciudadanos ejercidas por algunos gobiernos de acuerdo con grandes proveedores de servicios en Internet. Las noticias sobre el uso de nuestros datos o el “espionaje” de ciudadanos por parte de los gobiernos no ha hecho más que poner en evidencia una realidad que los expertos llevan años anunciando. En general, y sin ánimo de ser alarmistas, es válida la afirmación de que cuando los servicios son gratuitos (como ocurre en numerosos servicios de comunicación o de redes en Internet) el producto no es el servicio sino que somos nosotros y son, sobre todo, nuestros datos. Estar conectado, afirma Daniel Innerarity, equivale a dar información sobre uno mismo, sobre su localización y sus acciones. Tomar “control” sobre la privacidad de nuestros datos personales en Internet y del uso que se puede hacer de ellos se ha convertido en una pieza clave para la gestión de nuestra identidad digital. Este nuevo escenario, que compromete nuestras nociones de privacidad e intimidad, ha hecho que el concepto de identidad digital y sobre todo su gestión hayan adquirido toda su importancia.

Por otro lado, sabemos que vivimos en un mundo digital, global e hiperconectado, caracterizado por el cambio social y tecnológico continuo y acelerado, la irrupción constante de nuevos actores, la movilidad y la conectividad ubicuas. Un mundo donde surgen como claves tres competencias clásicas que se han visto profundamente modificadas en los últimos años con la llegada de Internet y la transformación digital que estamos experimentando: gestión de la información, comunicación y aprendizaje continuo. Tres competencias que son necesarias tanto para nuestro desarrollo personal, como individuos de esta sociedad en Red, como para nuestro desarrollo profesional en entornos y organizaciones cada día más “digitales”.

La “tecnología” que nos permite desarrollar plenamente estas tres competencias es nuestra propia identidad digital, entendida en este caso, no solo como el conjunto de características, datos e información que sobre nosotros hay en Internet, sino como nuestro yo digital, como nuestra presencia en la Red que nos permite acceder a información, crear conocimiento, aprender de otros, colaborar y comunicarnos.

Es desde el desarrollo de nuestra identidad digital, definiendo nuestros límites y nuestras líneas rojas pero también definiendo nuestras fortalezas y eligiendo a nuestros aliados (nuestras redes) desde donde podemos diseñar, construir y desarrollar nuestro Entorno Personal (Personalizado/Profesional) de Aprendizaje (PLE) y, desde ahí, poner a nuestro servicio todas las posibilidades de la Red desde un uso eficiente de las competencias de gestión de la información, comunicación y aprendizaje a lo largo de la vida.

Tomar conciencia de nuestra identidad digital significa al final algo tan sencillo (o tan complejo) como entender qué es, cómo se construye, de qué está hecha y cómo se gestiona. Y significa sobre todo ser capaces de reflexionar sobre sus límites, desarrollar el necesario espíritu crítico respecto a la Red y las redes y tomar el control sobre nuestras acciones y datos, desde una conciencia clara y personal de la privacidad, para desarrollarnos plenamente y aprovechar en su totalidad las oportunidades de esta sociedad digital que nos ha tocado vivir.

Fuente: http://www.fourpixels.es/xxxxxxxxxx/

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Carlos Magro

Director Académico Del Istituto Europeo Di Design. Consultor independiente en estrategia digital en el sector educativo y en el de la comunicación corporativa. Vicepresidente de la Asociación Educación Abierta.