Cuba/06 de febrero de 2018/Por Indira López Karell/ Radio Cadena Agramonte.
Hoy el pequeño Dorian Pérez Acosta es un niño alegre, lleno de sueños, que disfruta cantar, se interrelaciona con los demás y ha mejorado sustancialmente su lenguaje oral, a pesar de ser diagnosticado en sus primeros años de vida con trastornos del espectro autista.
Como él, cada día son atendidos gratuitamente cientos de infantes con necesidades educativas especiales en varios centros de ese tipo de Educación, existentes a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional, aun en medio del férreo bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno de EE.UU. hacia Cuba por más de medio siglo.
Si bien es conocido que el Estado revolucionario, de esencia humanista y solidaria, no deja a nadie desamparado, y destina un presupuesto millonario a la formación de esos infantes. Cabría preguntarnos cuánto más podría hacer el país de no sufrir los rigores que nos impone esa genocida política.
Sin dudas, uno de los subsistemas más dañados como consecuencia de esa flagrante violación a los derechos humanos es el de la Educación Especial, que ha afrontado múltiples limitaciones.
Por citar algunos ejemplos, Cuba ha tenido que importar las máquinas Braille y otros recursos necesarios para el aprendizaje de niños ciegos y débiles visuales desde otros mercados, situación que también enfrenta en la adquisición del papel Braillón, imprescindible en ese tipo de enseñanza.
Asimismo, el programa nacional de construcción de escuelas especiales ha sido afectado por la criminal política unilateral de EE.UU., lo cual obstaculiza la plena inserción social de niños, adolescentes y jóvenes que sufren algún tipo de discapacidad.
De igual forma, el recrudecimiento de ese cerco incide en el abastecimiento de materiales básicos como lápices, libretas y papel para uso general del proceso docente.
Además, esa guerra económica obstruye el acceso a tecnologías y herramientas informáticas indispensables para la formación y la creación de programas educativos, especialmente en las universidades; limita el intercambio científico entre investigadores e instituciones pedagógicas de ambos países, así como el acceso a bibliografía.
Al no permitirse el intercambio postal con casas de altos estudios estadounidenses, la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, institución que exhibe un sólido prestigio nacional e internacional, padece afectaciones a la hora de recibir materiales bibliográficos destinados a la superación profesional, en carreras de las Ciencias Agropecuarias, Ingeniería Química, Arquitectura e Ingeniería Civil, entre otras.
Las pérdidas derivadas del bloqueo en el sector educacional resultan reveladoras de los desafíos que enfrenta el Estado cubano.
No obstante, la Revolución no escatima esfuerzos para devolverles la esperanza a niños como Dorian Pérez Acosta, realidad que contrasta con la de otras naciones y convierte a nuestro sistema educacional en referente para el mundo por su carácter gratuito, masivo e inclusivo.
Fuente de la Noticia:
http://www.cadenagramonte.cu/articulos/ver/76841:el-bloqueo-tambien-deja-huellas-en-la-educacion-cubana