150 personas viven hoy en el mayor barrio okupado del Estado español Errekaleor, tres años de okupación y autogestión en Vitoria

Por: Enric Llopis
El barrio de Errekaleor (río Seco) empezó a construirse en la década de los 50 del pasado siglo en la periferia de Vitoria, en un contexto de desarrollo industrial. Se trataba de un barrio obrero, habitado en buena parte por el proletariado inmigrante que provenía de Castilla y León, Extremadura y Andalucía; desde primera hora Errekaleor se destacó por una identidad fuerte. Fue una cooperativa de la iglesia católica –“El mundo mejor”- la que dio el impulso inicial al barrio en pleno franquismo. Como en otras ciudades de la época, la Asociación de Vecinos se implicó en las luchas de los años 60 y 70 por mejoras en el barrio. Los 90 fueron los de la criminalización y el “gueto” -sobre la barriada se arrojó este baldón-, en parte vinculado a la población de etnia gitana. Con el nuevo milenio, el Ayuntamiento de Vitoria comenzó a promover planes urbanísticos con la idea de “regenerar” la zona y hacer de ésta, en plena expansión de la ciudad, un símbolo de la “modernidad”. Se empezó a realojar a vecinos de Errekaleor en otros puntos de Vitoria, mientras los resistentes se constituían en plataforma de afectados. Cuando los actuales vecinos hacen un ejercicio de memoria histórica, subrayan las presiones y estrategias de “mobbing” inmobiliario desplegadas por el consistorio.

Hoy es el barrio okupado de Errekaleor, el mayor del Estado español autogestionado por los vecinos. Un grupo de activistas y miembros de la asamblea han informado del proyecto en el Centro Social Okupado y Anarquista L’Horta de Benimaclet (Valencia). La historia reciente de la barriada empieza el tres de septiembre de 2013. Ese día un grupo de diez universitarios ocuparon el portal 26 –de seis pisos- en el barrio vitoriano. “Fue la primera okupación, llaves en mano, tras contactar con la plataforma de afectados de Errekaleor”, recuerda Jonde, quien vive en el barrio y participa en la asamblea desde septiembre de 2014. El grupo pionero de activistas empezó a organizarse de manera comunitaria y a colaborar con las familias que aún vivían en el barrio. Desde entonces hasta hoy, “cada vez hay más gente okupando en un proyecto que se expande”, apunta Jonde. “No se han producido intentos de desalojo”. Con las llaves en mano del cine y el frontón, los jóvenes se fueron abriendo camino e insuflando vida a la barriada: en el verano de 2014, ya vivían unos treinta okupas. Entre los episodios de resistencia y victoria, destaca el rechazo en marzo de 2015 a los cortes de luz en las viviendas que realizaban los técnicos de Iberdrola, tras los correspondientes informes municipales. Regía entonces el Ayuntamiento de Vitoria Javier Maroto, del PP. El consistorio alegó riesgos para la seguridad de los vecinos. Se convocaron protestas y “sentadas” ante la actuación primero de la policía local, y después de la Ertzaintza. ¿Qué estaba ocurriendo? “En el fondo se trataba de una estrategia de desgaste para que abandonáramos el barrio, desde entonces no se ha producido un ataque tan directo”, sostienen fuentes de la asamblea. Además, “el PP dejó hacer, pero quien estaba detrás de todo era el PNV, que se hallaba al frente del ejecutivo vasco”.

Actualmente está pendiente de resolución judicial el litigio sobre el iniciático portal 26. Viven en Errekaleor unas 150 personas, en el que se considera un punto de referencia para los movimientos sociales de la ciudad. El barrio cuenta con 192 viviendas distribuidas en 32 portales, de los que 28 se mantienen hoy okupados. No se reproduce un patrón único en los bloques de viviendas. En algunos casos viven personas solas, otras veces en pareja, aunque también en comunidad o en familias. Por ejemplo existe un bloque habitado sólo por mujeres. Irune, de 29 años y desempleada, vive en Errekaleor y participa en la asamblea desde hace un año. Destaca como uno de los logros que las mujeres hayan empezado a reunirse y “trabajar el feminismo”. El colectivo de mujeres ha organizado conciertos, charlas de formación, cenadores feministas abiertos, actividades musicales y de poesía. “Necesitamos nuestro espacio, todavía queda mucho para que éste sea un barrio feminista”, sostiene la joven, que destaca lo que personalmente le aporta vivir en Errekaleor: “Poder realizarme a mí misma, saliéndome de lo que te ofrece una ciudad como Vitoria-Gateiz”. En el mercado de las capitales Vitoria se “vende” como una ciudad “verde”, peatonal y con una destacada movilidad sostenible. Sin embargo la activista, natural de Pamplona, niega que haya tantas diferencias: “Se ‘vende’ mucho más de lo que realmente es”.

