Por: Bea Espejo
Pedagogías Invisibles trabaja desde una postura crítica y feminista para favorecer una alternativa a la educación en arte: la disruptiva
Hacen visibles los aprendizajes que suceden de modo invisible, esos conocimientos que no son explícitos y que incorporamos de manera inconsciente, con un gran aliado: el arte contemporáneo. Pedagogías Invisibleses uno de los proyectos sobre educación más celebrados del contexto español. Nació en 2008 como un grupo de investigación en el contexto universitario, en el departamento de didáctica de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, y con profesionales como María Acaso al frente. En diez años le ha dado la vuelta a la idea de educación asociada al arte. Apuestan por procesos de aprendizaje no formales o informales, por una pedagogía disruptiva, crítica, bajo una organización feminista.
El nombre define a este grupo de 15 personas. Por un lado, por ese femenino plural, y por otro, porque alude a la base de su práctica: transformar prácticas, modos de hacer y contenidos. “La forma en la que está organizada la construcción de conocimiento tiene mucho que ver con las pedagogías invisibles de las que nosotras hablamos. A través de ellas, asimilamos inconscientemente unas estructuras de poder. También nos inquieta la forma de evaluación y cómo ésta gestiona nuestras vidas. Siempre marcan nuestro destino dejando siempre a un lado nuestras capacidades y cualidades adquiridas a través del autoaprendizaje o de cualquier otro proceso que se sitúe al margen del sistema educativo formal”, explican.
Pedagogías Invisibles diseña, gestiona e implementa programas educativos en instituciones culturales. Entienden los espacios artísticos como lugares en los que el aprendizaje es posible de diferentes maneras, con diferentes personas y donde poder experimentar con formatos y metodologías que transformen la educación. No se trata de “educación” al uso, sino de un planteamiento crítico. Se trata de pensar la función social de la exposición y los sistemas de presentación del arte. Esta función social no aparece sólo al abordar temas “sociales”, sino que es en la definición del marco de presentación de arte donde podemos encontrarla. Añadir esta capa de valor educativo a la presentación artística implica cambios importantes en todos los estamentos del contexto artístico. Fundamental para cualquier avance.
Dicen que viven en el constante conflicto regenerativo desde las cuatro líneas sobre las que trabajan: mediación cultural, formación de profesorado, investigación y comisariado, y organización de eventos educativos. En diez años han dado un paso de gigante aunque, dicen, queda mucho por hacer, sobre todo en relación a males sistémicos: la precariedad y la falta de definición de la profesión. De todo ello hablamos con el colectivo, que prefiere hablar de modo coral, con una sola voz.
La mediación es uno de los temas de moda ahora mismo. ¿Qué es y qué implica?
Hablar de mediación implica muchas capas. Por un lado, es un término que se adopta del mundo anglosajón que se comienza a utilizar para hablar de las prácticas educativas que se realizan en centros de arte y que sin embargo en España es un término que viene del trabajo social, por eso en sí mismo es un término que implica muchos matices. Dentro de las prácticas situadas en museos, hay múltiples enfoques y modos de hacer. Algunas son bastante tradicionales como la “visita guiada”, que al ponerle la etiqueta de “mediación cultural” parece que es algo actualizado, cuando en realidad continúa siendo una metodología de transmisión de conocimiento jerárquico y vertical. Por eso solo podemos contestar a esta pregunta situándola en nuestra propia práctica. Para nosotras lo más importante de este término es todo aquello referido a la educación y también a entenderse como un espacio “entre”. Nuestros proyectos se sitúan entre el arte y la educación, es decir, en un terreno híbrido.
¿Es el arte un lenguaje difícil?
El lenguaje artístico no es más fácil o difícil que otros lenguajes, lo que sucede es que no somos educados en él. Como cualquier otro lenguaje tiene sus estrategias sintácticas, retóricas. Se pueden articular obras más o menos complejas, más autorreferenciales o más conectadas con lo cotidiano. Pero esto mismo lo podemos decir de un texto escrito. Lo que sucede con la producción artística es que sigue encontrándose con muchos prejuicios y expectativas: la inercia de siglos de “arte=pintura=mímesis”, el prejuicio de la pericia técnica (o “eso lo hago yo”), la identificación entre arte y belleza, la supuesta inmediatez de lo visual… Así se da la paradoja de que mientras, a nivel general, nos resulta mucho más fácil leer literatura contemporánea o escuchar música de nuestro tiempo, nos acercamos con más “comodidad” a “obras clásicas” que al arte contemporáneo: no sentimos que tengamos las herramientas para abordarlo (desconocimiento del lenguaje artístico) ni está presente en nuestra cotidianeidad, no es familiar (como puede hacerlo la música). Por ello es fundamental la educación artística.
¿Qué es una pedagogía invisible?
Es todo aquello que está afectando en nuestro aprendizaje o construcción de conocimiento pero que no tenemos en cuenta de forma consciente. Esos elementos invisibles pueden ir desde cómo está construida la arquitectura pedagógica de un espacio educativo (si hay mesas y sillas, cómo están situadas, cómo son o cómo esa organización responde a una situación de poder) hasta no mencionar un dato concreto como, por ejemplo, que los antiguos egipcios eran de raza negra, pasando por el tono de voz o el lenguaje no verbal que utilizamos (por ejemplo, todos hemos aprendido que cuando una profesora cierra la puerta significa que empieza la clase). Como educadores, en muchas ocasiones, no nos paramos a reflexionar sobre estas cuestiones que participan al mismo nivel del acto educativo que el contenido concreto que queramos trabajar. Por eso es fundamental tener un pensamiento crítico ante ellas.
