Siria/10 noviembre 2016/Fuente: Unicef
Los niños de la República Árabe Siria ponen en peligro su vida cada día solo para ir a la escuela. Desde que comenzó el conflicto en 2011, se han producido más de 4.000 ataques a escuelas. En la provincia de Idleb, al norte del país, dos antiguos profesores han transformado una cueva desierta en una clase para que los estudiantes puedan continuar su educación en un lugar seguro.
DAMASCO, República Árabe Siria, 1 de noviembre de 2016. En la República Árabe Siria, ir a la escuela entraña peligros para muchos niños. Cada día, niños y profesores arriesgan su vida para llegar a una clase, mientras que las escuelas siguen siendo objeto de ataques. A pesar de ese peligro, ellos siguen haciendo todo lo posible para recibir la educación a la que tienen derecho. Sus historias están llenas de determinación y resiliencia.
Una de esas historias procede de una zona rural de la provincia de Idleb, al norte de Siria. Casi todos los niños que estudian en esta escuela escaparon hace más de un año de la violencia de Hama, una provincia rural del norte, y encontraron refugio en cuevas y tiendas de campaña distribuidas por esta zona rural.
El año pasado, algunos de los niños que vivían en la zona rural de Idleb tuvieron la oportunidad de ponerse al día con la educación que habían perdido. Ahmad* y su mujer, que eran profesores en Hama antes de tener que desplazarse, encontraron una cueva desierta que acondicionaron y convirtieron en escuela. “Empezamos con los niños que vivían más cerca y cada vez fueron llegando más. Ahora tenemos casi 120 estudiantes”, cuenta.
© UNICEF Syrian Arab Republic/2016/Ashawi |
Muhammad, de nueve años, salió de su ciudad, en Hama, hace 10 meses. “No podía ir a la escuela por los bombardeos, y teníamos miedo de los aviones. Echo mucho de menos a mis amigos y espero poder regresar a nuestra antigua escuela”. |
El creciente número de estudiantes de la escuela es una prueba de la determinación que tienen los niños para aprender a pesar de las terribles dificultades que han tenido en su contra. “Ahora estamos recibiendo tantos niños que hemos dividido la jornada en distintos turnos, por edades”, explica Ahmad. “La cueva era demasiado pequeña para poder acogerlos a todos, así que ahora ofrecemos horarios distintos para que sean los niños pequeños quienes vengan primero a aprender el alfabeto; más tarde, los mayores, que ya han ido a la escuela, aprenden acerca de otros temas”.
Dirigir una escuela en una cueva tiene algunas desventajas. “Durante el pasado invierno, la cueva se inundó y pensamos detener el proyecto, pero los niños insistieron en que continuáramos y nos mudamos a una tienda mientras la cueva se secaba”, cuenta Ahmad. “La escuela es muy primitiva, pero al menos protege a los niños de las bombas”.
Para los niños que van a clase, es una experiencia agridulce. Muhammad, de nueve años, dejó su ciudad, en Hama, hace 10 meses. “No podía ir a la escuela por los bombardeos y teníamos miedo de los aviones. Echo mucho de menos a mis amigos y espero poder regresar a nuestra antigua escuela. Allí al menos teníamos pupitres. Ahora tenemos que sentarnos en el suelo, que nos hace daño en los pies y la espalda”, sostiene.
“Yo aprendo árabe, inglés y matemáticas, y a veces juego con mis amigos”, dice Nadia, también de nueve años. “Esta escuela no tiene mucha luz, pero aquí no pasamos miedo”.
© UNICEF Syrian Arab Republic/2016/Ashawi |
Samah, de nueve años, en la cueva hecha escuela. “Echo mucho de menos mi antigua escuela. También echo de menos mi pueblo y nuestra casa. Pero aunque no tengamos clases ni pupitres, los profesores son muy buenos. Ojalá termine la guerra y pueda regresar a mi casa y a mi escuela. Echo de menos la vida de antes de la guerra”. |
La educación, hecha realidad
Para muchos niños sirios la educación es un recuerdo lejano, porque el conflicto les ha costado cinco años sin poder recibirla. Para otros, es una palabra que escuchan y que no saben muy bien qué significa, pues nunca han visto el interior de una clase. Para todos ellos, la educación sigue siendo una ambición.
En el mundo real de hoy en la República Árabe Siria, una de cada tres escuelas no funciona. Las que siguen en marcha carecen de personal de enseñanza adecuado y no disponen de agua ni de instalaciones de emergencia. Muchos niños han muerto o han resultado heridos a causa de los ataques. Viven con miedo constante porque no saben cuándo será el próximo.
En Idleb, Ahmad y su mujer continúan trabajando extraoficialmente y en circunstancias terribles. “Nos enfrentamos a muchas dificultades”, asegura Ahmad. “Necesitamos muchas cosas: libros de texto, cuadernos, ropa, mochilas y demás material de educación”, explica. “Los niños son los únicos que pierden en esta guerra”, asegura Ahmad. “Si no hacemos nada por ellos, también perderán su educación.
*Se ha cambiado el nombre para proteger su identidad
UNICEF acaba de lanzar una campaña de regreso al aprendizaje con el objetivo de atender a 2,5 millones de niños, entre ellos 200.000 que viven en 59 zonas asediadas y aisladas de Alepo: Hasakeh, Hama, Homs, Idleb, Raqqa y Damasco rural. UNICEF proporcionará material escolar y educativo y mochilas para los niños. Como parte de la campaña, se realizará una movilización social para animar a los padres a mandar a sus hijos a la escuela o disfrutar de las oportunidades de aprendizaje alternativo en aquellas zonas donde no funcionan las escuelas.
UNICEF está ayudando a más de 1.200 jóvenes y entregados voluntarios a llevar a cabo una campaña masiva de puerta a puerta para realizar una cartografía de las cifras y la situación de los niños que no van a la escuela, determinar por qué no van y ayudarlos a ellos y a sus padres con información sobre sus derechos en materia de educación y los procesos simplificados para la matriculación escolar.
Fuente: https://www.unicef.org/spanish/infobycountry/syria_93001.html