A las personas que quieren entrar en el barrio, les recibe el grupo de trabajo Ongi Etorri (“Bienvenida”). Se les explica las características del Errekaleor okupado: un territorio feminista, anticapitalista y euskaldún. Además se trata de un proyecto político, que trasciende la mera necesidad de vivienda. “Aunque también sea muy importante cubrir las carencias de la gente”, subraya Jon, quien llegó al barrio en julio de 2016 procedente de San Pedro de Alcántara (Marbella). “Aquí hay mucho ‘kurro’ por hacer, y eso ya supone un primer filtro”, añade. Se refiere a que muchas de las casas albergan escombros, les faltan los grifos y las ventanas o están tapiadas. Es lo que explica la organización de talleres de fontanería, electricidad o la actividad del grupo Azpiegitura (Infraestructura), que trabaja en el mantenimiento de cubiertas, fachadas y en general de todo el barrio. También entra material desde el exterior. Así, tras cerrar el negocio, una imprenta de Vitoria les ha donado las máquinas e incluso el papel. Mientras, proliferan las actividades. El cine-fórum proyecta “El séptimo sello”, de Ingmar Bergman (en una sala con más de cien butacas, ya adecuada); en la “Tienda Gratis” pueden realizarse intercambios de ropa y el fin de semana está prevista la actuación de un grupo vitoriano de Hard Core. La biblioteca continúa operativa. Algunas de las actividades lúdicas tienen lugar en el frontón cubierto, cuya pista es la segunda en dimensiones de Álava. Además de las partidas, en el frontón se puede practicar el boxeo y la bicicleta en pista.

La memoria histórica también está presente en las reivindicaciones de los okupas. Una de las personas más recordadas es Barroso Romualdo, vecino de Errekaleor y uno de los cinco asesinados por la policía armada en Vitoria, el tres de marzo de 1976. Tenía 19 años. Cuatro décadas después, el grupo de comunicación organiza charlas, presentaciones del proyecto en otras ciudades, atiende a los medios informativos y en alguna ocasión ha convocado ruedas de prensa. Ainhoa, de 23 años y procedente de Lekeitio (Bizkaia), es miembro del colectivo. “Intentamos obtener información de todo lo que se ‘mueve” en el ayuntamiento y promover estrategias de comunicación sobre cómo llegar a la gente”, explica. Ainhoa participa en el grupo de formación que lee y debate textos de teoría política desde octubre. “Somos entre diez y quince personas, pero no se trata de algo académico; ahora estamos con la lectura y puesta en común de Marx”. Otro activista de la asamblea que se ha desplazado a Valencia es Kauldi, del grupo de cultura. Son diez personas. Una de las primeras iniciativas consistió en el llamamiento a los artistas de Gasteiz para conocerse y constituir un colectivo. En dos años organizaron tres exposiciones sobre fotografía y diferentes técnicas de pintura. Para tales cometidos hacen uso del Gaztetxe.

En la primera exposición participaron una veintena de artistas de Vitoria. En la segunda –titulada “Intrahistorias”, en noviembre de 2016-, mostraron sus fotografías y pinturas con las experiencias de viaje. En enero el Gaztetxe acogió la obra de 25 creadores de la ciudad, en una muestra titulada “What is revolution?”. Se trataba de exponer, mediante vídeos, poesía, música, fotografías y pintura, el punto de vista particular sobre la revolución. El objetivo de las actividades es “conocernos, que los artistas vengan a Errekaleor y generar una contracultura ‘alternativa’ a la institucional”, argumenta Kauldi. El portal número cinco se adecuó para que los creadores pudieran producir su obra y organizar talleres. Recientemente se ha impulsado también en el barrio un grupo de teatro. Las tareas se extienden a todas los ámbitos de la vida cotidiana. Hay un colectivo que elabora tres veces a la semana el pan –integral y blanco-, del que una parte se vende en dos bares de la ciudad (uno en el centro y otro próximo al barrio). Los vecinos del Errekaleor okupado lo pueden adquirir un euro más barato en el centro social, donde también se pueden comprar yogures y productos de una huerta autogestionada de casi una hectárea, que en invierno produce ajos, cebollas, acelgas o alubias. El barrio también dispone de una guardería, y hay un grupo que trabaja en el gallinero. De este modo se va construyendo y ampliando la autogestión.

  • Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222760
Comparte este contenido:

Enric Llopis

Periodista