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Tambores que unen a mujeres hutus y tutsis en Ruanda

Reseña/África/12 Marzo 2020/elpais.com

La banda de percusionistas Ingoma Nshya reune a mujeres de las dos etnias en un país marcado por el genocidio del siglo XX. Hasta hace poco esta actividad musical estaba reservada a los hombres

Amanece en Huye, considerada la capital intelectual de Ruanda. Es una ciudad desierta. La visita coincide con la celebración de lo que llaman el Umuganda, una convocatoria para que la población de entre 18 y 65 años realice trabajos comunitarios el último sábado de cada mes, entre las siete y once de la mañana. Dicen que ese día todos los ruandeses trabajan juntos para reconstruir el país.

A partir del mediodía, como por arte de magia, resurge la vida en todos los rincones de la ciudad: abren los comercios, se inunda la calle principal de bicicletas, coches y boda-boda, y de peatones  en todas direcciones. Marguerite Mushimiyimana, de 26 años, de aspecto frágil, se dirige hasta el lugar donde ensaya con su banda, Ingoma Nshya. Un total de 16 de las participantes se encuentran ya en el edificio, ataviadas con coloridos pañuelos y dándose los últimos retoques de maquillaje.Tras un ir y venir de mujeres, entre sonrisas y manos llenas de baquetas, cargando pesados tambores de distintos tamaños, salen al patio y se colocan delante del instrumento.

Un pequeño silencio, y de repente un grito de tambores rompe el murmullo, la energía se siente como un golpe en el estómago, cuando el grupo empieza su ensayo semanal. En unos segundos aquellas mujeres tímidas y reservadas explotan con fuerza y alegría. Rápidamente el grupo se ve rodeado por curiosos que escuchan con interés y admiración. El sonido se entrelaza en una compleja coreografía con cantos, bailes, saltos y gritos.

Tras este proyecto está Odile Gakire Katese, actriz, directora de teatro, cineasta y poeta. La artista se propuso crear un espacio inclusivo, un lugar donde poder proporcionar a las mujeres herramientas para su propio desarrollo. Sus miembros pertenecen a la etnia de los hutus y a la de los tutsis, esas que en los noventa protagonizaron uno de los conflictos más sangrientos que se recuerdan. Aquella masacre dejó entre 800.000 y un millón de muertos. Los cadáveres todavía siguen apareciendo en fosas ocultas.

Ingoma Nshya, el primer grupo percusionista de mujeres de Ruanda, nació en 2004. En un principio empezó con estudiantes. Después, recurrió a mujeres de otros ámbitos, principalmente amas de casa que después de terminar las labores del hogar tenían ganas de salir a explorar otros espacios. Los primeros años fueron duros porque la gente veía la iniciativa con recelo, sobre todo, hombres. En 2008 la situación cambió radicalmente cuando el grupo se redujo a 20 mujeres y se contrataron profesores de otros países, convirtiendo a Ingoma Nshya en todo un referente musical.

“Vi un anuncio en la universidad donde buscaban mujeres para tocar el tambor y enseguida me interesó y me apunté”, explica al terminar el ensayo Agnès Mukakarisa, de 48 años. Ella vino desde Nyaruguru después de perder a su marido y sus hijos en el genocidio, y lleva en el grupo desde sus inicios. “Estaba muy sola después de perder a mi familia, y entrar en el grupo me aportó felicidad. Incluso he podido salir de Huye y conocer otras ciudades de Ruanda y viajar a Senegal por primera vez”, comenta.

La Fundación Fair Saturday, que distingue a aquellas personas e iniciativas que aplican la cultura con fines de superación social, otorgó en junio pasado el Premio Fair Saturday a Odile. “El grupo es un ejemplo”, asegura Marie Louise Ingabire. Tiene 31 años y es de Huye, lleva en el grupo desde que las vio ensayar por primera vez juntas hace ya más de 11 años. “Antes del genocidio no había mujeres que se ocuparan de las tareas más pesadas, permanecían en casa cuidando a los hijos y realizando las tareas del hogar, pero después muchos hombres murieron y nosotras tuvimos que dar un paso al frente para reconstruir el país. Por eso Ingoma Nshya es un ejemplo; porque demuestra el poder que tenemos y te capacita para el propio desarrollo a través de la música”, añade.

El ensayo del grupo incluye baile y canto.
El ensayo del grupo incluye baile y canto. ÓSCAR ESPINOSA

Marie Louise pudo pagarse los estudios universitarios gracias al sueldo que recibe por tocar con Ingoma Nshya. “El grupo me ha ayudado mucho, no solo económicamente, también a vencer mi timidez. Ahora soy capaz de tocar delante de muchísima gente sin miedo ni vergüenza. Incluso he viajado a Holanda para tocar en un festival en Amsterdam”, cuenta.

El hombre toca y la mujer baila

Ancestralmente en Ruanda una mujer no podía ni acercarse a un tambor. En la Ruanda precolonial los percusionistas eran una categoría de abiru, guardianes de la historia y la tradición oral, que se encargaban de aprender de memoria los diferentes rituales que rodeaban al rey, así como la historia de los monarcas anteriores.

