La filosofía Reggio Emilia o donde los niños aprenden lo que experimentan

3 de enero de 2017/Fuente: Cadena ser

Algunos especialistas le llaman la pedagogía del asombro porque ofrece una nueva mirada sobre el niño. Dos profesores por aula encargados de crear contextos educativos y talleres artísticos son algunas de las características de este enfoque nacido al norte de Italia después de la Segunda Guerra Mundial cuando las madres viudas buscaban un lugar de calidad para sus hijos.

Un niño de poco más de 2 años se mete dentro de una caja de madera. Otro desde fuera se acerca y le dice: «tu estás dentro, yo fuera». Acaba de aprender dos conceptos valiosos. Por sí mismo. A partir de su experiencia y de una forma natural. Un conocimiento que le abre la puerta a otro y así sucesivamente. Se produce de forma espontánea.  El profesor David Brierly explica que la emoción es imprescindible para aprender: «Se recuerda lo que siente, y eso se convierte en experiencia».

El maestro es el encargado de crear un contexto educativo; es decir, un entorno adecuado para el aprendizaje. A partir de ahí, el niño manipula a su aire lo que le permite hacer descubrimientos. El ambiente se convierte en una herramienta más. Esta es unas de las bases de la filosofía Reggio Emilia. Algunos especialistas la llaman la pedagogía del asombro. «El protagonista es el niño, ya es un ciudadano en sí mismo con derechos como ser escuchado. Nace con competencias, con curiosidad y es un investigador nato. Se trata de cambiar la mirada», explica Carola Di Marco, formadora en España de Reggio Emilia, de la Escuela Infantil Reggio en Madrid.

La misma arquitectura y el espacio son fundamentales, se pone cuidado en la estética porque se considera un derecho. En las clases, siempre hay parejas educativas. Dos personas por aula que permite el trabajo en pequeños grupos para observar mejor. «Logramos que haya dos perspectivas que ayudan a entender mejor al niño y a no etiquetarle. Fue una revolución cuando el pedagogo Loris Malaguzzi quiso poner en cada aula dos profesores», cuenta Di Marco.

Malaguzzi fue la persona que estructuró este enfoque educativo que nació al norte de Italia, en la localidad de Reggio Emilia de unos 170.000 habitantes. Después de la Segunda Guerra Mundial numerosas mujeres se habían quedado viudas. Tenían que trabajar fuera de casa  y buscaban un lugar donde poder dejar a sus hijos. Decidieron unirse para formar escuelas autogestionadas a cargo de un grupo de maestros. Era la primera vez que la educación no estaba en manos de la Iglesia católica.  «En esta zona de Italia siempre ha habido mucha inquietud y se ha considerado que la educación es lo que hace al hombre libre. Fueron años duros en los que sacaron dinero de donde pudieron para mantener sus escuelas. Hasta vendieron la chatarra de los tanques alemanes», explica Carola Di Marco.

En los años 60, el Ayuntamiento se hizo cargo de la gestión con una red de escuelas. Se creó un gabinete a cargo del pedagogo Loris Malaguzzi. En la actualidad, hay alrededor de 80 escuelas y la mayoría son públicas.

El taller en las aulas

El taller es una de las esencias de este enfoque educativo. El encargado es siempre un artista, ya sea bailarín, músico o pintor, encargado de poner en duda lo preestablecido e invita a trabajar con otros materiales en el aula. «Ofrece otros contextos e invita a investigar. El niño tiene 100 lenguajes, pero los adultos les arrebatamos 99 porque les decimos todo el rato lo que tienen que hacer o cómo deben actuar. Les quitamos las posibilidades de ser ellos mismos y gracias al taller y a los recursos del arte, el niño puede hablarnos», cuenta Di Marco. Se ofrecen todo tipo de materiales para manipular, hasta cámaras o microscopios. «El cambio está en el rol del maestro que aprender con él. El profesor es el observador de los procesos cognitivos del niño», concluye.

Unos niños juegan en la Habitación de Colores
Unos niños juegan en la Habitación de Colores / Escuela Infantil Reggio

En Italia, existe un Centro de Reciclaje Creativo (Remida) donde las empresas llevan el material que ya no utilizan. Los profesores acuden a seleccionar lo que necesiten para sus clases. «Hay que dejarles ser y no interrumpirles. Los adultos estamos predispuestos a ver lo que conocemos y no dejamos hacer. Al construir el niño su mundo nos va a soprender», cuenta la coordinadora de la vida de la Escuela Reggio, Cristina Miguel.

Los proyectos nacen de lo cotidiano

Partir del interés del niño en una de las claves. Así que se crean los proyectos sobre los que trabajan y que luego se documentan. Nacen de lo cotidiano. Desde una sombra que llama la atención o de las distintas formas que adopta la luz. «Se suele pensar que trabajar por proyectos es proponer un tema desde el punto de vista del adulto y esa manera de trabajar es artificial», apunta la formadora partidaria de respetar las afinidades del niño.

«Un mismo material puede convertirse en cosas muy distintas», explica Di Marco que destaca la importancia de la labor de documentación de los profesores. «Lo que no se ve no existe, no tiene sentido hacerlo si no hay un adulto que documente. Se documentan los proyectos, no lo puedes programar todo y tomas nota de lo que pasa. Observamos y con una mirada profesional le damos un valor. Gracias a la documentación se puede dar la formación.

Investigación con luces.
Investigación con luces. / Escuela Infantil Reggio

La relación con la familia

La escuela es un derecho y una responsabilidad tanto de la familia como de los profesores. La directora de la Escuela Infantil Reggio, Eva Martín, explica que existe un contacto directo que no se acaba con el horario escolar y organizan actividades para toda la familia. Intenta que la escuela salga a la calle y organizar exposiciones con los trabajos de los alumnos.

Eva puso en marcha la escuela hace 7 años. La crisis no ha impedido que saliera adelante y hoy cuenta con veintitrés personas a su cargo. Convencida del poder transformador de la educación en la sociedad, tiene muy claro el papel del maestro: «Interviene todo el tiempo en un sentido latente, es el que crea un espacio y observa. Hay una presencia, pero no una invasión. Se trata de crear un contexto educativo de calidad teniendo en cuenta el momento evolutivo y las características del niño que tienes delante. Un derecho fundamental es que los niños se colocan en igualdad con ellos. La educación convencional pone una gran distancia de roles entre alumno y profesores. Aquí el maestro acompaña e interviene desde el principio. Para crear un vínculo seguro, hay que tener en cuenta las necesidad del niño y no la del adulto», concluye Eva.

Una niña mira a través de un cilindro de cartón.
Una niña mira a través de un cilindro de cartón. / Escuela Infantil Reggio

Reggio Emilia es un enfoque, una filosofia que impregna la enseñanza y  no cuenta con materiales propios como otros métodos como el Montessori. En pleno debate educativo, las formas de enseñar alternativas despiertan el interés de los educadores en nuestro país.

Fuente: http://cadenaser.com/ser/2016/12/16/sociedad/1481887887_887255.html

Imagen: cadenaser00.epimg.net/ser/imagenes/2016/12/16/sociedad/1481887887_887255_1482151631_sumario_normal.jpg

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