Detrás de la mentira: un arte

A quienes mienten, aquí una mirada de su arte
Detrás de mentira, está lo que decimos como argumento para escudar, justificar, apostar y en algunos casos convencer a los demás e incluso a uno mismo; constituye un antivalor, una conducta sin afectos ni sentimientos sanos que albergamos y acostumbramos a exhibir como parte de la esencia del ser.
Detrás de mentira, se puede mirar una forma de arte y representa un modo construido para desviar la atención de nuestros receptores frente a situaciones que queremos ocultar, sobre las que no que deseamos discutir, y en el mejor de los casos, aquellas ante las cuales no demostramos valentía para asumirlas y resolverlas.
Detrás de la mentira, y con ella, el arte de mentir se convierte en una conducta recurrente, desde la cual accionamos, nos desenvolvemos y admitimos realidades y sentimientos compartidos que incluso en el mismo mentir, se han llegado a negar e incluso a exagerar.
Detrás de la mentira, una conciencia en reposo, una conciencia que asume con éxito el cometido de mentir, una conciencia que hila nuevas situaciones para envolver y seguir tejiendo ideas, deseos, expresiones y sentimientos que subyacen y son reflejo de la misma intención por querer mostrar lo que no es; entre ser y no ser, quien miente alterna los roles, piensa en su conveniencia y en algunos momentos, en lo que cree es lo mejor para los demás; se llega incluso a negar la autonomía y poder de decisión de los otros, cuando colocamos frases, expresiones e ideas que no son ciertas y que constituyen el aquí está, en base a esto piensa, decide y acciona.
Detrás de la mentira, los ingenuos, incautos e ilusos necesitan de este hilo para recrear su vida, para ajustarla y complacer su ego, mucha veces edificado en mentiras, porque quizás hasta el ser en sí mismo es una mentira, y lo que decimos ser y pensar para nutrir nuestro ego es una real y completa mentira.
Detrás de la mentira, no hay texturas, colores, ni reflejos; se recrea sólo en el imaginario de quien la expresa, y poco a poco asume matices que complacen nuestra vista; será porque en ocasiones queremos ser engañados y para ello, la mentira es el elixir necesario para sentir y pensar lo que creemos nos pertenece, lo que no nos sucede, lo que son sueños, anhelos, sentimientos que no llegan ni son parte de nuestra vida; porque quizás no los hemos vivido, en la convivencia y en la experiencia del ser lo que somos y como somos.
Detrás de la mentira, está eso, la mentira, como un modo de vivir, una costumbre que pasa a ser esencia del ser, y desde la cual su existencia se mira sin sentido, pues no la concibe sin el arte de mentir.
Dr. Roberth Morea
Docente-Investigador Unerg
Venezuela
Año: 2023
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Las siete mentiras que las empresas usan para blanquear su impacto en la emergencia climática

Fuente: Publico

Un informe reciente ahonda en la problemática de la falsa publicidad ecológica planteada por grandes multinacionales.

La lucha contra la emergencia climática compete a todas las partes de la sociedad. Con 2050 como fecha límite para alcanzar la descarbonización de la economía, los Gobiernos trabajan para conseguir reconvertir un sistema petrodependiente y sustentado en la extracción intensiva de recursos naturales cada vez más escasos. Las advertencias de la ciencia para disminuir el número de emisiones de CO2 y frenar el calentamiento del planeta, así como la cada vez mayor conciencia ecológica de la sociedad han puesto en la picota a parte del sector empresarial, que ve como su modelo productivo ha quedado en entredicho por sus impactos ambientales.

Desde compañías energéticas, hasta marcas de alimentación, pasando por equipos de fútbol. La realidad muestra que muchas de estas empresas empiezan a movilizar recursos para cambiar su imagen, algo que podría ser celebrado si no fuera porque muchas de las estrategias emprendidas se quedan en la superficie y no terminan de transformar la base productiva que contribuye a la crisis climática. Así lo evidencia un reciente informe de Greenpeace sobre el denominado greenwashing o lavado verde que muchas de las grandes multinacionales llevan a cabo. La publicación muestra la dificultad que conlleva para los consumidores conocer si realmente una empresa tiene un compromiso con la emergencia climática o no. Estos son los siete grandes pilares sobre los que se sustenta la propaganda verde de las grandes corporaciones:

Compromisos que no son vinculantes

Algunas de las multinacionales que más han contribuido a la emergencia climática se presentan ahora como líderes del cambio que la ciencia y los movimientos sociales llevan reclamando más de 30 años. Lo hacen en ventanas internacionales como las Cumbres del Clima, donde anuncian adhesiones a tratados y convenios internacionales en los que se comprometen a reducir su dependencia de los combustibles fósiles o a disminuir el uso de plásticos, entre otras cosas. Sin embargo, los «acuerdos voluntarios como el Pacto Mundial o los Principios para la Inversión Responsable (PRI) tienen serios problemas de credibilidad debido a las escasas garantías existentes sobre su aplicación», expone el informe del grupo ecologista.

