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Diez libros que fomentan la igualdad entre los niños

España/La Opinión de Murcia/Reseñas

Obras literarias originales, modernas, abiertas y que, además, destruyen los estereotipos

Érase una vez una princesa en apuros, un príncipe valiente, una familia muy pobre y una malvada bruja. Seguro que todos los lectores pueden recordar al menos un cuento o una historia con alguno de estos personajes.

Los roles en los libros infantiles siempre han estado claramente marcados, en cierto modo para transmitir un mensaje claro (normalmente entre el bien y el mal). El problema es que muchos de ellos se han quedado anticuados y no recogen los cambios de nuestra sociedad.

Por suerte, en los últimos años son varias las propuestas de las editoriales para crear una nueva literatura infantil exenta de los tradicionales estereotipos, que buscan fomentar la igualdad entre los niños y mostrar un abanico mucho más abierto de la realidad.

Uno de los mejores regalos que puedas hacerle a tu hijo/a es inculcarle el amor por la lectura, con tesoros tan recomendados, originales y modernos como los siguientes:

Libros que fomentan la igualdad

Mi primer P&G Coco, Albero, Ana · Sánchez Vegara, Mª Isabel

Escritos con rimas sencillas, esta colección de cuentos es ideal para que los más pequeños descubran a las grandes mujeres de la historia: Frida Kahlo, Coco Chanel, Marie Curie, Ana Frank… Para niños a partir de 1 año.

Las princesas también se tiran pedos, de Ilan Brenman

En este divertido libro se rompen tópicos recreando otros puntos de vista de los cuentos tradicionales de las princesas. A Laura le ha surgido una gran duda tras hablar en clase sobre Cenicienta. Su amigo Marcelo les ha confesado que la famosa y delicada princesa se tiraba muchos pedos. Por suerte, el padre de Laura, al que le gustan los libros y las buenas historias, posee el libro secreto de las princesas donde Laura encontrará las respuestas a todas sus preguntas.

Con esta entrañable historia, la autora desmitifica el rol de las princesas y promueve la imaginación y el arte de cuestionar en niños y niñas.

Diez libros que fomentan la igualdad entre los niños

Bienvenido a la familia, de Mary Hoffman y Ros Asquith

A través de este libro los niños aprenden que los bebés llegan a las casas de muchas maneras y no mediante la cigüeña que viene de París. A través del parto natural, adopción, familia de acogida…También se exponen los distintos tipos de familia que existen: monoparentales, padres del mismo sexo, etc.

El mensaje positivo de esta lectura se basa en recalcar que cada familia es diferente y cada familia es igualmente válida y especial, lo importante es sentirse feliz y querido en ella.

Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes I y II, de Elena Favilli y Francesca Cavallo

Con estos libros, los niños y niñas descubren cien historias de mujeres extraordinarias de la historia y de todo el mundo: desde Nefertiti a Beyoncé, pasando por todas las disciplinas: ciencia, arte, música, ilustración€
El objetivo de estos libros es que todas las niñas deberían crecer pensando que pueden llegar a ser lo que ellas quieran.

Libros que fomentan la igualdad entre los niños

La peluca de Luca: Un cuento para valientes, de Helena Berenguer y Carmen Ivars

¿Quién decide lo que es femenino y masculino? ¿Por qué consentimos que haya actitudes impropias de niñas o de niños? Luca es un tipo especial, con apenas 4 años se enfrentó a super héroes y princesas para defender su peluca azul.

El libro es una obra colectiva de un grupo de personas que buscan compartir los valores de igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad y la libertad para elegir como ser, sentir y amar.

¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?, de Raquel Díaz Reguera

La princesa Carlota estaba harta de vestir siempre de rosa, de ser una princesa, de tener que besar sapos€ La protagonista se pregunta si no hay princesas que rescaten a príncipes o que cacen dragones, pero cada vez que lo pregunta se encuentra con la misma respuesta con la que no se va a conformar: las princesas son como rosas delicadas.

Mercedes quiere ser bombera, de Beatriz Moncó

Este cuento para niños es una lectura muy recomendable para los adultos. En el libro se enseña a ser hombres y mujeres, a ser iguales y a ser diferentes al mismo tiempo. La igualdad entre los géneroses una imperiosa necesidad en nuestras vidas y nuestras sociedades, en otras palabras, es una exigencia humana.

Te quiero (casi siempre), de Anna Llenas

Esta tierna historia de amor entre Lolo y Rita, muy distintos entre sí, nos habla de aceptar la diversidad aunque no siempre sea siempre fácil€ ¿Pero quién dijo que lo iba a ser? Un libro para niños y adultos que invita a valorar aquello que nos hace diferentes, mostrando el mágico efecto de los polos opuestos€Una deliciosa historia de amor para todas las edades.

Fuente: http://www.laopiniondemurcia.es/cultura-sociedad/2018/06/08/diez-libros-fomentan-igualdad-ninos/928961.html

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Debate sobre modelo educativo en México no considera a los niños: Especialista

Redacción: Heraldo

Juan Alfonso Mejía Soto, director general de Mexicanos Primero, cuestionó «¿en dónde quedan los niños?» en el debate sobre el modelo educativo a seguir

Juan Alfonso Mejía Soto, director general de Mexicanos Primero, opinó ante que si habrá o no reforma educativa en el proyecto de educación del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en la organización que encabeza no ven respuesta a la pregunta inicial ¿y los niños?

¿En dónde quedan los niños?, expresó Mejía Soto en entrevista con El Heraldo Noticias con Alejandro Cacho y señaló que precisamente en este ciclo escolar 30 millones de niños en educación básica y medio superior volvieron con el Nuevo Modelo Educativo, pero parece que se nos olvida qué están necesitando los niños para aprender en este ciclo escolar.

