África/Enero de 2018/Fuente: UNESCO
Estacionamos el autobús donde la carretera se termina. Cuando descienden, y sólo ven dunas de arena en kilómetros a la redonda, comienzan a preguntarse ‘¿en dónde estamos’?”, afirma Viktoria Keding, directora del Namib Desert Environmental Education Trust (NaDEET(link is external)).
El Centro NaDEET, que dirige determinados programas en régimen de internado que permiten una inmersión práctica en el ámbito de la educación para el desarrollo sostenible (EDS), se sitúa en la reserva natural de NamibRand, cuyas 200,000 hectáreas la convierten en la reserva más grande de su tipo en el África meridional. El sitio en sí mismo modifica el comportamiento y las actitudes de sus visitantes en cuanto entran en él.
Alumnos, grupos comunitarios, docentes, todos en general, pueden inscribirse para, durante una semana, bañarse con un cubo, cocinar con energía solar, reciclar la integralidad de los desechos y aprender a fabricar ladrillos refractarios. El objetivo es, ante todo, ponerse manos a la obra, participar y aplicar lo que se ha aprendido en otra parte mediante manuales. Para los alumnos, existen también aplicaciones de matemáticas y ciencias en inglés.
El Centro NaDEET, asociado principal del Programa de Acción Mundial para la EDS (GAP), fue creado en 2003. Desde entonces, ha recibido a más de 10,000 beneficiarios y se halla continuamente al máximo de su capacidad.
Viktoria Keding, quien llegó a Namibia hace 20 años para enseñar educación medioambiental afirmó: “Cuando comencé en otro centro, enseñábamos educación medioambiental según el estilo tradicional, observando la fauna y sentándonos alrededor de una hoguera en el campo. En una ocasión, en que tuve alumnos de 11° grado, uno de ellos me dijo que estaba feliz por haber aprendido tanto, y se preguntaba por qué el centro no se preocupaba por la deforestación. Entonces me di cuenta de que nos faltaba algo”.
Cuando Viktoria comenzó, la palabra “sostenibilidad” no era un sustantivo corriente y se dio cuenta de que no la podría enseñar con eficacia y honestidad si el propio entorno de aprendizaje no daba el ejemplo.
“Tuve entonces esta fabulosa oportunidad de crear un nuevo centro en el desierto a partir de nada, y de convertirlo en todo lo sostenible posible que lo permite el contexto en Namibia”, explicó. “Aquí, somos conscientes de que debemos evolucionar constantemente y adaptarnos mediante recursos tanto pequeños como grandes. Cuando inauguramos el centro, por ejemplo, las luces LED no eran fáciles de obtener. Nuestras instalaciones contaban con lo mínimo y por ello las fuimos mejorando para que los grupos de docentes, por ejemplo, pudieran aprender mejor”.
Las actividades de NaDEET se dividen en tres categorías principales: educación medioambiental, alfabetización sobre cuestiones del medio ambiente y sensibilización en favor del desarrollo comunitario. Lo que aprendemos con esto lo encontraremos en los manuales escolares, y los docentes se han dado cuenta de la influencia positiva del Centro en el conocimiento de los alumnos. También constituye una plataforma para el intercambio de conocimientos. Los docentes de lenguas que vinieron para recibir el programa tradujeron también el folleto del centro It’s Time to Grow en tres lenguas locales, por ejemplo.
En el marco de su compromiso como asociado principal del Programa de Acción Mundial consistente en trabajar con miras a acelerar la búsqueda de soluciones sostenibles en plano local, el NaDEET elabora un modelo de casa sostenible en la ciudad de Swakopmund, en donde se encuentra situada la oficina principal.
“Será un lugar en donde la gente podrá ver que para llevar un modo de vida sostenible no sólo cuentan los materiales con los que la casa ha sido construida, sino también nuestro comportamiento, nuestra forma de elaborar los alimentos, nuestra gestión del agua, de la energía y de los desechos”.
También se ha previsto crear una academia para los jóvenes y los profesionales del sector educativo en el Centro NaDEET original con miras a sensibilizar a la mayor cantidad de namibios posible.
En numerosas ocasiones, Viktoria ha observado de cerca el efecto transformador del Centro y las diferencias según cada participante.
“Cada persona que llega se pregunta dónde está el centro, ya que se encuentra detrás de las dunas. Los visitantes caminan diez minutos y de pronto aparece el Centro como una aparición mágica. Los niños del ámbito rural, a menudo desfavorecidos, creen que es el paraíso. Para los niños más privilegiados que nunca habían estado en esta región del país en el pasado, se trata de una gran aventura”.
Y el efecto se prolonga más allá de la visita.
“Algunos se marchan con proyectos muy específicos en sus mentes para emprender operaciones de limpieza en los sitios en donde viven o para fabricar con sus propias manos ladrillos refractarios. Para otros, representa un cambio a largo plazo en la definición de sus vínculos con el medio ambiente. Uno de los aspectos más satisfactorios es ver a los docentes que vinieron como alumnos volver con sus propios alumnos”, afirmó Viktoria.
Fuente: https://es.unesco.org/news/cambio-climatico-atane-jovenes-pleno-desierto-namib