Un ejemplo claro es el acuerdo firmado en la antesala de la Cumbre del Clima de 2019, cuando 87 grandes empresas y entidades bancarias se comprometían a vincular sus actividades económicas con el Acuerdo de París. Desde Nestlé, hasta Danone, pasando por algunos de los principales bancos españoles como BBVA o el Grupo Santander. Más allá de las buenas intenciones que pudieran tener los directivos, la rúbrica de este convenio no tenía ningún tipo de vinculación legal ni obligaba a los firmantes a su cumplimiento.

Desde Greenpeace señalan estas prácticas como el pilar central de la propaganda verde utilizada por las grandes empresas y, citando a la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA), recuerdan que «la información ambiental por parte de los emisores o gabinetes de comunicación tiene que huir de lo comercial y buscar noticias que aporten valor a la sociedad».

Productos ‘bio’ y ‘eco’ de la otra punta del mundo

En informe de Greenpeace lanza una advertencia directa: las etiquetas mienten. Los supermercados están plagados de artículos con envases catalogados como bio o eco que, lejos de ser sostenibles, llevan consigo una mochila cargada de emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque lo más popular es el caso de la alimentación, con fruta ecológica que han tenido que ser transportada desde el otro lado del Atlántico y llevando consigo una importante huella de carbono, existen otras formas más desconocidas de falso etiquetado ecológico.

Uno de ellos es el de los biocombustibles. «Llamar biodiésel a la mezcla entre diésel convencional y aceite de palma ha sido muy perjudicial para la lucha
contra el cambio climático a nivel global, pero también para la biodiversidad de los países productores, especialmente Indonesia. Si se tienen en cuenta todas las emisiones a lo largo de su ciclo de vida, la quema de biodiésel fabricado a
partir de aceite de palma emite tres veces más gases de efecto invernadero que el diésel convencional», exponen desde la organización ecologista, en referencia a la deforestación asociada a los cultivos intensivos de palma.

Incluso en el mundo del fútbol se pueden observar campañas engañosas de este tipo. Durante la víspera de la Cumbre del Clima de Madrid de 2019, el Real Madrid anunció que jugaría su partido de liga vestido de verde para mostrar su compromiso con el cambio climático. Se trató de un gesto tan simbólico como poco efectivo, ya que el club siguió –y sigue– desplazándose en avión todos los fines de semana, a pesar de que algunos de sus contrincantes se ubican en zonas a las que podrían acudir en tren o en ave, un transporte mucho menos contaminante.

Las finanzas verdes

La denominada transición ecológica o Green New Deal pasa, según el Acuerdo de París y el Pacto Verde Europeo, por el incentivo de las finanzas verdes. Este objetivo a veces se tergiversa desde algunos sectores económicos, que destinan pequeñas sumas de dinero a energías renovables o a infraestructuras verdes mientras siguen apostando a gran escala por la economía fósil del petróleo, el carbón o el gas. Greenpeace pone como el ejemplo los Principios de Banca Responsable firmados por cerca de 130 bancos internacionales, que se comprometían a poner sus actividades financieras en consonancia con la lucha climática y los Derechos Humanos. Pese a ello, muchas de estas entidades, según Bankrolling Extinction, han continuado invirtiendo en actividades que contribuyen al calentamiento del planeta con una inversión de 2,9 billones de dólares en el último año destinadas a deforestación, minería, petróleo o ganadería intensiva.

Reforestar para compensar la contaminación

La retórica de reforestar y generar masas boscosas que actúen como sumideros de carbono ha generado grandes expectativas y las grandes compañías lo saben. Muchas veces, ese papel regulador que se le otorga al sector de la silvicultura viene potenciado desde las propias instituciones públicas, en tanto que la Unión Europea se ha puesto como objetivo plantar 3.000 millones de árboles de cara a 2030.

Empresas con inversiones en combustibles fósiles como BBVA, Santander, compañías de alimentación que contribuyen a las emisiones asociadas a la ganadería intensiva como Campofrío, o el propio lobby del plástico, Ecoembes, han anunciado planes de reforestación, tal y como destaca la investigación de Greenpeace. Si bien es cierto que se trata de una iniciativa importante, la organización ecologista denuncia que, tanto la UE como las empresas, apuestan por un modelo de plantación que no tiene demasiada validez para mitigar la emergencia climática, ya que se tiende a optar por monocultivos en lugar de fomentar la reconstrucción natural de los ecosistemas. «No es lo mismo sembrar árboles que restaurar bosques», sostiene la organización, que denuncia que el destino final de estas iniciativa sea satisfacer el aumento de la demanda de pasta de papel para cartón y embalajes que ha traído consigo la era de las compras digitales.

