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Los puntos claves para entender el acuerdo entre rectores y estudiantes

Por: Semana Educación

La ministra de Educación, María Victoria Angulo, catalogó la decisión como un “gran pacto por la educación”, y en efecto el acuerdo por las universidades es un avance “histórico”. ¿Qué representa este pacto? ¿Qué se quedó por fuera?

El 13 de diciembre el Gobierno Nacional y el movimiento estudiantil firmó, por fin, el tan esperado acuerdo por la educación superior pública. Luego de 64 días de paro nacional y más de un mes y medio de instaurada la mesa de diálogo entre los voceros estudiantiles y los delegados del gobierno, el presidente Iván Duque recibió a los universitarios en Palacio.

El encuentro permitió que las partes llegaran a un consenso final. La ministra de Educación, María Victoria Angulo, catalogó la decisión como “un gran pacto por la educación”. Mientras varios medios plantearon que el avance era un paso “histórico”. Hubo júbilo y satisfacción por parte de todos los implicados y el movimiento estudiantil, en boca de Jennifer Pedraza, una de las líderes de los jóvenes, envió un mensaje a Colombia: “La gran conclusión de este acuerdo es que luchar sí sirve”.

Sin embargo, luego de la emoción y tras conocer el acta completa que contiene los detalles de lo pactado, surgen más preguntas: ¿qué quedó por fuera?, ¿que representa este acuerdo? ¿toca o no el problema de fondo de la educación?

Las respuestas abarcan las claves para mirar con más claridad qué se logró en la mesa de diálogo. Estos son los principales puntos para entender “lo bueno, lo malo y lo feo”, como dijo Fabio Sánchez, uno de los expertos con los que habló Semana Educación.

¿ “Gran pacto por la educación” o un acuerdo financiero?

La mesa de diálogo logró adicionar a las universidades e instituciones técnicas y tecnológicas más de 4,5 billones de pesos durante el cuatrienio Duque. De eso, el centro del acuerdo y la mayor conquista en esta decisión fue el aumento de 1,34 billones de pesos a la base presupuestal de las universidades, y no los temas estructurales que aquejan a los centros de estudio y formación para el trabajo.

Por eso, Natalia Ariza, exviceministra de Educación Superior y economista de la Universidad Nacional, explicó que a sus ojos los problemas de este sector son mucho más profundos y no se solucionan meramente con recursos.

“El acuerdo empieza en un tema de principios, diciendo que es un ‘gran acuerdo’ por la educación superior. Pero no. Es un acuerdo en la parte financiera por las universidades públicas, porque lo que toca de las instituciones técnicas y tecnológicas (ITTU) es apenas algo para darles un contentillo”.

El pedazo del pastel para las ITTU

El acta oficial habla por sí misma. De los 15 puntos acordados, solo 2 hacen referencia directa y única a lo referente a las ITTU: los recursos de financiamiento de las ITTU públicas y el reconocimiento del 100% del descuento por votación.

En el primero, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) se compromete a construir en el Plan Nacional de Desarrollo un artículo que “permita la transferencia legal de los recursos del Presupuesto General de la Nación a las ITTU para funcionamiento”. Esto se hará con los voceros de la mesa de diálogo y los representantes de las ITTU.

El segundo trata del descuento por votación con el que el Estado reembolsa un monto de recursos cuando los estudiantes asisten a las urnas. “El MEN se compromete trabajar con el Congreso en un proyecto de ley que busque garantizar el reembolso del 100% del descuento que actualmente se entrega”. Sobre esto Ariza comentó, como dice el enunciado, que esto ya se hacía, pero “sin determinar un porcentaje”. Ahí estaría la novedad.

Sobre el mismo punto se pronunció Carlos Mario Lopera, director del Observatorio de la Universidad Colombiana: “El acuerdo baja la fiebre pero no soluciona la enfermedad. Fue la muestra de un sistema de educación superior público completamente parado más de dos meses para arreglar con dinero anunciado y sin soluciones de fondo”.

Los reparos sobre los recursos logrados en un acuerdo ‘poco histórico’

El logro en términos financieros es, a simple vista, monumental: un movimiento estudiantil que sobresalió con un discurso constante en el escenario público y que logró varios billones para la educación superior pública. Sin embargo, para algunos expertos no fue algo histórico porque en años anteriores ya se han adicionado recursos a las universidades públicas por encima del IPC.

“¿Ayuda a las finanzas o es histórico? Este no es el primer paro y no es la primera vez que se le inyecta capital adicional a las universidades. Al menos una vez cada dos años estas instituciones reciben más puntos por encima del IPC”, recordó la exviceministra Ariza. Es decir, si bien es un avance, no es algo nuevo.

De igual forma pasa con los recursos provenientes del ya mencionado descuento por votación y los 300.000 millones que vendrán de los excedentes de las cooperativas. Son acuerdos hechos encima de leyes ya existentes pero que por algún motivo o no se cumplían y esta vez se les hacen algunas variaciones.

El profesor de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes, Fabio Sánchez, dijo que eran positivos varios aspectos consignados en el acuerdo y que sí representan aumentos monetarios para las instituciones de educación superior, sin embargo encontró también reparos.

“El acuerdo solo contempló los recursos que iban a ser destinados a las universidades públicas, pero no se consignó ninguna obligación adicional por parte de estas o ningún acuerdo específico para trabajar en los temas donde hay grandes fallas. Por ejemplo, en el tema de deserción: solo el 50% de los estudiantes llegan a décimo semestre, lo cual constituye una pérdida de los recursos. Otro tema es la duración de las carreras porque por alguna razón los semestres en los claustros públicos duran masomenos 14 semestres y deberían ser de 12”.

Bajo la mirada de Sánchez, se podría decir que quizá el mayor inconveniente del presupuesto es que no estipula compromisos sentidos por parte de los centros de formación, que serán los que administren el caudaloso recurso.

La autonomía universitaria: ¿cruz o beneficio?

La falta de compromiso a la que hizo alusión Sánchez es un tema que puede recaer en uno de los asuntos más cuestionados pero del que no se habló en el acuerdo con el gobierno, la autonomía académica, financiera y administrativa que tienen las universidades públicas.

Natalia Ariza lo explicó con un ejemplo: “Esto es como decir que una persona vive en la casa de sus papás y a los 18 años nadie puede decirle nada acerca de su vida, ni pueden ponerle reglas y es quien toma las decisiones, a pesar de que los padres la siguen financiando”.

Para ella, eso pasa con las universidades. Entre los problemas estructurales está justamente el financiar sin contar con una instancia que vele porque las instituciones tengan regulaciones o parámetros para el uso de la plata.

“Las IES públicas al ser autónomas no reportan cuántos docentes tienen, ni cómo están sus programas. No hay planeación. Entre los problemas de fondo está saber ellas cómo definen sus gastos, inversiones y capacidad de cobertura. Y pese a eso, el Ministerio de Hacienda es el que debe garantizarles el presupuesto”, dijo Ariza.

Sobre esto también opinó el director del Observatorio de la Universidad Colombiana. Lopera cuestionó esta situación porque “nadie sabe si realmente lo que se dará es lo que se necesita, porque ni el sistema ni el gobierno se atreve a pedir rendición de cuentas de las universidades”.

Es decir, la distribución de los recursos no se ahonda de forma explícita en el acuerdo y es importante porque luego de conseguir los recursos el siguiente paso es decidir cuánto le va a llegar a cada institución.

“Esta sería una oportunidad para que el país empiece a equilibrar la asignación por estudiante, porque las universidades oficiales de mayor reconocimiento ganan hasta 3 veces más por estudiante que las pequeñas universidades regionales”, explicó Martínez.

¿Triunfo para Colciencias?

En la reuniones participó también Diego Fernando Hernández, director de la entidad. En un principio para Colciencias los estudiantes pedían adicionar a su presupuesto 700.000 millones. En este acuerdo se pactó la entrega de 500.000 millones: 250.000 para fomentar las becas de excelencia del programa “Doctoral del Bicentenario”, y el resto para proyectos de inversión para fortalecimiento institucional y de investigación de las instituciones de educación superior.

¿Con este acuerdo ganará la ciencia y la tecnología en el cuatrienio Duque? Es positivo tener una cartera más robusta, pero la destinación sigue siendo una piedra en el zapato.

Por un lado, esto le preocupa al profesor Sánchez porque “para ciencia y tecnología es demasiado grande y no creo que las universidades tengan la capacidad de desarrollar los recursos”.

Y por el otro, a Carlos Mario Lopera le preocupa la nueva inversión para becas. “La mayor parte del presupuesto de Colciencias se va para doctorados. Pero esto termina siendo un beneficio particular y no está amarrado a un proyecto concreto sobre cuál es la investigación que necesita el país y en qué áreas”.