Creo que si de reformas se tratara, fuéramos Finlandia, reformas no le ha faltado a este país, recordó.

Argumentó que lo más importante y que debemos tener claro los mexicanos, es el tipo de sistema educativo que van a heredar y frente al cual una reforma, no es el tema de una reforma, no alcanzaría y cuando se habla de un acuerdo, si es un acuerdo a favor de los niños, será bienvenido, manifestó.

Citó que de cada 100 niños, llegan a primero de secundaria 57.

Pensar en la Universidad, del programa que se habla, hay que tener claridad 17 de 100 llegan a la Universidad, agregó.

Refirió que se habla del problema de cobertura, pero que el problema no se limita a cobertura, tampoco a permanencia, si no que de acuerdo con lo que señala Planea y Pisados de cada tres no aprenden lo que necesitan para seguir aprendiendo.

¿Qué quiere decir eso? Que de los 17 que sí llegaron no tienen realmente una formación para seguir aprendiendo y que las escuelas nunca han tenido claro que está es una de las razones, para formar ciudadanos.

Fuente: https://heraldodemexico.com.mx/pais/debate-sobre-modelo-educativo-en-mexico-no-considera-a-los-ninos-especialista/

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Chile: El boom de los cuentacuentos, una tendencia que mejora el aprendizaje de los niños

Redacción: El Mercurio

En los últimos cinco años, la narración oral se ha popularizado a nivel profesional y educativo. La mejora del lenguaje y conocimiento de las tradiciones y la cultura son algunos de los beneficios de esta técnica. 

«Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias», dijo una vez el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeno. Y es que narrar historias es algo que viene en la naturaleza humana, y aquí en Chile, cada vez le estamos tomando más el gusto.

Durante los últimos cinco años, la tendencia de contar y escuchar cuentos en lugares públicos ha ido creciendo exponencialmente, opina Andrés Montero, escritor y narrador oral que en 2012, a raíz de este progresivo interés del público, decidió fundar la Compañía de Cuentacuentos La Matrioska junto a su mujer, Nicole Castillo.

«La gente los está echando de menos a un nivel inconsciente, porque los cuentos son parte de lo que somos y los hemos ido cambiando por la televisión, pero ahora esta necesidad hace que los vayan a buscar. Ahí es donde nosotros aprovechamos de devolverles lo perdido; recuperar toda la tradición oral y poner en valor este inmenso patrimonio que es nuestra oralidad».

César Muñoz, presidente del Círculo de Narradores Orales de Chile, concuerda: «Llega un punto en que el ser humano necesita volver a estas cosas más significativas y, esto tan primigenio, que es vivir un imaginario compartido, un viaje a través de la palabra, lograr experiencias estéticas, hoy es cada vez más difícil de encontrar y por eso mismo cada vez más valorado».

Para Muñoz, este fenómeno va de la mano con el proyecto «Centro de Recursos para el Aprendizaje» (CRA), implementado por el Ministerio de Educación desde 1993, que creó bibliotecas en todos los colegios del país. Con ellas apareció la imagen del mediador de la lectura, «este personaje que cuenta los cuentos de la biblioteca y que pasó a ser alguien importante en la educación de los niños. Ahora muchos de los profesores, educadores, directivos, se han dado cuenta de que es una estrategia muy potente y se han perfeccionado con talleres y cursos».

La falta de oralidad en los niños es una de las principales causas de la mala comprensión lectora, dice Magdalena Merbilháa, directora asociada del grupo de investigación Educación Imaginativa de la U. Simon Fraser en Canadá. Por eso, dice, debería ser obligatorio el ramo de cuentacuentos en todos los colegios. «El ser humano entiende, percibe y siente, todo al mismo tiempo, y si enganchamos las emociones al contenido durante las clases, los niños aprenden mucho más, y resulta que los cuentos están llenos de emoción y contenido», agrega.

Como narrador, a César Muñoz le toca visitar muchas escuelas y, en general, dice, «los niños de hoy son muy sobreestimulados, entonces hay todo un trabajo de educar el oído, de lograr que se conecten y cuando eso se logra, es mágico para el narrador y para el niño; es muy poderosa la situación que se genera, entienden que es algo importante y al terminar, uno ve cómo les queda un eco, una semilla que va creciendo con el tiempo».

Fuente: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=499556

 

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Mi hospital es mi colegio: la vida de los niños que estudian entre pizarrones y fármacos

Entrevista  a: Isidora Galleguillos

Por: Diario La Tercera

En Chile hay 47 escuelas que funcionan dentro de hospitales y clínicas. Sólo en los últimos tres años, más de 59 mil niños se matricularon en ellas. Reconocidos por el Ministerio de Educación, a estos colegios asisten niños y jóvenes que están internados o que siguen tratamientos largos en esos centros de salud. Muchas veces es más que enseñanza: es sobre todo un espacio de compañía y vínculos. Así ocurre en el Calvo Mackenna. Así lo siente la pequeña Isidora Galleguillos.

¿Por qué te gusta tanto estar hospitalizada?, preguntará la madre.
Porque así no me siento tan sola, contestará la hija.

Para conversar con Isidora Galleguillos (12) hay que seguir cuatro pasos: ponerse un traje celeste desde el cuello a los tobillos, lavarse las manos y muñecas en el lavamanos a la entrada de su habitación en el Hospital Luis Calvo Mackenna, ponerse guantes quirúrgicos y correr las dos mamparas que anteceden su cama. Recién entonces se puede escuchar el tono grave y fuerte con el que la niña recibe a sus invitados, como les dice ella, que en realidad son su madre, algunos familiares y los doctores que van a examinarla o a mirar que el oxígeno llegue bien por las mangueras.