Otro de los argumentos para creer que los tambores debían estar reservados a los hombres es la connotación sexual que poseen en la cultura del país. Hombres y mujeres tienen roles específicos que no pueden intercambiarse: el hombre toca el tambor mientras la mujer baila. Rose Ingabire, tiene 28 años: “Antes era bailarina de danza tradicional y cuando regresaba de un ensayo pasé por delante del lugar donde ensayaba Ingoma Nshya y me quedé atrapada. Justo estaban buscando miembros y me apunté enseguida. Y puedo decir que comparándolo con la danza, los tambores son mucho mejor, tienen mucha más fuerza y energía”. Rose reconoce que Ingoma Nshya le ha cambiado la vida, nunca imaginó que viajaría y que conocería otros lugares como Suecia, Sudáfrica, Etiopía, Inglaterra o Nueva York. Consiguen realizar giras internacionales con el apoyo de fundaciones.

Ingoma Nshya es mucho más que un grupo artístico, es una comunidad de mujeres que ha encontrado su propio modo de gestión más allá de la música. Han ido desarrollando otros proyectos culturales y económicos exitosos que incluyen hasta la elaboración y venta de helados artesanales. Son conscientes de que este es su momento, histórico y revolucionario. Han conseguido borrar el rencor posterior al genocidio  y dan forma (y sonido) al empoderamiento de la mujer en Ruanda.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/25/planeta_futuro/1582637524_415540.html

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La próxima revolución digital empezará en África

La próxima revolución digital empezará en África

Los emprendedores africanos son trabajadores, dinámicos y llenos de ambición para reinventar el continente y hacerlo un líder global en crecimiento e innovación.

Jack Ma

Una niña somalí asiste a una clase en una escuela improvisada en el campamento de Badbaado para desplazados internos en Mogadiscio, Somalia. Desde 2017, estudiantes universitarios se han ofrecido como voluntarios para enseñar a unas 600 niñas y niños menores de 16 años en campamentos.

La primera vez que puse un pie en África fue en 2017. Visité Kenia y Ruanda como asesor especial de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo y defensor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para promover el emprendimiento como camino hacia el crecimiento económico.

Había leído bastante sobre África y pensaba que tenía una buena idea de lo que me iba a encontrar. Sobre todo, esperaba salir de mi zona de confort, tener la sensación de estar en un lugar extranjero muy distinto a lo que estaba acostumbrado.

Para mi sorpresa, no podría haberme sentido más en casa.

En cada uno de mis viajes, conocer gente joven y emprendedores es mi prioridad. Al conversar con grupos de emprendedores africanos y escuchar sus historias y sus sueños, me vi a mí mismo hace veinte años, cuando estaba apenas iniciando Alibaba.

He descubierto que actualmente en gran parte de África el emprendimiento no es la carrera profesional exaltada que es en Estados Unidos o cada vez más en China. Lo más prudente para la mayoría de los africanos es conseguir un empleo estable y asalariado en el sector bancario, energético o minero. El emprendimiento es para los vendedores ambulantes, aquellos que no siempre pueden tener un trabajo tradicional y por eso tienen que ser creativos para ganarse la vida.

Sin embargo, creo que el futuro de África lo construirán sus emprendedores, los soñadores hambrientos que ven oportunidades en los problemas. Al ver a los ojos a los jóvenes que conocí en 2017, vi a los héroes futuros de África y me prometí que haría lo que estuviera en mi mano para ayudarlos a lograr sus objetivos.

África está lista para un cambio radical. El mundo atraviesa una revolución digital, la cual creo que tiene el potencial de ser no solo la más transformadora, sino también la revolución tecnológica más incluyente que jamás hayamos visto. Hoy en día, cualquier persona con un teléfono inteligente puede obtener un crédito y comenzar un negocio. La tecnología móvil e internet han puesto el acceso a innumerables productos y servicios en la palma de la mano de todas las personas. La revolución digital tiene la posibilidad de impulsar una tremenda —e inclusiva— prosperidad económica en África. Pero necesitamos que los emprendedores digitales creen las compañías que puedan hacer esto posible.

Los escépticos señalarán la infraestructura africana y dirán que el continente no está listo para la era digital. De hecho, África está en la posición perfecta para ello. La infraestructura sólida en realidad es perjudicial en este nuevo mundo. Cuando el sistema vigente funciona demasiado bien, hay resistencia al cambio y mucha tradición que superar.

Por fortuna, en China no tuvimos ese problema cuando fundé Alibaba en 1999. Teníamos una enorme población con bajo ingreso per cápita y mala infraestructura para ventas al menudeo, logística y servicios bancarios. Sin embargo, en tan solo dos décadas, China pasó de tener 8,8 millones de usuarios de internet a 850 millones. El ingreso per cápita ha crecido de 800 a 9000 dólares y las ventas del comercio electrónico han alcanzado un billón de dólares. El ecosistema de Alibaba por sí solo es responsable de haber creado más de 40 millones de empleos en China. El año pasado, los ingresos del comercio electrónico en las zonas rurales chinas superaron los 97.000 millones de dólares, lo que generó casi siete millones de nuevas oportunidades de empleo.

Creo que a África puede irle mucho mejor. Su carencia de infraestructura es una ventaja, así como lo fue en China. Pero el continente cuenta con otros ingredientes para el éxito. Tiene 1300 millones de personas, de las cuales el 40 por ciento tienen menos de 16 años. Seis de las diez economías de más rápido crecimiento en el mundo están en África y las tasas de adopción de teléfonos inteligentes crecen a gran velocidad.