***

La voz de los expertos habla de un análisis sobre lo pactado y del futuro que el nuevo presupuesto le augura a la educación superior. Sin embargo, el acuerdo no tocó los problemas profundos de la educación: la inequidad, la falta de acceso a la educación, el modelo educativo y una reforma completa a la ley 30 de 1992, temas que ni siquiera quedaron en el tintero.

Y los estudiantes lo saben. “Lo que entendemos es que en un paro se garantizan y son posibles ganar algunas cosas, incluso apostarle a apretar mucho más los artículos 86 y 87 de la ley 30. Pero tenemos claro que no tenemos la capacidad y las condiciones para establecer una reforma a la educación que sea como nosotros la queremos”, dijo Diego Cortés, asesor de los estudiantes y miembro de la Asociación Colombiana de Representantes Estudiantiles (Acrees).

Por ahora, 2019 será un año en el que —según el movimiento estudiantil— se pondrán en marcha el acuerdo y nuevas movilizaciones sociales, pues esta conquista es solo una que soluciona los problemas universitarios en mediano plazo.

Así mismo, en palabras de Cortés, no se quiere abrir la caja de pandora de las reformas que necesita la educación, pues “podemos correr el riesgo de abrir la puerta para hacer todas las reformas que este gobierno quiera y que sean en contravía de ese acuerdo de financiación que conseguimos y del concepto de educación que tenemos”.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/los-puntos-claves-para-entender-el-acuerdo-entre-rectores-y-estudiantes/595193

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El millón de panes que se robaron del programa de alimentación escolar

Por: Semana Educación

El gobierno le giraba 971 pesos a los contratistas por cada desayuno, sin embargo, solo se gastaban 71 pesos. En un libro, la Contraloría cuenta detalles de uno de los más dolorosos desfalcos a los dineros públicos. Las pechugas de 40 mil pesos fueron apenas un ejemplo.

El robo a los dineros que debían destinarse a la alimentación de los niños en los colegios del país es quizás una de las caras más tristes de la corrupción en Colombia. El clientelismo se apropió de buena parte de las necesidades de los cerca de ocho millones de pequeños que asisten a 13.000 colegios y escuelas de 1.103 municipios del país. Por cuenta de estas investigaciones, la Contraloría abrió 154 procesos de responsabilidad fiscal por cerca de $84.000 millones. Ese es el mismo dinero que el Estado le giró en años pasados a la universidades públicas. Hoy, se estima que en ese robo podrían estar implicados 5 gobernadores, 2 alcaldes, 3 congresistas, 6 exgobernadores y 52 exalcaldes. En este capítulo del libro Grandes Hallazgos, la contraloría cuenta su versión de esta historia.

«En un colegio de Cereté (Córdoba) 350 niños hacen fila desde las ocho de la mañana: tres operarias les entregan medio vaso de peto y una galleta de soda.

– Por qué sirven una ración tan pequeña –, les pregunta un periodista a las operarias.

– No nos puede costar más de 70 pesos por cada niño –, responde una de ellas.

Foto: Archivo SEMANA.

No es claro si esa es la orden que les dieron quienes se ganaron el contrato del Plan de Alimentación Escolar, pero lo que sí es cierto es que esos $70 están muy lejos de los $971 que el Gobierno les paga a los contratistas por cada desayuno.

El relato es uno de muchos que aparecieron en los medios de comunicación cuando se comenzó a destapar el escándalo del Plan de Alimentación Escolar.

Es decir, en solo este desayuno, de ese día en ese colegio de Cereté, los del consorcio se ganaron cerca de $290.000 (descontando los $8.400 que le pagan a cada operaria). Y en total atienden 85 colegios en Córdoba. ¿Cuánto dinero se embolsillaron cada día? ¿Cuánto de los $23.000 millones del contrato con la Secretaría de Educación se fue a sus bolsillos en vez de destinarse a alimentar a los niños? La revista Semana contó en su momento que detrás de este contrato en particular estaba Leda Guerrero Ortega, una mujer de extracción humilde, cercana a Bernardo Elías Vidal, más conocido como ‘ñoño Elías’, congresista condenado por cohecho y tráfico de influencias. Llama la atención que el mismo año en que Elías es elegido represente a la Cámara, en 2006, Leda Guerrero se convirtió en empresaria de la alimentación. En ese entonces la señora Guerrero vivía en una modesta casa de interés social y apenas diez años después ya tenía a su nombre 37 propiedades.

Ese retrato resume la tragedia de la alimentación escolar en Colombia. Unos cuantos se roban la plata que todos los colombianos con sus impuestos aportan para darles comida a los niños y niñas más necesitados, mientras, en este caso en Córdoba, el 37 por ciento de los niños padece anemia y 16,5 por cada 100.000 niños mueren por desnutrición.

La primera vez en 80 años

¿Y qué tuvo que ver la Contraloría General de la República con todo esto? Desde hace poco más de 80 años en Colombia el Gobierno les da a los niños y niñas de escuelas y colegios públicos comida. Ya sea un desayuno, un refrigerio, el almuerzo o todas las anteriores.

El programa comenzó en 1936 con la creación de los restaurantes escolares. Después, en 1968, crearon el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar). Pero nunca, en todo este tiempo, se había destapado un escándalo de corrupción como el de ahora.

Lo más escandaloso que se conocía había sido la malversación y reventa de la bienestarina, que es un complemento alimenticio que inventó y patentó el ICBF en 1994, compuesto de cereales, soya, leche en polvo, vitaminas y minerales. En varias ocasiones se descubrió que bultos de bienestarina, evidentemente desviados de su propósito original, aparecían en fincas como alimento de cerdos, pollos y ganado.

En 2011, el Congreso decidió quitarle la responsabilidad al ICBF y trasladársela al Ministerio de Educación (Ley 1450 de 2011) con el argumento de que se querían “alcanzar las coberturas universales en el programa de alimentación escolar – PAE-”.

El Ministerio de Educación, a su vez, en 2015 decidió lavarse las manos y dijo: yo dicto la política, y ustedes señores de las entidades territoriales se encargan de alimentar a los niños de escuelas y colegios. Y así les entregó a ellos la contratación.

Tal vez no fue el mejor momento. Nadie en Bogotá, al tomar esa decisión, tuvo en cuenta que les iban a entregar estos recursos a las entidades territoriales justo cuando se estaba haciendo más sofisticado el modus operandi de la corrupción alrededor de las alcaldías y gobernaciones.

(…) La Contraloría General siempre había auditado recursos del Sistema General de Participaciones (que son casi 30 billones que cada año la Nación le gira a las regiones para salud y educación) pero no había auditado específicamente el Plan de Alimentación Escolar.

Y empezó a encontrar que era muy complejo auditar en tiempo real: llegaban a revisar las cuentas en 2015 pero los platos ya se habían comido en 2014, no tenía cómo constatar que el número de raciones facturadas sí se habían entregado a los niños o que los ingredientes que se cobraban si se habían utilizado.

— El contralor Maya llegó un lunes y me dijo: acabo de llegar de Valledupar y me hablaron de una gente que se está robando la plata del PAE —,

Es lo que recuerda el contralor delegado para lo social, José Antonio Soto, como el punto de quiebre de la investigación sobre el Plan de Alimentación Escolar (PAE), una de las investigaciones más importantes de la Contraloría General de la República en los últimos tiempos.

Soto se refiere al contralor general Edgardo Maya, quien aprovecha uno que otro fin de semana para visitar a su madre en Valledupar y allí los amigos y la gente en general se le acerca a contarle sus cuitas.

La charla que tuvo Maya es importante porque a partir de ese momento lograron cambiar el enfoque de la investigación y al fin descubrir cómo estaban robando los recursos con los que debían darles comida a cerca de 8 millones de estudiantes de las escuelas y colegios públicos del país.

— Maya estaba decidido. Me decía: por encima de mi cadáver se van a seguir robando esa plata. – enfatiza el contralor Soto.

Comenzaron entonces a crear nuevas estrategias para encontrar las pruebas de lo que era un secreto a voces. Lo que dio mejores resultados fue pedirles a los auditores que en las escuelas comenzaran a contar, uno a uno, los niños que en efecto recibían la alimentación y que tomaran fotos de lo que se les entregaba.

De ese ejercicio resultaron fotografías y videos que se convirtieron en pruebas importantes del proceso. Un video en particular, el de los niños de Aguachica, Cesar, sacudió al país y el caso del PAE ya no tuvo marcha atrás.

En el video se veía a un grupo de niños en una fila en el patio del colegio Sagrado Corazón y el que iba llegando al primer puesto cogía un plato con comida y un vaso lleno de jugo, sonreía y le tomaban una foto. Pero una vez cumplía con el requisito de la foto, le tocaba entregar el plato y el vaso aún llenos al niño que seguía en la fila para que repitiera la misma pose ante la cámara… y así con todos los niños. Es decir, esa no era la comida que les daban. Las fotos eran para ponerlas en el informe que se entregaba a la Secretaría. Cuando el último niño de la fila se tomaba la foto, comenzaba una nueva fila, ya sin fotos, para recibir la comida que de verdad les daban: unos trocitos tan pequeños que cabían en la palma de la mano de cada niño. Literalmente, migajas.

