Por: Hector G. Barnés
La Cátedra Abierta de Economía es el nuevo proyecto de José Antonio Marina y Santiago Satrústegui para conseguir que todos dispongamos de un conocimiento básico sobre el tema.
Cuando el filósofo y pedagogo José Antonio Marina daba clase a alumnos de Bachillerato de unos 17 años, solía introducir unas pequeñas pautas de economía en sus lecciones. La mayoría de principios, recuerda, eran fácilmente aceptados por los alumnos, menos uno: la ley de la oferta y la demanda. “Les ponía siempre el mismo problema”, explica. “Un besugo cuesta 40 euros a comienzos de diciembre. Pero si lo compras el 23 de diciembre, te va a salir a 80. La pregunta era: ¿quién ha fijado el precio?”. La mayoría de alumnos respondía que “el pescadero”. Y el escritor respondía: “No, ha sido tu madre”. Es decir, el aumento de demanda en dichas fechas había provocado la subida.
Es un buen ejemplo de las dudas, incertidumbre y mala comprensión que seguimos teniendo de los elementos básicos de la economía. En gran parte, porque apenas se estudia en el colegio, y como recuerda Marina durante la presentación del proyecto, muchas de las propuestas recientes, como la del BBVA, se centran tan solo en el ámbito financiero. Su propuesta para remediarlo es la Cátedra Abierta de Economía, diseñada en colaboración entre la Universidad de Padres, fundación que el toledano dirige, y la entidad financiera Abante Asesores, presidida por Santiago Satrústegui, que ofrece un curso rápido y para todos los públicos de los principios fundamentales de la economía.
La mayoría va a la tienda que está más lejos si una camisa de 50 euros está rebajada un 10%. Pero no lo hacen si se ahorran cinco en un televisor de 195
Según explica Marina, a la sazón colaborador de este medio, hay dos razones en las que se basa este nuevo proyecto. Por una parte, “ayudar a las personas a tomar buenas decisiones sobre su vida personal”. La vertiente práctica del curso hace que gran parte del contenido se centre en cuestiones de economía cotidiana e, incluso, en su faceta más psicológica, que durante mucho tiempo ha sido olvidada, pero que cada vez está siendo más reivindicada. Es algo que muestra que este año el Premio Nobel haya ido a parar a Richard Thaler, especialista en finanzas conductuales y un gran crítico de la figura del ‘homo economicus’ hiperracional, una tendencia que prolonga la iniciada por Daniel Kahneman o Robert Shiller.
El filósofo propone otro ejemplo, que es al mismo tiempo uno de los ejercicios del programa. “La mayoría de la gente se va a la tienda que está a 500 metros, si la misma camisa de 50 euros está rebajada un 10%”, expone. “Sin embargo, si quiere comprar un televisor y este vale en la tienda de al lado 195 euros en lugar de 200, se quedará en esta. ¿Por qué, si el ahorro es el mismo?”. Esta es la clase de reflexión práctica que propone la cátedra, que comienza analizando la economía familiar antes de ascender a otros agentes como productores, Estado o bancos. La primera lección, por ejemplo, concluye con un replanteamiento del célebre problema de Thaler.
Una propuesta ilustrada
La segunda razón va más allá del interés personal y atañe a toda la sociedad. En resumidas cuentas, si el nivel de conocimiento de la economía es alto, mejor funcionará el país. Por ejemplo, como defendía el economista Jean Tirole, Premio Nobel de Economía en 2014, a la hora de implantar buenas políticas que en apariencia son impopulares, pero también a la hora de reivindicar el papel activo del ciudadano, que va mucho más allá de votar en unas elecciones. “El individuo debe ser consciente de que lo que compra tiene un impacto económico y político”, explica Satrústegui. Es lo que ha ocurrido con Cataluña o con la reciente huelga de taxis.
El objetivo es llenar el hueco que permitiría que todas las medidas económicas de los políticos pudiesen ser entendidas por alguien con la ESO
La cátedra se divide en dos partes. Por un lado, un módulo sobre el funcionamiento básico de la economía. Por otro, un segundo especializado en finanzas, del que se encargan los profesionales de Abante. Su público objetivo es universal, es decir, vale tanto para jóvenes como para adultos, independientemente de su nivel de conocimiento previo de economía o de matemáticas. Su objetivo, recuerda Marina, es llenar ese hueco que permitiría que “todas las medidas económicas pudiesen ser entendidas por alguien que tenga la ESO”. Un principio que se remonta a la Ilustración, ya que, como recuerda el filósofo, “una democracia de ignorantes no es democracia”.