Fuente de la Información: https://www.nytimes.com/es/2020/01/14/espanol/opinion/emprendedores-alibaba.html

Fuente de la Imagen: Mohamed Abdiwahab

 

 

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RUANDA Gobierno descarta criterio de pobreza para préstamos estudiantiles

Africa/Ruanda/universityworldnews.com

El movimiento del gobierno de Ruanda para eliminar la pobreza como uno de los criterios para que los estudiantes califiquen para préstamos universitarios ha sido ampliamente bienvenido.

A principios del mes pasado, el primer ministro, el Dr. Edouard Ngirente, anunció que el gobierno había decidido eliminar el sistema de estratificación socioeconómica basado en los activos familiares, un sistema conocido como Ubudehe , como uno de los criterios utilizados para otorgar préstamos de becas universitarias.

En los últimos años, calificar para una beca universitaria patrocinada por el gobierno no solo requirió un historial académico sólido, sino también pruebas de fondos familiares inadecuados.

Como resultado, muchos estudiantes perdieron oportunidades de estudiar a pesar del buen desempeño porque sus familias cayeron en las categorías tres y cuatro del sistema de estratificación de Ubudehe .

Solo los estudiantes de la primera y segunda categoría tenían derecho a becas gubernamentales. Los de la tercera categoría tenían derecho a un préstamo del 20%, mientras que los de la cuarta categoría debían pagar el monto total. Se espera que todas las categorías paguen los préstamos de graduación y empleo.

Los beneficiarios que toman asignaturas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) tienen prioridad.

“Les puedo asegurar que Ubudehe no será una de las condiciones en las que basaremos [la decisión] para otorgar una beca estudiantil. Se basará únicamente en el conocimiento y las calificaciones del estudiante ”, dijo Ngirente en un retiro de liderazgo nacional recientemente concluido.

Según Frank Habineza, miembro del parlamento del opositor Partido Verde Democrático de Ruanda, no era justo para los estudiantes que tuvieron un buen desempeño perder la oportunidad de ir a la universidad solo porque eran de familias consideradas ricas.

Abogar por la eliminación de Ubudehe fue parte del manifiesto de Habineza durante la última campaña electoral.

«Esta [decisión] automáticamente significa que todos los niños tendrán la misma oportunidad», dijo Habineza.

La Dra. Rose Mukankomeje, directora ejecutiva del Consejo de Educación Superior, dijo que eliminar la estratificación de Ubudehe como criterio para recibir asistencia financiera sería un movimiento positivo para los estudiantes y el sector educativo.

Los estudiantes y los padres que hablaron con University World News expresaron su aprobación y optimismo, diciendo que allanaría el camino para obtener más becas.

“Es un movimiento audaz, lo que significa que ingresar a la universidad solo requerirá que uno sea inteligente y sobresalga en los exámenes nacionales. Un gran número de estudiantes, incluyéndome a mí, perdimos la oportunidad, pero existe la esperanza de que puedan matricularse en la universidad ahora ”, dijo Liliane Uwineza, quien abandonó la escuela y obtuvo buenos resultados en contabilidad.

Alodie Mukantaganzwa, un veterano maestro de primaria y madre de seis hijos, describió la medida como «hace mucho tiempo». Su familia fue colocada en la categoría tres ya que Mukantanganzwa tiene un trabajo y vive en su propia casa cementada. Sin embargo, tres de sus hijos han perdido la oportunidad de obtener becas.

«No estoy seguro de que mis hijos que se perdieron puedan [ahora] solicitar becas, pero incluso si eso no es posible, quiero pensar que sus hermanos lo harán», dijo Mukantaganzwa, cuyo salario mensual es inferior a US $ 70.

“No era justo decir que todas las personas que pertenecen a la tercera categoría pueden pagar la educación universitaria. La revocación de la decisión es, por lo tanto, una buena noticia y hace mucho tiempo «.

El costo de la matrícula para los programas STEM en la Universidad de Ruanda es de RWF1.5 millones (US $ 1,600) por año y RWF600,000 para programas que no son STEM.

Alrededor de 5,000 estudiantes recibieron préstamos del gobierno para estudiar en la Universidad de Ruanda el año pasado y ese número ahora puede aumentar o los mejores estudiantes se inscribirán.

Fuente: https://www.universityworldnews.com/page.php?page=UW_Main

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El Senado de la Universidad de Ruanda levanta la bandera roja sobre la «corrupción académica»

Redacción:  Allafrica

Una reunión extraordinaria del Senado en la Universidad de Ruanda, la institución educativa más grande del país, ha levantado una bandera roja contra la corrupción en la educación, donde dice que algunos profesores buscan favores sexuales de los estudiantes a cambio de mejores calificaciones.

Cuando Manuella Ineza (no es el nombre real) se unió a su primer año de educación en la Universidad de Ruanda, pensó que tenía la oportunidad de perseguir su título antes del mundo del trabajo que vendría después.

Sabía que esto no vendría en bandeja de plata, así que la única manera de llegar a donde quería estar era trabajar duro en clase y mejorar en los exámenes.

No había otra vía para esto, o eso pensaba.

Sin embargo, este no era el caso, como descubrió más tarde.

«Estudiaba mucho como estudiante de primer año, pero cada vez que hacíamos exámenes y los resultados salían, para mi sorpresa, obtenía resultados totalmente diferentes de lo que esperaba haber trabajado», narra.