Las redes sociales explotaron de indignación. El video se hizo viral y se convirtió en el detonante que hizo escalar el escándalo.

El video lo grabó una profesora ¿Qué pasó con los rectores y profesores de otras escuelas y colegios que no denunciaron? ¿Cómo funciona la mente de quienes les roban de esta manera los alimentos a los niños más necesitados?

El video sirvió de ejemplo y empezaron a denunciar. Por esas mismas fechas un profesor del colegio Luis Carlos Galán, en Plato, Magdalena, publicó en redes sociales un video en el que muestra una diminuta ración de pollo y “dos deditos de jugo”. Y así circularon fotografías y vídeos desde varias regiones.

Resultados la metodología, que el Contralor Maya decidió crear una especie de grupo élite y dio la instrucción de hacer una auditoría en cada departamento del país.

Así entonces, fue como la Contraloría General se metió de lleno en la olla podrida del PAE. Primero, en 2015, llevo a cabo una Actuación Especial de Fiscalización en Maicao, Manaure y Uribia (Guajira). Después, en 2016, la amplió a los siete departamentos del Caribe (Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre). Y luego, en 2017 se extendió a 17 departamentos más de todo el país para un total de 24.

El drama de la Guajira

El primer departamento al que la Contraloría le puso los ojos encima, cuando Maya llegó en septiembre de 2014, fue a La Guajira. El país estaba aterrado con el drama del hambre de los niños allí. Entre 2008 y 2013, murieron 278 menores por desnutrición, decían las cifras el Dane. Eso significa que en promedio, cada semana, durante esos seis años murió un niño en La Guajira por falta de alimento. Y los que no morían… sufrían: de cada 100 niños, 27 padecían física hambre.

Los hallazgos que hizo la Contraloría eran parte de la explicación. En municipios como Manaure y Uribia los escolares no recibían todas las raciones contratadas y el operador cobraba como si las hubiera entregado. La Gobernación contrataba, por ejemplo, el suministro de 500 raciones y el contratista solo entregaba 200. En algunas escuelas les cobraban a los niños entre 100 y 200 pesos por darles la ración que debía ser gratis. Y como si fuera poco les tocaba comer en el suelo y el agua no era potable.

Y en todo el país

Con el paso de los meses nos fuimos dando cuenta de que el país todo era una caja de pandora. Por dónde se abría cualquier contrato del Plan de Alimentación Escolar se destapaban irregularidades. El contralor Edgardo Maya cada vez denunciaba un caso más atroz que el otro.

En Cartagena, por ejemplo, inflaban los precios: el kilo de pechuga de pollo que valía $7.000 lo cobraban a $40.000 ¡de un mes para otro un aumento del 471%! y el kilo de carne molida se disparó de $10.000 a $38.000 el kilo, para un alza del 280%. Pero no solo eran sobreprecios. También cobraban raciones que nunca se les entregaban a los niños. O facturaban alimentos que no aparecían en la ración: 2.800 kilos de canela por $39 millones, que nunca llegaron a las escuelas y 2,6 millones de panes, por los que cobraron $400 cada uno, pero de los cuales un millón no aparecieron.

Y así a lo largo y ancho del país. En Santander pagaron tamales a $30.000 cada uno. El contratista era una asociación de trabajadores de grúas. En Vichada, a los internados perdidos en la selva profunda, llegaban alimentos de mala calidad y en menor cantidad que la contratada. El detrimento se calculó en $4.922 millones de pesos. En la Jagua de Ibirico (Cesar), la alcaldía pagó $2.384 millones más de lo que valían la harina, lenteja, frijol, aceite, azúcar y leche, que debían ir en los kits especiales para niños desnutridos. En Arauca, mientrs se intoxicaban 300 estudiantes de tres colegios, los contratistas facturaban por comida fantasma, que supuestamente entregaron en días de permisos sindicales o en cenas en colegios donde no había jornada escolar en la noche. En el Internado de Tarapacá, en Amazonas, el contralor Maya denunció gastos escandalosos como huevos a $900, que en los supermercados se conseguían a $350; pasta para sopa de $5.050 a pesar de que se conseguía a $1.460, y panela a $65.200 que se conseguía a $38.000. En Lorica, Cereté y San Bernardo (Córdoba) se descubrió lo mismo: pago muy por encima del costo de la ración que efectivamente entregan. Y así se detectaron malos manejos en 24 de los 32 departamentos del país.

Y eso sin contar si los alimentos estaban en buen o mal estado. En el Atlántico, la secretaría de educación puso bajo la lupa 210 muestras de alimentos de los que se estaban entregando en 94 escuelas y colegios y 158 de las muestras se rajaron en el examen (el 75%) porque tenían moho, levadura, coliformes totales y fecales, mesofilos aerobios y salmonella.

— El pan venía con hongos. Los almuerzos venían con piedras, pelos y los niños nos enfermábamos–, explicaba una niña en un colegio de la Costa Caribe.

La Contraloría señaló irregularidades por $62.488 millones de pesos en las auditorías de 2016 y evidenció que más de 32,7 millones de raciones no fueron entregadas a los niños y niñas. Con esa plata se habría podido alimentar diariamente, durante dos años y medio –con desayuno y almuerzo- a más de 17 mil niños.

El modus operandi

Pero la gran pregunta es quién estaba detrás de todo esto. Y tal vez uno de los resultados más importantes de la Contraloría General –en un trabajo conjunto con el Ministerio de Educación y que luego fue complementado por la Fiscalía y la Procuraduría- es que descubrió un cartel y un modus operandi clonado en todo el país.

— No me cabe duda que estructuras mafiosas se han apoderado de la alimentación escolar en algunas regiones–, dijo en forma categórica el contralor Edgardo Maya Villazón.

La Contraloría descubrió que curiosamente se presentaba el mismo oferente para varias vigencias y entidades territoriales, en un primer momento se detectó en Cesar, Magdalena y La Guajira, y después en otras zonas del país.

El Ministerio de Educación, con la información que le brindó la Contraloría, elaboró un mapa con tres redes de alimentación escolar que se habían ganado jugosos contratos de más de medio billón de pesos en la región Caribe y en Norte de Santander y lo presentó al país el 22 de abril de 2016.

La telaraña del PAE

Según el Ministerio, la primera red estaba conformada por Katia Elena Rosado Murillo, Ivis Rosado Robles y María Angélica Araújo, quienes por intermedio de seis fundaciones, consorcios, uniones temporales y entidades relacionadas habrían celebrado contratos de alimentación escolar desde el año 2007, por cerca de $450 mil millones.

Estas operaban en Cesar, Magdalena y La Guajira. Eran una especie de fábrica de fundaciones, creaban una y luego mutaban de nombre o se mimetizaban en consorcios. Es como una misma persona cuando le descubren una máscara simplemente la cambia por otra.

El ejemplo más ilustrativo es el de la Fundación Acción Social Integral-Acsi a la que le dieron un contrato en 2016, en el César, por $17.269 millones. Pero el NIT de Acsi era el mismo de Kabala, una fundación a la que la Contraloría General le habían contado más de 5 mil hallazgos de mal servicio (entre estos, servir comida en mal estado) razón por la cual le habían suspendido un contrato de 14 mil millones de pesos, en Bolívar, en 2015.

Es decir, tras ser suspendidos en 2015 lo único que hicieron fue modificar la razón social para presentarse a la licitación de 2016 y se la ganaron –pues eran los únicos oferentes- con una calificación de 1.000 sobre 1.000.

Pero además Kabala no era su primer nombre, ya había tenido otro nombre distinto antes: se había llamado Fundación Pa Todo El Mundo.

La segunda red que identificó el Ministerio de Educación estaba integrada por Adiela Álvarez y Hugo Mario Álvarez, quienes por medio de ocho entidades sin ánimo de lucro diferentes habría celebrado contratos desde 2012 por $129.000 millones.

Uno de los nombres claves de esta red era la Corporación Gestión del Recurso Social y Humano –GERS a partir de la cual se hacían consorcios con otras fundaciones y operaban en el Magdalena, Santa Marta, Aracataca y Ciénaga; en Tierralta (Córdoba), El Copey (Cesar) y la Guajira.

Y una última red identificada por el Ministerio de Educación había tenido contratos en Norte de Santander por $262.426 millones.

Unos meses después, el procurador Fernando Carrillo habló de los zares de los contratos del PAE en el país e incluyó, además de los ya mencionados en las redes, a cuatro personajes más a los que bautizaron como los ‘zares’ de la alimentación escolar. Entre ellos, la Cooperativa Multiactiva Surcolombiana de Inversiones, que había firmado 22 contratos en Santander por más de 110.000 millones de pesos; y un grupo de fundaciones entre las que estaba Vive Colombia que a pesar de haber sido inhabilitada en 2011 porque recibió tres multas del ICBF, desde el 2013 tuvo 240 contratos por más de 142.000 millones de pesos en Cundinamarca y Boyacá.

