El Derecho a desaprender

 Juan Carlos Miranda Arroyo

En un artículo de publicado en 2007, Medina, Clèries y Nolla (1), afirman que el “desaprendizaje como método reflexivo de cuestionamiento crítico de la realidad, ayuda a examinar las estructuras teóricas que cada sujeto ha asimilado, frecuentemente de manera acrítica, durante su trayectoria formativa y profesional. Este examen crítico de las formas habituales de pensar y actuar en el mundo no pretende erigirse como guía del proceso de transición hacia formas de conciencia más verdaderas y fundamentadas. Lo que se busca, por el contrario, es realizar un ejercicio constante de interrogación de lo evidente y de aceptar los límites del pensamiento y las incertidumbres del presente.”

Considero oportuno indagar sobre este concepto del “desaprendizaje” (aun cuando se aplica en profesionales de la salud), porque introduce también un debate relevante en el campo de la educación: ¿Cómo hemos aprendido a lo largo de la vida profesional? En particular, dicho concepto contribuye a la necesaria discusión sobre los contenidos de la formación continua de docentes, directivos escolares y asesores técnicos de la escuela pública (sobre todo Básica y Media Superior): ¿Cómo y por qué hemos sido formados profesionalmente así y no de otra manera? ¿Hemos practicado sistemáticamente la autocrítica y la reflexión profunda sobre nuestros pasos por las escuelas formadoras de profesionales de la educación, y cómo se extiende ello hacia nuestras prácticas profesionales actuales?

En el terreno de las políticas públicas en este ámbito, es decir, en la formación continua de las figuras educativas en servicio, conviene retomar estos cuestionamientos, porque es frecuente que los contenidos y métodos de la formación continua se centren en la actualización lineal o acrítica, sin entrar a las profundidades de la práctica cotidiana (sus contradicciones), ni en el interrogatorio a fondo sobre el porqué de esos métodos y contenidos formativos.

“El desaprendizaje –dicen Medina, Clèries y Nolla- es una extrapolación a los campos profesionales de la noción de “deconstrucción” del filósofo francés Jacques Derrida, pensador postmoderno que ha suscitado las más grandes adhesiones y las más virulentas críticas, y se puede entender como un proceso (auto) formativo, individual y/o colectivo de búsqueda de nuevos significados y de sentidos innovadores. El desaprendizaje o deconstrucción es un proceso de inversión de los horizontes de significado que cada sujeto ha sedimentado, en ocasiones, de forma acrítica durante su trayectoria formativa y profesional. Implica examinar críticamente el marco conceptual que estructura la percepción de la realidad y el modo de interpretar el mundo. Desaprender es ejercitar la sospecha sobre aquello que se muestra cómo “aparentemente lógico”, “verdadero y coherente”. Es suspender la evidencia de los modos habituales de pensar y describir las prácticas profesionales.”

Ubicándonos en el terreno de los caminos alternativos a seguir, es decir, acerca de cómo se puede llevar a cabo uno o varios procesos de “desaprendizaje” en la formación de profesionales de la educación (docentes, directivos escolares y demás figuras educativas), Medina, Clèries y Nolla proponen visualizar al “desaprendizaje” como método (2).

“Uno de los aspectos más relevantes del desaprendizaje es que permite, partiendo de las propias experiencias, evocar el camino que ha conformado las construcciones personales e identificar las lagunas, los vacíos y las contradicciones de los marcos categoriales. Permite examinar los determinantes sociales y personales que conforman la arquitectura conceptual y perceptual. El desaprendizaje es, por tanto, un proceso de subjetivación que implica el partir de sí. Esto significa valorar el propio saber y pensamiento surgido de la experiencia vital y poner en cuarentena los enfoques técnicos que supuestamente tienen una base científica, pero (que) ignoran los procesos vitales y la complejidad de los vínculos humanos que se gestan a diario en los contextos de enseñanza y práctica…”

Partir de un criterio basado en la experiencia profesional, (algo que se ha ejercido con relativa frecuencia en la Universidad Pedagógica Nacional, en México: me refiero al análisis de la práctica docente y directiva), para emprender la reflexión implicada en los procesos del “desaprendizaje”, es un elemento válido para conducir hacia procesos de “reaprendizaje” que, a su vez, conduzcan hacia la eventual transformación de las propias prácticas profesionales, tanto en el aula como en el terreno de la gestión educativa (a nivel de la supervisión de zona escolar) y de la gestión escolar (a nivel del liderazgo académico en cada centro de trabajo o escuela).

