Educación progresista versus educación conservadora

Por: Francisco Imbernón

La educación es hablar de todo, ver diferentes posturas y maneras de entender el mundo. La educación en las escuelas supone transmitir información sobre lo que pasa en la sociedad y no introducir valores discriminatorios.

Durante los últimos años, con los gobiernos que hemos tenido, se ha desarrollado una educación conservadora -algunos dirían moderada-, que ha dejado a la escuela y al profesorado muy dañados. Con la deriva de votos hacia políticas ultraconservadoras y reaccionarias, predominantemente en algunas autonomías, estamos viendo que las políticas conservadoras se radicalizan y empieza una peligrosa regresión en la educación.

Soy consciente de que las denominaciones «progresista» y «conservadora» pueden ser ambiguas, confusas y, sus fronteras, difuminadas y no únicamente se identifican con partidos políticos. Pero hay una diferencia clara: cómo piensan el futuro de la sociedad. Por eso las propuestas sobre la educación son fundamentales.Las diferencias entre políticas educativas progresistas y conservadoras son evidentes, a pesar de algunos partidos que dicen ser progresistas pero en cuyo trasfondo hay una ideología conservadora.

En general, las políticas progresistas se caracterizan, desde hace más de un siglo, por la lucha por una nueva escuela. Confían más en el profesorado, en el desarrollo y la menor intervención del currículum, en una escuela pública y laica donde la participación es fundamental y con una defensa de la igualdad, la libertad, la democracia y la justicia, buscando el progreso y bienestar social mayoritario. Palabra fundamentales son el cambio constante y los derechos colectivos. Y en algunas tendencias, más allá del progresismo más cauto, aparece la emancipación de los seres humanos.

Las políticas conservadoras y, ahora, las ultraconservadoras, no confían en el profesorado. Un ejemplo lo encontramos, desde hace años, en la eliminación de los centros de profesorado o similares. Para ellas, son centros de adoctrinamiento mediante la formación (“adoctrinamiento”, palabra mágica de estas políticas). Además, les horroriza la descentralización; el centralismo es una de sus defensas. También tienen un gran rechazo al cambio y luchan por la aplicación de la moral religiosa, los valores tradicionales y familiares sin intromisión del Estado (se entiende así el mal denominado “pin parental”) amparándose en una determinada concepción de la libertad personal. Y, por supuesto, el orden y el control son elementos fundamentales en su forma de pensar la realidad social.

Al actual ultraconservadurismo educativo le desagrada que se enseñen aspectos de la vida cotidiana con el argumento de las libertades individuales que, para ellos, nunca han estar vinculadas con la cuestión social. No quieren que se traten temas como el aborto, la diversidad sexual, la droga, las pedagogías liberadoras (no es extraño, aunque sí vergonzoso, que Freire sea injuriado ahora por las políticas del actual gobierno ultraconservador brasileño) y, ven las desigualdades sociales y la segregación escolar como algo inevitable de la condición humana, puesto que algunos alumnos están predestinados y no se puede hacer nada (hay elegidos y hay débiles).

John Dewey decía que si enseñamos como se enseñaba antes robamos el futuro de los niños y adolescentes y que esto no tendríamos que permitirlo. Esto lo decía en los años 50 del siglo XX y ahora tenemos que recuperarlo con fuerza. No podemos permitirnos ir hacia atrás como los cangrejos. Ha costado mucho llegar hasta aquí para que ahora unas corrosivas políticas ultraconservadoras nos devuelvan al pasado. La educación progresista tiene que reaccionar defendiendo los valores de una educación democrática que nos lleve hacia la eliminación de las diferencias sociales y educativas, para formar ciudadanos libres, responsables de sus propias vidas y que participen, directa o indirectamente, en la toma de decisiones que les afectan.

La educación es hablar de todo, ver diferentes posturas y maneras de entender el mundo. La educación en las escuelas supone transmitir información sobre lo que pasa en la sociedad y no introducir valores discriminatorios.

No podemos permitir que las políticas ultraconservadoras nos arrastren hacia una educación discriminatoria, ataquen la autonomía docente y de las escuelas. El denominado “pin parental” puede ser el principio de estas políticas y no podemos estar quietos, mudos ni inmóviles ante esos retrocesos.