Ineza, ahora estudiante de tercer año, agrega que eventualmente se enteró cuando un profesor se le acercó para preguntarle por qué no se estaba desempeñando mejor, a pesar de los esfuerzos.

La joven de 24 años afirma que la profesora siguió golpeándola, aunque siempre dejó en claro que no estaba interesada en ninguna relación más allá de la de un maestro y un alumno.

«Un día, este profesor me invitó a visitarlo en su casa con la promesa de que me guiaría sobre cómo desempeñarme mejor en clase. Comencé a sospechar debido a sus avances anteriores, por lo que rechacé», relató.

«Cuando rechacé la invitación, él nunca volvió a hablarme», dice ella, y agregó que todo fue peor para el resto del año.

Ella dice que tuvo problemas durante todo el año escolar hasta que tuvo la suerte de ir al segundo año y nunca tuvo contacto con este profesor.

La joven, sin embargo, destaca que varias alumnas en la universidad han experimentado o aún experimentan experiencias similares de sus profesores que buscan favores sexuales a cambio de calificaciones.

Las cosas no se resuelven, agrega, cuando no hay un sistema claro sobre cómo se reportan tales casos y los dogmas sociales asociados con ellos.

«Es difícil denunciar tales casos porque se corre el riesgo de estigma entre compañeros y, al mismo tiempo, es difícil conjurar evidencia que sea procesable».

Diferentes estudiantes que hablaron con The New Times dijeron que habían escuchado casos similares de otros estudiantes, pero que era difícil probar la evidencia en ese caso.

Precauciones universitarias

Una reunión extraordinaria del Senado en la universidad más grande del país, la Universidad de Ruanda (UR), levantó el miércoles una bandera roja contra la corrupción en la educación, diciendo que algunos de sus profesores buscaban favores sexuales de los estudiantes a cambio de mejores calificaciones.

Una declaración posterior dijo que algunos de los profesores estaban colaborando con «estudiantes académicamente corruptos en términos de calificaciones».

«Algunos profesores piden dinero por las calificaciones de algunos estudiantes, y también piden ‘sexo por las marcas’ de las niñas», se lee en la declaración firmada por el vicepresidente del gremio de estudiantes.

La reunión se celebró en la sede de la universidad en el campus de Gikondo, reuniendo a los representantes de los estudiantes y el liderazgo de la universidad.

Esto siguió a un arresto del jefe del Departamento de Anestesia en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la universidad por solicitar dinero a cambio de las calificaciones de los estudiantes.

El arresto fue anunciado por la Oficina de Investigación de Ruanda (RIB) en su cuenta de Twitter, diciendo que las investigaciones aún estaban en curso.

Mike Karangwa, el portavoz de la universidad, dijo a The New Times el miércoles que el caso provocó la reunión extraordinaria del Senado para aumentar la cautela ante nuevas incidencias en el futuro.

«La Universidad convocó la reunión para debatir y tomar nuevas medidas para combatir nuevas incidencias de corrupción en el futuro. El liderazgo de la Universidad de Ruanda toma en serio tales acusaciones y hemos adoptado una postura firme de tolerancia cero a la corrupción y es por eso que la reunión fue importante «, dijo.

Karangwa agregó que no era la primera vez que el personal de la institución académica estaba atrapado en una incidencia similar.

El año pasado, dijo, la Universidad informó un caso de corrupción similar. 

Los estudiantes dicen que la corrupción académica tiene un efecto corrosivo en la educación, ya que disminuye la calidad y los institutos académicos terminan produciendo estudiantes improductivos y menos competitivos en el mercado laboral.

Vincent Manirakiza, un estudiante de UR cree que la corrupción académica en la escuela ocurre a un nivel significativo y esto plantea un riesgo en el rendimiento del aula y la producción general si no se controla.

«A través de las interacciones con otros estudiantes, es más fácil decir que estos no son temas nuevos. La pregunta es cómo presentar la evidencia», dijo, expresando optimismo, ahora que el liderazgo escolar había salido a condenar públicamente el acto.

Gérard Ndemezo, vicepresidente del Gremio de UR, cree que existe una gran necesidad de responder a la corrupción en la educación, y dice que si no se hace nada, se descarrilará la educación y las universidades corren el riesgo de convertirse en lugares para masas ociosas.

Fuente: https://allafrica.com/stories/201908160024.html

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«La mujer descalza» es el primer libro traducido al castellano de Scholastique Mukasonga, la escritora del genocidio de Ruanda

Redacción: Página 12

“Me tomó diez años encontrar la fuerza para volver a casa, a Ruanda, a Nyamata, donde mi familia había sido deportada en 1960 y de donde salí hacia el exilio en 1973. Ahí es donde toda mi gente fue asesinada en 1994. Pero cuando finalmente regresé, no encontré nada. Fue entonces cuando me di cuenta de que yo era el único recuerdo de todos los que habían sido exterminados en mi pueblo”.