El cubículo donde está Isidora tiene vista a los edificios aledaños de Providencia, en los que de noche ella ve la vida que se hace afuera de un hospital. Al otro costado de la pieza están las camas vecinas de dos adolescentes aislados, como ella, separadas por puertas de vidrio. Los tres niños, que no tienen contacto entre sí, forman parte del “sector agudo”. Ese donde habitualmente llegan pacientes oncológicos graves. Pero hay excepciones médicas, e Isidora es una de ellas: su diagnóstico no es cáncer, sino una fibrosis quística severa, que perjudica progresivamente sus pulmones y el páncreas.

Un resfriado o una infección pequeña en Isidora pueden convertirse en un caos de salud que a veces culmina en una hospitalización de no menos de 14 días. Junto a la niña siempre está Elizabeth Mardones (36), su madre. Hoy le trajo una caja con 25 lápices de colores y una bolsa de útiles escolares para que su hija menor se entretenga en esta primera hospitalización del año.

El aspecto de la niña no es de alguien que tiene un mal crónico. “La Isi es enérgica, habla, se mueve harto. A veces se cansa, pero no parece estar enferma”, dice su madre. La fibrosis quística, la mayoría de las veces, es asintomática en ella, pero cuando hay síntomas la niña sufre vómitos, fatiga y falta de oxigenación. Esta vez el ingreso fue porque el malestar era evidente, aunque nunca invalidante hasta el punto de no hacer las tareas que le asignan en séptimo básico.

Ese dato no es trivial: para Isidora, el hospital es su colegio.

Educación, también compañía

Sólo una calle interior los divide. A un costado, el Hospital Calvo Mackenna. Al otro, el colegio Con todo el Corazón. La profesora Macarena Cid cruza de un lado a otro para visitar a Isidora cuando está hospitalizada.

Macarena Cid sabe de memoria los cuatro pasos antes de entrar a ver a Isidora, e Isidora sabe que puede obtener fácilmente la atención de su profesora enviándole al menos cinco WhatsApps para saber a qué hora pasará a verla en su día 13 de hospitalización. “¡Menos mal que llegó!”, le dice su alumna al verla entrar .

La niña usa unas orejas de conejo hechas de tela rosada con brillos y lentejuelas del mismo color. Las enciende con un dedo para alumbrar su cara mientras empieza la revisión de las tareas. Ha avanzado bien, por lo que la menor, ahora alumna, recibe una felicitación de su maestra. Ambas se abrazan. Entra el infectólogo José Cofré, médico tratante de Isidora, que está haciendo ronda de despedida, porque no trabajará más en el Calvo Mackenna. La niña, ahora paciente, lo echa: “Todavía no termino la carta que le estoy haciendo, ¡váyase!”.

La visita de la profesora dura una hora. Luego sale de la habitación, camina por el hospital, cruza la calle interior y entra de nuevo al colegio. No tarda más de dos minutos. Con todo el Corazón es un establecimiento de madera pintada de colores. En el patio delantero hay taca-taca, una mesa de pimpón, una bodega y, a la entrada, un muro con dibujos hechos por los niños que han sido alumnos del lugar, que desde 2009 -año de su creación- suman 1.030 estudiantes matriculados. Frente al muro de entrada, hay dos salas: la oficina de la directora, Constanza Labbé, y el comedor donde las madres esperan a que avance la jornada escolar de sus hijos. De 9 a 14 horas. De lunes a viernes.

Entre los años 2000 y 2008 existía aquí otro establecimiento que funcionaba bajo la tutela de la Sociedad Pro Ayuda del Niño Leucémico. Luego la pedagoda Constanza Labbé formó un nuevo proyecto que es el colegio que hoy tiene el Calvo Mackenna y que es parte de las 47 escuelas intrahospitalarias que existen en Chile (ver recuadro*). Según cifras del Ministerio de Educación, entre 2014 y 2017 se matricularon 59.583 niños en todas estas escuelas.

Las clases tienen un ritmo distinto a los colegios tradicionales, aunque nunca dejan de ceñirse a las bases curriculares que entrega el Mineduc. En Con todo el Corazón, si un niño está en horario de clases y no quiere estudiar o no se concentra, no hay reproches. Al contrario, los profesores se adaptan al momento que ellos viven. “Si están hospitalizados y cansados, o tienen la guata revuelta después de una quimioterapia y no se sienten bien, o simplemente quieren hacer otra cosa, lo hacemos y les leemos un cuento, o pintamos mandalas, o vemos tele y conversamos”, dice la directora.

En el colegio hay salas de clases para cada ciclo: de prekínder a kínder, de primero a cuarto básico, de quinto a octavo y otra para alumnos de primero a cuarto medio. En todas abundan los colores; y algunas, incluso, tienen pizarrón con tecnología touch. Hay una biblioteca con autores como José Luis Borges, Roberto Bolaño y Julio Cortázar, y una sala de computación. En el pasillo que da a las salas hay siempre jabón líquido para las manos, porque la higiene es vital con los pacientes-alumnos.
Este año, Constanza Labbé creó un espacio que llama la Sala del Alma. “Aquí los niños pueden venir durante o fuera de clases a pensar, pintar, reflexionar. Pondremos un altar para honrar a los niños que se han ido o para que los niños recen si son creyentes”, dice.

Actualmente, el colegio tiene 72 alumnos. Sólo se pueden matricular niños que se atienden en el Calvo Mackenna y que por indicación médica no están aptos para ir a colegios tradicionales. La mayoría tiene enfermedades crónicas o terminales y, según la directora, quienes padecen insuficiencia renal o fibrosis quística son los que reciben una educación hospitalaria más prolongada. “Su tratamiento es extendido y se les dificulta más ir a un colegio normal”, dice. Cuando los alumnos son hospitalizados y no pueden asistir al colegio, son los 13 profesores de la escuela los que se mueven hasta ellos.