Captura y almacenaje de CO2, ¿existe?

El tecno-optimismo es una de las tendencias más comunes en la lucha contra la crisis climática. Esto no es otra cosa que creer que obras de ingeniera podrán revertir la situación de emergencia en la que se ha adentrado la humanidad. Los métodos de Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS, por sus siglas en inglés) son los más conocidos. Se trata de una tecnología poco desarrollada que tiene el propósito de recoger las emisiones de CO2 y guardarlas en depósitos subterráneos.

Algunas empresas están apostando por ello para demostrar su compromiso verde al mundo. Pese a todo, Greenpeace explica en su informe que se trata de un método poco efectivo ya que tan sólo hay 19 plantas de CCS en funcionamiento y entre todas han conseguido extraer únicamente 5 millones de toneladas de CO2. Según las Naciones Unidas (ONU), para que esta metodología tuviera algún efecto positivo se tendría que conseguir capturar un mínimo de 100 gigatoneladas de CO2. Se necesitarían, según el organismo internacional, 4.750 plantas para alcanzar un impacto positivo en la concentración de partículas atmosféricas. «Esta tecnología no puede ser considerada una solución que evite un cambio climático peligroso a corto y medio plazo», denuncia la organización verde.

Datos de emisiones trucados

Otra de las realidades comunes es la falta de datos coherentes sobre los índices de contaminación y emisiones de CO2 que las grandes compañías aportan. Tanto es así, que un estudio de la revista científica Science advertía en septiembre de 2020 que muchas de las las empresas tienden a no contabilizar las emisiones asociadas a la cadena de suministro, las cuales representan una media de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero globales.

De esta forma, muchas entidades financieras no revelan de manera pública el cómputo general de sus actividades económicas. Por poner algún ejemplo, determinados bancos pueden dar préstamos a empresas y no contabilizar el impacto que tienen esas inversiones en el medio ambiente. Lo mismo podría ocurrir con compañías de seguros que aseguran actividades como la extracción minera de carbón o la explotación de un yacimiento de petróleo.

¿Una producción 100% renovable?

«Producimos con energía 100% renovable»; «ilumina tu casa con electricidad sostenible»; «caliente su hogar de una forma eficiente y limpia». Muchas de estas afirmaciones están a la orden del día, se escuchan y se ven en banners de Internet, anuncios de televisión y radio o marquesinas publicitarias. Sin embargo, la energía puramente verde no es nada fácil de encontrar en España. Tanto es así que, en 2019, sólo el 39% de la electricidad generada en el Estado era de origen renovable.

Pese a ser un dato positivo, esta energía limpia que circula por las redes de transporte se distribuye mezclada con la de origen fósil. Es decir, es imposible que el mercado mayorista sirva energía 100% renovable. Sólo productores de renovables que ofrecen contratación bilateral, normalmente cooperativas como Som Energia, ofrecen un producto que se acerca a esa idea de Green New Deal.

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/greenwashing-siete-mentiras-empresas-blanquear-impacto-emergencia-climatica.html

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Las incesantes fábricas de odio, miedo y mentiras

Por:  Boaventura de Sousa Santos

Cuando el respetado alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, renunció al cargo en 2018, la opinión pública mundial fue manipulada para no prestar atención al hecho y mucho menos evaluar su verdadero significado.

Su nombramiento para el cargo en 2014 fue un hito en las relaciones internacionales. Era el primer asiático, árabe y musulmán que ocupaba el cargo y lo desempeñó de manera brillante hasta el momento en que decidió dar un portazo por no querer ceder a las presiones que desfiguraban su cargo, desviándolo de su misión de defender a las víctimas de violaciones de derechos humanos para volverlo cómplice de violaciones perpetradas por estados con peso en el sistema mundial. En su discurso y entrevistas de despedida se mostraba indignado con el modo en que los derechos humanos se venían transformando en parias de las relaciones internacionales, obstaculizados por las estrategias autoritarias y unilaterales de dominio geoestratégico. Reconocía que el ejercicio de su cargo le obligaba a oponerse a la mayoría de los países que habían aprobado su nombramiento bajo pena de traicionar su misión. También llamaba la atención sobre el hecho de que el perfil de la ONU reflejaba fielmente el tipo dominante de relaciones internacionales y que, por ello, tanto podía ser una organización brillante como una patética, dando a entender que este último perfil era el que empezaba a regir. Era un grito de alerta sobre los peligros que el mundo corría con el avance de populismos nacionalistas de derecha y de extrema derecha que hace mucho venía señalando. Al denunciar la creciente vulnerabilidad de una buena parte de la población mundial sujeta a graves violaciones de los derechos humanos, él mismo se volvió vulnerable y tuvo que abandonar el cargo. El grito de alerta cayó en el silencio de la diplomacia, de los alineamientos y de las conveniencias típicas del internacionalismo patético que había denunciado.

