América Central/El Salvador/16-07-2021/Autora: Susana Joma/Fuente: www.elsalvador.com
A José Rafael Martínez Martínez, licenciado en Educación Especial, la pandemia le obligó a cerrar un emprendimiento en el que durante 7 años puso alma y corazón atendiendo niños, pero también le dio un nuevo sueño: crear un espacio en donde los pequeños hijos de familias de escasos recursos reciban terapias educativas, conductuales y físicas, de forma gratuita.
En 2020, este educador pasó seis meses muy duros, en los que no solo estaba preocupado por la falta de ingresos, ansioso por encontrar un empleo para sostener a su familia, sino también triste, abrumado y frustrado, porque, según dice, luego de tantos proyectos que había realizado, de tantos niños a los que habían ayudado, quería volver a sentirse útil.
Sin embargo, un día, llegado el mes de agosto, este dinámico docente, nacido en el seno de una familia muy trabajadora, que siempre se ha esforzado, halló una salida laboral.
“Me volví a inspirar y me decidí, me dije ‘bueno lo mío son los niños, aquí hay mucho que hacer’; entonces empecé a salir a atender (a domicilio a) un niño, luego dos, luego tres y con lo que volví a tener de ingresos empecé a reunir material”, explica el docente, de 33 años y padre de dos niños.
En este nuevo comienzo ha entrado en contacto con otras realidades, atendido a infantes que viven de extremo a extremo, como por ejemplo Soyapango, Mejicanos, Santa Elena y Santa Tecla; algo que lo llevó a plantearse la idea de lanzar otros proyectos para ayudar a niños cuyos padres no tienen dinero para poder costearles terapias que necesitan.
“Sacar un niño adelante en estas condiciones más o menos le cuesta mil dólares si lo quiere hacer bien; y estoy hablando de terapias a groso modo, dos o tres veces por semana. Eso extra a la escolaridad, porque necesitan terapia física, educativa, sensorial, de lenguaje, conductual. Son cinco terapias básicas para un solo chico y a eso agréguele alimentación, estudio, medicina”, cita como ejemplo.
Rafael, quien se graduó de la Universidad Evangélica y ha sido parte de la Asociación Suzuki de El Salvador, dijo que la idea del proyecto tomó fuerzas al enterarse de que hay niños que no han podido continuar terapias presenciales en los pocos centros gubernamentales o privados existentes, porque sus padres perdieron sus trabajos, o se les redujeron sus ingresos y no los pueden movilizar sin que corran riesgos por contagios.
“Me enteré de varios casos de allegados, cercanos, que habían suspendido las terapias, que estaban en su casa; de que la teleducación no funcionaba con ellos a groso modo, porque tenerlos frente a la pantalla atentos es difícil, y más que capten las instrucciones. A algunos sí les funciona, a los que yo conozco pues no tanto y entonces decidí actuar”, señala.
Con su experiencia y vocación, Rafael Martínez dice que, personalmente y pedagógicamente, no comparte la idea de la enseñanza virtual para los niños de primaria o Parvularia, mucho menos aquellos que necesitan atención especializada, sobre todo porque ya está comprobado que el tiempo de atención de un niño presencialmente son de 5 a 10 minutos, así que de forma virtual es menos provechoso.
Subraya que si bien algunos de los niños que son tratados en centros de rehabilitación gubernamental han vuelto a terapias, estas les quedan demasiado espaciadas, algunas son cada quince días, debido a que la demanda ha crecido.
“Como ciudadano veo que hay una posibilidad de actuar y entonces no me puedo quedar indiferente; yo lo estoy intentando, quizás por juventud, quizás por convicción. Por vocación no podía yo decir ‘ah bueno que queden a su suerte, que Dios les acompañe’. Pienso que no, que había que hacer una diferencia”, afirma.