Los estudiantes no sólo son de Santiago; en muchos casos vienen de regiones, porque el tratamiento que necesitan sólo se puede hacer en el Calvo Mackenna. “Muchas de esas familias tienen que dividirse. Los hogares y casas de acogida reciben sólo a las mamás con el hijo enfermo, entonces empiezan una nueva vida muy solitaria. En esos casos, el colegio les sirve también para hacerse amigos y compañía”, dice la profesora Macarena Cid.

Todos graduados

ALUMNA MARTINA AGUILERA, 10 AÑOS. FOTO: MARCELO SEGURA

En 2017, varios alumnos del colegio del Calvo Mackenna fueron dados de alta. Otros fueron reenviados a sus colegios de origen. Otros, cerca de 15, fallecieron. “Este colegio nos aporta una sensibilidad maravillosa que nos hace bien como hospital. Son nuestros socios para fortalecer a los niños y niñas en su lucha frente a la enfermedad”, dice Jorge Lastra, director de hospital.

Cuando un niño lleva muchos días hospitalizado o empeora su salud, las madres corren la voz y sus hijos se organizan para ir a visitarlos. Sergio Ramírez (20) vivió esa solidaridad de cerca. Llegó al colegio en 2006, cuando éste aún no era reconocido por el Ministerio de Educación. Entró a cuarto básico, con un problema congénito al corazón. Tuvo que someterse a múltiples cirugías. A los 10 años, incluso, le instalaron un marcapasos. “Entrar en este colegio me sirvió mucho, porque uno ve cosas que otros niños de colegios normales nunca van a ver. Se valora distinto la amistad, porque en un colegio hospitalario un niño puede morir en cualquier momento”, dice el joven, que en diciembre egresó de cuarto medio y hoy estudia Trabajo Social en la Universidad Alberto Hurtado.

Ramírez es un caso emblemático en el colegio. Es el estudiante que más tiempo ha estado aquí. Que haya ingresado a la universidad es una muestra, dice la directora, de que el colegio funciona como cualquier otro en cuanto a la educación que entrega.

Nueve estudiantes se han graduado de cuarto medio. Sin embargo, aquí todos los alumnos se gradúan a fin de año, sin importar el curso que estén ni si continuarán el siguiente. “Lo hacemos porque le han ganado a todo en un año. Es simbólico”, explica Labbé.

Paola Góngora, madre de Martina Aguilera (10), quien está en tratamiento por un sarcoma de Ewing, agradece la dedicación del colegio: “A los niños los tratan como si fueran sus propios hijos y eso es una ayuda enorme”. Las madres son las que generalmente acompañan y esperan a sus hijos mientras estudian. Conversan entre ellas, generan vínculos. Casi todas llevan una pulsera roja en su muñeca.

Deja vu

La mamá de Isidora, Elizabeth Mardones, ha delegado la tarea de explicarle el desarrollo de su fibrosis quística a la sicóloga que la atiende desde los cuatro años en el Calvo Mackenna. Una vez, la niña llegó a la casa preguntándole a la madre por qué era ella la que se había enfermado y no su hermano mayor. Lo que aún no sabía era que había existido Antonia, una hermana que nació antes que ella y que murió de esa misma enfermedad. A los cuatro meses de vida.

Dos meses después de esa muerte, Elizabeth quedó embarazada de Isidora. “Me morí de miedo, no quería pasar por lo mismo”, recuerda. El embarazo no tuvo sobresaltos. La complicación fue después del parto: Isidora nació con un reflujo severo, aunque sin sospechas de que podía padecer fibrosis quística. A los dos meses tenía cuadros de vómitos y fiebre esporádicos, y pese a que se alimentaba correctamente, no subía de peso. Hasta que en el Calvo Mackenna le dieron un diagnóstico.

Entonces Elizabeth y su marido vivieron un deja vu. El médico les dijo que Isidora tenía fibrosis quística severa. Pero, a diferencia de su hermana, había optimismo: con buena alimentación y tratamiento, podía durar muchos años. Para acortar los riesgos, sus padres se compraron un departamento al lado del hospital. Elizabeth, hoy separada, es quien lleva a la niña a los controles médicos y al colegio Con todo el Corazón. Isidora llegó allí a primero básico.

Faltar un día a clases, hasta hoy, hace llorar a Isidora. De este colegio han salido sus mejores amigos. También sus primeros signos de líder. “La Isi llena de vida el colegio. Tiene mucha energía y es muy buena liderando cosas”, dice Sergio Ramírez, quien coincidió varios años con ella.

Como los zorros

TODOS LOS ESTUDIANTES DEL COLEGIO CON TODO EL CORAZÓN. FOTO: MARCELO SEGURA

La muerte de un zorro viejo y querido remece a todos los animales del bosque. Poco a poco, cada uno llega para rodear el cadáver de su amigo al que lloran hasta que uno de ellos toma la palabra y cuenta una historia que vivieron los dos. El ejercicio se replica y de la pena se pasa a la alegría de haber conocido a su amigo zorro.

Esa historia aparece en el libro El árbol de la vida, de Britta Teckentrup y es la elegida por Constanza Labbé para reflexionar con sus alumnos de básica sobre la muerte. Un tema necesario en un lugar como éste, donde la lucha por la vida es diaria y no siempre con éxito.

El domingo se cumplieron tres meses de la muerte de Sebastián San Martín, el mejor amigo de Isidora. Tenía 12 años y hace cinco se conocieron mientras se hacían los mismos exámenes y tratamientos para la fibrosis quística. Eran cuatro amigos inseparables: tres niñas y él. “Cuando falleció, no sabía cómo decirle a la Isidora. Cuando lo hice, ella se quedó callada”, recuerda Elizabeth. La niña no habló con nadie en el colegio ni en el funeral. Días después, le explicó a su mamá que era mejor así para evitar la pena.

