Africa, 23 de agosto de 2016/Fuente y autor: (IPS)/ Monique Barbut
gobierno de Namibia la Conferencia Africana sobre Sequía, realizada entre el 15 y el 19 de agosto en Windhoek.
– Comencemos con buenas noticias. El Niño más fuerte de los últimos 35 años está llegando a su fin. En 2015/2016 este fenómeno climático provocó sequías en más de 20 países. Hubo altas temperaturas, escasez de agua e inundaciones en todo el mundo. Pero las zonas más afectadas fueron África oriental y austral.
Para entender lo que esto significa para la población basta con ver las repercusiones en la inseguridad alimentaria, que afectó a unos 32 millones de personas en África austral. En todo el continente, un millón de niños y niñas necesitaron tratamiento contra la desnutrición severa.
Y aunque lo peor de la sequía está llegando a su fin, cerca de 75 por ciento de los expertos predicen que La Niña – el fenómeno complementario a El Niño y conocido por las inundaciones que trae – llegará a finales de 2016.
Es posible que las autoridades políticas y la población de África no sientan alivio alguno antes de que finalice el año. Pero entonces, una vez más, podremos volver a la normalidad, ¿verdad?
Albert Einstein dijo que una de las definiciones de locura es “hacer la misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Volver a la normalidad en este contexto se ajusta a esta definición de locura muy bien.
Sabemos que:
- Las próximas sequías de El Niño probablemente regresen periódicamente, cada dos a siete años.
- La extensión y gravedad de las sequías aumentarán. Esto se debe al cambio climático y el uso insostenible de la tierra. Los científicos calculan que la superficie terrestre que experimenta habitualmente condiciones de sequía crecerá de menos de cinco por ciento actual a más de 30 por ciento en la década de 2090.
- No se cumplirán las metas 6.4, 6.5 y 6.6 referidas a la escasez de agua incluidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
- Las consecuencias las sufrirán los pobres, que tienden a ser totalmente dependientes de los recursos naturales, como el agua y la tierra, para mantener a sus familias.
A menos que cambiemos de estrategia, cuando aparezca la sequía y las lluvias fallen, el futuro de los 400 millones de agricultores africanos que dependen de la agricultura de secano de subsistencia, por ejemplo, correrá peligro.
La agricultura de secano se practica en más de 95 por ciento de la tierra cultivada de África subsahariana. Y la escasez de agua podría costarle a algunas regiones hasta seis por ciento de su producto interno bruto.
A menos que cambiemos de estrategia, las personas se verán obligadas cada vez más a decidir si habrán de soportar el desastre de la sequía para luego reconstruir o si simplemente se irán. Obligar a nuestra gente a tomar estas decisiones difíciles es una forma de locura.
Especialmente si se puede romper el ciclo de desastres provocados por la sequía y la recuperación.
Ya hay avances. Brasil, Marruecos, México y Vietnam, por nombrar solo unos países, ahora implementan planes contra la sequía con un fuerte énfasis en la mitigación de riesgos y la preparación.
Y en las zonas donde la tierra fue recuperada en Tigray, Etiopía, los ecosistemas y la población parecen haber tenido mejores resultados en las últimas sequías relacionadas con El Niño que en otros lugares donde no se emprendió restauración alguna.
Pero queda mucho por hacer, ya que en 2050 una de cada cuatro personas – hasta 2.500 millones de seres humanos – estará viviendo en un país en riesgo de escasez de agua. Tenemos que prepararnos mejor y gestionar los riesgos de sequía de manera proactiva.
África ya ha hecho mucho, pero tiene que seguir atenta. La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación propone tres pilares importantes para tomar en cuenta.
En primer lugar, los sistemas de alerta temprana.
Declarar una sequía demasiado tarde puede tener un impacto devastador en las vidas y los medios de subsistencia. Sin embargo, la decisión de declararla puede ser muy subjetiva y sumamente política.
África se beneficiaría de un sistema eficaz de alerta temprana en sus países. Para eso se necesitarán buenos datos, además del conocimiento local y tradicional. El sistema proporcionaría información oportuna que se puede utilizar para reducir los riesgos y prepararse mejor para una respuesta eficaz.
En segundo lugar, vulnerabilidad y evaluación de riesgos.
Algunas personas y algunos sistemas son más vulnerables a la sequía como resultado de factores sociales, económicos y ambientales. Es importante combinar mejores pronósticos con un conocimiento detallado de la manera en que las geografías y las sociedades responden a la falta de lluvia.
¿Qué comunidades y ecosistemas están en mayor riesgo? ¿Por qué son vulnerables sectores importantes como la agricultura, la energía, el turismo o la salud?
A continuación, convierta ese conocimiento en una intervención temprana. Podemos asegurarle que será muy rentable.
En Níger y Mozambique, por ejemplo, los esfuerzos de intervención temprana y de generación de resiliencia reducirían el costo en 375 millones de dólares en Mozambique y 844 millones de dólares en Níger, cuando se compara con una respuesta humanitaria tardía a la sequía.
Por último, las medidas de mitigación del riesgo de sequía.
Hay cosas que se pueden hacer en un nivel muy práctico para reducir el riesgo, que si se inician de inmediato pueden ofrecer beneficios reales y tangibles a sus comunidades.
Los países africanos podrían considerar el desarrollo de sistemas de riego sostenible para los cultivos y el ganado y planes de captación o reciclaje de agua. Pueden explorar el cultivo de cultivos que sean más tolerantes a la sequía, ampliar los planes de seguros para los plantíos y establecer medios de vida alternativos que ofrezcan ingresos en las zonas propensas.
La inversión en la mejora de la gestión del suelo, por ejemplo, puede mejorar la seguridad del agua en las explotaciones agrícolas de 70 a 100 por ciento.
Esto daría lugar a mayores rendimientos y más seguridad alimentaria. En Zimbabwe, la captación de agua combinada con la agricultura de conservación mejoró los márgenes brutos de los agricultores de cuatro a siete veces y los rendimientos de la mano de obra de dos a tres veces.
Este es el tipo de gestión proactiva del riesgo de sequía que podría salvar vidas y el sustento de millones de personas, algo a lo que todos deberíamos aspirar.
La Conferencia Africana sobre Sequía es una ventana de oportunidad poco común para que el continente reconozca que el enfoque tradicional de “respuesta” a la sequía ya no es viable. Ha demostrado su ineficacia con demasiada frecuencia. En cambio, África podría provocar una revolución proactiva contra la sequía.
Al invertir en sistemas de alerta temprana y hacer frente a sus vulnerabilidades, medidas bien planificadas y coordinadas contra la sequía tendrán un efecto multiplicador positivo en todos los sectores y a través de las fronteras.
Nelson Mandela dijo una vez, “debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno para hacer las cosas bien”.
Es el momento oportuno. La adopción de medidas proactivas contra la sequía es lo que hay que hacer.
Traducido por Álvaro Queiruga
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2016/08/es-el-momento-oportuno-de-actuar-contra-la-sequia-en-africa/
Imagen: cdn.ipsnoticias.net/wp-content/uploads/2016/08/Adama-629×472-629×472.jpg