Redacción: Euro News
Hoy, en el Día Mundial de la Población, la salud reproductiva centra el debate público. Los derechos reproductivos en Europa han avanzado notablemente en las últimas décadas en algunos de sus aspectos clave, principalmente en la planificación familiar de parejas e individuos, la facilidad de acceso a métodos anticonceptivos y la libertad reproductiva, sin coerción, ni violencia.
Sin embargo, la información sobre sexo y salud reproductiva tiene mucho camino por recorrer. En gran parte de Europa, la educación sexual todavía no es una materia presente de manera obligatoria en los planes de estudios de los colegios públicos.
En otros países, su elección es optativa o está incorporada dentro del temario de otras asignaturas, como educación para la vida familiar, biología o estudios humanos. Este es el caso de Bulgaria, donde impartir educación sexual no es obligatorio pero, sin embargo, afrontan una de las tasas de embarazo de jóvenes de entre 15 y 19 años más altas de toda Europa.
La ausencia del placer
Sin embargo, el placer sexual es uno de los grandes ausentes en los temarios de educación sexual. En los 21 países analizados por el último estudio de la Federación Internacional de la Planificación Familiar (IPPF) ninguno de ellos se incluía como una parte sustancial del temario. Por el contrario, el placer se explicaba de forma breve o en países como en Austria, Bosnia, Bulgaria, la República Checa, Macedonia del Norte o Letonia, ni si quiera se mencionaba.
Los temas más recurrentes en el temario de estas asignaturas son el embarazo y el parto, los métodos anticonceptivos, el VIH, aspectos biológicos y la conciencia sobre el propio cuerpo.
“El problema de la educación sexual es que se enfoca en prevención negativa y no resaltamos aquello positivo del sexo, como las relaciones saludables”, explica Raquel Graña sexóloga y youtuber española. “Cuánto más hablamos comportamientos negativos, más aparecen”, añade.
Según expertas como Graña, omitir el placer en las relaciones sexuales en la educación repercute principalmente en las mujeres. “El modelo normativo establecido por el patriarcado es el coitocentrista, que impone que se debe llegar al orgasmo a través de la penetración y, si no se consigue, es que algo está mal”, afirma la sexóloga.