En el seminario organizado por el programa PIIE y la UAHC abordó la problemática del bienestar emocional en las salas de clases, sostiene que «integrar las emociones produce más interés y atención. El cerebro es una máquina que busca sobrevivir”.
Al hablar de educación, el rendimiento académico ya no es el único factor que prima; un buen estado emocional y entorno sano son aspectos importantes que también influyen en el desarrollo escolar. Precisamente, con el objetivo de analizar las diversas experiencias y puntos de vistas sobre este tema, expertos/as en educación, profesores/as, educadores/as y estudiantes de pedagogía se dieron cita en el seminario “Bienestar emocional y clima de aula: un desafío que nos convoca”, organizado por el Programa Interdisciplinario de Investigación en Educación(PIIE), y la U. Academia de Humanismo Cristiano.
Isis Alvarado, especialista en medicina biológica, plantea que tanto el bienestar físico -ligado a una buena alimentación- como el emocional, son cruciales para un buen desarrollo en el espacio escolar.
“El tema es cómo vamos resolviendo las emociones. Éstas no son buenas ni malas, pero hay que saber expresarlas, ya que así uno puede ir viendo qué pasa con lo que sentimos. Lo más perjudicial es negarlas, ya que las emociones producen un sentimiento en nuestro organismo y será eso lo que nos llevará a que sean buenas o malas experiencias, y eso finalmente repercutirá en una alta o baja autoestima”.
Para Alvarado, lo anterior es crucial para lo que pasa en el aula. “El tutor o profesor debe lograr que ese sentimiento sea lo más positivo posible, ya que esto influirá en el autoestima del niño”.
En ese sentido, comenta que “el sistema educacional actual es bastante rígido y no permite hacer una evaluación o diferenciación entre los niños. Hay que buscar diferentes mecanismos. No todos los niños son iguales: hay unos que tienen enseñanza o aprendizaje más visual y otros más auditivos, como pasa con menores con déficit atencional: lo único que necesitan es que los toquen”, plantea, evidenciando además el sobrediagnóstico de este trastorno.
Pero el tema emocional no solo involucra al niño o niña, un/a docente no estará capacitado/a para enseñar si no está emocionalmente equilibrado/a. Según los expertos que trabajan el tema y que han aplicado nuevas estrategias al aula, “incorporar las emociones climatiza la sala de clases”.
El biólogo y Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Belgrano de Buenos Aires, Hernán Aldana, plantea que “integrar las emociones en el aula produce más interés y atención. El cerebro es una máquina que busca sobrevivir”.
Aldana, quién aborda el tema desde la neurociencia o “neuroeducación”, sostiene que “no podemos estudiarlo todo, el saber ocupa lugar en el cerebro y no hay espacio para todo. Solo se aprende si se aplica. Cuando el alumno encuentra motivación, la atención es mayor. Por ejemplo, aprender idioma después de los 7 años ocupa mucho espacio cerebral. A medida que crece el hipocampo se achican otros espacios, es por eso que lo que queda, lo que impacta e importa, son las emociones, porque sirven para sobrevivir”.
El biólogo propone hacer los contenidos interesantes, utilizando el cuerpo; hacer actividades llamativas antes de la presentación de un contenido considerado difícil, y luego repetir lo enseñado. De esta manera, la atención y por ende el aprendizaje serán más efectivos. “En el aprendizaje es imposible pasar un ramo sin repetir la materia. Al otro día se pierde el 80% de lo que se enseñó en el aula. La atención es relativa: si la clase varía, la atención es total; no así si la información es repetitiva”.
Indica que aplicar lo anterior dependerá de la capacidad que tenga el profesor. En ese sentido, plantea que “lo que está faltando es poner más pasión en el aula. El sistema está agotando a los maestros; el sistema les está quitando la pasión”.
Además, considera que la creatividad, afectada por estos días por estímulos de la modernidad, es fundamental para la concentración y producción. “Para ser creativos necesitamos que la mente se concentre en una sola cosa, por eso el celular es el peor mal de estos tiempos, es lo peor para la producción y la concentración. El celular hace estragos en la creatividad, cada vez que éste suena se activa el estrés y agota el cuerpo. Nos está haciendo mucho daño a la creatividad, y es ésta la que nos hace felices en el amor, en el aula y en lo que sea, por eso es importante concentrarnos en una sola cosa”, sostiene.
Precisamente, el proyecto “Estrategias para el mejoramiento del clima emocional en el aula”, impulsado por el PIIE junto a la Facultad de Pedagogía de la U. Academia de Humanismo Cristiano, pretende dar respuesta al creciente deterioro en el clima emocional en las escuelas, situación que afecta a la comunidad educativa en su conjunto. La iniciativa desarrolla, mediante un sistema de apoyo metodológico, mecanismos para mejorar el bienestar psico-social en el primer ciclo de la enseñanza básica, aplicado en doce establecimientos de la Región Metropolitana.
Ana María Cerda, una de las directoras del proyecto y docente de la U. Academia, explica que tanto directivos/as, docentes y estudiantes concuerdan en que aplicar estas estrategias conlleva a un mejor clima escolar. “Se evidencia más y mejor concentración en alumnos, menos estrés en los docentes, mejor comunicación y cambios en las relaciones interpersonales al interior de la sala de clases”, entre las principales conclusiones.