Todo esto ocurrió en el año en que se celebraban los 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el que muchos, incluido yo mismo, defendían la necesidad de una nueva declaración, más sólida y más verdaderamente universal. Esta necesidad se mantiene, pero en este momento lo más importante es identificar las fuerzas y los procesos que están bloqueando la declaración actual y la convierten en un documento tan desechable como las poblaciones vulnerables sometidas a violaciones de los derechos humanos que la declaración pretendía defender.

Cabe recordar que esta declaración pretendía mostrar la superioridad moral del capitalismo frente al comunismo. El capitalismo prometía, al igual que el comunismo, el creciente bienestar de poblaciones cada vez mayores, pero lo hacía con respeto a los principios de la Revolución francesa: igualdad, libertad y fraternidad. Era el único sistema compatible con la democracia y los derechos humanos.

Sin embargo, la ola conservadora y reaccionaria que asola al mundo es totalmente opuesta a la filosofía que presidió la elaboración de la declaración y constituye una seria amenaza para la democracia. Se basa en la exigencia de una doble disciplina autoritaria y radical, que no se puede imponer por procesos democráticos dignos del nombre. Se trata de la disciplina económica y de la disciplina ideológica. La disciplina económica consiste en la imposición de un capitalismo autorregulado, movido exclusivamente por su lógica de incesante acumulación y concentración de la riqueza, libre de restricciones políticas o éticas; en síntesis, el capitalismo que suele designarse como capitalismo salvaje. La disciplina ideológica consiste en la inculcación de una percepción o mentalidad colectiva dominada por la existencia de peligros inminentes e imprevisibles que alcanzan a todos por igual y particularmente a los colectivos más cercanos, ya sean la familia, la comunidad o la nación. Tales peligros crean un miedo inquebrantable del extraño y el futuro, una inseguridad total ante un desconocido avasallador. En tales condiciones, no resta más seguridad que la de regresar al pasado glorioso, el refugio en la abundancia de lo que supuestamente fuimos y tuvimos.

Ambas disciplinas son tan autoritarias que configuran dos guerras no declaradas contra la gran mayoría de la población mundial, las clases populares miserabilizadas y las clases medias empobrecidas. Esta doble guerra exige un vastísimo complejo ideológico-mental propagado por todo el mundo, incluyendo nuestros barrios, nuestras casas y nuestra intimidad. Son tres las fábricas principales de este complejo: la fábrica del odio, la fábrica del miedo y la fábrica de la mentira.

En la fábrica del odio se produce la necesidad de crear enemigos y de producir las armas que los eliminen eficazmente. Los enemigos no son aquellos poderes que el pensamiento crítico izquierdista satanizó: el capitalismo, el colonialismo y el heteropatriarcado; los verdaderos enemigos son aquellos que hasta ahora se disfrazaron de amigos, todos aquellos que inventaron la idea de opresión y movilizaron a los ingenuos (por desgracia, una buena parte de la población mundial) para la lucha contra esa opresión. Se disfrazaron de demócratas, de defensores de los derechos humanos, del Estado de derecho, de acceso al derecho, de diversidad cultural, de igualdad racial y sexual. Por eso son tan peligrosos. El odio implica el rechazo a discutir con los enemigos. A los enemigos se los elimina.

En la fábrica del miedo se produce la inseguridad y los artefactos ideológico-mentales que producen seguridad, la cual, para ser infalible, necesita vigilancia permanente y constante renovación de las tecnologías de la seguridad. El objetivo de la fábrica del miedo es erradicar la esperanza. Busca convertir el actual estado de cosas en el único posible y legítimo, contra el cual sólo por locura o utopía disparatada se puede luchar. No se trata de validar todo lo que existe; se trata de limpiar, de lo que existe, todo lo que impidió la perpetuación del pasado glorioso.

Por su parte, en la fábrica de la mentira se producen los hechos y las ideas alternativas a todo lo que pasó por verdad o búsqueda de verdad, como las ideas de igualdad, de libertad negativa (libertad de coerciones) y positiva (libertad para realizar objetivos propios, no impuestos ni teledirigidos), de Estado social de derecho, de violencia como negación de la democracia, de diálogo y reconocimiento del otro como alternativa a la guerra, de los bienes comunes como el agua, la educación, la salud, el medioambiente saludable. Esta fábrica es la más estratégica de todas, porque es aquella en la cual los artefactos ideológico-mentales tienen que empaquetarse y disfrazarse de no ideológicos. Su mayor eficacia reside en no decir la verdad respecto de sí misma.