Cuando muere un niño del colegio Con todo el Corazón, hacen algo parecido a la historia de los zorros. Se juntan todos en la sala en la que estudiaba el niño, forman un círculo, encienden una vela y conversan sobre las travesuras y alegrías que vivieron con él. Luego escriben cartas, las queman y las depositan en un árbol del patio delantero para que, simbólicamente, el niño se convierta en vida.

“Tuve que darle la vuelta a la perspectiva que tenía sobre la muerte para poder ser un aporte y no hundirme con los niños”, dice la profesora Macarena Cid. Pese a eso, siempre la muerte duele. “Muchos niños en estado terminal vienen en las últimas a vernos; y si no pueden, nosotros vamos y los acompañamos en lo que queda”, dice Constanza Labbé. La última partida fue hace casi dos semanas: una niña de prekínder con una leucemia fulminante. “No tengo cuero de chancho con esas cosas -explica la directora- y cuando lo tenga voy a irme, porque nosotros no somos sólo un colegio: somos un sostén emocional”.

De salida

EL EX ALUMNO SERGIO RAMÍREZ (20), ISIDORA GALLEGUILLOS Y CONSTANZA LABBÉ, DIRECTORA DEL COLEGIO CON TODO EL CORAZÓN.

Antes de que Macarena Cid abandone el cubículo donde Isidora está internada, la niña le dice que está triste porque el rumor, dice ella, es que le van a dar el alta.
La niña acierta.

Al día siguiente, Elizabeth Mardones firmará los papeles que le devolverán a su hija la vida fuera del hospital. Pero Isidora se pondrá a llorar. Entonces la madre le hará esa pregunta:

-Ay, Isidora, ¿por qué te gusta tanto estar hospitalizada?

Y la niña le responderá:
-Porque así no me siento tan sola.

 Ya son 47

A lo largo de Chile existen 47 escuelas hospitalarias, las cuales dependen de la Unidad Especial de Educación (UEE) del Mineduc. De ellas, 23 se concentran en Santiago; 14 en el sur -en lugares como Talca, Cañete, Osorno y Puerto Montt, entre otros-; siete en el norte -Copiapó, La Serena, Ovalle, Calama, Iquique y Antofagasta-, y 3 en la Región de Valparaíso.

El colegio del Hospital Calvo Mackenna es el más grande y con mayor flujo de estudiantes, indica Tomás Arredondo, director de la UEE.

Sólo cinco de estas escuelas funcionan de manera privada. El resto depende de una subvención entregada por el Mineduc, que varía de acuerdo a la asistencia de los alumnos. “El problema es que eso es algo que no podemos controlar. A veces los niños dejan el colegio en el camino, se van porque les dan el alta o mueren”, explica Constanza Labbé, directora del colegio Con todo el Corazón.

El promedio de subvención mensual que cada escuela recibe por alumno, según la Coordinación Nacional de Subvenciones del Mineduc, es de $ 258.597.

Las escuelas hospitalarias son unidades de apoyo cuyo objetivo es proporcionar atención educativa y garantizar, según explica Arredondo, “la continuidad del proceso educativo de los escolares de educación parvularia, básica, especial y media que estén hospitalizados, en tratamiento médico ambulatorio o domiciliario”. El impulso para fomentar estas iniciativas partió el 15 de agosto de 1990 cuando Chile adhirió al artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, donde se reconoce el derecho a la educación en igualdad de oportunidades para todos los niños, independiente de su estado de salud. Nueve años después esto se formalizó y se dio reconocimiento oficial a las escuelas y aulas hospitalarias.

La administración de los colegios depende de cada sostenedor, que puede ser una fundación, una corporación, una asociación sin fines de lucro o un municipio. Cada escuela debe funcionar en el mismo recinto hospitalario y contar con la aprobación por escrito del director del hospital. El trámite de creación se realiza en la Secretaría Ministerial de Educación de la respectiva región donde va a funcionar el proyecto educativo. Cada aula debe disponer de mobiliario, equipamiento, elementos de enseñanza y material didáctico adecuados al nivel y modalidad que se imparta en cada curso, además de ceñirse a las bases curriculares por las que se rige todo el sistema educativo chileno.

En la última década, dice el director de la UEE, “se han creado 30 escuelas y aulas hospitalarias y se han atendido cerca de 200 mil niños y jóvenes”.

Fuente: http://www.latercera.com/tendencias/noticia/mi-hospital-es-mi-colegio/110251/

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Tres de cada cuatro niños de Sudán del Sur no conocen otra cosa que la guerra

Redacción: Noticias ONU

Desde 2013, 2,6 millones de bebés han nacido en medio en la guerra y 300.000 niños están al borde de la muerte por desnutrición, reveló el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
«A medida que Sudán del Sur cumple siete años, una guerra aparentemente interminable continúa devastando las vidas de millones de niños», dijo Henrietta H. Fore, directora ejecutiva de UNICEF que visitó Juba, Ganiyel y Bentiu a principios de este año.

El conflicto y el subdesarrollo han plagado el área durante décadas, dejando a sus niños sin educación, desnutridos y vulnerables a las enfermedades, el abuso y la explotación.

«Las partes del conflicto pueden y deben hacer más para recuperar la paz», dijo Fore, «los niños de Sudán del Sur merecen algo mejor».

A pesar de que 800 niños han sido liberados de los grupos armados desde el comienzo del año, se estima que otros 19.000 continúan sirviendo como combatientes, trabajadores y mensajeros y sufriendo abuso sexual.