Los pasos que sugieren los autores citados en este breve comentario, para llevar a cabo los procesos de “desaprendizaje” en el ámbito de las prácticas profesionales, son: 1) Reconocimiento de la realidad y definición del aspecto a desaprender. 2) Identificación de las «huellas» personales. 3) Elaboración del “mapa” individual y/o colectivo. 4) Búsqueda de “interpretaciones-comprensiones-acciones” alternativas. 5) Desaprendizaje (desandamiaje). 6) Planificación de la práctica transformadora; inicio de la reconstrucción. 7) Seguimiento de las acciones. 8) Retorno a la realidad transformada; realidad II. Y 9) El inicio de un nuevo desaprendizaje.

“El primer principio del desaprendizaje –señalan los especialistas catalanes-, consiste en suspender el juicio e introducir la duda en la estructura de los pensamientos y representaciones simbólicas. Este trabajo intelectual implica una fuerte crítica a verdades establecidas y a los modelos “tradicionales” de vida profesional, y supone un ejercicio estratégico que permite encontrar las verdades particulares y significativas.”

Algunas de las preguntas o ejes sugeridos para realizar el análisis autocrítico de las prácticas profesionales, que están incluidas en la propuesta citada, son las siguientes: ¿Qué aspectos de mi práctica me generan insatisfacción? ¿En qué teorías o modelos se apoyan esos aspectos? ¿Existen otras teorías o modelos alternativos? ¿Hay algún aspecto de los esquemas teóricos que manejo con los que me siento insatisfecho o (que) considere poco útiles para mi práctica? ¿Cómo los aprendí? ¿Cómo los uso? ¿Son “evidentes” (o tangibles) las evidencias en las que me baso para tomar decisiones profesionales? ¿Cómo se presenta en mí y entiendo hoy el/la aspecto a desaprender (cómo lo entiendo, cómo lo percibo, qué conozco de él: certezas y dudas)? ¿Cómo ha sido construido en mí el/la aspecto a desaprender? (experiencia formativa, lecturas, práctica profesional, etc.). Identificar elementos y componentes de lo que quiero deconstruir.

Posteriormente, una vez puesta en práctica la reflexión crítica inicial, se sugiere realizar las siguientes actividades: Buscar información bibliográfica (documentos primarios, secundarios, bases de datos, índices, etc.). Consultar a expertos. Realizar la sistematización conceptual. Y seguir con las preguntas: ¿Qué elementos o enfoques nuevos incorporo a mis concepciones? ¿Qué aspectos ya conocidos desestimo? ¿Cuáles mantengo? ¿Qué aspectos voy a transferir a mi práctica profesional? ¿Mediante qué procesos y procedimientos? ¿Cómo evaluaré los cambios y transformaciones operadas? ¿Qué espacios y momentos serán usados para la evaluación? ¿Cómo percibo ahora mi realidad profesional? ¿Qué fortalezas y debilidades hay en las transformaciones que se están operando?

Queda claro, entonces, que “Desaprender” no es olvidar o entrar a la curva del olvido, ni significa una “caída” en el aprendizaje. Es un proceso diferente, de revisión autocrítica sobre lo aprendido. Y que, para poner en operación como procesos reflexivos, se requiere de vincularse con especialistas en el dominio de este método.

Así, la presente descripción general sobre el método y los procesos del “desaprendizaje”, tiene la intención de abrir caminos hacia nuevos horizontes en el campo de la formación continua de las figuras educativas, (o de otros profesionales de sectores públicos, no educativos). Todo ello, sobre el argumento de que no sólo es necesario “actualizar” o “capacitar” linealmente a las figuras educativas de la educación pública (obligatoria y no), sino que es necesario explorar algunas alternativas que conduzcan hacia un efectivo ejercicio de los derechos laborales y de la profesionalización. O quizá, dicho en otras palabras, para que las y los profesionales de la educación también ejerzan su derecho a “desaprender”.