La proliferación de estas tres fábricas es el motor de la ola reaccionaria que vivimos. La proliferación tiene que ser la mayor posible para que nosotros mismos nos volvamos emprendedores del odio, el miedo y la mentira; para que deje de haber diferencia entre producción, distribución y consumo en la propagación de esta vasta disciplina ideológica. Los medios de comunicación hegemónicos, la “comentariología”, las redes sociales y sus algoritmos y las iglesias seguidoras de la teología de la prosperidad son poderosas líneas de montaje. Pero esto no significa que las piezas que circulan en las líneas de montaje se produzcan de manera anárquica en todo el mundo. Hay centros de innovación y renovación tecnológica para la producción masiva de artefactos ideológico-mentales cada vez más sofisticados. Esos centros son los silicon valleys del odio, el miedo y la mentira. Las tecnologías se desarrollaron originalmente para servir a dos grandes clientes: los militares y sus guerras, y el consumo de masas, pero hoy los clientes son mucho más diversificados e incluyen la manipulación sicológica, la opinión pública, el marketing político, el disciplinamiento moral y religioso. La sofisticación tecnológica está orientada a colapsar la distancia con la proximidad (tuits y sound bites), la institucionalidad con lo subliminal (mediante la producción en masa de máxima personalización), la verdad con la mentira o la media verdad (hipersimplificaciones, banalización del horror, transmisión selectiva de conflictos sociales).

En un momento en que se dice que estamos en vísperas de una nueva revolución tecnológica dominada por la inteligencia artificial, la automatización y la robótica, queda la idea de que las incesantes fábricas de odio, miedo y mentira están queriendo orientar la revolución tecnológica en el sentido de la mayor concentración posible de poder económico, social, político y cultural y, por tanto, en el sentido de crear una sociedad de tal manera injusta que la justicia se transforme en una monstruosidad repugnante. Es como si antes de la llegada masiva de la inteligencia artificial, la inteligencia natural se fuese artificializando y automatizando para coincidir y confundirse con ella.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2019/2/las-incesantes-fabricas-de-odio-miedo-y-mentiras/

 

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‘El silencio de otros’ y otros documentales para remover conciencias

Redacción: Fotograma

Seleccionamos una veintena de documentales impactantes y necesarios, de esos que ayudan a comprender el mundo que nos rodea y también a mirar de forma crítica nuestra Historia para no olvidarla. Ni repetirla.

No hay arma cinematográfica más certera que el documental. Ya sea desde los bustos parlantes, la animación o la primera persona, este género abarca grandes reflexiones sobre los temas más candentes de nuestra actualidad, de una forma crítica que nos ayuda a entender mejor el mundo que nos rodea. Traspasan las barreras del marketing para mostrarnos realidades ocultas, fruto de investigaciones periodísticas o los testimonios inagotables de los afectados. Es, además, una herramienta irrenunciable para mirar al pasado, a nuestra Historia, y no olvidarla. No vaya a ser que la repitamos.

Con motivo del estreno de ‘El silencio de otros’, uno de los documentales más importantes de la temporada, seleccionamos una veintena de títulos que van a remover alguna que otra conciencia. Si hay suerte.

 1. EL SILENCIO DE OTROS (2018)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: las víctimas del franquismo.

Como escribía Carlos Loureda en su crítica para FOTOGRAMAS, este es el documental más importante de los últimos 80 años. Y lo es: Almudena Carracedo y Robert Bahar cuestionan la Transición y su Pacto del Olvido, por el que los crímenes del dictador Francisco Franco y sus seguidores fueron escondidos, y sus víctimas abandonadas en las cunetas. Ahora, tantos años después, un grupo de familiares busca una justicia que el estado español no parece dispuesto a darles.

2. CITIZENFOUR (2014)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: los secretos del poder y el espionaje masivo.

Ganador del Oscar a Mejor Documental, este filme de Laura Poitras recoge uno de los momentos más alucinantes de la última década: cuando Edward Snowden dejó su trabajo en la CIA y se refugió en Hong Kong para contar al mundo los secretos que había descubierto y violaban los derechos fundamentales a nivel mundial.

3. CIUTAT MORTA (2014)

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De qué va: los abusos de poder y las mentiras que los encubren.

Representantes del cine más militante del momento, Xapo Ortega y Xavier Artigas se dieron a conocer con este documental, que investiga los motivos del suicidio de Patricia Heras para acabar retratando la otra cara de Barcelona. Una que tiene muchos secretos bajo la alfombra y muchos crímenes por los que rendir cuentas.

mejores documentales para reflexionar

De qué va: el racismo en Estados Unidos.

La cineasta Ava DuVernay se pasa al documental para componer una minuciosa investigación sobre las relaciones entre la comunidad afroamericana, las cifras de encarcelamientos y el racismo institucional del país. La criminalización del colectivo se acaba revelando como un auténtico cáncer, y las reflexiones que desprende el filme son tan contundentes como necesarias.