Preocupantes cifras

La proporción de personas que no saben de dónde vendrá su próxima comida pasó del 35% en 2014 a casi el 60% en la actualidad, con algunas zonas del país a un paso de la hambruna, especialmente durante la temporada de escasez.

Las tasas de malnutrición están en niveles críticos, ya que más de un millón de niños están desnutridos, y de ellos 300.000 están al borde de la muerte.

Dado que una de cada tres escuelas fue destruida, ocupada o cerrada desde 2013, el conflicto también ha dejado a unos dos millones de niños sin educación. Actualmente Sudán del Sur ltiene la mayor cantidad de niños no escolarizados en el mundo.

Además, los esfuerzos para ayudar a quienes más lo necesitan se ven obstaculizados.

Desde que estalló la guerra, más de 100 trabajadores humanitarios han muerto, incluido un conductor de UNICEF la semana pasada.

Hacia la paz

La firma de un alto el fuego permanente entre las dos principales partes enfrentadas en Jartum el mes pasado fue un paso positivo, ofreciendo un destello de esperanza en lo que ha sido un proceso de paz incierto.

«Ahora contamos con el liderazgo y los comandantes para respetarlo y al mismo tiempo garantizar que los trabajadores humanitarios tengan acceso sin restricciones a quienes lo necesitan», dijo Fore.

La jefa de UNICEF recordó que Sudán del Sur fue el primer país que visitó desde que asumió su cargo.

«Vi por mí mismo lo perjudicados que han sido los niños con la guerra. Simplemente no pueden soportar más”, concluyó.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2018/07/1437402

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Que la pobreza no te afecte en verano

Por: Saray Marqués

En los últimos días el Gobierno ha anunciado un aumento de presupuesto para enfrentar la pobreza infantil. Se cuentan por miles las niñas y niños que no saldrán de vacaciones y pasarán muchas horas solos en las próximas semanas.

“En un tiempo record” el Gobierno anunciaba el viernes 29 de junio, en Consejo de ministras y ministros, un programa, Veca, que se ha convertido en la primera medida de choque contra la pobreza infantil. En España hay 2,1 millones de niños en riesgo de pobreza –un 28,1% de los menores de 16 años– y, de ellos, 375.000 no tienen garantizada una alimentación sana ni pueden acceder a actividades como campamentos o colonias en el verano. A este grupo, el que presenta mayor riesgo de pobreza en España, se le dedica esta iniciativa, que se materializará en una disposición adicional en los PGE con 10 millones de euros más –con lo que se duplica la partida actual, de 5 millones– para apoyar a las comunidades autónomas y ayuntamientos que, en colaboración con diversas entidades, intentan paliar este déficit que los niños y niñas más vulnerables padecen durante los meses de vacaciones.

La ministra de Educación y FP y ministra portavoz, Isabel Celaá, no puso cifra a los niños y niñas actualmente atendidos dentro de este tipo de programas, que garantizan tres comidas diarias y un ocio de calidad, aunque sí afirmó que este incremento del presupuesto permitirá llegar a más del doble de destinatarios que hasta ahora y, desde luego, “a todos los que cumplan los requisitos de carencia severa” –esos 375.000–. El Gobierno, de hecho, no cierra la puerta a ampliar el presupuesto en función de las necesidades que se detecten: “Si hemos de gastar un millón de euros más, lo haremos. No podemos permitirnos que los derechos de los niños estén tan desprotegidos”, remachó Celaá.

Se evitarán así los “efectos dramáticos” en los más pequeños, esos niños y niñas de entre 4 y 6 años que pueden llegar en septiembre a la escuela con “hasta cuatro kilos menos”, aseveró Celaá, y se proporcionará a los más mayores, hasta los 16 años, más alternativas de tiempo libre, ampliando sus horizontes, muy limitados en sus hogares y sus barrios.

Se trata de la primera iniciativa de la primera Alta Comisionada para la Lucha contra la Pobreza Infantil de España, María Luisa Carcedo, que un día antes anunciaba que contará con el sociólogo de la Universidad de Zaragoza y editorde Agenda Pública, Pau Marí-Klose, como director de Infancia.

La experiencia de la crisis

La necesidad de contar con una alternativa menos precaria, “digna”, en palabras de la vicepresidenta Carmen Calvo, para estos niños y niñas durante los meses de verano está en agenda desde los años más crudos de la crisis. En 2014, la Defensora del Pueblo apelaba a las comunidades autónomas a abrir los comedores escolares en verano para atender a los menores en situación de mayor vulnerabilidad, tras sendas experiencias piloto en verano de 2013 en Canarias, donde los ayuntamientos colaboraban con la Consejería de Educación y la de Empleo para permitir que 182 centros abrieran sus comedores en verano, y Andalucía, que aseguraba tres comidas al día a 4.000 menores dentro de su plan extraordinario de solidaridad y garantía alimentaria.

También en 2014, desde el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales se destinaban 17 millones a apoyar a las comunidades con proyectos similares –que, por ejemplo, en el caso canario supone una inversión de 1,1 millones de euros al año–.

Cuatro años después, con esta partida reducida a un tercio -hasta el anuncio del plan Veca, que la eleva hasta los 10 millones- también en una comunidad pionera como Canarias se ha visto caer el número de inscritos en los comedores escolares y talleres lúdicos de verano. Si en 2014 eran 4.000, este año son poco más de 2.000 los alumnos matriculados para los meses de julio y agosto. Pero la medida sigue siendo necesaria y, mientras lo sea, se seguirá prestando, advierten sus promotores.

