Educación: la difícil inclusión. Hacia una escuela diversa

Por: Carina Farreras

El objetivo del decreto de la escuela inclusiva, aprobado por el Govern a mediados de octubre, establece que todos los alumnos con necesidades educativas vayan a colegios ordinarios, independientemente de la atención que requieran (excepto si la discapacidad es muy grave). Para ello, la Conselleria d’Ensenyament dijo que reforzaría las escuelas con más docentes, monitores, logopedas y psicopedagogos, y prometió que las escuelas de educación especial se convertirían en proveedoras de servicios. El decreto va acompañado de una previsión presupuestaria de 142 millones de euros en cuatro años.

Esta regulación, que ha sido muy esperada en la comunidad educativa, debe ir desplegándose. No obstante, los docentes están inquietos al ver que la parálisis política de estos meses, que se prolongará hasta la constitución del nuevo Ejecutivo, puede atrasar todo el proceso de modo que se llegue a la fecha de preinscripción escolar sin que las escuelas conozcan los nuevos recursos del próximo año.

El proyecto, centrado en mates y ciencias, da información al docente y al alumno sobre su progreso

En este sentido se ha saludado la convocatoria de oposiciones, 2.000 nuevas plazas docentes, que se anunciará la próxima semana. Las críticas más duras se realizan desde los institutos. En las etapas de infantil y primaria se avanza progresivamente en inclusividad (como puede verse en las prácticas que se presentan en estas páginas).

El sábado, en unas jornadas convocadas por Professors de Secundària (Aspepc.SPS) se preguntaban hasta qué punto la inclusividad, un concepto compartido como objetivo, es sólo un sueño. “Se va a convertir en una nueva mochila a nuestra espalda”, advirtió un asistente. La neuróloga Anna Sans, que cifró en el 15% la población infantil con algún tipo de trastorno de aprendizaje (no se cuentan otras discapacidades), dijo que estos alumnos que tienen derecho a aprender como los demás no requieren “un poco de asistencia un rato al día”, sino un tipo de atención especial porque necesitan “aprender muy bien pocas cosas y no de todo un poco”.

Para Gemma Lacasa, del instituto Sant Just Desvern, la individualización exige bajada de ratios y más horas no lectivas para preparar las clases. “Sin estos recursos será un problema para los alumnos con dificultades que vienen y que no podrán ser bien atendidos, para sus compañeros de clase que bajarán su rendimiento y para los profesores”, indicó. El secretario del sindicato, Xavier Massó, apuntó también que dentro de la diversidad de alumnos con necesidades especiales le preocupan aquellos que presentan trastornos conductuales. “Ese es el gran problema porque nos impide la tarea de enseñar. ¿Cómo se va a hacer? No lo sabemos”.

En aula acoge una gran diversidad de alumnos. Hay algunos rápidos que lo pillan todo al momento. Otros son más lentos y necesitan más atención. Tratar de que todos los estudiantes consigan superar los objetivos mínimos es la labor del docente. Pero, ¿y si existiera una manera de lograr que cada alumno llegue lo más lejos posible, a su ritmo, sin dejarse aprendizajes importantes por el camino? En este sentido, la inteligencia artificial está demostrando su utilidad en el aula porque los algoritmos son capaces de detectar el nivel del alumno y sus dificultades concretas, y de proponer material complementario para consolidar bien el aprendizaje y ejercicios de repetición. Al profesor le sirve para ver y atender los problemas específicos.

Esta tecnología es la que está probando Paqui Muñoz en su aula de 6.ºA de la escuela Marta Mata de Viladecans, donde se han distri­buido tabletas para todos los estudiantes con las que aprenden matemáticas y ciencias (en inglés). La ­tableta no sustituye la clase magistral del profesor, que sigue siendo necesaria. “Esto es muy divertido”, asienten Raquel, Jordi, Carlota y Simón, que comparten la misma mesa pero no tableta, que es individual. “Y no tienes que escribir en la libreta”, añade Jordi. Los chavales están trabajando la raíz cuadrada que la profesora explicó en la clase anterior. Ninguna de las pantallas de esta mesa tiene los mismos ejercicios. Uno está viendo un vídeo con explicaciones, otro está practicando ejercicios y un tercero repasa “como se hacía eso de las potencias”.

Un cuarto está aparentemente chateando en un foro grupal con otros niños del aula. La máquina reparte medallas por el esfuerzo, la motivación y la superación. “¿Ves aquí?”, señala con el dedo una gráfica de la pantalla Noelia. “Yo veo cómo voy y en qué tengo que mejorar”. La tableta también recuerda, en ocasiones, que un problema requirió mucho tiempo de resolución. “¿Por qué no vas al profesor y le preguntas?”, sugiere la pantalla.

En la del profesor aparece un mensaje también de que ese niño no ha resuelto el problema en un tiempo adecuado. “Este sistema, además de la motivación, tiene grandes ventajas como la individualización del aprendizaje y la información que le da al profesor”, explica Muñoz. El ordenador se adapta al nivel justo en el que está un alumno. Le permite progresar lentamente, con mucha repetición, detectando dificultades concretas para las que propone ­explicaciones on line, mediante vídeos o imágenes, o invitaciones a preguntar a un compañero determinado que el ordenador sabe que es un crack en ese contenido o acudir a la mesa del profesor. El pro­grama está abierto a los padres, que pueden acompañarles en los deberes.

Asimismo, el docente ve el progreso de cada niño y el del aula. “Se logra un avance importante como colectivo, estrechándose las diferencias entre los grupos que corren más y los que menos”, afirma Pa- qui Muñoz. Este trimestre, en la clase de 6.º A tienen una media conjunta de notable en matemáticas. La herramienta permite incorporar contenidos propios del profesor o descargados de alguna web de referencia, como la de la NASA.

“Este programa funciona muy bien, especialmente porque los niños se sienten muy motivados y porque da una gran cantidad de información al profesor, pero aún debe trabajarse su punto débil, pues no disminuye el tiempo de preparación de las clases”, sostiene Maribel Gascón, directora de la escuela. Marta Mata es una de las cuatro escuelas de Viladecans, municipio que ha apostado por la innovación tecnológica educativa, en las que se está ensayando el proyecto Imaile, financiado con un millón de euros por la Comisión Europea.

Lo ha puesto en marcha el consorcio Amigo, una alianza entre Documenta, empresa que desarrolla programas y producción multimedia, Gradiant, centro de investigación TIC de referencia, y la editorial líder en contenidos educativos Edebé, que lidera el proyecto, actualmente en fase de precomercialización. El objetivo europeo es la reducción del abandono escolar y el aumento de las vocaciones stem (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas). Colaboran en el proyecto escuelas de Finlandia, Alemania y Suecia.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20171127/433237285466/educacion-inclusiva-escuela-viladecans.html

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Carina Farreras

Periodista. Egresada de la Universidad Autònoma de Barcelona.España. Trabaja para la Página Web La Vanguardia.