Los inicios
Es así como bajo la sombra de la Fundación Inspiración para el Desarrollo Pleno de Personas con Discapacidades, una organización sin fines de lucro que una madre de familia y él crearon hace dos años, es que ha empezado el denominado “Proyecto Junio”, en el cual, poniendo de su propio bolsillo, ha atendido inicialmente a dos niñas gemelas y a un niño, los tres con diagnóstico del espectro autista.
“Ahora la Fundación ha lanzado este primer proyecto, pero como no teníamos recursos por la inactividad, pues de lo que yo tenía he compartido y a las personas que yo conozco les he tocado su corazón, se han inspirado, me lo han abierto y han colaborado”, cita.
Martínez Martínez explica que en este momento trabaja con estos tres pequeños los viernes por la tarde, en un aula lúdica que le ha prestado temporalmente la directora del kínder Happy Angel’s.
Así, cada viernes él hace una pausa en su agenda de trabajo regular para poder atender de forma gratuita la terapia educativa y conductual con estos pequeños; mientras la madre de las dos niñas colabora con darles la terapia física.
“Alquilamos un microbús y los pasamos a recoger a sus casas para evitar el costo del transporte (a los padres de familia). Luego los honorarios nuestros no los cobramos y si (un día) los cobráramos la idea es reinvertirlos, porque necesitamos material”, manifestó.
El joven maestro, en su carácter de vicepresidente de la Fundación, señala que el reto inmediato que tienen con el “Proyecto Junio” es lograr continuar dando el servicio durante los siguientes meses, tanto a estos como a otros niños de escasos recursos que se han quedado sin recibir terapias.
“Ahorita (los padres de familia) no están cancelando nada, nada de nada, todo se les da”, detalla.
Precisa que, en aras de lograr su objetivo, necesitan recaudar fondos para comprar los materiales que se usan para trabajar con los niños, también para seguir pagando el microbús que lleva y trae a los infantes, además para comenzar a pagar por el uso del aula, dado que el kínder también atraviesa una situación financiera difícil.
“Nosotros estamos colaborando con el pago de una cantidad simbólica (por el uso del aula) que son 25 más IVA la tarde, la hora. Es bastante simbólico, pero las bondades que nos ofrece ese espacio es que tiene un aula lúdica en donde ya hay material; motor fino, clasificación, casas para jugar a la socialización con muñecos como papá, mamá y eso”, expone.
Sus planes de atender más niños también se enfrentan con el hecho de que el costo de transporte se aumentará.
“Me cobran actualmente $35 dólares por servicio de recoger a cada uno, porque es una vez por semana. Pregunté cuánto sería semanal y me dicen que andaría entre los $50 y $60 dólares por niño, llevándolo de la casa al lugar y del lugar a la casa, o sea que sí se me incrementaría bastante”, comenta.
Martínez Martínez, quien también ha ejercido como docente universitario y tiene un diplomado como terapeuta conductual, expuso que han lanzado una campaña de recaudación de dinero en su cuenta oficial de redes sociales, así como en la de la Fundación Inspiración.
Entre las cosas materiales que necesitan están pelotas bobath; escalera de entrenamientos deportivo; arcos de entrenamiento; conos de PVC de 30 centímetros; colchonetas terapéuticas de rehabilitación física; aros de fortalecimiento de agarre, alfombras de foamy de 50 por 50 centímetros y huellas plásticas de entrenamiento de marcha.
De igual forma requieren cubrir la adquisición de materiales de limpieza y desinfección para mantener los protocolos de bioseguridad, como es el caso del alcohol gel, alcohol líquido, toallas húmedas, termómetro digital, pediluvio, virex líquido, mascarillas quirúrgicas para niño y para adulto.
Este educador visionario contempla en un futuro, siempre a través de la fundación, apostarle a la formación y capacitación de otros docentes para que puedan atender a más niños, echando mano de especialistas del extranjero.
Las personas interesadas en obtener información o donar para el proyecto pueden escribir al correo inspiracionorg@gmail.com, o apoyar entrando en esta dirección web: https://gofund.me/83fe0765.