Argentina: Escuelas albergues, cómo es la educación en lugares inhóspitos

Argentina/19 de Mayo de 2018/El Sol

En Mendoza existen unos 60 establecimientos que brindan un hogar a chicos de bajos recursos o que por la distancia no pueden regresar a sus casas. El internado, la vocación docente y el modelo pedagógico.

Las escuelas albergues cumplen un rol fundamental en las zonas rurales. En Mendoza existen 38 establecimientos de Nivel Primario, 6 Secundarios orientados y 17 Técnicas que aseguran educación a poblaciones inhóspitas y brindan un hogar a los niños y adolescentes de bajos recursos o que por la distancia no pueden regresar a sus casas.

Distribuidas en Lavalle, La Paz, Santa Rosa, San Rafael, Malargüe, General Alvear y San Carlos. Cada institución se adapta a la realidad de su comunidad, implementando modelos pedagógicos alternativos para atender sus particularidades.

Vivir en el internado

En este sentido, cada una adopta un régimen especial de internado. El tiempo más reducido que están los chicos es de lunes a viernes y los fines de semana con su familia. Aunque el sistema que se da con mayor frecuencia esde 9 por 5 y de 17 por 13 en el Sur, dado el clima de la zona.

«Las escuelas se van adaptando al contexto, a la realidad de la gente, de los puesteros… «, señaló la coordinadora de la Modalidad Rural, Graciela Pérez Tanquini e indicó que no todos los niños están internos, «algunos vuelven a sus hogares» cuando viven cerca.

Por ejemplo, en La Paz, la Ruben Darío contiene alrededor de 130 chicos de distintos pueblos y también de San Luis ya que queda en la Ruta 7, en el Arco Desaguadero.

Juan Valerio Valdez es su celador y lleva 20 años trabajando en el lugar. «Los tenemos hasta el viernes a la tarde. Luego se van a sus casas. Los chicos están acostumbrados. No extrañan y si alguno llora siempre hay alguien para consolarlo».

Los padres de los alumnos son puesteros y por la distancia deben dejar a sus hijos en la escuela.

Luego del desayuno, van a clases y al mediodía almuerza. Durante la siesta tienen una hora de descanso y juego donde pueden ver televisión, películas o divertirse con juegos didácticos. A la tarde, hasta las 18, trabajan en proyectos como huertas o en áreas artísticas.

Tras esto, pasan a depender de un maestro preceptor que le hace hacer las tareas, juega con ellos hasta que pasan a ser responsabilidad del nochero que está encargado de que se higienicen, cenen y arreglen su cuarto.

Cuentan con un presupuesto especial, tanto para la comida diaria donde se amplió la partida este año y otro dinero destinado al mantenimiento del lugar: para comprar elementos de limpieza o hacer arreglos menores.

Las que están sobre la ruta tienen más acompañamiento de la sociedad y acceso a comercios para realizar las compras de su canasta básica que las que están inmersas en el campo. Se estira al máximo el presupuesto con inteligencia a la hora de adquirir los alimentos para las comidas. Los fondos influyen en el menú.

A las que se encuentran en Lavalle, por ejemplo, a comienzos de 2018 se entregaron 18 equipos para el abatimiento de arsénico que permiten cumplir con los parámetros de agua de consumo no sólo para las comunidades educativas sino para toda la población de la zona.

En tanto también se renovaron unos 450 colchones y dieron nuevos elementos de cocina que fueron distribuidos en entre ese departamento y Malargüe.

La baja matrícula y los plurigrados

Mientras que en el sector urbano, hay cerca de 400 alumnos por institución, en el ámbito rural la matrícula es muy baja, disminuye el 75 %, y puede ser de 50 o incluso de 30 chicos en Primaria. Debido a esto, la enseñanza por lo general se hace en grados agrupados (multisala y plurigrado).

Se trata de un aula en la que confluyen alumnos de diferentes grados, respetando el Nivel. Están a cargo de un único maestro, trabajan en un mismo espacio y al mismo tiempo.