¿Son una alternativa a la educación tradicional?
No buscamos tanto ser una alternativa a la educación formal, como fomentar, y ser parte, de una educación formal alternativa. Somos muy conscientes de que los modelos vigentes para la educación formal ya están obsoletos e impulsamos acciones, proyectos, modelos y estrategias a través del arte contemporáneo que se infiltren en las estructuras formales (regladas-tradicionales) y catalicen un cambio de paradigma en el sistema educativo. Evidentemente nuestras formas de actuar dentro de la educación formal exploran cauces no tradicionales dentro la educación pero son habituales, en cambio, en el ámbito del arte. Nos interrogamos sobre el hecho educativo y cuáles son sus vías de legitimación; esa es una cuestión sobre la que queremos actuar y ofrecer alternativas: ¿cómo formalizar la legitimación del aprendizaje? La respuesta que dan los modelos reglados tradicionales está totalmente obsoleta y no se adecua a cómo entendemos los procesos de enseñanza aprendizaje. Así que, en ese sentido, es por donde va nuestra voluntad de “ser alternativa”.
¿Para qué instituciones culturales trabajan?
Podríamos decir que trabajamos para nosotras, en el sentido de que hacemos los proyectos que queremos hacer. Algunos porque nos aportan conceptualmente, otros porque están bien pagados y, los menos, por ambas cosas. Tanto con el Ayuntamiento de Madrid con el que desarrollamos el proyecto Levadura(residencias de artistas en centros de primaria) como con la Comunidad de Madrid, con quien desarrollamos los programas educativos de la Sala Alcalá 31 y el Museo Picasso-Colección Eugenio Arias de Buitrago de Lozoya, llevamos varios años trabajando. También trabajamos para fundaciones privadas y hemos solicitado becas y ayudas para desarrollar proyectos que necesitábamos hacer. Pero pensamos que, sobre todo, trabajamos para la gente. Nuestro trabajo tiene sentido porque ponemos en relación conocimientos, personas y procesos participativos.
Destaquen tres proyectos que provocaran un paso adelante.
Si pensamos en hitos en nuestra evolución hay que hablar del primer proyecto que desarrollamos en Matadero Madrid en 2011, para la sala Abierto x Obras, en el que decidimos crear espacios de aprendizaje intergeneracional con un programa de talleres en el que invitábamos a todo el mundo a que viniera con quien quisiera buscando así una forma de aprendizaje entre generaciones a través de la metodología de las “grandes preguntas” (preguntas ambiguas y abiertas a las que todo el mundo, da igual edad o condición, tiene algo que aportar) y la experiencia de pequeñas acciones que proponíamos al grupo. En 2014 fue cuando algunas de nosotras decidimos dedicarnos en cuerpo y alma a Pedagogías Invisibles. Hoy en día estamos en un cambio de modelo que no sabemos muy bien hacia dónde nos llevará. Sí que hemos equilibrado los proyectos autofinanciados y los que vienen con financiación externa. Solo podemos hacerlo con algunas de nuestras líneas de trabajo pero nos ayuda a ser más estables y sostenibles, aunque eso signifique dedicar más tiempo a la comunicación y gestión de los proyectos. Aún así tenemos todas la necesidad de crecer un poco más pero aún estamos decidiendo hacia dónde. El proyecto Campamentos Desobedientes es un ejemplo.
¿Existe, en temas de mediación, una conexión e intercambio con proyectos internacionales?
Gracias a los encuentros que hemos coordinado en los últimos 3 años en ARCO hemos comenzado a estar más en contacto con otras iniciativas parecidas a las nuestras o con las que nos sentimos primas hermanas. En ARCO Colombia conocimos a muchos compañeros como Nicolas Paris o La Agencia, Monica Hoff en Brasil, Gila Kolb y Node-Center en Alemania. Por mencionar a algunos.
¿Cuál es vuestro mayor objetivo?
En una frase podríamos decir que queremos fomentar la justicia social y nuestro medio de acción es el arte y la educación. Por ello promovemos un paradigma educativo con nuevos formatos, estrategias y contenidos que vienen de la transformación de las pedagogías invisibles y del uso de las estrategias y procesos del arte contemporáneo.
Haced un diagnostico sobre la educación artística hoy. ¿Qué hay que celebrar y qué hay que mejorar?
Tenemos que celebrar que la educación artística hoy está en revisión, durante muchos años ha estado dentro de un paradigma tradicional donde se asemejaba la educación artística a un proceso de pura manualidad, sin reflexión, y un estética escolar de cartulinas de colores, muy alejada del pensamiento crítico, y de prácticas horizontales y colaborativas. Afortunadamente todo esto está dando un giro, y se está posicionando como un desarrollo intelectual, complejo y fundamental para nuestro desarrollo. Sin duda una de las cuestiones que hay que mejorar son los imaginarios que existen sobre la educación artística y que la desplazan de lo que es: análisis y producción de conocimiento. En la educación formal hay que esperar a niveles de especialización (grados universitarios) para que la educación artística sea tomada “en serio”; es demasiado tarde. Además, en ese momento parece que la educación artística corresponda a quienes quieren ser artistas, y esto para nosotras es un gran error. Es fundamental entender el arte como una forma de pensar y no una forma de “hacer”. Una destreza… Los cambios legislativos en este caso han arrinconado las artes a un cajón, apartándola del curriculum oficial, esto nos parece muy grave, y desde luego no ayuda a mejorar los imaginarios que existen.
Fuente: https://elpais.com/cultura/2017/08/04/babelia/1501854516_240378.html