El enfoque que han adoptado los profesores es más crítico que ortodoxo. Satrústegui explica que es “una mirada crítica hacia lo que nos han contado hasta ahora”. La crisis de 2008, añade, nos recordó que no hay un orden natural en la economía, sino que es la manera en que los hombres nos ponemos de acuerdo para organizarnos entre nosotros. Durante mucho tiempo, la teoría imperaba por encima de lo demás y la realidad debía adaptarse a ella. Marina matiza que la crisis ha supuesto una importante “cura de humildad” para la economía, una vez que el propio Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, admitiese que ni siquiera él sabía muy bien qué estaba pasando.
Los impulsores de la cátedra protestan contra la ‘endogamia teórica’ de la economía en el ámbito académico, cuyas ideas terminan trasladándose a las decisiones de políticos y de entidades financieras. “Primero tenías que ser keynesiano para estar en la universidad y luego neoliberal, o seguir la tradición monetaria para entrar en la Universidad de Chicago”, lamenta el profesor. “No es muy sensato que sea un saber tan ideologizado”. Pero que nadie se alarme: el curso no pretende meterse en discusiones de eruditos, sino ayudarnos a entender un poco mejor, por ejemplo, por qué la economía sumergida perjudica a toda la sociedad, por qué la crisis económica fue un problema de titularización, por qué el proteccionismo empobrece a los países y, sobre todo, proporciona herramientas para identificar rápidamente las mentiras que nos cuentan.
La parábola del pueblo ruso
Satrústegui y Marina cuentan otra ilustrativa historia. Un magnate ruso llega a un pueblo arruinado, donde todo el mundo debe dinero a los demás, por lo que nadie puede saldar sus deudas: el hotelero al carnicero, el carnicero al campesino, el campesino al molinero, el molinero a la prostituta y este al hotelero. El ruso deja en depósito 100 euros para reservar una habitación antes de verla, pero es un billete falso. Sin embargo, con ese dinero, el hotelero salda su deuda con el carnicero; el carnicero, con el campesino; el campesino, con el molinero; el molinero, con la prostituta, y esta, con el hotelero. El ruso, al final, no queda convencido por la habitación, así que se marcha con sus 100 euros falsos. Sin saberlo, ha conseguido revitalizar la economía del pueblo con puro aire.
La economía debe tener en última instancia una orientación ética universal y ser un juego de suma positiva en el que todos ganen
Es otro de los ejemplos planteados que nos ayudan a entender las funciones del dinero y que muestran que la economía va mucho más allá del mundo financiero. El propio Marina ha sido adalid de la educación económica, y en 1997 logró el Premio Giner de los Ríos a la Innovación Educativa gracias a un proyecto que consistía en impartir principios de economía en la clase de Filosofía. En apenas 15 minutos, en que los alumnos debían aprender a interpretar las noticias económicas del periódico. El primer ejercicio consistía, una vez se conocía el funcionamiento de la bolsa, en invertir un millón de pesetas imaginarias en acciones; un mes después, se comprobaba cuánto habría ganado y perdido cada cual.
El germen de este proyecto se encuentra en ‘La creatividad económica’, el libro que Marina y Satrústegui publicaron en 2013. Al final del libro, se hacía una distinción entre los ‘mecanismos del mercado’ (aquellos que utilizan el juego de la oferta y la demanda para la fijación de precios) y el ‘proyecto económico’, la integración de fines, medios y criterios de evaluación. La economía, recordaban, debe tener en última instancia una orientación ética universal y ser un juego de suma positiva en el que todos ganen. Es algo que también se encuentra en este proyecto, que se basa en el principio de que “hay que conocer para comprender, y hay que comprender para tomar buenas decisiones y actuar”. O, dicho de otra forma, en palabras del propio profesor, “las sociedades más ilustradas y con mejor pedagogía toman mejores decisiones”.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-11-30/catedra-abierta-economia-marina-satrustegui_1485762/