«Esto se da porque no se tienen los grados completos. Pero no hay pluriaño en Secundaria porque, por el contrario, la matrícula es muy alta ya que luego de finalizada la educación Primaria estos niños confluyen en una misma escuela en el siguiente Nivel. Esto se llama agrupamiento», aclaró.

Tal es el caso de la escuela de Primaria, El Sosneado de San Rafael que queda a 140 kilómetros de la ciudad y a 75 kilómetros de Malargüe. Con una matrícula de 79 alumnos, las salas de 4 y 5 están agrupadas, al igual que 2º y 3º, 4º y 5º, y 6º y 7º. Sólo 1º está solo.

Cada salón de clases tiene unos 8 y como mucho 15 alumnos. Para abarcar todos los contenidos prioritarios, se realiza una planificación que se va graduando.

«Estamos luchando hoy por hoy, para que los docentes que llegan a estos lugares estén capacitados para trabajar de esta manera. En el aula a los niños los ponés en grupos de acuerdo a sus capacidades. Tal vez uno de segundo grado va avanzando al ritmo del de tercerlo. La maestra es la encargada de triangular, hacer la planificación e ir graduándola, motivarlos para que después no se aburran cuando al año siguiente escuchen el mismo contenido», comentó Tarquini.

Los que no quedan internos deben recorrer varios kilómetros para volver a sus casas.

Vocación docente

El aislamiento del trabajo docente es una de las principales características de la modalidad rural y en particular de las albergues. La vocación de servicio se revela con mayor fuerza que en el resto de los establecimientos.

Son maestros, psicólogos, brindan contención y cuidado a los niños, al tiempo que hacen los arreglos menores de las escuelas y el hogar.

«Es una realidad distinta tenés que ir con vocación. Te demanda horas, compromiso y dejar a tu familia», dijo la coordinadora de la Modalidad Rural.

Mario Cebadero, director de la escuela 8597 Pedro Escalabrini del Sosneado hizo referencia al sacrificio de los maestros en el Sur que permanecen 24 horas al cuidado de los pequeños.

«En la regional Sur no existe la figura del preceptor o sereno por lo que el mismo profesional queda a cargo de los chicos. Lo que buscamos es que nuestros alumnos tengan la misma oportunidad educativa que los del resto de la provincia», alertó.

Sin contar el desgaste físico y psicológico. En esa labor la parte económica no ayuda. Dependiendo de la antigüedad, pueden cobrar unos $18.000. Lo mismo que uno que cumple doble jornada en cualquier escuela. Tampoco el ítem zona del 100% marca un número significativo en la en la cuenta final.

«A veces se critican a los docentes que faltan o no cumplen con sus funciones, pero son una minoría. Deseamos que se conozca la realidad sobre el esfuerzo que hacen los maestros y cómo están los chicos donde pese a las dificultades se les brinda lo mejor», dijo.

El eje de la comunidad

En la zona es el lugar más respetado y centro de la comunidad, donde van a pedir soluciones y donde se hacen festejos y fiestas patronales. Además la posta sanitaria está cerca de ella también.

Por eso, cuando ocurrió el incendio Nº 8-699 “Por los Senderos de la Patria”, ubicada en el puesto La Josefa, en Santa Rosa , el 22 de abril pasado, activó la solidaridad de la comunidad. Trabajaron para recuperar dos grandes habitaciones del colegio para que pueda seguir albergando a los chicos de la zona.

En ese momento habían 14 alumnos, de entre 8 y 16 años, y 10 adultos, entre celadores y maestros. Se quemaron unos 20 colchones, unas 8 cuchetas, computadores, frazadas, libros, muebles, entre otras cosas.

Es el motor también de acciones solidarias por lo que también ayudan a las familias y a los chicos con ropas y alimentos que reciben de donaciones.

Fuente: https://www.elsol.com.ar/escuelas-albergues-como-es-la-educacion-en-lugares-rurales-e-inhospitos

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