5. AN OPEN SECRET (2014)

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De qué va: la pederastia en Hollywood.

Ahora que se habla tanto de los abusos sexuales, de Harvey Weinstein y el #MeToo, toca volver a este documental de 2014 dirigido por Amy Berg y que pasó bastante desapercibido. En él se abordan los casos más flagrantes de abusos de menores en la industria norteamericana, con nombres y apellidos. Algunos te dejarán de piedra.

6. FOOD INC (2008)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: la industria alimentaria.

Este documental de Robert Kenner te va a hacer replantearte tu dieta. Su retrato de la industria alimentaria es impactante, implacable y profundamente crítico. Como con tantos otros temas, seguimos haciendo la vista gorda como sociedad a los procesos que se esconden tras la comida que compramos plastificada en el supermercado. Quizás verlo nos haga cambiar de idea.

mejores documentales para reflexionar

De qué va: trabajo sexual y pornografía.

Hablando de temas a los que la sociedad da la espalda… Jill Bauer y Ronna Gradus se sumergen en el mundo del negocio del sexo, donde encuentran grandes cantidades de precariedad laboral, falta de derechos y maltrato a las mujeres. Netflix amplió los temas con la serie ‘Hot Girls Wanted: Turned On’ de Rashida Jones, pero sólo con esta hora y media basta para convencernos de que hay un problema. Inside Job

8. INSIDE JOB (2010)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: la crisis económica de 2008, y los intereses que hubo detrás.

Un clásico moderno que todavía no ha caducado. De hecho, sigue siendo la historia interminable y sin escrúpulos de nuestro capitalismo contemporáneo. Como se dice varias veces en este documental de Charles Ferguson, la crisis económica de hace una década no fue un accidente. Tuvo responsables y tantos otros que podrían haberla evitado. Tras ella, los pobres son más pobres y los ricos más ricos (y más despiadados). Una película absolutamente necesaria.

9. LAGO DE FUEGO (2006)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: el aborto.

Tras dirigir aquella aclamada ‘American History X’, el cineasta Tony Kaye se sumerge en el género documental para hablar de un tema candente: el aborto. Kaye realiza una investigación a través de multitud de entrevistas, poniéndose intermitentemente a un lado y otro del debate.

10. LO AND BEHOLD (2016)

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De qué va: las nuevas tecnologías e Internet.

Como documentalista, Werner Herzog siempre ha sabido explorar sus temas más allá de lo evidente y llegar a las reflexiones más humanas. Con esta deslumbrante película, el alemán entrevista a importantes pioneros de la era digital para mostrar cómo ha cambiado la vida, cómo se presenta el futuro y, sobre todo, cómo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos en la era de Internet. La imagen de los monjes absortos en sus ‘smartphones’ no tiene precio.

11. OF FATHERS AND SONS (2017)

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De qué va: los niños del ISIS.

Premio del Jurado en el Festival de Sundance y nominado a Mejor Documental en los próximos Premios del Cine Europeo, este filme de Talal Derki es un documento único y de primera mano de cómo ISIS prepara a la juventud siria para ser sus próximos soldados. Derki vivió durante dos años con una familia, observando con su cámara a los niños, y el resultado es escalofriante.

12. SHE’S BEAUTIFUL WHEN SHE’S ANGRY (2014)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: la lucha feminista.

En un momento en el que el feminismo está de nuevo en boca de todos, es más importante que nunca recordar lo que este movimiento ha conseguido a lo largo de su historia, especialmente en la década de los 60, cuando se negaron a ser unas segundonas en la historia. Cuando dijeron que «lo personal es político» y cambiaron el mundo. La cineasta Mary Dore nos lleva a un momento del que deberíamos tomar nota.

13. SHOAH (1985)

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De qué va: el Holocausto.

Nunca es tarde para volver a Claude Lanzmann y el que es uno de los mejores documentales de la historia del cine. Lo es no sólo por sus nueve horas de entrevistas, testimonios y visitas a los lugares donde sucedió todo, sino sobre todo porque nos enseña lo necesario que es revisionar la historia, tenerla presente y entenderla para que no caiga en el olvido. Para que no se repita. Ya sabéis: quien no conoce la historia está condenado a repetirla.

14. THE ACT OF KILLING (2012)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: el impune genocidio en la Indonesia de los 60.

Fue toda una sensación cuando se estrenó: ganó el BAFTA, el galardón de los Premios del Cine Europeo y llegó a estar nominado a los Oscars, aunque no lo ganó. El furor que causó, y que llevó a Joshua Oppenheimer a hacer una segunda parte (‘La mirada del silencio’), está justificado: en su retrato de unos exmercenarios que recrean sus crímenes sin ninguna clase de remordimiento, el cineasta estaba lanzando un poderoso mensaje social: la impunidad es un fracaso de la historia.