Cae la tarde en Normandía, Francia, y en la cocina de su casa, la escritora franco-ruandesa Scholastique Mukasonga ha apoyado la computadora sobre la mesada para responder la entrevista y volver a contar su historia. La primera vez que lo hizo fue en 2006 y, desde entonces, esa memoria hecha libros fue reconocida con uno de los dos galardones literarios galos más importantes: el Premio Renaudot por su novela Notre-Dame du Nil en 2012. Ahora, Editorial Empatía incluyó la traducción al castellano de su novela La Femme aux pieds nus (La mujer descalza) en una colección que se propone “dar a conocer historias que nos acerquen a tiempos y geografías sobre las que, hasta ahora, han circulado escasas ficciones”. Así llega por primera vez a la Argentina la voz de esta mujer que, dice, se transformó en escritora “por un deber de memoria”.

“Mis dos primeros libros, Inyenzi ou les cafards La Femme aux pieds nus, son totalmente autobiográficos. En los recuerdos de mi infancia, cuento la deportación de mi familia con muchos otros tutsis en el hostil monte de Nyamata, cerca de la frontera con Burundi, y la lucha de estos ‘exiliados internos’ para sobrevivir a pesar de la persecución y las repetidas masacres que sufrieron”, señala la autora mientras la acompaña el rugido del mar. Aunque no pueda verlo desde su casa, el agua helada del canal de la Mancha enmarca sus días desde que llegó al norte de Francia tras dejar Burundi, tras dejar Nyamata, tras dejar Ruanda. Porque el genocidio que los sectores hutu emprendieron para exterminar a sus coterráneos minoritarios no se explica solo en el millón de personas de origen tutsi liquidadas entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994: esos machetazos que asesinaron a la mayor parte de las victimas fueron amasados durante décadas de enfrentamientos, de atentados, de deportaciones y de sometimientos. Desde las entrañas de ese camino de odio es que narra Scholastique Mukasonga.

“Cuando yo muera, cuando ustedes me vean muerta, tendrán que cubrir mi cuerpo. Nadie debe verlo, el cuerpo de una madre no puede quedar expuesto. Serán ustedes, hijas mías, las encargadas de cubrirlo, solo a ustedes les corresponde hacerlo”. Así comienza La mujer descalza, con un mandato ancestral que quedó trunco. Cuando la madre de la escritora fue masacrada, ella ya estaba refugiada en Francia. De modo que no pudo cubrirla ni tampoco despedir al resto de su familia: los 27 miembros de su estirpe fueron asesinados en las semanas que duró el genocidio. Solo ella queda. Y con todo, el libro no tiene la sordina de un lamento: por el contrario, es un cofre de memoria y de identidad que recupera saberes, tradiciones, una lengua y una cultura rica y añeja de la que apenas permanecen unos pocos sobrevivientes. “En este libro, rindo homenaje a la valentía incansable de mi madre y, a través de ella, a todas las madres de Nyamata que nunca se rindieron, inventaron y reinventaron todos los medios para salvar a sus hijos”.

La autora también es madre. Tiene dos hijos franceses que nunca se vieron empujados a los padecimientos y humillaciones que poblaron la infancia de su mamá. A cambio, quedaron huérfanos de historia familiar. “Nacieron en el exilio. No se les permitió conocer a su familia materna ni dejarse arrullar por el amor de una abuela. Con el tiempo, se enteraron del genocidio pero nunca hicieron preguntas. Por eso, sin duda, escribí: les debía su historia. Fueron mis primeros lectores”, anota en su teclado la escritora. Hay en sus palabras, en las que enlaza para esta entrevista pero también en las que pueblan sus libros, la música de las narraciones orales. Son los cuentos que le escuchaba a su propia madre y a las otras mujeres tutsis, en las tardes comunes en las que todas compartían tareas domésticas y conocimiento. “Escuchando a mi madre, sus recuerdos, sus proverbios, su respeto por los rituales antiguos, su preocupación por salvar y preservar las variedades de plantas antiguas, pude reunir algunos elementos de esta rica y despreciada cultura ancestral combatida por el cristianismo y falsificada por una antropología racista. Muchas de estas mujeres, como mi madre, fueron asesinadas. Uno de los deberes de quienes trabajan en la reconstrucción de Ruanda es recuperar esta riqueza. Por mi parte, lo hago a través de la escritura”, explica.

SALVACIÓN POR LA LENGUA

El manual periodístico señala que, tras las presentaciones del caso, es posible referir a la protagonista solo a través de su apellido. Sin embargo, el manual no contempla la singularidad de esta escritora que tiene dos nombres de pila y ningún patronímico. “Me llamo Mukasonga. No es un apellido. En Ruanda, las denominaciones no se transmiten de una generación a otra. El padre asigna solo un nombre de pila a cada uno de sus hijos. Un niño o una niña, llevará este nombre toda su vida y no lo transmitirá a sus hijos”, ha explicado alguna vez. Por su parte, Scholastique es el nombre del bautismo, el que imponen las costumbres del colonizador. “En Gitagata, casi todos los niños iban a la escuela. Los únicos que no asistían eran los que no estaban bautizados. Para ser admitido en el curso había que tener un nombre cristiano”, cuenta en La mujer descalza. A ella, a Mukasonga, fue su nombre cristiano y el idioma francés los que la salvaron de los machetes.

