Asia/Afganistán/22 de septiembre de 2016/Fuente: tiempodehoy
Durante la noche han llegado más camiones al estacionamiento. Transportan colchones, bidones, cabras, ventanas, puertas… las pertenencias de familias enteras. Frente a ellos están sentados hombres, mujeres y niños que parpadean cansados ante el sol de la mañana. Miles de afganos aguardan estos días en los alrededores de Kabul, la capital afgana, a la espera de recibir algo de dinero de la ONU para comenzar una nueva vida en su país. Pero esa nueva etapa no será más que una vuelta a la guerra.
La mayor parte de la multitud de afganos que vuelve ahora desde Pakistán huyó durante las guerras de los años 80 y 90, ante la ocupación soviética y la resistencia sangrienta de los muyahidines y después de los talibanes. Regresan a un país, Afganistán, en el que los islamistas vuelven a expandirse y en el que cada año mueren más civiles. Durante décadas, Pakistán acogió a la mayor comunidad de refugiados afganos del mundo: cerca de 1,5 millones de ellos registrados ante la ONU y otro millón más que no lo está. El permiso de residencia de los registrados caducaba en diciembre, pero ha sido ampliado hasta marzo de 2017.
Desde hace meses, las relaciones entre Afganistán y Pakistán se encuentran en mínimos. Kabul acusa a Islamabad de apoyar a los talibanes, las conversaciones de paz con estos han fracasado y cada nuevo atentado intensifica la retórica antipaquistaní. Además, en Pakistán la ONU ha documentado miles de ataques contra afganos por parte de las Fuerzas de Seguridad. En medio de esa situación se ha desatado de repente un éxodo masivo de población. “Nadie lo vio venir”, afirma en Kabul un trabajador de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados.
El vicesecretario de la ONU para Asuntos Humanitarios, Stephen O’Brien, ha lanzado una petición de ayuda. Se necesitan 150 millones de dólares (135 millones de euros) para un millón de “personas desarraigadas por el conflicto”. Las estimaciones prevén que hasta diciembre regresarán a Afganistán 620.000 personas procedentes de Pakistán. A ellos se unen los desplazados internos producto de la guerra, unos 400.000 hasta final de año, 150.000 más de lo que había calculado la ONU en un principio.
Habibullah tiene 52 años. Antes de huir a Pakistán tenía un albergue pero el dueño del edificio no le prolongó el contrato y la Policía le registraba cada día en busca de dinero. Ahora, Habibullah vuelve con otros diez hombres al norte de Afganistán, a Kunduz, una de la provincias más conflictivas del país. Habibullah escapó cuando los soviéticos bombardeaban su pueblo para matar muyahidines. “Ahora, los estadounidenses bombardean mi pueblo para expulsar a los talibanes”, cuenta.
La ONU destina cada día un millón de dólares (895.000 euros) en efectivo a quienes regresan. Habibullah ha recibido 400 dólares (360 euros). “S0lo el camión cuesta 800 dólares”, explica. Además, necesita un techo y comprar tanta comida y madera como pueda.
A otros cientos de miles les va aún peor, ya que ese “dinero para el regreso” solo lo reciben quienes están registrados como refugiados ante la ONU. Los denominados “indocumentados” vuelven sin ayudas a un Afganistán desgarrado por la guerra. La ONG Norwegian Refugee Council, la mayor sobre el terreno, advierte de “consecuencias mortales”.
A pesar de todo, Afganistán impulsa el regreso de quienes viven en Pakistán, lo que supone un sorprendente giro de 180 grados. Durante años se insistió en que la vuelta de los afganos de Pakistán supondría una crisis social y de seguridad y en que no se podría garantizar la educación, atención médica o el trabajo. Pero desde principios de 2015 han vuelto más de 400.000 afganos, especialmente este año y sobre todo desde julio. Ese mes entró en vigor una mayor bonificación para los refugiados registrados que retornan. Además, el Gobierno afgano lanzó en julio la campaña “Mi país, mi maravilloso país”. Es tiempo de volver, aseguran los enviados a las comunidades afganas de Pakistán. Tiempo de construir juntos un nuevo país.
Un juego sangriento
Pero hay algo más tras este nuevo intento de atraer o expulsar a los afganos de Pakistán. Razones que convierten a los refugiados en piezas de ajedrez en las jugadas de política regional y de seguridad de los Gobiernos implicados.
Uno de esos motivos es que los talibanes están reclutando nuevos combatientes en los campos de refugiados de Pakistán. Ahora que los talibanes se están fortaleciendo, se “quiere eliminar esa influencia dañina”, afirman algunos funcionarios afganos desde el anonimato. Es un juego peligroso, ya que la mayor parte regresan a las volátiles provincias de Kunduz, Baghlan o Nangarhar, a las que además no llega la ayuda humanitaria.
Pakistán, por su parte, observa con gran escepticismo la floreciente cooperación del Gobierno afgano con India, su gran enemigo. Según trabajadores de la ONU, esto “tiene claramente consecuencias negativas para los afganos en el país” que se han puesto de relieve especialmente después de que Afganistán, India e Irán firmasen a finales de mayo un acuerdo para la construcción de un puerto común en territorio iraní que permitirá a Afganistán evitar los puertos paquistaníes.
Fuente: http://www.tiempodehoy.com/mundo/los-refugiados-afganos-regresan-a-la-guerra
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