Fuente:  https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/02/05/educacion-progresista-versus-educacion-conservadora/

Imagen: https://pixabay.com/photos/kids-girl-pencil-drawing-notebook-1093758/

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Colocar la Biblia en el centro de la educación escolar significa devolver a Brasil a las cavernas

El Gobierno ultraconservador de Jair Bolsonaro propone colocar a la Biblia en el centro de la enseñanza, no solo como materia religiosa, sino como base para asignaturas como matemáticas, geografía e historia

Por Juan Arias

Brasil es, después de Estados Unidos, el segundo país más grande del continente americano. Es una de las grandes democracias del mundo, con una Constitución que reconoce la laicidad del Estado y que sufre graves atrasos en la educación pública. Una educación incapaz de formar para un mundo en plena transformación, dominado ya por la inteligencia artificial que nos está transformando, sin saberlo, en algo difícil aún de imaginar.

Confieso que tuve que leer varias veces las afirmaciones de Iolene Lima, presentada como secretaria ejecutiva del Ministerio de Educación (MEC) y que posteriormente fue despedida, cuando proponía como solución para renovar la calidad de la enseñanza que “esté basada en la palabra de Dios”. Significa, según ella que “la geografía, la historia y las matemáticas van a ser vistas bajo la óptica de Dios, en una cosmovisión cristiana”. Para que así “toda la disciplina del currículo escolar esté organizada bajo la visión de las escrituras”, aseguró, refiriéndose a la Biblia.

Aunque Iolene Lima no estará más en el MEC, el sencillo hecho de que fue propuesta para el puesto hace pensar sobre el tipo de ideas que rondan entre el equipo de Bolsonaro. Personas como Iolene al parecer no han leído la Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento. Colocar los textos bíblicos en manos de los niños para aprender matemáticas, o lo que sea, es como poner en sus manos una bomba atómica. ¿O es que nos hemos olvidado que la Biblia, de la que existen más de un millón de estudios para intentar interpretarla, es uno de los textos más complejos no solo de la literatura mundial sino de la religión judeo-cristiana?

Esta locura que quieren hacer aquí en Brasil con la educación basada en la Biblia me ha hecho recordar cuando de joven estudiaba lenguas semíticas en el Instituto Bíblico de Roma, uno de los mayores centros de excelencia en estudios sobre las Sagradas Escrituras. En un curso en el que analizábamos el sustrato en la Biblia de la lengua ugarítica (la lengua madre del hebreo) para descifrar mejor algunos de los pasajes más difíciles de traducir, nuestro profesor, P. Dahood, americano, nos comentaba: “Como ven, la Biblia no es para niños”.

Se refería a los hechos escabrosos de tipo sexual que contiene, a la imagen que en ella se presenta de un Dios tirano, vengador, caprichoso, que mandaba exterminar pueblos enteros. Y pedía que se llevara a cabo sin compasión. Un solo ejemplo: cuando Dios ordena a Saúl acabar con el pueblo de Amalec, le ordena: “Ve, pues, y hiere a Amalec y destruye todo lo que tiene y no te apiades de él. Mata hombres, mujeres, niños, y aún los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos (1.Samuel 15:3)».

En la obra de R. Dawkins, El Dios de la falsa ilusión, se afirma que el Dios del Antiguo Testamento, al que hoy el Ministerio de Educación de Brasil propone como monitor de la enseñanza escolar, “es un personaje celoso y orgulloso de serlo, mezquino, injusto, un controlador implacable, vengativo, limpiador étnico, sediento de sangre”.

Si ya resulta difícil explicar para un niño lo que hay de horror y belleza anida en el corazón de la Biblia, un texto que debería ser leído como nos decía mi padre, maestro rural, “solo cuando seas adulto”, no es difícil de entender el retroceso cultural y pedagógico que pueda suponer para la enseñanza brasileña que hasta las matemáticas tengan que ser enseñadas con la Biblia.