“En los años 60, los niños ruandeses ya aprendían francés en la escuela primaria. Luego, en la secundaria, ese idioma era el único permitido”, recuerda desde su cocina en Normandía. La ola de calor está asfixiando a los franceses, pero en la zona norte del país las temperaturas ni siquiera llegan a los 30 grados. En dos horas será de noche. Pero ahora, cuando todavía entra luz por las ventanas, Mukasonga anota que fue esa lengua la que le salvó la vida. Lo dice así: “Si mis padres querían que me exiliara en Burundi, no era solo porque mi vida en Ruanda estaba amenazada, sino también porque tenían una oportunidad excepcional: la de salvar al menos a uno de sus siete hijos. Yo había asistido a la escuela y, por lo tanto, tenía un pasaporte internacional: la lengua francesa. Así resultó que soy perfectamente francófona y mi relación con este idioma es amable, después de todo, le debo el ser una sobreviviente”. Con todo, las palabras que la enlazan a su estirpe no desaparecieron: “No he olvidado mi lengua materna: el kinyarwanda. Como todos los exiliados, la he conservado como mi posesión más preciada. Mi padre se aseguró de que sus hijos hablaran una lengua kinyarwanda hermosa: al menos de nuestra lengua, nadie podía privarnos”, dice. Y cuenta que cuando regresa a Ruanda (“voy siempre que puedo”), los jóvenes se sorprenden con su manera de hablar a mitad de camino entre lo elegante y lo demodé.

Pero antes de volver por primera vez a su país y al monte en el que estuvo deportada con su familia, antes de sentir el deber de escribir y legar su memoria ancestral, antes incluso de casarse con un francés y ser madre, antes de todo eso, Mukasonga ya era asistente social. “Ser asistente social ha sido siempre mi vocación, si se puede llamar así. Habiendo tenido la oportunidad de formar parte de la cuota del 10 por ciento tutsi que, según el apartheid impuesto por el régimen, permitía el acceso a la educación secundaria, esperaba, gracias a esto, volver a las aldeas a trabajar con las mujeres campesinas para mejorar sus condiciones de vida”, explica. Sus años de formación están narrados en su última novela, Un si beau diplôme: la llegada al instituto, las clases y su huida para salvarse de los linchamientos de sus compañeros hutus. Con todo, se graduó en Burundi, donde trabajó con agricultores para Unicef y para la FAO. En Francia, a donde llegó en 1992, su diploma no valía nada. De modo que volvió a estudiar y trabaja como asistente social en Normandía desde hace casi veinte años.

Has ganado premios muy importantes en Francia y podrías dedicarte solamente a tu carrera literaria. ¿Por qué seguir trabajando como asistente social?

– Escribo sobre las experiencias de la gente. Si he seguido trabajando no es solo por una cierta seguridad económica, sino también porque, gracias a esta profesión, sigo teniendo contacto con el mundo real, el de la pobreza, la soledad de los desatendidos, las mujeres solteras con hijos, los jóvenes desempleados, los drogadictos. Ese es mi trabajo: apoyarlos, defenderlos.

No solo con pobres, madres solteras y desempleados trabaja Mukasonga. También con decenas de jóvenes africanos que se amontonan en las playas de Normandía imaginando un camino que los lleve al Reino Unido. “Ouistreham es una playa frecuentada especialmente los fines de semana por los habitantes de la ciudad de Caen –que está a sólo 10 kilómetros– y por los parisinos –a menos de 200 kilómetros–. Es un pequeño puerto pesquero: a menudo voy allí a comprar mi pescado. En el muelle, se encuentra sobre todo la imponente masa blanca del Ferry que llega a Inglaterra dos o tres veces al día. Es este espejismo el que atrae irresistiblemente a los emigrantes: pasar a Inglaterra donde han puesto todos sus sueños y sus esperanzas. Es casi imposible embarcarse clandestinamente, pero su sueño es más fuerte, son jóvenes, nada los desanimará y si, según los acuerdos, son devueltos a Italia, donde la mayoría de ellos han desembarcado de África, regresarán. ¿Cómo podría no identificarme con ellos? Yo que, a su edad, vagaba sola y perdida en esa ciudad desconocida que era para mí Bujumbura. Me duele que estas generaciones de África se vean obligadas a emigrar, pero sus ojos están llenos del deseo inquebrantable de un futuro mejor”.

Son las 18 en Normandía. Y como es verano no anochecerá hasta las 22. “Eso siempre me hace sentir extraña: no puedo evitar pensar que en Ruanda, la noche siempre cae a las 6 de la tarde”, escribe ahora Mukasonga. Y cuenta que La mujer descalza es su primer libro traducido al castellano. Primero lo hizo Acnur en España, que repartió gratis el libro en escuelas y centros comunitarios como parte de una campaña para visibilizar a las escritoras africanas en la península Ibérica. Y ahora Editorial Empatía lo ayuda a cruzar el mar. En cambio, casi toda la obra de la autora se puede conseguir en portugués y ella misma ha visitado Brasil más de una vez. “Tengo buenos recuerdos de mi conversación con Conceiçao Evaristo y de mi encuentro con Marinete da Silva, la madre de Marielle Franco, asesinada por su acción política a favor de las mujeres y los jóvenes negros de las favelas”, menciona.

