España/Julio de 2016/Noreste
Por: Bernardo Trimiño Quiala
El acelerado intercambio cultural que se produce a escala global y el indetenible avance de la ciencia, son dos de los factores que modelan la educación escolar del Siglo 21.
Consecuentemente, la escuela se encuentra ante nuevas relaciones sociales que repercuten directamente en las maneras en que se debe educar a las nuevas generaciones; sin embargo, la docencia parece seguir anclada en antiguas interpretaciones.
Si bien es cierto que históricamente la relación cultura-ciencia ha sido tan diversa y compleja como la realidad que pretenden mostrar; todo indica que desde finales del pasado siglo caminan a su encuentro; por lo cual, en la educación escolar resulta más conveniente desarrollarlas como facetas de un mismo proceso, que como fenómenos sociales separados. A fin de cuentas, todo maestro es promotor cultural y al mismo tiempo un científico.
Si hasta ahora la cotidianidad en las escuelas ha simplificado la cultura a la práctica de varias manifestaciones artísticas, con mayor o menor grado de desarrollo, y la ciencia ha sido enfocada hacia una supuesta mejora en los niveles cognitivos de los alumnos, llegó el inaplazable momento de que en la educación escolar se manifieste la necesaria contemporaneidad en la relación entre la cultura y la ciencia; ya que ninguna otra institución, de las creadas por la humanidad, posee tanto potencial para revelar dicha relación.
Ante esta realidad, cabe preguntarse: ¿por qué debe ser la escuela el eje coordinador del encuentro entre la cultura y la ciencia?
Las escuelas como instituciones sociales se constituyen en contextos sus génesis:
– Poseen un personal preparado y con la experiencia necesaria para coordinar el vínculo entre la cultura y la ciencia.
– Son espacios abiertos a la participación activa de los alumnos, los docentes, la familia y la comunidad. Por lo cual son instituciones sociales de todos y para todos.
En las escuelas se encuentran las mujeres y hombres del futuro, los que deben ser mejores seres humanos que nosotros, más cultos, más solidarios, más creativos, más inteligentes y portadores de los mejores valores humanos; capaces de hacer que la unidad entre la cultura y la ciencia sea la fuente del progreso social y personal.
Los argumentos planteados identifican que para llegar a la sociedad del conocimiento, que tanto demanda la contemporaneidad, es necesario que en las escuelas se mejore la calidad del proceso educativo que desarrollan, como vía esencial para favorecer un mayor vínculo entre la cultura y la ciencia.
La cultura es conocimiento social e históricamente desarrollado; por lo tanto, socialmente compartido y trasmitido.
La ciencia es una forma de estudiar la realidad, explicar las causas de los fenómenos e inferir nuevos acontecimientos, al aportar conocimientos puede y debe estar al alcance de una proporción cada vez mayor de los seres humanos.
A nivel escolar, se quiera reconocer o no, existe una unidad dialéctica entre la cultura y la ciencia, una forma parte de la otra, ambas se aportan entre sí; la cultura incluye a la ciencia y al mismo tiempo no se puede desarrollar culturalmente una sociedad sin el conocimiento científico.
La contemporaneidad exige que el alumnado no aprenda sólo de memoria y repitiendo los contenidos de enseñanza, sino haciendo, emocionándose y participando activamente en el proceso educativo escolar, por eso es necesario transformar la labor educativa de los docentes, es imprescindible un modelo escolar que fomente la unión entre la cultura y la ciencia, que sea diferenciado, inclusivo y que potencie la creatividad; porque el futuro de la humanidad está plagado de retos que requerirán de elevados niveles científico-culturales en toda la población.
La paradoja se encuentra en determinar si los directivos escolares y los colectivos docentes están conscientes de las exigencias de la contemporaneidad y si son capaces de continuar ampliando el desarrollo científico-cultural de la humanidad, o por el contrario se convertirán en otro germen de la involución social que pugna por imponerse.
El reto está planteado, tengo total confianza y mucho respeto por los maestros y docentes, soy uno de ellos; de ahí la seguridad de que la cotidianidad, plagada de dogmas educativos y problemas de todo tipo, no vencerá ante una contemporaneidad pujante, que hará de la ciencia y la cultura sus mejores armas para defender los valores, los conocimientos, el respeto, la convivencia en paz y el desarrollo sostenible, que son la esencia de nuestra condición humana.
Fuente: http://beta.noroeste.com.mx/publicaciones/view/la_relacion_ciencia_educacion_cultura-1035109