Por: Carlos Ornelas
El 16 de abril publiqué en mi columna de Excélsior, “Nacionalismo y educación: Japón mira al pasado”. En ese artículo reseñaba mi preocupación por el resurgimiento del nacionalismo japonés, aunque lo trataba de explicar por las tensiones que provoca la política agresiva de Corea del Norte —los misiles norcoreanos no alcanzarían a llegar Estados Unidos, pero sí a Japón— y las controversias con China sobre la soberanía de islas en el Pacífico Norte.
Reseñé, con base en dos reportajes del Japan Times, que el gobierno del primer ministro, Shinzo Abe, permitió que el rescripto (o bula) imperial pudiera usarse como materia de enseñanza en las escuelas. También escribí: “Más alarmante aún. En su edición del 15 de abril, The Japan Times reportó que el gobierno japonés decidió tolerar el uso de la autobiografía de Adolf Hitler, Mein Kampf (Mi lucha), como material didáctico en las escuelas… Esto es motivo de preocupación no sólo para los educadores progresistas y liberales del Japón. También enerva a quienes nos comprometemos con un proyecto de educación democrática y para la democracia, aquí y en el mundo”.
No obstante que tengo cierto entendimiento de la educación de Japón, algo de su historia y de la práctica y ética laboral de los docentes japoneses, no conozco el funcionamiento de sus instituciones legislativas. Mi frase sobre la tolerancia a la lectura de Mein Kampf motivó a dignatarios de la embajada de Japón en México a invitarme a charlar. El ministro y subjefe de la Misión, Toru Shimizu, y el agregado cultural, Tomoyuki Yamagata, me explicaron con cierto detalle las reglas de la Dieta y las formas en que los diputados preguntan —e increpan, a veces— a los ministros de gobierno, incluso al primer ministro. Me hicieron el favor de traducir las preguntas de los diputados y las respuestas del primer ministro. La transcripción me movió a cambiar de opinión.
Diputados de oposición preguntaron al primer ministro si había la intención de cambiar la resolución de la Dieta — del 18 de julio de 1948— de excluir el rescripto como principio básico de la educación. Un diputado alegó que la bula se “basa en la soberanía del emperador, y la visión mitológica de kokutai (esencia nacional) porque claramente socava los derechos humanos fundamentales y deja dudas ante la confianza internacional”.
La respuesta, también por escrito, del primer ministro fue: “…de acuerdo con el propósito original del artículo 98 de la Constitución, la Cámara de Representantes con su resolución excluye estos Rescriptos mencionados y no reconoce su carácter de principio rector”. Pero sí mantiene que se promoverán la enseñanza de valores como piedad filial, solidaridad entre hermanos y amistades, lealtad y diligencia en el trabajo y los estudios. Además, que no será conforme al texto original ni exaltará la ideología de guerra.
Respecto al uso de Mi lucha, como material didáctico, Shinzo Abe fue contundente:
…se sabe que sí hay algunos casos en que se utiliza material didáctico citando alguna parte del libro de Adolf Hitler Mi lucha para estudiar el trasfondo histórico de la época en la que se escribió el libro. Por otra parte, si el libro es utilizado con el motivo de fomentar la discriminación basada en razas humanas, es por demás claro que este tipo de uso no es adecuado porque esto no concuerda con lo establecido por la Ley Básica de Educación.
Es decir, se utiliza, como en todo el mundo —excepto en Alemania, donde está prohibido por completo—, como fuente para otros estudios.
Mi error en la interpretación (aparte de desconocer la respuesta completa del primer ministro) tal vez provino del encabezado de la nota de Japan Times, del 15 de abril: “La autobiografía de Hitler Mein Kampf se une al regreso de rescripto imperial a las aulas”. Y no puse atención al final de la nota, donde el autor sentencia que “el gobierno decidió no prohibir el uso del rescripto imperial”. Pero no esclarece que el gobierno tampoco promueve el uso de Mein Kampf como material didáctico.
No me queda más que rectificar y pedir disculpas a los lectores, al gobierno japonés y a Excélsior por una interpretación errónea del texto y por basarme en una sola fuente. Sostengo lo que escribí acerca del rescripto y las recetas nacionalistas, si bien debo aclarar que no implica que el gobierno del primer ministro, Abe, quiera revivir toda la bula.
Aunque será imposible, haré esfuerzos por no volver a equivocarme.
Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/07/05/1173749