Era evidente entonces que tenían claro un modus operandi pero también, y es lo preocupante, que no valen ni multas ni inhabilidades porque saben bien como disfrazarse, camuflarse o reinventarse.

Y normalmente son contratos hechos a la medida de uno de los contratistas. En el 88% por ciento de los contratos del PAE evaluados por la Contraloría, en la región Caribe, solo participó un oferente.

¿A dónde va esa plata?

Pero más allá de los nombres y de las redes, el gran interrogante es ¿a dónde va ese dinero? ¿Se queda en manos de unos personajes inescrupulosos que tuvieron ‘la suerte’ de ganarse ‘la lotería’ y quedarse con los jugosos contratos de la alimentación de los niños? ¿o van también a otros bolsillos?

El exsenador Musa Besaile, que obtuvo el mayor número de votos en 2014 y hoy está en la cárcel, le contó a la Corte Suprema como se hacía la repartición de lo que él llama la “mermelada” burocrática. Explicó que desde 2010 a la hora de repartir las entidades entre los congresistas las tenían clasificadas como entidades A, B, C y D. Siendo A, la más apetecida, en materia de contratos y cargos. Y –atención al detalle- solo una de todas las entidades del Gobierno Nacional era considerada clase A por los políticos clientelistas y corruptos y esa entidad era el ICBF. Para ese entonces, el Programa de Alimentación Escolar, entre otros, dependía de este instituto.

La frustración en 2017

Sin embargo, a pesar de todo el escándalo y de que se destapó todo este modus operandi, la gran frustración ha sido que para la vigencia de 2016-2017 la Contraloría encontró que se repetían de nuevo las mismas prácticas viciadas denunciadas un año atrás.

No hay derecho a que después de los malos manejos que venimos denunciando desde 2015, en las auditorías de 2017 se hayan repetido las irregularidades–, se lamentó Maya Villazón.

Uno de los casos que más llamó la atención fue el de Cartagena, bajo la administración de Manuel Vicente Duque. Llegó abril y aún no habían comenzado el Programa de Alimentación Escolar. Acudieron a la figura de urgencia manifiesta, que permite saltarse la licitación pública para contratar a dedo los 23.427 millones de pesos. Y para darles desayuno y refrigerios a los niños contrató una firma de Nariño (Redcom) ubicada a 1.420 kilómetros de distancia.

Y así como en Cartagena también se repitió la historia en otros lugares. La administración de la gobernadora Rosa Cotes Vives, en Magdalena, pagó $600 de más por cada almuerzo (los contrató a $2.300 y los pagó a $2.900) y pagó por 44 días de almuerzos que en realidad no se entregaron. Como si fuera poco contrató de manera directa con la Corporación Gestión de Recursos Social y Humano (GERS) por más de 17.000 millones de pesos. GERS no solo es la misma que aparecía en una de las redes muy cuestionadas por el Ministerio de Educación si no que un año antes se había visto cuestionada luego de conocerse un video viral en el cual aparecían los alimentos que suministraban a los niños: una papa partida por la mitad y una trocito de pollo.

Y en Amazonas, a pesar de las advertencias y denuncias de la Contraloría también se repitió la dosis. Se cobró cada ración a 4.005 pesos, pese a que meses antes la había cobrado a 1.984 pesos y en otro contrato se encontró que se pagó por cada 15 kilos de mantequilla 110.500 pesos, cuando el contratista la adquirió a 65.000 pesos.

Los resultados

No es usual que un Contralor General logre ver fallados sus propios hallazgos antes de terminar su período de cuatro años. Incluso es común que no logre dejarlos en la fase de imputación. En el caso de la contraloría de Edgardo Maya se logró romper esa tendencia e imputó cargos a los implicados en 16 procesos en 11 departamentos. Incluso fue más allá y emitió fallos en los departamentos de Atlántico, Casanare, Cauca y Cesar.

En total, la Contraloría avanzó en 154 Procesos de Responsabilidad Fiscal, por cerca de $84.000 millones. Entre los presuntos responsables figuran 5 gobernadores, 6 exgobernadores, 2 actuales senadores y 1 representante a la Cámara, 2 alcaldes, y 52 exalcaldes.

La Fiscalía por su parte capturó a 93 personas en 12 departamentos, y ya imputó cargos a 57 personas, en departamentos como La Guajira, Atlántico, Chocó, Amazonas, Magdalena, Huila y Bolívar.

La Procuraduría, en 2017, tramitó 152 procesos disciplinarios, 45 de ellos investigaciones formales.

Y en 2018 se siguieron sintiendo los efectos de la investigación: la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) descubrió un cartel de 28 empresarios que durante 10 años manipularon la contratación del PAE en Bogotá. La SIC probó que por medio de presiones y tutelas eliminaron a la competencia, logrando incidir en 21 procesos por 1,5 billones de pesos del PAE, que deberían beneficiar a 750.000 niños de Bogotá.

Esta investigación de la SIC es interesante porque muestra por una parte hasta donde llegan los tentáculos de los contratistas. El caso salpicó a Germán Trujillo Manrique, esposo de la exgobernadora del Huila Cielo González, y el mismo que ya estaba en casa por cárcel por otro caso ya mencionado del PAE en Santander, el de las facturas de tamales a 30.000 pesos a nombre de un taller de grúas.

Y de otro lado, porque muestra también que el poder de los contratistas en algunos casos va más allá de los funcionarios de turno. Una de las empresas implicadas es Mauro’s Food, que también participó en el ‘carrusel de la contratación de Bogotá’ durante la alcaldía de Samuel Moreno. El poder de estas empresas era tal, dice la SIC, que enviaban mensajes con párrafos completos para incluirlos en pliegos licitatorios.

Entre el 2013 y el 2017, el Programa de Alimentación Escolar manejó en todo el país recursos por 3,7 billones de pesos.

El PAE contó, por ejemplo, en 2016 con recursos superiores a 1,7 billones de pesos. Un monto significativo si se tiene en cuenta que para distribuirlo a 8 millones de niños equivale a $212.500 por estudiante.

Pero los problemas del PAE –que se extiende en 1.103 municipios del país a través de 13.000 instituciones educativas–van más allá de los casos de corrupción que se han denunciado.

Se juntaron todos los males. Los contratistas de la peor avaricia que no tienen escrúpulos a la hora de dejar a cientos de miles de niños sin alimentos con tal de llenar sus bolsillos de billetes y la deficiencia de un Estado que en 80 años no ha logrado tener una infraestructura clara y un modo de operar que permita salvaguardar de los corruptos la comida de los niños y niñas.

La reforma que se hizo en 2011 y 2015 que le quitó el Plan de Alimentación Escolar al ICBF y lo dejó en manos de las alcaldías y gobernaciones, a pesar de las buenas intenciones que pudo haber tenido, se chocó con dos realidades complicadas: una, la ineficiencia y falta de experiencia de las administraciones de turno, y dos, los carteles y minicarteles de la contratación expertos en quedarse con los recursos del Estado local. En total, 52 de las Entidades Territoriales Certificadas (el 41%) presentaron una gestión antieconómica de los recursos del PAE, lo que implicó no sólo un mayor valor pagado por ración, sino el pago a favor de operadores y contratistas por raciones no entregadas.

Uno de los principales propósitos del traspaso del PAE al Ministerio de Educación era reducir los índices de deserción escolar porque se partía del supuesto de que al aportarles la alimentación necesaria a los estudiantes se garantizaba su permanencia. Sin embargo, no se ha logrado. Según las cifras de deserción escolar, el PAE no alcanza a impactar ni en un 1% los indicadores de permanencia educativa en todo el país.

Todo esto, como dijo el contralor general, Edgardo Maya, confirma la necesidad de revisar el Programa de Alimentación Escolar de forma integral.

En medio de todas estas desalentadoras noticias, se abrió un rayo de esperanza en Bogotá. El Programa de Alimentación Escolar (PAE), liderado por la secretaria de educación María Victoria Ángulo, no solo logró una cobertura universal con alimentos de buena calidad, sino que también ayudó a la Superintendencia de Industria y Comercio a descubrir el cartel que llevaba más de 10 años enquistado o abusando de la administración distrital, y como si fuera poco ganó un premio en Holanda “como modelo de transparencia, por su voluntad de innovar y de ser pionero en las comprar públicas”.

La misma secretaria Ángulo que se convirtió en Ministra de Educación y tiene en sus manos el gran desafío de trasformar el Plan de Alimentación Escolar.