15. LA CORPORACIÓN (2004)

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De qué va: el reinado de las multinacionales.

Mark Achbar, Jennifer Abbott y Joel Bakan retratan en este documental cómo se formaron algunas de las mayores y más poderosas corporaciones de nuestro planeta, con menciones directas a marcas como Nike o Coca-Cola. Con presentadores de excepción para las reflexiones que suscita, desde Noam Chomsky hasta Michael Moore, este documental es otra muestra más de todo lo que esconde el capitalismo moderno y que todo su marketing no nos deja ver.

16. VALS CON BASHIR (2008)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: el horror de la guerra entre Israel y El Líbano.

Con una animación que quita el hipo, Ari Folman nos contó los horrores de esta guerra de principios de los 80 para exorcizar fantasmas de una historia que debe ser observada con mayor crítica. Demuestra, además, que hay muchas maneras de contar historias y que el documental es un género apasionante y diverso.

17. CONFESIONES DE UN BANQUERO (2013)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: el poder de los banqueros.

En nuestra sociedad hay pocos colectivos tan poderosos como el de los banqueros. En este documental de Marc Bauder, uno de ellos se abre en canal para contarnos sus motivaciones personales y profesionales, y cómo funciona ese oscuro mundo paralelo donde, parece ser, viven unos señores trajeados con los bolsillos rebosantes de dinero.

18. THE MASK YOU LIVE IN (2015)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: la nueva masculinidad.

El patriarcado no es sólo en el enemigo de las mujeres, también de los hombres. Tradicionalmente, se les ha enseñado a ser fuertes, a no llorar, a no mostrarse débiles ante los demás, a tragarse sus emociones y seguir el camino de los que les precedieron. Pero todo eso, como dice el título de este documental de Jennifer Siebel Newsom, es una máscara. Una que hay que quitar cuanto antes. Este filme aporta su granito de arena para hacerlo.

19. EL CHOQUE DE DOS MUNDOS (2016)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: la lucha entre la explotación y la conservación.

Como bien dice el título, dos mundos chocan violentamente en este documental de Heidi Brandenburg y Mathew Orzel: el de un gobernante que quiere destrozar la naturaleza para obtener beneficios con los materiales que allí se encuentran y los habitantes de esas tierras que no están dispuestos a dejar que destroce sus vidas. Una lucha de colosos que simboliza la gran batalla que el planeta lleva años librando, entre la explotación económica y la conservación de nuestros paisajes.

20. PEPE, UNA VIDA SUPREMA (2018)

mejores documentales para reflexionar

De qué va: Pepe Mujica. Y ya.

El cineasta Emir Kusturica elabora un retrato de un hombre inspirador al que deberíamos escuchar cada semana. El modelo de país que aplicó en Uruguay se ha demostrado un éxito y persigue unos ideales que nada tienen que ver con el capitalismo moderno. Y es que Mujica siempre le gustó imaginar que el mundo podía ser un lugar mejor.

Fuente: https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g25223433/mejores-documentales-para-reflexionar/

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Las mentiras y sus feligresías

Autor: Fernando Buen Abad Domínguez

Nuestra historia está dominada por lo falso” (U. Eco)

Tapizada como está nuestra Historia con mentiras de todo tipo, vivimos una fase del engaño que mutó también mediáticamente hacia lo que parece un nuevo “callejón -ideológico- sin salida”. Sin dejar de ser un gran negocio. Una nueva-vieja mercancía de la propaganda dominante disfrazada de “filosofía” para incautos, nos ha convertido en consumidores voraces de falsedades para enseñarnos a admirar nuestro despojo y explotación como obra “maestra” de un sistema cuyo sentido no se limita a producir pobres sino, también, seres engañados y dóciles.

Le llaman “pos-verdad” a la “plus-mentira” y a la lógica de un sistema de mentiras, actualizado, bajo reglas que el “consumidor” desconoce -relativamente- pero que acepta bajo las fórmulas largamente ensayadas con los parámetros del modo de “comunicación” predominante. Se trata de “la edad de las mentiras” de “gran calidad” y con no pocas pautas para que cierto pensamiento (y gusto) afiancen simpatías, coincidencias y placeres derivados de las falacias. La estética de lo falso.

Es el camino que encontró la ideología de la clase dominante para darse sobrevida. Ya no saben qué inventar. Han manoseado todos los recursos “filosóficos” que prohijaron y hoy no tienen cosa significativa que proponer porque queda en claro que no tienen futuro. Entonces mienten con todo. La ideología de la clase dominante tiene efectos nocivos, desde sus torres de marfil mass media, aliadas con no pocas mafias “académicas”, para idear falacias que son “consumidas” por personas que, con no poca frecuencia, lo gozan. Muchas creen que es indispensable sustituir la verdad con mil mentiras.

