Argentina/Marzo de 2017/Autora: Marcela Isaías/Fuente: La Capital
En tiempos que Víctor Reviglio gobernaba Santa Fe, hacia fines de los 80, la provincia era ganada por las marchas y paros docentes. Uno de los principales reclamos que se levantaban por ese entonces era cobrar el quinto día hábil de cada mes, conseguir lo más parecido a un cronograma de pago salarial. Buena parte de la sociedad —siempre incentivada por oportunistas movidas mediáticas— miraba con desconfianza a esa docencia que, tras el Congreso de Huerta Grande de 1973, donde se constituyó la Ctera, había decidido abandonar el apostolado para asumirse como trabajadoras de la educación. Un panorama que se repetía muy parecido en distintas provincias del país.
Esa lucha se ganó, pero enseguida surgieron otras que cobraron fuerza y se convirtieron en manifestaciones históricas como la Marcha Blanca (1988) y la Carpa Blanca (1997-1999), que pedían por un salario unificado y paritarias nacionales. De a poco comenzaron a conquistarse esas leyes clave para la educación argentina. Entre ellas la de financiamiento educativo concretada en 2005 que condensa una respuesta a esos reclamos de años.
La marcha y el paro docentes del lunes 6 de marzo se inscriben en esos hitos del magisterio. No sólo por haber sido convocados por los cinco sindicatos nacionales del sector, sino por el impacto que tuvo en todo el país: más de 70 mil educadores movilizados y un 95 por ciento de acatamiento a la huelga. El motivo principal: la defensa de la ley de financiamiento educativo y todo lo que su cumplimiento implica. Uno de los puntos centrales de conflicto es la negativa del ministro de Educación y Deportes de la Nación, Esteban Bullrich, a la apertura de la mesa de negociaciones.
Desde muy temprano decenas de colectivos ya estaban apostados cerca del Congreso de la Nación. Los carteles confeccionados en afiches de colores o pintados a mano sobre tela ponían las primeras letras al reclamo: «Queremos enseñar con salarios dignos», «Maestros luchando también está enseñando», «Menos call centers y más presupuesto». Y también aquellos que ironizaban sobre la convocatoria a los «voluntarios»: «Me ofrezco para los paros ferroviarios, en la fiesta soy la primera en el trencito».
A la marcha también se acercaron artistas, políticos, músicos. Además de pedagogos y pedagogas que patean las escuelas, que piensan la educación en términos de compromiso político, al tiempo que ponen el cuerpo en la calle. Quien fuera hasta la llegada de Cambiemos al gobierno, el director del Programa Nacional de Coros y Orquestas, Claudio Espector, maravilló con el himno interpretado junto a un grupo de jóvenes. Los aplausos llegaron como un abrazo infinito a tanto amor por una enseñanza inclusiva.
Cantos y carteles
«Es una marcha impresionante, muchas provincias están presentes, incluso aquellas que acordaron con sus gobernadores. Los docentes entienden que es ley la paritaria y que el gobierno no puede no cumplirla. Es también una gran demostración de que así no se puede más. Junto a lo que será la marcha de todos los trabajadores (por la del martes 7) y de las mujeres (por el miércoles 8) es una manera de toda la sociedad de decir «Basta!», «Nosotros existimos!», y este no es el país de los ricos para los ricos», expresaba la educadora Adriana Puiggrós a LaCapital, ya preparada para marchar junto a los docentes.
Las primeras palabras que se escucharon del palco principal estuvieron destinadas a la memoria de los docentes detenidos desaparecidos en la dictadura cívico militar. Y para el maestro neuquino Carlos Fuentealba, asesinado en Neuquén en 2007 cuando participaba en una protesta por una mejor educación. La secretaria general de la Ctera, Sonia Alesso, abrió definiendo a la medida de fuerza de esa jornada como «un parazo nacional» y ofreció con sutil ironía una clase muy didáctica de por qué importa que se cumpla con la ley de financiamiento educativo, por qué no se abandonará ese reclamo. Además de anticipar que lo que sigue es una Marcha Federal, donde ya no serán solo los maestros los que salgan a la calle, sino también las organizaciones sociales.
Entre los cantos y carteles que abundaban en la marcha se distinguían los de los más chicos que caminaron junto a sus familias, asistiendo a una clase pública de ciudadanía. Un nene sobre las espaldas de su papá portaba un afiche recortado con forma de corazón gigante que decía: «Gracias Seño». Otro más pequeño llevaba colgada una cartulina naranja con este escrito tan sencillo como conmovedor: «Vine a la marcha a acompañar a mis maestras». Y también estaba una nena de mirada desafiante, tanto como la marcha que ganó el primer día del año escolar, con un cartel que levantaba bien alto. «Fuerza docentes», se leía.
Fuente: http://www.lacapital.com.ar/tema-del-dia-como-defender-la-educacion-n1354584.html