… Nota importante:

Los procesos del Plan de Alimentación Escolar se encuentran de la siguiente manera en la Contraloría General de la República al momento del cierre editorial de este libro:

En 25 de las 31 Gerencias Departamentales de la Contraloría, se encuentran en curso 154 Procesos de Responsabilidad Fiscal, cuyas cuantías ascienden a la suma de $83.874 millones, de los cuales se han imputado 17 procesos por más de $7.802 millones.

Tan sólo del departamento de La Guajira, y de sus municipios, se encuentran en curso 15 procesos, que ascienden a $20.474 millones, lo que representa más del 24% del valor total de los procesos del P.A.E. Le sigue el departamento del Cesar, con 14 procesos que suman $9.368 millones, que representan el 11% del total.

Dentro de los 154 Procesos, se encuentran involucrados en calidad de Presuntos Responsables, los actuales Gobernadores departamentales:

  1. a) del Magdalena, Rosa Cotes de Zúñiga, a la que se le llevan 4 Procesos por

cuantía total de $1.744 millones; b) de Nariño, Camilo Ernesto Romero Galeano, al que se le lleva un proceso

por $470 millones; c) del Cesar, Francisco Fernando Ovalle Angarita, a quien se le lleva

también un proceso por $2.451 millones; d) del Chocó, Jhoany Carlos Palacios Mosquera, al que se le adelanta un

proceso por $644 millones, y; e) del Putumayo, Sorrel Aroca Rodríguez, con un proceso por más de $292

millones.

También han sido vinculados 6 exGobernadores de los departamentos de:

  1. i) Caquetá, Álvaro Pacheco Álvarez; ii) Amazonas, Carlos Arturo Rodríguez Celis; iii) Arauca, José Facundo Castillo Cisneros (sólo a él se le siguen 3 procesos por más de $6.367 millones, de los cuales uno ya fue imputado por más de $1.186 millones); iv) Cesar, Luis Alberto Monsalvo, y; v) La Guajira, José María Ballesteros Valdivieso (se le llevan 2 procesos por más de $16.339 millones, ambos procesos declarados de impacto nacional), y; vi) Se destaca el caso del ex Gobernador de Santander, Ricardo Alfonso Aguilar Villa, a quien se le lleva un proceso por la suma de $3.923 millones, y recientemente se posesionó como Senador de la República.

Además del señor Aguilar Villa, otros actuales Congresistas a quienes la Contraloría les lleva procesos por el PAE, con ocasión de su ejercicio anterior como Alcaldes municipales, son los señores Erwin Arias Betancour, actual Representante a la Cámara por el departamento de Caldas, a quien se le sigue un proceso por su gestión como Alcalde de La Dorada, por $248 millones; y el actual Senador de la República, Didier Lobo Chinchilla, a quien la Contraloría por su gestión como Alcalde de La Jagua de Ibirico, Cesar, le sigue 2 procesos por $769 millones y $399 millones, relacionados con irregularidades en el PAE.

Dentro de las imputaciones descritas, en procesos adelantados por nuestras Gerencias Departamentales se destaca la imputación que involucra al ex Alcalde del Distrito de Santa Marta, Carlos Caicedo Omar, a quien se le imputó una cuantía de $1.206 millones.

En las Gerencias de Atlántico, Casanare, Cauca y Cesar, ya se han emitido fallos con responsabilidad en primera instancia, que totalizan $2.940 millones, dentro de los que se destacan el proceso en el que se afectó la Gobernación del Cesar, por $1.722 millones, y la del Casanare, por $1.097 millones.

Se destacan igualmente 3 fallos de Impacto Nacional, por recursos del PAE que manejó el ICBF en los departamentos de Sucre y La Guajira, en cuantía total de más de $2.797 millones».

**Este es un capítulo del libro Grandes Hallazgos, publicado por la Contraloría General de la República el pasado miércoles.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/el-libro-que-contiene-las-verdades-sobre-el-pae-que-investigo-la-contraloria-general-de-la-republica/594601

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¿Por qué marchamos?: los testimonios de los profesores

Por: Semana Educación

Centenares de maestros de colegios, afiliados al sindicato de Fecode, salieron a la calle este martes. Estas son las difíciles condiciones en que muchos ejercen su profesión y los principales reclamos que le presentan al país.

Miles de profesores de colegios se sumaron este martes a las protestas por la educación. El pulso en las calles le mide el aceite al nuevo gobierno. Al lado de los estudiantes y rectores de las universidades públicas, los maestros de Fecode comienzan a jugar un rol esencial en esta movilización.

Las respuestas del Gobierno como el incremento de 500.000 millones de pesos para educación en el Presupuesto General de la Nación, la promesa de sacar un billón de pesos del presupuesto de regalías y el retiro de los proyectos de ley 057 y 014 (que según el sindicato afectaban, entre otras cosas, los derechos sindicales y laborales de los maestros), siguen sin generar efectos en un sector de la comunidad educativa.

Esta vez, los docentes salieron a protestar en Armenia, Cali, Pereira, Córdoba, Betania, Antioquia, Pasto y Bogotá, entre otras ciudades. En Bogotá, la marcha de Fecode inició alrededor de las 10 a.m. en la Secretaría de Educación Distrital. SEMANA EDUCACIÓN estuvo allí y habló con algunos de los maestros. Estas son las razones que los sacaron a las calles.

Ana Edith Velasco

«Soy egresada de la Universidad Pedagógica y desde 1992 ejerzo la docencia. En este momento doy clase en la Institución Educativa Sierra Morena y tengo cerca de 200 estudiantes de grados noveno y once. Lo más complejo de ser profesor es la falta de interés: de los padres de familia y de los estudiantes mismos. A eso se le suma la falta de recursos y las políticas públicas de la educación hoy en día».

Martha Cecilia Sandoval

«Soy licenciada, matemática y estadística, docente del distrito capital hace 18 años. Actualmente trabajo con el colegio Inem Francisco de Paula Santander en la jornada de la tarde. A mi cargo tengo aproximadamente 250 estudiantes, 40 por curso. Desarrollar nuestra labor docente es una ardua labor, teniendo en cuenta que no contamos con todos los recursos y por eso es difícil tener lo que se necesita para trabajar en el aula. Algunos colegios cuentan con escasez de material como libros y tecnología. Así es imposible tener una educación con calidad».

Juan Sánchez

Soy profesor de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional y directivo de la Asociación Sindical de profesores Universitarios (Aspu). Siempre he tenido a mi cargo por lo menos grupos de mínimo 15 y máximo 60 estudiantes, de acuerdo al tipo de asignatura. Ser profesor es difícil porque es una profesión que no se estimula. La condición de precariedad de los profesores de las universidades públicas y privadas es indignante porque se nos contrata por periodos de cuatro meses. Y a los que somos profesores de planta nos pueden considerar privilegiados. Pero realmente nos toca trabajar también en condiciones de inferioridad en puntos de vista salarial. Fuera de eso, nos chocamos con las condiciones de infraestructura y tecnología en el ejercicio de la docencia.

Nelson Javier Alarcón Suárez

Soy docente de primaria desde hace 24 años y llevo 20 días como presidente de Fecode. Hoy el Gobierno Nacional solo ha cumplido el 20% de la totalidad de los acuerdos pactados y firmados en 2017. Falta cumplir el acuerdo sobre la evaluación con carácter diagnóstico formativo para que nuestros maestros y maestras puedan ascender y posicionarse en el escalafón docente. Tampoco se ha cumplido el acuerdo en el que pedimos una comisión de Alto Nivel, la cual podría proponer modificaciones a la Constitución para garantizar mayores recursos desde la educación preescolar hasta la educación superior.

Luis Fernando Céspedes Rueda

Llevo once años ejerciendo la docencia y hace tres doy clases en la Institución Educativa El Bosque, de Soacha. Allá las aulas son diseñadas para 30 o 35 estudiantes. Pero en realidad atendemos entre 45 y 48 estudiantes. A parte de eso, otro problema es que por falta de presupuesto ya ni la luz podemos usar. Le colocaron tapas a los conectores. Uno trata de innovar lo más que puede pero ya no podemos tener acceso a las tecnologías. En vez de evolucionar nos ha tocado quedarnos en la copia tradicional en el cuaderno. Considero que lo que piden los universitarios es muy poco comparado a lo que nosotros, los egresados, les hemos dado a este país. Por eso, también venimos a apoyar a los estudiantes de las instituciones de educación superior. Necesitamos la unión entre todos los sectores educativos y el cumplimiento de los 24 acuerdos.

Juliana Molano Rojas

Soy docente del Magisterio de Soacha, nombrada hace 12 años. Doy Ciencias Económicas y Políticas en la Institución Educativa Integrado de Soacha. Allá atiendo entre 40 y 45 estudiantes en los grados décimo y once. En el 2017 se firmaron unos acuerdos. La expectativa fue grande para que mejoraran las situaciones. Sin embargo, en la mía no todavía hay problemas. Por ejemplo, el número de estudiantes que ingresan es demasiado alto. En preescolar, que deberían ser cursos de menos de 25 estudiantes manejamos actualmente 35. Tenemos que trabajar con los mismos recursos que si tuviéramos una cantidad menor.