Durante mucho tiempo la ideología burguesa ha ensayado modelos de falacias muy diversos, incluso con gran “realismo”. Han inventado su “verdad” absoluta -y su fatalidad- para que aceptemos como única realidad los intereses usureros del capitalismo. Ese “realismo” burgués ha potenciado el arte de mentir, no sólo en “agencias periodísticas” y “medios de comunicación” cómplices”, sino incluso en documentales y campañas políticas, de “gran realismo”. Han sido líderes en el arte de la mentira vestida de “realidad”. Con ese “gran realismo” afirmaron la existencia de las “armas de destrucción masiva”, crearon “realidades” falaces y nos acostumbraron a aceptar, con mansedumbre, la palabrería de las campañas políticas como una forma necesaria del engaño. El “realismo” de las mentiras y su propagación impune no es más que otra modalidad narrativa inventada, exprofeso, para evangelizar audiencias bajo la tesis resignada de que “así es el mundo”, “así son las cosas”, es crudo y nada cambiará… y hay que hacerse cínicos porque eso queda “nice”. Está de moda.

En su modalidad más descarnada dicen que harán lo que jamás veremos y juran no hacer todo lo que, después, hacen para ahogarnos. Juran terminar con la “inflación”, juran “no endeudar a los pueblos”, prometen “pobreza cero”… en el colmo de las falacias de “campaña” enfatizan su “odio a la corrupción” para esconder sus complicidades con los paraísos fiscales y con las mafias financiaras. Se yerguen como adalides de la “renovación” para articular las más rancias formas del saqueo y la explotación, mientras culpan a otros de las canalladas que ellos mismos tienen preparadas para su “gestión”. Así ganan elecciones, feligresías y defensores. Lo falso promovido como real.

Ese realismo con que se desgarran las vestiduras para mentir, presenta al mundo como un casos sobre el cual la única solución son ellos con sus mentiras, casi siempre estrambóticas, y se las impone, cronométricamente, como la verdad publicitaria suprema que se financia en su mundo con “rating”. Esa lógica del engaño ideada por los laboratorios de propaganda política para resolver la trama del capitalismo, y sus crisis, viene en capítulos de falacias. Y eso embelesa a muchos por comodidad individualista. Mentir pasó a ser un gran negocio y dejarse engañar un evento que no exige esfuerzo. Algunos creen ver en “las falacias oligarcas” la escuela sacrosanta del “pragmatismo” para darle estatus a lo que es un fraude premeditado por los farsantes que juegan al póker con todas las cartas a su favor. Nadie se engañe, no es la realidad, es una ficción, a veces muy forzada, barnizada con realismo narrativo. Y tiene adeptos voluntaristas entre sus víctimas.

Y todo eso sirve, además, para esconder la realidad de un mundo donde la industria imperialista más importante es la fabricación de armas; para esconder las conductas delincuenciales de no pocos negocios ilegales (cuarteles de guerra psicológica); el tráfico de drogas, armas y personas. Una realidad a la que la inmensa mayoría de los seres humanos está sometida por una minoría pavorosamente armada y experta en engañar. Una realidad en la que, por otra parte, crece el malestar, avanzan las revoluciones y hay hambre de ideas para derrotar al capitalismo. Se moderniza un arsenal con los dispositivos tecnológicos y psicológicos más avanzados en la ruta de reprimirnos ideológicamente con la historia de que “todo es mentira”, de que hay que resignarse y de que hay que disfrutarlo.

Un equipo de guionistas disfrazados de “periodistas”, escribe para que el arte de la mentira parezca una etapa liberadora e inevitable. Mentir a toda hora para que ya no importe lo “real”, incluso en el círculo de los “intelectuales” burgueses amaestrados por los monopolios de la “opinión pública”; incluso en los terrenos académicos. La lógica de las mentiras-mercancía despliega su propio lenguaje, en apariencia “serio”, y se hace pasar por aceptable, incluso, para sus víctimas. La filosofía de “las falacias de mercado” recurre a cuanto simbolismo encuentra, incluso hecho exprofeso, para que todos se traguen las mentiras y todos las acepten a-críticamente. Pero, a la hora de cobrar, a la hora de las ganancias, la “verdad suprema” siempre es el capitalismo. La parte más dura y dolorosa está en las “feligresías” de la mentira atrapadas en una emboscada descomunal y donde (contra su voluntad) aportan su cuota de complicidad para completar la tarea mass media responsable de desfigurarlo todo con la fuerza significativa de los intereses burgueses decididos a cambiar el orden existente de la realidad. Y para eso, echan mano de las armas de la guerra ideológica y de las patologías esquizofrénicas más democratizadas. Hasta que la mentira estructural sea más verdad que la realidad objetiva, que el despojo a la clase trabajadora y que la lucha de clases. Contra ese infierno ideológico, decía Lenin, “La verdad es siempre revolucionaria”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243118

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