Fuente consultada y nota:

(1) El desaprendizaje: propuesta para profesionales de la salud críticos. Educación Médica 2007; 10(4): 209-216.

(2) Este método también se puede llevar a diferentes contextos educativos, como son los de la formación de jóvenes de bachillerato, de educación superior y de posgrado.

jcmqro3@yahoo.com


Artículo publicado en SDPnoticias

Fuente: https://profelandia.com/el-derecho-a-desaprender/

Imagen: Gerd Altmann en Pixabay

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La experiencia positiva en la educación técnico profesional

Por: Leandro Goroyesky

Pensar las prácticas profesionalizantes es pensar en el mundo del trabajo. Es aquello que posibilita al sujeto insertarse de forma activa en la sociedad y hacerlo de manera productiva, así como desarrollar el espíritu colaborativo y cooperativo en pos de un objetivo común para beneficio de todos.

El trabajo digno entendido como proceso productivo y colaborativo no persigue el bien individual sino el bien común, y es en ese marco en el que inscriben estas prácticas educativas.

Las prácticas profesionalizantes son una instancia decisiva de aprendizaje y constituyen una actividad formativa a ser cumplida por todos los estudiantes, con supervisión docente. Es la escuela la que debe garantizar el acompañamiento durante la etapa de formación.

Al ser de carácter obligatorio (tienen una duración mínima de 200 horas reloj anuales y se desarrollan a lo largo del segundo ciclo de forma gradual) deben estar orientadas hacia el perfil profesional y vinculadas al área técnica en la que se está formando.

La necesidad de su incorporación está basada en anticipar los desafíos que cada profesión implica en su ejercicio profesional y conecta a los estudiantes tanto con diferentes situaciones y problemáticas propias del campo profesional como con el conjunto de procesos (técnicos, tecnológicos, científicos, culturales, sociales y jurídicos) que pueden tener lugar en la diversidad de situaciones socio-productivas.

Estas conforman experiencias de socialización educativa que vinculan a las instituciones educativas en el contexto territorial, intercambio característico y distintivo de esta propuesta.

Dichas prácticas educativas forman parte del plan de estudios de la educación secundaria técnica y se diseñan y se gestionan en escuelas de educación secundaria técnica y agraria.

Entendemos que la verdadera formación no se logra solamente con la adquisición de conocimientos, sino con el desarrollo de capacidades que posibiliten saber y saber hacer, aplicando lo adquirido en tareas concretas del mundo real incorporando el manejo de dispositivos técnicos.

A diferencia de las pasantías, entendiéndolas como una forma de entrenamiento empresario inserto dentro del proceso comercial de una compañía u organización, estas prácticas tienen lugar en un contexto educativo. Su finalidad es lograr la formación formal técnico-práctica.

Tampoco son meras actividades extracurriculares complementarias: se trata de actividades incorporadas al plan de estudios.

Desde el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) planteamos diversas estrategias para la vinculación entre la escuela secundaria técnica y agraria y el mundo del trabajo. En ese sentido, las prácticas profesionalizantes son un eje de vinculación curricular e institucional, dentro y fuera de la escuela técnica, formando al estudiante en valores como responsabilidad, respeto, dignidad, cooperatividad, colaboratividad, productividad y prosecución del bien común.

Asimismo, las prácticas profesionalizantes están normadas y reguladas a partir de la Ley de Educación Técnico Profesional (Ley 26.058), sancionada y promulgada en 2005 por el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina. La Ley 26.058 determina para las prácticas profesionalizantes sus fines, objetivos, propósitos, objeto, alcances, financiamiento y ámbitos de aplicación dentro del ordenamiento, regulación, administración y el proceso de mejora continua de la calidad de la Educación Técnico Profesional.

Sólo por señalar el caso de Buenos Aires, en los últimos cuatro años la cantidad de estudiantes participantes tuvo un crecimiento sostenido:

Sobre un total de 262 Escuelas de Educación Secundaria Técnica, durante los cuatro años de implementación (2013-2016), se han firmado 3900 actas acuerdo entre las empresas y las escuelas.