Leida Cecilia Perea

Trabajo en el colegio Ismael Perdomo de la localidad Ciudad Bolívar. Hace más de 35 años soy maestra chocoana y estoy en Bogotá desde 1977. En Colombia es muy difícil ser profesora debido a que los recursos no son los adecuados para las instituciones. Cada vez nos recortan más recursos y nos vemos obligados a desarrollar nuestra labor académica sin ciertas cosas: no hay aulas especializadas, nos faltan laboratorios. En mi colegio por lo menos nos faltan canchas para los muchachos.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/paro-de-maestros-de-fecode-profesores-explicaron-por-que-marcharon/587932

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Paro estudiantil: las universidades públicas, cortas de recursos

Por: Semana Educación

El problema de fondo radica en que la forma de distribuir los recursos para universidades e instituciones técnicas y tecnológicas nunca cambió. ¿Hay forma de superar esta crisis?

Es cierto que el sector educativo cada vez tiene más peso en el presupuesto. Con el paso de los años ha aumentado el monto de recursos que se destina a esta cartera, de modo que entre 2010 y 2018 la inversión general para la educación pasó de 20,8 billones a 37,5 billones y por primera vez se destinaron más recursos para la educación que para la defensa.

Sin embargo, el sector sigue en déficit. Frente a la realidad, los recursos siguen siendo insuficientes y eso se traduce en dificultades financieras para las instituciones educativas públicas, que las han llevado a pedir auxilio y a manifestar su descontento.

Rectores, docentes y estudiantes saldrán a marchar este 10 de octubre en todo el país. Su argumento es que el déficit presupuestario de las universidades públicas es de 3,2 billones de pesos (solo para poder cumplir con el pago de docentes y gastos administrativos) y de 15 billones si se quiere mantener la calidad e infraestructura.

Pese a que sí hay un claro problema de desfinanciación, la falta de inversión se explica por varias razones que van más allá de la cantidad de recursos que se destinan en el presupuesto. Semana Educación lo explica.

Cobertura

A pesar de que la cobertura para el caso de las universidades públicas aumentó 284 por ciento entre 1993 y 2016, pues pasaron de tener 159.218 estudiantes a 611.800, los aportes que le da la nación a las entidades territoriales se continúan calculando sin tener en cuenta este crecimiento. ¿Por qué? La Ley 30 de 1992, que regula las transferencias de la nación a las universidades, ajustó los recursos con base en el Índice de Precio al Consumidor (IPC). Eso quiere decir que no hay un crecimiento del recurso, sino una corrección del dinero año tras año.

Vea en video las 10 razones por las cuales salen a marchar las universidades públicas

A eso se le suma que el presupuesto nacional asignado a educación superior pasó de destinar a las universidades públicas 55,7 por ciento en 2002 a 37 por ciento en 2016. Por lo tanto, Fernando Noreña, coordinador de la Comisión de Vicerrectores Administrativos y Financieros del SUE, asegura que “la fórmula establecida en la Ley 30 de 1992 ha conllevado a que las transferencias de la nación hayan disminuido significativamente en la financiación de los presupuestos de las universidades públicas, teniendo que financiar el resto con recursos propios, lo que representa un riesgo de operación para estas”.

Los ajustes

Del total del presupuesto que la nación gira a las universidades, el rubro que más ha incrementado son los servicios personales, debido al aumento de cobertura, al sistema salarial y prestacional docente (Decreto 1279 de 2002); además, por el cumplimiento de sentencias en materia prestacional para docentes ocasionales, catedráticos y administrativos. Esto ha llevado a que las universidades, para atender los gastos de funcionamiento, “tengamos que reducir costos disminuyendo la participación de los docentes de planta, pasando en un promedio general de 75 por ciento de profesores de planta en 1993 a solo 34 por ciento a la fecha. Los docentes ocasionales son el 27 por ciento y los de cátedra, el 3 por ciento”, explica Noreña.

A esto se le añade un factor que hace más presión a las universidades, según Javier Botero, especialista de Educación Superior para Latinoamérica del Banco Mundial: “El salario va incrementando si los profesores de planta se forman en doctorado, maestría o si realizan alguna especialización, ya que estas premian con incrementos salariales la formación docente”.

A la fecha, 52 por ciento de los maestros de planta tiene maestría, 37 por ciento tiene doctorado, 8 por ciento especialización y 3 por ciento solo cuenta con formación universitaria. Pero, además, las universidades también están obligadas a otorgar puntos salariales si sus profesores de planta producen artículos científicos. “El Decreto 1279 de 2002 fue una medida que obviamente ha incrementado la producción científica, pero a costa del presupuesto de las universidades porque es un rubro que los aportes de la nación no reconoce”, expresa Botero.

¿Y la calidad?

Ahora, todo este esquema de financiamiento que no da abasto tiene un elemento adicional que no se ha tenido en cuenta. En este momento, el sistema universitario, en palabras de Noreña, no tiene presupuesto para mejorar las brechas de calidad de sus instituciones. Eso quiere decir que están atados de manos en cuanto a proyectos de infraestructura física, tecnología, bases de datos, etcétera, pues son temas que requieren inversiones adicionales periódicas que no están planteadas en ninguna parte.

Efectivamente, para cerrar esas brechas de calidad, el SUE realizó un estudio en el que se asegura que para que las universidades actualicen y fortalezcan sus estándares de calidad, se necesitan alrededor de 15 billones de pesos. “Le planteamos al gobierno la importancia de tener estrategias de inversión que nos ayuden a mitigar la problemática. De esas conversaciones nació en 2015 el impuesto sobre la renta para la equidad, CREE”, explica Noreña.

A partir de este impuesto ya existente y planteado en la Reforma Tributaria como Impuesto a la Renta y Complementarios, se dispuso alrededor de 325.000 millones de pesos anuales para realizar inversiones que empezaron a generar un impacto muy positivo en las IES desde 2015. Sin embargo, estos recursos comenzaron a destinarse prioritariamente a programas de créditos y becas. Según Noreña, “en la presente vigencia, solo se asignaron a las universidades públicas 100.000 millones de pesos de 650.000 millones recaudados, es decir 12,7 por ciento; el resto se invirtió en becas y créditos”. Para el presupuesto de 2019, a la fecha no existe partida en el anteproyecto de presupuesto que hace trámite en el Congreso de la República.

Eso mismo ocurrió con los recursos del 40 por ciento de medio punto del IVA establecidos en el artículo 184 de la Ley 1819 de 2016 para el financiamiento de la educación superior pública, por el cual las IES públicas esperaban recibir cerca de 460.000 millones, tal como lo estableció la ley. Sin embargo, de allí se obtuvieron 195.000 millones de pesos que han permitido financiar parte de las necesidades descritas, pero los 270.000 millones restantes fueron nuevamente destinados a costear programas de becas-crédito.

¿Cómo siguen aguantando?

A pesar de que el gobierno saliente facilitó esta adición presupuestal para suavizar la falta de recursos, la comunidad académica asegura que aún son insuficientes, pues su evolución es inminente. Necesitan presupuesto para el impulso a la investigación, la formación de sus docentes, los programas de movilidad e internacionalización y la ampliación de la oferta educativa, en especial de doctorados.

Pero si las universidades están en bancarrota, ¿cómo siguen funcionando? Según Botero, es muy probable que las instituciones de educación superior estén haciendo las cosas mejor. Es decir, que ahora sean más eficientes y más profesionales con la manera de administrar y gestionar el recurso. “O que, por otra parte, ese déficit no sea del todo real, porque entonces no habrían aguantado más de 20 años”.

Sin embargo, algunos rectores consultados dicen que se han mantenido gracias a otras fuentes de financiación. Por ejemplo, las estampillas prouniversitarias que son impulsadas por los departamentos y aprobadas por el Congreso para invertir en infraestructura. En el caso de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, por medio de esta estampilla recibió 1 por ciento de los contratos del Distrito hasta 2018, eso significó 200.000 millones de pesos más. “Ahora, con la nueva estampilla, contamos con el 1,1 por ciento, pero esta vez se incluyó a la Nacional”, explicó Ricardo García, rector de la Distrital. Los otros recursos provienen de servicios de consultorías y de otras estrategias que no representan una fuente permanente.

No todos los departamentos tienen los mismos recursos que Bogotá. Por lo tanto, algunos de los expertos consultados aseguran que es necesario revisar el esquema de financiación de la educación superior. No obstante se requiere un cambio de raíz, es decir, reformar los artículos 86 y 87 de la Ley 30 de 1992 con el fin de hacer una ampliación de la base presupuestal: el IPC más un porcentaje adicional. Pero, aunque esta es una discusión necesaria, es escandalosa, ya que al tocar esta ley se abre la puerta a otros cambios más difíciles de abordar como la calidad y la autonomía universitaria. Esto quedó demostrado con la propuesta de reforma fallida del expresidente Juan Manuel Santos en 2011.

