Lecciones aprendidas para compartir (II)

Por: Nestor del Prado

Tal como prometí escribo la segunda parte derivada de mi participación en la Convención Internacional en ciencia, tecnología e innovación, realizada entre el 31 de octubre y el 4 de noviembre de 2016.

Los buenos eventos de este tipo no surgen por obra divina, hay que pensarlos, construirlos y gestionarlos y tienen tres etapas clave: antes de, durante y después de.

Lo que aquí abordaré no cubrirá lo que requiere no menos de 60 horas lectivas en un entrenamiento de postgrado de los que impartimos en GECYT.

Tampoco abordaré lo relativo a la combinación de lo presencial con lo no presencial. Esto sería contenido de otro trabajo.

El antes de requiere la conceptuación y diseño, la planificación y organización, la convocatoria a tiempo y todo el proceso de interface con los candidatos a participar, ya sea como conferencistas especiales invitados, autores de trabajo temáticos a concurso , la logística asociada, el trabajo del Comité Organizador y el Académico, por mencionar lo más significativo y decisivo.

En el diseño es importante tener en cuenta las diferentes modalidades de intercambio, entre ellas el trabajo en comisiones en que se presentan ponencias aprobadas por el Comité Académico. Las comisiones se organizan por las temáticos, aunque no siempre se logra la ubicación correcta. También es recomendable organizar otras modalidades tales como el panel de expertos, la mesa redonda, el coloquio, el curso o taller pre o post evento. Como una práctica en los eventos de GECYT, tenemos la presentación y venta de buenos libros, la mayoría asociados a los ejes temáticos del evento.

Una de las insatisfacciones frecuentes de los participantes, es el poco tiempo para debatir lo presentado por los autores de trabajos. Se debe tener muy en cuenta las opiniones y sugerencias dadas por los participantes en ediciones anteriores.

En esta etapa de gestación se asegura la salud de la criatura por nacer.

El durante se refiere a la etapa en la que nos encontramos o reencontramos presencialmente, se entregan materiales de apoyo, se realizan las exposiciones y los intercambios ulteriores, suceden las actividades espontáneas en los recesos cortos y largos y en el cierre que casi siempre combina alegría y tristeza.

En esta etapa se pueden producir impactos individuales o grupales significativos que propician cambios mentales y conductuales; se genera lo que he llamado carpeta o maletín “cardiocerebral” que luego explicaré y nacen las promesas de futuros encuentros presenciales, algunos de ellos transfronterizos. La etapa del durante es capaz de suplir algunas deficiencias de su antecesora, aunque también puede malograr algunas cosas bien concebidas.

Para que el durante sea lo más provechoso posible, y tenga alto impacto en lo individual y en lo grupal, vamos a sugerir algunas ideas y propuestas.

Combinar el pensar con el aprendizaje

No solo pensar en los intereses personales sino en los del colectivo al que pertenecemos, para que muchas semillas más queden sembradas.

Intentar abarcar los tres plano de la lectura: leer las líneas, leer entre líneas y leer tras las líneas

Entrar con expectativas positivas predeterminadas, con buenas preguntas en mente, con ansias de crecer profesionalmente, con cariño compartido y repartido.

No resulta fácil que en una composición masiva, diversa y simultánea se pueda garantizar la participación pública de todos, es por ello que propongo que haya dos tipos de participación: la pública y la privada.

La participación pública es la más conocida. Lo que uno piensa lo dice y todos nos enteramos.

La participación privada tal vez no sea bien entendida y voy a explicarla. Para ello compartiré con ustedes algo que disfruté con un cubano, maestro de maestro, ya fallecido: Enrique Núñez Rodríguez.

En un Congreso Internacional de Pedagogía de La Habana, el maestro del humorismo, en una conferencia magistral expresó que había estudiado la primaria antes del triunfo de la Revolución cubana, en una escuela privada. Aquello nos sorprendió, pues sabíamos que no tenía dinero para pagarla. Dijo con voz solemne: “estudié en una escuela privada, la más privada de todas las escuelas, privada de pupitres, de pizarrón, de merienda escolar y la mayoría del tiempo privada de maestros”.

