América del Sur/Chile/09 de agosto de 2016/ Fuente: latercera
El aporte de la neurociencia en educación es innegable. Pero muchas creencias, como el efecto Mozart, se propagan sin base científica y se asumen ciertas. Y no todas lo son.
En 1993, en la revista Nature, investigadores del Centro para la Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la U. de California, Irvine (EE.UU.), publicaron un estudio con insospechadas repercusiones.
El trabajo decía que, después de oír por 10 minutos la sonata para dos pianos K448 de Mozart, un grupo de universitarios tenía mejores resultados en un test de razonamiento espaciales, con un coeficiente intelectual (CI) de nueve puntos sobre otros estudiantes que escucharon una cinta para relajarse. Efecto, decían los expertos, que desaparecía a los 15 minutos.
Pero en 1994 el New York Times publicó que “escuchar a Mozart en realidad te hace más inteligente”. En 1997, Don Campbell publicó el libro El Efecto Mozart: experimenta el poder transformador de la música. Luego, en 1999, el gobernador de Georgia, EE.UU., Zell Miller, gastó US$ 105.000 en CDs de Mozart para niños del estado.
Nacía el llamado “Efecto Mozart” o que escuchar música de Mozart elevabA el CI de los bebés. En la década siguiente se vendieron dos millones de CDs bajo ese nombre. Pero es un neuromito, es decir, “un error de interpretación generado por una mala-lectura o mala-cita de hechos científicamente establecidos, los cuales son aplicados en educación u otros contextos”, definió en 2002, el proyecto “Cerebro y Aprendizaje” de la Ocde.
Este tipo de mitos inquieta a expertos chilenos, quienes han decidido estudiar el fenómeno. Pedro Maldonado, del Centro de Neurociencia de la Memoria de la U. de Chile, dice que la neurociencia (conjunto de disciplinas que estudian el sistema nervioso) ha hecho avances importantes en las últimas décadas. Este conocimiento es deseable que se traslade al aula, pero siempre considerando que se logró en condiciones especiales. “Es irresponsable tomar esos estudios y hacer recomendaciones a los profesores. Un ambiente educacional es diferente al laboratorio”, dice este neurocientífico.
Estudio en Chile
Aún así, están muy presentes en el mundo educativo, revela un estudio preliminar, y aún en desarrollo, de Paulo Barraza, doctor en sicología y especialista en neurociencias cognitivas del Centro de Investigación Avanzada en Educación (Ciae). La investigación abarca a 24 profesores, además de 28 estudiantes de pedagogía, y revela cuatro mitos.
El 91,7% de los profesores y el 96,4% de los estudiantes de pedagogía encuestados creen cierto el neuromito que plantea que estudiantes aprenden mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido (auditivo, visual, kinestésico). El investigador del Ciae indica que para comprobar que es falso, se puede evaluar el estilo de aprendizaje de los niños y determinar, por ejemplo, que la mitad tiene un aprendizaje más visual y el resto auditivo. “Luego si se mezclan al azar y dos profesores que no saben eso, enseñan una materia uno en un sistema visual y el otro auditivo, la clase tendrá buen rendimiento en ambos”.
Otro neuromito es que los ambientes con muchos estímulos mejoran el desarrollo cerebral de preescolares (91,7% de los profesores y el 78,6% de los estudiantes de pedagogía lo cree). Nace, dice, de un estudio que comparó desarrollo en ratas, unas en ambiente empobrecido sólo con un bebedero, y otras con ruedas de ejercicios. Éstas últimas tuvieron mejor desarrollo. “Pero emularon el ambiente normal de una rata. Los ambientes emprobrecidos afectaban a las ratas, que es hablar de niños desnutridos o en ambientes aislados, pero no quiere decir que un ambiente enriquecido sea mejor a uno normal”.
Otro es pensar que sesiones cortas de ejercicios de coordinación motriz mejoran la integración de funciones cerebrales de los hemisferios izquierdo y derecho (91,7% de los profesores y el 64,3% de los estudiantes de pedagogía). “No hay estudios que prueben que los ejercicios ayuden”, indica Barraza.
Además, 83,3% de los profesores y el 85,7% de los estudiantes de pedagogía encuestados creen que las diferencias en la dominancia hemisférica (cerebro izquierdo, cerebro derecho), explican diferencias individuales entre estudiantes. “Los estudios dicen que los hemisferios no funcionan por separado, sino que operan en red”, dice.
Barraza advierte que hoy los profesores están mal informados. “Porque detrás de ese conocimiento hay personas que no son científicos. Empresas que toman estos neuromitos los empaquetan y se los venden a los colegios. Lucran con eso, cobran 10 UF por profesor en seminarios y los colegios invierten en eso, sin mirar el currículo de quién los imparte”.
Fuente: http://www.latercera.com/noticia/tendencias/2016/08/659-691839-9-cuatro-mitos-cientificos-sobre-el-aprendizaje.shtml
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