A la luz de un nuevo gobierno, Botero asegura que este esquema que hoy asfixia las universidades públicas y a las instituciones técnicas y tecnológicas se puede reformar sin tocar la Ley 30. Por el momento hay una propuesta, que será presentada en los próximos meses por el Banco Mundial ante el MEN, tiene como objetivo hacer más eficientes los recursos e incrementarlos. Aunque Botero prefirió no dar más información por el momento, es claro que el sistema no da espera. Las manifestaciones ya se han empezado a sentir.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/la-explicacion-del-paro-estudiantil-del-10-de-octubre/586227

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Enseñar a pensar: el ejemplo de una universidad colombiana que cambió su enfoque académico

Por: Semana Educación

Conocimientos, actitudes y habilidades: tres elementos que juntos apuntan a una educación con enfoque de competencias. Una apuesta de la Universidad Cooperativa de Colombia desde hace algunos años.

La educación por competencias pretende que los estudiantes no solo adquieran saberes técnicos sino que “aprendan a aprender”. Esto quiere decir no pensar únicamente en el hacer, sino también en el desarrollo del pensamiento crítico y de habilidades que permeen su vida, de manera que estén preparados para los desafíos del futuro: mayor tecnología, inteligencia artificial, automatización, entre otros.

En este sentido, las instituciones educativas, sobre todo aquellas encargadas de formar técnicos, tecnólogos y profesionales, juegan un papel fundamental. Son ellas las llamadas a educar con un enfoque de competencias que permita a los profesionales del mañana adaptarse a los trabajos del futuro.

La Universidad Cooperativa de Colombia (UCC) lo entendió, y desde 2010 comenzó su transformación. Lo primero que hizo fue unificar los planes de estudio de los 21 programas de pregrado que ofrece en los 16 campus del país. “Para lograrlo, trabajamos con el enfoque de competencias, porque si lo hacíamos trayendo a nuestros académicos para que pensaran los temas que debíamos dictar, nunca se hubieran puesto de acuerdo”, explicó Manuel Unigarro, director Nacional de Gestión de Programas de la institución.

El proceso de Bolonia inspiró el cambio en esta universidad. Este acuerdo, firmado en 1999 por los ministros de Educación de diversos países de Europa, dio inicio a un proceso de convergencia cuyo objetivo era facilitar el intercambio de profesionales y adaptar el contenido de los programas universitarios a las demandas sociales, mejorando su calidad y competitividad.

Y esto fue, en parte, lo que hizo la UCC al unificar sus planes de estudios: dar la posibilidad de que sus estudiantes pudieran moverse por las diferentes sedes. Pero, además, bajo un modelo educativo crítico con enfoque de competencias. “Ha sido una experiencia muy interesante, porque logramos ponernos de acuerdo sobre lo fundamental.

Observamos el asunto internacionalmente para entender qué competencias podíamos incorporar en nuestros planes de estudio y cuáles surgían a raíz del contexto de cada asociación y grupo de las regiones donde trabajábamos”, agrega Unigarro.

Cuando se educa con enfoque de competencias, no solo los planes de estudio necesitan modificación; el sistema de créditos también requiere ajustes. Ese fue el siguiente paso para la universidad. Según Unigarro, entender que estos se dividen en dos aspectos les permitió plantear acciones. “Los créditos están compuestos por las horas de trabajo del estudiante acompañado por el profesor, es decir, la clase normal o magistral y unas horas de trabajo independiente. Por cada hora de clase, el alumno debe tener dos horas de trabajo independiente”, agregó.

En términos porcentuales, se habla de un 33% en el salón con el profesor, y un 66% de trabajo autónomo del estudiante. “Antes solo pensábamos en ese 33%, pero entendimos que el punto esta en la otra parte del tiempo, en ayudársela a gestionar al alumno. Entonces comenzamos a diseñar una serie de estrategias apoyándonos en las aulas extendidas, porque el desarrollo de competencias no se da un aula de clase”, explica Manuel. El aula extendida en la UCC funciona de manera digital. Hay una plataforma llamada Campus Virtual en la que los estudiantes reciben asesorías y aprenden temas diferentes a los que abordan en clase. Un modelo mucho más práctico.

La necesidad de evaluar diferente

Unigarro afirma que si se quiere mejorar la calidad de la educación, necesariamente se debe mejorar la calidad de la enseñanza, y para esto hay que enseñar diferente y evaluar diferente.

Los programas con enfoque de competencias deben trabajar eventos evaluativos de alta complejidad que permitan poner en escena justamente la competencia. “La planeación curricular ha de empezar por determinar las formas de evaluación y los indicadores, es decir, qué debe hacer el alumno para demostrar que cuenta con determinada competencia y, a partir de eso, cambiar la manera de pensar e impactar la educación”, agregó Manuel.

En la enseñanza por competencias se evalúan los tres aspectos que la componen de manera simultánea. El primero de ellos es la parte cognitiva, que hace referencia a la teoría, al conocimiento puro. El segundo, el elemento actitudinal, que no es otra cosa que lo que piensa el estudiante como individuo, y tiene que ver con la expresión de lo que cree frente a lo aprendido. Y, finalmente pero igual de importante, lo procedimental o el hacer, es decir, poder aplicar los saberes adquiridos. Si no están presentes estos tres elementos, no se está evaluando por competencias. La experiencia de la Universidad Cooperativa de Colombia abre una puerta para otras instituciones de educación superior, no solo en el país sino en América Latina. Los modelos de educación con enfoque de competencias deberían ser la tendencia que permita unificar algunos aspectos de las diferentes instituciones educativas, para darle la oportunidad a los estudiantes de transitar por diferentes países, creciendo en experiencias y preparándose en habilidades que permanezcan durante toda la vida.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/el-enfoque-de-competencias-de-la-educacion-en-la-universidad-cooperativa-de-colombia/585322

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La transformación que Duque propone para Ser Pilo Paga

Por: Semana Educación

El gobierno estudia lanzar un programa de becas en las que el Estado ponga una parte y las universidades otra. Del mismo modo, busca fortalecer el presupuesto de las universidades públicas. El objetivo es que más estudiantes puedan acceder a la educación superior.

El programa  Ser Pilo Paga  podría vivir en pocos días una transformación inesperada. Después del anuncio de la ministra de Educación, María Victoria Angulo, sobre la desfinanciación en que encontró esta iniciativa, se creía que la política de becar a los estudiantes menos favorecidos había llegado a su fin. Sin embargo, el presidente Duque entregó un parte de tranquilidad el pasado sábado. Ese día aseguró que mantendría su promesa de campaña de cumplir con los 40.000 jóvenes que lo conforman y además, entregó algunas puntadas de lo que tiene en mente. «Esos muchachos pueden estar tranquilos que van a terminar sus carreras», dijo.

En el Taller Construyendo País, la reunión que el primer mandatario hace cada semana en las regiones, Duque aseguró que existe una necesidad de aumentar más la cobertura de la educación superior. Con esto, el presidente tocaba el corazón a la principal crítica que tuvo el programa bandera de Juan Manuel Santos. Los más duros cuestionamientos se centraron siempre en que este apenas lograba beneficiar a 10.000 estudiantes por año, una cifra muy lejana de las necesidades del país.

El presidente presentó una fórmula diferente para poder becar a los estudiantes.»La cobertura exige que nosotros podamos incluir más universidades públicas en un programa de gratuidad y decirles a las universidades privadas que también pongan», aseguró. En esas dos vías está marcada la nueva propuesta que se presentará en un mes. La idea más que eliminar el programa es extenderlo a otros estudiantes y cambiar el sistema de negociación con los centros académicos.

El problema central de la continuidad de Ser Pilo Paga, tal y como lo diseñó la exministra Gina Parody, es la financiación. Según dijo la ministra de Educación, María Victoria Angulo, en diferentes entrevistas radiales, se necesitan cerca de 2 billones de pesos para financiar a los 39.990 estudiantes que hacen parte de este. Expertos consultados por SEMANA aseguraron que desde antes ya se sabía que el programa era insostenible. Como los jóvenes podían elegir no solo la carrera, sino también la universidad y la ciudad donde querían estudiar, el resultado fue que el 79 por ciento de los muchachos terminaron en las universidades privadas más costosas del país, en las carreras más caras y se concentraron solo en tres ciudades, Bogotá, Medellín y Cali.

El hecho de que universidades privadas como Los Andes, la Javeriana y la Sabana se quedaran con el mayor número de “pilos”, como se les llama a los jóvenes del programa, hizo que esos recursos que el Estado destinaba para ese fin nunca llegaran a las universidades públicas, y también disminuyó el dinero que estas últimas recibían del Estado. El 50 por ciento del presupuesto de la nación terminó en la bolsa de Ser Pilo Paga.