Las prácticas profesionalizantes no sólo ayudan a formar técnicamente a los estudiantes sino que les inculcan valores que los ayudan a forjarse como personas y sujetos sociales.

De este modo la educación técnica procura brindar todos los conocimientos y habilidades que debe poseer un currículum integral e integrado: conocimientos conceptuales y de datos, habilidades procedimentales y técnicas, valores axiológicos, deontológicos y actitudinales.

Fuente: https://www.cronista.com/columnistas/La-experiencia-positiva-en-la-educacion-tecnico-profesional-20171003-0024.html

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Jóvenes tinerfeños podrán realizar prácticas profesionales en África en 2016

Europa/España/Agosto 2016/Noticias/www.laopinion.es

Jóvenes tinerfeños recién titulados en grado o en ciclos superiores y de grado medio podrán realizar, a partir de noviembre, prácticas profesionales en empresas de Marruecos y Cabo Verde por un periodo de cinco meses, con los gastos cubiertos del traslado y el alojamiento.

La consejera de Acción Exterior del Cabildo de Tenerife, Delia Herrera, informó hoy en rueda de prensa de que esta iniciativa busca que los jóvenes de la isla amplíen sus conocimientos profesionales, mejoren un idioma extranjero y se «sumerjan» en un continente que está en constante crecimiento.

«Nuestros jóvenes van a abrir su mente y su imaginación», señaló Herrera, quien afirmó que el programa en el que se recogen estas becas, «África nos mueve», es una forma de internacionalizar a los jóvenes tinerfeños y que tengan más oportunidades de encontrar un empleo en el futuro.

El presidente de la corporación insular, Carlos Alonso, aclaró que este programa se estructura en tres líneas de actuación y son las administraciones públicas, el tercer sector y las empresas con las que se pretende «aumentar la presencia exterior de Tenerife sobre todo en el continente africano».

Asimismo, la consejera afirmó que son más de 12 empresas africanas las que ofrecen estas prácticas y que incluso alguna «ya ha pedido a cinco jóvenes».

Serán 26 jóvenes los que puedan disfrutar de estas ayudas, a las que se les dotará con 500 euros brutos mensuales pero para ser beneficiario de esta beca, informó la consejera, se debe ser residente en la isla, o al menos haber vivido en Tenerife los dos últimos años, no haber cumplido más de 30 años y haber concluido los estudios en 2010 o en años posteriores.

Delia Herrera también señaló que existen profesiones que están «más castigadas» que otras por lo que serán esas las que tengan una mayor cabida en este programa.

Los titulados universitarios que podrán acogerse a este programa de ayudas serán personas con grado en turismo, ingeniera industrial, ingeniería mecánica, ingeniería química industrial, ingeniería civil, arquitectura técnica, arquitectura, diseño gráfico, administración y dirección de empresas e ingeniería en tecnologías de la telecomunicación.

Por su parte, las titulaciones que se corresponden con ciclos de grado superior serían las relacionadas con enseñanzas artísticas superiores con especialidad en diseño gráfico y de interiores, gestión de alojamiento turísticos y agencias de viajes, gestión de proyectos y dirección de obras de decoración, proyectos de edificación, proyectos de obra civil, administración y finanzas, marketing y publicidad e informática.

En cuanto a los titulados en ciclos de grado medio se ofertarán becas a titulados en impresión gráfica, construcción y obras de interior, decoración y rehabilitación.

Asimismo, en cuanto a los candidatos que hayan elegido Marruecos como país de destino en su solicitud se les pide un nivel mínimo de francés A2.

El plazo de inscripción estará abierto a partir del próximo 8 de septiembre.

Fuente: http://www.laopinion.es/tenerife/2016/08/30/jovenes-tinerfenos-podran-realizar-practicas/701805.html

Fuente Imagen : https://lh3.googleusercontent.com/rYyVTrkPDMs30r-heA-nOdmjOcvDJxLewP43QUVZScWfOPx2gLcXGltm-SDW6RsSOjCz=s147

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