Argentina/29 mayo 2017/Fuente: La Izquierda Diario
Las pasadas por cursos pueden romper con el rutinarismo, y volverse un debate. La educación pública en las que nos quieren hacer «caer», la Iglesia que se quiere meter.
El pasado día lunes, en el IES Nº 1 “Dra. Alicia Moreau de Justo”, en una pasada por curso, surgieron algunos temas interesantes que no podemos dejar de mencionar. Intervinimos con algunas preguntas en un curso de la carrera de psicopedagogía, preguntandole a las y los estudiantes, cuánto tiempo dedicaban a trabajar, cuántos son madres y padres, y cómo organizan sus horarios para estudiar y por supuesto, vivir.
Entre las cuestiones que que desarrollaban los estudiantes, estaba el tema del cuidado de los hijos y lo difícil que resulta dedicarles tiempo. Todas las compañeras que hablaron, dijeron trabajar entre ocho, nueve, ¡hasta doce horas! Algunas de ellas, inclusive, mencionaron la jornada laboral que les implica también el hogar, y los malabares que deben hacer para estudiar. Desde la Agrupación 9 de Abril (Juventud del PTS junto con estudiantes y docentes independientes), planteamos la necesidad de que las madres y padres que estudian en los terciarios, tengan la posibilidad de tener jardines donde sus hijos puedan estar para que no tengan que abandonar sus estudios. Si los $4.200 millones de pesos que destina el Estado para la educación privada y católica se destinase a la construcción de jardines maternales e infantiles en todos los terciarios, esta realidad de miles de madres y padres que estudian, sería otra. A propósito de la falta de presupuesto destinado por el Estado a la concreción de este reclamo, denunciamos la gran cantidad de dinero que desde la dictadura se le otorga a la Iglesia Católica.
Con el apoyo de los partidos mayoritarios en el Congreso Nacional, todos los gobiernos protegieron la inmunidad del clero: mantuvieron las disposiciones de la dictadura (como las jubilaciones especiales, los subsidios por cada alumno/seminarista, el pago de los “sueldos” de obispos y sacerdotes, las leyes que reglamentan el sostenimiento del culto, etcétera) e incluso le garantizaron a la Iglesia nuevos aportes que podríamos llamar “indirectos”, como lo son las exenciones de pagar impuestos por diversos tributos (ingresos brutos, ganancias, etc.), el financiamiento para la remodelación de sus propiedades en concepto de “obras públicas”, los subsidios a las escuelas y colegios confesionales o la cesión por parte del Estado de numerosos terrenos, edificios públicos y otros inmuebles que engrosan el inmenso patrimonio inmobiliario con el que cuenta la Iglesia, sin pagar -incluso- ningún impuesto.
La Educación que debería ser absolutamente laica, gratuita y obligatoria (que “en teoría” exponía la Ley 1420 – que existe desde 1884), no se cumple en la realidad. Sistemáticamente los gobiernos se han encargado de seguir subvencionando a la educación privada católica. Problema que va de la mano con la falta de inversión en educación pública: en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se votó el presupuesto en educación más bajo de la historia, de tan solo el 18.5%.
Ante la denuncia que realizamos en la cursada, sobre la cantidad de dinero destinado a la educación católica, y como las jerarquías eclesiásticas se enriquecen con nuestros bolsillos, surgió el debate: ¿los curas son trabajadores?. Somos los trabajadores los que hacemos posible el funcionamiento y desarrollo de la economía en el mundo. No sólo nos referimos a los trabajadores y las trabajadoras que elaboran los productos, alimentos que consumimos todos los días, y demás necesidades, sino también todas las actividades que hacen posible que estos productos se desarrollen. Los trabajadores de los servicios, el transporte, la salud y también la educación. Esta última es la que se ocupa de preparar a los niños, niñas y adolescentes para ser ellos quienes ocupen estos lugares en el futuro. Por lo tanto, los miembros de la iglesia católica, no forman parte de la masa de trabajadores que desarrollan sus tareas todos los días, ellos son los que dedican su vida “voluntariamente a la religión”. Desde la lógica, entonces, no habría razón para que el Estado lo financie.
En nuestro país, el Estado sigue manteniendo a los miembros de la Iglesia. Una institución cuya cúpula se ha nombra en guerra con la “teoría de género”, diciendo que los niños no deben elegir su género. Bergoglio, ha comparado a las personas trans con bomba nucleares. Ni hablar que es uno de los principales detractores del aborto legal, seguro, y gratuito. Ahora la Iglesia sigue manteniendo la impunidad sobre los milicos-genocidas, que han torturado a miles de mujeres y expropiado a cientos de sus bebés.
Hace más de 10 años que la ESI se promulgó para que se lleve a cabo nivel nacional.Sin embargo, ni el gobierno kirchnerista ni el gobierno macrista se han ocupado de que sea efectiva la ley en todos los lugares de estudio. Se incrementa la bronca si pensamos en la cantidad de curas abusadores protegidos por la Iglesia alrededor del mundo (un 5% de los curas cometieron abusos). Es inadmisible que aún hoy la Iglesia siga teniendo injerencia en nuestros cuerpos y nuestras decisiones. En un contexto en el cual estamos a días de que se cumplan tres años de la primera movilización con la consigna #NiUnaMenos, luego de haber hecho temblar el mundo el 8M, que creció a partir de la bronca e indignación que genera ver como muere una mujer cada 18 horas, como fueron los últimos casos de Araceli Fulles y Micaela Garcia. En la educación, el 80% de sus trabajadoras son mujeres: debemos organizarnos con una perspectiva que vaya más allá de este Estado capitalista-patriarcal que no tiene más nada para ofrecernos.
Los intereses de los gobiernos son claros si de educación hablamos. Los docentes trabajan muy duro todos los días, el tiempo no alcanza y el sueldo tampoco. Desde la Agrupación 9 de Abril (Juventud del PTS junto con estudiantes y docentes independientes), venimos planteando la necesidad de que los y las docentes tomen la demanda de estar 4 horas frente a curso y dos horas de capacitación, planificación y correcciones. Porque nuestras vidas, valen más que sus ganancias. Por esto mismo, tenemos que seguir exigiendo la separación de la Iglesia del Estado, y así de la educación de las y los hijos del pueblo trabajador y pobre, que debe ser un sistema único, estatal y laico. Sólo si nos organizamos desde la base docente junto con los estudiantes, podemos dar una salida de conjunto.
Fuente: http://laizquierdadiario.com/Debate-en-las-aulas-que-hace-la-Iglesia-en-la-educacion