Si el odio no la hubiera arrancado de su patria primero y de los suyos más tarde, probablemente Scholastique Mukasonga habitaría ahora su propio inzu, la tradicional gran casa de paja de la Ruanda de antaño. “Entonces, aquí, intenté reconstruir el uruhimbi, un vestidor de cañas que seguía la curva de la cabaña y en el que se exponían los objetos más preciados”, escribe y recorre las piezas de cestería geométricamente decorada, las grandes calabazas, una tiara de hojas de maíz, una corona que las madres usan en los días festivos, un tambor, una espada, “y toda una colección de peines adaptados al pelo de nuestras mujeres africanas”, puntualiza. De toda esa colección, ella se detiene en un objeto especial: “Es para mí el tesoro más preciado: una pequeña jarra de leche para bebés. Está tallada en madera, como deben ser todas las jarras de leche. Y como todas, padeció bastante: fue pegada con savia y se afirmó su estructura con grampas de cobre. No es mi jarra de leche, la que dejé escapar con pánico en medio de los empujones con los que los soldados nos cargaban en camiones para ser deportados a un lugar desconocido. Pero tampoco es un simple sustituto: ahora, esta jarra de leche es para mi el símbolo de mi exilio”.

Afuera de su uruhimbi, la costa de Normandía está salpicada de cementerios militares. “Son los memoriales del desembarco del 6 de junio de 1944, americanos, ingleses, canadienses e incluso alemanes. Mis primeros libros, puedo decir que los escribí en uno de estos cementerios”.  Y describe un pequeño cementerio canadiense con pocos visitantes, a 3 kilómetros de su casa en el que había encontrado un hueco en la entrada por el cual colarse. Cae la noche en la cocina de la autora cuando recuerda: “Lo convertí en mi lugar de escritura. Entonces, me imaginaba que las tumbas sin nombre podrían ser las de los míos”.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/210692-la-mujer-descalza-es-el-primer-libro-traducido-al-castellano

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Etiopía y Ruanda cooperarán en sistema de atención a la juventud

África/Etiopía/25 Abril 2019/Fuente: Prensa Latina

Etiopía y Ruanda firmaron un acuerdo con el objetivo de trabajar de manera conjunta para fortalecer la cooperación en el sistema de atención a los jóvenes, asegura hoy una comunicación del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Con el propósito de articular, coordinar y ejecutar acciones que impacten en el crecimiento integral de ese segmento de la población, las dos naciones sellaron el convenio la víspera en Kigali, capital ruandesa.

Yalem Tsegay, ministra de Mujeres, Niños y Jóvenes de Etiopía y la ministra de la Juventud de Ruanda, Rosemary Mbabazi, rubricaron el documento, según el cual las partes también intentarán aumentar la eficiencia de las políticas para satisfacer los derechos y exigencias de la niñez y la juventud.

La educación general integral, el empleo, la igualdad de género, la utilización de los espacios sociales y culturales, el enfrentamiento a las adicciones y el acceso a servicios de salud, son aspectos en los cuales incidirán ambos países por medio de estrategias comunes, según el comunicado.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=271919&SEO=etiopia-y-ruanda-cooperaran-en-sistema-de-atencion-a-la-juventud
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La escuela de diseño ruandesa remodela el futuro de África

Africa/Ruanda/edition.cnn.com

Pasando sus días diseñando residencias de alta gama para los ultra ricos de Sudáfrica, el arquitecto Tshepo Mokholo fue miserable. A la espera de un cambio, Mokholo asistió a la influyente conferencia Design Indaba en Ciudad del Cabo a principios de 2016, y escuchó un lanzamiento para el Centro de Diseño Africano (ADC), un programa que busca sacudir el negocio altamente desigual de la arquitectura africana.
El verano pasado, la primera cohorte de graduados de ADC completó su beca inaugural de 20 meses en Kigali, Ruanda, con Mokholo entre ellos.
Los diez becarios, provenientes de ocho naciones africanas, ahora están cambiando la arquitectura, el diseño y la construcción en un continente donde la rápida urbanización y el crecimiento de la población presentan graves desafíos para los gobiernos, con las necesidades de las personas más pobres que aún no se han resuelto.
Fellows en el Centro de Diseño Africano.

Fellows en el Centro de Diseño Africano. Crédito: MASS Design Group
Su logro distintivo es la Escuela Primaria Ruhehe en el norte de Ruanda, donde más de 1,000 niños ahora reciben una educación en un espacio hecho a la medida, construido casi completamente a partir de materiales obtenidos a 150 kilómetros del sitio, y perfeccionados por constructores, carpinteros y albañiles de la zona. zona.

Métodos locales y talento.

Para Mokholo, «la buena arquitectura es un derecho humano». Y, como se prevé que la población urbana de África aumente (un informe de la ONU en 2017 predice que la mitad del crecimiento de la población mundial es probable que ocurra en África para 2050), también se necesita con urgencia. Según ADC , se requerirán 100,000 clínicas, 300,000 escuelas y más de 700 millones de unidades de vivienda para todas estas nuevas personas.
Una grave escasez de arquitectos y diseñadores calificados ha dejado a la mayoría de los países del África subsahariana que carecen de la experiencia propia necesaria para construir una infraestructura rentable, y los tugurios de los barrios marginales ya afectan a ciudades como Nairobi y Johannesburgo.
Escuela primaria de Ruhehe en construcción.

Escuela primaria de Ruhehe en construcción. Crédito: MASS Design Group
Al adquirir materiales de construcción a nivel local, aprovechando las antiguas técnicas artesanales que la globalización ha perdido, y capacitando a muchos más arquitectos, los líderes del Centro de Diseño Africano creen que hay una solución sostenible para esta crisis que se avecina.
A Christian Benimana, el director de Ruanda del centro, le gusta citar la estadística de que solo Italia tiene 153,000 diseñadores, en comparación con solo 35,000 en todo el continente africano.
Cuando estaba creciendo, Ruanda no tenía una sola escuela de arquitectura, y aunque ahora hay una instalación de enseñanza, tiene menos de una década.
Victor Iyakaremye en el sitio de construcción de la escuela primaria de Ruhehe.