Como hijo de dos maestros de escuela, transpiro rabia y ternura por los sacrificados profesores de este país, mal remunerados y nunca valorados como merecería la gravedad y grandeza de su misión. El atropello al que se les quiere conducir al obligarles a usar la Biblia para una educación “basada en la palabra de Dios” podría alinear al país con las peores teocracias, pasadas y presentes, todas ellas engendradoras de miseria cultural y espiritual.

Y quiero felicitar a una profesora, que con sentido de ironía y para liberar su rabia ante el atropello al que le quiere arrastrar el Ministerio de Educación, comentó que en su clase de matemáticas van a contar cuántos niños, «hasta de pecho», el Dios de la Biblia mandó matar al mismo tiempo que pedía que lo hicieran «sin misericordia».

¿Es esa la escuela que la sociedad, incluso la sanamente religiosa, la democrática y respetuosa de las libertades, desea para Brasil? ¿O la que pretenden imponer, si pudieran hasta con las armas, quienes desearían convertir las escuelas en los nuevos centros de lavado de cerebro?

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Chile debe poner fin a la educación sexista y conservadora

América del Sur/Chile/ 28.01.2018/ Fuente: mundo.sputniknews.com.

Chile debe terminar con la educación sexista en los colegios y las universidades que fomenta roles de género, dijo a Sputnik la diputada del Frente Amplio de Chile, Camila Rojas (izquierda).

«La educación chilena es muy sexista, muy anquilosada en el conservadurismo, donde se fomenta una imagen de que las mujeres estamos destinadas a un único rol de madres, de esposas, y quienes no encajan no estarían completas o plenas», señaló Rojas.

El 25 de mayo en Chile se produjo una situación inédita: un grupo de alumnas de la Universidad Católica de ese país ingresaron y se tomaron la Casa Central del establecimiento, un acontecimiento que no ocurría en ese emblemático edificio desde 1986.

Las estudiantes encadenaron la entrada y desplegaron lienzos alusivos a causas feministas, criticando la «educación sexista» y el rol que han jugado los colegios y universidades en los temas de género.

Sin embargo, este tipo de manifestaciones en contra del machismo se ha venido gestando durante todo este año en ese país y las consignas han sido enarboladas principalmente por el movimiento estudiantil.

Los estudiantes de establecimientos educacionales más emblemáticos como la Universidad de Chile, la Universidad Austral, la Universidad de Concepción, la Universidad Católica de Temuco, el colegio Instituto Nacional y colegio Carmela Carvajal frealizaron ocupaciones y paros en las últimas semanas en rechazo a la educación no inclusiva.

«La educación sexista viene de la casa, pero también desde las escuelas, donde se reproduce el rol de madre y de esposa de la mujer, desde muy chicas nos imponen comportamientos asociados a ser mujer o ser femeninas, incluso con los juguetes», señaló Rojas.

A Rojas este tema le incumbe doblemente: primero, como diputada feminista, y segundo, como exdirigente estudiantil, al haber liderado la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en 2016.

En este sentido, la diputada valoró que la lucha en contra del sexismo esté siendo encabezada por el movimiento estudiantil.

«Me parece que en educación hay deudas pendientes, y parte de eso es una reforma que considere cambiar la lógica sexista de las aulas y dentro de nuestra formación, ese conflicto sigue abierto y por eso estalla desde el mundo estudiantil», dijo.

Chile: el 90% de las mujeres perciben acoso sexual según una encuesta

La diputada sostuvo que en la educación ha existido históricamente «un continuo ambiente de hostilidad hacia nosotras, en los espacios educativos, en los trabajos, en la calle, lo que se transforma principalmente en acoso y abuso».Por último, aseguró que la educación chilena necesita «un cambio profundo, hay que partir por alterar nuestras concepciones y materializarlo en cambios de mallas y planes de formación».

En respuesta al movimiento feminista, el presidente Sebastián Piñera anunció esta semana un paquete de medidas contempladas en la «Agenda mujer», con el objetivo de «terminar con las diferencias entre hombres y mujeres».

No obstante, desde la oposición acusaron que el presidente está «instrumentalizando» el movimiento, señalando que las medidas anunciadas ya existían y ya estaban siendo analizadas por el Congreso.

Fuente:https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201805261079033633-lucha-contra-sexismo-movimiento-estudianti

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