Un modelo que logre integrar tanto a las universidades públicas como a las privadas será la apuesta del nuevo gobierno. Se están estudiando sistemas como los que existen en otros países, en los que el Estado financia un monto, pero las universidades ponen una contrapartida. Gracias a Ser Pilo Paga algunos centros educativos privados recibieron un número muy alto de estudiantes becados por la Nación. En los primeros años, la Universidad de la Salle, la Javeriana y la Universidad del Norte contaban con más de mil alumnos por año. Mientras Los Andes, por ejemplo, cerca de 600 estudiantes, que representaban la tercera parte de todos los que ingresaban allí. Aunque algunas de estas pusieron ayudas para la manutención de los estudiantes, el grueso de los gastos corría por cuenta del Estado.

Otras universidades fueron más cautas y limitaron el número. Algunos rectores consultados por SEMANA sostuvieron que como no había seguridad de que el programa estuviera financiado por muchos años, decidieron ser prudentes para que luego, en caso de que este se acabara, los presupuestos de las instituciones no se afectaran. Los directivos cuentan que cada año el gobierno los llamaba a preguntarles si era posible que la universidad pusiera una parte, pero que esas ayudas nunca se pudieron concretar. «Estos programas se usan en el mundo, pero en Colombia -a diferencia de lo que sucede en otros países- no tuvieron cofinanciación. Si el Estado estaba pagando 40.000 estudiantes, por lo menos se esperaría que las universidades pusieran el 50 por ciento del valor de la matrícula», explica Julián de Zubiría, rector del colegio Alberto Merani.

Más allá de los costos el programa sí representó una verdadera revolución social para quienes fueron beneficiarios. Por primera vez, miles de jóvenes de los lugares más apartados del país lograron llegar a universidades de elite que sin la estrategia de Ser Pilo Paga, ni siquiera habrían podido soñar. Con esto, se logró reducir la brecha de inequidad, hubo un valor agregado del intercambio cultural y se aumentaron las probabilidades del 30 al 70 por ciento de que jóvenes de escasos recursos llegaran a universidades como Los Andes. Las historias de jóvenes de veredas, muchas golpeadas por el conflicto armado, entrando a estos centros académicos conmovieron al país.

El rector de la Universidad Icesi de Cali, Francisco Piedrahita, asegura que el programa «no es tan costoso como lo pintan» y que su desempeño no puede verse solo en números presupuestales. Agrega que «dejaron que el programa se difamara cuando era un éxito y que sufriera todo tipo de ataques. Lamentablemente el éxito, como en todo, solo se ve con el tiempo. En unos años se sabrá qué significó llevar a la universidad a estos estudiantes».

Sin embargo, para muchos, entrar a la universidad no debería ser un privilegio de los más pilos, sino de muchos más. Francisco Cajiao, exrector de la Universidad Pedagógica y la Universidad Distrital, le dijo a SEMANA: “A mí también me gustaría que fueran a estudiar a Londres a Nueva York, pero tenemos que ver cuántos jóvenes tenemos y cómo repartimos la plata. El programa no podía basarse únicamente en el mérito”. Cajiao agregó que hoy la cobertura en educación superior en Colombia es solo del 35 por ciento, un porcentaje muy bajo en comparación con otros países de América Latina que tienen coberturas del 50 por ciento o más. Entre estos están Chile que ha logrado una cobertura del 87 por ciento.

Según los expertos consultados, para que el país llegue a una cobertura similar necesitaría abrir al menos 600.000 cupos más. Ese cambio, sin embargo, no sucede de la noche a la mañana. Para que una universidad pueda abrir 1.000 cupos necesita renovar su infraestructura y contratar casi que una nueva planta docente. Victoria Elena González Mantilla, docente investigadora de la Universidad Externado de Colombia, le dijo a SEMANA que celebra la decisión del presidente de fortalecer las universidades públicas. Sin embargo, se pregunta ¿cómo lo va a hacer cuando el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, redujo el presupuesto de esta cartera en 33 por ciento? “Genera preocupación es que terminen por no subsidiar al grupo pequeño de estudiosos, y que por otro lado, tampoco se pueda hacer inversión en la universidad pública por los recortes que ha anunciado el gobierno”, agrega.

En cuanto a la idea que los estudiantes paguen una parte del dinero y que las universidades paguen otra, Dustin Tahisin Gomez, docente investigador de varias universidades y estudiante del doctorado en agrociencias de la Universidad de la Salle, explicó que después de terminar la carrera los jóvenes podrían devolver el 50 por ciento de lo que costó su educación para crear una bolsa de recursos para financiar la matrícula de las generaciones. Según él, también será necesario buscar que el sector privado se involucre realmente con la academia.

Lo que viene en las próximas semanas no será fácil. El gobierno comenzará a estudiar modelos y a formular propuestas. En este momento hay un equipo dedicado a este asunto que comienza por definir un nuevo nombre para ese programa. Se ha hablado de llamarlo «Todos somos pilos», pero la fórmula no convence a algunos que sienten que evoca un poco de espejo retrovisor. Se espera que el borrador se presente después de que los bachilleres presenten sus pruebas de Estado.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/ivan-duque-programa-de-educacion-reemplazaria-a-ser-pilo-paga/582553

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La visión sobre el aprendizaje de Rodolfo Llinás

Por: Semana Educación

El sistema educativo del país ha rechazado por años las reformas que Rodolfo Llinás, uno de los padres de la neurofisiología, le haría a las escuelas. A sus 83 años vuelve a Colombia para hablar sobre su visión de aprendizaje en la Cumbre Líderes por la Educación.

En Colombia es el científico más importante que ha tenido el país; en el mundo, el doctor Rodolfo Llinás, quien revolucionó la neurociencia moderna. Es médico cirujano, graduado de la Pontificia Universidad Javeriana y neurofisiólogo de la Universidad Nacional de Australia, pero podría ser otra cosa: un rebelde, un idealista, un niño.

Tiene 83 años y dice estar buscando la forma de evitar la vejez estudiando el sistema de los calamares, que por cierto son muy útiles para la neurociencia porque sus fibras nerviosas son tan grandes que pueden observarse casi a simple vista. Este año se jubiló como director del Departamento de Neurofisiología en la Universidad de Nueva York, en donde recibió el título de university profesor que le permitía dictar cualquier cátedra.

Es polifacético, una característica que lo diferencia de los demás científicos. Cree que es porque tiene una apertura del conocimiento muy criollo. “Esa vaina de jalarle a todo es muy colombiano. Un inglés nunca lo haría”, dijo en una entrevista reciente. Es que Llinás no para. Después de entregar a la ciencia sus grandes aportes sobre cómo se comunican las neuronas y sobre su “personalidad”, se salió de su laboratorio y de la investigación básica para plantear teorías que siempre han abordado los filósofos: qué es la consciencia, qué es el yo. Y brilla, a pesar de sus detractores, pues esa búsqueda ha terminado en cientos de reconocimientos y en la publicación del libro El cerebro y el yo.

Cada vez que viene a Colombia –últimamente lo está haciendo con más frecuencia– le preguntan sobre qué debería pasar para que mejore nuestra educación, y Llinás, con un poco de frustración, asegura: “Lo dije hace muchos años y no me hicieron caso”. Pasó en 1993, cuando le pidió al expresidente César Gaviria que crearan la Comisión de Sabios, un colectivo de cerebros que presentó un plan de lo que debería reformarse en el sistema educativo colombiano. Ese plan nunca se aplicó.

Ocurrió cuando, por su cuenta, armó un programa educativo con el fin de que las escuelas tuvieran las herramientas para hacer de la educación un proceso divertido y de aprendizaje en contexto, pero fue una quimera. Sin embargo, el lugar donde recibieron sus aportes sin mayor reparo fue Maloka. Para Pablo Correa, periodista de El Espectador y autor de la biografía Rodolfo Llinás: la pregunta difícil, “Maloka concretó parte de sus ideas y de sus planteamientos educativos porque es un sitio en el que la educación se da de manera divertida, en contexto, provocadora y mostrando las cosas”.

A pesar de los rechazos del sistema, Llinás cree que están pasando cosas interesantes en Colombia, por eso regresa. Esta vez estará en la Cumbre Líderes por la Educación, celebrando los cinco años del evento más importante del sector. Respecto a su ponencia, dice que no será caritativo a la hora de criticar el modelo educativo colombiano, ya que, como él mismo dice, la educación como está no le sirve a nadie. “Es mucho el tiempo que las personas invierten y el producto es malísimo, no es digerible. La gente recuerda el 18% de lo que estudió porque no tiene contexto”, le dijo a Semana Educación.

Imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2018/8/25/580790_1.jpg

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/rodolfo-llinas-habla-de-la-educacion-en-la-cumbre-lideres-por-la-educacion-2018/580793

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