Victor Iyakaremye en el sitio de construcción de la escuela primaria de Ruhehe. Crédito: MASS Design Group
De niño, Benimana estaba obsesionada con el dibujo y el diseño, y con el apoyo de sus padres, finalmente ganó una beca para estudiar arquitectura en Shanghai en 2001.
«Fue todo un choque cultural, y al principio fue una experiencia muy humillante. Destrozó todos los fundamentos de los ideales que había construido toda mi vida y expandió la definición de posibilidad en todos los sentidos», reflexionó.
China estaba construyendo nuevas ciudades enteras a un ritmo vertiginoso en la década de 2000, y sacando a millones de la pobreza con nuevos empleos de manufactura en áreas urbanas. Benimana se preguntó qué podría traer a su país, sabiendo que muchos contarían con él.
Después de completar sus estudios y regresar a casa para enseñar, Benimana luchó por transmitir sus conocimientos a los estudiantes sin un marco para comprender los principios que estaba tratando de explicar. Frustrado, luego unió fuerzas con MASS Design Group , una firma de diseño y arquitectura sin fines de lucro, con sede en Boston , en 2010.
Butaro Cancer Center of Excellence fotografiado por Iwan Baan.

Butaro Cancer Center of Excellence fotografiado por Iwan Baan. Crédito: Iwan Baan
El segundo proyecto de MASS en Ruanda fue el único hospital de cáncer del país, ahora conocido como el Centro de Excelencia Butaro Cancer. Benimana recuerda su introducción a la filosofía de un «edificio performativo».
MASS Design es bien conocido por considerar cómo la estructura de un hospital puede ayudar a los pacientes a recuperarse más rápido, o cómo el diseño de una escuela puede ayudar a los niños a aprender mejor. «Se centró menos en la arquitectura y más en los beneficios y resultados de salud», explicó Benimana.

El futuro del diseño africano.

Después de considerar varias iteraciones diferentes del programa ADC, Benimana y MASS se decidieron por los graduados y aquellos que ya cuentan con capacitación profesional. La esperanza era que su impacto pudiera viajar más lejos y extenderse en los países de origen de los estudiantes.
Los diez becarios llegaron en septiembre de 2016 con experiencia y niveles de experiencia variados. Un ruandés llamado Victor Iyakaremye acababa de obtener un título en arquitectura, mientras que Mokholo tenía varios títulos de posgrado y años de trabajo en su haber.
«Sabía que iba a conocer a un grupo realmente emocionante de personas de toda África», recordó Iyakaremye. Ahora trabaja a tiempo completo en MASS en Ruanda y es diseñador en el campus ruandés del Fondo de Gorila Dian Fossey, conformando una instalación de 50,000 pies cuadrados para el grupo de conservación estadounidense que protege a los pocos cientos de gorilas de montaña que quedan en el país.
Ellen Degeneres Campus del Dian Fossey Gorilla Fund.

Ellen Degeneres Campus del Dian Fossey Gorilla Fund. Crédito: MASS Design Group
Iyakaremye aprendió más de lo que esperaba sobre su propio país durante el programa. Trabajando con un colectivo de alfarería que fabrica filtros de agua con arcilla y mujeres, cuyas cestas tejidas son parte de la rica herencia de diseño funcional de Ruanda, el joven de 30 años estaba orgulloso de ver las habilidades de sus compatriotas y las mujeres impresionan a las personas de Kenia y Sudáfrica.
«Kigali es como un laboratorio. Ve y prueba ideas. Se abre una gran oportunidad en todas las áreas, no solo en arquitectura», agregó con entusiasmo.
Zani Gichuki, ingeniera estructural de Kenia y miembro de ADC, quiere fundar su propio laboratorio de diseño impulsado por la tecnología en Nairobi, donde el tráfico y la población se han vuelto «muy densos» en los últimos años. «Soy una mujer africana educada, y necesitaba encontrar una manera de devolver. Creo que la ingeniería no se trata solo de diseñar grandes edificios y ganar dinero», dijo.
Reescribió su propio código de ética después de participar en consultas comunitarias sobre la Escuela Primaria Ruhehe, e incluso llevó a cabo sesiones con los niños para conocer sus planes sobre el nuevo edificio.
«Necesitamos ser más sensibles al incorporar comunidades marginadas y, en lugar de simplemente diseñar para la persona más fuerte, diseñar para mujeres, niños y personas con discapacidades diferentes», enfatizó.
Ella está estudiando el uso de la tierra como material de construcción, una técnica antigua en el este de África.
Mientras tanto, Mokholo está liderando la búsqueda de proyectos adecuados en todo el sur de África para MASS, con la esperanza de fundar su propio Centro de Diseño Africano algún día.
«La arquitectura se ha convertido en un producto comercial en Sudáfrica, limitado a las personas que pueden pagarlo», dijo. «Estoy tratando de tomar lo que he aprendido y compartirlo con tanta gente como pueda».
Fuente: https://edition.cnn.com/style/article/african-design-centre-rwanda/index.html
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