En nuestro caso la participación privada no tiene esa connotación de carencias, por el contrario debe ser rica en aprendizaje y pensamiento; es privada porque sólo la conocerá el que la piensa pero no la expresa por falta de tiempo o de otra razón justificada; no tenemos forma de contarlas ni de evaluarlas. De esta manera todos podrán participar.

En el proceso de asimilación del conocimiento y también en el de generación se combinan la razón y la emoción, actúan el cerebro y el corazón; aunque sabemos que las emociones no se generan en el corazón sino en la amígdala cerebral, ya es un símbolo maravilloso seguir creyendo que es en el corazón.

Alguien dijo: “El corazón jamás habla, pero hay que escucharlo para entender.” De ahí viene el concepto de maletín cardiocerebral, donde está presente la inteligencia intelectual y también la inteligencia emocional. Aristóteles defendía que en el pensar había participación de lo racional (conocimiento, sabiduría, inteligencia, moderación, análisis) y lo irracional (emociones, pasiones, afectos, sensaciones) y afirmaba que cuando en estos dos lados del alma hay inclinación a la razón es que existe la Virtud. Acudí al pensamiento aristotélico para que sin perder la ternura prevalezcan el razonamiento, la demostración de todo lo demostrable y el rigor profesional de cada cual.

Para nutrir al maletín “cardiocerebral” con nuevas ideas, nuevas propuestas, descubrimientos de lo que pueden hacer mejor, asociaciones creativas, respuestas que buscaron y encontraron, nuevas buenas preguntas por responder, pares científicos que buscaban y encontraron, posibles proyectos a emprender; propongo que estén alertas, que participen también privadamente en cada una de las actividades en las que estén; y que apliquen la técnica de los tres asteriscos.

Dicha técnica consiste en poner un asterisco para lo inmediato, dos para lo que necesite un periodo de hasta un año, y tres asteriscos para los que rebasará un año. Los que salgan del evento con ese maletín vacío o casi vacío deben preocuparse, pues el Evento no tendrá el impacto que requieren sus respectivas organizaciones y el crecimiento personal de cada cual. Al decir popular pasaron por el evento, pero el evento no pasó por ellos.

En la participación pública hay que decir las cosas con total apego a la verdad, con la virtud de la brevedad y con optimismo fundamentado.

En esta etapa es de gran importancia crear las condiciones organizativas y los espacios para que se produzcan intercambios voluntarios y entre los participantes, así como actividades festivas adecuadas.

Consideramos necesario aplicar una encuesta anónima, para recoger opiniones y sugerencias de los participantes.

También es una buena práctica realizar el primer anuncio del próximo evento.

El después de, la tercera etapa es muchas veces preterida y el hasta pronto presencial entre los que habitamos en sitios distantes, casi siempre marca una ruptura comunicacional a pesar de las promesas y las buenas intenciones.

Para lograr efectividad en esta etapa e muy importante dejar conectados a todos con todos; servir de enlace entre quienes hayan perdido el contacto y lo requieran. Son muchas las maneras que el actual desarrollo de las tecnologías de la información posibilita.

Tengo determinado algunos indicadores para evaluar sin mucha complejidad el impacto de la participación en estos eventos, aunque no resultan fáciles de gestionar.

Entre los indicadores mencionaré los siguientes:

  • Proyectos nacidos y puestos en marcha
  • Coediciones acordadas de libros o similares
  • Realización de pasantías u otras maneras de intervención presencial y directa entre representantes de los países participantes
  • Solución de problemas o respuestas teóricas
  • X

Como de costumbre agradezco la participación crítica de los lectores, que me ayuden a confirmar, modificar o repensar en ese camino interminable de la perfección que jamás se alcanza.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/12/12/lecciones-aprendidas-para-compartir-ii/#.WFCQB7lGT_s

Imagen de archivo

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Néstor del Prado

Director de formación y difusión del conocimiento de GECYT (Empresa de Gestión del conocimiento y la Tecnología)