Antes del anuncio del programa Veca, diversas voces habían reclamado, en este sentido, que no se baje la guardia en esta batalla. Así, desde CCOO se había comenzado la semana recordando a los “casi 600.000 menores” en situación de vulnerabilidad que se “quedarán sin la posibilidad de acceder al comedor escolar y a actividades educativas y sociales que complementen su educación”. El sindicato reivindicaba “el centro escolar como ámbito de socialización y de vida digna” para esos niños y niñas y apremiaba a las administraciones educativas a “mantener los centros abiertos en verano con un proyecto educativo y sociocultural suficiente y una inversión acorde a las necesidades de la infancia en situación de pobreza”, a través de “políticas públicas coordinadas entre las administraciones centrales, autonómicas y municipales”.

En su alegato, CCOO se hacía eco del que viene siendo un recordatorio estacional de la ONG Educo. Suya es la cifra de 580.000 niños y niñas que, finalizado el curso escolar, no cuentan ni con la posibilidad de un espacio seguro donde disfrutar las vacaciones ni con la de al menos una comida completa al día.

Los sin vacaciones

En sus informes periódicos, Educo, que desde 2013 cuenta con sus propias becas de comedor en verano –las cuales han recibido un 33% más de solicitudes este año y han servido para repartir más de dos millones de comidas en este tiempo– ha ido retratando la realidad de estos niños de la llave, que lo son también durante los meses del curso, y que tienen todas las papeletas para unas limitadas expectativas vacacionales. Así, según una encuesta de Educo, en verano de 2017 el 60% de las familias en riesgo de pobreza que tenían trabajo, con hijos de tres a 16 años a cargo, no se fueron de vacaciones al menos de una semana al año.

Los informes de Educo hablan de trabajadores pobres –el 14,5% de la población asalariada–, que, por el hecho de contar con un trabajo, muchas veces se quedan fuera de determinadas ayudas, para los que precisamente el verano es temporada alta, con lo que conciliar en los meses en que sus hijos pasan más tiempo en casa es aún más difícil. O de padres y madres que no pueden permitirse los campamentos o talleres en verano, aunque la beca sufrague el 75% y se queden en 20 euros a la semana: un 41% de los niños que no se pudieron permitir participar aseguran que fue porque suponía un gasto imposible de asumir por la familia. Y hablan también de esos niños que se quedan en casa viendo la tele o absortos en internet o, si salen a la calle, “se agarran a un clavo ardiendo”, tomando como referente al primero que pillan, en palabras de Roger Caro, de Fundación Ítaca.

Y constatan una brecha. Si vives en un hogar en riesgo de pobreza, tendrás menos probabilidad de asistir a actividades en verano: El 44% de niños y niñas en esta situación, con sus padres trabajando, no acudió a ninguna en verano de 2017. Los que sí acudieron fueron sobre todo menores de 13 años y disfrutaron de estas actividades 9 días, de media. En cambio, si vives en un hogar sin estrecheces, no solo aumenta la probabilidad de haber acudido a campamentos o colonias –solo el 29% no lo hizo- sino que esta es mayor si eres adolescente y los días de disfrute pasan de 9 a 16.

También se posan sobre los efectos de los recortes: “Los recursos que existen que han sido recortados no llegan a todos los que se lo merecen porque tienen una situación adversa. Los criterios que se utilizan son restrictivos, y acaban cubriendo a los que más, más, más lo necesitan, pero hay una base muy amplia que se queda en ese limbo que no está suficientemente atendida (…), denuncia Elisenda Guedea, desde FAPAC.

Y se centran, en definitiva, en lo que Educo define el impacto relacional de la pobreza en la infancia y la adolescencia, pues la escasez no lo es solo de recursos económicos, sino de tiempo y de relaciones de apoyo, familiares y sociales. En sus informes, se hacen eco de los análisis de Carme Montserrat, del Instituto de Investigación sobre Calidad de Vida de la Universitat de Girona, para quien proporcionar a todos los niños en situaciones socioeconómicas difíciles el acceso a este tipo de actividades en verano es una medida compensatoria que, además de redundar positivamente en su salud, su autonomía personal, su rendimiento escolar y sus relaciones interpersonales, en definitiva, el bienestar general de estos menores, lo hace, sobre todo, en el bienestar subjetivo.

Diversos expertos insisten en que estas actividades recreativas, con comida incluida, no son un lujo sino una necesidad para estos niños y niñas, que el acceso al tiempo de ocio se trata de un espacio de protección para la infancia. Así, Maria València, de la Fundació Pere Tarrés, advierte de que “Para los niños que viven en contextos difíciles, rodearse de adultos que muestran una estabilidad y establecer con ellos vínculos afectivos positivos es mucho más saludable que pasar 14 semanas tumbados en el sofá con unos referentes desestructurados”.

El verano es una oportunidad para no desaprender o, mejor, para seguir aprendiendo. Lo constataba recientemente una investigación del Institut Català d’Avaluació de Polítiques Públicas (Iválua) a cargo de Miquel Ángel Alegre, jefe de proyectos de la Fundació Jaume Bofill, sobre el programa Èxit Estiu, que, aplicado durante el mes de julio los últimos cinco años en 50 institutos de Barcelona, ha demostrado incrementar un 12% las probabilidades de promocionar de los 2.000 alumnos de ESO participantes, con riesgo de convertirse en repetidores.

Medidas como esta pretenden rebajar los efectos del llamado verano del olvido, que penaliza sobre todo a los estudiantes de entornos más desfavorecidos, como se ha venido demostrando desde la década de los setenta en EEUU. De hecho, investigadores como Smith y Brewer atribuyen a las vacaciones estivales (de 11 semanas de duración en el caso de España) un desfase de tres meses (por año) en estos estudiantes con respecto a sus pares con entornos más estimulantes.

La respuesta de las organizaciones

Es por este importante efecto compensador de las desigualdades de estos programas en verano que las organizaciones de infancia valoran el Veca. Desde Unicef, Gabriel González-Bueno, especialista en políticas de infancia, reconoce que, siendo los programas de ocio, tiempo libre y comedor durante los meses de verano competencia autonómica y local, el Estado, con esta dotación extra de recursos, puede reforzarlos.

“Informes como los de Educo se centran en la realidad de miles de niños que se pasan las tardes durante el curso en casa solos, porque la incapacidad económica de la familia obliga a los padres a trabajar en esos tiempos, sin alternativa de cuidados. Y su situación se agrava en verano. No se van de campamentos ni de vacaciones, y no por elección propia, y pasan aún más tiempo solos, con el consiguiente desorden de horarios desde edades tempranas, con los hermanos mayores cuidando de los pequeños…” comienza. Ante esto, recalca, este tipo de programas ejercen como alivio: “Pero desde Unicef constatamos que nos encontramos muchas veces ante medidas de urgencia, a corto plazo, coyunturales, y apostamos no tanto por este tipo de servicios [apertura del comedor escolar estos meses completada con talleres lúdicos] sino por dotar a las familias de recursos suficientes para que sean ellas las que elijan sus soluciones durante el verano, si sus hijos van al campamento o no, como cualquier otro niño. Los servicios que se ofrecen en los colegios no son malos, pero lo vemos como algo limitado, puntual, cuando la lucha contra la pobreza requiere un abordaje en general”.

Sí, el indicador que mide la situación de pobreza o exclusión social (At Risk of Poverty and/ or Exclusion, AROPE) tiene en cuenta entre sus ítems la posibilidad de poder pasar fuera del hogar de residencia al menos una semana al año. Y en España, según la reciente Encuesta de Condiciones de Vida del INE, un 32% de hogares con niños de menos de 17 años no puede permitírselo –con variación desde el 23% del País Vasco al 45% de Extremadura-. Por tanto, González-Bueno ve positivo que desde el Gobierno se intente ayudar con una mayor partida a las instituciones y organizaciones que en los últimos años han multiplicado sus iniciativas para ofrecer una alternativa de ocio durante los meses de verano –en el caso de los niños el AROPE considera ir una semana a algún sitio nuevo o una segunda residencia, a casa de un amigo/ familiar/ vecino o de campamento-, pero esperan algo más.

El hecho de que se haya creado un Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, así como las personas elegidas –María Luisa Carcedo, con un perfil más político, y Pau Marí-Klose, más académico- les hace albergar esperanzas de que la política de infancia devenga en política de Estado: “No se podrá con estos PGE, pero es importante que se vaya abriendo ya un diálogo amplio en esta materia”.

Como Unicef, otras organizaciones de infancia proponen una prestación por hijo a cargo de 1.200 euros al año, frente a los 291 euros de ahora, y cambiar los umbrales para acceder a ella, de forma que llegue a las familias de los 2,1 millones de niños en riesgo de pobreza en España. Es el caso de Save the Children, que reclama continuidad en los planes de choque para la lucha contra la pobreza infantil para que de verdad tengan impacto, y hace constar la aspiración a un 2,4% del presupuesto para políticas de familia e infancia, en línea con la media europea: “La pobreza infantil solo puede combatirse con inversión y los niños han sido los más olvidados en los PGE de los últimos años. Es urgente dotar los planes de lucha contra la pobreza infantil del presupuesto necesario si no queremos ver cómo los niños y niñas más vulnerables siguen heredando la pobreza de sus hogares”, señala Andrés Conde, director de Save the Children España.

También desde Educo se aplaude el programa Veca por permitir que más niños y niñas disfruten este verano de las vacaciones, pero se reconoce que “queda mucho por hacer” y se subraya la importancia de “impulsar modelos de conciliación adecuados para las familias con niños a cargo”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/07/02/que-la-pobreza-no-afecte-en-verano/

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La infancia en África entre el conflicto y la pobreza

Autor: Telesur

Los niños en África viven una infancia rodeada de adversidades que van más allá de simples trivialidades, éstos pequeños deben asumir difíciles retos desde muy temprana edad.
1. Difícil acceso a la educación y aprendizaje

Muchos de los niños en África desconocen un aula de clases. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2017, uno de cada cinco niños entre seis y 11 años no estaba escolarizado, y la situación es mucho peor para las niñas de ese continente ya que el 23% no asiste a la escuela primaria en comparación con el 19% de los varones.

2 Escasez de agua

África enfrenta una cruda escasez de agua durante todo el año, en este continente las lluvias son casi inexistentes. El periodo de sequía es uno de los más largos del planeta y los niños no escapan de esta realidad que los azota de manera indiscriminada durante todo su crecimiento.

3 Desnutrición y mala alimentación

Según el último informe realizado en conjunto por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef) en 2017, la deficiencia de peso en África por edad es de 13,9 mientras que en Nigeria el porcentaje de desnutrición alcanza el 47 por ciento de la población infantil.

4 Acceso a la salud

En la mayoría de los países del continente africano el sistema de salud es privado, aunado a la corrupción hospitalaria y a la escasez de medios humanos y técnicos, por lo que los pobladores menos privilegiados son vulnerados y marginados en este sentido. Los infantes son los más propensos a enfermarse ya que poseen un sistema inmunológico débil por la mal nutrición y la falta de vitaminas.

5 Sometimiento al trabajo forzado

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala a África como el mayor explotador laboral infantil, indica que 59 millones de infantes entre cinco y 17 años son forzados a ingresar al campo laboral, en situaciones extremas y peligrosas en muchos de los casos. Uganda, Sierra Leona, Somalia y Nigeria encabezan la exposición de menores al trabajo forzado.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/infancia-africa-conflicto-pobreza-20180615-0029.html

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